Todavía me mojo solo de pensarlo: cuando hice mi primera mamada y paja.
Llevaba tiempo queriendo probar carne caliente y dura y descubrí un chat gay de gente de mi provincia (y de todas según estés interesado) y estuve hablando con un hombre que vivía más o menos cerca de mí. Estaba muy nervioso pues era el primero con el que hablaba para tener otra polla que no fuese la mía a mi disposición. Quedamos esa tarde en un lugar cerca de casa, nos dimos los teléfonos y nos fuimos calentando por mensaje. Esa tarde no podía quedar porque tenía prisa. Tendría como 40-50 y me saca unos 15 años, con buen cuerpo y mejor polla que descubriría después.
Después de varios mensajes a la mañana siguiente quedamos (yo mojado casi toda la noche), llegó a casa con el rabo morcillón, a medio descapullar. Yo nervioso hasta que se baja los pantalones y veo ese rabo a punto de soltar la gotita de presemen. Nos sentamos en el sofá y se baja los pantalones y el slip, se la agarro e inmediatamente me desnudo y me pongo de rodillas y comienzo a comerle el rabo mientras crece en mi boca y empiezo a sentir su presemen. Voy de arriba a abajo, le como los huevos, la punta, intento metérmela entera en la boca, juego con ella y cuando me dice que se va a correr se la sacudo hasta que se corre pringando mi mano.
Después él me la agarra y me la come un poco pero me masturba hasta que me corro y mi chorro saltó como nunca de lo caliente que estaba.
Algo así me pasó a mí, por aquella época era tremendamente tímido y me costaba muchísimo "ligar" (vamos a llamarle), a mi los chicos no me atraían pero si que me quedaba embobado viendo porno sobre todo con maduritos y al final por C o por B siempre me quedaba mirando las pollas, mamadas y demás, hasta que un día me lancé a conocer a alguien, no recuerdo si fué una web de contactos o un chat gay de mi ciudad, el caso es que siempre me habían puesto los videos de maduritos, de alrededor de unos 50, yo por aquel entonces tendría 20pocos, el caso es que me armé de valor y conocí a un "chico" que me sacaría eso, unos 25-30 años, viudo, alto, moreno, bigotazo, tenía buen tipo la verdad, tras hablar toda la mañana por chat, conocernos un poco y tal, me propuso quedar con los coches en un aparcamiento apartado a la salida de la autopista ya que tenía que hacer un recado.
Me costó un montón decidirme pero me duché y fuí, aparqué detrás suyo y me monté en su coche, y era mejor de lo que me imaginaba, me hizo sentir super a gusto, me preguntó un montón de cosas, y a lo que nos dimos cuenta había pasado como una hora charlando, total que hablando hablando me preguntó si nunca había tocado una polla ajena, le dije que claro que no, que era la primera vez, así que cogió mi mano y se la acercó a su paquete, me preguntó que qué sentía, me puse rojo como un tomate y no sabía ni que decir mientras se masajeaba despacio.
Me soltó la mano y me dijo que qué lástima que se tenía que ir a hacer unos recados pero que cuando quisiera me pasaba a buscar y me invitaba a tomar algo tranquilamente en una terraza y seguir charlando, la verdad es que no me costó nada decidirme, vino a buscarme cerca de mi casa, me monté y nos fuimos. Seguimos la charla como si de dos amigos de toda la vida se tratase y llegó el momento de irme a casa o con él, así que me preguntó que si me apetecía subir a tomar la última a su casa, y yo accedí.
Me sentó en el sofá con una cerveza mientras se quitaba el traje y se ponía cómodo, se sentó a mi lado y lo mismo que en el coche, cogió mi mano, la llevó a su polla y empezó a acariciarse diciéndome que ahora ya no me cogía de sorpresa jajajaja. Así que me puse de rodillas delante suyo, le quité el pantalón y lo pajeé hasta que se corrió, yo estaba flipando de ver semejante trozo de carne en directo soltar leche.
Él hizo lo mismo pero estaba tan caliente por la situación que a nada que me rozó me corrí como nunca.
La noche no acabó ahí, seguimos charlando en el sofá, tanto que se nos hicieron las tantas y acabó ofreciéndome quedarme a pasar la noche, accedí porque estaba supertranquilo, y la verdad es que fué genial, a la mañana siguiente nos corrimos otra vez cada uno con las manos del otro, desayunamos, y me acercó a casa.
Ese fué el comienzo de una larga y bonita amistad llena de pajas, mamadas, y algún que otro polvo (aunque a mí no me iba mucho).