Akuaries
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...
García y su compañero se quedaron en la puerta del almacén, para que nadie entrara, esperando que llegaran los refuerzos, la verdad es que poca falta hacían ya, y que llegara Lita, la forense, ella sí que tendría trabajo allí dentro.
Álex, Mónica y Elvira subieron a la planta donde estaban las oficinas, un par de chicas los miraban extrañadas.
-¿Qué desean?
Les preguntaba una de las secretarias cuando escucharon un disparo en el despacho del rector, Elvira les hizo una señal con la mano a las chicas para que salieran de la oficina, salieron corriendo. Los tres se acercaron a la puerta del despacho del rector, con la pistola en la mano Elvira y Mónica, Álex la perdió en el almacén. Elvira giró el pomo de la puerta y la fue abriendo muy despacio, de pronto empujó la puerta y la abrió de par en par. El rector estaba sentado en el sillón de su mesa, con la cabeza para atrás, una pistola en la mano y los sesos esparcidos por la pared.
-¡Hostia! Se ha pegado un tiro en la cabeza.- Decía sorprendida Mónica.
-En la boca, se lo ha pegado en la boca y le ha salido por detrás.- La corregía Mónica.
Álex miraba fijamente al rector, le conocía de toda la vida y jamás sospechó que pudiera estar involucrado en algo así, por la pantalla del ordenador se veía la imagen de la cámara de seguridad, a su hijo en el suelo, con el cuello partido, muerto.
Se miraron los tres, Álex, Mónica y Elvira.
-Creo que hemos solucionado el caso, felicidades por vuestro trabajo.- Les dijo Elvira, después salió de la oficina.
Mónica salió detrás de ella, la paró en medio de las escaleras.
-Elvira, espera.
-¿Qué quieres Mónica?
-Bueno, quería agradecerte lo que has hecho hoy por mí.
-No he hecho nada, eres una buena policía.
-Sí que has hecho, ahora he entendido tu actitud conmigo toda la mañana, si no llegas a ponerme de la mala leche que me has puesto, no sé si hubiera podido aguantar la presión y disparar a ese tipo como lo he hecho ¿Sabes que ha sido la primera vez que he disparado a alguien?
-Pues lo has hecho muy bien, y con puntería, espero que no tengas que hacerlo nunca más. Me voy.
-Espera- Volvió a decirle Mónica agarrándola del hombro.- dime una cosa ¿Qué sientes por Álex?
Elvira le miró a los ojos, sonrió.
-Nada, ya te lo dije, Álex no es para mí, vosotros sí que hacéis una buena pareja…
Mónica la miraba con una sonrisilla, dejándole claro que no se la creía.
-Mira Mónica, no te voy a negar que le quiero mucho, como amigo, como amigos que somos desde pequeños, nada más, ya probamos ser pareja y no funcionó, por mí culpa, te lo reconozco, no es pareja para mí. Sé que seréis muy felices juntos, se os nota, no me meteré en medio de vosotros, no te preocupes.
Mónica le sonrió, le pareció sincero lo que le decía Elvira. Escuchó unos pasos, miró arriba de la escalera y apareció Álex, subió a ayudarlo.
-No hace falta, puedo caminar solo.- Le decía Álex.
-Es una escusa para agarrarte por la cintura e ir enganchada a ti cariño.- Reía Mónica.
-Te quiero mucho, lo sabes ¿Verdad?
-Ya lo creo que lo sé, nadie se había jugado la vida por mí ¿Cómo quieres que no lo sepa?
-Bueno, no lo he pensado mucho, tal vez si me hubiera parado a pensar lo que duele que te disparen no lo habría hecho.
Reía Álex, a la vez que se quejaba del dolor de la espalda al reírse.
-Calla tonto, y no te rías que te duele la espalda, venga, vamos a ver a Lita, que te mire la espalda.
-No hace falta Mónica…
-Ya lo creo que hace falta, tiene que doler que te peguen un balazo encima del chaleco.
-¡Joder si duele!
Volvieron a la entrada del almacén, Lita estaba hablando con la agente García, había un montón de coches de policía y la furgoneta de la forense.
-Creo que esto es tuyo.- Le decía García a Álex, enseñándole su pistola.- la han encontrado tirada por ahí dentro.
-Hola Lita ¿Lo has visto?- Le preguntaba Álex mientras guardaba en la funda el arma que le entregó García.
-Gracias chicos, gracias a vosotros podré enterrar a mi hermana como se merece, puede que tarde en encontrarla, ahí dentro hay muchas tumbas, pero la encontraré.
-A Álex le han disparado ¿Puedes mirarle la espalda por favor?- Le pedía Mónica a Lita.
Lita lo miró.
-Va, quítate el chaleco, a ver que tienes.
-No hace falta…- Empezaba a decir Álex.
-Que te lo quites ¡Coño!- Le ordenó Mónica, mientras se quitaba ella el suyo, entregándoselo a García para que lo guardara en el coche patrulla.
-¡Joder! ¿Por qué me tengo que enamorar de mujeres con tanto carácter?
