La curación de la hemorroísa
La Verónica se confunde a menudo con otra figura femenina mencionada en los Evangelios. Se trata de Berenice, más conocida como la
hemorroísa, una mujer a la que Cristo curó de una hemorragia interminable. El episodio se menciona en los
Evangelios sinópticos (Mateo 9,20-22; Marcos 5,25-34; Lucas 8,43-48). La confusión surgiría del hecho de que los nombres de las dos mujeres tienen
la misma etimología. De hecho, Verónica no es nada más que la traducción latina del nombre griego
Pherenike o
Berenike, cuyo significado es
fere nike, «que trae victoria». El nombre Verónica deriva de la forma latina de este nombre, es decir
Berenice, que conserva el significado de “portadora de la victoria” o “la que conduce a la victoria”. Sin embargo, con el tiempo Berenice se transformó en Verónica, para ajustarse a la forma eclesiástica
vera icona, “verdadera imagen”. La referencia es precisamente al Velo de la Verónica.
El episodio evangélico cuenta de
una mujer afectada por una hemorragia interminable que tocó a Jesús cuando Éste iba a casa de Jairo para curar a su hija enferma. La mujer, consciente de que su maldad la hacía impura a los ojos de Dios y de los hombres, intentó tocar a Jesús sin ser notada, rozando su manto, pero Él se volvió, preguntó quién lo había tocado, y la mujer temblorosa dio un paso al frente, explicando su gesto y anunciando que había sido curada. Entonces Jesús le dijo:
“Tu fe te ha salvado, vete en paz”.