Memorias de una solitaria

Me quedaban unas pocas horas con él y me sentía lo suficientemente limpia como para poder hacerlo con Luis. Pero no sabía cómo decírselo sin parecer una salida. Acostumbrada a estar a merced de los tíos no sabía decir las cosas en una relación igualitaria. Él seguro que me lo habría dicho, pero no se atrevía por mi regla. Y ahora yo no sabía cómo comunicárselo.

Cuando nos fuimos a echar la siesta yo estaba inquieta. No sabía como ponerme así que busqué contacto con su cuerpo pasando mi pierna por encima y acariciando su cuerpo sin el miedo de los días anteriores. Luis reaccionó divertido:

-Lo estás consiguiendo…-me dijo.

-¿Qué estoy consiguiendo?-pregunté haciéndose la tonta.

-Que tenga que follarte…

Es lo que llevaba deseando todo el día así que no perdí el tiempo y metí mi mano en su calzoncillo acariciando su polla durísima mientras le seguía el juego diciendo:

-Una señorita no puede escuchar ciertas cosas….pero mmmmm, ¿qué tiene usted aquí caballero? Esto es un escándalo…

Luis me besó haciéndome creer que se acababa el juego y empezaba la acción pues ya me agarraba una teta comprobando la sensibilidad de mi pezón pero continuó con la broma:

-Disculpe usted señorita…pero usted me está agarrando el cipote y no me va a quedar más remedio que tener que usarlo contra usted…

Poniendo cara de ofendida solté su churra para agarrar sus testículos. ¿Lo tenía cogido por las pelotas?

-Caballero me ofende usted…voy a tener que castigarle…

-Yo soy quien debería castigar su atrevimiento. Debería azotarla…

-Oh, sí, por favor…azóteme¡¡¡¡ Jajajaja-ya no pude aguantar más la risa hasta que Luis se lanzó sobre mi boca atragantándome con su lengua.

Mi novio se separó de mí un instante para quitarme las bragas. Por supuesto que no puse impedimento ofreciéndole mi chocho que ya palpitaba con ganas de recibirlo. Pero cuando se lanzó a comérmelo se lo traté de impedir. Acababa de pasar la regla y no tenía confianza en no manchar aún. Pero él insistió. Casi le arranco el pelo tirando de su cabeza. Pero conseguí apartarlo. Le iba a dejar claro lo que quería.

Le quité los calzoncillos y directamente me monté sobre él para meterme su polla. Estaba bastante salida en realidad. Pero Luis no se sobresaltó por eso sino por la ausencia de condón. Lo tranquilicé recordándole que mientras se ovula no hay riesgo de embarazo. Por fin conseguí que su trozo de carne dura y caliente se abriera paso entre las paredes de mi vagina. Estaba muy sensible y notaba como el roce de nuestras pieles dentro de mi coño me dejaba sin aire hasta que mi peso cayó totalmente sobre él sintiendo como su polla me llenaba.

No era la primera vez que follaba a pelo, pero sí la primera vez con Luis. Sentía su falo más caliente, o quizá era que yo estaba más sensible o simplemente me moría de ganas por follármelo pero en cuento mis entrañas se acomodaron a su preciosa invasora dejé que todo mi deseo saliera libremente a través de mi boca.

No soy consciente de lo que digo en esos momentos pero sé que no me callo expresando mis sentimientos. Y es que no podía dejar de moverme sobre su cuerpo haciendo que su polla me taladrara. Reconozco que no era algo que me hubiera pasado sólo con Luis, pero con el Largo yo mantenía generalmente una actitud más pasiva, aparte que sentada sobre él su pollón había llegado a hacerme dato presionando demasiado el cuello de mi útero. ¡Si hasta el tamaño de la polla de Luis era perfecto!

En pocos minutos estallé en un orgasmo muy intenso, como casi todos con él. Y durante un momento perdí la noción del tiempo y del lugar. Sólo sé que Luis me manejó cambiándome de postura y estuvo penetrándome desde atrás multiplicándome el placer hasta que sorpresivamente se salió de mí. Se estaba corriendo en mi espalda. Quise cubrir su vacío acariciándome yo misma hasta que sentí como su dedo me penetraba hasta llevarme a mi segundo orgasmo que me dejó fuera de mí por un espacio de tiempo indeterminado en el que no dejé de recibir las caricias de Luis.
 
