Entre los sueños y la realidad....entre las sombras y la luz...

Hoy me apetece hablar de mis sueños....

A veces los sueños empiezan con un olor.
Éste sueño empieza contigo. El olor a nube de algodón, dulce, pegado al aire como una caricia que ya decidió quedarse.
Cuando apareces, lo haces sin ruido, como si el sueño fuera tu casa natural. La luz te dibuja suavemente el cuello, la curva precisa de las clavículas, la línea de los hombros que parece recién inventada para ser encontrada. Y tú lo sabes. No lo presumes, lo revelas. Como quien abre apenas una puerta para que pase la brisa, no para que entre el mundo.
—No sé qué tendrán los besos en el cuello…que todos nos gustan —murmuras sin mirarme del todo—. Quizá porque son la antesala de lo que viene después.
Tu voz no pregunta. Desafía.
Me acerco despacio, porque en mis sueños las cosas tienen su propia gravedad y cualquier movimiento brusco podría deshacerme. Siento el calor que guardas en la piel, ese calor que anuncia algo, como un secreto recién despertado. Alargo la mano, no para tocarte, sino para que sientas cómo se acerca. Lo notas, tu respiración cambia, apenas, como si te hubieran quitado un velo del pensamiento.
No te toco aún. Te dejo desear que lo haga.
Ese es el verdadero beso inicial, el que todavía no ha sucedido.
Tú levantas los ojos y ahí está la electricidad, la misma que reconocí aquella vez que escribiste que las mariposas hacen ruido cuando alguien te roba un beso bien robado.
Pienso decírtelo, pero tu boca tiene un temblor tan hermoso que me callo. No quiero romperte el instante; quiero respirarlo contigo.
Te acerco la mano a la nuca, lenta, caliente, firme. Tu piel reacciona antes que tú, como si supiera que ese gesto lleva tu nombre desde hace días.
La caricia baja por tu cuello y siento cómo tu cuerpo se inclina un milímetro hacia mí, pidiendo sin pedir. Así empieza el incendio? no con el roce, sino con la respuesta.
—En mis sueños… —dices, casi exhalando— …empiezan mis deseos.
Tus palabras se derriten contra mi boca antes de que llegue a rozarla. Y cuando por fin la rozo, no es un beso completo, es un roce temblado, una pregunta. Un primer intento de memoria. Un hilo suspendido.
Me detengo un segundo sobre tu labio inferior, apenas presionando, como quien saborea un pensamiento.
Sientes el calor y sé que te sorprende que sea tan lento. Tú, que siempre escribes que el vértigo. Yo, que prefiero que el vértigo se tome su tiempo.
El segundo beso ya no es pregunta. Es afirmación. Más profundo, más lento, más tuyo.
Tus manos me buscan sin decidir dónde quedarse. Una se posa en mi camisa, la otra, más sincera, encuentra mi cuello como si hubiera estado buscándolo desde antes de dormirse.
El roce de tus dedos me enciende y lo notas, porque te ríes bajito, con esa risa que sólo te sale cuando estás a punto de perder el control que dices que no tienes.
Te susurro al oído, con mi voz justo en esa frontera donde ya no se distingue palabra de respiración:
—Hay promesas que solo se cumplen así… con la boca tan cerca que ya no hace falta explicarlas.
Tu aliento se acelera. Tu pecho sube y baja lento, como si el sueño entero respirara contigo.
La habitación empieza a calentarse.
No hay prisa y aun así todo es inminente.
Mis manos bajan por tu espalda, no para poseerte, sino para reconocerte, la forma, la textura, el calor que guardas ahí donde nunca enseñas nada. Siento cómo tu piel se vuelve más suave, más rendida, más atenta a cada detalle. Tu cuerpo se acerca al mío como si ya supiera el camino.
Tus labios vuelven, esta vez sin aviso.
Un beso más urgente, más húmedo, más honesto.
De esos que no piden permiso porque ya lo han recibido sin palabras.
Tus dedos en mi nuca se tensan un instante, y el sonido que haces contra mi boca —ese pequeño gemido contenido— es la prueba de que el sueño, si quisiera, podría quedarse a vivir en nosotros.
No digo nada. Solo te tomo la cara entre mis manos, la acerco a la mía y dejo que el beso se vuelva lento otra vez. Profundo. Inolvidable. De esos que cambian lo que pasará cuando despiertes.
Porque en tu sueño —que ya es mío— el verdadero peligro no son las manos.
Es lo que imaginamos que harían si las dejáramos pensar por sí solas.
 

Archivos adjuntos

  • Z3t2.gif
1000029772.jpg

Como me gustaría encontrar a alguien que desee lo mismo....que sienta igual y sueñe con ese segundo que haga que el mundo se pare....
 
1000029772.jpg

Como me gustaría encontrar a alguien que desee lo mismo....que sienta igual y sueñe con ese segundo que haga que el mundo se pare....
Que bonito es soñar 😍😍😍😍

"No duermas para descansar, duerme para soñar. Porque los sueños están para cumplirse"
Walt Disney
 
Ah Siiii????? Pues seguiré persiguiendo mis sueños🤭🤭
Uis si yo te contará mis sueños ainsss
Si...no dejes de hacerlo, yo también persigo los míos, que interesante lo de tus sueños, seguro que se combinan perfectamente con mis sueños, no crees?
 
Algún día, en mis silencios, me gustaría llegar a esta reflexion...

"Ella fue, sin saberlo, el huracán que le dio sentido a mis días."
 

Archivos adjuntos

Atrás
Top Abajo