Para irnos a la playa las dos parejas Luis y yo iríamos a Granada, donde estudiábamos, y allí nos recogerían nuestros amigos y para partir en el coche de Lourdes en el que llegaríamos a la costa. Desde mi pueblo tenía dos opciones para llegar a Granada a apenas 100km. Tenía dos opciones, una horita en autobús aproximadamente o algo más en tren haciendo trasbordo en Bobadilla. Allí comprobé que el tren que tenía que coger era el mismo que traía a Luis desde Sevilla, por lo que me decidí a darle una sorpresa.
El tren desde mi pueblo a Bobadilla tardaba apenas 20 minutos en hacer el trayecto así que no me hizo falta madrugar aunque sí me desperté temprano más por los nervios que por otra cosa. Era la primera vez en mi vida que viajaba con amigos, y también la primera vez que lo hacía con mi novio. Todo eran novedades.
Llegué a Bobadilla y el tren de Luis aún no había llegado. Venía con unos minutos de retraso. Pero al momento fue anunciado por la megafonía de la estación. Venía bastante vacío y tras dos vagones en que no vi a mi novio al fin pude encontrarlo. Venía dormido apoyado en la ventana. Estaba muy guapo. Se había cortado el pelo y se le notaban los días de piscina pues tenía cara, brazos y piernas bronceadas. La cara la tenía toda pecosa. Estaba lindísimo.
Con disimulo sin soltar mi mochila en la bandeja superior le pregunté muy seria:
-Perdona, ¿está ocupado ese asiento?
Extrañado sin parecer reconocerme entreabrió los ojos y totalmente extrañado, pues me esperaba ya en Granada, se incorporó aturdido diciendo con sorpresa:
-¿Pero qué haces aquí?
No respondí sentándome en sus piernas para besarlo directamente hasta quedar satisfecha de saborear su boca.
-El autobús me salía de precio como el tren y vi los horarios. Bueno, que te quise dar una sorpresa y hacer juntos esta parte del viaje…
Mi respuesta pareció gustarle pues se olvidó de responder con su voz haciéndolo de nuevo con sus labios y su lengua que yo recibía gustosa mientras sus brazos me apretaban con él. De nuevo se separó de mí como si no se creyera lo que había ocurrido y me observó para asegurarse hasta que dijo:
-¡Qué guapa estas! ¿Te has costado el pelo?
Ni me acordaba de que me había recortado el pelo sobre todo por detrás para no pasar calor en verano. Mi chico me observaba.
-Quiero estar cómoda y fresquita para el verano… -respondí.
-Oye, ¿qué morenito estás?- pregunté para que se diera cuenta de que yo también lo notaba cambiado.
-Las dos veces que he estado de piscina…
Mientras no podía dejar de comerme a besos a Luis lo noté incómodo mirando de reojo hacia el interior del vagón. A mí me daba igual porque sólo me interesaba él. Pero como Luis es tan comedido en público, supongo que tan influido por su educación de niño bueno en barrio pijo, terminó levantándose para llevarme a la plataforma que comunica los vagones. Ahora sí, se dejó llevar pues no sólo me besaba con ganas sino que además su mano se coló bajo mi falda acariciándome el culo. Intentábamos contarnos cosas pero siempre el beso del otro lo interrumpía. Estaba muy efusivo y yo ya lo conocía lo suficiente como para saber que se había puesto más salido que un burro. Su gesto de meterme en el baño del vagón me lo confirmó.
Efectivamente llevó mi mano a su paquete para que sintiera su dureza y me dijo con una sonrisa acalorada:
-Alguien más se alegra de verte…
No voy a negar que yo también le tenía ganas. Pero mi sofoco no era tan evidente para él aunque sí para mí con cosquilleo en el bajo vientre y esa sensación de mojar las bragas tan inequívoca. Nuestros cuerpos reaccionaban al encuentro con deseo y no teníamos necesidad de ocultarlo así que le devolví la sonrisa casi susurrándole:
-Mi toro viene desbocado…¿Y qué hacemos ahora?
Él lo tenía muy claro y sin miramientos coló su mano dentro de mi braga. Los días antes de viajar no sólo había pasado por la peluquería, también había depilado toda mi zona íntima para poder usar sin problemas braguitas de bikini de distinta anchura. Cuando sentí su mano le gemí en el oído apoyando mi cabeza en su hombro, pero él seguía sorprendido por mi chochito pelón y preguntó:
-¿Y esto?
