Mi primera infidelidad

Pajiman

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17 Jul 2023
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7:30 de la mañana de un martes, ahí me encontraba yo, desayunando solo en un hotel en Valencia sin entender muy bien porque tenía que hacer ese trabajo fuera de mi ciudad, e imaginando como sería mi compañera asignada para ese día.

Trabajo en la delegación de una gran consultora en una ciudad de mediano tamaño, siempre supe que me podían pedir que hiciese desplazamientos, pero la verdad es que era la primera vez en cuatro de los seis años que llevo en la compañía, puesto que la carga de trabajo de mi delegación es bastante elevada, es común que nos envíen gente de otras delegaciones a ayudarnos puntualmente, no que nos asignen trabajos en delegaciones más grandes.

Me dijeron que tenía que enseñar como hacíamos las auditorías a Raquel, para que viese como trabajamos. Es muy común que a los auditores senior nos pongan un recién contratado para que vea como trabajamos, y la verdad es que a mí esto me pasaba más que a mis compañeros. Debido a lo mal que me trataron en alguno de mis primeros trabajos, yo siempre trataba de ser amable con los nuevos, y al final esto hacía que a mi me tocase mas veces hacer de mentor.

Apuré mi café con tostadas mientras me imaginaba a Raquel, yo tengo 44 años y estoy casado desde hace 8, nunca he tenido una aventura, pero no voy a mentir, siempre me resulta más agradable que me asignen una jovencita guapa, que cuando me asignan a un chico. Como novatas intentan agradar, y siempre te sube el ego que una jovencita te preste su atención y se esfuerce en agradarte, aunque en el fondo sepas que el motivo de agradar es profesional.

Acabé el desayuno, subí a la habitación a lavarme los dientes. Acto seguido me dirigí al hall del hotel donde tenía que esperar a Raquel.

Una vez allí, me puse a escrutar a la gente buscando una jovencita que suponía vestiría de traje. No había más de tres personas, dos hombres y una mujer de unos 48 años hablando por el móvil, descarté que fuese Raquel, porque no me cuadraba por edad, pero me quedé mirándola aprovechando que ella estaba a lo suyo, hablando por teléfono.

Era una mujer de aproximadamente metro setenta, morena, con pelo largo y rizado, un poco sin ser gorda tenía pechos grandes y un buen culo, una milf en toda regla. Es un tipo de mujer que me llama bastante la atención, porque dista mucho del cuerpo de mi mujer, la cual es bajita y delgadita, con un vientre plano, y un pecho bonito pero pequeño.

Supongo que es lo de siempre, si tienes un SUV, te imaginas como será conducir un deportivo, si vives en un piso piensas en cómo sería vivir en una casa, etc. Así que yo, aunque estoy a gusto con mi mujer, siempre que veo una mujer así, me imagino como sería follármela, más aún teniendo en cuenta que llevo 14 años de monogamia.

Pasaron un par de minutos en los que yo seguía deleitándome con esa mujer, que cada vez me parecía más atractiva, me imaginaba como seria desnuda, y las cosas que me gustaría hacerle, claramente me centraría en sus pechos, se notaba que eran de mucho mayor tamaño que los de mi mujer, los típicos entre los cuales no puedes evitar meter la polla, algo que añoro, porque desde una novia que tuve de adolescente no he vuelto a disfrutar de una buena cubana.

De repente la oí despedirse, nos habíamos quedado solos en la recepción, ella me miró, y dirigiéndose hacia mí, me dijo:

¿Hola, eres Carlos? Yo soy Raquel.
 
pinta bien el comienzo... a la espera de la continuacion!!
 
Continuo...

- Hola, sí, soy Carlos. Encantado. - Dije medio titubeando ante mi sorpresa, no entendía nada, ¿esa mujer era auditora junior? Algo no cuadraba.

Salimos del hotel, y nos dirigimos calle arriba, hasta que al pasar al lado de un BMW X3, me dijo:

Este es mi coche, vamos, las instalaciones del cliente están a 20 minutos en coche de aquí.

Emprendimos la marcha y yo iba con la mosca detrás de la oreja, algo no cuadraba, Raquel no parecía una recién contratada, y su coche tampoco era de auditor junior. No me parecía una situación normal.
  • ¿Siempre eres tan callado? – Me pregunto Raquel sacándome de mis pensamientos.
  • Disculpa, siempre que me enfrento a un nuevo cliente voy haciendo repaso mental de como quiero que vaya todo.
  • ¿Y lo haces siempre? ¿Qué pasa si luego nada es como esperabas?
  • No pasaría nada, pero el cliente casi siempre espera que seamos nosotros los que llevemos la iniciativa, por lo que yo me hago un protocolo mental de como quiero que salga todo. Si luego las cosas van diferentes, tampoco pasa nada. Pero si nadie toma la iniciativa, el cliente pensará que no sabemos que hacer, y la imagen que daremos será pésima.
  • Vaya, veo que lo tienes todo pensado – dijo sonriendo – Creo que hoy aprenderé mucho de ti, me han dicho que eres muy bueno en tu trabajo.
Esto me tranquilizo, pero algo todavía no me cuadraba, seguía un poco mosca con la situación.

El día con el cliente, transcurrió como uno más, Raquel me dejaba hacer y se mostraba muy agradable en sus intervenciones, se notaba que era una mujer inteligente y que sabia estar. Por su parte el gerente de la empresa cliente era un hombre de unos 60 años, muy educado y de trato amable, nos facilitó en todo momento nuestro trabajo. El hombre trataba de disimular, pero no le quitaba ojo a Raquel, no le culpo, la verdad es que era una mujer muy atractiva, y una forma elegante y sensual de comportarse, sin resultar para nada vulgar.

