18 de julio de 2019, 9: 37 de la mañana
El jueves amanecía como cualquier otro día de verano, unos placidos 18 grados alegraban el ambiente y daban fin a unos insufribles días de ola de calor. El vecindario se sentía tranquilo, sonidos de pájaros resonaban en el ambiente y el cielo azul estaba adornado con un par de nubes blancas.
La mañana se desarrollaba con normalidad realizando tareas del hogar y planeando los últimos detalles del viaje a la costa sur con los amigos que realizaría unos días después y que ocupaba gran parte de mi tiempo. Mi cabeza no podía evitar dejar entrar algún recuerdo de Marina y la necesidad de verla, como cuando empiezas una serie nueva que te engancha y necesitas alimentarte de capítulos. Iba completando la maleta cogiendo cosas de aquí y allá, camisetas, camisas, bermudas... En el momento de preparar el neceser comprobé que no tenía crema de protección solar y mi pasta de dientes daba sus últimos coletazos. Por lo que me puse una bermuda negra, una camiseta gris holgada y me dirigí al supermercado que se encontraba cerca de mi casa.
Sección de verduras, no, charcutería tampoco, panes diversos, no en este momento.... Perfumería y droguería, aquí es, si señor. Agarré un par de cajas de pasta de dientes y me acerqué al estante de la crema para el sol. Crema solar, crema bronceadora, fijador del bronceado, resistente al agua, protección 30, protección 50, protección total... Un estante repleto de botes de diferentes colores y tamaños se plantaba frente a mí y yo a un metro observándolos a todo sin saber cuál elegir. Una señorita se me acercó preguntándome si necesitaba ayuda, al ver mi cara descompuesta se rio y me empezó a explicar las diferencias entre los numerosos tipos y marcas que había. Inmerso en la explicación de la trabajadora pasó por el fondo de mi campo de visión una silueta que me resultaba familiar... Enfocando en ese punto la vi a ella, parecía que viniera del gimnasio por la ropa que llevaba. Un conjunto de Nike de color negro y con detalles en rosa y naranja, Los leggins apretados y con la inscripción en el lateral hacían resaltar su culo, redondeándolo y llevándolo hacia arriba. La parte de arriba era de tirantes y la hacían un escote de otro mundo, me preguntaba como esa tela podía contener ella sola las grandes tetas que albergaba. Marina llevaba el pelo suelto y aunque no iba muy maquillada si tenía algún tipo de colorete en la cara.
Al verla a ella desconecte por completo de la conversación, allí estaba yo recibiendo una charla de protección solar en segundo plano mientras no la quitaba ojo de encima. Nuestros ojos se cruzaron y una sonrisa pícara apareció en su cara mientras me levantaba la mano saludándome, yo la correspondí educadamente con una sonrisa y un gesto con la cabeza.
Marina soltó el carrito de la compra que llevaba en la mano con fruta y cereales y se fue desplazando hacia su derecha, llegado al final del pasillo donde se situaban los baños del supermercado, abrió la puerta y lentamente se introdujo en su interior echando la vista atrás y mirándome con ojos de excitación, dejo la puerta entreabierta invitándome a su juego.
Enseguida corté la explicación acerca de los protectores solares y pregunté a la empleada acerca de donde se encontraban los baños, "esa puerta de ahí" me dijo señalando la puerta negra entreabierta que había dejado Marina.
Los pasos que me llevaron hasta la puerta estuvieron cargados de agitación, expectación y calentura.
Entré por esa puerta buscándola a ella y la encontré, nada más atravesar el marco una mano detrás mío cerró la puerta poniendo el pestillo y me arrinconó contra ella pegando su cuerpo al mío.
Marina ganaba en las distancias cortas, sus ojos marrones y profundos imponían demasiado y su olor era embriagador, la temperatura de mi cuerpo subía rápidamente y el flujo de sangre estaba descontrolado.