La agente García, Lita y Mónica reían, él se intentaba quitar el chaleco, no podía, Mónica le ayudó, se giró para enseñarle la espalda a Lita, mientras Mónica volvía a meter el dedo dentro del agujero de la bala en el chaleco.
-Menos mal que el chaleco ha hecho su trabajo.- Le decía García a Mónica.
-Ya lo creo, le han disparado desde muy cerca.
Lita le subía la ropa por la espalda.
-¡Joder! Que hematoma tío, Mónica, acompáñalo al hospital, ahora llamo a un compañero para que le haga unas pruebas, tenemos que descartar que tenga lesiones internas.
-¿Quieres decir?- Preguntaba Álex sin ganas de ir al hospital.
Mónica lo miraba con los ojos muy abiertos, Álex hacía una mueca y confirmaba con la cabeza que de acuerdo.
-Yo os llevo.- Se ofreció García.
Mónica se lo agradeció, se subieron en el coche patrulla con García y su compañero, Álex pensaba.
-No entiendo que hacía el carnicero con esta gente, lo conozco, bueno, lo conocía desde siempre, desde que éramos críos.- Reflexionaba en voz alta Álex.
-Creo que hace tiempo que no tienes contacto con él ¿No? ¿O me equivoco?- Preguntaba Mónica.
-Sí, es cierto que hace años que solo nos vemos por casualidad, pero no sé, no me lo puedo imaginar haciendo esas cosas.
-Yo juraría que él y el secretario judicial, fueron los que tiraron el cuerpo de Magui en aquel agujero de la obra.
-Es posible, supongo que Lita nos dirá si habían huellas de ellos en la furgoneta.
-Por cierto ¿Has visto a Elvira?- Le preguntaba Mónica a García.
-Sí, me ha felicitado por la operación antes de irse, le ha pedido a Benítez que la acompañara y se ha ido con él.
-Qué raro que no se quedara en el almacén.- Opinaba Álex.
-Ha hablado con Lita, la ha dejado a ella de responsable de los trabajos allí dentro. Otros compañeros esperaban al juez para el levantamiento de los cadáveres.
Benítez dejó a Elvira en la comisaría, se dirigió a la oficina del comisario, entró, el comisario la miró.
-¿Todo bien?
-No sé, dígamelo usted.
-Perdone Elvira, no sé qué quiere que le diga.
-Nos estaban esperando ¿Qué coño ha pasado? Alguien ha hablado, los han avisado.
Al comisario le cambiaba la cara, no sabía que decirle.
-¡Vale! Si no ha sido usted ha sido el juez ¡Hijo de puta!
-Lo siento Elvira.- Se disculpaba el comisario.
-Le presento el informe y me iré.
Estaban llegando al hospital cuando sonó el teléfono de García, mantuvo una conversación y colgó la llamada.
-Era Benítez, Elvira le ha explicado que ha pasado y viene también al hospital.- Les informaba García a sus compañeros.
Nada más entrar en el hospital una enfermera se hizo cargo de Álex, lo acompañó y le hicieron una radiografía y una ecografía de la espalda. Mientras a él lo atendían, García y Mónica esperaban en la sala de espera, el compañero de García se quedó custodiando el coche patrulla. Al poco rato llegó Benítez con Susan, se abrazó con Mónica y García.
-Benítez me lo ha explicado todo, que fuerte ¿No? La policía pegando tiros en esta ciudad, eso ya es lo último.- Les decía Susan.
-Sobre todo ella que se ha cargado a uno de los malos.- Decía García.
-Y tú, que has vaciado un cargador entero.- Le respondía Mónica.
-¿Has vaciado un cargador disparando?- Preguntaba sorprendido Benítez.
-Sí hijo, no he dado ni una, que mala puntería tengo ¡Coño!
-Bueno, bueno… gracias a eso hemos podido salir vivos de ahí.- Recordaba con tristeza Mónica.
-¿Álex está bien? Me ha dicho que ha recibido un balazo en la espalda.- Preguntaba Susan preocupada.
-Está bien, el chaleco antibalas ha funcionado y parece que solo es un golpe.- Le explicaba Mónica.- Lo ha recibido por mí, me ha salvado la vida.
-¿Qué dices? ¿Eso ha hecho? ¡Joder! Eso tiene que ser una señal Mónica.- Le decía emocionada Susan.
Mónica se acercó a ella para hablarle flojito y que nadie se enterara.
-Y me ha dicho que me quería, allí mismo, cuando estaban a punto de matarnos.
-¡Hostia! Cásate con él, ni te lo pienses.
Dijo levantando la voz Susan, los demás reían, aunque algunos no sabían porque lo decía.
En ese momento, en la televisión de la sala de espera, salía el comisario desde la puerta de la universidad, explicando lo ocurrido a la televisión local y otras a nivel nacional. Entró Álex acompañado de un médico.
-Todo está bien, es un fuerte hematoma que en los próximos días mejorará.- Les dijo el médico.
-Le he pedido que os lo cuente él, a mí seguro que no me habríais creído.- Se cachondeaba Álex.
Mónica se acercó a él y le abrazó, solo tenía ganas de abrazarlo, de cuidarlo, de demostrarle todo el amor que sentía por él, Álex le miró con ternura a los ojos y le dio un beso en los labios.