Aunque era un trabajo rutinario, al que normalmente se le asigna una jornada de trabajo, cuando desplazan a un auditor a otras ciudades, la empresa siempre pone un día de margen por si hay algún imprevisto. En este caso a las seis de la tarde habíamos dejado todo resuelto, ya de vuelta en el coche de Raquel, camino del hotel, iba pensando en que inesperadamente, tenía un día para darme una vuelta por Valencia, ciudad que no conocía. Esto me apetecía bastante, puesto que desde los 16 años, casi siempre he tenido pareja y nunca he viajado solo, esto iba a ser lo mas parecido a hacerlo.
  • ¿Cuándo te vuelves a tu ciudad? – Me pregunto Raquel cuando llevábamos 5 minutos de trayecto.
  • Pasado mañana a primera hora. La verdad es que hoy todo ha ido mejor de lo esperado, así que mañana me queda el día libre.
  • Si, ha ido todo muy bien.
Hubo un pequeño silencio, y al final me decidí a comentar con ella lo que no me cuadraba.
  • ¿Te puedo comentar algo y que no salga de aquí? Nos hemos conocido hoy, y quizá es una tontería, pero…
  • Si claro, dime.
  • Pues veras, la verdad es que llevo todo el día sin saber que hago aquí, tu no pareces para nada una novata, y aunque lo fueras pareces lo suficientemente lista como para arreglártelas sin mi ayuda. Por otro lado, tu coche, ropa, saber estar…, no me cuadra, es obvio que no eres una novata. Espero que no te incomode mi comentario, distas mucho de todas las personas que tuve que mentorizar hasta la fecha.
  • ¡¡Vaya!! – Exclamo – Ya me habían dicho que eras listo, pero además me gusta que no andas con rodeos. Tienes razón, hay algo mas… Pero tranquilo, no es nada malo.
En este punto de la conversación se estaba parando frente a mi hotel.
  • Ahora tengo que pasar por la oficina, pero me gustaría explicarte ¿Qué te parece si cenamos juntos y hablamos con calma?
  • Pues no sé, la verdad. -Dije todavía más sorprendido su propuesta de cenar juntos.
  • No te preocupes no es nada malo. Date una ducha, descansa un rato, y en un par de horas estoy por aquí, nos vamos a cenar y hablamos con calma.
Me baje del coche pensando en todo lo que acababa de pasar, por un lado, estaba confiado en no perder el trabajo, pero necesitaba saber que estaba pasando.

Subí a la habitación, y pensando en cómo había ido el día, me tumbe un rato en la cama, durante una hora en la que estuve recordando como había ido el día y como se había comportado Raquel, la verdad es que las imágenes que había en mi cabeza de ella eran muy sensuales, durante el día llevaba un traje que destacaba sus curvas, pero sin ser exagerado, una blusa que sin ser muy ceñida, dejaba claro que había unos buenos pechos debajo, suponía que algo caídos debido a su edad, pero muy apetecibles, de hecho más de una vez durante el día, había visto al gerente de la empresa cliente mirarle los pechos cuando pensaba que no le veíamos.

De repente, volví a los pensamientos que tuve por la mañana en el hall del hotel, y casi sin darme cuenta, ya me había desabrochado los pantalones, y me masturbaba lentamente mientras pensaba en Raquel. No tarde demasiado en correrme manchando la camisa, mi mano y parte de mi abdomen, así que me fui para la ducha.

Continuara...
 
Continuo...

- Hola, sí, soy Carlos. Encantado. - Dije medio titubeando ante mi sorpresa, no entendía nada, ¿esa mujer era auditora junior? Algo no cuadraba.

Salimos del hotel, y nos dirigimos calle arriba, hasta que al pasar al lado de un BMW X3, me dijo:

Este es mi coche, vamos, las instalaciones del cliente están a 20 minutos en coche de aquí.

Emprendimos la marcha y yo iba con la mosca detrás de la oreja, algo no cuadraba, Raquel no parecía una recién contratada, y su coche tampoco era de auditor junior. No me parecía una situación normal.
  • ¿Siempre eres tan callado? – Me pregunto Raquel sacándome de mis pensamientos.
  • Disculpa, siempre que me enfrento a un nuevo cliente voy haciendo repaso mental de como quiero que vaya todo.
  • ¿Y lo haces siempre? ¿Qué pasa si luego nada es como esperabas?
  • No pasaría nada, pero el cliente casi siempre espera que seamos nosotros los que llevemos la iniciativa, por lo que yo me hago un protocolo mental de como quiero que salga todo. Si luego las cosas van diferentes, tampoco pasa nada. Pero si nadie toma la iniciativa, el cliente pensará que no sabemos que hacer, y la imagen que daremos será pésima.
  • Vaya, veo que lo tienes todo pensado – dijo sonriendo – Creo que hoy aprenderé mucho de ti, me han dicho que eres muy bueno en tu trabajo.
Esto me tranquilizo, pero algo todavía no me cuadraba, seguía un poco mosca con la situación.

El día con el cliente, transcurrió como uno más, Raquel me dejaba hacer y se mostraba muy agradable en sus intervenciones, se notaba que era una mujer inteligente y que sabia estar. Por su parte el gerente de la empresa cliente era un hombre de unos 60 años, muy educado y de trato amable, nos facilitó en todo momento nuestro trabajo. El hombre trataba de disimular, pero no le quitaba ojo a Raquel, no le culpo, la verdad es que era una mujer muy atractiva, y una forma elegante y sensual de comportarse, sin resultar para nada vulgar.

