19
Dos días después. Domingo 24 de diciembre, por la mañana
Cristina
Cogí el móvil pero luego lo volví a dejar en la mesa. Me había tirado todo el sábado en la cama, deprimida. Alberto y Sara no me habían llamado, ni yo a ellos, y estaba enfadada, deprimida y enfadada. Y por la tarde tuve una idea pero como era una cobarde, no me decidía. Volví a coger el móvil, dudé y al final, conseguí llamar. Esperé 3 tonos hasta que contestó:
- Hola, Cris ¿Qué ocurre? (con voz preocupada)
- Hola, Carlos
- ¿Ha pasado algo?
- No, no, yo… yo...
No conseguía hablar. “Estúpida, habla” me dije pero no conseguía, y empecé a llorar en silencio. Él dijo:
- Pero ¿Te encuentras bien?
Ahora no quería hablar, se daría cuenta que lloraba. Dije:
- Lo siento
Y colgué. De inmediato, me llamó. No lo cogí pero insistió. Me sequé las lágrimas y contesté:
- Perdona por colgarte
- Pero ¿Te ha pasado algo? ¿Estás bien?
- Es que… El otro día… yo…
- Cris, respira y tranquila, no tengo prisa
- Sí… gracias
Carlos
La escuché respirar y expirar varias veces. Me tenía en ascuas y preocupado. Recordé que el viernes, antes de irnos todos a casa, ella había ido a mi despacho y, muy nerviosa pero sin entrecortarse, me había dicho:
- Carlos, te quiero agradecer la oportunidad que me has dado, no sabes lo que ha significado para mí, has sido… trabajar aquí está siendo de lo mejor que me ha pasado en la vida
- No tienes nada que agradecer, Cris, el trabajo no te lo he dado como un favor, te lo ganaste
- Pero me has ayudado mucho, te has pasado horas y horas conmigo explicándome todo y eso lo valoro mucho
- Es por conveniencia, así trabajo menos (bromeé)
Ella se rio y me dio un abrazo, felicitándome las fiestas. La vi contenta, nos había dicho que se iba con su novio y casi daba saltitos de lo contenta que estaba. Y ahora la escuchaba así y no sabía que pensar. Dijo:
- Voy a pasar la nochebuena y Navidad sola
- ¿Qué? Oh ¿Qué ha pasado? ¿No te ibas con tu novio?
- Sí, pero al final no pude
- Pero ¿Y él dónde está?
- Se fue
Me quedé pensando y le pregunté:
- ¿Habéis… habéis roto?
- ¿Roto? No, no, es solo que no había sitio para mí
Me quedé pensando ¿Qué novio deja a su pareja sola en estas fiestas? Pero dije:
- Oh, vaya, lo siento
Pensé “¿Y por qué me llama?”. Esperé:
- He pensado… sé que tú también estás solo, os escuché a ti y a Silvia hablar y…
- Pero Cris ¿Sientes pena por un viejo? Jeje, no te preocupes, no me importa pasar estas fiestas solo
- No es eso
- ¿Entonces?
- No quiero estar sola, y como tú también lo estás ¿Cenamos juntos?
Me quedé asombrado. Le dije:
- Pero te vas a aburrir muchísimo, mejor llama a tus amigos y…
- No tengo amigos
- ¿Qué?
- No tengo, solo a Héctor y está de viaje
No dije nada ¿Cómo una chica así no tenía amigos?. Le dije:
- Pero alguien tendrás ¿Y tu familia?
- No, eso no
- ¿Por que n…? (pero me callé, no era asunto mío)
- Por favor, Carlos, no puedo estar otra noche así sola, no puedo
Me dije “Eres un blando, no puedes decirle no a una mujer en apuros”. Carraspeé y le dije:
- Bien, de acuerdo
- ¿Sí? Gracias, gracias, gracias
Y rompió a llorar. La calmé y ella dijo:
- Es porque me has dado una alegría muy grande
- Pero si soy un viejo que a las 11 ya está que se cae de sueño, te vas a aburrir muchísimo
- No, no creo
- En fin, Cris… déjame pensar
Estaba en el campo. Pensé en decirle de venir pero luego me di cuenta que no tenía nada para cenar, yo pensaba tomar lo de todas las noches, nada especial. Le dije:
- Hagamos una cosa, hoy abren todo hasta las 6 de la tarde ¿No?
