EL TALISMÁN. PRIMERA PARTE. LA MUCHACHA DE LOS OJOS TRISTES.
Boston.
Boston, la capital de Massachusetts y una de las ciudades más antiguas de EE.UU., es el centro económico y cultural de Nueva Inglaterra. Con una población de 645.169 habitantes en 2008, es parte de la extensa área metropolitana de Gran Boston, que alberga a 4.5 millones de personas. Fundada en 1630, Boston fue clave en la Revolución estadounidense y se transformó en un importante puerto y centro manufacturero tras la independencia. La ciudad es conocida por ser sede de la primera escuela pública y de Harvard, así como por su primera red de metro. Hoy en día, es un centro de educación superior y medicina, con una economía diversificada que incluye tecnología y biotecnología, destacándose por su alta densidad de empleo y uno de los costos de vida más elevados del país.
(Fuente: Conocipedia).
Capítulo 5: ¿Bailamos?
Marzo 2010.
Sede de Etos Entertainment.
Boston.
Liam.
Al día siguiente, puntualmente a las 9 de la mañana, nos reunimos en el despacho del director general de la empresa. Apenas cruzamos la puerta, me convierto en testigo de una acalorada discusión entre Julia y el director. El ambiente es tenso, y la incomodidad se palpa en el aire. El director cuestiona abiertamente la capacidad de Julia para llevar a cabo la auditoría en su empresa, insinuando que no confía en sus habilidades. Es evidente que, a sus ojos, Julia no proyecta la imagen de una experta en finanzas, algo que ya había notado anteriormente. Más bien, parece que la ve como una simple oficinista en prácticas, subestimando tanto su experiencia como su competencia.
Pero lo más alarmante no es solo su percepción superficial basada en la apariencia de Julia. El director deja entrever prejuicios más profundos y cuestiona la idoneidad de una mujer para realizar esa labor, sugiriendo que hubiera preferido la presencia de un hombre en su lugar. En un momento dado, incluso se dirige hacia mí, buscando apoyo para sus quejas y tratando de validar su punto de vista. Es evidente que este hombre no tiene ni idea de quién es realmente Julia. Si conociera su trayectoria y su prestigio en el mundo financiero, estaría no solo agradecido, sino orgulloso de que alguien de su calibre esté realizando una auditoría en su empresa. La ignorancia del director sobre la valía de Julia es tan evidente como lamentable.
-Permítame sugerirle algo -dice Julia, con tono firme pero respetuoso- lo más apropiado sería que me dejara hacer mi trabajo sin que mi género sea motivo de preocupación. Sin embargo, si usted prefiere que un hombre sea quien realice la auditoría, no tengo ningún inconveniente en retirarme de inmediato. En ese caso, informaré a mi cliente que esta empresa no es una opción viable para invertir, y que deberá buscar otra entidad dispuesta a inspeccionarla y ofrecerle financiación. Aunque, sinceramente, tengo mis dudas de que encuentre a alguien mejor capacitado para esta tarea.
Julia hace una pausa, permitiendo que sus palabras calaran en el director, dejando claro que no solo habla desde la seguridad en su profesionalismo, sino también desde su experiencia. La decisión está ahora en manos del director: continuar con una auditoría realizada por una experta reconocida en el sector o arriesgarse a comprometer el futuro financiero de su empresa por un prejuicio sin fundamento.
-Haz lo que tengas que hacer, pero cuidado con meter la pata o te va a caer una bronca monumental. El jefe de contabilidad va a estar encima de ti, supervisando cada movimiento, así que no intentes ninguna estupidez que pueda joder el negocio. Si te desvías un milímetro, te las verás conmigo, y te aseguro que no te va a gustar.
-Liam, creo que lo mejor es que nos vayamos. No pienso quedarme en un lugar donde se permiten estos comportamientos irrespetuosos. No estoy dispuesta a tolerarlo.
-¡Oye, tú! ¿A dónde demonios crees que vas sin echarle un vistazo a nuestras cuentas? No pienses que puedes escaquearte de tu responsabilidad, amiga. Prepárate, porque te espera un día larguísimo de números y facturas. Y te lo advierto: si intentas hacer alguna trampa, te juro que el infierno será un paseo comparado con lo que te espera.
-Si quiere que me encargue, lo haré, pero siguiendo mis propios métodos. Prefiero trabajar de manera autónoma y sin supervisión constante. Además, soy yo quien define las condiciones de trabajo, no usted.
-No hace falta que te pongas tan quisquillosa con tu maldito trabajo. Hazlo como te dé la gana, pero no me fastidies demasiado. Tengo asuntos mucho más importantes que estar aquí perdiendo el tiempo contigo todo el día. Así que, pon de tu parte y no me compliques la existencia.
-Muy bien, en ese caso, por favor proporcióneme todas las claves necesarias para acceder al sistema. Le agradecería que se retire una vez hecho, ya que prefiero trabajar sola y sin interrupciones.
-¡No me vendas cuentos! Yo soy el jefe y este es mi despacho, así que tengo todo el derecho a estar aquí cuando me dé la gana. Haz lo que tengas que hacer, pero no te sorprendas si me ves por aquí echando un ojo. Si realmente te molesta, puedo buscarte otro lugar para que trabajes en paz, pero no te hagas ilusiones de que te librarás de mi vigilancia.
-Este despacho me resulta muy agradable, así que le agradecería si pudiera trasladarse a otra área. Además, le agradecería que informara a su secretaria que no deseo recibir llamadas durante el tiempo que esté aquí.
-¿Qué es esta tontería, Julia? No estoy aquí para que tú me des órdenes como si yo fuera tu subordinado.
-Señorita Gracia para usted, ya que no le he dado permiso para que me tutee. Indíquele al señor Brown el lugar adecuado para realizar su trabajo y asegúrese de proporcionarle el acceso necesario a la red y a los proyectos pertinentes. Es crucial para mí tener una visión clara del funcionamiento de sus sistemas.