Aunque era un trabajo rutinario, al que normalmente se le asigna una jornada de trabajo, cuando desplazan a un auditor a otras ciudades, la empresa siempre pone un día de margen por si hay algún imprevisto. En este caso a las seis de la tarde habíamos dejado todo resuelto, ya de vuelta en el coche de Raquel, camino del hotel, iba pensando en que inesperadamente, tenía un día para darme una vuelta por Valencia, ciudad que no conocía. Esto me apetecía bastante, puesto que desde los 16 años, casi siempre he tenido pareja y nunca he viajado solo, esto iba a ser lo mas parecido a hacerlo.
  • ¿Cuándo te vuelves a tu ciudad? – Me pregunto Raquel cuando llevábamos 5 minutos de trayecto.
  • Pasado mañana a primera hora. La verdad es que hoy todo ha ido mejor de lo esperado, así que mañana me queda el día libre.
  • Si, ha ido todo muy bien.
Hubo un pequeño silencio, y al final me decidí a comentar con ella lo que no me cuadraba.
  • ¿Te puedo comentar algo y que no salga de aquí? Nos hemos conocido hoy, y quizá es una tontería, pero…
  • Si claro, dime.
  • Pues veras, la verdad es que llevo todo el día sin saber que hago aquí, tu no pareces para nada una novata, y aunque lo fueras pareces lo suficientemente lista como para arreglártelas sin mi ayuda. Por otro lado, tu coche, ropa, saber estar…, no me cuadra, es obvio que no eres una novata. Espero que no te incomode mi comentario, distas mucho de todas las personas que tuve que mentorizar hasta la fecha.
  • ¡¡Vaya!! – Exclamo – Ya me habían dicho que eras listo, pero además me gusta que no andas con rodeos. Tienes razón, hay algo mas… Pero tranquilo, no es nada malo.
En este punto de la conversación se estaba parando frente a mi hotel.
  • Ahora tengo que pasar por la oficina, pero me gustaría explicarte ¿Qué te parece si cenamos juntos y hablamos con calma?
  • Pues no sé, la verdad. -Dije todavía más sorprendido su propuesta de cenar juntos.
  • No te preocupes no es nada malo. Date una ducha, descansa un rato, y en un par de horas estoy por aquí, nos vamos a cenar y hablamos con calma.
Me baje del coche pensando en todo lo que acababa de pasar, por un lado, estaba confiado en no perder el trabajo, pero necesitaba saber que estaba pasando.

Subí a la habitación, y pensando en cómo había ido el día, me tumbe un rato en la cama, durante una hora en la que estuve recordando como había ido el día y como se había comportado Raquel, la verdad es que las imágenes que había en mi cabeza de ella eran muy sensuales, durante el día llevaba un traje que destacaba sus curvas, pero sin ser exagerado, una blusa que sin ser muy ceñida, dejaba claro que había unos buenos pechos debajo, suponía que algo caídos debido a su edad, pero muy apetecibles, de hecho más de una vez durante el día, había visto al gerente de la empresa cliente mirarle los pechos cuando pensaba que no le veíamos.

De repente, volví a los pensamientos que tuve por la mañana en el hall del hotel, y casi sin darme cuenta, ya me había desabrochado los pantalones, y me masturbaba lentamente mientras pensaba en Raquel. No tarde demasiado en correrme manchando la camisa, mi mano y parte de mi abdomen, así que me fui para la ducha.

Continuara...

El Jefe infiltrado?
 
Muy bien llevado el time y la intriga, mezclado con la perfecta descripción de una MILF, que hace que quieras ver una igual en cualquier esquina
Excelente y a la espera
 
Después de la ducha decidí bajar al bar del hotel a tomar una caña, si seguía en la habitación no iba a parar de dar vueltas a la cabeza, el hotel tenía una terraza muy agradable, y pensé que viendo a la gente pasar estaría más distraído.

Una vez en la terraza, disfrute de las bondades del clima valenciano, estábamos en abril, y desde luego el clima de Valencia era bastante mejor que el de mi ciudad. Al cabo de un rato, volví a pensar en Raquel, estaba un poco impaciente por verla, habíamos dejado una conversación a medias y no sabía por dónde me iba a salir.

Al cabo de un rato, sonó mi teléfono, era Raquel me preguntaba si estaba listo, le dije que estaba tomando algo en la cafetería, me dijo que enseguida se encontraba conmigo.