- No lo sé
- Sí, creo que sí, voy y te recojo y vamos a comprar algo para cenar
- No
- ¿No? ¿Y qué quieres hacer?
- ¿Puedo hacer yo la cena?
- ¿Qué?
- Me gusta cocinar y me relaja ¿Puedo?
- Pero mujer, si no hace falta, compramos y ya está
- Por favor
- No tengo casi comida
- Yo tengo aquí, la hago y voy para tu casa y…
- No, a ver, voy y te recojo ahora. Vamos a un centro comercial y vemos allí que hacemos, si compramos ya hecha o no ¿Vale?
- Pero no hace falta
- Insisto… a ver ¿Dónde vives?
Me lo dijo y calculé. Le dije:
- Te recojo en hora y media ¿Vale?
- Bien
- Te aviso cuando esté abajo
- Gracias, gracias
- Esta noche, cuando te mueras de aburrimiento, me las das jeje
- Jeje
- Hasta dentro de un rato
Y colgué. Mi plan de no hacer nada en todo el día y acostarme temprano se acababa de chafar. Cerré la casa y cogí el coche. Cenaría con Cris en mi casa de la ciudad.
Cuando llegué a su casa la llamé y bajó rápido. Traía un abrigo largo porque hacía bastante frío y una mochila. Me saludó tímidamente y fuimos a un centro comercial. Primero almorzamos y ahí me di cuenta que era una cabezona porque la quise invitar y no hubo forma. Luego, al ir a comprar la comida, intenté comprarla ya hecha y no conseguí convencerla, insistía en hacerla ella. Al final compramos carne y varias cosas más que ella fue seleccionando, y ahí vino la siguiente discusión, quería pagarla a medias pero me negué:
- Es mi casa y es comida para mi casa, la pago yo
La llevé a mi casa, y tras enseñársela un poco, ella se metió rápidamente en la cocina con la compra. Yo me fui a encender la calefacción centralizada y revisar las toallas del baño de invitados. Al volver a la cocina, me quedé parado impresionado. Cris estaba de espalda a mí. Llevaba unas mallas grises de deporte que mostraban un culo redondo, pequeño pero muy, muy redondo. “Vaya, no es cosa de los vaqueros, es que tiene así de bien puesto el culo” pensé entrando. Ella giró la cabeza sonriente y dijo:
- Ya me encargo yo
- No, te ayudo
- No hace falta
- También me gusta cocinar, dime que hago
Ella me miró sorprendida y dijo:
- ¿Sabes cortar patatas?
- Jajaja, pues claro
Y nos pusimos a cocinar. Puse algo de música de fondo y estuvimos charlando animadamente. Me contó muchas cosas de ella, sobre su afición a cocinar, que hacía, que le gustaba preparar,… Al principio estaba nerviosa pero pronto, animada por la conversación sobre un tema que le gustaba, se le olvidaron los nervios y habló sin parar. También pidió poner villancicos y la veía contenta, muy contenta.
Cuando llevábamos un rato, le entró calor y se quitó el jersey que tenía, quedándose con una camiseta ajustada que le llegaba por encima del ombligo. Estando a su lado no pude evitar fijarme en su perfil, tenía unos pechos grandes y un vientre liso. Pensé en su novio ¿Cómo la dejaba sola sabiendo que no quería estarlo? Me parecía raro.
Estuvimos toda la tarde en la cocina hasta que pusimos el horno y salimos. Entonces me dijo:
- ¿Puedo ducharme?
La miré extrañado. Dijo:
- Es que me huele el pelo a cebolla y más cosas, y tengo que vestirme para la cena
- Bueno, claro que te tienes que vestir, no vamos a cenar desnudos jeje
- Jeje, me refiero a que me he traído un vestido
- ¿Cómo?