-¡Para nada! No puedes entrar allí porque no tienes las claves de acceso. Y si cree que voy a dárselas, está más perdida que un pulpo en un garaje. Esos códigos son exclusivos para profesionales capacitados, no para mirones. Así que mejor olvídese de la idea.
La expresión imperturbable en el rostro de Julia deja en evidencia que su solicitud es de suma importancia y requiere una atención inmediata.
-De acuerdo, le daré acceso, pero antes tendrá que firmar un acuerdo de confidencialidad. Si quiere acceder a nuestros proyectos, que se atenga a las consecuencias. Que no vaya a soltar información por ahí o si no va a tener un buen problema con nosotros, ¡y eso no es una amenaza, es una promesa!
-Estoy dispuesto a firmarlo, no hay ningún problema, -le digo.
Mientras nos dirigimos hacia el centro informático donde se encuentran los servidores centrales, no puedo evitar pensar en la actuación de Julia. No parece la misma chica tímida y reservada que yo conocía, ha demostrado ser muy diferente al manejar hábilmente la confrontación con el director, al punto de expulsarlo de su propio despacho. Todavía estoy sorprendido cuando el director, cuyo nombre no recuerdo, comienza a hablar conmigo.
-Venga, Liam, tú y yo a tuteo, ¿no? En cuanto a Julia, ¿quién se cree que es para este trabajo? Ella no tiene ni idea de lo que está haciendo. Deberías convencerla de que me deje supervisar su trabajo porque no me fío de ella.
-Mire señor…, señor…, como demonios se llame, es igual, mire, por lo que veo usted no ha oído hablar de Julia Gracia ¿verdad? No, ya veo que no. Pero seguro que habrá oído hablar de M&J International.
-Si, claro, ¿no han elegido a esa empresa como la mejor del año? ¿me equivoco?
-No, no se equivoca, pues sepa que esa Julia, como usted la llama, es la máxima responsable de esa empresa. Tiene revisando sus cuentas a la fundadora y actual Ceo de M&J International. Le aseguro que está sobradamente preparada.
-No puede ser, no me creo que una mujer como Julia haya podido crear esa empresa, y menos que se dedique a auditar a empresas como la mía. ¿Pero te has fijado en su aspecto? Si parece una retrasada mental. Seguro que los verdaderos Ceos de su empresa son M y J, y Julia será la amante de alguno de ellos o de los dos. Conozco a este tipo de mujeres que van de modositas y luego son unas auténticas putas, que van ascendiendo a base de mamársela a sus superiores. Desde luego la debe mamar muy bien para haberse liado con su jefe, quien quiera que sea, y convertirse en su putita. No Liam, no me voy a dejar engañar.
No puedo evitar reaccionar al escucharlo hablar de Julia de esa manera, y termino agarrando su americana por las solapas.
-Tenga cuidado con lo que dice, mequetrefe. Le aconsejo que modere su lenguaje o se las tendrá que ver conmigo. Es mejor que desaparezca de mi vista, y nos deje hacer nuestro trabajo, sin que nadie nos moleste.
Después de ignorar al individuo, me pongo a trabajar de inmediato mientras desaparece de mi vista. He traído mi propio equipo con varios programas de diagnóstico para evaluar los sistemas y servidores. Después de varias horas de inspección minuciosa, mi impresión no es nada buena. La empresa está trabajando con equipos obsoletos de hace 10 años que nunca se han actualizado. Para empeorar las cosas, algunos de mis programas de diagnóstico más modernos son incompatibles con las versiones anticuadas de los equipos. Afortunadamente, he traído una variedad de programas diferentes y puedo hacer algo al respecto. Paso toda la mañana trabajando en esa tarea. Por la tarde, planeo evaluar al personal encargado de los proyectos para obtener una idea de su nivel de formación como programadores.
Durante el almuerzo, en las instalaciones de la empresa (no he conseguido convencer a Julia de salir a comer en un restaurante), ella me comenta que la contabilidad de la empresa es un completo desastre. Pero a pesar de las dificultades, está decidida a resolver todo el embrollo contable que han creado.
Por la tarde, me reúno con varios programadores para discutir el proyecto en el que están trabajando y para obtener una mejor comprensión de la situación.
Durante mi conversación con los desarrolladores, me doy cuenta de que en los últimos años han renunciado los programadores más capacitados y no han sido reemplazados. Los que aún permanecen no tienen suficientes habilidades para llevar el videojuego adelante, y se encuentran con problemas que no pueden resolver o tardan demasiado en solucionarlo. Además, debido a la antigüedad de los equipos que utilizan, los productos que lanzan al mercado son obsoletos para los equipos que los jugadores tienen en sus hogares, lo que se traduce en una cantidad mínima de descargas.
Estoy concentrado en estos asuntos cuando la secretaria del director viene a buscarme.
-Señor Brown, la señorita Gracia quiere que vaya a su…, al despacho, necesita su ayuda.
Me acerco hasta el despacho donde se quedó trabajando Julia. Cuando llego, me encuentro a Julia, de mal humor, peleándose con algunos archivos que se le resisten.
-¿Qué ocurre, Julia? ¿Necesitas ayuda con algo?
-¿Podrías echarme una mano con unos archivos que me están dando problemas para abrir, Liam?
-Veamos de qué se trata.
-Hay aquí algunos archivos encriptados que no puedo abrir, y sospecho que aquí tienen la verdadera contabilidad, lo que he encontrado hasta ahora, no es nada importante.
-Puedes estar tranquila, Julia. Déjame echar un vistazo a esos archivos encriptados, y veré qué puedo hacer para descifrarlos y acceder a la información que necesitas.
Conecto un pendrive en el ordenador y ejecuto un programa que creé específicamente para descifrar claves. Después de teclear algunos comandos, en apenas 10 minutos, logro desbloquear todos los archivos del ordenador, permitiendo que Julia acceda a la información que necesita.