No pasaron ni cinco minutos y la vi aparecer, llevaba un pantalón vaquero ajustado que le hacia un culo de infarto, y blusa que, aunque era floja, dejaba claro que debajo había un buen par de tetas, más grandes de lo que yo jamás había podido catar.
  • Hola
  • Hola
  • ¿Quieres que tomemos algo aquí, o vamos a otro lado?
  • Pues dado que tú eres la que conoce la ciudad, me pongo en tus manos.
  • ¿Conoces algo de la ciudad?
  • La verdad es que no, ayer me vine directo del aeropuerto al hotel, y no he visto nada.
  • Pues nada, nos tomamos algo en la zona de la Ciudad de las artes, y luego nos vamos a cenar por Ruzafa, así por lo menos habrás visto la zona más turística y mi zona favorita para cenar.
  • Por mi perfecto.
  • Pues voy pidiendo un Cabify, que por la noche no me gusta conducir, menos aun si bebo.
Llegamos a la zona de la ciudad de las artes, Raquel me estaba explicando cosas sobre su construcción etc., pero yo estaba deseando que me explicase que estaba pasando con mi trabajo. Después de un pequeño paseo nos sentamos a tomar caña en una terraza.
  • Vuelves a estar muy callado – Me dijo Raquel
  • La verdad es que no paro de dar vueltas a lo último que hablamos en tu coche…
  • Ya, eso, no sé si me meto en un lio al decirte algo, pero bueno. Tú se discreto
  • Por supuesto
  • Pues veras, realmente trabajo en el departamento de recursos humanos, y estoy evaluando a varios perfiles, algunos para promocionar y algunos… Pero tu tranquilo, en tu caso se baraja proponerte un puesto mejor.
  • Me dejas aliviado, aunque tampoco mucho, estoy cómodo en mi ciudad, no me gustaría tener que moverme.
  • Ahora sí que voy a habar más de la cuenta, pero en tu caso, lo que se baraja que dirijas tu departamento.
  • ¡¡Vaya!! Ahora sí que me dejas aliviado. Tranquila no diré nada, aunque al final le deis el puesto a otro.
  • La verdad es que no depende de mí, pero en lo que a mí respecta, me ha gustado como te desenvuelves, y también me ha gustado que me comentases tus sospechas de que algo pasaba, creo que para ocupar un puesto directivo hay que ser decidido, otros perfiles que he evaluado, estoy segura de que se han dado cuenta de que algo pasaba y no ha dicho nada.
  • Pues también te agradezco tu franqueza, y tranquila en lo que a mí respecta esta conversación no ha tenido lugar.
Seguimos un rato tomando las cañas y hablando de temas generales de trabajo tiempo etc. Hasta que me dijo de irnos a cenar. Una vez en el restaurante y con un par de copas de vino, que fueron haciendo que la conversación fluyera, esta pasó a temas más personales.
  • Veo que llevas alianza, ¿estás casado?
  • Si, hace doce años
  • Yo siempre digo que estoy casada con mi trabajo, estuve a punto de casarme una vez, pero los dos dábamos mucha importancia a nuestras carreras, y ninguno quiso plantearse tener que ceder para que el otro prosperase.
  • ¿Y te arrepientes?
  • La verdad es que no, me gusta mi vida. Y ahora mismo no me imagino estar atada a un solo hombre – Me dijo con un giño.
Esto último me dejo un poco descolocado, pero por suerte el alcohol me tenía un poco desinhibido.
  • Supongo que tiene sus ventajas… ¿Pero no temes pasar periodos de escasez?
  • Pues no quiero parecer presuntuosa, pero por ahora no tengo problema, supongo que hoy te habrás dado cuenta de cómo me miraba el escote el cliente en cuanto tenía ocasión, me lo curro en el gimnasio, y por ahora no tengo problema. Incluso diría que tú mismo me has echado un par de miraditas…
Al oír eso me puse rojo como un adolescente, había intentado ser discreto, pero por supuesto que me había deleitado con sus curvas mas de una vez a lo largo del día.
  • No te preocupes, estoy acostumbrada, y cuando me miran con discreción hasta me siento alagada. Entiendo que, aunque estés casado tengas ojos y te guste mirar.
  • Es lo que me queda.
  • Bueno, eso depende. He estado con algún casado que tenía una relación abierta. Al menos eso me decían.
  • Ese nunca podría ser mi caso. Además, si mi mujer tiene algo por ahí yo preferirá no saber nada, y creo que ella igual.
  • Pues no sé si me mienten o no, tampoco es mi problema. De lo que si estoy segura, es de que la mayoría viene buscando lo que no le dan en casa, te sorprendería saber la de matrimonios que apenas tienen sexo.
Me quedé pensando en esta última frase de Raquel durante un buen rato, que debió de ser más largo de lo que a mí me pareció, porque Raquel volvió a la carga.

  • ¿Qué pasa? ¿He dado en el clavo? No me digas que te tienen a dos velas.
  • No, no es eso, pero la verdad, es que las pocas veces que he tenido alguna oportunidad de tener algo fuera de casa, si me lo he planteado, es por probar cosas que habitualmente no práctico, pero como uno nunca sabe lo que podría pasar, mejor no me meto en charcos.
  • ¿Qué quieres decir? ¿Ha que tipo de cosas te refieres? ¿no tendrás filias muy raras?
  • No es eso, lo que pasa es que mis necesidades son mayores que las de ella, por decirlo de alguna manera.
Dije mirando a los lados algo incomodo por lo intima que se había vuelto la conversación, temía que la gente de alrededor nos pudiese escuchar. Raquel se dio cuenta y dijo:
  • Creo que esta conversación se está poniendo interesante, ¿qué te parece si vamos a un sitio más tranquilo?
  • Me parece muy buena idea.
Salimos del restaurante, y no fuimos calle arriba.

Si quieres tomamos algo en tu Hotel, a mi me pilla cerca de casa, y seguro que en la cafetería no hay mucha gente. Podremos hablar tranquilos.

Volvimos al hotel dando un paseo, en un momento dado Raquel se agarró de mi brazo como si fuésemos una pareja, en ese momento comencé a notar su pecho contra mi brazo, y casi instantáneamente noté que mi polla se despertaba.

Nos sentamos con un par de gin tonics en una zona sin gente alrededor, no suelo beber mucho alcohol, solo alguna caña o un vino los fines de semana, con lo que llevábamos bebido, no estaba lo que se dice borracho, pero muy desinhibido.
  • Bueno, cuéntame eso de que tus necesidades son mayores que las de tu mujer, me has dejado muy intrigada.
  • Pues veras, mi mujer y yo tenemos sexo con regularidad, está bien, los dos disfrutamos, pero digamos que yo soy más abierto, más curioso, a veces le propongo probar cosas, poner fantasías en práctica, pero ella no se muestra receptiva.
  • Te entiendo, pero no serán cosas muy raras, ¿verdad? No te pega.
  • Pues yo creo que no son tan raras.
  • A ver, ponme algún ejemplo, me tienes intrigada.
  • Pues me da un poco de vergüenza, pero por ejemplo me daría morbo experimentar con juegos de rol, probar un beso blanco, ir a un club liberal…
  • Pues no lo veo tan descabellado, ¿pero tú se lo has planteado? Entiendo que lo de ir a un club liberal son palabras mayores, pero todo lo que quede en la intimidad de vuestro dormitorio lo veo muy normal. Además, si siempre follas con la misma persona, creo que como no practiques cosas nuevas, la monotonía tiene que acabar haciendo mella.
  • Yo creo que, aunque mi mujer disfruta del sexo, su educación le influye mucho, su familia es muy conservadora, y creo que le cuesta desinhibirse.
Llegados a este punto yo estaba entre el morbo y el deshago, quizá no debía contarle estas cosas a una persona que había conocido ese mismo día, pero me sentía a gusto con Raquel, y los efectos del alcohol habían eliminado todos mis filtros, así que seguí hablando.
  • Verás la última vez que le propuse un juego fue hace dos semanas, fuimos un fin de semana de SPA, estábamos en la habitación desnudándonos para ponernos los bañadores e ir a la zona termal. La vi desnuda y me excite un poco, la habitación tenía la típica mesita con dos butacas, le propuse sentarnos desnudos el uno frente al otro, y que cada uno se masturbase viendo como lo hacia el otro.
  • Eso me parece muy morboso.
  • Si, es una vieja fantasía que tengo. Pero no quiso, a pesar de que llevamos 14 años juntos, dice que le da vergüenza masturbarse frente a mí.
  • Pues yo me he puesto a mil solo con visualizarlos, si quieres subimos a tu habitación y lo hacemos. – Me dijo acercando su cara a mi oído.
Esto sí que no me lo esperaba, soy un tipo muy normal, alto y con un cuerpo fuerte de ir al gimnasio regularmente desde hace muchos años, pero también con algo de barriga. Vamos que no estoy mal, pero tampoco se me tiran echan encima las mujeres, y mucho menos un mujerón como Raquel, que aun teniendo unos años más que yo, se podría decir que jugaba una liga superior a la mia.

