Akuaries
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Dolores se levantó del sillón, miró el exterior de la cabaña, hacía sol, abrió la puerta y salió fuera, miró el cielo y respiró profundamente, dio unos cuantos pasos, le dio la vuelta a la cabaña, vio el camino que le había dicho antes Elvira que llegaba hasta una charca, pensó que al día siguiente lo recorrería, se sentó en un banco de madera que había en el porche, miró el bosque, el silencio era absoluto, solo algún ruido de una rama al moverse o de algún animal que ella no veía. Pensó que tenía hambre, antes se ducharía y se cambiaría, por cierto, tendría que investigar si en la cabaña había una lavadora, la ropa que llevaba tendría que lavársela. Se duchó, se vistió, y buscó por la cabaña, no, no había lavadora, lo que si encontró fue una habitación con un lavadero para lavarla a mano, después pensó, mira que soy tonta, si hasta aquí no llega ni la corriente eléctrica como va a haber una puta lavadora. Lavó la ropa y la tendió en una cuerda que encontró al lado de la cabaña, es como la casa de la pradera, es como ir dos siglos atrás en el tiempo, pensó. Se preparó algo de comer con lo que encontró en los armarios, al sentarse en la mesa estaba oscureciendo y se notaba algo de fresco. Encendió el fuego, que bonito, pensó sonriendo, se sentó y comió tranquilamente, después recogió la mesa, fregó el plato, el vaso, los cubiertos y la sartén que utilizó para cocinar. Se sentó al lado de la ventana, fue mirando por la ventana como se oscurecía todo el bosque, como dentro de la cabaña solo quedaba la luz del fuego, vio varios farolillos a pilas, no quiso encender ninguno, le gustaba la luz del fuego, vio pasar por delante de la cabaña un zorro, o algo parecido, después una familia de jabalís, dos grandes seguidos de cuatro pequeños, sonrió al verlo. Buscó una manta y se volvió a sentar, fue cerrando los ojos, esa noche no tenía ganas de meterse en la habitación, se durmió allí, en el sillón, con el calor del fuego y la manta por encima.
Como le dijo Elvira, a los tres días, cuando volvió del paseo mañanero hasta la charca, vio un vehículo delante de la cabaña, pensó que sería Elvira, como no conocía el coche se acercó lentamente hasta una ventana para mirar dentro de la cabaña, vio a Elvira, estaba sentada en la mesa, con una carpeta delante, tomándose un café, seguramente el que sobró cuando lo hizo ella por la mañana para desayunar. Entró en la cabaña y le sonrió a Elvira.
-Veo que te has apañado muy bien, hasta has lavado la ropa y la has tendido.
-Y he preparado café ¿Está bueno?- Contestaba Dolores.
Sin dejar de mirar a Dolores, Elvira sacó un cigarro, se lo colocó en la boca, lo encendió tranquilamente, Dolores le colocó un cuenco pequeño para que lo hiciera servir de cenicero, Elvira se fue fumando el cigarrillo tomándose el café, Dolores se sentó en el sillón mirándola.
-Cuando haces eso me acojonas.- Le dijo Dolores.
-¿Cuándo hago qué?
-Cuando no dices nada y me miras así, pienso que es como debe mirar el verdugo a sus víctimas antes de cortarles la cabeza.
-¡Mira! No es mala idea, si te hubiera pegado un tiro y te hubiera enterrado en el bosque me habría ahorrado bastante trabajo, la verdad.
Dolores tragó saliva, veía a Elvira capaz de hacerlo y seguir con su vida como si nada.
-Es broma, solo te tomaba el pelo.
-Pues no se notaba mucho la broma.- Le decía Dolores temblándole la voz.
-Es que soy muy buena actriz.
Le decía Elvira, vio que a Dolores no le hacía ninguna gracia, es normal, pensó, no sabe que va a pasar con su vida de ahora en adelante y yo aquí tocándole los cojones.
-Está bien, perdona, a veces me olvido que tú no lo debes de estar pasándolo muy bien, ven, siéntate conmigo en la mesa.
Dolores se levantó del sillón, se acercó y se sentó delante de Elvira.
-Dime ¿Cómo has estado estos días?- Dolores notó por fin algo de compasión en Elvira.
-Bien, se está muy bien aquí, me quedaría para siempre, alejada de todo, en la naturaleza…
-Eso no podrá ser…
-Ya me lo imagino, te hará falta la cabaña para otros casos como el mío.
-Chica lista.
Le dijo Elvira sonriéndole.
-Abre esa maleta.- Dijo Elvira.
-¿Qué maleta?- Preguntó sorprendida Dolores.
-Esa ¡Coño! ¿No me dirás que no la has visto?- Le preguntaba Elvira señalando una maleta al lado de la pared de madera.
-Estoy nerviosa desde que he visto el coche delante de la cabaña ¿Qué quieres que vea? Que maleta más grande ¿Qué hay dentro?
Le preguntaba Dolores mientras se acercaba a la maleta.
-Un rifle para liquidarte.
Dolores se paró de golpe y se quedó quieta.
-¡Joder tía! No me pillas ni una broma ¡Eh!- Reía Elvira.
-¿La abro?- Preguntó Dolores pasando de la broma de Elvira.
Elvira no le contestó, Dolores colocó la maleta encima de un sillón, pesaba, la abrió y fue sacando ropa de dentro, y zapatos, y zapatillas, y un par de neceseres.
-¿Qué es todo esto?- Preguntó Dolores extrañada.
-Ya lo ves, ropa, calzado, en el coche he dejado un par de abrigos también, y los neceseres son cosas para la higiene, pinturas, perfumes, cosas así. A partir de este momento serás otra persona, ven, siéntate otra vez.
Dolores se sentó otra vez en la mesa, Elvira se quitó el cigarro de la boca, lo apagó en el cuenco, Dolores se volvió a levantar y se llevó el cuenco, tiró el cigarro y la ceniza a la basura, fregó el cuenco, lo dejó secándose y se volvió a sentar.
-Veo que eres muy ordenada.- Le comentaba Elvira.
-La vida en el orfanato, ya sabes.
-No, por suerte no sé lo que es vivir en un orfanato.