-Bueno chicos, se está haciendo tarde y nosotros hemos acabado nuestro turno ¿Queréis que os dejemos en algún sitio?- Preguntaba García.
-Ya los acompañaremos nosotros- Dijo Benítez.- no los llevéis en el asiento trasero del coche patrulla, va a parecer que los lleváis detenidos y son unos héroes.
Todos reían saliendo del hospital, García y su compañero se fueron a la comisaría, Susan y Benítez acompañaban en el coche a Álex y Mónica al apartamento de Álex.
-Decirme una cosa- Les decía Benítez.- ¿Qué se siente cuando…? Quiero decir… cuando se…
-¿Cuándo se mata a alguien? ¿Es esa la pregunta?- Acababa la frase Mónica.
-Sí, esa era la pregunta.- Confirmaba Benítez.
-Pues mira, Álex no sé que habrá sentido, yo te aseguro que son unas emociones muy raras, esos tíos han estado a punto de matarnos a los tres, Álex estaba en el suelo retorciéndose de dolor por parar un balazo que iba para mí, en ese momento, simplemente tenía muy claro lo que tenía que hacer, he agarrado la pistola, he apuntado al pecho del agresor y sin pensarlo he disparado dos veces, he podido ver como acertaba y como se desplomaba ese hombre. Después, cuando me ha bajado la adrenalina, es cuando he sido consciente que había quitado una vida…
-Bueno, en este caso… o la quitabas tú o te la quitaban a ti.- Apuntaba Susan.
-Exactamente, así ha sido- Lo confirmaba Álex.- yo me he peleado con un tipo que me agarraba del cuello por detrás y me estaba estrangulando, al final, él ha caído de unos tres metros y medio o cuatro y se ha partido el cuello, es una sensación rara, lo mío ha sido una pelea cuerpo a cuerpo, te sientes muy cerca de él, es diferente supongo a dispararle manteniendo una distancia, aunque la situación es la misma, estuvo a punto de partirme el cuello, en ese momento piensas que es él o tú, supongo que es un mecanismo de defensa del cuerpo, reaccionas, haces lo que tienes que hacer y después piensas con más tranquilidad.
-¡Joder que fuerte! Espero no encontrarme nunca en esa situación.- Les decía Benítez.
-Chicos, yo estaba pensando- Hablaba Susan.- esos tíos que os han atacado ¿Son los mismos que mataron a Soria?
Se hizo un silencio. Mónica fue la que se decidió a hablar.
-Estoy segura que la furgoneta que hemos visto dentro del almacén tendrá las huellas dactilares de esos. Ellos mataron a Magui y la trasladaron a la obra aquella, ellos mataron a Soria y la señora de los gatos, seguro, la verdad, es que todavía no entiendo que pinta en todo esto la muerte de Catwoman y Soria.
-Tendremos que esperar al informe de Elvira, ella tiene mucha más información que nosotros, ella sabía que existía esa conexión entre La Destartalá y la universidad, en cuanto sepa algo te lo diré Susan, no te preocupes.- Le decía Álex.
Los dejaron delante del apartamento de Álex, al entrar en la propiedad les salió a saludar la señora Satu.
-Hola chicos ¿Cómo ha ido todo por aquí estos días?
-¿Ya ha vuelto señora Satu?- Le preguntaba Mónica.
-Sí, hace un rato que he llegado ¿Estás bien Álex? Te veo raro.
-Sí, no se preocupe, es solo un golpe. Una cosa ¿Usted no me dijo en una ocasión que no tenía familia?
La señora Satu lo miraba fijamente en silencio.
-Bueno hombre, no tengo familia… pero tengo personas con las que estar que son como si fueran de mi familia.
-¿Qué le estás preguntando? Anda, vamos para arriba. Desde que se ha dado ese golpe en la espalda está un poco raro, le debe de haber afectado a la cabeza.- Se cachondeaba Mónica, agarrándose a Álex para ayudarlo a subir las escaleras.
Entraron en el apartamento, Álex se fue quitando la ropa, la dejó toda encima de la cama, en pelotas, caminaba para meterse en la ducha. Mónica lo miraba con una sonrisilla, se sentía más enamorada y más tonta por él que nunca. Álex se metió en la ducha, puso en marcha el agua, cuando la tenía a la temperatura adecuada, metió la cabeza mojándose la melena, mientras suspiraba intentando relajarse, notó como por detrás Mónica le pasaba las manos hacía delante acariciándole los pectorales, las fue bajando hasta agarrarle la polla, con una mano le pajeaba la polla lentamente y con la otra le amasaba los huevos, sabía que eso le gustaba mucho a Álex.
-No has dudado en ponerte entre esa bala y yo- Le susurraba Mónica al oído.- si no lo llegas a hacer ahora estaría muerta.
Álex se giró, le pasó las manos por la espalda agarrándole el culo.
-¿Sabes…?- Empezaba a decir Álex.
-Dime.- Le contestaba Mónica sin dejar de pajearlo y amasarle los huevos.