Me volví a quedar absorto en mis pensamientos un rato mas largo de la cuenta, así que Raquel rompió el silencio.
  • Perdona, me he pasado, no debí decirte algo así, estas casado, no quiero que pienses que voy por ahí entrándole a todos los tíos, pero me dio morbo la conversación y me deje llevar.
  • No te preocupes, es que no me lo esperaba, eres una mujer muy atractiva y no pensaba que podrías fijarte en alguien como yo.
  • Que tonto, tu tampoco estas nada mal. De todas formas, me deje llevar porque, aunque morboso, me pareció un juego muy inocente, al fin y al cabo, solo se trata de mirar. Es como cuando ves a alguien que te pone mucho en la playa, y te masturbas en la ducha al llegar a casa. Y si te soy sincera, a juzgar por el bulto que tienes en el pantalón, estoy segura de que cuando subas a la habitación, te vas a masturbar si o si, dudo que te vayas a dormir así, ja, ja
 
Me da la sensación que ella es una auténtica depredadora. Y pueden pasar dos cosas, que Raquel sea una verdadera máquina de innovar, con lo cual nuestro pobre protagonista está perdido, o que el muy capullo se meta donde no debe, y a hacer puñetas su matrimonio
 
En ese momento mi cabeza era un hervidero, nunca había tenido una aventura, y ahora Raquel parecía dispuesta a hacer realidad una de mis fantasías, en ese momento de calentura y con él alcohol ingerido, su razonamiento sobre lo inocente de ese juego me valía como justificación, así que en ese momento estaba dispuesto a seguir adelante.

Raquel que parecía ver mis pensamientos con mayor claridad que yo se levantó y dijo:
  • ¿Vamos?
  • Vamos
Subiendo en el ascensor sentí unas ganas tremendas de besarla, tenía unos labios carnosos que estaba deseoso por probar, me incliné hacia ella, pero Raquel apoyando su mano en mi pecho con suavidad, aunque con la firmeza suficiente como para frenarme me dijo:

Quedamos que solo mirar, nada de tocar y mucho menos besos, es tu fantasía, debes respetar tus propias reglas.

Entramos en la habitación, era una habitación muy sencilla, solo había una silla del típico escritorio que hay en las habitaciones de hotel y la cama. Raquel puso la silla frente a la cama me dijo:

– Tu ponte en la silla. Voy un momento al baño, cuando salga espero que ya me estes esperando desnudo y listo para empezar.

La vi meterse en el baño, y acto seguido me desnudé, tenía una erección brutal. Hacía tiempo no se me ponía así de dura sin que me la chupasen o por lo menos me masturbasen.

Me senté a esperar, me acaricie la polla, pero muy despacio, estaba tan excitado que si no iba con calma me correría enseguida, y quería disfrutar el momento lo máximo posible.

Un par de minutos después salió Raquel del baño, su visión hizo que casi me corriera al verla, solo llevaba la blusa puesta, pero desabrochada, de forma que podía ver la mitad de sus grandes pechos, un poco caídos, pero muy apetecibles, sus caderas eran anchas, pero bien proporcionadas, no llevaba el coño rasurado pero si muy arreglado, enseguida me llamo la atención en tamaño de sus labios vaginales, solo los había visto tan carnosos en alguna actriz porno, me hubiese lanzado a comerme ese coño y esos pechos, pero después de que no me dejase besarla, decidí que si la cosa pasaba a mayores, sería por iniciativa de ella, tenía una diosa dispuesta a cumplirme una fantasía y no podía estropearlo.

Se sentó en la cama frente a mí, con las piernas un poco separadas, y mientras con la mano derecha comenzó a acariciar su coño, con la izquierda se acarició el pecho izquierdo, dejando que vise ese maravilloso pecho en todo su esplendor.

  • ¿Te gusta lo que ves?
  • Me encanta, tienes un cuerpazo increíble.
  • Tu tampoco estas nada mal, tienes una buena polla, me la comería con gusto, pero...
Estábamos uno frente al otro, nuestras rodillas casi se tocaban, Raquel comenzó a meter y sacar dos dedos en su coño. Por lo brillantes que salían, podía ver perfectamente que estaban empapados, sin duda también estaba disfrutando. Acelere el ritmo de mi paja, pero sin pasarme, no quería correrme todavía. Nos devorábamos con la mirada el uno al otro.

