Como tengo mi relatito atascado (en algún lugar entre las circunvoluciones y mi córtex cerebral), y este hilo trata, sobre todo, de historias eróticas, os voy a dejar (con permiso previo de su artífice) algo que me escribió no hace mucho. El autor ha decidido mantenerse en el anonimato, pero en el momento que quiera se puede delatar si lo desea . Te vuelvo a dar las gracias por dejarme ser protagonista de tu historia
Espero que os guste tanto como a mi.
" La habitación se encuentra oscura
Solo una tenue luz proveniente de unas pocas velas la iluminan.
Allí en el centro, sobre la cama, estás tú, tumbada, atada, inmovilizada de pies y manos
El tacto de las esposas es lo único que roza tu piel, no hay prendas, solo tu, deseo.
Un antifaz cubre tus ojos, te ciega, tus otros sentidos se agudizan debido a ello. Tú boca capta los sabores del ambiente, tu piel... cada partícula de la habitación y tus oídos...
Tus oídos lo saben, no estás sola allí... Y pronto lo descubres.
Un aceite cálido con olor a lavanda gotea desde tus pies, pasa por tus tobillos amordazados, tú tibia, tu rodilla y muslos pasa a tu pelvis vientre y pechos llega hasta tu cuello. Donde se para...
Las gotas se deslizan por tu cuerpo, cálidas, oleosas...
Rodean tus gemelos y muslos, recorren tu vientre, se deslizan desde tus pezones a las aureolas y de allí se dirigen dirección a las suaves y blancas sábanas que hay debajo.
Tú temperatura corporal aumenta, unas simples gotas lo han provocado, el contacto con tu piel te has gustado, pero quieres más
Y la presencia sigue ahí, detrás del antifaz.
Por fin unas manos te rozan, te tocan, empiezan por tus pies, tobillos y tibias, extienden aquel aceite cálido que humedece, tú piel...
El tacto es suave, cálido y firme.
Aquellas manos ganan a tu piel centímetro a centímetro, se internan por encima de la rodilla en la parte interna de tus muslos, avanzan poco a poco hacia tu pelvis, con cada centímetro que suben tu corazón se acelera y tu coño se humedece.
Está húmedo, esperando el roce de esas manos, pero cuándo están próximas, paran. Unos leves jadeos se escapan de tu boca, sedienta.
Segundos después esas manos continúan su escalada, rozan tú pelvis, pero ignoran tu sexo húmedo y deseoso.
Suben por tu vientre lentamente, acariciando tu piel y esparciendo el aceite por cada poro de ella.
La manos siguen y cuando llegan a la curvatura se tus pechos vuelven a frenar, Tus pezones, incipientemente duros desean ser tocados, pero les será imposible.
Las manos pasas por el esternón, siguen escalando y llegan a tus hombros, están tensos por el deseo, pero el aceitoso roce hace que se relajen.
Una de las manos roza tu cuello, le agarra, ejerce una leve presión, le aprieta.
Tú boca se abre, quiere respirar.
Y como respuesta recibe una húmeda y caliente lengua.
Ambas lenguas juguetean entre si, tú boca antes seca ahora está cargada de saliva que es intercambiada.
Deseas que ese momento no acabe nunca, pero lo hace, solo dura unos segundos. Su sabor aguarda en tu boca, anhelando seguir probándolo.
Durante unos segundos la habitación vuelve a su silencio, a su paz.
Tus limitados sentidos vuelven a captar la presencia.
Algo se encuentra cerca de tu cara, de tu boca...
Algo se posa en la comisura de tus carnosos labios, tu inconsciente ordena abrir esos labios y una dura polla se introduce en ellos
Inmediatamente tu sexo responde a esa sensación mojándose aún más
Tú lengua juguetea con ese duro miembro, lo humedece, lo acaricia pero unos segundos después abandona tu lengua.
La leve música sigue sonando de fondo, tú boca ahora cargada de saliva la traga con un grave sonido.
Tus pies vuelven a notar algo, un ligero soplido los recorre, vuelve a hacer el mismo recorrido que el aceite y las manos. Un chorro de aire recorre tobillos, rodillas muslos internos...
Y se frena en tu sexo, el chorro de aire incrementa su potencia y calidez allí. Tus labios ahora húmedos e hinchados lo reciben con benevolencia. Es una sensación extraña pero placentera. Tus ganas de arrancarte esas esposas e incrustarte la cabeza que está creando esos chorros de aire aumentan, pero no puedes las esposas son demasiado firmes.