Después de ayudar a Julia a desbloquear los archivos, ella se centra en investigarlos y yo, al ver que ya no me necesita, vuelvo a mi tarea.
Durante la cena, en la suite de Julia, le comento mis impresiones sobre lo que he inspeccionado.
-¿Has descubierto algo tú, Julia?
-Un agujero enorme. Tienen deudas ocultas que superan las declaradas, pensaba que no las iba a descubrir, por eso quería ponerme a su jefe de contabilidad, para que buscara por otro lado. No tiene ni la más remota idea de hacer un balance, ni llevar una contabilidad adecuada. Ha intentado ocultar la verdadera contabilidad, pero gracias a ti, pude descubrirla.
-Tú también podrías haberlos descodificado, Julia, eres muy inteligente.
-Reconozco que me desenvuelvo bastante bien con la informática, Liam, pero los conocimientos que tienes tú en ese campo están a otro nivel. Gracias a ti, hemos podido obtener la información necesaria para presentar un informe completo y fiable sobre la situación financiera de la empresa.
-Entonces, deduzco que no sugerirás a William que compre esta empresa, ¿verdad, Julia?
-Creo que sería un error recomendar la compra de esta empresa. A pesar de que vuestra empresa cuenta con importantes activos y tiene la confianza de los mercados, esta empresa tiene más deudas de las que ha declarado y no es productiva. Aunque pudieran conseguir el capital para comprarla y pagar sus deudas, no tendrían suficiente para reflotarla y hacerla rentable. Esto solo llevaría a una gran deuda y eventualmente al cierre de ambas empresas.
-Además, -le digo- considerando que entraría en un mercado muy competitivo en el que se requiere una gran inversión para mantenerse actualizado en tecnología, tendría que contratar programadores altamente capacitados y ofrecerles un salario competitivo para evitar que se vayan a la competencia. En definitiva, desde un punto de vista técnico, tampoco veo viable la operación.
-Elaboraremos los informes mañana y los presentaremos a la empresa. Después, por la tarde, regresaremos a Nueva York.
-No sé cómo reaccionará el energúmeno cuando vea nuestras conclusiones.
-Las personas que amenazan y se comportan de manera colérica no son una amenaza real, Liam. Solo están haciendo alarde de sus bravuconadas. No me intimidan ese tipo de personas, sé cómo lidiar con ellas.
Satsuki también está presente, pero apenas habla, excepto para comentar sobre la comida, se mantiene reservada. Después de lo que me dijo Julia, decido no pedirle que me permita conducir el Bentley, no quiero parecer patético rogándole por ello.
Acabamos de cenar y se me ocurre que es temprano para retirarme a mi habitación, aunque sea una habitación lujosa.
-¿Os apetece que demos un paseo por los alrededores? Es un poco pronto para meternos en la suite, y además hace un clima muy agradable para pasear.
-Gracias, Liam, pero voy a repostar el vehículo y aprovechar para que lo limpien un poco. Quiero que mañana esté en perfectas condiciones para el viaje.
-Y a ti, Julia ¿Te gustaría dar un paseo por aquí?
-En realidad, preferiría trabajar un poco en lo que hemos estado investigando…, ¿Pasear por la calle, dices?
-Si, mira, enfrente hay un parque. Un paseo al aire libre puede ser muy relajante a estas horas. Julia, deberías dejar el trabajo por hoy y dedicarte tiempo para ti misma.
-Sí Liam, me apetece, vamos a dar ese paseo.
-Perfecto, vamos entonces. Disfrutemos del clima y del paisaje.
Nos adentramos en un parque que se encuentra justo en frente del hotel. Varias personas también están paseando por allí, disfrutando del buen clima.
-Julia, durante nuestro viaje me contaste cosas muy interesantes, pero mencionaste que has pagado un precio muy alto. ¿Podrías explicarme a qué te referías concretamente?
-Mira Liam, yo no soy una persona muy sociable, ya te habrás dado cuenta. Cuando llegué a EE.UU. sólo tenía dos metas, acabar mi carrera, y triunfar en los negocios lo antes posible. No quería distracciones para no desviarme de mis objetivos, por eso desde el primer momento, renuncié a la vida social para centrarme en mi carrera y mi empresa. Estábamos creciendo muy deprisa y el poco tiempo que me dejaban los estudios, lo dedicaba a la empresa. Aprendí mucho en esa época, del mundo empresarial y financiero y a tratar con ese tipo de personas, alguno tan desagradables como el de Etos Enternaiment, como has podido comprobar. Pero yo los sé manejar bien, no me dan miedo.
Y sí, he alcanzado el éxito que me propuse cuando llegué a este país, pero he fracasado en otro aspecto de la vida al que no le di la importancia debida. No tengo amigos, Liam, solo clientes y asociados.
Cuando os vi el martes compartiendo vuestras anécdotas de la universidad, me reí, pero también me sentí un poco triste al no tener ninguna experiencia similar que contar. No hice amigos en la universidad, no me uní a ninguna fraternidad y nunca asistí a ninguna fiesta estudiantil, aunque al principio me invitaron, pero yo elegí no hacerlo. No culpo a nadie, ya que fue mi elección, pero admito que fue una decisión equivocada. Tengo mucho dinero que nunca podré gastar, pero no tengo a nadie con quien disfrutarlo. Este es el precio que he pagado por mi éxito. Sé que puedes envidiarme por lo que he logrado y lo que poseo, pero te aseguro que yo os envidio a vosotros aún más. He llegado a un punto en mi vida en el que me desenvuelvo muy bien en el mundo de los negocios, pero siento un gran temor al entablar cualquier conversación fuera de ese entorno. No sé cómo manejarme en este medio hostil, en el que me siento amenazada y parece que todo el mundo me mira y me juzga. Esta semana ha sido muy positiva para mí, pero estoy todo el día en tensión, pensando que algo malo me va a pasar.
-Entiendo lo que dices, Julia. Si bien has hecho un gran sacrificio para alcanzar el éxito, parece que no te ha brindado la satisfacción que esperabas.
