Destinos cruzados, un nuevo comienzo 5
La madre de Marcos estaba muy nerviosa, le temblaba todo el cuerpo, había estado a punto de tener un accidente. Sabía que cerca de donde estaba había un área de descanso. Aparco el coche ahí y llamo a su hijo.
• Que ocurre mamá, ¿va todo bien?
• Hijo, acabo de presenciar como tu padre me engañaba con una chica de tu edad, ¡ese cabrón me ha tenido engañada más de treinta años! – los nudillos se le pusieron blancos de lo fuerte que estaba apretando el volante.
• ¿Mama donde estás?
• En una área de descanso.
• Dime el nombre que voy a buscarte, no te muevas de allí.
• Muy bien hijo, no tardes – llorando a mares.
Su madre le dijo donde se encontraba, no quedaba muy lejos, pero tardaría una hora en llegar. Marcos estaba fuera de sí, Laura y Silvia le miraban preocupadas, entonces Laura fue la que le pregunto.
• ¿Qué a ocurrido Marcos?
• Mi madre acaba de descubrir lo cabrón que es mi padre, está en una área de descanso y voy a buscarla.
• Vamos contigo – dijo Silvia.
Los padres de Silvia y Marta les dijeron que fueran tranquilos, ellos se quedarían con Marta y había dos policías custodiando la puerta de la habitación para que no entrara nadie que no fueran miembros del servicio médico. Los tres se montaron en el coche, Marcos estaba muy serio, cada cosa que descubría de su padre le asqueaba más, entonces decidió que necesitaba distraer su mente, si no tendrían un accidente.
• Laura me dijiste que tenías la persona indicada para proteger a Lorena, ¿se puede saber quién es?
• Mi cuñado – dijo Laura dejando a Marcos y Silvia atónitos.
• ¿Tu cuñado?, no sabía que hubieras estado casada – dijo Marcos.
• En la ciudad solo mi superior lo sabe, ella murió.
• Lo sentimos mucho – dijeron Marcos y Silvia, sintiendo Marcos que había metido la pata.
• No pasa nada, no los sabías, estaros tranquilos los dos.
• ¿Es bueno en su trabajo, Laura?
• El mejor, era un capitán del de Servicio Aéreo Especial (SAS), muy condecorado.
• ¿Qué ocurrió? – pregunto Silvia, muerta de curiosidad.
Laura tomó aire y empezó a relatar lo ocurrido, Laura conoció a Sharon cuando fue a perfeccionar el inglés a Londres. Ella trabajaba como camarera en un pub irlandés que quedaba cerca del hotel donde se hospedaba Laura, a Laura se le iluminaban los ojos recordando aquellos momentos felices de su vida, todas las noches antes de ir a cenar se sentaba en el taburete del final de la barra, donde Sharon solía estar secando los vasos. Cabello dorado, ojos verdes y unos labios carnosos, su cuerpo era escultural, se rió al recordar que la primera vez que la vio mojo las bragas. Al principio Sharon no le hacía ni caso, pero según fueron pasando los días esta última empezó a verla con curiosidad. Todos los hombres del pub se habían acercado a ligar con ella y los había despachado a todos con educación, pero de forma contundente.
Sharon sonrió y fue la primera vez que le hablo mirándola a los ojos.
• ¿Son unos pesados, verdad?, eso que todavía están serenos – reía Sharon.
• No son ellos los que me interesan.
• Veo que no te andas por las ramas – dijo Sharon mostrando mucha atención a lo que Laura le decía.
• Cuando algo me gusta no suelo andarme por las ramas.
• Salgo a las doce, si sigues por aquí, te enseñaré la noche Londinense.
Laura sonrió y espero a que aquella preciosa mujer terminara su turno, Laura llevaba unos pantalones vaqueros pegados con unos zapatos de tacón alto, una camisa con el canadillo al aire y una cazadora de cuero. Sharon, sin embargo, llevaba unos pantalones de cuero pegados, unos zapatos también con tacón alto, camisa y cazadora de cuero. Una vez que la tuvo delante, Sharon le dio un pico a Laura para la decepción de todo el público masculino, después le dio un azote en el culo. Esto hizo reír a Laura, salieron y quemaron la noche Londinense.
