El sábado dedicamos toda la mañana, mediodía y tarde, a visitas a Bodegas. Lo pasamos de lujo y las visitas guiadas por las bodegas es algo que recomiendo a todo el mundo. A la tarde nos fuimos a descansar un rato y luego salimos a cenar temprano, con la intención de volver a los apartamentos temprano también y dedicarnos a disfrutar de nosotros. Sobre las 10 o así ya estábamos de vuelta en el apartamento mío y de Carmen (el de la foto anterior). Era el más espacioso y sobre todo, el más bonito. Pusimos música y nos pusimos unos vermut que habíamos comprado por la mañana en una de las bodegas. Estuvimos bailando tranquilamente un rato, cambiando de parejas, dándonos picos y acariciándonos suavemente, hasta que al rato ya íbamos todos super cachondos y los picos se estaban convirtiendo en morreos y las caricias leves habían pasado a ser a masajes de polla por encima del pantalón y manos tocando coño por debajo de las faldas.
Antonio, que es el más bromista y alborotador, nos recordó lo que habíamos dicho por la mañana: hay que conseguir que José le folle el culo a Carmen. Fue decirlo y todos decir “sí!” (Incluso Carmen). Nos desnudamos todos, y Ana sacó un dildo pequeño y un plug anal también pequeño junto con una crema. Era un espectáculo vernos a todos rodeando la cama (la de la foto) y Carmen tumbada boca abajo, con la pelvis levantada. Cuando Ana iba a comenzar a ponerle crema para intentar meterle el plug o el dido, José dijo que primero un poco de lubricación manual vendría bien, así que se puso apoyado en la cama y comenzó a comerle el culo y el coño. No sé cómo no me corrí ahí mismo. Ver y escuchar la comida de coño y culo a tu mujer a menos de 1 metro es sencillamente alucinante. Al poco rato Antonio pidió el cambio y estuvo devorando a Carmen un rato, al punto de que Carmen tuvo un orgasmo maravilloso. Tenía el coño encharcado y el culo ya algo dilatado de los dedos que le habían metido José y Antonio, así que el dildo que tenía Ana le entró prácticamente sin esfuerzo, del tirón y hasta el fondo. José dijo “si al final no va a costar nada” y se puso detrás, se untó la polla de crema y le puso el capullo en el ojete. Yo pensé que los demás nos íbamos a poner a follar pero estábamos todos extasiados mirando, Carmen gimiendo suavemente al notar cómo el pollón de José le iba entrando, muy despacio. La verdad es que al final no le costó nada, José fue empujando despacio, centímetro a centímetro, hasta que la tenía metida hasta los huevos. Carmen solo dijo “joder” cuando notó que ya tenía todo el rabo dentro, y después dijo “fóllame, cabrón, fóllame”. José no se lo hizo repetir, comenzó a bombear despacio primero, y cuando cogió ritmo, empezó a darle más fuerte. Y cuando Carmen empezó a gritar de placer pidiendo más y más, la cogió del pelo y empezó a reventarla y azotarla diciéndole “puta, cerda, córrete, no querías leche pues vas a tener leche”, hasta que empezó a correrse gritando.
Yo estaba casi en trance, y sencillamente aluciné al ver retirarse el pollón de José, ver el ojete de mi mujer abierto a tope, y chorreando leche. Pensándolo ahora en frío debería haberme amorrado a mamar esa lefa saliendo, pero estaba como ido. Eva y Ana empezaron con las bromas con Carmen, diciéndole que a partir de ahora iba a querer siempre para el culo una polla de ese calibre. Como siempre me pasa, ver a mi mujer recién corrida, sudando un poco, la cara colorada y el pelo revuelto es el mayor afrodisiaco que existe. Verla así me da un morbo absoluto y me dan unas ganas locas de follar y correrme.