Hola a todos
Lo que os voy a contar es como hace mucho tiempo, empecé a tener relaciones con hombres. Seguramente, el que haga tanto de mi primera vez hará que rellene esta historia con detalles que no sean del todo reales, pero lo que os cuento es tal y como lo recuerdo.
Soy de un pueblo del Mediterráneo, cercano al mar y con mucha vida. También tenemos un polígono industrial y eso indica que hay muchas empresas que se surten de tiendas como en la que yo trabajaba, tiendas que atienden a pequeños negocios y a otros más grandes del mismo sector.
Tenía 29 años, llevaba un tiempo casado y no tenia más experiencia sexual que con mi mujer y alguna chica anterior a ella. Poquita cosa. Era un tipo delgadito de poco más de 1,70 y 65-67 kgs, los hombros caidos y piernas algo más desarrolladas por haber hecho atletismo de joven.
Llevaba 2 meses trabajando en una empresa que, como he dicho antes, atendía a pequeños comercios de la zona y a algunos grandes. Esto implicaba que tenian una pequeña tienda con muestras y un almacén pegado en el que se descargaba la mercancía y se hacían pedidos importantes.
Mi trabajo era, básicamente, descargar los camiones cargados de material y preparar los pedidos tanto grandes como pequeños.
A veces, venían los comerciales y te decían que pedidos había que preparar y, en ocasiones, hacían pasar a los que venían a hacer pedidos pequeños para que ellos mismo dijeran lo que querían y yo se lo preparaba.
Uno de estos clientes era Paco. Paco tenía 60 años cuando entré a trabajar. Era un tipo grande, de palabra fácil, socarrón, pelo gris y abundante y que sabía decir la palabra justa en el momento exacto. A veces no sabías si bromeaba o hablaba en serio, pero al segundo te echaba una sonrisa y ya sabías que era una broma suya.
Era el dueño de un taller cercano y venía a menudo a por material. Había días que se presentaba dos veces.
Enseguida congeniamos. Yo era más callado y él me daba confianza. Esas puyitas que lanzaba a todo el mundo, me hacían sonreir ya que se las pillaba al vuelo. A veces, me tocaba sufrirlas a mí y le negaba con la cabeza. Él se quedaba mirándome con aire de superioridad, riendose por lo bajo.
Un día que todos mis compañeros estaban desperdigados por el almacén, Paco entró sin preguntar y vino directo a mí:
-Buenos días
-Buenos días, Paco. ¿Qué se te ofrece?
-Quería algo de material para el taller y si se puede, algo de material para mí
-¿Para tí? ¿Algo para la casa?
-No, no. Para mí, chaval
-Bueno, es que necesitas algún arreglillo
-Con 60 tacos, ¿tú que crees?
-Que se te ve bien por fuera, hombre.
-Jejejeje, que bien sabes quedar.
-Dime, ¿en que te puedo ayudar?
-Mira, quería pedirte un favor y es que si podías venir a echarme una mano en deshacerme de unos muebles que tengo en un piso. Los tengo que desmontar y bajar para que se los lleven
-Ostras, esta semana solo puedo por las mañanas. Es mi turno de tarde y ya sabes que aquí vamos rotando.
-Claro, ya me imaginaba. ¿Te viene bien mañana o pasado? ¿Sobre las 9?
-Si, hombre. Mañana a las 9.30 no tengo ningún problema.
-Estupendo, pues quedamos así, ¿vale?
-De acuerdo
Y así quedamos. Al día siguiente por la mañana iba a ayudarlea desmontar unos muebles y a bajarlos. El hombre se ofreció a pagarme, pero quedamos que con el almuerzo me daba por satisfecho.
Hasta ahí todo normal. Era un tipo que me caía bien y con el que estaba a gusto. No eramos amigos, pero no me importaria salir de cañas con él.
Al día siguiente por la mañana, llegué a la dirección que me había dado y ahi estaba él esperándome en el patio. Era una finca vieja, sin ascensor. De esas que hacían con 4 plantas y nos tocó subir a pie a la 2ª.
Abrió la puerta y empezó a contarme que era una herencia de una tía suya y que aún no sabía que camino tomar con el piso. Pero, algunos muebles los veía muy viejos y los queria tirar después de desmontarlos e iba a necesitar ayuda.
Al comentar esto, me puso el brazo alrededor del hombro y me llevó a la cocina para que viera como estaba la mesa, después vimos el salón completo, siempre para ver el estado de los muebles. Todo el recorrido con su brazo guiandome por la casa.
Cuando llegamos al dormitorio principal, me hizo pasar por delante y él se colocó detrás de mi. En ese momento, puso sus dos manos en mis hombros, Y eran dos manos grandes y pesadas.
.¿Y la cama que te parece?
-Muy vieja, la verdad
-Pasada de moda, ¿no crees?
-Sí, eso parece
-Creo que el colchón lo cambió hace un año
-Una pena
-Lo usaría poco la pobre mujer
-Sí, supongo que sí
-Igual lo utilizo yo
-¿Te lo vas a llevar a casa?
-Yo no he dicho eso
-Jejejeje, ¿para cuando la parienta se enfade contigo?
-Jajajaja, y parecias callado...No, no había pensado en eso...
Sus manos bajaron por mis brazos hasta las mías. Se calló y yo también.
Una de sus manos pasó a mi tripa y fue subiendo por la camiseta hasta mi pecho. La otra me atrapó la cintura. Y empezó a hablarme al oido:
-Llevo semanas queriendo hacer esto. Y creo que tú también.
No supe que decir, no estaba asustado ni paralizado. Simplemente, no lo esperaba. Había algo en él que me atraia, pero no habia medido hasta que punto y él había decidido averiguarlo.
-¿Quieres que te deje?