-Para estar fresquita en veranito…-respondí aparentando inocencia.
-En verano te sobra todo el pelo…-dijo justo antes de alcanzar mi raja con su dedo buscando con descaro mi humedad.
Me estremecí y empecé a gemir sintiendo mi cara contraerse. Para entonces el dedo de Luis ya estaba dentro de mi chocho. Se me aflojaron las piernas y me agarré a sus hombros mientras seguro de sí mismo con voz ronca me decía:
-…algo más también se alegra…Claudia necesito metértela…no voy a poder esperar…
-¿Has traído condones?- le pregunté confirmándole que yo también quería que me la metiera.
-Están fuera en la mochila…pero no puedo salir ahí fuera con este empalme…
-No importa. Métemela a pelo y la sacas antes de correrte….tú sabes hacerlo...-respondí sin perder tiempo mientras lo desnudaba para sacarle la polla que estaba deseando clavarme.
Estaba empalmadísimo y al acaríciasela comprobé que estaba muy caliente pues de su meato manaba un poco de líquido preseminal. Le bajé pantalón y calzoncillo para que no estorbaran y me relamí observando la virilidad de mi macho que me iba a dar placer en aquel estrecho baño con el traqueteo del tren. Luis me giró con fuerza poniéndome de espaldas a él para subirme el vestido y bajarme las bragas mientras yo me apoyaba en el lavabo y abría mis piernas.
No sé que hacía pero yo estaba impaciente así que bajé una de mis manos entre mis piernas hasta toparme con su churra gorda y babosa y yo misma tiré de ella para llevarla a mi coño. Mientras su falo entraba en mi vagina mis pulmones se vaciaban dejándome sin respiración y haciéndome boquear como un pez fuera del agua.
-Ainsssss, Luis….como te echaba de menos…-dejé escapar de mi garganta cuando pude volver a inspirar.
Luis empezó a penetrarme a buen ritmo. Tanía las piernas cada vez más flojas sólo de sentir su verga entrando y saliendo. Creo que me pidió que no gimiera pero no podía evitarlo. Llevaba casi dos semanas vacía y por fin me sentía llena de amor y de deseo.
Entonces sentí su mano en mi cara y no pude reprimir chupar sus dedos como si de su misma polla se tratase. Era un acto reflejo, pero sentir invadida mi boca y mi coño con sus golpes de cadera violentos en mi culo mientras me sujetaba con su otra mano para marcar el ritmo de la follada me llevaba rápidamente al orgasmo.
Y así fue. Primero el cosquilleo. Después el latigazo. Falta de fuerza en las piernas y asfixia. Y sólo eran los preliminares. Perdí la fuerza en las manos y ahí estalló la explosión de placer que me dejó en silencio y a merced de mi macho que no dejaba de bombearme desde atrás. Si él no me estuviera sujetando habría resbalado por el lavabo hasta acabar en el suelo seguramente sucio de aquel baño.
Todo mi cuerpo se contraía al ritmo de mi útero hasta el punto que intenté agarrarlo para que no se moviera más con tal tino que alcancé sus pelotas que presioné como si quisiera vaciarlas por presión como un tubo dentífrico.
De golpe bruscamente se salió de mí. Iba a correrse fuera. Abrí los ojos y por el espejo vi como observaba su propia masturbación. Me dejé resbalar por el lavaba ahora ya sin su sujeción con tiempo justo para poner mi cara delante de su polla ofreciéndole mi boca a tan precioso néctar. No hizo falta mucho para que Luis empezara a correrse entre espasmos mientras yo intentaba recoger su semen.
Si me tocaba me corría de nuevo de lo sensible que estaba. Pero en cuanto Luis entre gemidos dijo “ya, ya, ya…”, me levanté escupiendo su corrida en el lavabo que dejó en mi boca el sabor agridulce ya conocido.
Aunque aun sentía leves contracciones y tragaba mucha saliva por el orgasmo y su semen me subí las bragas para poder abrazarlo y besarlo tras el maravilloso polvo que acabábamos de echar. No era el lugar más bonito del mundo pero en ese momento yo estaba en una nube.