-No, no me compensa, pero lo he comprendido demasiado tarde. Ya nunca podré vivir la etapa universitaria que tú y Sophie habéis experimentado, y me doy cuenta de que estoy perdiéndome otros momentos de mi vida que nunca voy a recuperar. Por eso, estoy poniendo mucho esfuerzo en superar estos miedos que me tienen paralizada.
Seguimos paseando un poco más, pero el sol ya se está ocultando y nos estamos quedando solos en el parque.
-Liam, ¿te importaría si salimos del parque? Me estoy empezando a agobiar de estar aquí.
-De acuerdo, vamos a salir del parque y seguir caminando en la calle.
Continuamos caminando y conversando por los alrededores. Ni Julia ni yo mencionamos la idea de volver al hotel, y no sé exactamente por qué, pero me siento cómodo en su compañía y no quiero separarme de ella todavía.
En una calle cercana al hotel, un bar llama mi atención por su nombre. Me paro frente a la fachada, y le indico a Julia que mire el cartel.
-¡Qué curioso!, el bar se llama igual que mi empresa, M&J.
-Julia, esto tiene que ser una señal, ¿por qué no entramos y tomamos algo aquí en M&J?
-¿Entrar ahí? No creo que sea buena idea…, Liam. Nunca he estado en un bar y estoy segura de que estará lleno de gente.
-Julia, no hay razón para tener miedo. No pasará nada, solo vamos a estar un momento. Además, estarás conmigo, no tienes nada de qué preocuparte. ¿Qué te parece si entramos?
Cuando llegamos a la puerta del bar, Julia se aferra a mi brazo y sujeta su colgante con la otra mano, mostrando claramente su nerviosismo.
-De acuerdo, voy a entrar, pero por favor Liam, no te apartes de mí, no me dejes sola.
-Por supuesto, Julia, no te dejaré sola ni me alejaré de ti ni por un instante.
-Prométemelo.
-Te lo prometo, Julia. No voy a separarme de ti ni un momento. Entraremos juntos y será una experiencia nueva para ti. ¿Lista?
El establecimiento es una taberna irlandesa con muebles de madera, banquetas en la barra y mesas distribuidas por todo el lugar. Al entrar, un camarero nos da la bienvenida y nos guía amablemente hacia la única mesa disponible. Hacemos nuestro pedido: media pinta de cerveza negra para mí y un refresco de cola sin abrir para Julia. Mientras esperamos, miro alrededor del local y noto que todas las mesas están ocupadas. Algunas personas beben en la barra y en un rincón hay un grupo jugando a los dardos. En otro rincón, dos parejas bailan al ritmo de la música.
Julia, todavía aferrada a mi brazo, mueve su silla para acercarse a mí, como si buscara protección. También observa el lugar detenidamente, pero su expresión denota tensión y cierto temor.
-Tranquila Julia, no tienes por qué preocuparte, nada va a pasar. Observa a los demás, ni siquiera han reparado en nosotros al entrar. Aquí cada uno va a lo suyo y no se preocupa demasiado de los demás.
-Lo siento Liam, esto es nuevo para mí, es la primera vez que entro a un sitio de estos.
Entiendo cómo te sientes, Julia. Pero no te preocupes, estamos aquí juntos y nada malo va a pasarte. Además, es normal que te sientas nerviosa en situaciones nuevas. Pero mira a tu alrededor, esto es solo un bar, no hay nada que temer.
El camarero trae nuestras bebidas. Él coloca mi cerveza frente a mí y un vaso de refresco de cola para Julia.
Julia se dirige al camarero con una expresión seria.
-Perdone, pero le he pedido el refresco sin abrir. Lléveselo y tráigame otro sin abrir y un vaso sin hielo, por favor.
El camarero parece confundido, pero asiente y se lleva la bebida de Julia.
Observo a Julia sin comprender lo que acaba de suceder.
-Disculpa Liam, tengo algunas manías, -explica Julia.
-Tranquila Julia, no tienes que darme explicaciones. Venga, cuéntame más cosas de ti. Antes de llegar a los EE.UU. ¿Qué hacías? ¿Vivías en España con tu familia?
-No…, no, Liam…, no hablemos más de mí. Ahora te toca a ti, cuéntame algo…, por ejemplo, ¿tienes novia o estás casado?
-Vaya, qué pregunta tan directa, Julia. No, ni estoy casado, ni tengo novia. Tuve una novia en mi época universitaria, Isabella. Estudiamos en la misma universidad, aunque ella hacía psicología. Nos conocimos en una de esas fiestas estudiantiles, que organizábamos y al poco nos hicimos novios.
-¿Y por qué terminasteis vuestra relación?
-Éramos jóvenes e inmaduros, ambos éramos infieles. Nos dimos cuenta de que era demasiado pronto para comprometernos y ser fieles el uno al otro, así que decidimos terminar la relación y quedarnos como amigos. A veces nos encontrábamos para tener relaciones sexuales o salir a tomar algo, pero teníamos libertad para ver a otras personas para lo mismo. Ahora también vive en Nueva York y seguimos siendo buenos amigos. Me encantaría presentártela, estoy seguro de que le caerías bien.
No me atrevo a decirle que ya le había hablado de ella.
El camarero le sirve a Julia el refresco que había pedido, sin abrir y con un vaso sin hielo.
-Puede que haya sido un poco indiscreta al preguntarte eso. No tengo derecho a preguntarte sobre tu vida sentimental, lo siento.
-Para nada me incomoda que me preguntes, Julia. Me has compartido detalles sobre ti, y es natural que tengas curiosidad por mi vida. Así que siéntete libre de preguntarme lo que quieras.
-No, no importa Liam. No quiero ser una entrometida.
Durante un momento, ambos nos quedamos en silencio. Yo la miro directamente a los ojos, pero a ella le resulta difícil mantener mi mirada, rápidamente la desvía o baja la vista.
