Dolor de Cuernos. (Las cosas no son como esperabas)

Ella exhaló, como recuperándose después de regresar de experimentar un placer intenso. Sus párpados, pesados, se abrieron para revelar una mirada nublada que rápidamente se enfocó en su nueva tarea. Con un movimiento fluidos, se incorporó y se colocó de rodillas, su cuerpo aún languidecido, pero sus ojos ahora fijos en la figura del macho.

Su mirada fija en su miembro, erecto e imponente, con las venas latiendo bajo la piel. Un leve jadeo escapó de sus labios, una reacción visceral de asombro y nerviosismo.

Pero entonces una imagen me traspasó, su cabeza giró ligeramente. Sus ojos, enormes y brillantes cargados de un torbellino de emociones, se encontraron los míos. En esa breve momento se produjo una conversación, en su mirada nos había lujuria, había una pregunta, una petición de permiso. Y detrás de ella, un destello de disculpa por lo que iba a ocurrir.

Mi corazón dio un vuelco, de manera casi imperceptible mis ojos le concedieron el permiso que mi esposa pedía. Era todo lo que ella necesitaba.

Volvió la mirada hacia el macho, fortalecida y comenzó. Su aproximación fue lenta, deliberada. Primero, su lengua plana y húmeda lamió la longitud completa desde los testículos hasta el glande, una y otra vez, saboreando la piel.

Luego, sus labios se cerraron solo alrededor del glande, y pude ver cómo jugueteaba con la punta, usando la lengua de una manera que yo reconocía demasiado bien: presionando, rodeando, acariciándola de manera experta. Era el preludio que conocía, el calentamiento que siempre me volvía loco.

Poco a poco, fue tomando más longitud, sus manos se alzaron para sostener sus testículos con suavidad mientras su boca descendía, retrocedía y volvía a descender, ganando profundidad y velocidad con cada vaivén.

Conocía a la perfección ritmo; era el mismo que usaba conmigo cuando quería llevarme al borde, acelerando para luego ralentizar brutalmente, jugando con el control y la entrega. Estaba dando lo mejor de sí, desplegando todo su arsenal de experiencia acumulada a lo largo de nuestros años juntos, pero ahora para disfrute del macho que cerraba los ojos ante el excelente trabajo de mi esposa.

Desde mi butaca, yo apreté los puños con fuerza, clavando las uñas en mis palmas, controlado las punzadas que daba la situación, con la determinación de aguantar, de no interrumpir el espectáculo que yo mismo había orquestado, luchaba contra un huracán de emociones contradictorias.

Loscelos, un fuego punzante, me recordaba que esa devoción en sus labios, esa mirada de entrega total, en ese momento, no eran mías.

Perobajo el pantalón la excitación me colocaba en el lugar correcto de este juego. La excitación cruda de ver a mi mujer transformada en una actriz porno de lujo, interpretando el papel para un público que era solo yo. Era una tortura que había elegido y del que no podía escapar durante toda una noche.

Los gruñidos del macho se hicieron más roncos y frecuentes. Él la observaba, y la excitación lo transformaba, tensando sus rasgos. ,

Entonces llegó el cambio. Con un movimiento brusco pero seguro, sus manos con firmeza apartaron las de ella, que cayeron sobre sus muslos de manera suave y sumisa. Sin perder un segundo, sus dedos se entrelazaron en su cabello, deslizándose desde sus sienes para tomar el control total de su cabeza.

Ella lo entendió al instante, relajó el cuello en un acto de sumisión total.

Él comenzó a follar su boca, guiándola con ese agarre firme. Los movimientos, al principio medidos, se volvieron más profundos.

Entonces empezó el verdadero dominio: la sacaba casi por completo, dejando solo la punta entre sus labios, para luego introducirla de nuevo suavemente, hasta el fondo. Y repetía. Una y otra vez.

El cuerpo de ella se tensaba cada vez que su garganta se llenaba con el sexo del macho en una penetración profunda. Podía ver cómo su estómago se contraía en un espasmo involuntario, como los músculos de su garganta se movían en un esfuerzo visible y casi desesperado por tragar, por acomodar todo el miembro. Un reflejo de nausea asomaba cada vez que el glande golpeaba su paladar, un pequeño y convulsivo movimiento en su torso que ella suprimía con pura fuerza de voluntad, manteniendo la boca abierta y relajada.

