Sumisión suave

Los chicos llamaron que se quedaban en el club hasta tarde, tenían partido después de
almorzar.
Un problema menos para la tarde. ¡Tarde libre para nosotros!
Seguí a Fernanda al dormitorio.
Se acostó, boca arriba, y yo hice lo mismo a su lado. Cubierta sólo con ese baby doll era la imagen de la sensualidad, la imagen de una mujer seduciendo a su hombre.
Era casi todo transparente, pero no totalmente, dejando adivinar los relieves y las zonas más oscuras. Muy corto, apenas cubría el inicio de sus muslos. Insinuaba que el mínimo movimiento, expondría toda su intimidad a la mirada de quien ella quisiera.
Yo sabía que era muy puta, que venía de coger con dos hombres y de pasar la noche con uno de ellos fuera de casa, mientras que yo, su marido, la esperaba, excitado en casa. Y me encantaba, me excitaba que fuera así y la quería más por eso.
La abracé, besando su cara, buscando su boca. Ella se giró hacia mí y, entreabriendo sus labios, buscó los míos. Nos besamos, primero suave, despacio, y de a poco fuimos adquiriendo pasión, abriendo las bocas, explorando con las lenguas, intercambiando humedad y calor. ¡Sabía tan bien! Y a mí me ilusionaba saber que esa boca que yo besaba había besado a otros el día anterior y aún más, había recibido pollas y leche de macho hacía pocas horas.
Mi polla era ya un fierro de dura, buscando escapar de la tanga femenina que la envolvía. Fernanda la buscó con su mano y la acariciaba por fuera de la ropa. Yo metí mi mano por debajo de su lencería y acaricié su piel desnuda, aún sin bañarse después de dormir con otro. Sus muslos mostraban machucones y pegotes, su concha seguía muy mojada, y con chorros secos alrededor. Un chupón adornaba su labio derecho del coño y otro cubría su tatuaje. Acaricié sus tetas, con sus pezones erguidos, duros, deteniéndome en el machucón que lucía en la teta derecha, resultado de otro chupón apasionado de alguno de los dos.
A mí no me deja marcarla.
Dice que queda mal que su amante vea que coge con otro, aunque sea su marido. Cuando me dijo eso, hace años, ¡se me paró la verga! Aún me acuerdo.
Pero como sabe que a mí me gusta, se deja marcar por sus machos, para ellos y para mí.
Olía a ella, a su perfume de siempre, más otros olores que se mezclaban. A sexo, al perfume de otros hombres. Un poco a sudor y otro poco a leche de polla. Me gustaba así.
Exploré con mi mano su cuerpo, que tanto placer me daba. Acaricié sus muslos, su cintura y agarré sus tetas, acercándola a mí mientras pellizcaba su erguido pezón.
  • Dale cornudo, chúpame la concha, pero suavecito, con mucha lengua, con cariño, amor, dame placer, mucho, como sabes vos.
Me deslicé a lo largo de su cuerpo, introduciéndome sobre su muslo más próximo, acercando mi boca a su coño, preparado para recibirme. Estaba perfectamente depilado, suavecita la piel. Muy mojado y gustoso. Fernanda, con sus dos manos, separó los labios, facilitando el acceso de mis labios a su interior. Olí con placer y metí mi lengua y mis labios a la tarea de chupar y saborear esa concha follada, ese coño que fuera sitio de diversión de mi mujer con dos machos el día anterior.
Metí mi boca y lengua, buscando su vagina, para meterme en ella y chupar lo que tuviera para darme.
  • Uuuy sí, amor, así. ¿Sentís el gusto a leche?, a coño follado? Meté bien la lengua adentro, mmmmmm sí, sí, uuuu que lindo es esto! ¡¡¡Que mi marido me coma el chocho cogido de ayer!!!, cómo me gusta. Sabés que sos el 3ero que me chupa? ¿Desde ayer? ¿Sentís el gusto de la leche? Porque Claudio me folló dos veces, y Leo más veces, pero Leo también me chupó la leche de Claudio, hahaha, vos querías eso, ¿no? Y después Leo me folló muchas veces, cómo 3 veces en el coño, una en el culo y otra en la boca. Esa fue la última. ¿Me vas a chupar el culo también? Eso me gusta mucho, pero mucho, porque vos sabés que tu mujer es muy puta, ¿te gusta eso no?, que sea muy puta. Jajaja, me cogieron tres tíos ayer, contándote a vos, pero a vos eso te gusta, ¿me querés coger? ¿Me lo vas a meter? ¿No te molesta que venga de follar con otros, verdad que no? Dale, decímelo que me gusta oirte, me gusta que me lo digas.
Mientras me decía todo eso yo chupaba concha, me atragantaba con todo lo que tenía adentro y también bajaba buscándole el culo, ese que ahora sabía que iba a encontrar abierto y rezumando leche también. El culo estaba ligeramente abierto y mi lengua entraba fácilmente, provocándole suspiros, ahssss y uhssss. Ella normalmente me hacía la paja cuando me hablaba después de coger con otro, pero esta vez le pedí que no lo hiciera porque estaba demasiado caliente y no iba a durar nada.
En eso estaba cuando, de pronto, interrumpió los suspiros, ¡y se acabó!, me agarró la cabeza y me la apretó contra su culo, viniéndose, gritando y empujándome con su pelvis contra mi boca. Me insultaba, me trataba de puto, de cornudo, de marica mientras se retorcía en la cama en un largo, muy largo y fuerte orgasmo.
Finalmente dejó de hablar, me soltó y se aflojó toda. Los brazos me soltaron y se abrieron estirados a los lados. Las piernas rectas y separadas una de la otra. La cabeza extendida, la boca entreabierta y los ojos cerrados. Se serenó y dejó de sacudirse. Yo me separé y la cubrí con mi cuerpo, penetrándola por la concha, que encontré dilatada y lubricada. Mi pija bailaba dentro de ella. Apenas tenía roce de tan abierta y follada que estaba. Fernanda, después del orgasmo, se había aflojado toda, y abierta, se entregaba. La saqué de su concha y se la metí en el culo, bastante más apretado, también lubricado con mi saliva y la leche de Leo. No demoré nada en acabarme, bien adentro, echando litros de leche acumulados en todos estos días, bien dentro de ella. Por fin, después de casi dos días tenía mi descarga, y con quién más quería. Fernanda, mi esposa, mi amiga, mi amante, mi dueña.
Me despertó el teléfono, eran los chicos que pedían que los fuera a buscar su madre. Fernanda dormía. Les dije que iba yo.
Me duché rápidamente, me vestí y salí a buscarlos.
Cuando volvimos Fernanda seguía en la misma posición, dormida profundamente. La dejé descansar, había tenido mucha actividad en las últimas horas.
Bajé a ocuparme de los chicos. Los hice bañarse, cambiarse de ropa, puse la usada a lavar. Luego, viendo la TV, pedimos pizza y cenamos viendo una película. Una noche normal. Fernanda no se despertó hasta la mañana siguiente.

Ese día marcó la vuelta a nuestra normalidad.
Fernanda volvió a salir con sus amigos, y a follar con ellos.
Yo hacía mi vida principalmente de trabajo, familia y club. Jugábamos casi todas las semanas con Juan y seguíamos siendo follamigos, pero era muy raro que yo lo follara, no le gustaba. Supongo que sería por la relación de dominancia, ya que yo sabía que Monica se lo follaba duro con el arnés. Pero a mí me mandaba y me dominaba cómo lo hacía Fernanda. Lo mismo hacía Mónica, su mujer. Yo era el sumiso de todos. A todos obedecía y satisfacía sus gustos.
Mónica ya estaba bastante más suelta y le metía cuernos a Juan, no sólo conmigo sino también con otros. Ya era toda una hotwife. La que, según Juan creía antes, ¡no le gustaba coger! Daba risa.
Conmigo hacía de todo. Últimamente había agarrado la costumbre, cómo Fernanda, de hacerme la paja mientras me contaba sus aventuras con nuevos amantes. Eso a mí me ponía mucho y yo lo disfrutaba. Después descansábamos un rato, charlábamos, tomábamos algo y, si se daba, follábamos otra vez.
Del mantenimiento de mi relación con Mónica, Fernanda estaba al tanto, al igual que de mi vinculación con Juan. A ambos ella los aceptaba y con ambos había tenido sexo varias veces. Nunca con los dos a la vez. Sostenía siempre que los tríos la distraían. Decía que el sexo era de a uno o de a dos.

Esta situación casi ideal duró un buen tiempo, tal vez cerca de dos años. No nos dábamos cuenta de cuan felices éramos.

Después vino otra crisis.
Y para mí, la peor. O al menos, fue la crisis que yo pasé peor.
Fue la más larga y la más frustrante, porque estábamos alejados. Sin complicidad.
Como todo tenía sus partes buenas, y disfruté varias sensaciones nuevas. Pero no estaba tranquilo, y eso era lo peor. Tuve miedo de perderla.
 
Voy a relatar ahora cómo empezó ese período que, como dije, recuerdo como muy angustiante para mí, por el temor que tuve de poder perder el amor de Fernanda. Fue el peor rival que tuve en todos los años que estuvimos juntos, fue quien más la separó de mí y que casi termina en una separación total.

Ese día yo había llegado a casa temprano.