-No-jadee más que hablé
Lo que os voy a contar es como hace mucho tiempo, empecé a tener relaciones con hombres. Seguramente, el que haga tanto de mi primera vez hará que rellene esta historia con detalles que no sean del todo reales, pero lo que os cuento es tal y como lo recuerdo.
Soy de un pueblo del Mediterráneo, cercano al mar y con mucha vida. También tenemos un polígono industrial y eso indica que hay muchas empresas que se surten de tiendas como en la que yo trabajaba, tiendas que atienden a pequeños negocios y a otros más grandes del mismo sector.
Tenía 29 años, llevaba un tiempo casado y no tenia más experiencia sexual que con mi mujer y alguna chica anterior a ella. Poquita cosa. Era un tipo delgadito de poco más de 1,70 y 65-67 kgs, los hombros caidos y piernas algo más desarrolladas por haber hecho atletismo de joven.
Llevaba 2 meses trabajando en una empresa que, como he dicho antes, atendía a pequeños comercios de la zona y a algunos grandes. Esto implicaba que tenian una pequeña tienda con muestras y un almacén pegado en el que se descargaba la mercancía y se hacían pedidos importantes.
Mi trabajo era, básicamente, descargar los camiones cargados de material y preparar los pedidos tanto grandes como pequeños.
A veces, venían los comerciales y te decían que pedidos había que preparar y, en ocasiones, hacían pasar a los que venían a hacer pedidos pequeños para que ellos mismo dijeran lo que querían y yo se lo preparaba.
Uno de estos clientes era Paco. Paco tenía 60 años cuando entré a trabajar. Era un tipo grande, de palabra fácil, socarrón, pelo gris y abundante y que sabía decir la palabra justa en el momento exacto. A veces no sabías si bromeaba o hablaba en serio, pero al segundo te echaba una sonrisa y ya sabías que era una broma suya.
Era el dueño de un taller cercano y venía a menudo a por material. Había días que se presentaba dos veces.
Enseguida congeniamos. Yo era más callado y él me daba confianza. Esas puyitas que lanzaba a todo el mundo, me hacían sonreir ya que se las pillaba al vuelo. A veces, me tocaba sufrirlas a mí y le negaba con la cabeza. Él se quedaba mirándome con aire de superioridad, riendose por lo bajo.
Un día que todos mis compañeros estaban desperdigados por el almacén, Paco entró sin preguntar y vino directo a mí:
-Buenos días
-Buenos días, Paco. ¿Qué se te ofrece?
-Quería algo de material para el taller y si se puede, algo de material para mí
-¿Para tí? ¿Algo para la casa?
-No, no. Para mí, chaval
-Bueno, es que necesitas algún arreglillo
-Con 60 tacos, ¿tú que crees?
-Que se te ve bien por fuera, hombre.
-Jejejeje, que bien sabes quedar.
-Dime, ¿en que te puedo ayudar?
-Mira, quería pedirte un favor y es que si podías venir a echarme una mano en deshacerme de unos muebles que tengo en un piso. Los tengo que desmontar y bajar para que se los lleven
-Ostras, esta semana solo puedo por las mañanas. Es mi turno de tarde y ya sabes que aquí vamos rotando.
-Claro, ya me imaginaba. ¿Te viene bien mañana o pasado? ¿Sobre las 9?
-Si, hombre. Mañana a las 9.30 no tengo ningún problema.
-Estupendo, pues quedamos así, ¿vale?
-De acuerdo
Y así quedamos. Al día siguiente por la mañana iba a ayudarlea desmontar unos muebles y a bajarlos. El hombre se ofreció a pagarme, pero quedamos que con el almuerzo me daba por satisfecho.
Hasta ahí todo normal. Era un tipo que me caía bien y con el que estaba a gusto. No eramos amigos, pero no me importaria salir de cañas con él.
Al día siguiente por la mañana, llegué a la dirección que me había dado y ahi estaba él esperándome en el patio. Era una finca vieja, sin ascensor. De esas que hacían con 4 plantas y nos tocó subir a pie a la 2ª.
Abrió la puerta y empezó a contarme que era una herencia de una tía suya y que aún no sabía que camino tomar con el piso. Pero, algunos muebles los veía muy viejos y los queria tirar después de desmontarlos e iba a necesitar ayuda.
Al comentar esto, me puso el brazo alrededor del hombro y me llevó a la cocina para que viera como estaba la mesa, después vimos el salón completo, siempre para ver el estado de los muebles. Todo el recorrido con su brazo guiandome por la casa.
Cuando llegamos al dormitorio principal, me hizo pasar por delante y él se colocó detrás de mi. En ese momento, puso sus dos manos en mis hombros, Y eran dos manos grandes y pesadas.
.¿Y la cama que te parece?
-Muy vieja, la verdad
-Pasada de moda, ¿no crees?
-Sí, eso parece
-Creo que el colchón lo cambió hace un año
-Una pena
-Lo usaría poco la pobre mujer
-Sí, supongo que sí
-Igual lo utilizo yo
-¿Te lo vas a llevar a casa?
-Yo no he dicho eso
-Jejejeje, ¿para cuando la parienta se enfade contigo?
-Jajajaja, y parecias callado...No, no había pensado en eso...
Sus manos bajaron por mis brazos hasta las mías. Se calló y yo también.
Una de sus manos pasó a mi tripa y fue subiendo por la camiseta hasta mi pecho. La otra me atrapó la cintura. Y empezó a hablarme al oido:
-Llevo semanas queriendo hacer esto. Y creo que tú también.
No supe que decir, no estaba asustado ni paralizado. Simplemente, no lo esperaba. Había algo en él que me atraia, pero no habia medido hasta que punto y él había decidido averiguarlo.
-¿Quieres que te deje?
-No-jadee más que hablé