Elvira había abierto la carpeta, le puso delante un pasaporte y un carnet de identidad, Dolores leyó.
-¿María del Carmen?
-Ya te dije que te llamabas Mari Carmen, así será a partir de ahora.
-Los apellidos no me importan ¡Pero! María del Carmen.
-¿Qué le pasa a ese nombre? Es como otro cualquiera.
-Es que no me gusta.
-Estás tú como para poder escoger algo, además, te queda muy bien, haces cara de Mari Carmen.
-Si tú lo dices.- Se resignaba Dolores.
Elvira le enseñó una partida de nacimiento, una tarjeta de crédito y una hoja con datos de su nueva identidad, el número de cuenta en un banco y una dirección.
-¿Esa dirección?- Preguntó Dolores.
-Es donde vas a vivir, es un pueblo pequeño, no tan pequeño como para que se conozca todo el mundo, ni demasiado grande donde te pueda conocer alguien. Un pueblo algo aburrido, sin turismo ni gente de paso, ahí vivirás tranquila. También tendrás un trabajo, cerca de tu casa, cobrarás un sueldo para ir viviendo, a parte del dinero que tienes depositado en la cuenta del banco, vivirás bien, no te preocupes. La familia que te dará trabajo te presentará gente para que puedas salir y socializar.
-No sé si quiero socializar como tú dices, quiero estar tranquila.
-Y lo estarás, mira, eres guapa, conoce algún buen hombre, cásate, ten hijos, crea una familia y se feliz, es el mejor consejo que puedo darte.
-Bonito consejo.
-Haz lo que te salga del coño, es tu vida, una vida nueva a partir de ahora, olvídate del pasado y disfrútala, pero mantén un perfil bajo, no des la nota.
Dolores le sonrió, Elvira le devolvió la sonrisa. Había hecho un buen trabajo, le creó una nueva identidad y borró todo su pasado, si no la habían encontrado hasta ese momento, nadie la encontraría jamás.
Elvira le empezó a hablar de cosas, de detalles, le enseñó a maquillarse, a comportarse de otra manera, tardaron un buen rato en marcharse de la cabaña.
Cuando Elvira la acompañó hasta el pueblo donde Dolores, Mari Carmen a partir de ahora, iniciaría su nueva vida y le presentó a la familia que le daría trabajo, Mari Carmen era otra persona, parecía una joven con dinero, bien vestida, bien maquillada, educada. La carita que hacía uno de los hijos mirándola, le hizo pensar a Elvira que Mari Carmen encontraría novio antes de lo que se pensaba.
-Yo ya me voy, ellos cuidarán de ti.- Le decía Elvira.
-Desde luego que cuidaremos de ella, igual que hicieron con nosotros cuando llegamos.- Le decía el padre de la familia a Elvira.
Mari Carmen se acercó a Elvira, sin avisarla la abrazó, al principio Elvira se quedó quieta, sorprendida, después le devolvió el abrazo.
-Ellos cuidarán de ti, confía en ellos y pregúntales cualquier duda que tengas.
-Te haré caso ¿No quieres ver dónde voy a vivir?- Le preguntaba Mari Carmen.
-Ahora te llevaran a tu casa, yo cuanto menos tiempo pase aquí y menos sepa de tu vida mejor.
Elvira intentaba separarse y Mari Carmen no la soltaba. Después de un ratito, se soltaron, se sonrieron y Elvira caminó para meterse en el coche.
-Casi me olvido.- Dijo Elvira volviendo al lado de Mari Carmen, buscó en su bolso y sacó una caja que le entregó.
-Es un móvil.- Dijo Mari Carmen sorprendida.
-Sí, en la agenda tienes un número grabado, de un tal Roberto, llama si tienes algún problema serio, no sé si te podre contestar en el momento pero déjame el mensaje y contactaré contigo lo más rápidamente posible.
Álex y Mónica no supieron nada más, ni de Dolores, ni de Elvira, ellos pensaban que declararía delante de un juez, que la protegerían y que investigarían el orfanato, se imaginaban que actuarían más o menos como lo hicieron en la universidad, además, Elvira ya tenía experiencia por lo ocurrido la otra vez, seguro que se presentaría con un buen equipo de intervención especial y desarticularía esa secta o lo que fuera.
Mari Carmen se quedó sola delante de la familia que tenía que cuidar de ella, pensaba que Elvira no le gustaba mucho, era una mujer fría y calculadora, pero… después de haber estado con ella varias horas, se sentía protegida, ahora estaba al lado de aquella familia que no conocía, era como volver a empezar de cero, ‘como’ no, era empezar de cero, en el orfanato no tenía casi nada, pero tenía amigas, hasta un amante con el que follar de vez en cuando. En ese momento tenía muchas cosas, sobre todo ropa muy chula, y dinero en el banco, aunque todavía no sabía cuánto, pero de amigos… no tenía a nadie de confianza.
-Nosotros volvemos al trabajo, Víctor, nuestro hijo mayor, te acompañará a tu apartamento y te dirá como funciona todo, él se cuidó de buscarlo y alquilarlo.- Le dijo el padre de familia, sacándola de sus pensamientos.
-Muchas gracias por todo lo que hacen por mí.- Le agradeció Mari Carmen al padre.
-Cualquier cosa que necesites lo hablas con Víctor, el te ayudará estos primeros días, ya sé que no es fácil, nosotros intentaremos facilitarte las cosas.
Mari Carmen le dio dos besos a la familia despidiéndose, cuando acabó de despedirse, Víctor agarró el maletón con ruedas y le miró a los ojos con una sonrisa, Mari Carmen le devolvió la mirada.
-¿Vamos?- Preguntó Víctor.
-Vamos.- Contestó ella, empezando los dos a caminar por la acera.
-¿Está muy lejos?- Preguntaba Mari Carmen.
-Muy cerca, es en la siguiente calle, está cerca del trabajo, así podrás venir caminando.- Contestaba él.
-Estoy preocupada por el trabajo, no sé que tendré que hacer…
-No te preocupes Mari, vendemos productos online, ya verás que es muy fácil ¿Te gusta que te llamen Mari? Es por hacer más corto tu nombre, Mari Carmen me parece un nombre demasiado largo.
