Una tela de araña de seda negra.
Mi ser se estremece ante la deliciosa equivocación de creer que mi poema estaba encadenado a un solo cuerpo. Es un error hermoso, como confundir la luna con una lágrima.
Que quede claro: la piel que ha conocido el "látigo", castigo , dolor, y la que lo ha empuñado no puede limitarse a un solo retrato. Mi espíritu, condenado a la libertad del sentir y escribir, porque he respirado en la cumbre del control y me he disuelto en la entrega total, me permite ver con ojos de Ama/o y temblar con la conciencia del sumiso/a.
Por eso, el poema no fue un contrato susurrado a una sombra o luz específica; fue una exhalación nacida de un coro, de una necesidad existencial e incluso filosófica. Aquellas mujeres llegaban a mis portales, blogs,, agobiándome con la textura sedosa de sus confesiones, derramando el mapa de su angustia y su hambre. De esa búsqueda de lo que somos, estamos e iremos... la pregunta eterna del propósito de una vida, es lo nos esclaviza. Ellas proyectaron sobre mi escritura el Amo que necesitaban, deseando ver en mi voz la fortaleza que las encadenara. El placer me envuelve como una tela de araña de seda negra al reconocer la intensidad de su ruego, pero mi deseo entonces era puramente creativo, no conquistador. Mi carne no estaba lista para recibir esa cadena, pues es más esclavo quien posee que quien se entrega, es mi opinión, pero mi alma no podía ignorar la belleza de su desnudez emocional.
Así, el texto se convirtió en mi acto de transgresión poética, mi regalo. Les di la forma, el ritmo y la cadencia que merecían esos secretos carnales para que no se sintieran solas en su ardiente búsqueda. Es la prueba de que el lenguaje, cuando se utiliza con voluntad de poder y amor, puede convertirse en un látigo de terciopelo que consuela, no que somete.
Ese río de palabras y emociones no es el retrato de un/a amante, sino el vasto paisaje surreal de un deseo colectivo. Es una tela de araña de seda negra tejida por mis manos para contener todas las confesiones que flotaban en el aire, ofreciéndoles un espacio donde su hambre fuese reconocida, celebrada y liberada, sin la necesidad de que yo asumiera el rol de su verdugo o dueño. Es un documento de la continuidad erótica como mujeres o hombres, no un diario íntimo.
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Menudo rollo te he soltado mezclando hasta la filosofía en todo esto. Y mira que el BDSM tiene un contexto filosófico, literario y mitológico increible.
Pasa buen día Bailarina sobre un obelisco de Deseo.