Acercó su boca a mi oído lentamente, pude sentir su respiración, la presión de sus grandes pechos contra mi cuerpo y el tacto de sus pezones bajo la ropa. Entonces empezó a susurrarme...
- Llevo muchos días pensando en ti. Desde aquel día ando como loca y estoy muy caliente.
- A mí también me pasa. No logro sacarte de mi cabeza desde que te vi tocándote en esa silla.
- ¿Te gustó? A mí me puso a mil ver tu polla bien dura y como te pajeabas para mí. Además, creo que está por aquí. Llevo muchos días pensando cómo sería tenerla entre mis dedos.
Su mano acariciaba de arriba abajo mi polla por encima de los pantalones, el tacto de la mano y el frote con la tela del pantalón y el calzoncillo fue poniéndola cada vez más y más dura.
- Uff (suspiró), está muy grande... ¿me dejas tocarla?
- Si, por favor, la dije
Con la mano izquierda agarró el borde del pantalón y el calzoncillo introduciendo su mano derecha en mi entrepierna. Sus uñas largas y de color granate fueron bajando por la polla hasta acariciar mis huevos.
Sus dedos acariciaron el tallo, palpando las venas duras y llenas de sangre para posteriormente pasar al glande donde realizó varios movimientos circulares. Mis manos irremediablemente se fueron a su culo grande y duro, al que acariciaba y agarraba con fuerza de manera intermitente.
- Será mejor que mojemos la zona no queremos hacerte daño ¿verdad?
Se llevó la mano derecha a la boca, descargando sobre ella gran cantidad de saliva para a continuación volverme a acariciar la polla y sacudirla de arriba abajo.
Nuestras bocas se fundieron en un beso cargado de excitación y saliva. Las lenguas se entrelazaban y ella realizaba pequeños mordiscos en la comisura de mis labios. Era toda una profesional, sus labios eran grandes y suaves y su lengua correteaba por cada rincón de mi boca.
Las sacudidas arriba y abajo que me estaba regalando me estaban poniendo a mil, su maestría en la técnica me estaba acercando al límite de mis fuerzas. La lubricación producida por la saliva calentó aún más la zona, sus dedos jugueteaban con mi glande y con la piel que le une al resto del tallo. Realizaba movimientos circulares de muñeca profundos, haciendo que mi prepucio se encogiera y estirara arriba y abajo. Esos largos minutos eran los mejores de mi vida.
- Que gorda la tienes vecino, lo que me he estado perdiendo yo todos estos días.
- Puff, como me estás poniendo Marina, no voy a aguantar mucho más...
- ¿Si? ¿Puedes correrte en mi boca? Necesito probar tu sabor... necesito que me des tu leche.
Esas palabras retumbaron en mi cabeza y automáticamente mis ganas de correrme aparecieron.
- Me corro Marina.
- ¡Dame tu leche! ¡Dame tu leche!
Decía Marina a la vez que se ponía de rodillas frente a mí y abría su boca suplicando mi néctar sin parar de ordeñarme. Su escote desde esta perfectiva era inmenso, sus dos grandes tetas pedían ser liberadas, pero yo ya no podía más.
Un potente chorro de leche se introdujo en su boca acariciando su lenga y llenando la cavidad. Un alarido hueco salió de mi boca, demasiado alto y potente para estar en un sitio público. Su cabeza inmediatamente se acercó a mi pene pero sin tocarlo, dejándolo a escasos centímetros para no derramar nada de aquel placer convertido en jugo. Su lengua relamía sus labios con el líquida caliente y blanco, sus ojos cerrados denotaban el placer que ese momento le producía.
¡¿Hola?! ¡¿Quién anda ahí?! ¡¿qué estáis haciendo?! gritaba una voz femenina desde el otro lado de la puerta mientras aporreaba la puerta. ¡voy a llamar al de seguridad!
