Pues al final, sí que va a ser posible seguir escribiendo un poquito.
El lunes, aunque seguía acudiendo bastante gente, porque el centro era nuevo, fue un día mucho más tranquilo en cuanto a carga de trabajo.
Los empleados que entran a primera hora, lo hacen siempre antes del horario de apertura, y, en lo que no había caído Silvia, fue que ,el sábado, habían desaparecido los dos al tiempo, por lo que al llegar, se encontró con el cachondeo general del grupillo que formaban, que si qué había pasado que habían desparecido los dos, que dónde estuvieron, que qué estarían haciendo. Silvia contestaba que ella se había ido al hotel, que Gonzalo no sabría dónde habría ido. Sin embargo, él, les seguía el rollo, como en tono de broma, que si os contáramos, que si dónde fuimos era para mayores de 18 años.
De hecho, en el tiempo del descanso, una compañera, del grupillo, le preguntó a mi mujer que si el sábado se había liado con Gonzalo, ella le contestó que no, que no, que, además, Gonzalo tenía novia, a lo que, la compañera, respondió, yo no sé si él tiene novia, pero, ¿tú no estás casada? Mi mujer, tenía que continuar con la versión que le dio a su compañera de habitación, así que la dijo que llevaba unos meses separada.
En el corte inglés, en cada planta, tienen una especia de almacenillos, donde tienen mercancía. Por tres veces, cuando mi mujer entraba al almacenillo, para reponer mercancía, o para lo que fuera, Gonzalo la siguió y se dedicó a comerle la boca. La primera vez le dijo: para, imbécil, que nos van a pillar. La segunda, después de morrearse, le dijo: no me escuchas nunca, eh, para ya venga, que estamos trabajando (a él lo del trabajo le daba bastante igual, la verdad) y la tercera, le volvió a decir que era imposible con él.
En esa tercera, le preguntó que qué iba a hacer por la tarde, mi mujer le dijo que dormir la siesta, que estaba cansada, él la dijo que por qué no iba a dormir la siesta con él a su piso, mi mujer se cachondeó de él, diciéndole que si en ese colchón que tiene que no, que prefería la cama del hotel. Y añadió que era un cutre, que un somier le valía 100 o 200 euros y andaba con un colchón tirado. Él dijo que es que no había tenido tiempo de comprarlo pero que estaba en ello.
Antes de irse, al finalizar el turno de trabajo, en el grupillo hablaron de quedar esa tarde a tomar algo, mi mujer fue de las que dijo, que prefería más bien tarde que quería descansar un poco, así que quedaron a las 8.
Cuando salían de trabajar hacían, un poco, como cuando quedaban fuera de ahí, iban juntos y se iban separando conforme iban llegando a sus destinos, como siempre, el último que quedaba era Gonzalo y, cuando se quedaron solos, le dijo a mi mujer, si quieres te recojo y vamos juntos, ella respondió que no que ya habían tenido bastante cachondeo a cuenta de eso. Él insistió y, al final, ella dijo que como quisiera y le dijo que si podía ir a dormir la siesta con ella, pero, mi mujer, le dijo que no, que en serio que estaba cansada y quería descansar, por lo que él dijo que vale, que entonces pasaba a recogerla.
Mi mujer se echó según lo previsto, pero poco antes de las 7 le llegó un mensaje de él, en el que decía que la iba a recoger ya, ella, que estaba viendo la tele le dijo que era muy pronto y que, además, se tenía que arreglar, pero él le contestó con un da igual.
Como 15 minutos después, tocan a la puerta de la habitación de mi mujer, ella queda extrañada, se acerca a la puerta y dice, ¿si? y al otro lado contesta Gonzalo que le dice soy yo. Le abre y le pregunta que qué hace ahí y el la contesta que es que ya tenía ganas de verla.
Hago un inciso, mi mujer estaba en braguitas y una camiseta larga de estas de estar por casa.
Entra, y ella le dice que no ha conocido tío con la cara más dura, él se ríe y le dice y anda que no te gusta y la besa. Se acercan a la cama besándose, él se descalza y sigue morreando a mi mujer, pasa la mano por debajo de la camiseta y empieza a sobarla las tetas (no llevaba sujetador), a jugar con sus pezones, de ahí mete su mano por dentro de las braguitas y empieza a dedearla, la comía la boca, el cuello y, mientras jugaba con su coño.
Por supuesto, la encendió. Entonces, se desvistió, se acercó a ella y siguió con lo que estaba haciendo. Después, se le acercó al oído y le dijo cómemela. Ella, que ya andaba muy cachonda, se la cogió y se la metió en la boca, tuvo que parar un momento a coger una goma para atarse el pelo, porque, tiene mucho pelo y se le mete con mucha facilidad en la cara. Así que puso coleta y siguió comiendo.
Después de estar un rato comiendo polla, él la dijo: para, para, que me vas a hacer correr y quiero follarte, así que paró y le dijo que se diera la vuelta. Mi mujer se puso a cuatro y él empezó a bombearla, con mucha intensidad, muy fuerte, a ella le vino un orgasmo muy intenso, y entre ese orgasmo y la fuerza con la que la estaba follando provocó que perdiera la fuerza en las piernas y cayera tumbada.
Quedó boca abajo completamente tumbada y él seguía follándosela, a ella le vino otro orgasmo y al poco él la volvió a llenar el coño con su semen.
Cuando recobró el aliento, se dio cuenta que era bastante tarde y se lo dijo, que andaban súper tarde, así que, ni siquiera se duchó, se aseó un poco, se cambió y fueron al bar donde habían quedado.
Como llegaron tarde y juntos, el cachondeo continuó. Gonzalo reía y bromeaba con ello y mi mujer intentaba justificarse, yo diría que a duras penas, porque, como le comenté a ella cuando me contaba, era demasiado cantoso.
Por la noche cuando volvió al hotel, cenó con su compañera de habitación y ésta la dijo que la habían cambiado el turno y pasaba a estar de mañanas, como mi mujer, por lo tanto, obviamente, en toda la semana no podía volver con Gonzalo al hotel.
Ya sabéis que continuaré en cuanto pueda.