Mi sobrina de 18 años y yo (Relato real)

Prosigo ahora que tengo un poco de tiempo.

El año pasado, mi mujer y yo tuvimos vacaciones en el mes de agosto. Y mis cuñados también.

Ellos tienen un apartamento en La Manga del Mar Menor (Murcia). Como ya habían hecho un par de años atrás, aprovechando que todos teníamos vacaciones el mismo mes, nos preguntaron si nos apetecía ir con ellos de vacaciones a su apartamento (no tiene problema de espacio, puesto que son 3 habitaciones dobles y un sofá cama en el salón).

Como Teresa, mi sobrina, y nuestros hijos (aun siendo algo más jóvenes que ella) siempre se han llevado bien, aceptamos la invitación y el día 2 de agosto llegamos los 7 al apartamento.

La distribución fue la siguiente: mi mujer y yo en una habitación; mis hijos en otra; mi cuñada y mi sobrina en otra. Y mi cuñado en el salón.

En total, íbamos a estar 15 dias, hasta el día 18 de agosto incluido.

Los primeros días transcurrieron sin más novedad que la rutina playera: playa por la mañana, comida en casa, siesta o playa por la tarde, cena en casa y paseo por la noche.

Ya de madrugada, yo, como todos las noches y al igual que me pasa en nuestra casa, me levantaba a orinar a eso de las 3-4 de la madrugada.
Y, al igual que en nuestra casa, las ganas de orinar iban acompañadas de una importante erección nocturna.
Y, al igual que hacía en nuestra casa (las rutinas son muy malas), cuando me levantaba a orinar con esa erección a tope, me sacaba la polla del calzoncillo antes de entrar en el baño. para liberar un poco de tensión.

(Es importante que cuente que el baño del apartamento tiene una pequeña ventana que da a la calle, con lo que no era necesario dar la luz al entrar ni aun siendo madrugada; y que tiene una disposición particular, puesto que al entrar todo está hacia el lado izquierdo, excepto la ducha que está a la derecha, pegada a la pared. Pero hacia la izquierda, entre la puerta del baño y el váter están el lavabo y la lavadora).

Repetí mi rutina las madrugadas de los días 2, 3, y 4. Pero la madrugada del día 5 de agosto, algo pasó.

Volví a repetir mi rutina, incluyendo la de sacarme la polla antes de entrar en el baño. Pero, al entrar en el mismo, sentada en la taza, vestida con un camisón y con las bragas en los tobillos, estaba mi sobrina.

En cuanto pueda, sigo contando.
 
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Prosigo ahora que tengo un poco de tiempo.

El año pasado, mi mujer y yo tuvimos vacaciones en el mes de agosto. Y mis cuñados también.

Ellos tienen un apartamento en La Manga del Mar Menor (Murcia). Como ya habían hecho un par de años atrás, aprovechando que todos teníamos vacaciones el mismo mes, nos preguntaron si nos apetecía ir con ellos de vacaciones a su apartamento (no tiene problema de espacio, puesto que son 3 habitaciones dobles y un sofá cama en el salón).

Como Teresa, mi sobrina, y nuestros hijos (aun siendo algo más jóvenes que ella) siempre se han llevado bien, aceptamos la invitación y el día 2 de agosto llegamos los 7 al apartamento.

La distribución fue la siguiente: mi mujer y yo en una habitación; mis hijos en otra; mi cuñada y mi sobrina en otra. Y mi cuñado en el salón.

En total, íbamos a estar 15 dias, hasta el día 18 de agosto incluido.

Los primeros días transcurrieron sin más novedad que la rutina playera: playa por la mañana, comida en casa, siesta o playa por la tarde, cena en casa y paseo por la noche.

Ya de madrugada, yo, como todos las noches y al igual que me pasa en nuestra casa, me levantaba a orinar a eso de las 3-4 de la madrugada.
Y, al igual que en nuestra casa, las ganas de orinar iban acompañadas de una importante erección nocturna.
Y, al igual que hacía en nuestra casa (las rutinas son muy malas), cuando me levantaba a orinar con esa erección a tope, me sacaba la polla del calzoncillo antes de entrar en el baño. para liberar un poco de tensión.

(Es importante que cuente que el baño del apartamento tiene una pequeña ventana que da a la calle, con lo que no era necesario dar la luz al entrar ni aun siendo madrugada; y que tiene una disposición particular, puesto que al entrar todo está hacia el lado izquierdo, excepto la ducha que está a la derecha, pegada a la pared. Pero hacia la izquierda, entre la puerta del baño y el váter están el lavabo y la lavadora).

Repetí mi rutina las madrugadas de los días 2, 3, y 4. Pero la madrugada del día 5 de agosto, algo pasó.