- Claro, no voy a cenar contigo con unas mallas y camiseta
La miré sorprendido. Le dije:
- No me importa, quédate con las mallas, estarás más cómoda
- No, estaría más incómoda en Nochebuena con mallas, es cutre
Sonreí y le enseñé el cuarto de baño para visitas, que tenía ducha. Le di toallas y la dejé sola. Si ella se iba a poner un vestido, yo no debería estar en vaqueros. Suspiré y me fui a mi habitación para cambiarme y ponerme algo apropiado. Luego fui a poner la mesa.
Cristina
Salí de la ducha y me sequé rápidamente. Había pasado muy buena tarde con Carlos en la cocina. Estaba sorprendida con él, realmente le gustaba cocinar, me había ayudado muchísimo y no estaba acostumbrada a eso.
Saqué mi secador de la mochila. Lo había traído porque supuse que él no tendría. Me puse el tanga y el sujetador. Empecé a secarme el pelo mientras miraba el vestido. No estaba arrugado pero ahora me estaba arrepintiendo de haber traído ese vestido porque era viejo. Lo había cogido porque los demás eran todos muy ajustados y provocativos, y éste era muy clásico, sin mostrar nada aunque me dejaba los hombros al aire porque tenía unos tirantes finos. Entonces me di cuenta de un problema y es que no me había traído sujetador sin tirantes o tirantes transparentes.
Dejé el secador y me probé el vestido. Aunque tenía un par de años, me seguía quedando bien, pero quedaba muy feo que se vieran los tirantes del sujetador, que encima era blanco. “Bueno, pues sin sujetador”. Me lo quité y me miré, se notaban los piercings. “Mierda, así no puedo estar”. Me los quité y volví a ponerme el vestido. Ahora no se notaba nada, menos mal. Luego miré mis pantis, Carlos tenía puesta la calefacción demasiada alta y hacía calor, no me los pondría.
Seguí secándome el pelo mientras pensaba en la compra. Carlos había comprado todo de primera calidad y caro, me habría quedado sin dinero para la última semana del mes si hubiéramos pagado a medias. Menos mal que había insistido en pagarlo él, aunque no me gustara.
Terminé con el secador y me maquillé un poco. Me puse las lentillas. Metí todo en la mochila y salí.
Carlos
Ella volvió un buen rato después con un vestido hasta medio muslo y tacones no demasiado altos. El vestido era de tirantes y tenía un leve escote. Mientras la veía venir, me di cuenta que no llevaba sujetador por como se le movían. Y me fijé en sus piernas, delgadas pero bien torneadas. “Deja de ser un viejo verde” pensé y le sonreí:
- Que guapa
Ella se puso colorada y dijo:
- Te has cambiado
- Claro, no quería hacer el ridículo, y menos mal, estás preciosa
- Que va
- Y creo que es la primera vez que te veo sin gafas ¿No?
Ahora estaba totalmente colorada. Dijo:
- Voy a ver como está la carne y a calentar la sopa
- Ya lo he hecho, está todo bien, pero ve a mirar, no pasa nada
Ella sonrió y fue. Volvió al momento y dijo:
- ¿Has puesto la mesa?
- Claro
- Te habría ayudado
- Tan viejo no estoy, aún puedo poner una mesa jeje
- No quería decir eso
- Lo sé, lo sé… siéntate, anda, aún quedan 20 minutos o así ¿no?
- Sí, más o menos
- ¿Bebes vino o prefieres otra cosa?
- No suelo beber vino, pero si tú lo haces, lo pruebo
Le serví y nos sentamos. Ella volvía a estar cortada y me puse a contarle anécdotas tontas. Ella sonreía y al poco empezó a reírse. Trajimos la sopa y luego la carne y estaba todo exquisito, la chica tenía mano en la cocina. Entre el vino y la risa, se animó bastante y aproveché para preguntarle:
- Y tu novio ¿A qué se dedica?
- Es bombero
- Ah
- Bueno, estudia para bombero, para sacarse la plaza
- ¿Y mientras qué hace?