-Julia, ¿podrías hacerme un favor?
-¿Qué…, qué pasa?
-¿Te importaría si te quito las gafas, Julia?
Acerco mis manos hacia las gafas de ella, con la intención de quitárselas, pero ella hace un gesto de apartarse.
-Confía en mí, Julia, solo quiero ver tus gafas. ¿De verdad las necesitas?
Le retiro las gafas y las dejo sobre la mesa.
-¿Sabes qué, Julia? Tienes unos ojos bonitos.
Ella permanece en silencio.
-¿Podría pedirte otro favor, Julia? ¿Por qué no sueltas tu cabello?, le pregunto mientras le quito el pasador que lo mantiene recogido, dejando que su melena caiga libre.
-Me gusta cómo te ves con el pelo suelto.
-¿Qué…,que has hecho Liam? ¿me has…, me has me has soltado el pelo?
Me planteo sugerirle a Julia que afloje un par de botones de su blusa, pero me preocupa que lo tome a mal. La lleva abrochada hasta el cuello y pienso que estaría más atractiva si se abriera un poco la blusa. Sin embargo, opto por no decir nada al respecto, siguiendo los consejos de Sophie e Isabella.
-Ya sabía que eras hermosa.
-No te burles de mí, Liam.
-Por supuesto que no me burlo de ti, Julia…, no me burlo…,
-No…, no me gusta llamar la atención, Liam.
-No hay nadie observándonos, Julia. Todos están ocupados en sus cosas sin preocuparse de nosotros.
Echa un vistazo alrededor para verificar que lo que digo es cierto. Todos parecen estar ocupados en sus propias cosas y no prestan atención a nosotros.
-Tienes razón, es que no me acostumbro a estar en lugares con tanta gente.
Con delicadeza, ella peina su cabello con sus dedos, creando unos movimientos femeninos que hacen que algunos mechones ondulados caigan sobre su rostro, dándole un aspecto muy sensual.
Me quedo hipnotizado observándola, y noto cómo su belleza se destaca aún más con su cabello suelto. Antes había estado oculta tras su disfraz, pero ahora, con cada gesto y movimiento, se muestra más y más sensual.
De repente, ella se da cuenta de mi mirada fija en ella y se sonroja. Intenta apartar los mechones de pelo de su cara con suavidad, pero no lo consigue del todo.
-¿Qué ocurre, Liam? ¿Por qué me miras así? -Me pregunta con una sonrisa, lo que resalta aún más esa imagen seductora que solo yo puedo percibir.
Me quedo unos segundos en silencio, sin saber qué decir, y finalmente respondo:
-Nada, solo estaba pensando en lo afortunado que soy de estar aquí contigo.
Ella baja la vista y sonríe de nuevo, pero esta vez es una sonrisa más tímida, casi avergonzada. Me doy cuenta de que quizás me he excedido en mi comentario, pero a la vez me siento bien por haberle hecho saber que me gusta estar con ella.
Comienzan a sonar las primeras notas de "
Unchained Melody" de The Righteous Brothers. Sin pensarlo, me levanto de mi silla y tomo la mano de Julia.
-Ven, Julia, vamos a bailar. Me encanta esta canción. -le digo con entusiasmo.
-Espera Liam, no soy muy buena bailando, hace mucho tiempo que no lo hago. -responde Julia con una nota de timidez en su voz.
-No te preocupes, te guiaré. Verás que bailar no es tan difícil. Solo tienes que dejarte llevar por la música y seguir mis pasos. -respondo, tratando de tranquilizarla y animarla a bailar conmigo.
Con una sonrisa tímida, Julia me sigue cogida de mi mano. Me muevo hacia la pista de baile, entre las otras parejas que se balancean al son de la música, y abro un hueco para nosotros. La envuelvo con mis brazos y empezamos a bailar, moviéndonos al compás de la música. Al principio, parece tensa, pero pronto se relaja y comienza a disfrutar del ritmo. La música es lenta y melancólica, y en la penumbra de la pista, me siento más cerca de ella que nunca.
Julia aprende rápido a seguir el ritmo y mantiene una distancia adecuada. A medida que avanzamos en el baile, nuestros cuerpos se acercan y se funden como si fueran uno solo. Julia cierra los ojos, y apoya su cabeza en mi hombro, moviendo sus caderas muy suavemente, al ritmo de la música.
A medida que los acordes de la canción progresan, el ambiente se vuelve cada vez más envolvente, y ambos nos dejamos arrastrar por la magia del momento. La química entre nosotros se intensifica con cada segundo, como una corriente invisible que nos mantiene unidos. Puedo percibir el suave aroma de su cabello y el ritmo pausado de su respiración, que se mezcla con la música, creando una sinfonía perfecta. La atracción que siento por ella es irresistible, como una fuerza que me empuja hacia ella sin que pueda controlarlo. Por un instante, me invade la duda: ¿sentirá ella lo mismo? Sin embargo, ninguno de los dos hace el más mínimo intento por separarse, como si ambos supiéramos que, en ese preciso momento, estamos exactamente donde debemos estar.
Mientras continuamos bailando, la excitación dentro de mí crece con cada paso, intensificándose con el roce de su cuerpo contra el mío. Tal vez sea el movimiento hipnótico de sus caderas, su aroma embriagador que parece envolverme, o esa sensualidad latente que he empezado a descubrir en ella. La suave iluminación del local, que añade un toque de intimidad, junto con la música que suena como un susurro envolvente, crean un ambiente que potencia cada sensación. Es como si todo conspirara a favor de este momento. No puedo evitarlo: mi cuerpo responde de manera inevitable, y siento cómo la excitación se manifiesta en una erección que, por la cercanía entre nosotros, tiene que ser evidente para ella. A pesar de la vergüenza que podría sentir, no hay ningún signo de incomodidad en su rostro, lo que solo intensifica la conexión y el deseo que nos envuelven en ese instante.
La canción llega a su fin, y nos separamos.