Luis era curioso. Después de un polvo no se conformaba con transformar su pasión en cariño, sino que le gustaba hablar, saber más de mí, de mis sentimientos, de mis deseos. Pues a Luis no le interesaba sólo mi cuerpo, sino todo mi ser. Ya lo conocía como amigo y era consciente de su generosidad, y su conversación amena y divertida, y esa confianza no se había quebrado porque ahora folláramos. Al revés, sus preguntas eran más directas, más profundas, no porque fueran filosóficas o éticas, sino simplemente porque quería conocerme muy a fondo. Tanto como creía conocerlo yo a él.

Y era divertido. Muy gracioso en sus comentarios. Por eso me sentía tan libre con él. Tras el polvo que acabábamos de echar yo había quedado en una postura un poco rocambolesca con el culo en pompa y las piernas abiertas y toda la espalda encorvada llena de su semen, que echaba con bastante abundancia. Lejos de sentirme incómoda, pues mi sexo quedaba totalmente expuesto le pedí el favor de que me limpiara y el pobre se fue corriendo de forma diligente hasta el baño para traer un rollo de papel higiénico.

Tras limpiarme nos quedamos tumbados charlando en esas conversaciones que narraba arriba en la que nos abríamos el uno al otro con esa complicidad que tanto me gustaba y que yo desconocía en un hombre a pesar de haber tenido un despertar tan temprano al sexo, pero con hombres que sólo deseaban mi cuerpo desentendiéndose de todo lo demás. Luis y yo éramos dos personas que se deseaban como personas y disfrutaban de la otra persona.

La curiosidad de Luis le llevaba a preguntar como un niño:

-¿Y cuando yo te gustaba pero no estábamos juntos que hacías?-preguntó queriendo saber hasta donde llegaba mi deseo por él al masturbarme.

-No lo sentía tan fuerte.- respondí, pero entonces me sorprendió acariciando mi vello púbico mientras me preguntó:

-¿No te picaba aquí?

Su caricia me hizo estremecer y se lo hice saber mientras le explicaba mi forma de entender las diferencias entre hombres y mujeres en el sexo:

-Sigo muy sensible Luis…ains…, pero te digo que los hombres sois más visuales y las mujeres más sensitivas…Tú me has confesado que te masturbabas pensando en mí aunque nunca has estado conmigo…

-Claro-respondió acariciando mi cintura y mi vientre.

-…pues a mí me costaba trabajo porque me faltaba un recuerdo sexual tuyo a pesar de haberte visto desnudo…es difícil de explicar. Al final lo que hacía era intentar ponerle tu cara a mis recuerdos sexuales, pero no conseguía. Terminaba siendo un gesto más mecánico que sentido…fisiológico diría yo…

De repente recordé como en aquellas masturbaciones furtivas mientras Vanessa dormía, en mi mente imaginaba la cara de Luis en el cuerpo del Largo. Incluso era capaz de imaginar su cuerpo desnudo, como ya lo había visto tras la partida de póker pero los olores y sabores seguían siendo de Migue. Y sí, me ayudó a recuperar la costumbre de autoestimularme.

-Yo ahora lo voy a tener muy fácil recordando tu carita cuando te corres… - dijo Luis sacándome de mis pensamientos.

-¿Y qué carita pongo?-pregunté incorporándome un poco para observar mejor a Luis que aprovechó para colar su mano y acariciarme las nalgas.

Intentó apretar sus facciones cerrando los ojos muy fuertes y con una expresión tan divertida que me hizo reír y le contesté:

-Parece que estás apretando para cagar.

-Es que no me sale como a ti. ¿Qué cara pongo yo?-preguntó mientras su mano jugaba con mi culo como si yo no estuviera allí.

-Entrecierras los ojos y dejas la boca semiabierta y entremedias cuelas algún resoplido. Después te relajas de golpe y sueltas todo el aire cuando tu amiguita deja de escupir- expliqué ya más seria.

-Pero volviendo al tema. Cuando nos separemos y me haga una paja pensando en ti recordaré todo tu cuerpo-dijo poniéndome nerviosa.