- Estudiar, hacer ejercicio… esas cosas
- ¿No trabaja?
- No
- ¿Qué edad tiene? ¿Cómo tú?
- No, tiene 29
- Anda, mucho mayor que tú
- No tanto, y a mí me gustan mayores, nunca me he llevado bien con los de mi edad
- Con Héctor te llevas bien
- Sí, pero me refiero a llevar como… como…
- ¿Novio?
- O ligue jeje
- Ah
- Además, Héctor es mi amigo
- Claro
- Solo amigo
- Ya, ya
Me quedé pensando en el novio. 29 años ¿Y viviendo con los padres? Porque sin trabajo imaginé que viviría de ellos. Le pregunté:
- Y tu novio sin trabajo ¿Sigue viviendo con los padres?
- No… Se mudo hace poco con… con nosotras
- ¿Nosotras?
- Quiero decir, a mi piso que comparto con una compañera
- Ah ¿Y le mantienes?
- Mmmmm no es eso
- ¿No? ¿Paga el alquiler?
- No
- ¿La comida?
- No
- ¿Entonces?
- Bueno, sí, le mantenemos, pero es que no tiene tiempo para nada, está siempre con la preparación de las pruebas y esas cosas, es una oposición muy difícil
- Claro, imagino que las pruebas físicas son duras
- Eso lo lleva bien, está muy… muy cachas (sonrojándose)
- Entiendo
- Pero la teoría le cuesta. Lleva 5 años preparándolas
- ¿5 años??? ¿No es mucho?
- No ha conseguido superarla las dos veces que se ha presentado
- Ajá
- Pero esta vez seguro que lo consigue, está muy concentrado y preparado
- Bien, bien
Cuando estábamos con el postre me llamó Silvia y lo cogí. Era una video y puso a Gema y bromeé con la niña un rato. Luego, cuando se quedó Silvia sola, volvió a recriminarme no haber ido con ellos, estar solo… y le dije:
- Pues para que lo sepas, listilla, no estoy solo
La cara de Silvia fue de sorpresa total. Preguntó:
- ¿Dónde estás?
- En mi casa de la ciudad
- ¿En serio?
- Sí
- ¿Y con quién?
- Con compañía femenina
Ahora su cara era de incredulidad total, del tipo “me tomas el pelo” y me reí. Giré el móvil y apunté a Cris que saludó con la mano mientras seguía comiéndose el postre. Escuché a Silvia decir:
- ¿¿¿¡¡¡¡Cris!!!!????
- Hola, Silvia
- Pero… pero…
Giré de nuevo el móvil para ver a una Silvia boquiabierta y estuve a punto de bromear para hacerle creer que había algo entre Cris y yo, pero sería una falta de respeto para Cris así que dije:
- No seas mal pensada ¿Eh? Que está aquí porque se le fastidió su plan y te escuchó decir que yo estaba solo y se ha apiadado de un pobre viejo
Cris dijo:
- Más bien él se ha apiadado de mí que no quería estar sola en Nochebuena
- Y menuda suerte he tenido porque es una cocinera fantástica, menuda cena ha preparado
Vi como Cris se ponía colorada y decía algo de que yo había ayudado mucho. Nos pusimos a charlar los tres animadamente hasta que nos despedimos de Silvia. Miré a Cris y le dije:
- Oye, no te habrá molestado que le dijera que estás aquí ¿No?
- Noooo ¿Por qué me iba a molestar?
- No sé, por si Silvia pensaba algo raro
Ella sonrió y negó con la cabeza. Recogimos la mesa e intentó ponerse a lavar los platos pero me negué:
- Eres mi invitada
- Pero no me importa
- A mí sí, venga, fuera de mi cocina inmediatamente
- No si te vas a poner tú a…
- Voy a poner el lavavajillas, que para eso está
- Ah, te ayudo
Me resigné y nos pusimos los dos. Luego fuimos ambos al baño, cada uno al suyo. Al entrar en el salón noté frío y vi la puerta del balcón abierta. Salí al ver que Cris estaba allí y le dije:
- Como llueve ¿no?