Estaba tranquilo, en el estar, con un café, pensando no recuerdo en qué, con la TV encendida en avisos, casi como siempre.

Llega Fernanda del Laboratorio, me da un beso y se sienta a mi lado.

  • No podés creer lo que me pasó, ni yo lo creo todavía.
  • ¿Bueno o malo? pregunté.
  • No, nada malo, no sé si bueno, todavía. Interesante, sin duda. Te cuento. Hoy fui al Banco a una reunión con el gerente.
  • ¿El que te gusta, ese?
  • Si, ese, pero eso no importa, vas a ver.
  • Cuando salgo, veo que era muy temprano, todo había salido muy fácil y bien. Me sobraba tiempo para volver a la oficina, así que me metí en una cafetería nueva que abrieron en la esquina a tomar un café y hacer nada por un rato. Estaba casi sola, a esa hora de la tarde éramos sólo 3 clientes en el bar. En eso estaba, haciendo nada, cuando aparece una chica, joven, bonita, que se me para enfrente a la mesa, y me dice, con mucha seguridad: “hola Fernanda, me llamo Alicia, no me conocés y me gustaría mucho conocerte.” Así, de la nada. Alta, morocha de pelo largo, lacio y suelto. Piel mediterránea, color oliva, ojos celestes como una bolita, muy buen cuerpo y no más de 30 años, no menos de 25 tampoco. Una boca como me gustan, de labios gruesos, carnosos, con una sonrisa pícara. La miré y le dije lo que me vino a la cabeza, -no te entiendo, parecés un macho levantándose una mina, le contesté, además, ¿cómo sabés mi nombre? Se rió, bueno, puede ser sí, algo así, como un macho, hahaha, sé tu nombre porque Rosina lo dijo cuándo te llamó para que pasaras a hablar con Jaime. También me gustó cómo trataste a Rosina, como a una amiga. Es cierto eso, la conozco desde la secundaria, vos sabés. Entonces, con total seguridad de no ser rechazada, retiró una silla y se sentó. ¿Te invito con otro café y charlamos, puede ser?, me preguntó. Asentí, divertida, para ver a donde iba. Resulta que es la hermana de Jaime, el gerente ese que me gusta, como vos decís, y que no me da bola. Y lo primero que me dijo cuándo se sentó, fue que es lesbiana y solo lesbiana, no bisexual, no quiere nada con hombres, pero que yo le gusté mucho y que percibe, que no estoy cerrada a una relación homosexual. Así que se animó a hablarme.
  • ¿Y entonces?, pregunté, intrigado, para ver a donde iba.
  • Bueno, entonces...entonces pasó que llegué tarde a la oficina!, jajaja. Nos quedamos charlando una hora, contándome su vida, seduciéndome. Es un encanto.
  • ¿Y vos, te dejaste seducir, te convenció de salir con ella?
  • Si, así fue. Es encantadora y muy seductora, me invitó, y voy a ir, a cenar a su casa el viernes. Ah, y ya sé porque Jaime no me da bola, es gay, cómo ella, y está en pareja con un jugador de básquetbol desde hace 2 años.
  • Es bastante menor que vos, comenté, aunque sin duda Fernanda a sus 40 se conserva muy bien, con un cuerpo que parece mucho menor.
  • Si, es así, pero a ella eso no le importa. Lo curioso es que con esta chica es parecido a estar con un hombre. Vos sabés que nunca me atrajeron especialmente las mujeres, o más bien, una relación amorosa, fuera del sexo o la amistad con una mujer. He follado con varias y me encanta, pero esto es distinto… y estoy curiosa. Sería una experiencia que nunca tuve. ¿Te importa?
  • No, claro que no me importa, me intriga. Y te invitó a la casa. ¡Espero que de esto no salgo otro Leo u otro Guzmán!
  • Nooo, de eso olvidate, quedate tranquilo. Dice que cocina muy bien y que le gusta hacerlo para quien ella quiere. ¡Hasta me dejó elegir el menú! Completo, con entrada, plato principal y postre. Ella va a elegir los vinos. Le dije que sólo tomo vinos blancos, se rio y me contestó que ya veríamos eso. Desde luego que le dije que estoy casada, y como es la relación que tengo contigo. Que no crea que estoy sola o que te engaño. Pero ya lo sabía todo porque le había preguntado a Rosina. Cuando me dijo eso me extrañó que Rosina anduviera contando intimidades mías, Pero entonces tuve otra sorpresa, tiene mucha confianza con Rosina, porque ¡fue pareja de ella dos años!, nunca me hubiera imaginado! Se separaron bien, sin rencores, cuando Rosina se casó. Siguen amigas, pero nunca más tuvieron nada sexual. Raro, ¿no? Y ahora me tenés que coger por que la guacha me dejó muy cachonda.
Todo era raro, pero parecía algo nuevo y excitante para explorar. Mi mujer estaba a punto de tener una amante mujer, como si fuera un amante hombre. No como una relación casual.

Esa noche cogimos fantástico. Fernanda estaba desatada y no paraba de hablar de Alicia. Se acabó varias veces. Yo también acabé varias veces, tres, mi límite en una noche.

Quedé contento, pero no sabía que de a poco, esa satisfacción que sentía, se iba a ir perdiendo.

El viernes salió a cenar a la casa de Alicia. Se vistió como si fuera a una cita con un hombre. O con más cuidado, tal vez.

Lencería nueva, claro, regalo mío de Victoria Secret. Mini pero muy mini falda, luciendo sus piernas, tacos altos, para lo mismo. Una camisa nueva que compró esa tarde, que dejaba un amplio escote, que apenas la cubría y le permitía lucir sus tetas. Fue a la peluquería, se maquilló y arregló manos y pies. El día antes, pensando en la cita, se retocó todas sus depilaciones, incluyendo, desde luego, el coño.
Pero cuando estaba vestida, espectacular, decidió cambiarse todo.
No voy a ir vestida de puta facilonga, dijo. Se saco la mini y la camisa y se puso un vestido negro ajustado y elegante, con un escote moderado y, como detalle sexy, un gran tajo en la falda que llegaba a medio muslo. Se cambió las fantasías por joyas de verdad, se puso un collar de perlas muy bueno que tiene, que era de la abuela, perlas en las orejas, y en las manos, la alianza de matrimonio y en la otra sólo un brillante solitario que yo le regalé. Era otra. Pura elegancia, desprendía una sensualidad profunda, indubitable, pero insinuada, nada grosero ni evidente.

Estaba deslumbrante.

Mientras se vestía, yo la miraba en el dormitorio. Me encantaba eso, pensar que se arreglaba para otro, bueno, ahora para otra, ¡era raro!
Antes nos tocamos un poco, nos apretamos y le chupé un rato la concha para dejarla bien preparada, jugosa, y con muchas ganas. Estaba divina de chupar, recién depilada, suavecita y caliente. Le puse perfume, el mismo que se ponía en el cuello.

No quiso acabar, para llevar muchas ganas. Tampoco quiso terminarme, me dijo que juntara ganas para cuando volviera, con ganas de hombre, de una buena verga que la follara. Y que mientras follábamos o me hacía la paja, me contaría.

Todo venía bien. Yo estaba tranquilo y contento, una experiencia nueva con mi mujer. Se auguraban nuevos y espectaculares polvos.






[J1]inod
 
Volvió a las 10 de la mañana siguiente.

Los chicos ya se habían ido al futbol. Les dije que su madre tenía “guardia”. Nunca tenía realmente en el laboratorio, pero era una excusa fácil para explicar que a veces no durmiera en casa.

Cara lavada, pelo apenas arreglado, descalza, con los zapatos de tacón en la mano. Cansada, pero con cara de contenta.

  • Hola, ¿cómo te fue?, pregunté, al abrirle la puerta.
  • Muy bien, mi amor, muy bueno todo, -dijo mientras me daba un beso rápido en los labios.
  • ¿Pasaste bien?
  • Fue de lujo, sólo ahora, en el garaje, tuve la primera bronca.
  • ¿Por qué? ¿Qué pasó?
  • Me estoy bajando del auto en el garaje y sale del ascensor la vieja del 5to. Me miró, yo bajando del auto, abierta de piernas, sin medias, con la mini, y me puso una cara de asco que no se puede creer, yo la saludé, amable y me contestó con un murmullo, “mdia”, mirando para abajo, con cara de profunda desaprobación, vieja concha seca esa, seguro que muerta de envidia. No debe haber follado nunca después que se murió su marido, y antes, quien sabe. Vive lamiéndole el culo a los curas en la iglesia.
  • Jajajaja, y vos, madre y esposa, te bajás del auto vestida de noche a media mañana , descalza, despeinada, sos la imagen de la depravación, jajajaj
  • Ni me hables, Pedro, casi le digo algo, pero pensé que no valía la pena
  • No, no le digas nada, vas a quedar peor y más enojada todavía. ¿Querés tomar algo? ¿Ya desayunaste?
  • Si, ya desayunamos, ¡como cocina esa mujer!, hizo unos huevos revueltos, papas, panceta, no podés creer, y todo en 5 minutos. Es asombrosa, pero ahora vamos a la cama que estoy con ganas de mucha pija, ¿te aguantaste anoche, ¿no? ¿Te pusiste una tanga mía?
  • Si, claro que me aguanté, vamos a la cama y me contás.
Fuimos a la cama, se fue sacando el vestido por la cabeza mientras caminaba hacia el dormitorio. Estaba totalmente desnuda por debajo, sin ropa interior.