-Mientras corría… veía como te estaba apuntando aquel tío, solo pensaba, tienes que llegar, tienes que llegar a tiempo, me asustaba pensar que te podía pasar algo, que te mataran, cuando os he visto allí, en el suelo, indefensas, esperando que aquellos cabrones dispararan, me he dado cuenta de lo que siento por ti, es como si se me hubieran abierto los ojos de golpe, ver que te podía perder para siempre… ¡Dios! Qué locura, te quiero Mónica, sé que he tenido dudas en algún momento, ya no las tengo, quiero estar contigo, que nos conozcamos bien, y si tú quieres… no sé, compartir la vida, me encantaría compartir mi vida contigo, si tú quieres, claro.
-¿Cómo no voy a querer? Si eres mi príncipe salvador.
-¡Coño! Ya te estás cachondeando…
Mónica le apretaba la polla, Álex la tenía dura como una piedra, se arrodilló delante de él.
-Te la voy a comer como a ti te gusta, me la voy a comer entera.
Le decía Mónica metiéndose la polla en la boca, él se tensó, que bien se lo pasaba cada vez que se la mamaba, lo ponía a cien. Álex gemía descontrolado de gusto y Mónica le comía la polla con todas sus ganas. Cuando pensó que estaba a punto de correrse, Álex le sacó la polla de la boca, la levantó, le besó la boca con pasión, la giró, ella apoyó las manos en la pared de cristal de la mampara de la ducha, sacó el culo, lo levantó y le ofreció a su amante el coño totalmente dispuesto para que la penetrara. Eso es lo que hizo Álex, no se lo pensó ni un momento, le apuntó la polla en el agujerito del coño, apretó un poco y empezó a entrar sin ninguna dificultad, comiéndole la polla Mónica se había mojado un montón de la excitación, Álex siguió penetrándola, hasta que no pudo más. Los dos suspiraron de gusto, él fue moviéndose lentamente al principio, aumentando el ritmo de sus caderas adelante y atrás progresivamente, Mónica se puso de puntillas, el gusto era tremendo, con las manos y la cara apoyadas en la pared de la ducha no paraba de gritar, gemir y suspirar. Eso excitaba a Álex que gruñía en cada penetración, en esos momentos se estaba follando a Mónica muy duro, golpeando contra su culo en cada pollazo. Lógicamente llegó lo que tenía que llegar, Mónica se corrió gritando, temblándole las piernas. Aprovechó que le temblaban las piernas para dejarse caer y arrodillarse, girarse y agarrarle la polla a su pareja, Álex apoyó su espalda en la pared, sabía que lo que le iba hacer Mónica lo volvería loco, y no se equivocó, la polla desapareció entera dentro de la boca y garganta de Mónica, entraba y salía, ella se la apretaba con los labios y la succionaba cuando salía. Álex, con una mano encima de la cabeza de Mónica, acariciándole el pelo, gruñía, gritaba, cerraba los ojos, sabía que la corrida iba a ser monumental. Ella también lo notaba, la manera como se movía él, casi involuntariamente se lo indicaba, y no tardó mucho en ocurrir, en cuanto Mónica le agarró y amasó un poco los huevos, Álex empezó a soltarle lechazos dentro de la garganta, ella seguía amasándole los huevos sin dejar de meterse y sacarse la polla de la boca, tragándose y disfrutando de cada eyaculación de Álex.
Al acabar, seguía cayéndoles el agua de la ducha encima de sus cuerpos, un agua purificadora que los relajaba del día tan estresante que habían vivido. Álex ayudó a Mónica a levantarse, se abrazaron, él le besaba la cabeza apretándola entre sus brazos, ella se dejaba querer, desde que empezó la extraña relación con él, por primera vez notaba que tenían una relación ‘normal’, una relación recíproca, donde los dos se querían y respetaban. Álex, por su parte, se sentía liberado, por fin pudo abrirse y decirle a Mónica lo que sentía por ella, sin dudas, sin titubeos por la imagen de Elvira, había podido superar la separación y se sentía totalmente listo para enderezar su vida con una mujer como Mónica, una mujer que físicamente le gustó desde el primer día que la vio, una mujer con la que un tiempo más tarde, después de conocerla y saber el carácter que tenía, pensó que con ella podría quitarse la espina que le dejó clavada Elvira, de lo que no se dio cuenta es de que en realidad, tenía que quitarse primero la espina para poder darle como pareja todo lo que se merecía Mónica. Y eso es lo que había ocurrido, en el momento que tuvo que decidir a quién salvaba, si a Elvira o a Mónica, por cuál de ellas se jugaba su propia vida, lo hizo por Mónica, durante el corto tiempo que estuvo corriendo a toda la velocidad que le daban las piernas, solo pensaba en Mónica, en que no le hicieran daño, no tuvo ninguna duda, ni pensó en Elvira, su único objetivo era proteger a Mónica, cuando recibió el balazo, en aquel instante que cruzó su mirada con la de Mónica, se dio cuenta de todo, la quería más que a su vida.
Se ducharon, se besaron infinidad de veces, los dos sabían que si aquella noche podían hacerlo era por suerte, por mucha suerte, estaban a punto de morir los dos y si no llega a ser por la agente García que se armó de valor para entrar, seguramente en aquel instante estarían en el depósito de cadáveres.