Nuestros corazones dieron un profundo vuelco y empezaron a palpitar aún más rápido si cabe. La cara de Marina se transformó, su cara de placer pasó a ser una cara pícara, como la de una persona que gasta una broma pesada.
Rápidamente ella se incorporó y limpiándose la comisura de los labios salió pitando del servicio sin ni siquiera mirarme.
Yo como pude, saque fuerzas que no tenía para volverme a subir los pantalones y calzoncillos y salí pitado del servicio, casi tropezando con la dependienta pelirroja del culo diez que estaba afuera con cara de asombro.
Salí del supermercado y me dirigí rápidamente de nuevo a casa sin tener noticias de Marina.
18 de julio de 2019, 19:47 de la tarde
Llevaba todo el día nervioso, agitado y como no, caliente. Desde el episodio del supermercado tenía la necesidad de hablar con Marina acerca de lo ocurrido, pero la presencia de su marido en la casa lo evitaba. Buscaba el momento en el que este se fuera para poder llamar a su timbre y verla. Tampoco podía hacerlo de otro modo ya que no tenía ni su móvil, solo quedaba esperar y aprovechar el momento.
Estando en el pequeño jardín de mi casa reposando en una silla mientras me tomaba una cerveza y me entretenía con el móvil, una bola de papel se coló por encima del seto y aterrizó a mi lado. Lo cogí y leí lo que ponía en su interior
"En mi garaje en 5 minutos, no llames al timbre, solo espera que se abra la puerta"
Pegué un salto de la silla, corrí al baño a lavarme los dientes y me dirigí a la puerta de la casa de Marina esperando alguna señal. A los 5 minutos la puerta corredera de la casa se abrió y consigo se elevó la puerta de la cochera.
En su interior al lado del todoterreno negro aguardaba Marina con el vestido blanco de estar por casa y con una cara de auténtica diabla que me indicaba con el dedo que me acercara.
-
Creo que tú y yo tenemos algo pendiente
- Por supuesto no hemos podido hablar de lo suced...
-
No, no me refiero a hablar. Yo también necesito cierto tipo de cuidados que yo sí que te he dado.
- Pero, ¿aquí? ¿ahora? ¿y tu marido?, yo no quiero problemas...
-
Mi marido está viendo el partido que acaba de comenzar y no se entera de nada...
De pronto, Marina se despojó de su vestido blanco, debajo de él no llevaba ropa interior con lo que pude observar en primer plano sus grandes pechos y su rajita bien depilada. No me pude refrenar y me lancé a saborear sus grandes tetas, sus pezones oscuros y sus grandes aureolas se introducían en mi boca una y otra vez, soltando grandes cantidades de saliva que se derramaban por su cuerpo fui dando buena cuenta de esos dos cántaros que me volvían loco. Los leves gemidos de Marina no hacían otra cosa que indicarme lo bien que lo hacía,
"sigue por favor, así, así..." exclamaba ella mientras su mano izquierda me acariciaba la nuca atrayéndome hacia su cuerpo y con la derecha se apoyaba en el cristal de la puerta del coche para no caerse.
En un momento dado abrió la puerta del coche y se recostó contra el asiento, invitándome a dar cuenta de su encharcado sexo. Los labios grandes y jugosos eran lamidos por mi lengua que no dejaba ningún recoveco falto de mi saliva, su clítoris estaba hinchado fruto de la excitación y del sobeteo al que le tenía sometido bien con mi lengua, bien succionándolo suavemente, mis manos se apoderaban como podían de sus dos grandes tetas mientras ella movía sus caderas en círculos para aumentar su placer.
Toda esta combinación de fluidos no hizo otra cosa de ponerme la polla dura como nunca antes lo había estado, intente liberar poco a poco mi entrepierna con la mano izquierda sin dejar de masajear las tetas con mi derecha. Cuando por fin liberé la presión mi pene dio un resalto que no pasó inadvertido para Marina, mientras yo devolvía mi mano al pecho izquierdo, su pie desnudo acariciaba mi polla sutilmente palpando su dureza y recorriéndolo de arriba abajo.