Me dijo que a Alicia le había encantado la lencería que le regalé y que entonces ella se la dejó de recuerdo. Le gustó mucho saber que me la habías regalado para que yo cogiera con ella. ¿No te importa, verdad, mi cornudo?, ,me dijo, segura que me gustaría.

Se tiró boca arriba en la cama y separando los muslos, expuso su concha. Me la señaló y dobló las piernas, abriéndose más. Yo me saqué la bata y quedé en tanga de mujer. Me arrodillé entre sus muslos y metí la boca entre sus labios del coño, era distinto a lo que estaba acostumbrado. Estaba brillante y con un gusto diferente al habitual de cuando venía de coger con otro. No había leche, era sólo ella, pero con algo más. Me preguntó si me gustaba, si no sentía gusto distinto. Cuando le dije que sí me dijo que el lubricante que usó Alicia para follarla ¡fue saliva, manteca y aceite de oliva! ¡Realmente condimentada! ¡Le faltaba sólo sal y pimienta! Deliciosa, diferente.

Me sacó la cabeza y me pidió que le metiera la verga, que tenía muchas ganas de tener una de verdad adentro.

Como un caballero le hice el gusto de inmediato. Estaba distinta también, pero no solo distinta de cómo venía de coger con otro sino de cuando cogemos los dos solos. Supongo que sería el condimento, pero además de eso estaba abierta, dilatada. Me entraba muy fácil, pese a que mi verga es gruesa, sentía poco roce.

Me sentís abierta? Porque te siento poco, Alicia me folló con una verga de silicona que tiene con arnés que es enorme, me encantó, me acabé varias veces, como la sentía de abierta e hinchada, mucho más grande que vos, cornudo, pero igual quédate tranquilo, porque una pija viva es mucho más linda, ¡sin duda! Lo que voy a tener que llamar a Juan, para que me llene, hahahah, ¿no te importa? ¿Eh? Cornudito mío, ¿verdad que no te importa?

Yo, mientras la oía decirme esos disparates que me encantan y con las ganas que tenía, no iba demorar en acabarme.

Y no te acabes todavía, porque tenés que cogerme un poco más y si podés, después, en la cola, porque no la dejé, no tiene vergas normales, son todos enormes.

Y cuando me dijo eso me acabé, no pude aguantar más. Suspirando, pidiéndole que no, pero me fui del todo, bien adentro.

Pero si serás puto, te acabaste. Bueno, ahora me chupás hasta que me venga, y me debés una, no te olvides. Hoy me tenés que hacer el culo. ¿O te parece que mejor llame a tu amigo, Juan?

En realidad, yo no sé qué preferir. Desde luego que quiero hacerle el culo, me encanta, pero que venga con él cogido también me gusta mucho, chupárselo lleno de leche y después cogerlo, o a la inversa, no importa. Todo eran buenas perspectivas.

Finalmente, no llamó a Juan y dormimos un rato después de que acabó chupándole yo el chocho lleno de mi leche. Cuando nos despertamos, los dos desnudos en la cama, me contó cómo fue la cena.

  • Cuando llegué ella estaba también vestida formal, pero con pantalones y camisa de seda, sin sostén. Se había cortado el pelo casi como un varón y, como es tan linda, le quedaba muy bien. Me saludó con dos besos, muy cerca de mi boca. Me hizo pasar, sirvió dos copas de champan y con unos bocaditos deliciosos preparados por ella, brindamos por una buena y divertida amistad. Me tomó la mano y me acariciaba los dedos y un poco el antebrazo, pero nada más. Así estuvimos hablando una media hora.
  • Luego pasamos al comedor, es un hermoso apartamento, grande, bien arreglado, clásico y cómodo. El comedor está al lado de la sala. La mesa estaba servida para dos, con toda la paquetería que se te ocurra. Mantel blanco, candelabros de plata, muy buena vajilla y cristalería. Cocinó todo ella, primero una ensalada de mariscos, después un pescado con una salsa no sé de qué, pero espectacular y un risotto de arroz delicioso. Para el postre hizo una tarta de chocolate y naranja increíble. Todo acompañado de vinos blancos acordes. La charla fue general, de trabajo, política, etc.
Mientras me contaba me acariciaba la verga que ya estaba dando respuesta a sus mimos. Me comentó que todo era muy erótico. Le rozaba las manos, el cuello, a veces la cara, en un momento le dio un pequeño beso en la boca, cortito y como jugando.. pero no entró en materia sexual hasta después del postre.



Me contó que estaban sentadas otra vez en el sillón, una al lado de la otra. Tomaban un café muy rico, ni que hablar que lo muele ella misma y la mezcla de granos es una propia. ¡Es en todo tan sofisticada! Ella lo acompañaba con un cognac, que sabés que no me gusta. Yo seguía con mi vino.

Cuando estábamos ahí, pasó su brazo por detrás de mis hombros, y suavemente me acercó a ella, buscando mi boca con la suya. Tenía un gusto delicioso a café, coñac y a ella. Muy dulce. Me besó y era un beso tan tierno y tan sensual a la vez que creí que me derretía. Respondí abriendo mis labios y entregándole mi boca, que fue penetrada por su lengua. Me abrazó y me encantó sentir su cuerpo contra el mío. Sus manos iniciaron la exploración que mi cuerpo ansiaba. Tomó posesión de mis tetas y luego de mis muslos desnudos, buscando mi concha, que encontró hinchada, mojada y receptiva. Creo que cuando me tocó ya tuve un pequeño orgasmo, de tan caliente que me puso con sus caricias.

Es tan distinto de cuando te toca un tipo y no tiene nada que ver con las veces en que he cogido con otras mujeres. Casi siempre esto fue en un contexto de parejas. No tenía nada de la ternura de esta chica. Eso fue lo mejor de la experiencia. Creo que por primera vez entendí una relación entre mujeres.



Mientras me contaba todo esto, yo ya estaba con mi verga bien dura. Entonces se dio vuelta, ofreciéndome sus nalgas y su orificio para que la penetrara. No me hice rogar. Estaba divina, como siempre que le hago el culito. El anillo me ajustaba perfecto y estaba lo suficientemente lubricado como para que se deslizara cuando la penetraba y cuando la retiraba. Casi enseguida comenzó con sus gemidos que fueron aumentando de volumen a medida que se acercaba al orgasmo, éste se produjo sin otro estímulo que mi pija en su interior y fue muy intenso, mi polla sentía cómo latía tal y como si estuviera ordeñándola, por lo que no demoré en volver a llenarla de leche, ahora por atrás.

Se dio vuelta, me dio un beso, me dijo gracias por todo mi amor y se quedó dormida.

Yo quedé encantado, había sido un polvo apoteósico. Gracias Alicia, pensé. ¡Qué bien la preparaste para mí!

Después de ese día la relación entre ellas se mantuvo con contactos que fueron siendo en el tiempo cada vez más frecuentes. Al principio se veían una vez por semana o cada dos semanas. Incluso hubo un mes en que no se vieron. Fernanda y yo seguíamos con nuestras vidas y amantes habituales. De vez en cuando Fernanda experimentaba con alguien nuevo, del club o del trabajo o de la calle.

Todo normal.

Pero después de unos meses, tal vez 6 u 8 meses luego del primer encuentro la relación se fue haciendo cada vez más estrecha. Ya se veían casi todos los días y cuando sus agendas respectivas no se lo permitían se hablaban por teléfono. Fernanda estaba con muy poco interés sexual en hombres. Ni en mí, ni en ninguno de sus amantes habituales. Las pocas veces que follamos era con poco interés de su parte, como para cumplir una obligación.

Empezó mi mujer a darnos a mí y a sus hijos cada vez menos pelota.

Llegaba a casa tarde, después que los chicos se habían acostado, y conmigo se fue distanciando cada vez más. Ya casi no follábamos. Estaba cada vez más frecuentemente cansada o alguna otra excusa, evidente y, descaradamente, excusas.

Preocupado, le preguntaba que pasaba. La respuesta era siempre igual. Que no fuera exagerado, que no pasaba nada. Que todo era como había sido siempre.

Hasta que me enojé.

Ese día llegué a casa, como casi siempre últimamente, antes que ella. Sobre su mesa de luz había sacado mi foto y puesto una foto de Alicia, en un portarretrato muy lindo, de plata.

Me molestó y, cuando llegó, le pedí explicaciones.
Ahí se desató la tormenta.

Me mandó a la mierda, insultándome, que qué me pensaba yo, que cómo era macho ella me debía explicar todo, que ya esa época había pasado y mil disparates más.
Agarró la cartera, las llaves de su auto y se fue de casa dando un portazo.

Volvió al otro día, temprano en la mañana, después de que los chicos se fueron para el colegio. Otra vez guardia, tuve que explicarles. Ella entró, se duchó, se cambió de ropa y salió para el trabajo, sin hablarme. Furiosa.