Ella dio un respingo pero sonrió y dijo:
- Está diluviando
- Ya veo
La miré, se abrazaba por el frío. Le dije:
- Mejor entramos, ese vestido no abriga mucho ¿no?
- Nada, pero es que me gusta la lluvia, aunque ésta da un poco de miedo, mira como cae
Miré fuera, y sí, caía fuerte. Entramos y cerré la puerta. Al girarme la vi mirándome encogida de frío y mis ojos se fueron a sus pechos donde se marcaban claramente sus pezones, grandes y erectos. Entonces, la habitación se iluminó por un relámpago y un segundo después retumbó un trueno. Cris dio un saltito y dije:
- Vaya, y ahora tormenta eléctrica
- Ay
- ¿Qué pasa?
- Me da miedo
- ¿Los truenos y relámpagos?
Ella asintió nerviosa, mirando por el balcón. No tardó en llegar otro y se me acercó. La miré divertido y le dije:
- ¿Quieres irte ya a casa?
Ella negó con la cabeza. Miré el reloj y vi que eran las 11 de la noche. Le dije:
- Anda, venga, te llevo antes de que sea más tarde
Sonó otro estruendo y ahora casi se me pegó y preguntó:
- ¿Puedo quedarme?
- Sí, nos quedamos otro rato más, no hay problema
- A dormir
- ¿Qué? ¿Por qué?
- No quiero estar sola en casa con esta tormenta
- Pero si ya mismo pasa
- Pero…
La miré sonriendo, parecía una niña pequeña, mirando por la puerta del balcón temerosa. Le pregunté:
- ¿Tienes frío?
Asintió sin dejar de mirar fuera. Salí y volví con una manta que le pasé por los hombros. Ella la cogió rápidamente y se apretó con ella. Luego, se sentó en el sillón quitándose los zapatos para meter las piernas bajo el cuerpo y hacerse un ovillo. Sonó otro trueno y me dijo:
- ¿Te sientas conmigo?
Me senté en el sofá y ella se pegó a mí. Hasta temblaba un poco, no sabía si de frío o miedo. Dudé si pasarle el brazo por encima o no para darle calor. Ella se pegó aún más y dijo:
- Cuéntame algo
- ¿El qué?
- Lo que sea, que me distraiga de la tormenta
Empecé a contarle una anécdota que me había pasado en EEUU. Ella puso su cabeza en mi hombro y al poco, empezó a reír flojito. Estuvimos así unos 10 minutos hasta que le dije:
- Ya acabó la tormenta
- Pero sigue lloviendo
- Ya, pero no creo que haya más truenos
- Menos mal
Se quitó la manta de encima y dijo:
- Ahora tengo calor
- Normal
- Te pareceré una chiquilla tonta
- No, mujer
- Es que… es que le tengo mucho miedo a estas tormentas desde pequeña, no sé por qué
- Venga, te llevo a tu casa
- No, por favor, aún no
- ¿No?
- No, y ¿No puedo quedarme? Puedo dormir aquí
- Pero si ya ha pasado la tormenta
- ¿Y si vuelve?
- Jeje, no, ya no
- Mira, si no para de llover
- Pero…
- Por favor, no te molestaré nada
La miré y encogí los hombros:
- Bueno, pero no aquí, tengo un cuarto de invitados
- Gracias
Y me sonrió aliviada. Le dije:
- ¿Te quieres acostar ya?
- Nooooo, es muy temprano
- Para ti, para un viejo como yo, no jeje
- Anda, anda, además, aún no hemos brindado
- ¿Brindar por qué?
- Por la Navidad
- ¿Cómo?
- ¿Tú no brindas en Nochebuena?
- Mmmm no
- En mi casa siempre se brindaba ¿Podemos hacerlo?