Estaban algo bebidas, pero todavía controlaban lo que estaban haciendo. La casa de Sharon quedaba cerca del último garito al que fueron. Lo malo era que era un cuarto piso sin ascensor, las dos intentaron subir sin hacer ruido, pero la cosa no salió bien, tuvieron que despertar a toda la vecindad. Según entraron en la casa de Sharon, esta se empezó a desnudar según entro por la puerta. Al llegar a la sala de estar solo le quedaban los zapatos como prenda, el sujetador había volado y tenía el tanga en su mano.
Sharon lanzo el tanga a Laura para que supiera lo cachonda que la había puesto durante toda la noche, Laura no necesito llevarse la prenda a la nariz, desde esa distancia podía oler el penetrante olor que desprendía, Laura se empezó a desnudar, su cuerpo no tenía nada que envidiar al de Sharon, se fue acercando a ella. Por cada centímetro que se acercaba el coñito de Laura le daba un pinchacito, cuando tuvo a Sharon delante lo primero que hizo fue besarla y después bajo a por el postre, si el olor del tanga era un afrodisíaco, olerlo de la misma fuente la dejo embriagada.
Sharon se apoyó en el respaldo del sofá, de esa manera le facilitaba el trabajo a Laura, una trabajo que Sharon estaba disfrutando. Pensó que hacía mucho tiempo que nadie le había comido el coño con tanta maestría. No tardo en correrse, estaba absolutamente satisfecha, cuando recupero el aliento le devolvió el favor a su amante. Laura gritaba a pleno pulmón por el placer que estaba sintiendo, en ese momento no le importaba si terminaba viniendo la policía. Sharon se había enamorado de Laura en esas pocas horas, tenía todo lo que le gustaba de una mujer, pero tenía miedo que al ser extranjera, llegara el día de su vuelta y se olvidara de ella.
Lo que Sharon no sabía era que Laura había sentido lo mismo, terminaron la noche haciendo una tijera mientras se miraban a los ojos. Durante los dos meses que Laura estuvo en Londres no se separaron, en ese tiempo Laura conoció a John, el hermano pequeño de Sharon, este era militar y estaba de permiso para visitar a la familia, John acepto enseguida a Laura, le caía bien, saber descifrar a las personas era parte de su trabajo y en Laura veía a una buena chica. Los padres de Sharon fueron otra cosa, no aceptaban que su hija fuera lesbiana, aunque la querían mucho, cada vez que esta iba a visitarlos siempre estaban de morros, aquella tarde Laura iba aterrada, pero la verdad es que después del recibimiento glacial, la tarde fue bastante agradable.
Todo lo bueno tiene un final y se acercaba el regreso de Laura, Sharon estaba muy triste, entonces Laura se armó de valor.
• Sharon vente conmigo, no puedo vivir sin ti – llorando.
• Me pides que lo deje todo atrás, a mi hermano, mis padres – Sharon quería decir que sí con todas sus fuerzas, pero tenía miedo.
• Si me pides que me quede, me quedaré aquí en Londres, a tu lado – después la beso apasionadamente.
Ese era el empujón que necesitaba Sharon para dar el paso, acepto irse con Laura, a los padres de Sharon no les hizo ninguna gracia, pero al ver que tenía el beneplácito de John, no pusieron objeciones. Laura empezó a trabajar en el juzgado y Sharon encontró un trabajo como camarera en un pub cercano al juzgado, podía haber trabajado en donde quisiera, pues tenía buenos estudios, pero a ella le gustaba el trabajo de hostelería.
Durante dos años fueron muy felices, solían recibir las visitas de John y los padres de Sharon, al final terminaron por aceptar a Laura y la terminaron queriendo como una hija. Todo se truncó cuando a Laura la ascendieron a ayudante del fiscal, estaban inmersos en un juicio donde se juzgaba a un empresario corrupto. En una ocasión, mientras Laura iba por los pasillos mirando unos documentos, uno de los hombres del empresario se le acercó y le dijo que si su jefe terminaba condenado, ella y su familia lo lamentarían.