Entonces empezó otra etapa de nuestra relación. Nunca había pasado antes. No me hablaba, fuera de cosas prácticas. A veces venía a dormir y otras veces no. Yo tuve que hacerme cargo fulltime de los chicos (eran hijos de ella, de un matrimonio anterior), de la comida, de la limpieza, de la empleada, etc. No podía contar con su ayuda para nada. Lo que más me asombraba era el desprendimiento de los chicos. Ella los adoraba, por eso era esto tan raro.
Pasaron una cantidad de cosas nuevas, raras durante este período, que duró tal vez dos o tres meses. A veces fue interesante, a veces una desgracia que me hizo sufrir. Mis relaciones sexuales eran con Juan, Mónica y conmigo. Sobre todo, conmigo. Cuando estaba muy deprimido una buena paja siempre me hacía bien.
Luego las cuento.
 
Cuando pasaron dos o tres días desde que se fuera ese día tan enojada sin que cambiara nada, intenté hablar.

No me contestaba nada, y al final, me dijo que yo me ocupara de mis cosas que ella atendía las de ella. No entendí nada.

¿No eran cosas de ella su marido y sus hijos?, le pregunté. Se volvió a enojar.

Que no me metiera entre ella y Alicia, me contestó.

Y se fue otra vez, para volver dos días después, con un golpe evidente en su ojo izquierdo, hinchado y rodeado de un regio hematoma.

Llegó de lentes negros y andaba en casa con ellos puestos, mientras hablaba con los chicos, les cocinaba y se ocupaba, por fin, de algunas cosas de la casa.

Lavó ropa, ordenó los placares de los chicos, simulando una situación normal.

Le pregunté por los lentes negros cuando se fueron los chicos al colegio. Sin hablarme aún, se dio vuelta y se sacó los lentes, mirándome. Aunque yo me imaginaba lo que iba a ver, igual fue una sorpresa el grado de hematoma y la hinchazón de su ojo izquierdo, cuando me miró, sin lentes. Estaba tan cerrado por la hinchazón que no se veía, no podía abrirlo.

La seguí al dormitorio, pidiendo me explicara. Se cambió de ropa y ahí fue peor. Tenía varios hematomas en el cuerpo y en la cola y espalda varías líneas como arañazos, con sangre. Las dos nalgas enrojecidas, con pequeñas heridas.

No me quiso explicar nada.

Esas lesiones pasaron, pero se repitieron después dos o tres veces, más o menos durante un mes, con distinta intensidad y localizaciones.

Lo malo para mí, era que, cuando la vieron en el edificio, sobretodo la vieja del 5to, todos pensaban que yo era el culpable. La vieja, cuando me veía, ponía una cara de culo mal y rezongaba entre dientes. Otros vecinos me saludaban secos, sin la amabilidad normal, la que tenían antes.

Solo una vez uno me dijo en el ascensor: “¡por fin puso a su mujer en su lugar!, yo no entendía cómo la dejaba hacer todo lo que le hacía. Bien merecido tiene que la casque un poco”.

No supe que contestarle, solo le agradecí. No podía explicarle todo.

La situación en casa mejoró bastante. Estaba a las horas en que estaban los chicos despiertos y volvía a tener una relación normal con ellos.

Conmigo no había cambiado casi nada, seguíamos distanciados, por decir algo. Me hablaba lo socialmente necesario, todo de temas ajenos a nosotros. Cuando intentaba hablar algo más de pareja cambiaba de tema, sin responderme, o se iba a otra parte de la casa.

Dado que salía casi todas las noches apenas los chicos se dormían y volvía de madrugada, cuando aún dormían, no dormíamos juntos. Si alguna vez pasaba que se quedara (y alguna vez pasó) todo era como siempre, con excepción de que no pasaba nada entre nosotros ni se tocaban temas referentes a su “noviazgo”.

Yo empecé a preocuparme realmente. Nunca había durado tanto ningún “enamoramiento” de mi mujer. Con ningún hombre, por lo menos.

Parecía que, a la inversa, cada vez estábamos más lejos.

Me trataba como a un desconocido. Me mandaba, como siempre, pero de alguna manera era peor. Era como que le daba órdenes a un servidor.

Yo estaba realmente mal.

No había forma de que no pensara en el tema. Por un rato una paja me ayudaba.

Juan y Mónica eran realmente amigos. Ellos estaban al tanto de todo, eran mi paño de lágrimas. Ninguno de los dos entendía por qué yo no la mandaba a la mierda y me iba, que se arreglara ella con la casa y sus hijos.

Yo trataba de explicarles las dos seguridades que yo tenía:

la primera era que me quería, aunque no lo pareciera yo estaba seguro de eso.

La segunda era mi confianza en su incapacidad de ser fiel. No iba a demorar demasiado en aburrirse de Alicia y engañarla. Y entonces volvería la vieja Fernanda. Me miraban, dudando, sin compartir mi fe.

No les confesé mis miedos. La veía como no la había visto nunca en todas las veces en que me engañó. Además, tampoco nunca había durado tanto una relación ni había sido tan radical la separación.

Una tarde Juan me vio peor que de costumbre, estábamos en su casa, en su cueva y no conseguí mantener una erección. Estábamos los dos desnudos, nos habíamos puesto en el sofá en 69, pero mientras que Juan me llenó la boca de leche mientras le metía varios dedos en el culo, yo, recibiendo el mismo trato, no conseguía que se pusiera dura, cuanto menos acabar.

  • Estás peor que nunca Pedro.
  • Sí, es cierto, estoy mal, muy angustiado.
  • Mónica que dice?
  • Que tengo que dejarla, que no tiene sentido que acepte la situación como está. Hace unos días, salí con ella y tampoco pude cogerla. Me acabé masturbándome, pensando en Fernanda. Pero eso no se lo dije a Mónica.
  • Mónica quiere hablar con ella, te parece mal?
  • Que haga lo que quiera. Si querés, hablá vos también, y si podés, cogétela.
  • Jajajaj, eso no lo creo, pero si querés, pruebo.

Mónica la llamó y quedaron en tomar algo. Se encontraron, charlaron un rato, como amigas. Pero cuando Mónica le preguntó por la situación conmigo se enojó. Le dijo que eso eran problemas que no iba a discutir con ella. Que era entre Pedro y ella y que Pedro era suficientemente grande como para resolver sus líos solo. Mónica le recordó entonces a los niños, y fue peor. Se levantó, la mandó a la mierda, con el mismo argumento. Nadie se mete con mis hijos, ¿oíste? le dijo, y se fue, dejándola plantada en el bar.

Con Juan fue parecido, pero por teléfono. Estuvo más civilizada, le tomó el pelo, riéndose. ¿Así que ahora mi marido manda a su macho a que le arregle los problemas maritales?, hahahah, esta mal tu amigo, Juan. Cuando Juan la invitó a tomar algo, por los viejos tiempos, se volvió a reír y, adivinándole la idea, le dijo que no tenía interés en pijas. Que la guardara para otros, y riéndose le cortó.

Cuando ambos me contaron me resigné a seguir esperando, muy asustado.


De a poco la situación mejoró un poco.

Sin cambios bruscos, dejó de ser tan grosera conmigo. Me trataba mejor, me hablaba normal, estaba más en casa.

Si bien estaba mejor conmigo y me trataba casi normal, no me contaba nada. Nuestras charlas eran normales, del trabajo, las noticias, amigos, pero nada relativo al serio problema en que estaba nuestra relación.


Y entonces, después de alrededor de otro mes sin cambios, una noche que se quedó a dormir en casa, me empezó a contar algunas cosas.

Me contó que la relación con Alicia era muy difícil.

Ella le exigía fidelidad absoluta pero no correspondía de la misma manera. Me contó de la primera vez que vino golpeada.

Según me dijo, habían ido a una fiesta en la casa de una amiga. Era una fiesta de lesbianas y el tema central era la dominación y los castigos.

Alicia estaba bastante metida en ese ambiente y la convenció a Fernanda de participar.

Cuando entraron Fernanda quedó asombrada. Era en un apartamento normal. Entraron a lo que parecía una sala de un lugar de vivienda normal, amueblada como cualquier apartamento.

Pero contra la pared había una chica desnuda, atadas las manos y ambas fijadas a un gancho en la pared, más alto que ella. Estaba de espaldas a la sala. Mostraba espalda y culo desnudos. Su pareja, (parecía serlo), era mayor, bastante gorda y estaba vestida con vaquero y camisa. Tenía un látigo en una mano, un vaso con una bebida en la otra. En una mesita a su lado había un cenicero con un cigarrillo encendido.

Daba latigazos lentamente, periódicamente a la otra, en dorso y cola. La castigada se quejaba bajito cuando el golpe era fuerte. Tenía la espalda cruzada de rayas rojas de los golpes recibidos. Las nalgas estaban también muy rojas, pero no sangraba, no había heridas.

La gorda periódicamente paraba, fumaba, bebía, la tocaba o le metía un dedo entre las piernas o en el culo. A veces la tomaba del pelo, le giraba la cabeza y la escupía… ¡o la besaba en la boca!

En el medio de la sala otra pareja se exhibía. Ambas desnudas, una negra muy bonita y otra una veterana, normal. La negra estaba en 4 sobre la alfombra y la otra la tocaba, le pegaba con unas paletas o con las palmas de las manos.

En una barra, en un lado, servían bebidas. Junto a ella había un grupo grande de chicas, 5 o 6, la mayoría vestidas normal, alguna con poca ropa. Sin camisa o sin pantalones. Hablaban y bebían, riéndose, ignorando a las dos parejas que se golpeaban en la sala, a las que de vez en cuando miraban con poco interés.

Alicia le trajo bebidas de la barra y salieron a recorrer el apartamento.