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García y su compañero se quedaron en la puerta del almacén, para que nadie entrara, esperando que llegaran los refuerzos, la verdad es que poca falta hacían ya, y que llegara Lita, la forense, ella sí que tendría trabajo allí dentro.
Álex, Mónica y Elvira subieron a la planta donde estaban las oficinas, un par de chicas los miraban extrañadas.
-¿Qué desean?
Les preguntaba una de las secretarias cuando escucharon un disparo en el despacho del rector, Elvira les hizo una señal con la mano a las chicas para que salieran de la oficina, salieron corriendo. Los tres se acercaron a la puerta del despacho del rector, con la pistola en la mano Elvira y Mónica, Álex la perdió en el almacén. Elvira giró el pomo de la puerta y la fue abriendo muy despacio, de pronto empujó la puerta y la abrió de par en par. El rector estaba sentado en el sillón de su mesa, con la cabeza para atrás, una pistola en la mano y los sesos esparcidos por la pared.
-¡Hostia! Se ha pegado un tiro en la cabeza.- Decía sorprendida Mónica.
-En la boca, se lo ha pegado en la boca y le ha salido por detrás.- La corregía Mónica.
Álex miraba fijamente al rector, le conocía de toda la vida y jamás sospechó que pudiera estar involucrado en algo así, por la pantalla del ordenador se veía la imagen de la cámara de seguridad, a su hijo en el suelo, con el cuello partido, muerto.
Se miraron los tres, Álex, Mónica y Elvira.
-Creo que hemos solucionado el caso, felicidades por vuestro trabajo.- Les dijo Elvira, después salió de la oficina.
Mónica salió detrás de ella, la paró en medio de las escaleras.
-Elvira, espera.
-¿Qué quieres Mónica?
-Bueno, quería agradecerte lo que has hecho hoy por mí.
-No he hecho nada, eres una buena policía.
-Sí que has hecho, ahora he entendido tu actitud conmigo toda la mañana, si no llegas a ponerme de la mala leche que me has puesto, no sé si hubiera podido aguantar la presión y disparar a ese tipo como lo he hecho ¿Sabes que ha sido la primera vez que he disparado a alguien?
-Pues lo has hecho muy bien, y con puntería, espero que no tengas que hacerlo nunca más. Me voy.
-Espera- Volvió a decirle Mónica agarrándola del hombro.- dime una cosa ¿Qué sientes por Álex?
Elvira le miró a los ojos, sonrió.
-Nada, ya te lo dije, Álex no es para mí, vosotros sí que hacéis una buena pareja…
Mónica la miraba con una sonrisilla, dejándole claro que no se la creía.
-Mira Mónica, no te voy a negar que le quiero mucho, como amigo, como amigos que somos desde pequeños, nada más, ya probamos ser pareja y no funcionó, por mí culpa, te lo reconozco, no es pareja para mí. Sé que seréis muy felices juntos, se os nota, no me meteré en medio de vosotros, no te preocupes.
Mónica le sonrió, le pareció sincero lo que le decía Elvira. Escuchó unos pasos, miró arriba de la escalera y apareció Álex, subió a ayudarlo.
-No hace falta, puedo caminar solo.- Le decía Álex.
-Es una escusa para agarrarte por la cintura e ir enganchada a ti cariño.- Reía Mónica.
-Te quiero mucho, lo sabes ¿Verdad?
-Ya lo creo que lo sé, nadie se había jugado la vida por mí ¿Cómo quieres que no lo sepa?
-Bueno, no lo he pensado mucho, tal vez si me hubiera parado a pensar lo que duele que te disparen no lo habría hecho.
Reía Álex, a la vez que se quejaba del dolor de la espalda al reírse.
-Calla tonto, y no te rías que te duele la espalda, venga, vamos a ver a Lita, que te mire la espalda.
-No hace falta Mónica…
-Ya lo creo que hace falta, tiene que doler que te peguen un balazo encima del chaleco.
-¡Joder si duele!
Volvieron a la entrada del almacén, Lita estaba hablando con la agente García, había un montón de coches de policía y la furgoneta de la forense.
-Creo que esto es tuyo.- Le decía García a Álex, enseñándole su pistola.- la han encontrado tirada por ahí dentro.
-Hola Lita ¿Lo has visto?- Le preguntaba Álex mientras guardaba en la funda el arma que le entregó García.
-Gracias chicos, gracias a vosotros podré enterrar a mi hermana como se merece, puede que tarde en encontrarla, ahí dentro hay muchas tumbas, pero la encontraré.
-A Álex le han disparado ¿Puedes mirarle la espalda por favor?- Le pedía Mónica a Lita.
Lita lo miró.
-Va, quítate el chaleco, a ver que tienes.
-No hace falta…- Empezaba a decir Álex.
-Que te lo quites ¡Coño!- Le ordenó Mónica, mientras se quitaba ella el suyo, entregándoselo a García para que lo guardara en el coche patrulla.
-¡Joder! ¿Por qué me tengo que enamorar de mujeres con tanto carácter?