-¡Ah! No lo había pensado.- Contestó Mari Carmen sin pensarlo.
Víctor se paró en medio de la acera mirándola.
-¿Nunca habías pensado si te gusta que te llamen Mari?- Preguntaba extrañado Víctor.
-No, no, si todo el mundo me llama Mari, era una broma.- Intentó disimular.
-Ya lo entiendo, es tú nuevo nombre, perdóname.- Se disculpaba Víctor.
Giraron la esquina y siguieron caminando en silencio.
-Elvira da un poco de miedo.- Decía Mari para romper el silencio.
-Elvira da mucho miedo, parece tan fría y calculadora ¿A ti no te ha parecido que nunca sabes que es lo que está pensando? ¿Y cuando te mira fijamente sin decirte nada?
-¡Joder! Eso me acojona, siempre pensaba que iba a sacar una pistola y matarme.
-No sé qué problema tendrás tú, pero te aseguro que con nosotros siempre se ha portado de maravilla, gracias a ella pudimos tener una vida normal y sin peligro, realmente le estaremos agradecidos siempre.
-Yo también le estoy muy agradecida, gracias a ella…
Paró de hablar Mari, no sabía si era seguro explicarle su caso a Víctor.
-Gracias a ella sigues viva, me imagino.
Mari movía la cabeza confirmándolo, como Víctor no insistió, no le explicó nada más, suponía que su familia también pasó por algo parecido a lo suyo. Víctor paró delante de un edifico nuevo, abrió la puerta con una llave, entraron y apretó el botón del ascensor, mientras esperaban que bajara.
-La entrada es espaciosa y aquí están los buzones.- Le decía Víctor.
-Ya lo he visto.
-Perdona, solo quería ayudar.
-Ya me estás ayudando, solo con llevarme la maleta ya lo haces, pesa como un muerto.
Reían los dos, llegó el ascensor, subieron hasta la tercera planta, Víctor abrió la puerta del apartamento, Mari entró mirando sorprendida.
-Es nuevo, no ha vivido nadie.- Le decía Víctor, dejando la maleta en un lado.
Entraron en el salón, Víctor le enseñó la cocina, el salón comedor y una pequeña terraza, después volvieron donde había dejado la maleta, la volvió a arrastrar por el suelo entrando en una habitación.
-Esta es la habitación principal con su cuarto de baño privado, fuera, en el pasillo, hay otro baño y otra habitación más pequeña, por si invitas a alguien a dormir o algo.
-No creo que invite a nadie, es muy bonito, creo que demasiado para mí.
-No es demasiado, está bien para empezar, sabes una cosa, este apartamento lo había alquilado para mí, pensé que ya era hora de independizarme, y ya ves, después Elvira nos habló de ti y pensé que aquí estarías muy bien.
-¡Hombre! Ahora me sabe muy mal, no quiero meterme en tus cosas…
-Tranquila todo está bien, en la cocina encontraras leche, pan, no sé, cosas que compré pensando que te vendrían bien, también hay cervezas en la nevera, no sé si te gusta…
-Sí me gusta ¿Qué mas compraste?- Le preguntaba Mari.
-Queso, algo de fiambre, galletas, mermelada, no sé, varias cosas, ya lo verás.
-Bien, porque tengo hambre.
-¿No habéis parado a comer?
-¿Con Elvira? Esa mujer ni come ni bebe, solo fuma, bueno, beber si bebe, café.
Reía Mari, pensando en el café que se había tomado Elvira por la mañana en la cabaña.
-Hacemos una cosa, te dejo que te instales, tendrás que vaciar y ordenar ese maletón que llevas…- Víctor miró el reloj.- ¿Te parece bien que venga a buscarte en un par de horas? Te enseñaré el centro del pueblo y un restaurante donde cenaremos ¿Qué te parece?
Mari lo miraba con una sonrisa.
-No tienes por qué preocuparte tanto de de mí.
-No me preocupo, solo quiero que te sientas bien tu primer día aquí.
-De acuerdo, mejor dime tu número de móvil, lo apunto y te llamo cuando esté lista.- Le decía Mari sacando el móvil.
Víctor le dijo el número, ella lo guardó en la agenda de su móvil y llamó.
-Así tú también tienes el mío.
Se volvieron a sonreír, Víctor le dio el juego de llaves del apartamento y se fue. Mari entró en la cocina, abrió la nevera, agarró una cerveza, abrió un cajón buscando un abridor, lo cerró y abrió otro, allí lo encontró, le quitó la chapa a la botella, salió al salón, se sentó en el sofá, le dio un buen trago a la cerveza, notó como le llegaba al estomago al tenerlo vacio. Miró el salón, sonrió y se recostó en el sofá dándole otro trago a la cerveza. Víctor parece un buen chico, pensaba Mari, y muestra interés, bueno, seguramente será por ser amable, a ver si te crees que llegarás aquí y triunfarás con el primer hombre que conozcas, tal vez Elvira tenga razón y lo mejor que puedo hacer es conocer a alguien, casarme y tener hijos, o no, es igual, lo que tenga que venir ya vendrá. Cuando se acabó la cerveza, sacó todo lo que tenía en la maleta organizándolo por los armarios y el cuarto de baño, después de dio una ducha, se secó el pelo, se pintó, cuando se vio bien en el espejo se vistió y llamó a Víctor.
La fue a buscar en el coche, aparcó en el centro y caminaron un poco, Mari vio una sucursal del banco donde tenía la tarjeta de crédito, se disculpó con Víctor para entrar en el cajero, tenía curiosidad por saber de cuánto dinero disponía, cuando vio la cantidad se le iluminó la cara, no se esperaba que fuera tanto, al menos era mucho para ella, claro que ella tampoco había tenido dinero nunca, pero… con esa cantidad podría hacer y comprarse muchas cosas, tal como le había dicho Elvira no tendría que preocuparse, entre ese dinero y el que cobraría por su trabajo podría vivir tranquilamente, sacó algo de efectivo para los gastos que pudiera tener, como pagar su cena esa noche.