Había para todos los gustos.

En los dormitorios había varias mujeres, casi todas desnudas, follaban en grupos de 3, 4 o 5. Se tocaban, se chupaban o se cogían con arneses que llevaban gruesos penes de silicona. Había chicas de todas las edades y estados. Gordas, flacas, musculosas, varoniles y otras muy femeninas. Lindas y feas.

Era muy excitante para Fernanda que nunca había presenciado, ni imaginado algo así. Otras chicas, sentadas en sillones o paradas contra la pared, miraban y charlaban.

En uno de los cuartos había tres chicas. Alicia saludó de lejos a una chica. Ésta saludó efusivamente de lejos, dejó a su pareja del momento y se acercó a ellas, con una amplia sonrisa. La abrazó a Alicia y le plantó un beso en la boca mientras la acercaba a ella, tomándola del culo. Estaba desnuda, vestida sólo con un arnés, que exhibía una gruesa verga. Alicia también la abrazó, respondiendo al morreo de la otra.

Fernanda se quedó muda. No podía creer que su amante tuviera ese atrevimiento. ¿Besar a otra delante de ella? Parecía imposible.

Enojada, se dio vuelta y se alejó. Cuando Alicia se dio cuenta fue tras ella. La tomó del hombro y le preguntó, de mala manera, qué pasaba.

Fernanda se lo dijo, rápido y seca.

Alicia, por toda respuesta, le pegó una trompada en el ojo que la sentó en el suelo. Le dijo que supiera que ella besaba a quien se le antojaba. Que no la molestara.

Y, dándose vuelta, sin decir más nada. se fue al cuarto donde estaba la otra, dejándola ahí, tirada en el suelo donde había caído.

Otra chica se arrodilló a su lado, ofreciendo su ayuda. La ayudó a levantarse y volvieron juntas a la sala. Le trajo otro vaso con su bebida, que había caído junto con ella, derramándose todo.

Se puso a hablar con ella. Era una chica muy dulce, preocupada, si estaba bien, cómo podía ayudarla, etc. Fernanda, asustada, se puso a lagrimear y la chica la abrazó, dándole besitos en la mejilla y el cuello.

Cuando se dio cuenta se estaba besando con su nueva amiga, cuyo nombre no conocía. La chica le acariciaba las tetas y la besaba ahora en los labios, apasionadamente.

Fernanda la agarró del culo y la atrajo hacia ella, uniéndose en un abrazo apretado, cruzando los muslos, apretándose las conchas y tetas una contra la otra. La calentura mutua fue subiendo de nivel hasta que apareció nuevamente Alicia.

Las separó a los golpes, insultándola, tratándola de puta, la llevó a los empujones a la sala, donde le ató las manos y las fijó en uno de los ganchos que colgaban del techo. Cuando Fernanda estuvo así colgada, la desnudó.

Quedó ahora vecina a la chica que había visto siendo castigada con látigo y paletas cuando entraron.

La gorda miró interrogando con la mirada a Alicia. Esta, sin hablar, le señaló a mi mujer, y se fue, dejándola ahí, desnuda, colgando, en las manos de la gorda que ahora la castigaría. Comenzó con latigazos en la espalda y en las nalgas. Al principio fueron suaves, pero luego fue aumentando la intensidad. Alternaba con paletazos en las nalgas. Fernanda sufría, lloraba y se quejaba. Pero fue aún mayor su sorpresa cuando vio que Alicia volvió, y vio que tomaba el látigo, enojada, rezongando a a gorda porque le pegaba muy suave Ella provocó las heridas que yo vi cuando se desnudó en casa, el día del ojo negro. Lo peor, me contó Fernanda, es que inexplicablemente, tuvo un fuerte orgasmo mientras Alicia la castigaba.

Cuando Alicia vio que Fernanda se había acabado con el castigo, se rio y le dijo que se iba a coger con Sofía (la que la había besado) y la dejó ahí colgada, desnuda e indefensa. Vulnerable, ofrecida para que el que quisiera le pegara o hiciera de todo con ella.

Dos o tres tomaron el látigo y le dieron algunos golpes. La mayoría venía y la tocaba, le pellizcaba las tetas, le metía los dedos en la concha o en el culo o se la follaba con una verga de plástico. Algunas la besaban o se frotaban contra su cuerpo desnudo. Otra vez, volvió a sorprenderse cuando tuvo varios orgasmos, algunos muy fuertes, en respuesta a estas prácticas sin duda abusivas y violatorias. Las chicas que la rodeaban se reían y la besaban cada vez que se acababa.

Al rato volvió Alicia, la desató y cubriéndola de mimos y besos se la llevó a un dormitorio, la acostó en una cama y le hizo el amor con mucho cariño. Mientras estaban en esa tarea apareció Sofía, desnuda, y se metió en la cama con ellas dos, buscando la boca de Fernanda para besarla. Fernanda dice que le dio mucho morbo, después de toda la discusión y el castigo. Hicieron un trío, donde mi mujer era la pieza central que se compartían las otras dos.

Dice que fue muy excitante.

Fernanda igual no entendía ese tipo de amor, de castigo y dolor. No era para ella. Y se lo dijo a Alicia. La respuesta fue que a ella le gusta y se acabó la discusión.

Volvieron a ese lugar dos o tres veces más, hasta que Fernanda se puso firme en que no iba a ir más, de ninguna manera.

La verdad era qué pese a que no lo disfrutaba, tenía unos orgasmos excelentes. Pero también pasaba mal y sufría, tanto que no compensaba los polvos que se echaba. Si conoció a varias chicas con las que tuvo sexo normal, gratificante, sin dolor. Eso a Alicia no le hizo gracia, pero no podía protestar.

Cuando finalmente Fernanda decidió que no volvería a ir, Alicia se descontroló otra vez.

La cascó de nuevo, en medio de un escándalo de empujones, insultos y golpes y quiso obligarla a ir. Terminaron follando, luego de que le arrancó toda la ropa, furiosa. Cuando acabaron, y mientras Alicia estaba en el baño, Fernanda se vistió y se fue. No la vio ni la llamó por varios días.

Esos días fueron cuando volvió a casa con una actitud casi normal, solo un poco apagada, en comparación con su carácter habitual.

Le ofrecí mi ayuda, como amigo, si quería hablar. Con cara triste me abrazó y me agradeció el cariño y la paciencia, pero que por ahora no podía hablar conmigo. Yo la abracé, fuerte y quise despertar en ella algo que pudiera llevarnos a follar. Le puse una mano en el culo y la apreté contra mi verga, que estaba muy dura. Pero no pasó nada. Se separó cuando sintió mi dureza, me dio un beso casto en la mejilla y me pidió perdón.

No quiso ir a la cama ni coger. Eso no Pedro, me dijo, riéndose, que, si las historias me habían dejado caliente, como era de imaginar conociéndome y con lo dura que sintió que tenía la pija, me hiciera una buena paja. Que lo único que me ofrecía era desnudarse y que la mirara, mientras me la hacía frente a ella. Eso hice, mostrándole como todavía y pese a todo, cuánto me ponía.

Yo igual me quedé con la ilusión de que ahora era posible el regreso a la normalidad.

Pero desgraciadamente esa separación no duró más de dos o tres días. Alicia la llamó, pidiéndole perdón y rogándole que volviera. Que todo sería cómo ella quería. Que no podía perderla, etc. etc. Ahí empezó una segunda luna de miel, que aún duraba.

Mi impresión era que, aunque seguía bien con Alicia, algo había cambiado. Me pareció que estaba pasando lo de siempre. Fernanda no era capaz de ser constante con nadie. Pero nunca se había demorado tanto. Tal vez las chicas que se incorporaron al juego a instancias de Alicia le dieron un vistazo de otras relaciones, que funcionaban muy bien también.
Tal vez extrañaba una buena tranca.
En esa época esas eran mis esperanzas. Pero cada vez parecían menos posibles.
 
La situación se estabilizó, relativamente, estábamos más o menos bien. Fernanda en casa volvió a ser la de siempre en cuanto a actividad, trato con sus hijos y horarios.

Conmigo estaba normal, pero sin sexo. No se tocaban cosas íntimas. Ella seguía con Alicia, la veía casi todos los días, salía con ella los fines de semana o la alternativa era hacer actividades los 4. Dormíamos juntos, pero no pasaba de eso, de dormir.

Yo esperaba el aburrimiento de Fernanda. No podía creer que alguien fuera capaz de transformarla tanto. Estaba seguro que iba a pasar.

Y empezaron pequeñas señales.

Comentarios como “qué bueno que está aquél” que eran impensables, volvieron a ser normales. Rezongos y quejas sobre “otra vez salir con esas, sabe que me aburren”, “esta mujer me tiene podrida,” no eran infrecuentes, cuando antes eran imposibles. Me empezó a parecer que estaba metiéndole cuernos, saliendo con otra gente.

No me daba cuenta si eran hombres o mujeres, pero las señales me parecían claras.

Cuando le preguntaba no se enojaba, se reía y no me contestaba.

Entonces le recordaba que podía engañarla conmigo, su marido, y que eso no se podía reprochar. Empezó a reírse de esas sugerencias, cuando antes la enojaban. Todavía me contestaba que no me hiciera ilusiones, que ella tenía novia.

Pero no era tan dura como antes.