-Luis, ¿qué es lo que más te gusta de tu mi cuerpo?, y no me digas la cara…- quise saber.

-Es lo más bonito desde luego-respondió galante- pero me vuelven loco tus pechos…

-¿No te parecen pequeños?-pregunté poniéndome de lado para que los viera- todas tus ex que conozco menos Marta los tenían más grandes…

-Pero a mí me gustan estos…-respondió sereno justo antes de acercar su cara a mis tetas para besarlas.

A pesar de que el contacto de sus labios en la piel de mis pechos y pezones tan sensibles estaba despertando de nuevo mi deseo yo estaba en ese momento más pendiente de abrirme y confesarle mis sentimientos pasados y admitó que esta muy acomplejada:

-Me ponía sujetadores con relleno hasta que pasé de tíos y cada vez lo uso menos, total no me hace falta salvo para hacer deporte o cuando me viene la regla. Es verdad que tienes que aguantar miradas de babosos en cuanto se dan cuenta que vas sin sujetador pero a veces te mira el chico que te gusta. Aunque dudas si te mira por salido o porque realmente le gustas…

Luis parecía no oír mis pensamientos cada vez más concentrado en chupar mis pezones con sonidos guturales de aprobación por lo que con una sonrisa concluí:

-Creo que realmente te gustan, jajaja. Porque te tengo babeándome…

Pareció cortarse con mi comentario y poniendo su cara de nuevo a mi altura me preguntó serio mirándome a los ojos:

-¿Y qué es lo que más te gusta de mi cuerpo?

-Me encantan los pelillos que te bajan por aquí…-dije rozándolos con mi dedo- ….y estos de aquí…-continué siguiendo el caminito que bajaba de su ombligo a su pubis hasta que tropecé con su polla- que cuando no se ve imaginas que llegan hasta aquí.

-Eso no me lo esperaba…-respondió extrañado- ¿y cuándo te fijaste en eso?-

-El día que me dejaste la camiseta en la novatada, pero sobre todo el día de la partida de póker…

-Pero si ni me mirabas…-respondió todavía escocido por su orgullo derrotado

-Eso es lo que tú te crees, jajajaja.

Sin embargo, a pesar del contenido de la charla y el evidente deseo de ambos Luis se quedó dormido dándome la oportunidad de acariciarlo y observarlo. Me estaba aprendiendo su cuerpo de memoria, guardándolo en mi disco duro. Los pliegues de su piel, lunares y pecas, vellos aislados y los que acababa de confesarle que me gustaban. Cuando no estuviera con él tenía material de sobra para imaginarlo con mis manos perdidas entre mis piernas.
 
Durmió más de una hora y no pude dejar de mirarlo en todo ese tiempo. La relajación de su cara, su pecho hinchándose y vaciándose con su respiración profunda y un detalle más en particular llamaron mi atención: mi novio estaba empalmado. Su polla estaba totalmente hinchada con su glande fuera del prepucio totalmente brillante, además casi se sostenía erguida sobre su pubis.

Con lo caliente que estaba tuve la tentación de tocarla, incluso de comérsela directamente. Pero se despertaría rompiendo su encanto. ¿Estaría soñando conmigo? Yo seguía sintiendo todavía mi entrepierna pegajosa por la cantidad de flujos que había segregado mi coño en el polvo que habíamos echado un rato antes, y desde luego sentía el cosquilleo y cierta palpitación. Pero no me iba a tocar. Si Luis se despertara pillándome me moriría de la vergüenza. Pero qué ganas tenía de volver a follar con él…

Por fin se despertó. Y me descubrió mirándolo. Pero tras un par de requiebros fui al grano y le hice notar que tenía la polla bastante dura.

-Bueno, tiene vida propia-respondió nada avergonzado

-Tenía muchas ganas de tocarte la cara, y el pecho…y…- reconocí mordiéndome el labio.

-¿Y por qué no lo has hecho?

-No quería despertarte…estabas tan a gusto…

-Ya estoy despierto…

Y bien que lo estaba pues pegó su polla a mi entrepierna al acercarse para besarme, pero yo no estaba para cariñitos y busqué ávida su lengua hasta que me confesé:

-Te tengo ganas…

-¿No has tenido bastante antes?