La respiración de Raquel se intensificó, yo no podía más, me iba a correr y no quería, solté mi polla para intentar retrasar el momento, aun así un chorro de semen salió disparado, manchado el suelo y un poco de la rodilla de Raquel. Se me había escapado un poco de corrida, pero conseguí no tener un orgasmo completo, si Raquel no paraba yo aún podría seguir.
  • ¿Ya estás? A mí me queda un rato
  • Se me ha escapado, dame un minuto que me recupero, no he acabado del todo.
Raquel acelero el ritmo al que se acariciaba el coño, con el dedo índice de su mano izquierda cogió la gota de mi semen que había caído en su rodilla y se introdujo el dedo en la boca mientras me miraba de una forma como jamás me habían mirado. Siguió masturbándose unos minutos, mientras que yo no perdía detalle y me masturbaba lentamente, creo que ella disfrutaba exhibiéndose, sabiendo que me tenía cardiaco. Finalmente emitió un pequeño jadeo y su cuerpo se estremeció en un espasmo. Esa diosa se estaba corriendo en mis narices, había probado un poco de mi semen…, no pude aguantar más aceleré la paja, y en apenas dos sacudidas me corrí como no recordaba haberlo en mucho tiempo.

Nos quedamos los dos mirándonos, desnudos, con cara de disfrute, ella se levantó y me dijo:

Me ha encantado que me hayas hecho participe de tu fantasía, creo que lo mejor es que todo se quede así.

Asentí con la cabeza, mientras Raquel se levantaba y se iba al baño. A los pocos minutos salió vestida del baño, yo todavía estaba desnudo en la misma posición, con la polla aun morcillona en mi mano. Supongo que estaba procesando todo lo que había pasado.

Raquel salió del baño vestida, se acerco a mí y dándome un fugaz pico se despidió. A la vez que se incorporaba de darme el pico, me acaricio la polla con dos dedos y dijo, - quizá en otra ocasión pueda probar esa polla, no te creas que no me han faltado ganas. – Se dio la vuelta y se fue.
 
Al día siguiente me desperté, y en cuanto se me vino a la cabeza lo que había pasado con Raquel la noche anterior, mi erección fue brutal. Si algo me pesaba, fue no haberme follado a esa diosa, no era común que una mujer me lo pusiese tan fácil. Ella había llevado la iniciativa todo el rato, era una mujer libre y tanto o mas morbosa que yo, una oportunidad que quizá nunca iba a volver a tener.

Desayuné y me fui a una zona común del hotel para trabajar un poco con mi portátil mientras me arreglaban la habitación, se me paso por la cabeza llamar a Raquel, pero no quería que notase mi ansiedad por volver a verla, quizá por la tarde le podría enviar un WhatsApp.

A las 12:30 de la mañana pensé en darme una vuelta por la ciudad y buscar algún sitio para comer, por la tarde me daría una vuelta para pasar el tiempo. Diez minutos después, cuando salía del hotel, me llegó un WhatsApp de Raquel.
  • ¿Te apetece que comamos juntos? Salgo a las 15 horas
  • Si claro, espero a que salgas. ¿Dónde nos vemos?
  • Te envío ubicación, nos vemos allí sobre las 15:20 horas
Al momento de guardar el móvil en el bolsillo, ya me puse entre excitado y nervioso. La ubicación no quedaba muy lejos, así que decidí irme a dar un paseo e ir andando al punto de encuentro. Las tres horas que me quedaban para ver a Raquel se me iban a hacer muy largas.

Cuando llegué a la ubicación que me había enviado Raquel me extrañó que no había ningún restaurante, había cerca una cafetería que daba platos combinados, peor no me pegaba que me citase para comer allí. Había algún restaurante por la zona, pero la esperanza que empecé a tener, es que Raquel me hubiese citado en su casa, eso incrementaba mis posibilidades de follármela, cada vez estaba más excitado.

Me metí la cafetería mas cercana y me pedí una cerveza mientras esperaba, eran las 15 horas en punto, Raquel aun estaría saliendo de la oficina. En ese momento me llegó un WhatsApp
  • ¿Cómo vas? Yo estoy saliendo de la oficina
  • Yo estoy en el bar que hay al lado de la ubicación que me enviaste, ¿vamos a comer aquí?
  • No hombre, yo vivo ahí al lado, comemos algo en mi casa, así estamos mas tranquilos, ¿te parece bien? Tenía pensado parar en un japones que me queda de camino y comprar algo de sushi para llevar.
  • Por mi perfecto.
Ahora si que se me iba a hacer larga la espera, iba a estar en casa de semejante mujer, después de como se había despedido de mi el día anterior, estaba convencido de que me la iba a poder follar.

Me quedé tomando mi cerveza mientras miraba a la calle a ver si veía aparecer su coche. No paraba de dar vueltas en mi cabeza a las imágenes de Raquel desnuda frente a mí masturbándose.

Al cabo de un rato vi su coche doblar la esquina y pararse frente a un garaje, ya había pagado la consumición, así que salí y fui hacia el coche, Raquel me vio ir hacia ella, me sonrió y me hizo un gesto para que subiese.

  • Hola
  • Hola
  • Me alegro de verte, como hoy no me escribías, no sabía si querrías verme. Como estas casado y eso.
  • Ya, lo he pensado, pero como vivimos a mil kilómetros, pues he llegado a la conclusión de que esto se pueda convertir en un problema.
La verdad lo único que me había planteado, desde que la había visto desnuda frente a mí, era quería era acariciar su cuerpo, follármela, y luego ya se vería. Lo verdaderamente cierto, es que vivíamos a mil kilómetros, no me la iba a encontrar por la calle ni la iba a ver delante en el trabajo, así que lo que pasase en Valencia se quedaría en Valencia, lo tenía decidido.

Subimos a su piso, resulto ser un ático todo rodeado por terraza, tenía un salón cocina y un dormitorio, pero el echo de que estuviese todo rodeado de terraza le daba mucha luz y hacía que se viese espectacular.