Víctor le enseñó las cuatro cosas de interés que había por allí y llegaron a un restaurante. Cenaron tranquilamente, Víctor le explicó cosas del pueblo, ella le preguntaba dudas que tenía, se sonreían, con esa sonrisa de complicidad. Víctor pensaba que era muy guapa Mari, no se había planteado tener una relación hasta ese momento, porque no había conocido ninguna mujer que le gustara, pero ella, ella… Mari Carmen, era otra cosa, le gustaba mucho, esta mujer sí que es atractiva de verdad, sobre todo de carácter, parece tan inocente, pensaba Víctor…
-¿Estás bien?- Preguntaba Mari medio cachondeándose, al ver como Víctor se fijaba en ella.
-Sí, sí, solo pensaba que tienes mucha clase, vistes muy bien y estás muy guapa.
¡Vaya! El chaval no pierde el tiempo, pensaba Mari, clase dice que tengo, si supiera que me he pasado la vida en un orfanato, que siempre he sido una desgraciada, si me comporto así es gracias a los consejos de Elvira en la cabaña y mientras viajábamos hasta aquí. Supongo que tendré que hacerme a la idea de que soy una nueva persona.
-No te preocupes, te ira muy bien.- Decía Víctor.
-¿Cómo?- Preguntaba ella.
-Te veo muy pensativa, no te preocupes, ya verás como todo irá bien, supongo que necesitarás un tiempo para acostumbrarte.
-Estoy bien, creo que me gustará vivir aquí.
-Mañana tendrás el día libre, así lo pensó mi padre, para que tengas tiempo de conocer un poco el barrio, que puedas comprar lo que necesites y acomodarte del todo en el apartamento. Me gustaría verte, no sé, hacerte compañía un rato, por la tarde por ejemplo.
-Desde luego no pierdes el tiempo.
-Lo siento, no quería incomodarte…
-Quieres dejar de pedir perdón por todo, no pasa nada, si no me interesa te diré que no y listo. Y sí, me gustaría que me enseñaras el pueblo, conocer sus costumbres y eso.
-Vale, pues nos vemos mañana por la tarde.
Decía contento Víctor, estaba claro que tenía interés en Mari, ella lo notaba y pensaba que Víctor era un buen chico, un chaval alegre, educado y cariñoso. Se sonrieron confirmando verse al día siguiente.
Víctor la dejó en la puerta del edificio donde estaba el apartamento, se despidieron con dos besos. Mari entró en su casa y se estiró en el sofá, respiró profundamente y se puso la mano en la frente, por la mañana estaba vestida en chándal en una cabaña perdida en el bosque vete a saber donde, lejos de la civilización, sin perfume, la cara natural, sin pintura, preocupada y emocionalmente echa una mierda. Y por la tarde estaba en otro mundo totalmente diferente, pareciendo otra mujer, bien vestida, perfumada, relacionándose con otras personas normalmente, con trabajo, apartamento, con dinero, realmente era otra vida, si hasta tenía la sensación que si aquella noche no había follado era porque ella no quiso, con una pequeña insinuación seguro que estaría pegando un polvazo con Víctor.
Mari se cambió, se puso un pijama que le había comprado Elvira, se miraba en el espejo, esa mujer tiene mala leche y buen gusto, el pijama es bonito, pensaba sonriendo Mari antes de meterse en la cama.
Elvira, un par de días más tarde, muy temprano, paseaba por un parque en Madrid, se desvió del camino, se aseguró que nadie la miraba, no era difícil, tan temprano no había nadie, atravesó pisando el césped y al otro lado vio un banco con una persona sentada, se sentó a su lado.
-No estoy acostumbrada a verle en chándal jefe.
-Es muy temprano, a esta hora siempre salgo de mi casa para caminar un rato.
-¿Y ese perro?- Se extrañaba Elvira.
-¡Coño! Es mío, bueno… en realidad es de mi hijo, un regalo, mucho dar por el culo para que le compráramos un perro y ahora tengo que pasearlo yo ¡Manda cojones!
-Qué bonito.- Se reía Elvira.
-¿Qué pasa? ¿Has venido esta mañana a reírte de mí?- Se molestaba el jefe.- Supongo que ya hiciste todo lo que tenías que hacer.
-Ya está hecho, está en un lugar seguro, comenzará una vida nueva y se olvidará de lo pasado, hemos salvado una vida.
-Hemos, no, la has salvado tú, como siempre te has vuelto a meter donde no tendrías que meterte. Escúchame, el presidente está sospechando algo, no se cree que una chica que ha estado toda su vida en el orfanato sea capaz de desaparecer así como así.
-¿Por qué tiene que sospechar nada? Ha desaparecido como lo hicieron antes otras ¿No?
-No, porque Dolores nunca dijo en el orfanato que quisiera irse, al revés, siempre estuvo contenta de quedarse con los niños, la directora estaba contenta con el trabajo de Dolores, los niños la adoraban y ella adoraba a los niños, no entienden su desaparición, sospecharon algo, claro que fue fácil sospechar cuando se enteraron de donde dormía y vieron la escalera en la pared, la quisieron buscar para preguntarle, pero sabes qué, no hay ni rastro de ella, en ningún sitio, es como si se la hubiera tragado la tierra.
-Jefe, no querían preguntarle nada, la querían matar, y otra cosa, yo hago bien mi trabajo.
-Sí, eso lo sé.
-Jefe, lo que pasó con el comisario de Ciudadseca ¿Tuvo algo que ver la Logia?
-No, la sucursal de Ciudadseca está totalmente desactivada, la universidad funciona como cualquier otra universidad con un nuevo rector y no hay rastro de vida de la Logia. El comisario no tenía nada que ver con la Logia…
-¿Seguro?- Preguntaba extrañada Elvira.
-Seguro, en estos momentos no le interesa a la Logia Ciudadseca, creen que correrían peligro volviendo a hacer algo allí.
-Así, el comisario…
-Sí, si mató a su mujer él sabría porque lo hizo, supongo que has leído el informe del jefe de homicidios.
-Lo he leído, ya sabe que hago bien mi trabajo.
-Demasiado bien ¿Has hablado con el Presidente?
-No, la última vez fue cuando volví de Ciudadseca.
-Eso es lo que me extraña, creo que sospechan de ti, ten cuidado por favor.
-Lo tendré jefe, creo que tendría que pasear al perrito, tiene ganas de cagar.
-Lárgate de aquí.
