Sigo de nuevo y espero no aburrir con mi extensión, pero lo podría resumir en que le tocó el culo y después se marchó , pero insisto en que quiero que veáis que fue poco a poco como yo iba interiorizando todo esto y pensando que pasos podía ir realizando. Es difícil transmitir y plasmar aquí los gestos y movimientos que realizaba el señor para indicarme lo que quería y deseaba hacer. Espero hacerlo lo mejor posible
Bueno, el hombre me observaba como tocaba a mi pareja y mirándome me hacía un gestó para hacerme saber si podía participar, tocar; pero a su vez con la mano izquierda me hacía el gesto de bajarle un poco más las mallas. Yo paré el masaje, que cada vez era menor y más suave, y pasé a tocar el sacro con un par de golpes de forma disimulada, y ya animando a que pusiera una de sus manos sobre una de las nalgas como palpando y esperar a ver cual era el comportamiento de Olga. Plantó su mano abierta encima de la nalga más cercana a nosotros, apretando con los dedos como si fuera una pelota. Olga instintivamente se movió como si empujara el culo hacía arriba como si fuera en pompa y dejándose caer de nuevo sobre la toalla. Cada vez que deslizaba su mano sobre las porción de culo al descubierto, me estaba poniendo más burro. La estaba gozando como nunca, viendo a un desconocido tocando partes de mi pareja que en la vida soñaría este hombre en poder hacer eso a una tía que por aquel entonces tenía 36 años. Con un culo terso, redondo, vamos, buena a rabiar.
El hombre quería más, se le notaba que estaba cada vez más nervioso, y supongo que pensando en que no quería perder la oportunidad brindada, y se me cruzara el cable y le dijese que hasta aquí, "finito" pudiendo llegar a algo más. A la vez que manoseaba las nalgas, me miraba y abría la boca vocalizando palabras en silencio que repetía todo el rato, era del tipo" puedo bajar", haciendo ademán con una de sus manos refiriéndose a bajarle las mallas. Le dije al señor que parara un momento, y en alto y desde mi posición le dije a Olga que si le podía quitar las mallas para darle un masaje en las piernas, haciendo pensar a este hombre que Olga pensara que estábamos solo ella y yo. Aparecieron al poco un grupo de 5 o 6 chavales de unos 20 años que parecían italianos y venían andando por la orilla y se les oía hablar en alto. Esto alertó un poco a Olga, que casi nos joden la tarde y al decirle que se iban alejando hacía el otro extremo, se quedó más tranquila. Comentó en alto que estaba cansada de estar boca abajo y que se iba poner boca arriba, el hombre como que se asustó y cuando hacía el ademán de levantarse le hice con la mano que esperara. Le dije a Olga : " que esperara, que le daba el masaje en las piernas " y le pregunté de nuevo si le bajaba las mallas para hacerlo mejor?. ella me dio el OK, así que teníamos el campo abierto pensé. Le hice el gesto a al viejo para que le bajara la malla. No sé si el se percató o no de que Olga sabía que aparte de mi estaba este hombre, pero el también o lo disimulaba muy bien, aunque al hacer el ademán de marcharse anteriormente me despistó.
De nuevo le marqué a Olga con la señal tocando su sacro......
Continuo mañana de nuevo.
Bueno ya lo siento, pero tengo el tiempo justo y busco el momento para poder escribir
Después de tocar su sacro como habíamos acordado, Olga ya notaba que el hombre le empezaba a bajar las mallas de forma muy suave. Al ser ajustadas se liberaron la parte de las nalgas que aún estaban tapadas. El ver sus dedos rugosos tocar esa piel, e intentando deslizar las mallas hacia sus pies, lo cual era bastante difícil por estar ella bocabajo, mi miembro empezó a ponerse erecto. Olga se empezó a mover, y en ese momento el juego entre nosotros cambió por completo. Olga que estaba caliente, demasiado caliente por el "albariño", y caliente sabiendo que eran otros ojos que la estaban mirando y unas manos que no eran las mías las que la estaban manoseando.
Olga de forma repentina, me nombró y soltó en alto:"¿Qué¡¡, ya tenemos por aquí al de la gorra roja?", dejándome con el culo al aire por lo inesperado del comentario. Ante esto nos cruzamos la mirada, y el hombre se quedó parado en seco y yo tenía que responder. Le contesté sin saber cuál sería su reacción más o menos así: "¿el de la gorra ?, estaba por aquí ", y remató ella: " nada, qué cómo decías que si quería que me diera el masaje". La cabrona de ella me desbarató la complicidad. Así que me dije para mi " a tomar por culo". Le dije entonces: " sí¡¡, está aquí cerca, parece buen tío". Olga se empezó a reír y añadió algo que no se le entendió muy bien. Yo le hice un gesto al viejo para que siguiera. Por tanto ya sabía el viejo que Olga tenía conocimiento del juego que nos traíamos. Así que ya no había temores, y fui a saco.