Sus ojos se abrían y brillaban al borde de las lágrimas, mientras el macho continuaba disfrutando de aquel momento donde demostraba su actitud dominante.

Él metió toda su polla dentro, hasta el fondo, y se detuvo un momento, empujando hasta que todo su miembro desapareció dentro la boca de mi mujer,. no hubo resistencia, solo una aceptación temblorosa.

El espectáculo de su sumisión, de ver cómo aceptaba su dominio físico de una manera tan íntima y cruda, me sacudió con una ola de excitación tan intensa que casi era dolorosa.

Justo cuando su respiración se tornaba en un jadeo más rápido y sus gruñidos anunciaban la proximidad del clímax, el macho se retiró de golpe. Su miembro salió de la boca de mi mujer con un sonido húmedo.

La imagen ha quedado grabada a fuego en mi mente fue un cuadro de pura lujuria.

Ella se quedó de rodillas, el cuerpo inclinado levemente hacia delante, sosteniéndose apenas con una mano en su muslo. Sus pechos, salpicados de saliva que brillaba bajo la luz, mostraban unos pezones completamente erectos y por la excitación, demostración de lo recién vivido.

Su respiración era un esfuerzo profundo y entrecortado. Su boca, manchada de carmín deshecho, permanecía entreabierta, brillante y empapada de una saliva que corria en delgados hilos plateados. Sus ojos, vidriosos, miraban al frente como cegada por las sensaciones.

Frente a ella, el macho se alzaba como un titán. Su cuerpo estaba al límite, cada músculo en relieve. Su polla, con una erección brutal, brillaba completamente cubierta de la saliva de mi esposa. Desde la punta del glande, una gota de su propio fluido se mezclaba con la saliva, creando una lenta y gruesa gota que amenazaba con caer.

Fue entonces cuando su mirada se despegó de ella y se clavó en mí. Su voz sonó entrecortada por el esfuerzo y la excitación, pero con autoridad.

¡Pásame el condón!...

Sus palabras no eran solo una petición, era una orden, la consumación final de nuestra entrega. Al pedirme a mí, el marido, ser quien facilitara el acto que iba a poseerla completamente, sellaba su dominio sobre ambos.

Mi sumisión estaba en esa obediencia, la de ella en su cuerpo entregado que aguardaba de rodillas.

Conel corazón latiéndome en la garganta, me levanté con las piernas temblorosas para cumplir con mi papel en el ritual, sintiendo cómo el último vestigio de resistencia se quebraba al aceptar mi rol en el juego que él estaba consumando de manera definitiva.

Seguimos otro día. 🤘🏻
Se me está haciendo largo el tiempo entre cada parte que relatas. Pero es porque lo estoy disfrutando como un niño con zapatos nuevos.
Esperaré ansioso la siguiente y sobretodo gracias por compartirlo.
 
Se me está haciendo largo el tiempo entre cada parte que relatas. Pero es porque lo estoy disfrutando como un niño con zapatos nuevos.
Esperaré ansioso la siguiente y sobretodo gracias por compartirlo.
Muchas gracias, espero que el tiempo me dé para ir subiendo completa la experiencia que ya tengo en un borrador para que el tiempo no elimine detalles y con la calidad narrativa que me gusta hacerlo.

Un saludo. 🤘🏻
 
¿Te cuestionaste lo de ser cornudo? Ahí ya no hay marcha atrás. Suerte tuviste de que tu mujer no te echara de la habitación. Ella seguro que escuchó lo que te dijo el corneador, pero ella estaba disfrutando y ahí lo único que te queda es agachar los cuernos.
De eso nada, claro que hay marcha atras. Me pasa a mi eso y le meto un cañonazo al tipo que le mando directo al hospital.
Que equivocados estais muchos en estos temas, no os creais las mierdas de estereotipos que hay respecto a este tema, que la mayoria somos muy distintos, y alguno se puede llevar una sorpresa muy desagradable como se pase medio pelo.
 