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Dolores se levantó del sillón, miró el exterior de la cabaña, hacía sol, abrió la puerta y salió fuera, miró el cielo y respiró profundamente, dio unos cuantos pasos, le dio la vuelta a la cabaña, vio el camino que le había dicho antes Elvira que llegaba hasta una charca, pensó que al día siguiente lo recorrería, se sentó en un banco de madera que había en el porche, miró el bosque, el silencio era absoluto, solo algún ruido de una rama al moverse o de algún animal que ella no veía. Pensó que tenía hambre, antes se ducharía y se cambiaría, por cierto, tendría que investigar si en la cabaña había una lavadora, la ropa que llevaba tendría que lavársela. Se duchó, se vistió, y buscó por la cabaña, no, no había lavadora, lo que si encontró fue una habitación con un lavadero para lavarla a mano, después pensó, mira que soy tonta, si hasta aquí no llega ni la corriente eléctrica como va a haber una puta lavadora. Lavó la ropa y la tendió en una cuerda que encontró al lado de la cabaña, es como la casa de la pradera, es como ir dos siglos atrás en el tiempo, pensó. Se preparó algo de comer con lo que encontró en los armarios, al sentarse en la mesa estaba oscureciendo y se notaba algo de fresco. Encendió el fuego, que bonito, pensó sonriendo, se sentó y comió tranquilamente, después recogió la mesa, fregó el plato, el vaso, los cubiertos y la sartén que utilizó para cocinar. Se sentó al lado de la ventana, fue mirando por la ventana como se oscurecía todo el bosque, como dentro de la cabaña solo quedaba la luz del fuego, vio varios farolillos a pilas, no quiso encender ninguno, le gustaba la luz del fuego, vio pasar por delante de la cabaña un zorro, o algo parecido, después una familia de jabalís, dos grandes seguidos de cuatro pequeños, sonrió al verlo. Buscó una manta y se volvió a sentar, fue cerrando los ojos, esa noche no tenía ganas de meterse en la habitación, se durmió allí, en el sillón, con el calor del fuego y la manta por encima.
Como le dijo Elvira, a los tres días, cuando volvió del paseo mañanero hasta la charca, vio un vehículo delante de la cabaña, pensó que sería Elvira, como no conocía el coche se acercó lentamente hasta una ventana para mirar dentro de la cabaña, vio a Elvira, estaba sentada en la mesa, con una carpeta delante, tomándose un café, seguramente el que sobró cuando lo hizo ella por la mañana para desayunar. Entró en la cabaña y le sonrió a Elvira.
-Veo que te has apañado muy bien, hasta has lavado la ropa y la has tendido.
-Y he preparado café ¿Está bueno?- Contestaba Dolores.
Sin dejar de mirar a Dolores, Elvira sacó un cigarro, se lo colocó en la boca, lo encendió tranquilamente, Dolores le colocó un cuenco pequeño para que lo hiciera servir de cenicero, Elvira se fue fumando el cigarrillo tomándose el café, Dolores se sentó en el sillón mirándola.
-Cuando haces eso me acojonas.- Le dijo Dolores.
-¿Cuándo hago qué?
-Cuando no dices nada y me miras así, pienso que es como debe mirar el verdugo a sus víctimas antes de cortarles la cabeza.
-¡Mira! No es mala idea, si te hubiera pegado un tiro y te hubiera enterrado en el bosque me habría ahorrado bastante trabajo, la verdad.
Dolores tragó saliva, veía a Elvira capaz de hacerlo y seguir con su vida como si nada.
-Es broma, solo te tomaba el pelo.
-Pues no se notaba mucho la broma.- Le decía Dolores temblándole la voz.
-Es que soy muy buena actriz.
Le decía Elvira, vio que a Dolores no le hacía ninguna gracia, es normal, pensó, no sabe que va a pasar con su vida de ahora en adelante y yo aquí tocándole los cojones.
-Está bien, perdona, a veces me olvido que tú no lo debes de estar pasándolo muy bien, ven, siéntate conmigo en la mesa.
Dolores se levantó del sillón, se acercó y se sentó delante de Elvira.
-Dime ¿Cómo has estado estos días?- Dolores notó por fin algo de compasión en Elvira.
-Bien, se está muy bien aquí, me quedaría para siempre, alejada de todo, en la naturaleza…
-Eso no podrá ser…
-Ya me lo imagino, te hará falta la cabaña para otros casos como el mío.
-Chica lista.
Le dijo Elvira sonriéndole.
-Abre esa maleta.- Dijo Elvira.
-¿Qué maleta?- Preguntó sorprendida Dolores.
-Esa ¡Coño! ¿No me dirás que no la has visto?- Le preguntaba Elvira señalando una maleta al lado de la pared de madera.
-Estoy nerviosa desde que he visto el coche delante de la cabaña ¿Qué quieres que vea? Que maleta más grande ¿Qué hay dentro?
Le preguntaba Dolores mientras se acercaba a la maleta.
-Un rifle para liquidarte.
Dolores se paró de golpe y se quedó quieta.
-¡Joder tía! No me pillas ni una broma ¡Eh!- Reía Elvira.
-¿La abro?- Preguntó Dolores pasando de la broma de Elvira.
Elvira no le contestó, Dolores colocó la maleta encima de un sillón, pesaba, la abrió y fue sacando ropa de dentro, y zapatos, y zapatillas, y un par de neceseres.
-¿Qué es todo esto?- Preguntó Dolores extrañada.
-Ya lo ves, ropa, calzado, en el coche he dejado un par de abrigos también, y los neceseres son cosas para la higiene, pinturas, perfumes, cosas así. A partir de este momento serás otra persona, ven, siéntate otra vez.
Dolores se sentó otra vez en la mesa, Elvira se quitó el cigarro de la boca, lo apagó en el cuenco, Dolores se volvió a levantar y se llevó el cuenco, tiró el cigarro y la ceniza a la basura, fregó el cuenco, lo dejó secándose y se volvió a sentar.
-Veo que eres muy ordenada.- Le comentaba Elvira.
-La vida en el orfanato, ya sabes.
-No, por suerte no sé lo que es vivir en un orfanato.
