Luis era curioso. Después de un polvo no se conformaba con transformar su pasión en cariño, sino que le gustaba hablar, saber más de mí, de mis sentimientos, de mis deseos. Pues a Luis no le interesaba sólo mi cuerpo, sino todo mi ser. Ya lo conocía como amigo y era consciente de su generosidad, y su conversación amena y divertida, y esa confianza no se había quebrado porque ahora folláramos. Al revés, sus preguntas eran más directas, más profundas, no porque fueran filosóficas o éticas, sino simplemente porque quería conocerme muy a fondo. Tanto como creía conocerlo yo a él.
Y era divertido. Muy gracioso en sus comentarios. Por eso me sentía tan libre con él. Tras el polvo que acabábamos de echar yo había quedado en una postura un poco rocambolesca con el culo en pompa y las piernas abiertas y toda la espalda encorvada llena de su semen, que echaba con bastante abundancia. Lejos de sentirme incómoda, pues mi sexo quedaba totalmente expuesto le pedí el favor de que me limpiara y el pobre se fue corriendo de forma diligente hasta el baño para traer un rollo de papel higiénico.
Tras limpiarme nos quedamos tumbados charlando en esas conversaciones que narraba arriba en la que nos abríamos el uno al otro con esa complicidad que tanto me gustaba y que yo desconocía en un hombre a pesar de haber tenido un despertar tan temprano al sexo, pero con hombres que sólo deseaban mi cuerpo desentendiéndose de todo lo demás. Luis y yo éramos dos personas que se deseaban como personas y disfrutaban de la otra persona.
La curiosidad de Luis le llevaba a preguntar como un niño:
-¿Y cuando yo te gustaba pero no estábamos juntos que hacías?-preguntó queriendo saber hasta donde llegaba mi deseo por él al masturbarme.
-No lo sentía tan fuerte.- respondí, pero entonces me sorprendió acariciando mi vello púbico mientras me preguntó:
-¿No te picaba aquí?
Su caricia me hizo estremecer y se lo hice saber mientras le explicaba mi forma de entender las diferencias entre hombres y mujeres en el sexo:
-Sigo muy sensible Luis…ains…, pero te digo que los hombres sois más visuales y las mujeres más sensitivas…Tú me has confesado que te masturbabas pensando en mí aunque nunca has estado conmigo…
-Claro-respondió acariciando mi cintura y mi vientre.
-…pues a mí me costaba trabajo porque me faltaba un recuerdo sexual tuyo a pesar de haberte visto desnudo…es difícil de explicar. Al final lo que hacía era intentar ponerle tu cara a mis recuerdos sexuales, pero no conseguía. Terminaba siendo un gesto más mecánico que sentido…fisiológico diría yo…
De repente recordé como en aquellas masturbaciones furtivas mientras Vanessa dormía, en mi mente imaginaba la cara de Luis en el cuerpo del Largo. Incluso era capaz de imaginar su cuerpo desnudo, como ya lo había visto tras la partida de póker pero los olores y sabores seguían siendo de Migue. Y sí, me ayudó a recuperar la costumbre de autoestimularme.
-Yo ahora lo voy a tener muy fácil recordando tu carita cuando te corres… - dijo Luis sacándome de mis pensamientos.
-¿Y qué carita pongo?-pregunté incorporándome un poco para observar mejor a Luis que aprovechó para colar su mano y acariciarme las nalgas.
Intentó apretar sus facciones cerrando los ojos muy fuertes y con una expresión tan divertida que me hizo reír y le contesté:
-Parece que estás apretando para cagar.
-Es que no me sale como a ti. ¿Qué cara pongo yo?-preguntó mientras su mano jugaba con mi culo como si yo no estuviera allí.
-Entrecierras los ojos y dejas la boca semiabierta y entremedias cuelas algún resoplido. Después te relajas de golpe y sueltas todo el aire cuando tu amiguita deja de escupir- expliqué ya más seria.
-Pero volviendo al tema. Cuando nos separemos y me haga una paja pensando en ti recordaré todo tu cuerpo-dijo poniéndome nerviosa.
-Luis, ¿qué es lo que más te gusta de tu mi cuerpo?, y no me digas la cara…- quise saber.
-Es lo más bonito desde luego-respondió galante- pero me vuelven loco tus pechos…
-¿No te parecen pequeños?-pregunté poniéndome de lado para que los viera- todas tus ex que conozco menos Marta los tenían más grandes…
-Pero a mí me gustan estos…-respondió sereno justo antes de acercar su cara a mis tetas para besarlas.
A pesar de que el contacto de sus labios en la piel de mis pechos y pezones tan sensibles estaba despertando de nuevo mi deseo yo estaba en ese momento más pendiente de abrirme y confesarle mis sentimientos pasados y admitó que esta muy acomplejada:
-Me ponía sujetadores con relleno hasta que pasé de tíos y cada vez lo uso menos, total no me hace falta salvo para hacer deporte o cuando me viene la regla. Es verdad que tienes que aguantar miradas de babosos en cuanto se dan cuenta que vas sin sujetador pero a veces te mira el chico que te gusta. Aunque dudas si te mira por salido o porque realmente le gustas…
Luis parecía no oír mis pensamientos cada vez más concentrado en chupar mis pezones con sonidos guturales de aprobación por lo que con una sonrisa concluí:
-Creo que realmente te gustan, jajaja. Porque te tengo babeándome…
Pareció cortarse con mi comentario y poniendo su cara de nuevo a mi altura me preguntó serio mirándome a los ojos:
-¿Y qué es lo que más te gusta de mi cuerpo?
-Me encantan los pelillos que te bajan por aquí…-dije rozándolos con mi dedo- ….y estos de aquí…-continué siguiendo el caminito que bajaba de su ombligo a su pubis hasta que tropecé con su polla- que cuando no se ve imaginas que llegan hasta aquí.
-Eso no me lo esperaba…-respondió extrañado- ¿y cuándo te fijaste en eso?-
-El día que me dejaste la camiseta en la novatada, pero sobre todo el día de la partida de póker…
-Pero si ni me mirabas…-respondió todavía escocido por su orgullo derrotado
-Eso es lo que tú te crees, jajajaja.
Sin embargo, a pesar del contenido de la charla y el evidente deseo de ambos Luis se quedó dormido dándome la oportunidad de acariciarlo y observarlo. Me estaba aprendiendo su cuerpo de memoria, guardándolo en mi disco duro. Los pliegues de su piel, lunares y pecas, vellos aislados y los que acababa de confesarle que me gustaban. Cuando no estuviera con él tenía material de sobra para imaginarlo con mis manos perdidas entre mis piernas.