Comimos bajo un toldo en la terraza, hablando del trabajo y cosas varias, cuando acabamos la ayudé a recoger, y en un momento dado que nos quedamos frente a frente en la cocina no lo puede evitar más, y me lancé a besarla, ella me respondió y nuestras lenguas se encontraron, nos besábamos como adolescentes, en seguida comencé a desabrochar su blusa, me moría por disfrutar de sus pechos.

Me cogió de la mano y me hizo seguirla hasta el dormitorio, una vez allí, nos volvimos a besar mientras nos desnudábamos el uno al otro. Cuando estábamos desnudos me empujó de forma que me quedé sentado en la cama, con ella de pie frente a mí, no pude evitar lanzarme a besar y lamer sus pechos, eran perfectos, en seguida pude disfrutar acariciando con mi lengua sus duros pezones, mientas comenzaba a pasar mi mano por su entrepierna. A su vez Raquel acariciaba mi polla y huevos lentamente. Me dijo que me tumbase y poniéndose a mi lado comenzó a comerme la polla lentamente. Estaba en el cielo, no quería correrme muy pronto, pero iba a ser inevitable. Se cambio de posición poniéndose entre mis piernas y comenzó a alternar entre chupar mi polla y meterla entre sus pechos para pajearme con ellos, esto sí que me puso a mil y no tardé nada en correrme entre sus pechos. La visión no podía ser más impresionante, esos imponentes pechos con varios chorretones de mi semen por encima. Ella se miró los pechos, y sonriendo con cara de vicio, hizo algo que me volvió loco, lamió parte del semen de sus propios pechos, acto seguido se abalanzó sobre mi buscando besarme, comenzamos a besarnos y mientras nuestras lenguas jugaban entre sí, podía notar el sabor a polla y a semen en su boca. Esto era algo que llevaba tiempo queriendo probar, se lo había propuesto a mi mujer varias veces, y su respuesta siempre había sido poner cara de asco, en cambio Raquel lo había hecho de la forma más natural del mundo, me puse tan cachondo, que cuando nuestras bocas se separaron busqué lamer los restos de semen que todavía manchaban sus pechos, para volver a buscar su boca y seguir compartiendo fluidos en un beso largo y apasionado.

Estuvimos unos minutos besándonos, y yo ya volvía a estar excitado, ahora si que me la quería follar, la agarré por sus caderas y la atraje hacia mí, ella se situó encima de mí, agarro mi polla y poniéndosela a la entrada de su coño se sentó sobre mi introduciéndosela toda. Comenzó a moverse primero lentamente y luego mas rápido. Yo estaba en la gloria, podía verla sobre mi en todo su esplendor, agarraba sus pechos, notaba su tacto, su peso, jugaba con sus pezones.

Al cabo de un rato en esa postura, ya volvía a ver que no iba a tardar en correrme, así que le dije de cambiar, la puse a cuatro patas y cuando ella pesaba que iba a follarla, en vez de eso, comencé a lamer su coño desde atrás, no se lo esperaba y se estremeció, pero por como arqueó su espalda para poner el culo en pompa y facilitarme el acceso, supe que le estaba gustando. Yo por mi parte estaba encantado, su coño estaba empapado, arrastraba mi lengua por todo el y cada vez me acercaba mas a su ano, hasta que le pegue un par de lametones.

Estuvimos así un rato, hasta que me incorporé y puse mi polla a la entrada de su coño, en cuanto noto mi polla, se echó para atrás, y engullo mi polla, mientras la follaba sobé su imponente culo, y poco a poco comencé a acariciar su ano, primero con suavidad, y luego haciendo un poco de presión, Raquel intensificó sus jadeos, era obvio que le gustaba que jugase con su culo, presione un poco más y mi dedo entró con mucha facilidad. Pensé intentar follar su culo, pero ya estaba a punto de volver a correrme, y por como respiraba Raquel supe que ella también estaba a punto, intensifique mis embestidas y note como se estremecía con su orgasmo. Saqué mi polla y con un par de sacudidas, me corrí sobre su culo y espalda.

Estábamos los dos empapados en sudor y ella también con el culo y parte de la espalda manchada de semen, se quedo boca abajo tumbada y yo me acosté a su lado. Raquel me indico que cogiese unas toallitas húmedas del primer cajón de su mesita, esta claro que esta mujer tenía una vida sexual activa y que estaba preparada para todo. Le limpié mi corrida y me tumbé a su lado. Estábamos rendidos y satisfechos a la vez, nos dimos un beso y mientras ella me acariciaba lentamente el pecho, me quede medio dormido durante aproximadamente una hora.

Cuando me desperté…
 
Cuando me desperté volvía a notar excitación, notaba una agradable sensación de calor húmedo venia de mi polla, cuando tomé conciencia de la situación, me di cuenta de que Raquel tenía mi polla semi empalmada en su boca, al darse cuenta de que me había despertado, me dio un beso en el que pude notar todo el sabor a mi polla en su boca y me dijo:
  • Siempre quise despertar a un hombre con una mamada ¿te ha gustado?
  • Mucho, pero seguro que no soy el primero
  • Lo creas o no, nunca se me había dado la ocasión.
Mientras hablábamos me pajeaba lentamente, yo le acariciaba su imponente culo, era generoso, pero muy firme con un tacto suave. Recordé que hacía así como una hora había lamido su ano y le había metido un dedo con suma facilidad y volví a pasar mi dedo por su ano.
  • ¿Qué te apetece que hagamos ahora? – Me pregunto con una sonrisa picara
  • Se me ocurren un par de cosas – dije incrementando la presión sobre su ano
Desde luego Raquel era una mujer muy ardiente, desde una novia que tuve en la universidad no había podido practicar sexo anal, esta oportunidad no la iba a dejar pasar, incremente la presión, y me dedo entro casi por completo en su ano.
  • Espera un momento, si quieres jugar con mi culito, vas a tener que pagar un peaje.
  • ¿a qué te refieres?
  • Casi todos los hombres queréis jugar con nuestros culos, ¿pero me vas a dejar que yo juegue con el tuyo?
  • Lo que tu quieras, adelante
Estábamos tumbados en la cama uno al lado del otro, hasta ese momento yo estaba boca arriba con Raquel pajeándome lentamente, y ella tumbada de lado mientras yo jugaba con su culo. Soltó mi polla y me hizo separar las piernas, se puso de rodillas entre ellas, y comenzó lamiendo mi glande, después de fue bajado y lamio mis huevos. Mientas hacia esto, cogió un cojín de la cama y me indicó que levantase las caderas para poner el cojín debajo de las mismas y dejar me ojete mas accesible. Raquel volvió a lamer mis huevos, y poco a poco fue bajando y pude notar su lengua paseando por mi ano, era una sensación que nunca había experimentado, me estaba muriendo de gusto.

