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Casi tres meses después. Viernes 22 de diciembre
Carlos
- Bueno chicos, ¡¡Felices fiestas y feliz Navidad!! y Héctor y Silvia, ¡¡Feliz año nuevo!! ya que a vosotros no os veremos el pelo hasta el año que viene.
Los dos se rieron. En las fiestas nos quedaríamos Cris y yo por decisión de cada uno. En principio me iba a quedar yo solo pero ella dijo que no tenía compromisos y podía quedarse. Héctor se iba de viaje con su familia y Silvia tenía a su niña y también viaje.
Habíamos montado una pequeña fiesta privada entre nosotros 4 en la sala común de los técnicos, con algo de picar y bebidas sin alcohol. Recogimos todo incluso los regalos del amigo invisible que eran todos muy cutres para echarnos unas risas.
Entré en mi despacho y al poco llegó Silvia diciendo:
- Último intento
Me reí. La miré y negué:
- Eres un cabezón, te podrías venir con nosotros sin ningún problema
- Que no, Silvia
- A Antonio no le importa, su familia es buena gente y hay sitio
- No, muchas gracias pero no
- Pero ¿Vas a pasar otra Nochebuena y Navidad solo? No seas tonto, vente
Silvia la pasaría en el pueblo de Antonio, con la familia de Antonio, como todos los años. La Nochevieja era al contrario, la pasaban con la familia de Silvia. Le dije:
- Como los últimos 10 años, y no me pasa nada
- Mierda, es que mira que eres…
- No pasa nada, ya sabes que me gusta la tranquilidad, me iré a mi casa del campo y me acostaré tempranito
- Ufff, es que no sé ni para que lo intento
La miré con cariño. Estaba muy guapa con el pelo suelto y ese cuello alto que la estilizaba. Y los vaqueros le quedaban genial. Le dije:
- Anda, vete, que te estarán esperando
Vino hacia mí y me abrazó diciéndome bajito:
- No sé porqué te quiero tanto siendo tan cabezón
Y me dio un beso en la mejilla. Me sentí incómodo. Sabía perfectamente que no se refería a querer de enamoramiento, era querer como amigo, pero a pesar de eso, me llegaba al corazón. Le dije:
- Y yo te quiero un montón a pesar de ser tan mandona
- Para lo que me sirve contigo
Me soltó y me sonrió. Se fue a la otra habitación a coger su abrigo y bolso, y luego volvió:
- No veo a los chicos, despídeme de ellos
- Vale
- Y te llamaré, Gema te querrá felicitar las fiestas
- Claro
Se volvió a acercar y me volvió a dar un beso para luego irse. La miré irse y se giró a medio camino para mirarme y le dije:
- Fantástico, como siempre
Y ella se carcajeó porque sabía que me refería a su culo, una pequeña broma que nos traíamos desde hacía unos meses.
Héctor (5 minutos antes)
Vi a Cris al lado del despacho de Carlos y me acerqué. Le pregunté:
- ¿Qué haces aquí?
Ella dio un respingo y me disculpé por asustarla. Dijo:
- Estoy esperando
- ¿A qué?
- A que salga Silvia, quería hablar con Carlos
- ¿Pasa algo?
- Mmmm una chorrada, quería agradecerle lo bien que se ha portado conmigo este año, por la oportunidad que me ha dado y lo mucho que me ha enseñado
La miré. Estaba nerviosa. Le dije:
- ¿Tomamos un último café?
- Vale
Fuimos a la sala y nos echamos los cafés. Le dije:
- ¿Salimos?
- ¿Fuera con el frío que hace?
- Sí, bueno, vamos a probar ¿No?
Me miró extrañada. Le dije:
- Siempre lo tomamos fuera
- Bueno, vale, pero espera
Y la vi coger su abrigo. Salimos fuera, y sí, hacía frío. Bebimos en silencio hasta que ella dijo:
- Así que unas blancas navidades ¿No?
Lo decía porque me iba con mi familia a esquiar, como todos los años. Ella sonrió y dijo:
- Nunca he tenido unas así
- Pues es bonito aquello, dile a tu novio que te lleve un año
- Ya, ojalá
- ¿Qué haces al final? ¿Te vas con tu novio?
- Sí, al pueblo de Sara
- Ah, bien ¿No?
- Sí, muy bien, estoy muy ilusionada
- ¿Por ser tus primeras navidades con él?
- Sí
- ¿Y tu familia? ¿No te dice nada?
- No, yo… no
Vi que apartaba la mirada y, como siempre que sacaba a su familia, ella dejaba de hablar. Entonces dijo:
- Antes, esperando a Carlos, he escuchado una cosa que me ha puesto muy triste
- ¿El qué?