Las pruebas contra el empresario eran tan contundentes que fue condenado a quince años. De eso habían pasado seis meses, Laura dejo de preocuparse y siguió haciendo vida normal, una tarde Sharon le pidió el coche, su hermano venía y quería ir a recogerlo, normalmente John siempre les decía que no se molestaran, él cogía un taxi y listo, pero a Sharon le hacía ilusión, Laura estaba contenta, pues quería a John como a un hermano. Le dejo las llaves y se despidieron con un beso, Había pasado demasiado tiempo, entonces sonó el timbre de la puerta y al abrir se encontraba John, pero ni rastro de Sharon.
Los dos se preocuparon al instante, llamaron a la policía, tenían muy mal presentimiento y ese presentimiento se hizo realidad a las pocas horas. Habían encontrado el coche, se había salido en una curva dando vueltas de campana por una pendiente muy pronunciada, Sharon murió en el acto. Laura se dejó caer al suelo de rodillas gritando el nombre de su amor, tuvieron que sedarla. Cuando se despertó John estaba a su lado, se notaba que había llorado mucho, se sentía mal por él, pues sentía que era culpa suya.
Le vino a la menta aquella amenaza que le hizo aquel hombre.
• John, esto es culpa mía.
• ¿Qué quieres decir?
• Hace unos meses se juzgó a un empresario corrupto y uno de sus hombres me amenazo que mataría a toda mi familia si su jefe salía condenado, esto no puede ser una coincidencia – decía una desesperada Laura.
• Laura, esto no es culpa tuya, moveré unos hilos y averiguaré lo que paso de verdad.
John y Laura no se volvieron a ver hasta el día del entierro y funeral, John llego vestido de militar, con una carpeta en la mano. John no se movió del lado de Laura en ningún momento, lo mismo que los padres de Sharon. Por desgracia, los padres de Laura no asistieron, pues repudiaron a su hija hace muchos años por ser lesbiana, desde entonces no había vuelto a hablar con ellos. Cuando paso el entierro y el funeral, John le enseño el informe que traía en aquella carpeta.
Los frenos del coche habían sido manipulados, ese informe dejaba claro que no había sido un accidente.
• ¿Qué vamos a hacer John?
• Tú nada, deja que yo me encargue de esto, he pedido algunos favores, pero después tendré que desaparecer.
• ¿Qué quieres decir?
• Todos los que hayan tenido algo que ver con la muerte de mi hermana van a pagarlo caro.
• John, no cometas una locura.
• Tranquila, me pondré en contacto contigo cuando haya acabado.
Laura tenía el rostro arrasado en lágrimas al recordar lo feliz que fue con Sharon, entonces marcos le miro y le dijo.
• Jefa, ¿qué ocurrió con esos hombres?
• Todos desaparecieron, dejo el último al jefe que murió en un motín carcelario.
• ¿Cómo sabes que fue John?
• El jefe usando sus contactos iba a recibir el tercer grado sin haber cumplido ni el primer año de cárcel, seguramente fuera de la cárcel se hubiera escapado desapareciendo para siempre.
• ¿Podemos fiarnos de él? – pregunto Marcos.
• Sin ninguna duda, John protegerá a Lorena de cualquier peligro, te doy mi palabra.
Marcos se quedó más tranquilo, si Laura confiaba en ese hombre hasta tal grado era suficiente para él, ahora su prioridad era llegar cuanto antes a donde se encontraba su madre. Llegaron al área de descanso, no el costo encontrar el coche de su madre, ella se encontraba dentro. Cuando levanto la cabeza y vio a su hijo, abrió la puerta, saliendo corriendo a su encuentro, la pobre mujer estaba llorando de forma desconsolada.
• Mama, cuéntame qué ha pasado.