Elvira había abierto la carpeta, le puso delante un pasaporte y un carnet de identidad, Dolores leyó.
-¿María del Carmen?
-Ya te dije que te llamabas Mari Carmen, así será a partir de ahora.
-Los apellidos no me importan ¡Pero! María del Carmen.
-¿Qué le pasa a ese nombre? Es como otro cualquiera.
-Es que no me gusta.
-Estás tú como para poder escoger algo, además, te queda muy bien, haces cara de Mari Carmen.
-Si tú lo dices.- Se resignaba Dolores.
Elvira le enseñó una partida de nacimiento, una tarjeta de crédito y una hoja con datos de su nueva identidad, el número de cuenta en un banco y una dirección.
-¿Esa dirección?- Preguntó Dolores.
-Es donde vas a vivir, es un pueblo pequeño, no tan pequeño como para que se conozca todo el mundo, ni demasiado grande donde te pueda conocer alguien. Un pueblo algo aburrido, sin turismo ni gente de paso, ahí vivirás tranquila. También tendrás un trabajo, cerca de tu casa, cobrarás un sueldo para ir viviendo, a parte del dinero que tienes depositado en la cuenta del banco, vivirás bien, no te preocupes. La familia que te dará trabajo te presentará gente para que puedas salir y socializar.
-No sé si quiero socializar como tú dices, quiero estar tranquila.
-Y lo estarás, mira, eres guapa, conoce algún buen hombre, cásate, ten hijos, crea una familia y se feliz, es el mejor consejo que puedo darte.
-Bonito consejo.
-Haz lo que te salga del coño, es tu vida, una vida nueva a partir de ahora, olvídate del pasado y disfrútala, pero mantén un perfil bajo, no des la nota.
Dolores le sonrió, Elvira le devolvió la sonrisa. Había hecho un buen trabajo, le creó una nueva identidad y borró todo su pasado, si no la habían encontrado hasta ese momento, nadie la encontraría jamás.
Elvira le empezó a hablar de cosas, de detalles, le enseñó a maquillarse, a comportarse de otra manera, tardaron un buen rato en marcharse de la cabaña.
Cuando Elvira la acompañó hasta el pueblo donde Dolores, Mari Carmen a partir de ahora, iniciaría su nueva vida y le presentó a la familia que le daría trabajo, Mari Carmen era otra persona, parecía una joven con dinero, bien vestida, bien maquillada, educada. La carita que hacía uno de los hijos mirándola, le hizo pensar a Elvira que Mari Carmen encontraría novio antes de lo que se pensaba.
-Yo ya me voy, ellos cuidarán de ti.- Le decía Elvira.
-Desde luego que cuidaremos de ella, igual que hicieron con nosotros cuando llegamos.- Le decía el padre de la familia a Elvira.
Mari Carmen se acercó a Elvira, sin avisarla la abrazó, al principio Elvira se quedó quieta, sorprendida, después le devolvió el abrazo.
-Ellos cuidarán de ti, confía en ellos y pregúntales cualquier duda que tengas.
-Te haré caso ¿No quieres ver dónde voy a vivir?- Le preguntaba Mari Carmen.
-Ahora te llevaran a tu casa, yo cuanto menos tiempo pase aquí y menos sepa de tu vida mejor.
Elvira intentaba separarse y Mari Carmen no la soltaba. Después de un ratito, se soltaron, se sonrieron y Elvira caminó para meterse en el coche.
-Casi me olvido.- Dijo Elvira volviendo al lado de Mari Carmen, buscó en su bolso y sacó una caja que le entregó.
-Es un móvil.- Dijo Mari Carmen sorprendida.
-Sí, en la agenda tienes un número grabado, de un tal Roberto, llama si tienes algún problema serio, no sé si te podre contestar en el momento pero déjame el mensaje y contactaré contigo lo más rápidamente posible.
Álex y Mónica no supieron nada más, ni de Dolores, ni de Elvira, ellos pensaban que declararía delante de un juez, que la protegerían y que investigarían el orfanato, se imaginaban que actuarían más o menos como lo hicieron en la universidad, además, Elvira ya tenía experiencia por lo ocurrido la otra vez, seguro que se presentaría con un buen equipo de intervención especial y desarticularía esa secta o lo que fuera.
Mari Carmen se quedó sola delante de la familia que tenía que cuidar de ella, pensaba que Elvira no le gustaba mucho, era una mujer fría y calculadora, pero… después de haber estado con ella varias horas, se sentía protegida, ahora estaba al lado de aquella familia que no conocía, era como volver a empezar de cero, ‘como’ no, era empezar de cero, en el orfanato no tenía casi nada, pero tenía amigas, hasta un amante con el que follar de vez en cuando. En ese momento tenía muchas cosas, sobre todo ropa muy chula, y dinero en el banco, aunque todavía no sabía cuánto, pero de amigos… no tenía a nadie de confianza.
-Nosotros volvemos al trabajo, Víctor, nuestro hijo mayor, te acompañará a tu apartamento y te dirá como funciona todo, él se cuidó de buscarlo y alquilarlo.- Le dijo el padre de familia, sacándola de sus pensamientos.
-Muchas gracias por todo lo que hacen por mí.- Le agradeció Mari Carmen al padre.
-Cualquier cosa que necesites lo hablas con Víctor, el te ayudará estos primeros días, ya sé que no es fácil, nosotros intentaremos facilitarte las cosas.
Mari Carmen le dio dos besos a la familia despidiéndose, cuando acabó de despedirse, Víctor agarró el maletón con ruedas y le miró a los ojos con una sonrisa, Mari Carmen le devolvió la mirada.
-¿Vamos?- Preguntó Víctor.
-Vamos.- Contestó ella, empezando los dos a caminar por la acera.
-¿Está muy lejos?- Preguntaba Mari Carmen.
-Muy cerca, es en la siguiente calle, está cerca del trabajo, así podrás venir caminando.- Contestaba él.
-Estoy preocupada por el trabajo, no sé que tendré que hacer…
-No te preocupes Mari, vendemos productos online, ya verás que es muy fácil ¿Te gusta que te llamen Mari? Es por hacer más corto tu nombre, Mari Carmen me parece un nombre demasiado largo.
-¡Ah! No lo había pensado.- Contestó Mari Carmen sin pensarlo.