-Gracias Liam, ha sido maravilloso -me dice sonriendo.
-El placer ha sido mío, Julia. Ha sido un baile perfecto.
Volvemos a sentarnos en la mesa, pero siento que la distancia entre nosotros ha disminuido, y que algo ha cambiado en nuestra relación. Julia no menciona nada acerca de mi evidente erección y no parece estar incómoda al respecto.
Intento disimular mi excitación debajo de mi americana, mientras abandonamos el local y nos dirigimos al hotel.
-No eres tan torpe como dices, Julia. Has bailado muy bien y has sabido coger el ritmo perfectamente. Apenas he necesitado guiarte, solo un poco al principio.
-Estaba muy avergonzada, pensaba que todos me estaban mirando, por eso he seguido tu consejo y me he concentrado en la música, cerrando los ojos. Ha sido genial. -explica Julia con una sonrisa.
-¿Por qué no disfrutas de bailar con más frecuencia?
-Bueno, desde que llegué aquí he estado muy centrada en mis estudios y en mi trabajo, y no he dedicado tiempo para el ocio. Y tampoco tengo compañero de baile, Liam. Ya sabes, no tengo amigos y lo de bailar sola no tiene mucha gracia.
Julia contesta con un semblante melancólico, mientras caminamos por las calles de Boston, ya prácticamente vacías a esas horas de la noche.
-Si te apetece, podríamos quedar otro día y bailar juntos de nuevo. Yo estaría encantado de ser tu pareja de baile y enseñarte algunos pasos, si te interesa. -le sugiero.
-Eso estaría muy bien. Me encantaría volver a bailar contigo -dice Julia sonriendo- Pero, Liam, ¿y si alguien nos ve? ¿Qué pensarán de nosotros?
-No te preocupes por eso. Si alguien nos ve, no tiene por qué pensar nada malo. Solo hemos bailado juntos, no ha pasado nada más -respondo tranquilamente-. Además, ¿por qué preocuparte por lo que puedan pensar los demás? Lo importante es que tú disfrutes y te sientas bien.
Julia asiente con la cabeza y una sonrisa se dibuja en su rostro.
-Tienes razón. No debería preocuparme tanto por lo que piensen los demás.
Llegamos al hotel, y subimos en el ascensor hacia nuestras habitaciones.
-Julia, ¿qué te parece si desayunamos mañana en la cafetería del hotel?
-¿Qué tiene de malo desayunar en la suite?
-No hay nada de malo en desayunar en la suite, pero creo que sería bueno para ti comenzar a tener una vida social más abierta y salir un poco más. Hoy has entrado en un bar por primera vez y creo que la experiencia no te ha resultado desagradable, ¿qué tal si mañana desayunamos juntos en un restaurante para que puedas seguir disfrutando de nuevas experiencias?
-Tienes razón, es que me cuesta mucho abandonar mis hábitos de ermitaña, pero mañana desayunamos en el restaurante, avisaré a Satsuki. Son cosas que debo empezar a hacer de forma habitual.
-Me alegra que estés dispuesta a intentarlo –le digo con una sonrisa reconfortante- Verás que no es tan malo salir un poco de tu zona de confort. Además, siempre puedes contar conmigo para acompañarte en estas aventuras sociales.
Cuando llegamos a nuestra planta, nos despedimos en la puerta de su habitación.
-Quería agradecerte, Liam, por esta tarde. Me he divertido mucho contigo y me has animado a hacer cosas que para mí han sido muy importantes. No te imaginas cuánto ha significado para mí
-De nada, Julia. Ha sido un placer pasar el día contigo y ver cómo vas superando tus miedos y tus límites. Me alegra mucho ser parte de ese proceso.
Nos quedamos mirándonos unos instantes sin saber qué decir, como si no tuviéramos prisa por despedirnos. Por primera vez, noto que no aparta la mirada de la mía, lo que me hace pensar si estaría esperando algo de mí, tal vez un beso. Pero ¿y si la beso y ella me rechaza? ¿Y si me invita a entrar en su habitación? Tal vez ella está esperando exactamente eso. Sin embargo, justo cuando me decido a besarla, Julia se me adelanta.
-Que tengas buenas noches Liam. Nos vemos mañana en el desayuno.
-Buenas noches Julia, que duermas bien.
Y no hay beso.
Me dirijo hacia mi suite con un sentimiento de arrepentimiento por no haber tomado la decisión de besar a Julia cuando tuve la oportunidad. Siento que ella también lo esperaba, pero mi indecisión me ha hecho perder el momento.
Sin embargo, pronto me doy cuenta de que tal vez haya sido lo mejor. Julia es una persona complicada y no quiero precipitar las cosas. Me siento confundido y necesito una ducha para despejar mi mente. ¿Estoy empezando a sentir algo por Julia? ¿podría ser que Isabella tenga razón? No, yo amo mi soltería y no tengo la intención de cambiar. Probablemente lo que sucedió en el bar fue solo un momento pasajero de excitación debido al ambiente y la música, solo eso.
Ya en la ducha, mi pene casi no había perdido la erección y se mantenía firme.
-Parece que a ti te da igual lo que yo piense, vas por libre. Habrá que hacer algo para que te calmes y no tengo ninguna amiga cerca, así que, vamos a ello.
Sophie e Isabella, eran mis principales estimulaciones eróticas cuando me masturbaba, y a ellas recurrí. Como es de esperar no me fallan y mi polla enseguida reacciona alcanzando su máximo esplendor en poco tiempo. Acaricio mi polla con una mano mientras me masajeo los huevos, llenos de semen, con la otra, excitándome con la imagen de Sophie mamando mi polla en la cama. Me excita mucho esa imagen. No paro de menearme la polla. Estoy muy cachondo y sé que no voy a tardar mucho en correrme. En mi mente, Sophie levanta la cabeza y me mira, sonriendo, con mi semen en su boca. Pero no es Sophie la que me mira, es Julia, que me mira, sonriente, bailando abrazada a mí, y mi polla no aguanta más y explota expulsando chorros de semen contra la pared de la ducha.