De vez en cuando pasaba alguien por la orilla dando un paseo, y viendo que no había gente observándonos, me propuse que el viejo llevará la iniciativa, y limitarme en principio a observar y disfrutar de la experiencia. Mi decisión era que los límites los pusiera Olga. Ni soñar que esto nos hubiera ocurrido. Viendo el final de la experiencia y adelantándome, tengo que agradecer de verdad, que esto nos ocurriera por lo excitante que fue para mí, y bueno, y para Olga por supuesto que también, ya que muchas veces hemos recordado esto como algo loco y salvaje, en la que pasamos esa línea, que a veces nos daba miedo sobrepasar por ser algo transgresor para lo que no se suele estar preparado. A nivel sexual ha sido un descubrimiento para los dos el poder imaginar situaciones y poderlas llevar a cabo dentro de las posibilidades y la seguridad del contexto en el que se den.
Bueno, nunca supimos el nombre de este hombre, pero le voy a poner como nombre ficticio (Pedro), para no repetir, (señor, hombre, viejo) etc.. Paso a plasmar todo lo ocurrido esa tarde a partir del juego compartido ya entre los tres.
Tras comenzar a bajarle las mallas, Olga totalmente entregada a la situación, movió un poco las piernas, elevándolas. Pedro tiraba de forma suave de la malla hacía abajo las cuales se iban enrollando entre sus manos hasta llegar a la altura de los talones. Cogió primero unos de sus pies y luego el otro, para sacar completamente las mallas que se quedaron del revés. Pedro las dejó cerca de él. Yo estaba colocado en un lateral del cuerpo de Olga, sentado estilo indio, es decir con las piernas cruzadas y tocando con mis rodillas su cuerpo. Olga en ese momento de forma instintiva tiró de su camiseta hacía abajo como intentando taparse algo más. Tanto su culo, con la tira del tanga de color rosa despareciendo entre sus nalgas y las piernas totalmente al descubierto era la visión que tenían nuestros ojos.
La mirada de Pedro era como de incredulidad. Mi pensamiento era que Pedro pensaría que la suerte que estaba teniendo tras seguir a una pareja que iban un poco tocados después de vernos comer, estaba surtiendo efecto. Yo estaba encantado que la viera así, pero quería más y más. Llegó un momento que no quería parar. Como Pedro estaba de rodillas en los pies de Olga, aprovechando que estaba frente a su culo, quise abrirle un poco las piernas para que viera en lo posible algo más de sus partes íntimas, aunque estuviera con el tanga.
Al tiempo que dejé semiabiertas sus piernas, comenzó a tocar en forma de masaje desde las piernas hasta el culo. Pero al inclinarse y a que no llegaba de forma cómoda hasta los glúteos, tuvo que cambiar de posición y ponerse un poco más arriba para estar más cómodo. Manoseaba a Olga sin ningún miramiento, y cada vez, aunque bajaba hasta los gemelos apretando los mismos con sus manos, se centraba más en las nalgas, arriba y abajo. Ella no se le notaba molesta e incluso con su mano extendida, me tocaba la pierna y me hacía caricias con sus dedos como asintiendo lo que estaba realizando Pedro.
Después de varios minutos, el cabrón se bajó la cremallera de su pantalón y me hacía gestos para sacarse la polla. Sin saber los pasos que quería dar, masturbarse, frotarse, etc.., yo no le dije nada, se la sacó y empezó a frotarse con una de las nalgas de Olga. A mí me reventó por completo y me quedé sin reaccionar. Para los más de 70 años, que yo le calculaba, posiblemente menos, (tampoco es que sea yo muy bueno con las edades), tenía una polla bastante gorda, no muy larga y con un capullo totalmente al descubierto. La tenía morcillona y se la restregaba sobre el culo de Olga. Yo con una sensación rara, difícil de describir, me veía reprimido, ya que quería que se la follara, verla disfrutar, que le gustara, que lo pidiera, no sé, pero eso eran palabras mayores, era un límite que no íbamos a pasar. Una cosa era jugar con toqueteos, y otra llegar a ese extremo. Me puso tan caliente el puto viejo que estaba a punto de correrme dentro de mi pantalón, y me hacía daño el calzoncillo. Pedro, como digo, con su mano derecha cogiendo su polla se restregaba por las nalgas, y con su mano izquierda empezaba a jugar con el tanga. Su intención estaba clara, era separar y poder ver lo que escondía. Desplazaba sus dedos por encima de la tira, tocando su ano a la vez que se echaba con su cuerpo hacía adelante para que su polla se fuera acercando a ese tesoro preciado.
En el momento que pueda seguiré, si así lo consideráis.