Yo la empecé a buscar en la cama, y si bien todavía me rechazaba, me parecía que no era tan radical.



Un hombre se va haciendo a conocer los rechazos femenino, que a veces dicen cosas distintas.

Una posibilidad es no, y es no. Entonces uno se abre. Otras veces es no, pero sí; o no, pero podría ser; o no pero no sé. Y uno, con experiencia, y conociendo a su mujer, va reconociendo esos distintos no. Me daba la impresión de que ya no era un no cerrado, que era un -insistí, por favor. Y eso hacía yo.



Una noche salió cómo hacía siempre. Yo pensé que con Alicia, pero después de una hora de haberse ido de casa, la llama Alicia.

Cosa muy rara, que casi nunca pasaba. Y todavía más raro, ¡pregunta por mí! Cuando atiendo, intrigado, me pregunta por Fernanda.



Me explica que esperaba una llamada de mi mujer o que ella fuera por su casa. No fue y no le atendía el teléfono. Yo estaba asombrado, ¿esta mujer no tenía vergüenza? ¡Llama al marido de su amante a preguntarle donde está!. Además, me trata mal, como a un empleado, lo que me molestó todavía más.

Pienso rápidamente y me doy cuenta de que, si no está con ella, es porque está con otro… u otra. Me decido protegerla.

Le dije, de mala manera, que había ido a la casa de los padres por que la madre no se sentía bien. Entonces todavía tiene la desvergüenza de preguntarme, enojada y reprochándome a mí, ¿por qué no la había llamado a ella para avisarle?

Le contesté muy sencillo: ¿por qué no te vas a la mierda?, y sintiéndome muy bien, le colgué. Volvió a llamar muchas veces y le corté sin atenderla, finalmente se aburrió y no llamó más.



Llamé inmediatamente a Fernanda, quien me atendió en seguida. Le conté lo que había pasado, y la excusa que le inventé. Se rio, me agradeció y cortó.

Quedé contento porque me dijo, “muchas gracias, mi amor, te quiero mucho, mucho, beso”.

Bien cornudo, pensé yo después. Mi mujer me engaña con una novia y cuando engaña a la novia, y aunque no es conmigo, yo la cubro. Más idiota no puedo ser.

Pero siempre fui así con ella. Y en compensación, ella me dio los mejores polvos de mi vida.

Antes y después de ella.

Insuperable. Me enseñó una enorme cantidad de cosas en la cama y en las relaciones con hombres y mujeres, sexuales y no sexuales. Aprendí y disfruté mucho.

Siempre recuerdo haber leído una frase en pajilleros, muy cierta: “polvos, los de soltero; pajas, las de casado”. No recuerdo de quién es, pero me gustaría saberlo para poder felicitarlo. Pero con Fernanda polvos y pajas eran espectaculares, algo inusual. Nunca sabías que elegir con ella entre los dos.



Bueno, pero el hecho, muy bueno, es que Fernanda está engañando a Alicia. Y está abriéndose conmigo. Me quedé tan contento que me hice una hermosa paja. La disfruté mucho y me dormí tranquilo.



No sentí a Fernanda cuando llegó, seguramente tarde.

Pero cuando desperté en la mañana tuve una buena señal: estaba durmiendo totalmente desnuda, como sabe que me gusta.

La miré, estaba de espaldas a mí, medio boca abajo. Las sábanas solo cubrían sus piernas hasta las rodillas. La espalda desnuda mostraba dos arañazos recientes y en el muslo tenía un machucón. Mirándole esa cola tan linda y recordando las veces que se la cogí, se me despertó el amigo, y. al tocarme, lo sentí ya bastante endurecido.

Me deslicé en la cama y me puse en paralelo a su cuerpo, acercando mi pija ya totalmente dura al surco entre sus nalgas redonditas y firmes, gracias al deporte diario.

Un poco más y ya estaba rozando su piel, sintiendo su tibieza. Mis manos fueron a su culo y se lo acaricié con mucha delicadeza, muy suave. No dijo nada, ni se movió. Envalentonado, aproximé mi cuerpo hasta tocar todo el suyo, en cucharita. Mi verga bien parada hizo presión en el surco del culo. Se movió un poco, acomodándose, sin rechazo, y soltó un mmmmuuummm, despacito, de placer, frotando despacio su culo con mi pija.

Casi lloro de alegría.

La abracé y comencé mi rutina habitual para estas situaciones.

Mi boca y mi lengua fueron a buscar su culo, para prepararlo para lo que seguía. Estaba divino, suave y abierto, algo estuvo ahí anoche, pero no parecía haber leche de pija, ¿una verga de silicona?, me pregunté. Pasé mi lengua por el entorno y, poniéndola dura, la metí despacito, penetrándola con ella, sin dificultad.

Ay si, si así Pedro, como extrañaba esa lengua divina tuya, dale seguí así, ensalivame bien, abrímelo bien que quiero que me cojas hoy.

Con muchas ganas le hice caso, chupándolo bien y metiéndole la lengua todo lo que podía entrar.

Fernanda gemía encantada, y se movía buscando mi boca.

Estimulado por su respuesta redoblé mis besos y penetraciones con lengua a lo que agregué mis dedos, de a uno hasta tener 3 adentro. Estaba divina, suavecita, blandita.

Ahora Pedrito, ¿sabés que preciso? Necesito que me la metas bien metida, que me revientes el culo bien, dámela fuerte, por favor, mi amor, - me dijo mientras se acomodaba el cuerpo para que yo acomodara el mío contra ella y la pija en su ojete.

Se la apoyé y le metí un pedacito, y paré.

  • Nonono, no así no, no seas malo, no me hagas rogar, cógeme con todo, ¡COMO UN MACHO! dame bien fuerte, ya es toda tuya esa cola – y eso me decía mientras yo jugaba en la puerta, haciéndosela desear. Cuando yo tampoco podía más de ganas, se la enterré toda, de un golpe, fuerte, acompañando la penetración con una fuerte palmada.
  • Esooooo, sí así, pégame fuerte, soy muy puta y también muy mala contigo…muy, pero muy puta…como me gusta que me cojan el culo Pedro, no sabés. Anoche me lo cogieron también, te habrás dado cuenta, bien cogido si, pero la pija era más chiquita que la tuya e insistió en ponerse condón. Sabés que no me gusta, pero entre no ser cogida y serlo, aunque fuera con condón, lo preferí. Se movía bien el guacho, pero sabés que yo necesito la leche para acabar por el culo. ¿Me la vas a dar? ¿Verdad que sí? Ayyyyy así ¡que divino!, estoy a punto Pedro, ¡dame tu leche!, dámela para acabarme contigo adentro…
Le di tan fuerte que se fue corriendo sobre la cama y casi se cae del otro lado al suelo. Se acomodó, riéndose, y retomamos, pidiéndome ella que se la diera todo adentro, pija y leche, todo. Y claro que se la di, yo ya tampoco me aguantaba más. Se la metí de un golpe, toda, y la dejé adentro mientras mi polla se sacudía, latiendo e inyectándole mi leche, yo sentía como apretaba el esfínter del culo y me sujetaba la verga adentro, como si no quisiera que la sacara nunca. Cuando pasó la agitación de la acabada, me agarró la mano suspiró, y buscó mi boca girando la cabeza. Nuestros labios se buscaron y se encontraron en un fuerte beso, con pasión contenida y muchas ganas de parte de ambos. Delicioso.

Estaba empezando otra historia. Por suerte y por fin. Me hizo pasar mal, aunque me motivó algunas buenas pajas.



Se dio vuelta, de frente a mí, me abrazó y me pidió perdón por todas las cosas que me hizo esos meses y las bobadas y ofensas que me dijo. Me juró que Alicia era historia, que no lo había aún hablado pero que lo haría esa noche. Le pedí que no hablara eso en su casa. Que fuera a hablar a un local público, por si se descontrolara. Era muy loca y capaz de pegarle y lastimarla.

Si quería, yo también iría y la vigilaría de lejos, sin que ella supiera que yo estaba. Me agradeció, pero dijo que no era necesario. Yo la iba a seguir e igual iba a estar. No le tenía ninguna confianza a Alicia.

Después le pregunté por anoche.

  • ¿Vamos a desayunar y después te cuento, te parece? Capaz que hasta querés algo más. Seguro que yo ya estoy queriendo más, así que te espera más trabajo, por lo menos de lengua, hahaha
  • Encantado, -contesté, totalmente sincero.
Desayunamos hablando de cosas de todos los días. No quiso adelantarme nada. Los dos de bata, desnudos debajo. Los chicos estaban en la casa de campo de unos compañeros del colegio.



Después de desayunar, tranquilos, sin apuro, me empezó a contar.

El de ayer era Cacho, un vecino de Alicia, de hecho, vive en el apartamento vecino, en el mismo piso del edificio. Tiene 22 años y está en pareja con una médica anestesista, mayor que él. Me contó que hace tiempo que lo conoce.

Se lo presentó Alicia una vez que se encontraron en las puertas de sus apartamentos. A Fernanda le gustó de primera y, por la forma en que él la miraba, fue mutuo. Por suerte Alicia no se dio cuenta.

Él es estudiante de ingeniería, y se pasa la mayor parte del tiempo estudiando en su casa. Su mujer, al contrario, trabajaba mucho y eso hacía que estuviera muy poco en casa.