Duelen al principio... después se acostumbra y con el tiempo se alegra uno!
La sensación punzada no se me quitó en toda la noche aunque es cierto que te vas acostumbrando a la intensidad de los momentos y te centras más en el espectáculo de ver a tu mujer disfrutando del sexo. No es lo mismo para ellas hacerlo con otro hombre y eso se nota mucho.
 
Coincido al 100% yo perdí a mi novia porque se terminó enganchando a uno de sus amantes recurrentes (en realidad el único que se hizo realmente fijo) Cuando iniciamos la relación de cuernos consentidos ella estaba hecha un amor conmigo, risueña, amable, complaciente... Todo había mejorado desde que la permití serme infiel y, aunque inicialmente lo pasé muy mal por celos, ya que lo nuestro comenzó porque en ese entonces estuve tomando un medicamento que me tenía medio impotente, era un efecto secundario que ya ponía en el prospecto, y no podía follarla. Lo de acordar permitirle acostarse con otros fue una medida "in extremis" para no separarnos, pero a la larga esta situación anómala me terminó encantando y excitando brutalmente.

Saber que mi dulce y amorosa novia se abría de piernas para otros que la hacían gemir de gusto, que orgasmaba como una perra en celo con sus pollas gordas hundidas en su coño hasta los testículos, o que se corrían en su boca y ella se tragaba todo como una cumplidora zorrita, mientras la verga soltaba chorros de leche pulsando entre sus labios, acabó encendiendo mi morbo con un placer prohibido nacido inicialmente de la incapacidad de satisfacerla con mi polla solo morcillona, o semierecta en un buen día, pero esto se transformó en una morbosidad agridulce donde la excitación se entremezclaba con la punzada de dolor de saber a mi princesa siendo rota de placer por otros hombres...

El caso es que nuestra relación mejoró muchísimo en todos los sentidos, parecía que todo era genial y ella era supercariñosa conmigo, al punto de que no solo era mucho más cálida y amable en general, es que no tenía ni una mala cara y ni una sola queja por nada; incluso me hacía mamadas sin pedírselas para sacarme la leche sin esperar nada que no fuese mi placer. Pero cuando llevaba meses que solamente se acostaba con su amante preferido, del que me contaba que la follaba increiblemente bien (incluso llego a decirme: "cariño él me da un placer que tú no me diste ni cuando aún se te ponía bien dura") algo me dio mal pálpito, y mis sospechas se cumplieron cuando, finalmente, ella se fue con el amante fijo.

Por eso opino como totalmente: Los amantes de otra ciudad o de más lejos y no repetir con ninguno.
Eso paso con mi ex mujer, se nos fue de las manos y se enamoro y encapricho de su macho. Se fue con él.
 
Eso paso con mi ex mujer, se nos fue de las manos y se enamoro y encapricho de su macho. Se fue con él.
Es lo que más me preocupa de este mundo y es por eso que hay ciertas normas que estoy convencido de seguir, como tratar de no repetir con el mismo macho más de una o dos veces.

Es un gran riesgo que a través del sexo ellas generan un vínculo con los corneadores.

La última experiencia me lo ha confirmado por qué aunque el chico es casado y con niños pequeños, hubo momentos de intimidad entre los dos y no sólo sexual. Son los que peor se llevan.

Un saludo. 🤘🏻
 
De eso nada, claro que hay marcha atras. Me pasa a mi eso y le meto un cañonazo al tipo que le mando directo al hospital.
Que equivocados estais muchos en estos temas, no os creais las mierdas de estereotipos que hay respecto a este tema, que la mayoria somos muy distintos, y alguno se puede llevar una sorpresa muy desagradable como se pase medio pelo.
Completamente de acuerdo, el rol no tiene nada que ver con
De eso nada, claro que hay marcha atras. Me pasa a mi eso y le meto un cañonazo al tipo que le mando directo al hospital.
Que equivocados estais muchos en estos temas, no os creais las mierdas de estereotipos que hay respecto a este tema, que la mayoria somos muy distintos, y alguno se puede llevar una sorpresa muy desagradable como se pase medio pelo.
Totalmente de acuerdo, en una situación así no sale bien parado el impresentable.
Nada tienen que ver los roles con la falta de respeto a la pareja o a uno de los dos, yo siempre lo he tenido clarísimo y lo dejo claro desde el primer momento. 👍🏻
 
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