-Contigo siempre quiero más…- respondí antes de lanzarme como una vampira a por su cuello. No me di cuenta de que lo dejaría marcado por mi ímpetu.

No sé si me hablaba, pues como antes de dormir había hecho él con mis pechos ahora yo no dejaba de besar, lamer y sorber su pecho, sus pezones, su ombligo hasta conseguir acurrucarme en la cama para alcanzar el manjar con el que llevaba fantaseando durante la siesta de mi novio. Me dio igual que aun tuvieras restos de semen y mi flujo. Cacé con mis labios la punta hinchada y brillante de su churra y dejé que mi lengua la cubriera con saliva disfrutando de su suavidad. Sentí como me empapaba de nuevo y muy leves contracciones en mis labios mayores. Mi coño se estremecía porque mi boca apresaba su polla, más aún cuando Luis no sé si conscientemente empezó a contraer sus glúteos para que mi mamada fuese más profunda.

Luis disfrutaba y no voy a negar que yo también intentando que entrase en mi boca toda su polla. Para ello apoyé mi mano en ese culito que tanto me gustaba para que fuese él el que marcase la profundidad a la que quería que llegara su polla en mi garganta. Me iba a deshidratar de lo mojada que estaba y de cuanto salivaba.

Intentaba rozar lo máximo que podía su glande con mi lengua cuando su polla se retiraba un poco antes de volver a clavarla. Llevaba más de una hora con ganas de comerme su nabo y ahora no lo iba a soltar tan rápido. Me daba igual que se corriera. Sin embargo, cuando llevaba unos minutos mamando empecé a sentir cansancio por la postura, y para qué negarlo, mi chocho pedía guerra. Así que solté mi presa y con una sonrisa burlona repté hasta enfrentar nuestras miradas y le dije:

-Ya me he desquitado…tenía que habértela comido dormido, jajaja, a ver como reaccionabas…

-Eres una niña mala- respondió abrazándome- Voy a tener que castigarte…

-Sí, por favor, jajaja… -respondí siguiéndole el juego sin imaginarme que pasaría su mano por mi chocho que en ese momento quemaba pues estaba más caliente que el palo de un churrero haciéndome gemir de placer.

-Voy a tener que darte unos azotes…-dijo con voz de película mientras clavaba un dedo en mi coño.

-Sí, por favor…

-Estás lista para que te dé otra vez varios pollazos…

¿Lista? Ya estaba tardando. No quería su dedo en mi coño quería esa polla que me acababa de comer.

-He sido muy mala y me lo merezco…- casi rogué.

Pero entonces tuve un chispazo y quise jugar un poco más con Luis. En el sexo no todo es follar. Como no había mucho espacio en aquella habitación me apoyé en la mesa del fondo mirando como Luis se levantaba de la cama. La luz que entraba por la ventana iluminaba su cuerpo en el que destacaba su polla hinchadísima. Sentía mi propia respiración agitada y como me palpitaba la entrepierna. Creo que nunca he sentido tanto deseo. Quizá por los nervios me entró una risa bastante tonta.

Luis no se cortaba observándome de arriba abajo mientras avanzaba despacio hacia mí. Cuando casi me alcanzaba quise volver a correr por la habitación pero me cortó el paso con su brazo diciéndome:

-Estás siendo muy mala…

Mientras lo decía me hizo sentarme en la mesa obligándome a abrir las piernas con las suyas. Su polla erguida apuntó con precisión. En cuanto sintió que me rozaba me penetró dejándome sin aire. Estaba empapada y su pollón se coló obligándome a abrir más las piernas y echarme sobre su cuerpo para no caer hacia atrás. Al alcanzar su hombro no sé por qué le mordí. Pero a Luis le dio igual y empezó a penetrarme como era su objetivo.

Sin embargo le costaba marcar un ritmo y se salió de mí para mi disgusto. Tenía un plan b: me hizo bajarme de la mesa y girarme para quedar de espaldas a él. No se cortó en buscar la postura que quería y yo, por supuesto, colaboré obediente.