- Bueno, creo que tengo una botella de champán por ahí
- ¿Champán? Que bien, me encanta
- Pero está caliente, tendría que meterlo un rato en frío para…
- Vale, no hay prisa
Y me miró sonriente. Me levanté, busqué la botella y la metí en el congelador. Escuché que volvía a poner villancicos. Estaba de pie descalza, medio bailando y canturreando los villancicos. La miré hasta que ella se dio cuenta y, avergonzada, dijo:
- Me gustan
- Ya veo
- Me recuerdan mi casa… Ven, vamos a cantar
- ¿Yo? ¿Quieres que rompa los cristales?
- Jajaja, ya será menos
Fui y nos pusimos a cantar. Hacía años que no cantaba villancicos. Al rato fui a por la botella, la descorché haciendo que saliera volando el corcho ante las risas de ella y le serví en una copa. Cuando los dos las tuvimos llena, nos miramos. Ella dijo:
- Dí el brindis
- Es que no sé que brindis es
- Pero si es muy fácil… Bueno, lo digo yo “FELIZ NAVIDAD” chinchin
Y chocamos las copas. Bebimos y ella dijo:
- Mmmm que bueno
Se bebió la copa entera y se rio:
- Me encanta
Entonces dejó la copa y me abrazó. Noté sus pechos contra mí, para no notarlos con los grandes que eran. Ella me dio un beso en la mejilla y se separó. Preguntó:
- ¿Puedo echarme un poquito más?
- Claro, hay que acabarse la botella
- ¿Sí? Jajaja, no me lo digas dos veces, que me encanta el champán
Le serví y ella se sentó en el sofá. Volvió a meterse las piernas debajo del cuerpo y la falda se le subió mucho, tanto que se le veían las bragas blancas, pero ella no pareció darse cuenta. Dio unos golpecitos en el sofá a su lado y dijo:
- Sigue contándome cosas de EEUU
Me senté y le comenté varias anécdotas más. Ahora ella se reía mucho más, con los ojos brillantes, claramente se le había subido el champán a la cabeza muy rápido. Prácticamente, ella se bebió toda la botella. Entonces empezó a contarme sobre su familia:
- Nos reuníamos todos en Nochebuena, mis padres, hermanos, tíos, primos, mis abuelos… todos juntos, y hacíamos una gran fiesta, y los niños nos quedábamos todos a dormir en el salón para coger los regalos por la mañana, con mucha emoción y nervios
Ella miraba por la ventana, recordando emocionada. Siguió:
- Era fantástico, muchas risas, peleas, pero era genial, por lo menos 10 niños, imagínate
- Ya
- Y luego… luego yo lo estropeé todo
La miré sin insistirle. Estuvo un buen rato callada, pensaba que ya no iba a seguir:
- Me… hice algo que… me llevaron a un internado con 16 años
- Ah
- Fueron dos años horribles, aquello era… era como una prisión para mí. Con 18 años me independicé y mi familia no quiere saber nada de mí
- ¿Nada?
- Sí, me echaron de sus vidas, no puedo volver
- Pero con el tiempo todo se arregla y…
- No, esto no… desde entonces estoy sola, y por eso, esto de hoy significa tanto para mí… No me gusta estar sola, no quiero estar nunca más sola
La miré triste. Ella dijo:
- Pensaba que con Alberto lo tendría, no estar sola, pero nunca hago nada bien
- Anda ya, Cris
- Sí, lo hago todo mal, me merezco estar sola
Se enjugó las lágrimas. Dijo:
- Ya no me gustan los regalos, no los merezco, pero a Alberto y Sara les he comprado regalos para mañana
- ¿Que no los mereces? Eso no es…
- Lo sé bien, no los merezco, pero me hacía ilusión darles los regalos al despertar, pero no, me han dejado sola… Son mis novios y me han dejado sola
No entendía nada ¿Sara? ¿Qué Sara? ¿Son sus novios? Pero me callé. Entonces me miró. Estaba borracha, se notaba por la forma de hablar. Preguntó:
- ¿Tú por qué estás solo? No lo comprendo
- Me divorcié y no he querido más relaciones
- Pero eres un tío estupendo
- Jeje, no es lo mismo conocer a uno en el trabajo que de forma más profunda, cambiamos mucho
Ella me miró intensamente hasta que dijo:
- No, eres un buen tío, lo sé, y no lo entiendo, no deberías estar solo
- Ya, pero…
- Hay algo más ¿Verdad?