Al momento note que volvía a mi polla, se notaba sus labios rodear mi capullo y su lengua por mi glande, en ese momento note una presión en mi ano, un dedo se estaba abriendo paso, no me agradó en un principio, pero me deje hacer, y en poco tiempo Raquel tenia mi polla en su boca y un dedo introducido en mi ano. La sensación de placer era brutal. Raquel se incorporó y me dijo:
  • ¿te gusta?
  • Mucho
  • Me alegra oír eso, es hora de que disfrutes de tu culo de verdad.
Se incorporo del todo y se dirigió a una cómoda que había en un lateral de la cama, junto a la ventana.
  • ¿Qué vas a hacer?
  • Tranquilo, te voy a follar como nunca lo han hecho en tu vida
Mientras decía esto, saco del cajón un dildo y me lo mostró con una sonrisa triunfal, era un pene color carne muy realista, de un tamaño similar al mío.

Si tu quieres meter eso en mi culo – dijo señalando mi polla- yo voy a meter esto por el tuyo. Además, sé que te va a encantar.

Cogió un arnés y se lo puso, yo la contemplaba desde la cama, cada vez más excitado, otra de mis fantasías que Raquel iba a cumplir, estaba tan excitado que el tamaño de ese pene de mentira que iba a desvirgar mi culo, ni me preocupaba.

Una vez Raquel tuvo el arnés puesto, se colocó el dildo en una anilla que tenia este, la visión era brutal, esa mujer de imponentes pecho y curvas, con un arnés de tiras de cuero, y una polla de unos 18 centímetros preparándose para follarme. Cogió un bote de lubricante, se echó un poco en la mano, y comenzó a repartirlo por el dildo como si estuviese pajeando una polla.

Se acerco a mi y con esa mano acarició mi ano lubricando con los restos de lubricante que tenia en su mano, introdujo un dedo con suma facilidad, luego dos con los que hizo el movimiento de follarme el culo mientras con la otra mano me pajeaba. Estuvo así un par de minutos, hasta que decidió que estaba listo para el dildo. Puso la punta en mi ano y comenzó a empujar, el dildo era bastante mas grueso que un dedo, entraba poco a poco pero con una sensación de ardor y dolor que no me esperaba, Raquel notó que me estaba doliendo rebajo la presión pero no retrocedió un milímetro.

Relájate cariño, en cuanto este dentro te va a encantar

Poco a poco siguió empujando mientras el dildo se abría paso en mi culo, y el dolor se fue convirtiendo en placer, la visión de sus pechos mientras me penetraba me volvía loco, ella comenzó a moverse en un vaivén que lejos de producirme el dolor de hace un momento, me estaba volviendo loco de placer. De mi polla comenzó a salir un hilo de líquido preseminal, raque lo cogió con un dedo, hico ademan de ir a lamerlo, pero cuando estaba a punto de meterlo en su boca, paró y dirigió el dedo a mi boca. Yo lo recibí abriendo mi boca, y lamí ese dedo como si fuese el mas rico de los manjares. Raquel me miraba con cara de satisfacción. Después de un rato en esa postura, Raquel saco el dildo de mi culo, y me dijo que me pusiese a cuatro patas, yo obedecí y me puse a cuatro patas, Raquel se situó detrás de mí y me penetró con el dildo, esta vez entro con suma facilidad, se apoyó sobre mí, y pude notar el peso de sus pechos en la espalda, deslizo su mano para acariciar mi polla, pero le pedí que no lo hiciese, quería retrasar el máximo mi orgasmo.

Estuvimos así un par de minutos, hasta que Raquel me dijo al oído:

Es tu turno, ya puedes follar mi culo

Se retiro de encima de mí y mientras yo me incorporaba se puso a cuatro patas en la cama con el culo en pompa, cuando me puse detrás me quede de piedra, ¡en algún momento Raquel se había colocado un plug anal y yo ni siquiera me había enterado!, lo retire tirando de el poco a poco y comencé a comerle el culo como un loco, lo ensalivé todo lo que pude, y comencé a alternar lametones con meter y sacar primero un dedo, y luego dos. Intenté alargar lo máximo el momento, pero ese culo estaba mas que preparado y Raquel estaba deseosa de que la penetrase.

-Venga, métemela, no aguanto más…

Realmente estaba desatada, nunca había estado con una mujer así, apunte la punta de mi polla hacia su culo, y en un empujón estaba dentro con mucha facilidad, quise empezar despacio, pero era Raquel la que se movía adelante y atrás marcando un ritmo cada vez mas rápido, por mi parte le acariciaba desde atrás los pechos que colgaban majestuosos, en un momento dado fui a acariciar su coño y me di cuenta de que Raquel además se estaba masturbado, esto me puso aun mas cachondo, su manera de disfrutar del sexo me volvía loco. Deje mi mano encima de la mano con la que Raquel se masturbaba, de repente Raquel aceleró su respiración, y en un gemido, se corrió empapando su mano y la mía, esto ya fue demasiado, no pasaron ni diez segundos hasta que me descargue en el interior de su culo.
 

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