- Carlos pasa las navidades solo
- Oh ¿Y eso?
- No lo sé, he escuchado que es así desde hace 10 años, y Silvia estaba intentando convencerlo de irse con ella y su familia
- Que raro ¿No?
- Sí, Carlos es muy… es muy buena persona, no se merece estar solo en estas fechas
- Ya
- Me da mucha pena
La miré y saqué un paquete de mi bolsillo. Se lo di. Ella lo miró y preguntó:
- ¿Qué es eso?
- Para ti
- Héctor, sabes que no me gustan…
- No es un regalo
Me miró recelosa pero lo cogió y lo abrió. Era una funda para mi móvil. Dijo:
- Oh, es super chula
- La vi e imaginé que te gustaría, y la pillé por si me tocabas en el amigo invisible, pero no, no me tocaste
- jajaja, como a mí me tocó Silvia, imagino que a ti Carlos
- Exacto
- Jajaja, me ha gustado su taza
- Espero que no le haya molestado eso de “jefe gruñón”
- Que va, seguro que la usa todo el año jeje
Entonces me devolvió la funda diciendo:
- No la puedo aceptar
- No tengo móvil para esa funda
- Pero…
- Cris, es una funda de 5€, la compré por si acaso pero como no tuve suerte en el sorteo, ahora no me sirve para nada, quédatela
Dudó. Entonces sonrió y me dijo:
- Gracias, la verdad es que me encanta con todos estos muñequitos y colores
Sonreí mientras veía como se la ponía a su móvil. Lo miró y sonrió más. Entonces se me acercó y me dio un beso en la mejilla:
- Gracias, queda perfecto… bueno, entremos, hace mucho frío
- Sí, vale
Y entramos mientras yo me sentía en una nube con ese beso.
Carmen
Salí a recepción con ganas de irme a casa. Entonces vi como me sonreía Carlos que me había visto y pensé “mierda, el baboso”. Le sonreí y fui hacia él:
- Felices fiestas, Carmen
Le di dos besos en las mejillas mientras también le felicitaba las fiestas. Me dijo:
- ¿Coges vacaciones?
- Sí, las dos semanas ¿Y tú?
- No, no, me quedo a defender el fuerte jeje
Le reí la gracia pensando “Que poca gracia tiene este hombre”. Le iba a decir que iba con prisa pero él tenía ganas de cháchara y me preguntó:
- ¿Qué planes tienes para las fiestas?
- Familiares, me voy al pueblo para estar con mi madre, que tiene muchas ganas de ver a su nieto
- Ah, claro, claro, normal, estarás deseando ir y pasar unos días allí con la familia y amigos
“La puta gracia que me hace tener que aguantar a mi madre y sus reproches y a los putos catetos” pero le sonreí y dije:
- Claro, muchas, y aquello es muy tranquilo
- Lo imagino… Hace tiempo que no te veo en el almuerzo
- Ay, cariño, es que no paro, tengo muchísimo trabajo
La realidad es que ya no me traía comida de casa, almorzaba todos los días en restaurantes, lo de hacerme la comida como una pobretona ya no iba conmigo. Él asintió comprensivo y dijo:
- Y en la cena de Navidad de la empresa casi no te vi, te fuiste temprano ¿No?
- Sí, ya sabes que no estoy para fiestas y prefería estar con mi hijo
- Claro, comprensible
En realidad me había ido temprano porque tenía un servicio que fue una puta mierda porque el tío era asqueroso, pero bueno, gracias a él tenía estas maravillosas botas que costaban un ojo de la cara.
Entonces empezó a sonar mi móvil. Lo miré y le dije:
- Perdona, Carlos, es que tengo prisa, es para recoger a mi hijo (enseñándole el móvil)
- Ah, claro, claro
Le di otros dos besos, nos volvimos a felicitar la Navidad y me fui. Cuando salí, contesté:
- Dime, Jamal
Mi hijo estaba con su padre porque al día siguiente me lo llevaba una semana al pueblo. Jamal me dijo:
- Carmen, hay cambios de planes con el servicio de esta noche
- ¿Se ha cancelado?
- No, no, pero Diana no puede ir
- Joder ¿Voy sola? Ya sabes que ese puto gordo lo que quiere es mucho rollo bollo
- Lo sé, lo sé, por eso irás con Kiara
- No me jodas, Jamal ¿Con esa zorra?