Mientras tanto mi lengua ya se había encaminado a senderos más oscuros y aprovechando la inclinación, se había desviado al perineo y de ahí al jugoso ano de la mujer. La combinación de fluidos convertía ambos orificios en auténticos lagos de placer, mi lengua no hacía otra cosa que dar batidas una y otra vez, notando cada pliegue de ambos agujeros. Los gemidos de Marina no hacían otra cosa que incrementarse segundo a segundo.
- Métemela por favor, necesita sentirla dentro.... gemía Marina mientras se mordía el brazo para parar de chillar.
Me introduje en la parte trasera del interior del vehículo, sentándome en la parte central. A continuación, vino ella, colocando sus pies encima del asiento, agarró mi lubricado miembro con su mano firme y se le introdujo lentamente en su también lubricada raja. Su interior era puro fuego lleno de lava, cabalgaba arriba y abajo una y otra vez, provocando el choque de nuestros cuerpos y creando un sonido de platillos. Sus enormes pechos eran lamidos por mi lengua mientras rebotaban contra mi cara, debido a su enorme tamaño chocaban entre ellos provocando un sonido de palmadas que se acompasaban con el de nuestros cuerpos. Una sinfonía perfecta.
Nuestros cuerpos sudorosos se movían arriba y abajo una y otra vez y las gotas de sudor se derramaban por la espalda, humedeciendo así el asiento del coche.
En cierto momento Marina dejó de cabalgarme. Con mi polla aún en su interior empezó a realizar círculos con la cadera mientras que pegó su cuerpo al mío acercando su boca a mi oído y gimió una frase
- Quiero que me la metas por el culo
Cambiando la postura se recostó en el asiento dejando su pequeño agujero a mi alcance, a pesar de que estaba bien lubricado introduje primero un dedo para acomodar la zona. Un profundo gemido inundo el interior del garaje,
"sí por favor, sigue..." repetía ella una y otra vez,de un dedo pasé a dos y cuando el hueco estaba lo suficientemente grande introduje con cuidado mi rabo en su interior. Las primeras sacudidas fueron suaves pero su cuerpo pedía más a los pocos segundos, tuve que agarrarla por la cadera con fuerza para satisfacer sus deseos mientras que ella intentaba controlar sus gemidos sin fruto alguno. Agarraba sus grandes nalgas con ambas manos, las apretaba y las golpeaba con la palama dejándolas rojas.
Mi bombeo era continuo y acompasado, mis pelotas rebotaban en su sexo mientras ella se masturbaba con su mano derecha y sus tetas chocaban la una contra la otra sin parar. Nuestros fluidos se derramaban por el asiento del vehículo que más bien parecía ya una sauna. El clímax estaba próximo, los ojos en blanco de ella y la cada vez menos frecuencia entre gemidos lo anunciaba. En un momento dado un calambre recorrió el cuerpo de Marina, un profundo orgasmo se apoderó de ella, dejándola inmóvil encima del asiento del vehículo por un momento. Extasiada, pero con ganas de devolver el favor se arrodillo a mis pies e introdujo mi miembro entre sus dos grandes pechos, sus grandes pezones se movían arriba y abajo en la mejor cubana que me habían hecho en la vida.
"Vamos córrete, córrete..." me suplicaba
. Mi polla se deslizaba con si en un tobogán de agua estuviera
.
Un gran chorro de semen bañó sus cara y tetas
, culminando la obra que habíamos interpretado
. Ha sido el mejor polvo de mi vida Marina, le dije.Entonces habrá que repetirlo respondió ella.
Allí nos quedamos en ese garaje durante algunos minutos, hasta que ruido desde el interior de la vivienda nos alarmó.
Es hora de irse dije...