Volví a repetir mi rutina, incluyendo la de sacarme la polla antes de entrar en el baño. Pero, al entrar en el mismo, sentada en la taza, vestida con un camisón y con las bragas en los tobillos, estaba mi sobrina.

En cuanto pueda, sigo contando.
Maravilloso relato.
Es una lástima que la gente le dé más LIKES a relatos ficticios que a otros como este.
Espero que no te desanimes y nos sigas contando.
Esto promete.
 
Prosigo ahora que tengo un poco de tiempo.

El año pasado, mi mujer y yo tuvimos vacaciones en el mes de agosto. Y mis cuñados también.

Ellos tienen un apartamento en La Manga del Mar Menor (Murcia). Como ya habían hecho un par de años atrás, aprovechando que todos teníamos vacaciones el mismo mes, nos preguntaron si nos apetecía ir con ellos de vacaciones a su apartamento (no tiene problema de espacio, puesto que son 3 habitaciones dobles y un sofá cama en el salón).

Como Teresa, mi sobrina, y nuestros hijos (aun siendo algo más jóvenes que ella) siempre se han llevado bien, aceptamos la invitación y el día 2 de agosto llegamos los 7 al apartamento.

La distribución fue la siguiente: mi mujer y yo en una habitación; mis hijos en otra; mi cuñada y mi sobrina en otra. Y mi cuñado en el salón.

En total, íbamos a estar 15 dias, hasta el día 18 de agosto incluido.

Los primeros días transcurrieron sin más novedad que la rutina playera: playa por la mañana, comida en casa, siesta o playa por la tarde, cena en casa y paseo por la noche.

Ya de madrugada, yo, como todos las noches y al igual que me pasa en nuestra casa, me levantaba a orinar a eso de las 3-4 de la madrugada.
Y, al igual que en nuestra casa, las ganas de orinar iban acompañadas de una importante erección nocturna.
Y, al igual que hacía en nuestra casa (las rutinas son muy malas), cuando me levantaba a orinar con esa erección a tope, me sacaba la polla del calzoncillo antes de entrar en el baño. para liberar un poco de tensión.

(Es importante que cuente que el baño del apartamento tiene una pequeña ventana que da a la calle, con lo que no era necesario dar la luz al entrar ni aun siendo madrugada; y que tiene una disposición particular, puesto que al entrar todo está hacia el lado izquierdo, excepto la ducha que está a la derecha, pegada a la pared. Pero hacia la izquierda, entre la puerta del baño y el váter están el lavabo y la lavadora).

Repetí mi rutina las madrugadas de los días 2, 3, y 4. Pero la madrugada del día 5 de agosto, algo pasó.

Volví a repetir mi rutina, incluyendo la de sacarme la polla antes de entrar en el baño. Pero, al entrar en el mismo, sentada en la taza, vestida con un camisón y con las bragas en los tobillos, estaba mi sobrina.

En cuanto pueda, sigo contando.
Nos tienes en vela con tanto misterio ajaja
 
(Antes de continuar, un matiz: si mi relato fuese inventado, os aseguro que me estaría ganando la vida como el Megan Maxwell de Carabanchel y no como auxiliar administrativo. Menos dudar y más disfrutar).

Continúo.

Acabé la parte anterior diciendo que, la madrugada del día 5 agosto (año pasado), y como había hecho las anteriores, me levanté de madrugada a orinar acompañado de una pronunciada erección. Y que, como las madrugadas anteriores, antes de entrar al baño ya me estaba sacando la polla, para adelantar tiempo.

Pero, al contrario que las tres primeras noches, en las que no había nadie en el baño, en esta ocasión, al entrar, me encontré con que estaba mi sobrina orinando.

Yo me quedé petrificado a la altura del lavabo, le pedí perdón mientras me guardaba la polla pero enseguida me percaté que ella, después del susto inicial por mí presencia allí, inmediatamente dirigió su mirada a mi polla.

Aunque estaba a punto de guardar del todo mi polla y de darme la vuelta para salir del baño, Teresa no dejaba de mirar mi miembro fijamente.

Mi cabeza daba vueltas con esa mirada, y el morbo del momento hizo que no terminara de guardarme la polla, sino todo lo contrario, volví a sacarla. Teresa abrió los ojos de par en par, mientras seguía sentada en la taza sin moverse, y con las bragas en las rodillas (se las había subido por impulso cuando entré).

Había entre nosotros un par de metros de distancia (los que separaban el lavabo y la lavadora de donde ella estaba sentada), pero la luz de las farolas que entraba por la ventana del baño nos hacía vernos bien a los dos.

Casi de inmediato, y aprovechando que mi sobrina seguía sin perder de vista mi polla, empecé a acariciármela, dejando bien a la vista mi capullo, sacudiéndomela para que ella no quitara ojo.