Kiara llevaba un mes con Jamal y ya había chocado varias veces con ella, era una cabrona de cuidado, una sudamericana con mucha mala leche. Jamal dijo:
- Quiere una blanca y una negra, y hoy solo tengo a Kiara, y como blanca te quiere a ti
- Joder, no sé como no te quedaste con Yanet
- Las putas tienen que rotar por los burdeles, los clientes se aburren si siempre son las mismas
- Pero Yanet era un encanto, la pedían todos
- Claro, y a Kiara, lo que pasa es que a ti te encantaba como te comía el coño Yanet
Sonreí, eso era verdad. Él siguió:
- Y Kiara también lo come bien, no me lo vas a negar
Había follado dos veces con esa negrita y sí, no era mala, pero no me gustaba lo hija puta que era. Suspiré:
- Ya quisiera ella ser tan buena como Yanet. En fin, si no hay más remedio
- Así me gusta, guapa… Te encontrarás con ella en el portal del cliente ¿Vale?
- Sí
- Te acuerdas donde es ¿No?
- Sí, coño, es la tercera vez que voy
- Te dejo, guapa
- Chao
Y colgué enfadada, que poca gracia me hacía esa zorra.
Carlos
Miré a Carmen mientras hablaba por el móvil “Que monumento de mujer”. Es que lo tenía todo, no solo era guapa y tenía un cuerpo que quitaba el hipo, es que era buena madre, familiar y trabajadora. No entendía como su ex la había dejado, “hay hombres que no saben la suerte que tienen”. Y tenía claro que en cuanto Carmen se relajara y empezara a salir, no iba a tardar en tener pareja, una mujer así no podía estar sola mucho tiempo.
Y recordé como iba vestida Carmen en la comida de Navidad, con un vestido que realzaba todas sus curvas y no podías dejar de mirarla. Y sonreí al recordar a Silvia, como echaba pestes de ella. El odio que le tenía Silvia a Carmen era excesivo ¿Sería envidia? No, no podía ser, Silvia también iba ese día muy bien, espectacular con un vestido ajustado y muy guapa. No entendía a las mujeres y esas competiciones que tenían entre ellas, las dos eran mujeres bellas, simpáticas e inteligentes.
Meneé la cabeza y fui a mi despacho a recoger las cosas para irme. Iría directamente a mi casa en el campo, a estar solo otro año más.
Cristina
Abrí la puerta de casa. Tenía la maleta hecha para irnos en cuanto yo llegara del trabajo. Estaba nerviosa y feliz, serían las primeras navidades en años que no iba a estar sola, era cuando peor llevaba estar sola porque siempre me habían gustado mucho estas fiestas. Sara nos había invitado a Alberto y a mí. Alberto iría como su novio y yo como amiga, aunque en realidad éramos los tres novios, o esa decía ella, pero de cara a la gente, ellos eran los novios por no dar la nota ya que a sus padres les daría algo.
Entré y grité “HOLAAAAA”. Me extrañó que no respondieran y fui a la habitación de Sara. Tenía la cama sin hacer, como siempre, y ropa por el suelo. La recogí y olí para ver si estaba sucia o no. Algunas las tiré al cesto de la ropa sucia y otras las doble. Le hice la cama mientras esperaba a que volvieran de donde hubieran ido. Tras terminarla, y extrañada, llamé a Sara. Tardó un poco en contestar:
- Hola, guapa
- Hola ¿Dónde estáis?
- Ay, cariño, estamos ya en mi casa
- ¿Qué?
Me quedé con la boca abierta. Ella continuó:
- Es que me llamó mi madre esta mañana, que se venían también unos tíos míos, que no había sitio,… un lío, y como no te ibas a poder venir, pues adelantamos Al y yo el viaje
- ¿No… No puedo ir?
- No, una lástima pero es que no hay sitio, ni una cama libre
- Puedo dormir contigo
- Que va, si va a dormir conmigo Al, no sabes lo que me ha costado convencer a mi madre, pero con tres, imposible, le daría algo jajajaja
Noté como me caían lágrimas por las mejillas. Le dije:
- ¿Y… y qué hago yo?
- No sé, vete con tu familia o tus amigos frikis… Oye, te dejo, que me llama Al, vamos a salir a dar una vuelta, besos, guapa
Y colgó. Rompí a llorar “No, no, no, sola no”. Me derrumbé en el suelo sin dejar de llorar. Me desperté un rato después acurrucada en el suelo. Me levanté y fui a mi cuarto. Deshice la maleta y me desnudé. Me miré al espejo totalmente desnuda. Hacía frío en la casa pero me daba igual. Me miré y me acordé de los piercings en los pezones que Sara y Alberto me habían convencido de ponerme. Me había dolido mucho pero ahora ya ni los notaba y a ellos les gustaban mucho. Me los quité y me volví a mirar “¿Qué es lo que tengo que todo lo que hago me lleva a estar sola?”. Me puse el pijama y me metí en la cama a las 7 de la tarde. Me arropé hasta la cabeza y lloré sin parar.
