He sido de los primeros en llegar. Cuando he accedido al vestuario me he encontrado con varios compañeros alegrándome especialemente de ver a dos con los que hacÃa tiempo no coincidÃa: uno bastante desmejorado (la pandemia ha hecho estragos en algunas personas) y el otro estaba alegre (como siempre y a cualquier hora).
Minutos después una vez reunido el grupo en el tatami (una instalación ideal para la práctica deportiva y que estaba impecablemente limpia y bien ventilada), he ido observando uno por uno a todos los integrantes, mientras el profesor se presentaba e iba explicando a grandes rasgos lo que Ãbamos a realizar además de lanzar preguntas y frases tratando de empatizar.
En cuanto a los atuendos la cosa iba de extremos: desde compañeras a las que no les faltaba detalle, en buena forma fÃsica, con sus pelos recogidos y tan bien conjuntadas que parecÃan sacadas de una serie americana de esas en la que todo es "cool" (igual hasta se han puesto de acuerdo con los modelitos) a otras compañeras de más edad, menos en forma por decirlo de manera benévola y cuya indumentaria deportiva era menos ajustada y más unisex; mientras que en el grupo masculino habÃa una sorprendente mezcolanza de estilos que iban del sport-pijo de unos, al rapero-chandalero-baratero de otros, pasando por el estilo "libre" o freestyle de otros entre los que se se encontraba uno de los jefes, además de alguno de los que combinan ropa deportiva con ropa de calle comunmente conocidos como athleisures. Y en cuanto a mÃ, vestÃa pantalones de chándal y camiseta de cuello redondo, ambas prendas de riguroso negro sin rótulos ni mensajes.
Mención especial para uno de los participantes que se ha presentado con un atuendo inclasificable, consistente en unos pantalones de chándal que le venÃan enormes con sudadera atada a la cintura y camiseta de un conocido equipo de fútbol (prendas que probablemente serán de su hijo) la camiseta metida por dentro del pantalón y este con la cintura subida, varias vueltas remangada para acortar la largura adaptándolo a su talla: las risas se han debido escuchar desde la calle porque encima ha llegado tarde, con la clase recién comenzada, y al profesor se le notaban los esfuerzos para aguantar la compostura al verle aparecer de esa guisa pidiendo disculpas por el retraso —decÃa— al no encontrar aparcamiento (mentira segura).
En resumen y sin entrar en las variadas configuraciones fÃsicas para no extenderme más, el grupo resultaba de lo más heterogéneo.
Continuará... Mañana, si dispongo de tiempo.
Un saludo.
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