De nuevo volvió a metérmela y ahora sí que pudo follarme a su antojo. Y al mío. Sus penetraciones eran profundas y con mucho recorrido por lo que empecé a sentir un placer inmenso que expresé pidiéndole más. El subconsciente me jugó una mala pasada pues la fuerza y la intensidad con la que Luis me estaba follando desde atrás me hicieron por un momento trasladarme en el tiempo a aquellos polvos que eché con Migue varios veranos atrás. Fue un breve fogonazo. Luis era muy diferente aunque su forma de empotrarme en ese momento me recordara a mi examante fallecido. Afortunadamente el orgasmo disolvió esos pensamientos haciendo que todo mi ser se concentrara en las sensaciones que la polla de mi novio me generaba. Volví a tener esa sensación de haber alcanzado un largo clímax con bajadas de intensidad que la taladradora de Luis conseguía volver a activar. Se me aflojaron las piernas y perdí mi voluntad que no la conciencia.

Ese largo orgasmo o varios seguidos, pues no sabría como definirlo, duró mientras Luis aguantó, que fue bastante hasta que sentí de nuevo el vacío que dejaba su falo al salirse de mí y su semen caliente sobre mi espalda mientras anunciaba a los cuatro vientos su corrida. Además de guapo, de divertido, de buen amigo, de…tantas cosas, mi Luis era una máquina follando.
 
Por como rememora Claudia sus momentos con Luis, con el amor con que lo hace, es seguro que se ha arrepentido y arrepiente de haber roto con él, de no haber sabido gestionar bien su vida. Durante los exámenes finales, quedó demostrado que Luis no era un lastre para conseguir sus objetivos, estar con él la ayudó a estudiar. Se equivocó y lo sabe.
 
Por como rememora Claudia sus momentos con Luis, con el amor con que lo hace, es seguro que se ha arrepentido y arrepiente de haber roto con él, de no haber sabido gestionar bien su vida. Durante los exámenes finales, quedó demostrado que Luis no era un lastre para conseguir sus objetivos, estar con él la ayudó a estudiar. Se equivocó y lo sabe.

Es cierto, no fue un lastre, pero no era ese el problema o no el principal. Es que con Luis no se podía mantener una relación a distancia, y eso Claudia no lo supo valorar, y Luis no sabía estar sin pareja.
 
Sólo me había acostado con tres hombres en mi vida. Teniendo en cuenta mi juventud tampoco es que fuera una estrecha desde luego, aunque en realidad todo se concentraba en dos periodos de mi vida. Aquel verano en que fui novia del Negro y me encapriché del Largo. Y ahora que estaba con Luis. Si Migue me había demostrado lo mal que follaba Jonathan, hacerlo con Luis dejó todo lo demás muy abajo. Y no hablo de la calidad del sexo sólo.

Pero me faltaba en realidad experiencia de pareja. Lo de Adrián fue tan pronto que no sé ni como calificarlo. Para el Negro yo era su putita que se tiraba cuando le venía bien. Y en el caso del Largo fui una más.

Tras mi huida con mi tía y todo el lío por el Negro, incluso después de su detención yo me sentía totalmente culpable por lo sucedido. Y aunque no niego que aquello marcó mi forma de relacionarme con los hombres, de hecho hasta que llegó Luis había decidido no relacionarme con ellos, no tardé demasiado en descubrir que las cosas no eran exactamente como mi familia y yo habíamos supuesto.

Con Jonathan en la cárcel respiramos tranquilos. Pese a nuestros temores la policía no me interrogó pues realmente casi nadie me relacionaba con el Largo como ya expliqué antes. Pero sí supimos más tarde, algo que yo sospechaba y confirmé: los ojos verdes de Migue, y el resto del conjunto de su cuerpo no sólo me tenían encandilada a mí. La policía sí interrogó al menos a tres chicas más, y casualmente una de ellas era supuestamente la novia de uno de los matones del Negro. Por lo que al final la culpa social en el barrio por la mutilación le recayó a ella, pues el Negro siempre negó en los interrogatorios que él le hubiera cortado la churra al Largo.