Eso dio lugar a que, cuando Fernanda quedaba sola porque Alicia tenía que trabajar, lo iba a visitar.

Tomaban café y charlaban.

Así supo que su mujer trabajaba y ganaba bien, por lo que mantenía el hogar. En correspondencia, Cacho debía estudiar y recibirse rápido y con muy buenas notas. Ella fue la que lo impulsó a estudiar porque él no hacía nada cuando la conoció. En realidad, trataba de ganarse la vida con el futbol, pero no le alcanzaba el talento, por lo que iba cuesta abajo.

Eso explicaba su físico, muy bueno y desarrollado, de atleta profesional.

Un día él la llamó a la oficina a invitarla. Se encontraron para almorzar, eso fue unas dos semanas antes-

Pasaron muy bien y la atracción mutua era evidente. Me dijo mi mujer que en un momento él le agarró la mano sobre la mesa, ella lo miró, miró su mano, que dice que es muy linda de forma, y sintió que se mojaba la concha.

Estaba el juego hecho. Alicia iba a llevar cuernos.

Ella tuvo que volver a la oficina y cuando se saludaron coincidieron en darse un beso, cortito, pero en la boca. Los dos se rieron y pidieron perdón, los dos muy falsos, me confesó Fernanda riéndose.

La semana siguiente la mujer de Cacho se fue a un congreso, 5 días

Fernanda, que lo sabía, lo fue a visitar apenas se fue Alicia a la oficina.

Cacho estaba esperándola. En bata, parecía y estaba, como supo después, desnudo por debajo, saliendo de la ducha, con el pelo mojado.

Cerró la puerta y se abrazaron, de ahí a la cama fue un segundo. Fernanda estaba, me dijo, ansiosa por volver a tener una verga adentro. Y Cacho tenía una buena verga, gorda y larga. Además, tenía 22 años. Se acababa dos veces sin sacarla y luego de un descanso, una tercera. Lo malo era que siempre tenía que ser con condón, él era obsesivo. Y Fernanda, que es una fanática de la leche, le hacía acabarse en su boca, lo único que le dejaba hacer sin forro.

Con esta historia yo ya estaba al palo otra vez. Fuimos a la cama y me pidió que se la metiera. Se acostó boca arriba, abrió las piernas y me dejó entrar.

  • ¡Estás cómo un guacho, otra vez, vas a acabar dos veces!
  • Tres, -le contesté, - me hice una paja anoche, ¡después que te llamé!
  • ¡Que divino!, voy a hacer esto más seguido…jajajaja
  • No seas hija de puta, contáme algo más.
  • Anoche con Cacho estuvo bueno. Pero ya Alicia llevaba cuernos. Se los había metido con una amiga de ella, con la que hacíamos tríos en el local sado. Me llamó y me dijo de vernos solas
  • ¿Y lo hiciste?
  • Siii, si ella me los metía por qué yo no? Y nos echamos flor de polvo las dos en su casa un mediodía.
Entonces me contó el polvo con Cacho, como hacía siempre, lleno de detalles. Como era la verga, como la cogía, qué le decía. Se asombró cuando le dijo que era casada e hijos, y que vivía conmigo. Como había acabada ya dos veces, duré bastante antes de llenarle ahora el coño de leche. Me acabé cuando me dijo que él no le creía que me iba a contar todo lo que estaban haciendo, porque a los dos nos gustaba, a ella contarme y a mí que lo hiciera.

Como en los viejos tiempos, después que acabé volví a chuparla con mi leche adentro y tuvo otro orgasmo sensacional.

Empezaba otra historia.
 
Excelente, no tardes tanto en las publicaciones amigo, esta muy interesante
 
Volvimos a nuestra rutina habitual.

Fernanda hacía lo mismo de antes. Yo también.


Empezamos a vernos otra vez con Juan y Mónica, nuestros amigos más próximos y los únicos que conocían totalmente nuestro estilo de vida.

Fernanda renovó su relación con antiguos amantes, agregando a los nuevos y las nuevas. Tenía dos amigas nuevas, adquiridas durante su período lésbico, cómo decía ella.


Sus amigas lesbianas eran, cómo ella, en realidad bisexuales. Nos visitaban frecuentemente en casa, y a veces, se quedaban a dormir. Follé a una de ellas, varias veces, sin que Fernanda se enterara, al inicio. Después que lo supo estuvo enojada conmigo un tiempo, y finalmente lo aceptó y se le pasó la bronca. Nos castigó a los dos ignorándonos un tiempo.

Cuando venían a casa era como amigas de Fernanda. Se llevaban muy bien con los chicos. Varias veces se quedaban a dormir, de a una por supuesto, a Fernanda seguían sin gustarle los tríos.

Cuando se quedaba alguna, después que se acostaban los chicos, mi mujer y su amiga se iban a dormir a nuestro dormitorio y yo iba al de huéspedes, como buen cornudo.

No me importaba, en realidad me gustaba y me masturbaba casi siempre oyéndolas, a través de la puerta. Fernanda sabía que yo hacía eso y me lo facilitaba, dejando si podía, una hendija abierta para que oyera y viera algo. Sus amigas no sabían nada. Hablamos de poner una cámara, pero al final nunca se dio.

Cuando estaba con invitados de este tipo, es decir, amantes, yo pasaba a un segundo plano. Era como el anfitrión.

Servía las copas, ponía la comida a calentar, me ocupaba de los chicos, traía el café después de cenar y estaba disponible por si necesitaban algo. Algo cómo más café, otra copa de vino u otra bebida, etc.

Me encantaba servirlas así.
Pero me hizo dudar cuando se le ocurrió invitar a un hombre amante.

Me preguntó antes de hacerlo. Dos preguntas: 1. ¿Te molestaría que traiga un hombre, como vienen las chicas? Y la 2. ¿Te importaría servirnos como hacés con ellas?

Me pareció muy fuerte, mucha sumisión, servir al amante de mi mujer en mi casa. Le pedí para pensarlo.

Tenía claro de que el hecho de que vinieran a cenar no me molestaba.

Yo recordaba al marido de una amiga a quien encontré varias veces en casa al yo regresar del trabajo. Yo todavía entonces no era cornudo consentidor. Lo recuerdo sentado en la sala, tomando mi whisky, fumando uno de mis cigarros. Me pareció raro y pensé si no se estaría acostando con Fernanda. No me molestaba, me excitaba pensarlo. Después resultó que así era, y tuvo un problema serio en la casa porque la mujer lo supo. Se terminó su amistad con mi mujer y el tío no vino más a visitarla. Pero no lo recuerdo con dolor sino con excitación sexual. Me gustaba.

Así que esa parte no sería el problema.

Era más complicada la segunda parte.

Yo, en principio estaba dispuesto, por ella y porque me gustaba. Pero todo dependería de la actitud de él. Si no me trataba bien no sé cómo me sentiría.

En un post previo conté una situación que se dio y que terminó con el único trío que hice con Fernanda. Esa vez él terminó follándonos a los dos. Desde que empezó a ligar con ella en la disco me humilló suavemente, con humor. Fue muy bueno y muy estimulante. Durante varias semanas cogíamos casi todos los días con ese hecho y los recuerdos y sentimientos de cada uno. No se repitió, aunque Fernanda siguió viéndolo un tiempo.

Le pedí que me diera un poco de tiempo para pensarlo y que me ayudara a elaborar la situación, poniéndome ejemplos, para pensar juntos cómo podría reaccionar.

Yo tenía claro que servir a dos chicas, mi mujer y otra amiga, no me molestaba ni me hacía sentir mal, aunque era claro que no era lo habitual. Eran sus invitadas y yo actuaba casi cómo el mayordomo de la casa.

Ella igual sería la que hacía la comida, como siempre. ¡¡Otra cosa sería un desastre!!jejeje. Yo solo la calentaba, la traía, servía las copas, etc. Era normal que la ayudara, pero no que yo hiciera todo. Y creo que no sería machismo lo que digo. En suma, yo haría el papel de esposa con un invitado del “marido”. ¡Invitado normal, no un amante!

Lo pensamos una semana. Fernanda proponiéndome situaciones y evaluando juntos mi reacción.

Finalmente le dije que sí, principalmente porque me intrigaba como me sentiría y porque quería hacerlo.

Estaba casi seguro de que me iba a gustar servir al amante de mi mujer y humillarme así suavemente delante de él, haciendo el trabajo que habitualmente hacen más las mujeres que los hombresa. Otra vez sé que suena machista, pero así son las costumbres todavía aquí. Y todavía más, sirviendo al hombre que viene a follarse a tu mujer.

.
Después de la cena vendría otra parte fuerte.

Ellos dormirían en nuestro dormitorio, y yo, el marido, en el cuarto de huéspedes.

Esperaba que la situación se diera naturalmente y que no hubiera nada forzado. O bromas sobre el hecho. Sobre todo eso, no me gustaría. Creo.

Un poco de humillación me gusta, me excita, me caliento. Pero no una falta de respeto. La línea puede ser muy fina y exige habilidad por parte de los dos. ¡Puede ser interesante!

El Sr tiene que entender que, si está ahí, en mi casa, es porque yo se lo permito, porque quiero. No solo por la invitación de mi mujer.

Entonces acordamos que pasara.

Me avisó que había arreglado para el viernes. Los chicos se iban de tarde con el padre por el fin de semana.