La agente García, Lita y Mónica reían, él se intentaba quitar el chaleco, no podía, Mónica le ayudó, se giró para enseñarle la espalda a Lita, mientras Mónica volvía a meter el dedo dentro del agujero de la bala en el chaleco.
-Menos mal que el chaleco ha hecho su trabajo.- Le decía García a Mónica.
-Ya lo creo, le han disparado desde muy cerca.
Lita le subía la ropa por la espalda.
-¡Joder! Que hematoma tío, Mónica, acompáñalo al hospital, ahora llamo a un compañero para que le haga unas pruebas, tenemos que descartar que tenga lesiones internas.
-¿Quieres decir?- Preguntaba Álex sin ganas de ir al hospital.
Mónica lo miraba con los ojos muy abiertos, Álex hacía una mueca y confirmaba con la cabeza que de acuerdo.
-Yo os llevo.- Se ofreció García.
Mónica se lo agradeció, se subieron en el coche patrulla con García y su compañero, Álex pensaba.
-No entiendo que hacía el carnicero con esta gente, lo conozco, bueno, lo conocía desde siempre, desde que éramos críos.- Reflexionaba en voz alta Álex.
-Creo que hace tiempo que no tienes contacto con él ¿No? ¿O me equivoco?- Preguntaba Mónica.
-Sí, es cierto que hace años que solo nos vemos por casualidad, pero no sé, no me lo puedo imaginar haciendo esas cosas.
-Yo juraría que él y el secretario judicial, fueron los que tiraron el cuerpo de Magui en aquel agujero de la obra.
-Es posible, supongo que Lita nos dirá si habían huellas de ellos en la furgoneta.
-Por cierto ¿Has visto a Elvira?- Le preguntaba Mónica a García.
-Sí, me ha felicitado por la operación antes de irse, le ha pedido a Benítez que la acompañara y se ha ido con él.
-Qué raro que no se quedara en el almacén.- Opinaba Álex.
-Ha hablado con Lita, la ha dejado a ella de responsable de los trabajos allí dentro. Otros compañeros esperaban al juez para el levantamiento de los cadáveres.
Benítez dejó a Elvira en la comisaría, se dirigió a la oficina del comisario, entró, el comisario la miró.
-¿Todo bien?
-No sé, dígamelo usted.
-Perdone Elvira, no sé qué quiere que le diga.
-Nos estaban esperando ¿Qué coño ha pasado? Alguien ha hablado, los han avisado.
Al comisario le cambiaba la cara, no sabía que decirle.
-¡Vale! Si no ha sido usted ha sido el juez ¡Hijo de puta!
-Lo siento Elvira.- Se disculpaba el comisario.
-Le presento el informe y me iré.
Estaban llegando al hospital cuando sonó el teléfono de García, mantuvo una conversación y colgó la llamada.
-Era Benítez, Elvira le ha explicado que ha pasado y viene también al hospital.- Les informaba García a sus compañeros.
Nada más entrar en el hospital una enfermera se hizo cargo de Álex, lo acompañó y le hicieron una radiografía y una ecografía de la espalda. Mientras a él lo atendían, García y Mónica esperaban en la sala de espera, el compañero de García se quedó custodiando el coche patrulla. Al poco rato llegó Benítez con Susan, se abrazó con Mónica y García.
-Benítez me lo ha explicado todo, que fuerte ¿No? La policía pegando tiros en esta ciudad, eso ya es lo último.- Les decía Susan.
-Sobre todo ella que se ha cargado a uno de los malos.- Decía García.
-Y tú, que has vaciado un cargador entero.- Le respondía Mónica.
-¿Has vaciado un cargador disparando?- Preguntaba sorprendido Benítez.
-Sí hijo, no he dado ni una, que mala puntería tengo ¡Coño!
-Bueno, bueno… gracias a eso hemos podido salir vivos de ahí.- Recordaba con tristeza Mónica.
-¿Álex está bien? Me ha dicho que ha recibido un balazo en la espalda.- Preguntaba Susan preocupada.
-Está bien, el chaleco antibalas ha funcionado y parece que solo es un golpe.- Le explicaba Mónica.- Lo ha recibido por mí, me ha salvado la vida.
-¿Qué dices? ¿Eso ha hecho? ¡Joder! Eso tiene que ser una señal Mónica.- Le decía emocionada Susan.
Mónica se acercó a ella para hablarle flojito y que nadie se enterara.
-Y me ha dicho que me quería, allí mismo, cuando estaban a punto de matarnos.
-¡Hostia! Cásate con él, ni te lo pienses.
Dijo levantando la voz Susan, los demás reían, aunque algunos no sabían porque lo decía.
En ese momento, en la televisión de la sala de espera, salía el comisario desde la puerta de la universidad, explicando lo ocurrido a la televisión local y otras a nivel nacional. Entró Álex acompañado de un médico.
-Todo está bien, es un fuerte hematoma que en los próximos días mejorará.- Les dijo el médico.
-Le he pedido que os lo cuente él, a mí seguro que no me habríais creído.- Se cachondeaba Álex.
Mónica se acercó a él y le abrazó, solo tenía ganas de abrazarlo, de cuidarlo, de demostrarle todo el amor que sentía por él, Álex le miró con ternura a los ojos y le dio un beso en los labios.