El castigo que sufrió esa chica aparte de las murmuraciones fue el de la soledad. La gente le dio de lado culpándola de la muerte. Maldita sociedad machista que perdona al que se folla a 4 pero castiga a la que se tira a 2. Otra piedra más en el camino que me alejaba de los hombres y otra piedra más que Luis desintegró. Los dos seríamos libres y honestos. La sinceridad sería nuestra bandera, pues yo era consciente de que si era capaz de enamorarme a mí a pesar de mi mochila, Luis podría ser capaz de enamorar a otras sin hacer nada especial, sólo siendo él mismo.

Y es que Luis había despertado mi libido de una forma desconocida para mí. Aunque hasta con el Negro había llegado a disfrutar del sexo nunca había tenido el nivel de apetencia alcanzado con Luis. Era como una droga que te genera tal adicción que no puedes vivir sin ella. A pesar de haber follado dos veces aquel último día en la residencia tuvimos más sexo aquella tarde y aquella noche. Era sorprendente la capacidad de recuperación de Luis. Un poco de juego, tres palabras pícaras y ya estaba otra vez con la lanza en ristre dispuesto al combate.

Y yo, que tardaba en recuperarme de aquellos multiorgasmos que me provocaba entraba al trapo. Un par de cariños provocados por mi lenta reacción tras un polvo y ya estábamos empezando otra vez. Aún con el chocho escocido yo se la meneaba o me volvía a comer su polla encantada.

Tras el polvo en la mesa de Óscar se la comí de nuevo casi por una apuesta descubriendo además que el punto G masculino realmente existe como indicaban mis apuntes de anatomía, pues le metí un dedo por el ano y en menos de un minuto aullaba lanzando chorros por la polla poniéndome perdida hasta que conseguí que los últimos acabaran en mi boca. Otra diferencia con mis ex…tan machos ellos que carecían de culo…

Pero es que por la noche se empeñó en comerme el chocho y como tras la ducha había comprobado que ya no manchaba no puse reparos. Le entregué mis bragas y le planté el coño en la cara. Pero pensando que después nos iríamos a dormir de verdad porque había que madrugar me di la vuelta atrapando su polla con mi boca sin dejar de ofrecerle mi coño en la suya.

Esa vez intenté comérsela como hacía con el Negro, pero como la polla de Luis era bastante más grande no me atrevía a metérmela entera, pero con la postura inversa casi llegaba hasta sus pelotas aguantando su falo incrustado en mi garganta hasta que sentía algo de asfixia. No podía negarle nada. Ni mi culo cuando metió un dedo en él mientras no dejaba de lamer y sorber mi clítoris.

No hubo orgasmos repetidos como otras veces pero el que me provocó Luis con su lengua en mi coño y su dedo en mi ano fue tan intenso que fui incapaz de levantar la cabeza. Casi me ahogo con su polla en la garganta buscando el aire que me faltaba y que afortunadamente conseguí a través de la nariz incapaz de levantarme con las sacudidas que me recorrían la espalda desde mi entrepierna y mis temblores ya habituales.

Para completar el cuadro Luis empezó a correrse sin darme tiempo a tragar, y tuve que girar mi cabeza lo suficiente como para que sus chorros al menos impactaran en mi boca y no en mi laringe. No pude disfrutarlos como hubiera querido pero en cuanto dejó de correrse sentí a Luis preocupado por mí. Hasta que reaccioné encantada de nuevo justo antes de caer rendida en el sueño abrazada a sus muslos. Si me quedo una semana más en la residencia ¿echaríamos 4 polvos todos los días?
 
Realmente, Claudia parece muy enamorada ... ver la visión tan bien contada de esa mujer enamorada que pone en un pedestal al pardillo inmaduro de Luisinho, es conmovedor. Todo en él es maravilloso. Pero lo conocemos bien.

En fin, que les quiten lo bailao.
 
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Mi gran duda es si en la actualidad son amigos. Al vivir en la misma ciudad, una gran ciudad por cierto, no sería raro.
A ver qué nos cuenta Claudia, pero Luis ya lo dejó claro, Claudia no forma parte de su vida, ni como una amistad actual más o menos distante. Estando Alba y conocedor Luis de sus inseguridades, él sabe que no puede ser amigo de Claudia y, ante todo, no quiere poner en peligro su Gran Amor por nada del mundo.
 
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