Pues aunque llevo una espantosa racha que para mí se queda (y lo he expresado en el hilo "cuando las mujeres pierden las ganas"), también es cierto que hubo momentos en los que me excitó sobremanera. Para no hacer la respuesta excesivamente larga, de momento me centraré en una.
Estando en la playa de Costa Natura, desnudos ambos obviamente, estaba tan cómoda que cuando íbamos a marcharnos decidió ponerse el vestido de vuelo sin nada debajo. A mi ya eso me puso palote, porque además teníamos intención de pasarnos por un super cercano para pillar algunas provisiones. El caso es que, ya en la zona textil, se iba sacudiendo la arena de los muslos y eso favorecía que el vestido se le levantara dejando parte de su vagina a la vista. Yo iba andando junto a ella pero mirando de reojo siguiendo cada movimiento que iba regalando
Pero lo realmente bueno vino después. Ya en el párking, dejando los bártulos en el maletero, saqué un trapo para ayudarnos a deshacernos de la arena pegada a los pies. Empecé yo y cuando le tocó el turno a ella, en vez de tomar el testigo, subió el pie al extremo del coche para que fuese yo quien se la sacudiera, dejándome una vista de chocho en primer plano que me puso cardíaco. Ni que decir tiene lo mucho que me dejé ir, dando suaves pasadas mientras me recreaba con las vistas. Para calentar aún más la situación, un ciclista que merodeaba por la zona (intuyo que a la caza de algún descuido, dada la particularidad del lugar), rodeó un coche que teníamos cerca para inmediatamente pasar por nuestro lado. Como iba por su espalda, avisé a mi mujer de dicha compañía, y ella, ni corta ni perezosa, cambió la posición de la pierna y separó algo más el vestido, por lo que nuestro visitante solo tuvo que girar un poco la cabeza para llevarse el Premio Gordo del día. Fueron un par de segundos, pero las pulsaciones se me dispararon y estuve a punto de follarla allí mismo.
En el supermercado sólo estaba pendiente de que pudiera ofrecer otro descuido de esos llamados "voluntarios" pero ese supuesto no se dio, así que en cuento llegamos al apartamento me metí en la ducha y me hice una paja con una imagen que se me había quedado grabada en la cabeza...la misma que se le quedaría al afortunado ciclista