-Bueno chicos, se está haciendo tarde y nosotros hemos acabado nuestro turno ¿Queréis que os dejemos en algún sitio?- Preguntaba García.
-Ya los acompañaremos nosotros- Dijo Benítez.- no los llevéis en el asiento trasero del coche patrulla, va a parecer que los lleváis detenidos y son unos héroes.
Todos reían saliendo del hospital, García y su compañero se fueron a la comisaría, Susan y Benítez acompañaban en el coche a Álex y Mónica al apartamento de Álex.
-Decirme una cosa- Les decía Benítez.- ¿Qué se siente cuando…? Quiero decir… cuando se…
-¿Cuándo se mata a alguien? ¿Es esa la pregunta?- Acababa la frase Mónica.
-Sí, esa era la pregunta.- Confirmaba Benítez.
-Pues mira, Álex no sé que habrá sentido, yo te aseguro que son unas emociones muy raras, esos tíos han estado a punto de matarnos a los tres, Álex estaba en el suelo retorciéndose de dolor por parar un balazo que iba para mí, en ese momento, simplemente tenía muy claro lo que tenía que hacer, he agarrado la pistola, he apuntado al pecho del agresor y sin pensarlo he disparado dos veces, he podido ver como acertaba y como se desplomaba ese hombre. Después, cuando me ha bajado la adrenalina, es cuando he sido consciente que había quitado una vida…
-Bueno, en este caso… o la quitabas tú o te la quitaban a ti.- Apuntaba Susan.
-Exactamente, así ha sido- Lo confirmaba Álex.- yo me he peleado con un tipo que me agarraba del cuello por detrás y me estaba estrangulando, al final, él ha caído de unos tres metros y medio o cuatro y se ha partido el cuello, es una sensación rara, lo mío ha sido una pelea cuerpo a cuerpo, te sientes muy cerca de él, es diferente supongo a dispararle manteniendo una distancia, aunque la situación es la misma, estuvo a punto de partirme el cuello, en ese momento piensas que es él o tú, supongo que es un mecanismo de defensa del cuerpo, reaccionas, haces lo que tienes que hacer y después piensas con más tranquilidad.
-¡Joder que fuerte! Espero no encontrarme nunca en esa situación.- Les decía Benítez.
-Chicos, yo estaba pensando- Hablaba Susan.- esos tíos que os han atacado ¿Son los mismos que mataron a Soria?
Se hizo un silencio. Mónica fue la que se decidió a hablar.
-Estoy segura que la furgoneta que hemos visto dentro del almacén tendrá las huellas dactilares de esos. Ellos mataron a Magui y la trasladaron a la obra aquella, ellos mataron a Soria y la señora de los gatos, seguro, la verdad, es que todavía no entiendo que pinta en todo esto la muerte de Catwoman y Soria.
-Tendremos que esperar al informe de Elvira, ella tiene mucha más información que nosotros, ella sabía que existía esa conexión entre La Destartalá y la universidad, en cuanto sepa algo te lo diré Susan, no te preocupes.- Le decía Álex.
Los dejaron delante del apartamento de Álex, al entrar en la propiedad les salió a saludar la señora Satu.
-Hola chicos ¿Cómo ha ido todo por aquí estos días?
-¿Ya ha vuelto señora Satu?- Le preguntaba Mónica.
-Sí, hace un rato que he llegado ¿Estás bien Álex? Te veo raro.
-Sí, no se preocupe, es solo un golpe. Una cosa ¿Usted no me dijo en una ocasión que no tenía familia?
La señora Satu lo miraba fijamente en silencio.
-Bueno hombre, no tengo familia… pero tengo personas con las que estar que son como si fueran de mi familia.
-¿Qué le estás preguntando? Anda, vamos para arriba. Desde que se ha dado ese golpe en la espalda está un poco raro, le debe de haber afectado a la cabeza.- Se cachondeaba Mónica, agarrándose a Álex para ayudarlo a subir las escaleras.
Entraron en el apartamento, Álex se fue quitando la ropa, la dejó toda encima de la cama, en pelotas, caminaba para meterse en la ducha. Mónica lo miraba con una sonrisilla, se sentía más enamorada y más tonta por él que nunca. Álex se metió en la ducha, puso en marcha el agua, cuando la tenía a la temperatura adecuada, metió la cabeza mojándose la melena, mientras suspiraba intentando relajarse, notó como por detrás Mónica le pasaba las manos hacía delante acariciándole los pectorales, las fue bajando hasta agarrarle la polla, con una mano le pajeaba la polla lentamente y con la otra le amasaba los huevos, sabía que eso le gustaba mucho a Álex.
-No has dudado en ponerte entre esa bala y yo- Le susurraba Mónica al oído.- si no lo llegas a hacer ahora estaría muerta.
Álex se giró, le pasó las manos por la espalda agarrándole el culo.
-¿Sabes…?- Empezaba a decir Álex.
-Dime.- Le contestaba Mónica sin dejar de pajearlo y amasarle los huevos.