La miré. No quería hablar de mi hijo, de como casi no le hice caso porque solo estaba pendiente de mi trabajo y ganar más dinero, como en sus dos primeros años no estuve con él como un padre hasta que enfermó y ya fue tarde, solo estuve con él su último año, solo ese de tres. Meneé la cabeza, ella se guardaba sus secretos, yo también. Lo entendió y dijo:
- Es algo triste, como lo mío
No le dije nada, solo miraba al suelo, dolido por mis recuerdos. Ella dijo:
- Lo siento, me he puesto triste y he hecho que tú te pongas triste, lo siento
- No pasa nada
- Me voy a acostar
- Sí, vamos a dormir, que a mi edad estos trasnoches…
- Pero si son las 12
- Tardísimo para un viejales jeje
Ella sonrió y se levantó. Le enseñé la habitación y luego se metió en el baño. Antes le deseé las buenas noches y me fui a mi habitación. Escuché como ella salía del baño, se metía en su habitación y cerraba la puerta.
Me tumbé en la cama y pensé en Cris. Era una chica extraña, a veces parecía una cría y cambiaba mucho de ánimo, triste, melancólica, feliz, divertida… ¿Y qué era eso de los novios? ¿Y esa Sara? Bueno, ahí claramente estaba borracha y no sabía ni lo que decía. Pero ese novio que tenía no me parecía trigo limpio, me daba pena que se dejara engatusar por un tipo así bastante mayor que ella, me parecía un cara.
Entonces vibró mi móvil. Lo miré extrañado por las horas que eran. Lo cogí, era Silvia. Leí:
- ¿Estás todavía con Cris?
Dudé si contestar. Al final le dije:
- Sí
- Bien
- ¿Bien?
- Bien porque ahora me tienes que hacer caso
Miré el móvil sin comprender. Estuvo un rato escribiendo hasta que apareció en pantalla un simple texto:
- Te la tienes que tirar
Imaginé que había estado escribiendo y borrando todo el rato, para luego escribir esa tontería. Le respondí:
- Claro, claro
- En serio, es guapa y necesitas echar un polvo
- Jajaja
- Y mi intuición me dice que a ella le gustas
Me partí de risa. Le escribí:
- Vas a tener que llevar a reparar tu intuición
- No, tú hazme caso
- Tiene novio
- Eso es cosa de ella, a ti eso no te importa
- Jajaja
- No te rías, idiota, y actúa
- Es que es de risa
- Tú lee y calla, tantea el terreno antes de llevarla a su casa
- No se va a su casa
- ¿Qué?
- Se queda a dormir en el cuarto de invitados
- ¿Por qué?
- Porque hay tormenta y no quiere dormir sola en su casa
- ¿Ves? Quiere algo
- Jajaja, claro, dormir la mona, que ha bebido champán y se le ha subido
- Perfecto, perfecto, ve a su habitación con alguna excusa y ya verás
- Jajajaja
- Idiota, estoy hablando en serio, tú ve y ella lo hará todo, te lo aseguro
- A ver, Silvia, es una cría de 21 años
- Una mujer de 21 años
- Una chica muy joven de 21 años, con un novio que se prepara para bombero
- ¿Ah, sí?
- Sí, es decir, un tío cachas, y ¿Quieres que yo, un viejo fofo vaya a seducirla?
- Es que no todo es el físico
- Nooo, que va, entre un chico cachas y un viejo fofo hay poca diferencia jajajaja
- Idiota, calla y lee, tu fuerte es otro, y es un punto muy fuerte
- ¿Cuál?
- Tu forma de ser, tu personalidad
- Jajajaja
- COÑO, CARLOS, QUE TIENES UN BUEN POLVO, DEJA DE REÍRTE
Miré el mensaje sorprendido. Escribí:
- ¿Estas borracha?