-Julia…, sí Julia…, sí, joder.
Termino la ducha y respiro profundamente mientras apoyo mi frente en la pared, disfrutando del placer. Una vez terminado, me seco con la toalla y me observo en el espejo, sintiendo cierta vergüenza por mis pensamientos y acciones. Me hablo a mí mismo:
-¿Julia? ¿de verdad? Estás fatal, Liam.
. . . . . . . . . . . .
Suite de Julia.
Julia.
-Julia, ¿te has hecho algo en el cabello? Te veo diferente.
-Sí, Lola, Liam me ayudó a soltarme el pelo y me quitó las gafas. Cree que me veo mejor sin ellas -responde Julia.
-Más hermosa, sí, y diferente…, no sé, no es solo el pelo, algo ha cambiado en ti. ¿Ha tenido que ver Liam en eso?
-Después de la cena, dimos un paseo solos por un parque cercano y posteriormente entramos en un bar.
-¿En un bar? -dijo Lola sorprendida-. Entonces, Liam sí te está sacando de tu zona de confort, está consiguiendo más cosas de ti que yo, voy a tener que contratarlo. Y por lo que veo, algo ha sucedido en el bar para que hayas cambiado tu aspecto.
-Después de que Liam me lo propusiera, al principio no estaba muy convencida de entrar al bar. Pero recordé tus palabras y pensé que en algún momento tendría que enfrentar mi miedo y que no había mejor compañía que Liam. Así que me agarré a su brazo y no lo solté mientras estuvimos sentados, hablando. Siguiendo tu consejo, mostré interés en él y disfruté de la velada.
-Julia, me alegra que hayas tomado mi consejo y hayas disfrutado de la noche con Liam. Es importante que aprendas a ser más sociable y a interesarte por los demás. ¿Qué te contó Liam durante la noche?
-Le pregunté si tenía pareja o si estaba comprometido y…,
-¿De verdad le preguntaste eso? ¿Tenías mucho interés en saber si estaba soltero o en una relación?
-Reconozco que no fue la forma más apropiada de empezar una conversación, pero fue lo primero que se me vino a la mente. De todas formas, por si te interesa saberlo, te diré que Liam no tiene pareja en este momento.
-Parece que te importa más a ti que a mí, Julia. Pero lo fundamental es que habéis tenido una conversación y que él también ha empezado a hablar sobre sí mismo. Es un buen comienzo.
-¿Comienzo? ¿Qué comienzo?
-El comienzo de una buena amistad, Julia, a menos que tengas en mente algo más que eso.
-No…, no estoy pensando en otra cosa. Quiero…, quiero una amistad con Liam, eso es lo que quiero.
-Pues sigue así, Julia, vas muy bien. Tienes que ir aprendiendo a sacar temas de conversación más personales, y menos de trabajo. Aún os queda un día y puedes sacarle más temas, para que vayas practicando.
-Además, hice algo que no hacía desde hace mucho tiempo. Estuvimos bailando. Fue un momento muy agradable.
-¿Bailando? Eso no lo tenía en mente tan pronto. ¿No te estás apresurando demasiado, Julia?
-Reconozco que me dejé llevar por el momento, Lola. La verdad es que Liam me animó a bailar y no pude negarme, aunque no lo tenía planeado. Pero me gustó mucho, me sentí cómoda con él y hasta sentí cosas que no había sentido antes. ¿Sabes? Hace años que no bailaba.
-¿Podría decirse que has tenido una cita, Julia?
-Sí, se podría decir que hemos tenido una especie de cita.
-¿Puedes hablarme un poco más sobre el baile y lo que has sentido cuando Liam te ha tomado para bailar?
-Al principio estaba muy tensa y nerviosa por bailar bien, así que no sentí nada especial. Pero luego, con la atmósfera del lugar y con una canción muy romántica, me dejé llevar y terminamos bailando muy cerca, con mi cabeza sobre su hombro. Hubiera deseado que esa canción no acabara nunca.
-Te entiendo, y ya sé lo que veo diferente en ti.
-¿Qué es lo que me ves de diferente, Lola?
-Lo que veo diferente en ti, Julia, es que estás más relajada, más abierta y más dispuesta a disfrutar de la vida. Te has permitido ser vulnerable y dejar que alguien te guíe y te muestre cosas nuevas. Me alegra verte así, porque sé lo mucho que has luchado para llegar hasta aquí. Es algo difícil de explicar, pero se nota que estás más feliz. Como si hubieras encontrado algo que te faltaba y que ahora tienes. No sé si me explico bien.
-¿Qué es lo que estás intentando decirme, Lola?
-Julia, creo que es evidente que estás enamorada, aunque quizás todavía no te has dado cuenta. Se te nota en la forma en que hablas de Liam, tus ojos brillan cuando lo mencionas.
-Te equivocas Lola, me gusta Liam, pero no estoy enamorada de él.
-Lo veo en tu cara, Julia, tienes una luz especial en tus ojos y una sonrisa más amplia. No podrás negar la evidencia mucho tiempo más, tarde o temprano te darás cuenta. Perdona que sea tan directa, Julia. No quiero que te molestes por lo que te digo.
-No estoy molesta contigo, Lola, eso no sería justo. Pero en este caso, siento que estás equivocada.
-Entiendo que pienses eso, pero creo que no estoy equivocada. Pero olvidemos eso por ahora. Me gustaría que mañana intentaras sacarle a Liam temas más personales para seguir conociéndolo mejor.
-Sí, tienes razón, debería intentar conocerlo mejor. Pero tampoco quiero forzar las cosas ni parecer demasiado interesada, ¿no crees? Quiero que las cosas fluyan naturalmente.
-Claro, entiendo lo que quieres decir, pero a veces es necesario dar un pequeño empujón para que las cosas avancen. De todas formas, confío en que sabrás encontrar el equilibrio adecuado. Y si necesitas algún consejo o ayuda, ya sabes que me tienes para apoyarte.