Durante unas segundos disfrutas esa sensación, pero si algo has aprendido en aquella habitación es que nada dura para siempre.
El ligero soplido vuelve a escalar, tu vientre y ombligo lo reciben llegando a tus pechos, ese chorro los acaricia suavemente, los endurece, tus pezones responden instintivamente deseando ser tocados, lamidos. Tu espalda se arquea, la sensación es placentera, te encanta, pero la odias, no poder moverte, no poder tocar, te encanta, pero lo odias.
El chorro acaba de nuevo en tu cuello, allí se para.
Las manos vuelven a tocarlo. La yema del dedo gordo lo acaricia de oeste a este. Lo envuelve por detrás, notando tu caliente piel.
Notas como el colchón bajo tú cuerpo se mueve. Se hunde.
No entiendes por qué.
Notas la presencia cerca de tus hombros, de tu cabeza.
Notas como dos puntos de tensión en el colchón aparecen al lado de tus hombros.
Como si alguien estuviera de rodillas, mirando al cabecero. Como si sus piernas estuvieran a cada lado de tu cuerpo apoyadas.
Lo has notado bien.
A los pocos segundos, el duro falo vuelve a aparecer en la comisura de tu boca, está vez x delante
Tú cuello se estira hacia adelante buscándolo, lo encuentras, lo lames.
Sacas tu lengua, y ese duro miembro la golpea... una, dos, tres veces....
Lo vuelves a devorar, sientes como palpita dentro de tu boca, notas su sabor y eso te encanta.
Unos segundos más y todo vuelve a parar.
Estás cachonda, complemente mojada y quieres saciar esas ganas.
Pero las esposas te lo impiden, te impiden cerrar esas piernas, mover los brazos...
Tú respiración agitada se escucha en la habitación, la respiración del deseo y de la lujuria.
Unos segundos de calma, de silencio.
Y todo vuelve a empezar en tus pies.
Ahora una lengua, los saborea, los acaricia. Esa lengua los recorre cm a cm, vuelven a realizar el mismo camino
Cuando llega a los muslos, pasa a su cara interna.
Tú corazón está desbocado, expectante.
Tu sexo pasa de estar húmedo a estar indudablemente mojado.
Esa lengua se acerca y por fin se incrusta en aquella apertura.
La lengua discurre por cada milímetro, por cada pliegue.
Degustando el sabor, degustando TU sabor.
Succiona, lame y devora.
Las manos firmes se colocan en tu cadera, el calor aumenta, tu espalda vuelve a arquearse.
La lengua sigue trabajando, lamiendo, penetrando, la mezcla de fluidos se desliza hacia tu ano.
Tú gemidos son altos, potentes, rápidos.
No quieres que acabe, pero tu cuerpo no opina lo mismo
Y segundos después un profundo orgasmo aparece ahogando la boca que te satisfacía, tú cuerpo convulsiona, tus piernas quieten cerrarse pero las esposas lo impiden.
Gimes, gimes alto, quieres más.
Pero el contacto de los cuerpos para, se frena.
Algo te dice que eso no ha acabado.
Y tienes razón.
El duro miembro vuelve a aparecer desde el lateral, en la comisura de tus labios
Lo devoras desatada, ansiosa, hambrienta.
Quieres succionar cada gota que salga de el.
Tú cuerpo responde, tu sexo responde, lo quiere dentro, quiere notar su dureza. Se humedece, se moja. Quiere el segundo.
Sigues comiendo, te lo tragas entero, tú garganta lo recibe.
Y unos dedos aparecen en tu coño.
Te masturban, gimes aun con la polla en la boca.
Te encanta.
Los dedos acarician tu clítoris, está hinchado y enrojecido
Te sacas la polla de la boca, respiras, lo necesitas.
Un profundo orgasmo se te vuelve a escapar.
Méteme un dedo gritas.
Una mano te vuelve a obligar tragarte esa polla.
Lo haces sin queja.
Un dedo te penetra, como deseabas.
Estás muy mojada entra con facilidad.
Lo notas, ahora son dos y luego tres.
Joder te está encantando.
Los dedos entran y salen completamente lubricados.
Aumentas tu ritmo en la mamada.
Lo notas, tú cuerpo y el suyo se emparejan
Un profundo orgasmo una sensación eléctrica te recorre de pies a columna y justo cuando hace aparición recibes una fuerte descarga de la dura polla.
Ambos gemís, alto, fuerte.
Se ha acabado.
Ha sido increíble ."