Hola.
Voy a contar una experiencia que me sucedió hace ya muchos años.
En una época de soltería empedernida, contacté por una de tantas redes sociales con una chica muy mona (aparentemente). Me llamó la atención que su foto, siendo de su cara, fuese como "retocada". Era una mujer que se la veía bien parecida y más o menos acorde a lo que buscaba.
Después de charlar unas cuantas veces, le propuse quedar y es ahí donde vino el problema.
Cuando me la encontré de frente, un viernes por la noche, mi decepción fue increscendo. La mujer que creía bonita, tenía los trazos de haberlo sido, pero la vi muy descuidada. Suelo fijarme en eso y es importante para mi. Es algo que a mi me atrae o me retrae. Si la persona se ve descuidada, poco femenina generalente termina siendo un handycap para mi.
En este caso, físicamente se adaptaba a lo que buscaba. Su cara, sin ser exactamente lo que vi en las fotos, no era fea pero lo peor, una mancha en su vestido. Eso me molestó. Soy sincero.
Soy una persona cortés. No soy un maleducado de modo que aunque honestamente, ya la había descartado, decidí quedar a tomar un café en algún sitio abierto. Estuvimos charlando un buen rato. No voy a detallar los otros motivos por los que personalmente dejó de interesarme pero en definitiva, no cumplía con mis exigencias.
Una vez consideré que la charla habría concluido nos fuimos del café y la acompañé a su casa. Vivía en un edificio y aunque pensaba dejarla en el portal, ella me invitó a subir a su casa. Me dije...¿por qué no?.
Pero según subíamos yo le confesé que tomaría un café pero que honestamente, la cita no fue lo que esperaba y que pese a que ella me caía muy bien, no hubo flechazo. Ella dijo, bueno, entonces casi mejor lo dejamos aquí y ya prácticamente en la puerta de su vivienda nos despedimos con un abrazo y un par de besos.
Pero...ese abrazo se alargó más de lo normal. No sé por qué, el momento, la situación, ese descansillo en penumbra hizo que yo me empalmase. Ella creo que lo notó y no me soltaba. Yo no sabía que hacer. Sí, si supe que hacer...dejarme querer. Mi sentido común me decía que lo dejase ahí pero mis ganas de sentir ese cuerpo femenino me atraía cada vez más hacía ella.
Nos separamos un poco y ella empezó a besarme. Yo no tenía ganas, la verdad, pero estaba muy cachondo. Yo a cambio empecé a tocarla quizá con un poco más de descaro.
Como comenté, ella llevaba un vestido. Era negro, (si mal no recuerdo) ceñido y de tela. Esto hacía que se notase cada pliegue de su cuerpo.
Sabía y me decía...para. Aún estás a tiempo. No empieces algo que después costará más terminar pero mis manos no paraban de recorrer ese cuerpo. Bajé mi mano hasta su culo y noté como ella suspiraba de deseo. Esto me encendió aún más.
Empecé a subir la falda poco a poco. Tal y como harías si estuvieses pegado a alguien a la que deseas desnudar. Era muy morboso jugar en ese descansillo. Por suerte era una vivienda por piso de modo que difícilmente nos cruzaríamos con ningún vecino.
Mis dedos consiguieron subirle la falda hasta la cintura. Dejó (Sospecho porque mis recuerdos son táctiles, no visuales) a la vista su cuerpo de cintura para abajo pero oh, resulta que llevaba pantis altos. Mierda!!!.
Mi mente solo pensaba en acariciar un poco, solo un poco su pubis y así hice. Mi mano, que en ese momento descansaba en su cintura, se fue acercando con cuidado y suavidad a su vientre. Ella no paraba de besarme y acariciarme. No me disgustaba.
Esa mano, la que tenía libre (porque con la otra acariciaba su espalda y pechos) se fue acercando a su sexo. Una vez llegué, esperé a la aceptación de ella pero ella no hizo nada para apartarme. Todos sabemos (o deberíamos saber) cuando algo está gustando y cuando no. Ella estaba disfrutando al igual que yo.
Pero no me pude quedar quieto. Acariciando y moviendo mis dedos de arriba a abajo sentí que estaba hiperlubricada! Tanto, que sus fluidos sobrepasaban los pantys!. Esto, de siempre, me vuelve loco. No hay cosa más sexual y satisfactoria que ver a tu amante lubricada.
Rápidamente moví mis dedos de arriba a abajo. Ella suspiraba y cada vez nos íbamos entonando más. Después de un tiempo magreándonos, yo decidí decirle que me nos fuésemos para dentro de su casa pero ella no quiso. Me dijo, NO, pero no pares!.
Esto me descolocó. ¿Por qué no quiere que vayamos a un sitio más cómodo?. Da igual, yo seguí a lo mío. Cada vez estábamos más cachondos. Con la misma mano le bajé las medias y por fín pude tener su sexo en plenitud. Estaba tan excitada que mis manos literalmente se mojaron con sus fluidos.
Le di la vuelta, ella se acomodó apoyada en la barandilla con los brazos. Sabía que yo deseaba penetrarla. Me bajé los pantalones y no hizo falta mucho. Acerqué mi polla a su culo y lo restregué. Ella ponía su culo de una forma tan sexual que sentía que deseaba que me la follase ahí mismo y así hicimos.
No me alargo más. Estuvimos un rato así. Yo intentaba sentir mi polla dentro de ella y comerle el cuello. Ella sencillamente se dejaba hacer.
Pero ya en el culmen de la excitación el sentido común volvió. Paré. Me repuse. Volví a abrocharme el pantalón y ella se dio la vuelta con cara de no entender nada.
Le dije que no podía ser. No en ese sitio. No con ella (no me gustaba pero sí me excitaba) y casi sin mediar palabra me fui.
Al llegar a casa me disculpé. Ella lo entendió. Yo me quedé con sensación de haber hecho algo que no debí y así fue durante mucho tiempo. Dejamos de escribirnos. Yo la olvidé pero no olvido ese momento. Dios! Si todo hubiese sido distinto estoy seguro que el sexo con ella hubiera sido de diez pero no lo fue.
Esta es y será siempre una relación de la cual, en cierto modo me avergüenzo.