• Sé que será duro escuchar esto sobre tu padre, pero…
• Tranquila mamá, en los últimos días me he enterado de muchas cosas muy desagradables de papá, quería quedar contigo para cantártelo, pero esto lo ha precipitado.
Madre e hijo se contaron mutuamente lo que sabían de su padre, la madre de Marcos se llevaba las manos a la cabeza, había estado compartiendo casa y cama con un monstruo y no había sospechado nada en treinta y tantos años que llevaban casados. Su madre le enseño las fotos que saco como prueba para el divorcio, en cuanto Silvio vio a la chica, la reconoció enseguida, era Nerea, la mejor amiga de su hermana, Silvia la conocía bien y estaba segura de que también estaría chantajeada, Nerea era una mujer con principios muy férreos, jamás se abría prestado a esto por propia voluntad.
• ¿Quiénes son estas preciosidades hijo?
• Perdona mamá, ella es Laura mi jefa y ella es Silvia mi novia.
• Encantada, yo me llamo Elvira.
• Encantadas Elvira - dijeron Silvia y Laura.
• ¿Qué vamos a hacer hijo?
• Tenemos que conseguir pruebas contundentes y encerrar a papá, si no seguirá haciendo más daño.
• Silvia te has quedado mirando a esta foto, ¿conoces a esta chica? – pregunto Elvira.
• Sí, es Nerea la mejor amiga de mi hermana, Marcos te aseguro que ella también ha sido obligada como Lorena y mi hermana.
Elvira después de escuchar las historias de lo vivido por Marta y Lorena se apoyó en el coche para poder vomitar, cada cosa que descubría de su marido era, pero que la anterior, Marcos le dijo a su madre que se quedaría en su casa, Elvira le dijo que no quería molestar y se cocería una habitación de hotel, su hijo mirándole serio le dijo que no permitiría que pagase una habitación teniendo una habitación de invitados en su casa, además que la compañía mutua les vendría bien a los dos.
Marcos conduciría el coche de Elvira y Laura el de Marcos, no hablaron nada durante todo el trayecto, primero dejaron a Silvia en su casa, esta le dijo a Marcos que al día siguiente iría a su casa a desayunar, después dejaron a Laura en la suya. Esta le dijo que se pondría a trabajar con toda la información que disponían hasta el momento. Cuando Elvira y Marcos llegaron a casa de este, Elvira se pegó una larga ducha y se fue directa a la cama sin cenar, no tenía hambre.
Se pasó toda la noche llorando en los brazos de su hijo, Marcos apretaba los dientes llenos de rabia e indignación por como se estaba comportando su padre, cuando llegara el momento, no le temblaría el pulso, al final a su madre le pudo el sueño y se quedó dormida, Marcos decidió dormir junto a su madre para que no estuviera sola.
EN OTRA CIUDAD
Era temprano por la mañana, Lorena salió a correr por un parque cercano a su casa, estar todo el día metida en casa, la volvía loca, lo que no se dio cuenta era que tres hombres le habían seguido, cuando entro en el parque se dio cuenta de que un hombre de unos treinta años estaba apoyado en uno de los árboles, este le miraba fijamente, Lorena se acercó y cuando le iba a decir algo aquel hombre se le adelantó.
• Tu vida corre peligro y tú no tomas ninguna precaución, menuda cruz me ha tocado contigo.
• ¡Se puede saber de qué vas!
• Ves a aquellos dos hombres que están allí, ¿uno haciendo estiramientos en uno de los bancos y el otro bebiendo agua de la fuente?
• Sí.
• Llevan siguiéndote desde que has salido de casa.
• No me he dado cuenta.
• Lo sé, tampoco te has dado cuenta de que yo también te seguía.
• ¿Quién eres?, ¿qué haces aquí exactamente?
• Me han asignado tu protección.
• ¿Quién te la ha asignado?
• Laura.
• No sé quién es.
• A Marcos si le conoces, ¿verdad?
• Sí
• Pues es su jefa, de ahora en adelante te enseñaré a ser un fantasma para que no te puedan coger desprevenida, por cierto me llamo John.
Continuará.