Carmen
Cuando llegué al portal ya estaba allí la negrita, que me miró mal. Pasé completamente de ella y llamé al piso del cliente:
- Ya estamos aquí, cariño
- Subid, subid
Entramos y no nos dijimos nada en el ascensor, las dos ignorándonos. Cuando llamamos al piso nos abrió el gordo en bata. Entramos risueñas y alborotadas, menudas dos actrices estábamos hechas. Tonteamos con el cliente y luego nos metimos en el baño para prepararnos. Nos vestimos y me quité los pantys para ponerme medias y liguero. Ella ya los traía puestos y solo se quitó el mini vestido que traía y se puso a mirarse al espejo para retocarse el maquillaje.
Entonces vi que me miraba con asco y no pude aguantar más:
- ¿A ti que coño te pasa?
- Nada
- Pues deja de mirarme así, zorra
- Mira, puta vieja, yo miro como me da la gana, y como le vuelvas a decir a Jamal que follo mal, te rajo esa cara de vieja que tienes, zorra
La miré sorprendida. Ella siguió:
- Me tienes hasta el coño, estoy mucho más buena que tú, follo mejor y no soy una puta vieja, y tengo que aguantar que cobres más que yo, zorra
Le iba a decir algo cuando el cliente llamó a la puerta:
- Chicas, que me impaciento ¿Os queda mucho?
- No, ya salimos
Fui a mi bolsa y saqué varios juguetes. Le enseñé unos plugs anales con cola y le dije:
- Tú y yo ya hablaremos más tarde, pero ahora al lío. Esto es para que nos lo pongamos la una a la otra tras enrollarnos
- Ya
- Le gusta ver mucha lengua, que nos comamos el coño y el culo, y que cada una le meta la mano a la otra por el coño
Kiara puso cara de asco pero asintió. Le señalé los consoladores y le dije:
- Y estos para el culo
- ¿Los grandes?
- Sí ¿Algún problema? ¿No te caben?
- Claro que me caben
- Pues vamos
Abrí la puerta y salimos. Fuimos al dormitorio donde nos esperaba y dejé los juguetes en la cama. Empezamos a bailar para él, acariciarle, calentarle, y luego nos fuimos las dos a la cama a comernos la boca delante de él que nos miraba abobado sentado en un sillón. Sacábamos mucho la lengua para que viera como nos las lamíamos la una a la otra, entrelazándolas. Le quité el sujetador y ella a mí. Nos comimos las tetas, sin dejar de gemir y decir guarradas. Todo fingido pero él no se enteraba.
Le quité las bragas y la puse a 4 para comerle el culo de forma que él lo viera, para luego meterle el plug de la cola. Ella hizo lo mismo conmigo. Tuve que reconocer que la zorra lo hacía bien, aunque me odiara, una vez puesta en faena no lo hacía a medias, no, lo hacía a tope, metiéndome bien la lengua en el ano.
Nos pusimos las dos a 4 para que viera nuestros culos y los meneamos para que se movieran las colas. Luego, nos seguimos besando y pasamos a los consoladores. Ella me metió el más grande en mi culo, pero bien lubricado. Y yo a ella otro casi igual de grande. Y noté que eso la ponía y fui a tope con ella. Follé a esa zorra sin parar. Al principio ella se resistía a abandonarse, pero no tardó en dejarse hacer y tuvo un orgasmo nada fingido, pero no lo dejé ahí, seguí. Le metí la mano en el coño sin dejar de lamerle el clítoris y la moví despacio hasta que le llegó otro orgasmo. Y luego, sin descanso, un tercero.
La dejé muerta en la cama. Me acerqué a ella y le dije al oído “Cuando folles como yo, ganarás el mismo dinero, zorra”. Ella me miró con los ojos idos, temblando. Le dije “Vamos a terminar con ese cerdo, levántate y cómele el culo mientras yo le como esa mierda de polla”.
Me levanté y fui a por el tío que nos miraba alucinado y con la bata abierta, tocándose esa pequeña polla que tenía. Le levanté del sillón y me arrodillé para empezar la mamada. Kiara tardó unos segundos en llegar, pero se puso detrás de él a comerle el culo. No nos duró ni 5 minutos.
El tío estaba encantado del polvo lésbico, el mejor que había visto nunca. Kiara y yo nos vestimos y nos fuimos. En el portal le dije:
- Mira, niña, la próxima vez que me amenaces te vas a la puta calle
- Una mierda
- ¿A quién crees que va a preferir Jamal? ¿A una puta de lujo como yo o a una putilla barata que rota por los burdeles? Piénsatelo antes de buscarme como enemiga
Y me fui, menuda zorra, quien se había creído que era.