Teresa movía su culo sentada, pero no decía nada, solo miraba mi polla.

Yo no quería provocar nada más, pues no era momento ni lugar, pero tampoco quería dejar pasar la oportunidad de ver su reacción, así que empecé a masturbarme y no tardé mucho en tener ganas de correrme. Cogí unos pañuelos de papel que había encima del lavado y, tras dos sacudidas y haciendo que ella lo viera bien, eché toda mi leche sobre los pañuelos.

Los ojos de Teresa estaban abiertos como platos, y tenía los labios (los de la boca) húmedos.

Yo no hice nada más, ni siquiera quería acercarme a ella por no romper ese momento y por no provocar una reacción adversa.

Simplemente, me guardé la polla, me lavé las manos, le guiñé un ojo, y salí del baño.

Me fui a la cama con mi mujer, y a los pocos minutos salió mi sobrina del baño.

Me costó mucho dormir, tenía la cabeza descolocada por lo que había pasado. Era mi sobrina, tenía 18 años, pero el morbo que me había hecho sentir hacia años que no lo sentía.

FInalmente, me quedé dormido.

Lo que pasó el día siguiente y los días posteriores lo contaré en cuanto pueda.

Gracias por vuestro interés.
 
(Antes de continuar, un matiz: si mi relato fuese inventado, os aseguro que me estaría ganando la vida como el Megan Maxwell de Carabanchel y no como auxiliar administrativo. Menos dudar y más disfrutar).

Continúo.

Acabé la parte anterior diciendo que, la madrugada del día 5 agosto (año pasado), y como había hecho las anteriores, me levanté de madrugada a orinar acompañado de una pronunciada erección. Y que, como las madrugadas anteriores, antes de entrar al baño ya me estaba sacando la polla, para adelantar tiempo.

Pero, al contrario que las tres primeras noches, en las que no había nadie en el baño, en esta ocasión, al entrar, me encontré con que estaba mi sobrina orinando.

Yo me quedé petrificado a la altura del lavabo, le pedí perdón mientras me guardaba la polla pero enseguida me percaté que ella, después del susto inicial por mí presencia allí, inmediatamente dirigió su mirada a mi polla.

Aunque estaba a punto de guardar del todo mi polla y de darme la vuelta para salir del baño, Teresa no dejaba de mirar mi miembro fijamente.

Mi cabeza daba vueltas con esa mirada, y el morbo del momento hizo que no terminara de guardarme la polla, sino todo lo contrario, volví a sacarla. Teresa abrió los ojos de par en par, mientras seguía sentada en la taza sin moverse, y con las bragas en las rodillas (se las había subido por impulso cuando entré).

Había entre nosotros un par de metros de distancia (los que separaban el lavabo y la lavadora de donde ella estaba sentada), pero la luz de las farolas que entraba por la ventana del baño nos hacía vernos bien a los dos.

Casi de inmediato, y aprovechando que mi sobrina seguía sin perder de vista mi polla, empecé a acariciármela, dejando bien a la vista mi capullo, sacudiéndomela para que ella no quitara ojo.

Teresa movía su culo sentada, pero no decía nada, solo miraba mi polla.

Yo no quería provocar nada más, pues no era momento ni lugar, pero tampoco quería dejar pasar la oportunidad de ver su reacción, así que empecé a masturbarme y no tardé mucho en tener ganas de correrme. Cogí unos pañuelos de papel que había encima del lavado y, tras dos sacudidas y haciendo que ella lo viera bien, eché toda mi leche sobre los pañuelos.

Los ojos de Teresa estaban abiertos como platos, y tenía los labios (los de la boca) húmedos.

Yo no hice nada más, ni siquiera quería acercarme a ella por no romper ese momento y por no provocar una reacción adversa.

Simplemente, me guardé la polla, me lavé las manos, le guiñé un ojo, y salí del baño.

Me fui a la cama con mi mujer, y a los pocos minutos salió mi sobrina del baño.

Me costó mucho dormir, tenía la cabeza descolocada por lo que había pasado. Era mi sobrina, tenía 18 años, pero el morbo que me había hecho sentir hacia años que no lo sentía.

FInalmente, me quedé dormido.

Lo que pasó el día siguiente y los días posteriores lo contaré en cuanto pueda.

Gracias por vuestro interés.
Uf. Joder. Maravilloso, tío. Qué morbazo y qué ganas de saber más.
 
Buenas tardes.
He visto cerrarse muchos hilos aquí.
Y el mío no va a ser menos, dado que está tomando otra deriva y no porque yo la haya creado.
Ha sido un (breve) placer.
Suerte a todos.
Es una pena porque parecía muy interesante.
A veces hay que olvidarse de los malos comentarios...
 

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