- Un poco
- Ahhh
- Pero lo que te he dicho es verdad, lo que pasa es que eres muy tonto para verlo, pero es la verdad
- Jajaja, anda, ve y busca a Antonio y echa tú ese polvo
- Ya quisiera yo, se ha emborrachado y lo tengo aquí al lado durmiendo la mona
- Jajaja
- Y yo con ganas
- Jajaja
- Así que, al menos, haré una buena acción y te ayudaré a que lo eches tú
- Estás flipando
- Hazme caso, solo ve, llama a la puerta y pregunta cualquier cosa, no sé, si necesita algo. Si te contesta sin abrir la puerta, me equivoco, pero si te la abre, vas a follar
- Anda, vete a dormir
- ¿No me vas a hacer caso?
- No
- Pero ¿Por qué?
- Porque no tienes razón y si la tuvieras, que no la tienes, es una cría, y soy su jefe y no ha venido a eso y sería un aprovechado y un viejo verde
- Ella no lo ve así
- Ya, lo que tú digas
- Buenas noches
- Que tonto eres
- Eso lo sé de sobra, buenas noches
- Buenas noches, tonto
Y dejé el móvil con una sonrisa. Que mal le sentaba la bebida a Silvia.
Silvia
“Joder, me dan ganas de escribir a Cris para que ella dé el paso porque este tonto no lo va a dar en la vida” pensé enfadada.
Tenía claro el atractivo de Carlos pero él nunca lo vería. Y tenía claro que Cris también lo veía… ¿O no? Ahora empecé a dudar ¿Me he dejado llevar por mis ganas de que Carlos disfrute otra vez del sexo y deje su auto reclusión?
Dudé ¿Y si la que tiene ganas soy yo y estoy llevando esas ganas hacia Cris? “Que tonta estás, la bebida te hace pensar cosas raras”.
Dejé el móvil y me arropé. Cerré los ojos pero los abrí de pronto, no, estaba segura que mi intuición era cierta, segurísima. “Que tonto eres, Carlos, no te costaba nada ir y llamar, era sencillísimo” pensé antes de dejar de pensar en el tema.
Cristina
Estaba sobre la colcha, sin taparme porque Carlos ponía tan alta la calefacción que tenía hasta calor. Tenía solo el tanga y la camiseta y a pesar de eso estaba agobiada de calor.
Miré de nuevo el móvil, ni Alberto ni Sara me habían escrito en todo el día. Estaba muy enfadada con ellos, tanto que yo tampoco les había escrito para felicitarles ¿Cómo pasaban de mí así? Ni sabían donde andaba ni nada, no se habían interesado por mí.
La única felicitación que tenía era de Héctor, el único que se había acordado de mí, además de Carlos y Silvia con la que había estado hablando hacía un rato. Cuando vi su mensaje me había llevado una gran decepción pensando que sería Alberto. Felicité a Héctor pero de una forma triste. Ahora me daba cuenta que solo él me había escrito, nadie más.
Al menos me lo había pasado muy bien aquí con Carlos, quizás demasiado porque había habido momentos que me habría lanzado encima suyo, era un hombre super atractivo. Me había retenido el pensar en mis novios, Alberto y Sara, no podía ponerles los cuernos aunque se hubieran portado mal conmigo, pero yo no era infiel, me habría sentido muy culpable de haberme liado con Carlos pero me había costado contenerme. Y encima esa afinidad que teníamos entre los dos, esa profunda tristeza.
“Y lo tengo ahí tan cerca, solo tendría que ir a su habitación” pensé mordiéndome el labio. Había flirteado un poquito con él, poca cosa. Él se había sentido incómodo pero, a la vez, no podía dejar de mirarme las piernas, el pecho, tenía claro que lo atraía, nos atraíamos. “arghhh, mierda, con las ganas de sexo que tengo” y me volví a remover en la cama. No iba a conseguir dormirme en un rato.
Me volví a poner boca arriba y pensé “Bueno, pues al menos me haré una paja pensando en él, que se jodan Alberto y Sara” y me quité la camiseta y el tanga y comencé a tocarme.