-Gracias, Lola, eres una buena amiga. Espero que todo salga bien mañana.
-Si no tienes nada más que contarme, creo que es momento de que me desconecte. Podemos continuar la conversación mañana.
-Excelente, Lola, nos vemos mañana entonces. ¡Que tengas un buen día!
Sigo con la ropa de calle, así que voy al dormitorio a cambiarme.
"Lola sigue insistiendo con Liam, pero no entiendo por qué. No siento nada especial por él, ni siquiera me atrae sexualmente, así que no hay motivo para enamorarme."
Mientras me desvisto, reflexiono sobre esto en mi mente. Al quitar mi braga, noto que está húmeda, como si me hubiera orinado encima.
La tentación de tocarme es irresistible, y no puedo evitar meter mis dedos en mi vagina y sentir cómo la humedad se extiende. Mi mente está en blanco, sólo puedo pensar en el placer que me estoy dando. Mi vagina es un volcán de donde no deja de manar flujo.
Siempre había recurrido a la masturbación manual para satisfacer mis deseos sexuales, y con el tiempo cogí una habilidad que me proporcionaban unos orgasmos increíbles. Pero la monotonía de la misma técnica me llevó a buscar nuevas experiencias. Después de explorar algunas tiendas de sex-shop en línea, encontré un anuncio de un pene de silicona que reproducía exactamente el miembro de un famoso actor porno, aunque no recordaba su nombre. Pensé que sería interesante probarlo, ya que nunca me había introducido nada en mi vagina y que mejor para empezar que con un pene, aunque sea una imitación. Sin pensarlo demasiado, lo añadí a mi cesta de compra, junto con un tubo de lubricante recomendado por la misma tienda. En la pantalla del portátil, no parecía tan grande, pero cuando lo tuve en mi mano, me pareció enorme y lo volví a guardar en la caja. Tendría que haber prestado más atención a las medidas, pero la impresionante similitud con la realidad me había dejado cautivada.
Después de comprar el pene artificial de silicona, lo tuve guardado durante meses sin usarlo. Pero una noche, cansada de la monotonía de solo usar mis dedos para masturbarme, recordé la existencia del juguete y decidí probarlo. Era mucho más grande de lo que pensaba y esa primera vez, solo conseguí introducir la punta, pero aun así me proporcionó un gran placer combinado con las caricias de mis dedos. A partir de ese día, empecé a usarlo casi a diario y mejoró notablemente mis sesiones de masturbación.
Cuando estaba haciendo la maleta para el viaje, ya con todo listo para cerrarla, recordé que tenía el pene de silicona guardado. No sé por qué, pero decidí meterlo en la maleta sin tener la intención de usarlo durante el viaje. Y ahora iba a por él como una desesperada.
Decido buscar en mi maleta al juguete que ha sido mi compañero en muchas noches solitarias. Lo encuentro en un bolsillo escondido y lo llevo a la cama. Empezando por mis pechos, me pellizco los pezones y disfruto del placer que me doy a mí misma con mis manos. Sin embargo, mi cuerpo pide más y mi vagina exige algo de acción, aunque sea con un juguete sexual de silicona. No quiero reprimir mi deseo y sin lubricante, empiezo a introducir el juguete en mi hambrienta vagina, que lo acepta de buena gana. Pero todavía no es suficiente, necesito más intensidad. Por eso, con la ventosa en la base del juguete, lo coloco en el suelo y me pongo a cuatro patas como una perra para chuparlo. Saboreo mis propios fluidos y eso me excita aún más. En cuclillas, con el juguete apuntando a mi coño, me veo reflejada en el espejo. Me siento como una hembra en celo a punto de ser empalada por una polla de 20 centímetros. Me dejo caer lentamente sobre el juguete, sintiendo cómo mi coño se va adaptando a su tamaño. En el espejo, veo cómo el juguete desaparece dentro de mí, lo cual me provoca un intenso placer. Me retuerzo los pezones con fuerza, me froto el clítoris y muevo mi pelvis en círculos, disfrutando de la sensación de estar llena por dentro. Subo y bajo rápido, cada vez más rápido, botando sobre el juguete que se hunde cada vez más profundo. Cuando me doy cuenta, estoy ensartada en él y siento una mezcla de vergüenza y excitación al ver mi imagen en el espejo. Me vuelvo loca de placer, moviendo mi pelvis con rapidez. En el espejo, mis tetas rebotan con la intensidad de la cabalgada. De repente, mi imagen desaparece y en su lugar, veo el rostro de Liam mirándome con deseo, como si estuviera en el bar de nuevo.
-Liam…, fóllame fuerte…, Liam, fóllame…, métemela toda…, destrózame el coño…, Así Liam, así…, fóllame…, fóllame…, Liam…, fóllame…, Liam…,
El clímax que he experimentado ha sido el más intenso que he sentido nunca. Me siento agotada y sin fuerzas, con el pene de silicona todavía dentro de mi vagina. Al levantarme para retirarlo, noto el charco de líquido que se ha formado debajo de mí. Nunca había experimentado una descarga tan intensa, ha sido algo realmente increíble.
De pie, desnuda frente al espejo, con el consolador en la mano y el sudor recorriendo mi piel, me miro con el cabello desordenado y pegajoso. Me reprendo en voz alta por la situación en la que me encuentro.
-¿Liam? ¿de verdad? Estás fatal, Julia.
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La historia de Julia continua en:
Capítulo 6: Solo un beso (Just a Kiss).
Julia experimenta un cambio significativo en su confianza y seguridad. Su profesionalismo es puesto a prueba cuando se enfrenta a un director de empresa misógino y arrogante, a quien logra superar con inteligencia y determinación. A medida que el viaje avanza, Liam y Julia desarrollan una conexión más profunda, explorando temas como el machismo y los desafíos que enfrentan las mujeres en el ámbito profesional.