Víctor se paró en medio de la acera mirándola.
-¿Nunca habías pensado si te gusta que te llamen Mari?- Preguntaba extrañado Víctor.
-No, no, si todo el mundo me llama Mari, era una broma.- Intentó disimular.
-Ya lo entiendo, es tú nuevo nombre, perdóname.- Se disculpaba Víctor.
Giraron la esquina y siguieron caminando en silencio.
-Elvira da un poco de miedo.- Decía Mari para romper el silencio.
-Elvira da mucho miedo, parece tan fría y calculadora ¿A ti no te ha parecido que nunca sabes que es lo que está pensando? ¿Y cuando te mira fijamente sin decirte nada?
-¡Joder! Eso me acojona, siempre pensaba que iba a sacar una pistola y matarme.
-No sé qué problema tendrás tú, pero te aseguro que con nosotros siempre se ha portado de maravilla, gracias a ella pudimos tener una vida normal y sin peligro, realmente le estaremos agradecidos siempre.
-Yo también le estoy muy agradecida, gracias a ella…
Paró de hablar Mari, no sabía si era seguro explicarle su caso a Víctor.
-Gracias a ella sigues viva, me imagino.
Mari movía la cabeza confirmándolo, como Víctor no insistió, no le explicó nada más, suponía que su familia también pasó por algo parecido a lo suyo. Víctor paró delante de un edifico nuevo, abrió la puerta con una llave, entraron y apretó el botón del ascensor, mientras esperaban que bajara.
-La entrada es espaciosa y aquí están los buzones.- Le decía Víctor.
-Ya lo he visto.
-Perdona, solo quería ayudar.
-Ya me estás ayudando, solo con llevarme la maleta ya lo haces, pesa como un muerto.
Reían los dos, llegó el ascensor, subieron hasta la tercera planta, Víctor abrió la puerta del apartamento, Mari entró mirando sorprendida.
-Es nuevo, no ha vivido nadie.- Le decía Víctor, dejando la maleta en un lado.
Entraron en el salón, Víctor le enseñó la cocina, el salón comedor y una pequeña terraza, después volvieron donde había dejado la maleta, la volvió a arrastrar por el suelo entrando en una habitación.
-Esta es la habitación principal con su cuarto de baño privado, fuera, en el pasillo, hay otro baño y otra habitación más pequeña, por si invitas a alguien a dormir o algo.
-No creo que invite a nadie, es muy bonito, creo que demasiado para mí.
-No es demasiado, está bien para empezar, sabes una cosa, este apartamento lo había alquilado para mí, pensé que ya era hora de independizarme, y ya ves, después Elvira nos habló de ti y pensé que aquí estarías muy bien.
-¡Hombre! Ahora me sabe muy mal, no quiero meterme en tus cosas…
-Tranquila todo está bien, en la cocina encontraras leche, pan, no sé, cosas que compré pensando que te vendrían bien, también hay cervezas en la nevera, no sé si te gusta…
-Sí me gusta ¿Qué mas compraste?- Le preguntaba Mari.
-Queso, algo de fiambre, galletas, mermelada, no sé, varias cosas, ya lo verás.
-Bien, porque tengo hambre.
-¿No habéis parado a comer?
-¿Con Elvira? Esa mujer ni come ni bebe, solo fuma, bueno, beber si bebe, café.
Reía Mari, pensando en el café que se había tomado Elvira por la mañana en la cabaña.
-Hacemos una cosa, te dejo que te instales, tendrás que vaciar y ordenar ese maletón que llevas…- Víctor miró el reloj.- ¿Te parece bien que venga a buscarte en un par de horas? Te enseñaré el centro del pueblo y un restaurante donde cenaremos ¿Qué te parece?
Mari lo miraba con una sonrisa.
-No tienes por qué preocuparte tanto de de mí.
-No me preocupo, solo quiero que te sientas bien tu primer día aquí.
-De acuerdo, mejor dime tu número de móvil, lo apunto y te llamo cuando esté lista.- Le decía Mari sacando el móvil.
Víctor le dijo el número, ella lo guardó en la agenda de su móvil y llamó.
-Así tú también tienes el mío.
Se volvieron a sonreír, Víctor le dio el juego de llaves del apartamento y se fue. Mari entró en la cocina, abrió la nevera, agarró una cerveza, abrió un cajón buscando un abridor, lo cerró y abrió otro, allí lo encontró, le quitó la chapa a la botella, salió al salón, se sentó en el sofá, le dio un buen trago a la cerveza, notó como le llegaba al estomago al tenerlo vacio. Miró el salón, sonrió y se recostó en el sofá dándole otro trago a la cerveza. Víctor parece un buen chico, pensaba Mari, y muestra interés, bueno, seguramente será por ser amable, a ver si te crees que llegarás aquí y triunfarás con el primer hombre que conozcas, tal vez Elvira tenga razón y lo mejor que puedo hacer es conocer a alguien, casarme y tener hijos, o no, es igual, lo que tenga que venir ya vendrá. Cuando se acabó la cerveza, sacó todo lo que tenía en la maleta organizándolo por los armarios y el cuarto de baño, después de dio una ducha, se secó el pelo, se pintó, cuando se vio bien en el espejo se vistió y llamó a Víctor.
La fue a buscar en el coche, aparcó en el centro y caminaron un poco, Mari vio una sucursal del banco donde tenía la tarjeta de crédito, se disculpó con Víctor para entrar en el cajero, tenía curiosidad por saber de cuánto dinero disponía, cuando vio la cantidad se le iluminó la cara, no se esperaba que fuera tanto, al menos era mucho para ella, claro que ella tampoco había tenido dinero nunca, pero… con esa cantidad podría hacer y comprarse muchas cosas, tal como le había dicho Elvira no tendría que preocuparse, entre ese dinero y el que cobraría por su trabajo podría vivir tranquilamente, sacó algo de efectivo para los gastos que pudiera tener, como pagar su cena esa noche.
