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En un día sin bolsillos vas ligero de equipaje/ como los hombres de la mar.Bolsillos.
En un día con bolsillos, puedes llevar el móvil, incluso puedes llevar el cariño de la mano que te apretó y te acarició, acompañándote. Puedes llevar también los recuerdos, las llaves, la documentación, las emociones... Lo básico y elemental de tu vida.
En un día sin bolsillos, las manos no tienen donde sujetarse. Es entonces cuando el mundo, se te cae.
"Me miras, de cerca me miras, cada vez más de cerca y entonces jugamos al cíclope...,"
Sublime, me has transportado hasta ese autobús. Y los besos en el cabello, me han ganado .Instante de felicidad.
No esperabas que te fuese a buscar.
Era tu primer día en el nuevo trabajo y estabas muy ilusionada por tal motivo, querías causar buena impresión y no te importó prolongar la jornada. Me dejaste un mensaje en el “wasap” avisándome que llegarías tarde a casa.
Por mi parte, salí de la oficina a la hora acostumbrada. No tenía claro la hora exacta en que tú terminarías; pero allí estaba, esperándote paciente y dispuesto a sorprenderte.
Situado en la acera opuesta, oculto parcialmente por la marquesina de la parada de bus que obligatoriamente deberías tomar, miraba hacia aquella puerta, por donde deberías salir, contemplando el continuo devenir de la gente.
Apareciste, exultante, sin duda satisfecha contigo misma. Como una exhalación cruzaste la calle por el paso de peatones sin reparar apenas en tu entorno, y te detuviste sin ser consciente de mi presencia. Quedaste apenas a un par de metros del lugar en el cual me encontraba, separados por varias personas que también aguardaban el bus.
Buscabas afanosamente el teléfono en la profundidad sinfín de tu bolso...
Sigiloso, me acerqué a ti por detrás, e introduje mis dedos en él, pegándome a la vez a tus nalgas; de súbito, apretándolo contra ti, te giraste; en tan sólo unas décimas de segundo tu rostro cambio de la mayor estupefacción, indignación y susto, a una expresión de alegría y grata sorpresa. Te colgaste efusivamente de mi cuello con los ojos riéndote, buscándome con tus labios mi boca, apresando la lengua con la tuya.
No necesitamos sujetarnos, el autobús marcha repleto y cada cual se acomoda como bien puede. Vamos de pié, abrazados y ajenos al resto del pasaje, el bolso entremedias de los dos, tu cabeza sobre mi pecho y mis besos en tu pelo.
De vez en cuando, levantas los ojos y me miras radiante, y nos sonreímos dichosos. Los frenazos y los acelerones nos acompañan con su zarandeo. Nuestros cuerpos, compartiéndose, se dejan llevar de ese movimiento y su cadencia, improvisando un baile de sensaciones que no necesita de melodías.
Conmovido, me recreo en este sencillo instante disfrutándolo, sintiéndome infinitamente feliz.
Aroma de verano
y en su brisa, tu prisa.
Por amar, jugar y soñar.
A todo tiendes tus manos,
El flequillo, de libertad despeinado.