-Mientras corría… veía como te estaba apuntando aquel tío, solo pensaba, tienes que llegar, tienes que llegar a tiempo, me asustaba pensar que te podía pasar algo, que te mataran, cuando os he visto allí, en el suelo, indefensas, esperando que aquellos cabrones dispararan, me he dado cuenta de lo que siento por ti, es como si se me hubieran abierto los ojos de golpe, ver que te podía perder para siempre… ¡Dios! Qué locura, te quiero Mónica, sé que he tenido dudas en algún momento, ya no las tengo, quiero estar contigo, que nos conozcamos bien, y si tú quieres… no sé, compartir la vida, me encantaría compartir mi vida contigo, si tú quieres, claro.
-¿Cómo no voy a querer? Si eres mi príncipe salvador.
-¡Coño! Ya te estás cachondeando…
Mónica le apretaba la polla, Álex la tenía dura como una piedra, se arrodilló delante de él.
-Te la voy a comer como a ti te gusta, me la voy a comer entera.
Le decía Mónica metiéndose la polla en la boca, él se tensó, que bien se lo pasaba cada vez que se la mamaba, lo ponía a cien. Álex gemía descontrolado de gusto y Mónica le comía la polla con todas sus ganas. Cuando pensó que estaba a punto de correrse, Álex le sacó la polla de la boca, la levantó, le besó la boca con pasión, la giró, ella apoyó las manos en la pared de cristal de la mampara de la ducha, sacó el culo, lo levantó y le ofreció a su amante el coño totalmente dispuesto para que la penetrara. Eso es lo que hizo Álex, no se lo pensó ni un momento, le apuntó la polla en el agujerito del coño, apretó un poco y empezó a entrar sin ninguna dificultad, comiéndole la polla Mónica se había mojado un montón de la excitación, Álex siguió penetrándola, hasta que no pudo más. Los dos suspiraron de gusto, él fue moviéndose lentamente al principio, aumentando el ritmo de sus caderas adelante y atrás progresivamente, Mónica se puso de puntillas, el gusto era tremendo, con las manos y la cara apoyadas en la pared de la ducha no paraba de gritar, gemir y suspirar. Eso excitaba a Álex que gruñía en cada penetración, en esos momentos se estaba follando a Mónica muy duro, golpeando contra su culo en cada pollazo. Lógicamente llegó lo que tenía que llegar, Mónica se corrió gritando, temblándole las piernas. Aprovechó que le temblaban las piernas para dejarse caer y arrodillarse, girarse y agarrarle la polla a su pareja, Álex apoyó su espalda en la pared, sabía que lo que le iba hacer Mónica lo volvería loco, y no se equivocó, la polla desapareció entera dentro de la boca y garganta de Mónica, entraba y salía, ella se la apretaba con los labios y la succionaba cuando salía. Álex, con una mano encima de la cabeza de Mónica, acariciándole el pelo, gruñía, gritaba, cerraba los ojos, sabía que la corrida iba a ser monumental. Ella también lo notaba, la manera como se movía él, casi involuntariamente se lo indicaba, y no tardó mucho en ocurrir, en cuanto Mónica le agarró y amasó un poco los huevos, Álex empezó a soltarle lechazos dentro de la garganta, ella seguía amasándole los huevos sin dejar de meterse y sacarse la polla de la boca, tragándose y disfrutando de cada eyaculación de Álex.
Al acabar, seguía cayéndoles el agua de la ducha encima de sus cuerpos, un agua purificadora que los relajaba del día tan estresante que habían vivido. Álex ayudó a Mónica a levantarse, se abrazaron, él le besaba la cabeza apretándola entre sus brazos, ella se dejaba querer, desde que empezó la extraña relación con él, por primera vez notaba que tenían una relación ‘normal’, una relación recíproca, donde los dos se querían y respetaban. Álex, por su parte, se sentía liberado, por fin pudo abrirse y decirle a Mónica lo que sentía por ella, sin dudas, sin titubeos por la imagen de Elvira, había podido superar la separación y se sentía totalmente listo para enderezar su vida con una mujer como Mónica, una mujer que físicamente le gustó desde el primer día que la vio, una mujer con la que un tiempo más tarde, después de conocerla y saber el carácter que tenía, pensó que con ella podría quitarse la espina que le dejó clavada Elvira, de lo que no se dio cuenta es de que en realidad, tenía que quitarse primero la espina para poder darle como pareja todo lo que se merecía Mónica. Y eso es lo que había ocurrido, en el momento que tuvo que decidir a quién salvaba, si a Elvira o a Mónica, por cuál de ellas se jugaba su propia vida, lo hizo por Mónica, durante el corto tiempo que estuvo corriendo a toda la velocidad que le daban las piernas, solo pensaba en Mónica, en que no le hicieran daño, no tuvo ninguna duda, ni pensó en Elvira, su único objetivo era proteger a Mónica, cuando recibió el balazo, en aquel instante que cruzó su mirada con la de Mónica, se dio cuenta de todo, la quería más que a su vida.
Se ducharon, se besaron infinidad de veces, los dos sabían que si aquella noche podían hacerlo era por suerte, por mucha suerte, estaban a punto de morir los dos y si no llega a ser por la agente García que se armó de valor para entrar, seguramente en aquel instante estarían en el depósito de cadáveres.
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