Víctor le enseñó las cuatro cosas de interés que había por allí y llegaron a un restaurante. Cenaron tranquilamente, Víctor le explicó cosas del pueblo, ella le preguntaba dudas que tenía, se sonreían, con esa sonrisa de complicidad. Víctor pensaba que era muy guapa Mari, no se había planteado tener una relación hasta ese momento, porque no había conocido ninguna mujer que le gustara, pero ella, ella… Mari Carmen, era otra cosa, le gustaba mucho, esta mujer sí que es atractiva de verdad, sobre todo de carácter, parece tan inocente, pensaba Víctor…
-¿Estás bien?- Preguntaba Mari medio cachondeándose, al ver como Víctor se fijaba en ella.
-Sí, sí, solo pensaba que tienes mucha clase, vistes muy bien y estás muy guapa.
¡Vaya! El chaval no pierde el tiempo, pensaba Mari, clase dice que tengo, si supiera que me he pasado la vida en un orfanato, que siempre he sido una desgraciada, si me comporto así es gracias a los consejos de Elvira en la cabaña y mientras viajábamos hasta aquí. Supongo que tendré que hacerme a la idea de que soy una nueva persona.
-No te preocupes, te ira muy bien.- Decía Víctor.
-¿Cómo?- Preguntaba ella.
-Te veo muy pensativa, no te preocupes, ya verás como todo irá bien, supongo que necesitarás un tiempo para acostumbrarte.
-Estoy bien, creo que me gustará vivir aquí.
-Mañana tendrás el día libre, así lo pensó mi padre, para que tengas tiempo de conocer un poco el barrio, que puedas comprar lo que necesites y acomodarte del todo en el apartamento. Me gustaría verte, no sé, hacerte compañía un rato, por la tarde por ejemplo.
-Desde luego no pierdes el tiempo.
-Lo siento, no quería incomodarte…
-Quieres dejar de pedir perdón por todo, no pasa nada, si no me interesa te diré que no y listo. Y sí, me gustaría que me enseñaras el pueblo, conocer sus costumbres y eso.
-Vale, pues nos vemos mañana por la tarde.
Decía contento Víctor, estaba claro que tenía interés en Mari, ella lo notaba y pensaba que Víctor era un buen chico, un chaval alegre, educado y cariñoso. Se sonrieron confirmando verse al día siguiente.
Víctor la dejó en la puerta del edificio donde estaba el apartamento, se despidieron con dos besos. Mari entró en su casa y se estiró en el sofá, respiró profundamente y se puso la mano en la frente, por la mañana estaba vestida en chándal en una cabaña perdida en el bosque vete a saber donde, lejos de la civilización, sin perfume, la cara natural, sin pintura, preocupada y emocionalmente echa una mierda. Y por la tarde estaba en otro mundo totalmente diferente, pareciendo otra mujer, bien vestida, perfumada, relacionándose con otras personas normalmente, con trabajo, apartamento, con dinero, realmente era otra vida, si hasta tenía la sensación que si aquella noche no había follado era porque ella no quiso, con una pequeña insinuación seguro que estaría pegando un polvazo con Víctor.
Mari se cambió, se puso un pijama que le había comprado Elvira, se miraba en el espejo, esa mujer tiene mala leche y buen gusto, el pijama es bonito, pensaba sonriendo Mari antes de meterse en la cama.
Elvira, un par de días más tarde, muy temprano, paseaba por un parque en Madrid, se desvió del camino, se aseguró que nadie la miraba, no era difícil, tan temprano no había nadie, atravesó pisando el césped y al otro lado vio un banco con una persona sentada, se sentó a su lado.
-No estoy acostumbrada a verle en chándal jefe.
-Es muy temprano, a esta hora siempre salgo de mi casa para caminar un rato.
-¿Y ese perro?- Se extrañaba Elvira.
-¡Coño! Es mío, bueno… en realidad es de mi hijo, un regalo, mucho dar por el culo para que le compráramos un perro y ahora tengo que pasearlo yo ¡Manda cojones!
-Qué bonito.- Se reía Elvira.
-¿Qué pasa? ¿Has venido esta mañana a reírte de mí?- Se molestaba el jefe.- Supongo que ya hiciste todo lo que tenías que hacer.
-Ya está hecho, está en un lugar seguro, comenzará una vida nueva y se olvidará de lo pasado, hemos salvado una vida.
-Hemos, no, la has salvado tú, como siempre te has vuelto a meter donde no tendrías que meterte. Escúchame, el presidente está sospechando algo, no se cree que una chica que ha estado toda su vida en el orfanato sea capaz de desaparecer así como así.
-¿Por qué tiene que sospechar nada? Ha desaparecido como lo hicieron antes otras ¿No?
-No, porque Dolores nunca dijo en el orfanato que quisiera irse, al revés, siempre estuvo contenta de quedarse con los niños, la directora estaba contenta con el trabajo de Dolores, los niños la adoraban y ella adoraba a los niños, no entienden su desaparición, sospecharon algo, claro que fue fácil sospechar cuando se enteraron de donde dormía y vieron la escalera en la pared, la quisieron buscar para preguntarle, pero sabes qué, no hay ni rastro de ella, en ningún sitio, es como si se la hubiera tragado la tierra.
-Jefe, no querían preguntarle nada, la querían matar, y otra cosa, yo hago bien mi trabajo.
-Sí, eso lo sé.
-Jefe, lo que pasó con el comisario de Ciudadseca ¿Tuvo algo que ver la Logia?
-No, la sucursal de Ciudadseca está totalmente desactivada, la universidad funciona como cualquier otra universidad con un nuevo rector y no hay rastro de vida de la Logia. El comisario no tenía nada que ver con la Logia…
-¿Seguro?- Preguntaba extrañada Elvira.
-Seguro, en estos momentos no le interesa a la Logia Ciudadseca, creen que correrían peligro volviendo a hacer algo allí.
-Así, el comisario…
-Sí, si mató a su mujer él sabría porque lo hizo, supongo que has leído el informe del jefe de homicidios.
-Lo he leído, ya sabe que hago bien mi trabajo.
-Demasiado bien ¿Has hablado con el Presidente?
-No, la última vez fue cuando volví de Ciudadseca.
-Eso es lo que me extraña, creo que sospechan de ti, ten cuidado por favor.
-Lo tendré jefe, creo que tendría que pasear al perrito, tiene ganas de cagar.
-Lárgate de aquí.
...