Yo estaba bastante nervioso, no sabía que pasaría ni como me sentiría. No quiso decirme quien vendría.

Salió temprano de la oficina, pasó por el supermercado y llegó a casa a cocinar.

Yo bebía despacito whisky desde temprano, buscaba serenarme un poco.

Cuando terminó todo me pidió que pusiera la mesa, como siempre, pero para 4.

  • ¿Para cuatro? Pregunté, asombrado.
  • Si, vos haceme caso. Ya viste el menú, poné lo que corresponde. Arregla un poco la sala que está muy desordenada. En una caja en la heladera está el copetín.
Las bebidas van a ser champagne, vino tinto, blanco y whisky para vos. Poné también agua con gas. Fijgate que haya Coca fría también. Ah, en la despensa hay una caja con galletitas para el café.

  • ¿A qué hora llegan?
  • En una hora, tenés tiempo, me voy a duchar. Vestite más formal, con camisa, pantalón de vestir y saco.
Intrigado, me puse a trabajar, dejando todo pronto en 20’. Fernanda aun estaba en el bano por lo que me duché en el otro bano, me vestí de acuerdo a instrucciones. Pantalón negr, camisa blanca y saco crema de hilo.


Cuando salí ya estaba vestida. Como siempre, deslumbrante y sencilla. Camisa roja, abierto el escote y sin sostén, dada la forma en que se movían las tetas bajo la seda de la camisa. Un pantalón vaquero negro super apretado, le hacía un culo sensacional y, por la forma en que se le marcaba la concha, me hacía sospechar que tampoco tenía bombacha. Zapatos de taco alto, sin talón. Un personaje de novela los llama “fuck me shoes”, ¡bien al caso! Pocas joyas, fantasías. Poco maquillaje, el pelo impecable.

Elegante y muy sexy. Nada ordinario, pero nada casta tampoco.

Le serví una copa de champán y me serví otro whisky. Nos sentamos a esperar, ambos nerviosos.

Puntualmente sonó el timbre, abrí abajo y abrí la puerta del ascensor. Temblaba de nervios, ¿quien o quienes serían? ¿Por qué habrá decidido invitar a dos para esta primera vez?

Parado en la puerta del apartamento oigo llegar al ascensor, se abren las puertas y salen, ¡Juan y Mónica! Muertos de risa me abrazan los dos y me dan unas botellas.

  • ¿Qué te creías? ¿A quién esperabas? Jajajaja, fue idea de éstas locas, dijo, mirando a su mujer.
  • Fernanda me contó lo que estaban por hacer y las dudas que tenían. Entonces se me ocurrió venir nosotros, para que practiquen. ¿No te parece buena idea? claro que también nos vamos a divertir, ¿no?
Y, abrazándome, me dio un beso en la boca, lleno de lengua, mientras su mano me agarraba el paquete, aún sin respuesta.

Fue muy divertido, yo hice mi papel, como cuando venían las chicas. Ellos tres se sentaron en la sala mientras yo servía los platitos y las bebidas de introducción. Juan me miraba divertido, no perdía oportunidad de pellizcarme el culo cuando pasaba cerca. Fue muy cómodo y relajado por la confianza que nos teníamos los 4.

Fernanda acariciaba a Mónica y le daba algún besito de vez en cuando.

Así transcurrió la velada, yo mayordomo/marido y ellos tres invitados. La comida estaba deliciosa y los vinos también. El alcohol nos fue soltando ya que nunca habíamos estado los cuatro así, para follar.

Fernanda sacó a Juan a bailar y yo me senté al lado de Mónica. El fregoteo de esos dos bailando era casi vergonzoso. Nosotros no nos quedábamos atrás, nos besamos y yo ya supe que no tenía tanga bajo su mini.

Entonces interrumpí los juegos para el postre y el café. Fui abucheado pero obedecido. Los postres de Fernanda tienen muy buena fama. Claro que luego vendrá el postre mayor, hhahahaha.

Yo todavía no sabía como pensaba distribuirnos Fernanda. Todos juntos seguro que no. Sería de a dos, pero ¿qué dos parejas formaría?

Después del café, Fernanda se paró y declaró abierto el juego, jajaja, agarró a Juan de la mano y se lo llevó.

Juan por ahora duerme conmigo, uds, hagan lo que quieran, jajaja.

Nos besamos con Mónica, la tomé de la mano y la llevé al dormitorio de huéspedes. Fue delicioso, cómo en los viejos tiempos. ¡Se había puesto tan buena, y había aprendido tanto! Fue sensacional, nos chupamos y nos cojimos en varias posiciones. Finalmente acabamos los dos, ella más de una vez. Después nos quedamos dormidos.

A eso de las 3 de la mañana siento que me sacuden, protestando, me despierto. Era Juan, desnudo, que venía a buscara a Mónica, convocada por Fernanda para nuestra cama. La despertó. Mónica, protestando, de mal humor, no le gusta despertarse en la noche, fue al baño y también desnuda, más calmada, fue a encontrarse con mi mujer. Cuando la cama quedó libre de Mónica, Juan se acostó a mi lado. Yo, de espaldas a la puerta, apenas me había movido. Me abrazó, en posición de cucharita. Sentí su grueso miembro apoyado en mis nalgas, buscando acomodarse en el surco. Me dio un beso en el hombro y no recuerdo más nada hasta la mañana. Nos quedamos los dos dormidos, abrazados, desnudos.

Nos despertamos a las 8, abrazados, desnudos y los dos con las vergas al palo. Nos abrazamos de frente, nos besamos y frotamos nuestras pijas como en una tortilla femenina, cuando hacen la tijera. Era muy excitante. Pero Juan quería más.

-Quiero cogerme al mayordomo, estuvo excelente y está muy bueno, me dijo.

Y así terminamos la noche, con él dentro mío y su mano en mi polla, pajeándome hasta que llegamos los dos al orgasmo.

Nos volvimos a despertar a las 10.

Las chicas ya estaban en la mesa, desayunando, vestidas. Felices.

No nos dejaron acompañarlas desnudos. Nos tuvimos que duchar y vestirnos para poder desayunar con ellas.

La experiencia fue todo un éxito para nosotros. tanto el intercambio cómo mi papel sumiso de los 3. Pienso que valió la pena como aprendizaje, además del buen rato pasado.

El viernes siguiente sería la prueba, esto fue solo un ensayo. No me quiso decir a quién iba a invitar. Solo me aseguró que no sería un tipo muy joven.
 
La experiencia fue excelente.

Si bien yo ya había sido consorte para varias de las chicas amigas de Fernanda no era lo mismo con un hombre. Está bien que con Juan era más fácil. Era amigo y teníamos mucha confianza.

Pero finalmente el ensayo salió todo bien y le dije a Fernanda que quería hacerlo en serio. Me gustaría atender a uno de sus amantes en casa y estar en la casa cuando se fueran a la cama, pese a que ella no me dejara mirar.

Dijo que iba a pensar quien, que ya tenía más o menos una idea.

Me dijo que no iba a ser ninguno de los clásicos, los que la follaban de hacía mucho tiempo, incluso de antes de que se divorciara del primer marido. Y pensaba que sería mejor que no fuera alguien muy joven.

También creo que fue una buena decisión que los chicos no estuvieran en casa, así que sería luego de dos semanas, el finde que le tocaba al padre estar con ellos. Así nosotros estaríamos solos.

A los dos o tres días vino a casa muy caliente.

Cada vez que estábamos solos me buscaba con la boca o las manos. Se había puesto una bata de salida de baño cuando volvió de la oficina y se duchó. Estaba totalmente desnuda bajo ella y cuando no estaban los chicos cerca la abría y me mostraba su cuerpo, sus tetas, sus nalgas, el coño, lo que pudiera.

Yo me reía y le seguía el juego. Estábamos ambos ansiosos de que los chicos se durmieran y finalmente, ¡se fueron!

Nos sentamos en la sala, yo también me había duchado y estaba desnudo bajo mi salida de baño.

Nos besamos y dejamos que las batas se abrieran para poder acariciarnos y estar abiertos a las caricias del otro.

Yo la tenía muy dura desde hacía rato, pero igual me sorprendió el grado de calor y humedad que tenía el coño de mi mujer. Me entraban los dedos sin ninguna dificultad, despertando suspiros y gemidos, contenidos, para no despertar a los niños.

Nos besábamos furiosamente, bocas abiertas, lenguas explorando la otra boca. Las manos recorrían las desnudeces ofrecidas y se detenían en mi polla y en su coño.

  • Hoy estoy muy caliente, ¿no se nota?
  • No, reí, no se nota nada. Estás como loca, ¿qué pasó?
  • Que ya invité a uno a cenar a casa, después de que me cogió esta tarde, ¿no me notás mojada? Me encantó…es la primera vez, ¡recién lo conocí hoy…y ya me lo follé! ¡Qué puta!, ¿no?
  • Si, estás mojada y blandita, caliente también.
  • Siii, me cogió divino. Es un cliente nuevo del laboratorio. Plantea una compra grande. Veremos. Pero cuando nos vimos ya nos estábamos follando, solo mirándonos, él tenía los ojos duros y yo la boca abierta.
  • ¿Como? ¡No me hagas reír!
  • Si, te juro, le pedía a Amanda que saliera, le dije que la llamaba si la necesitaba. Y apenas salió me aseguré de que el interfono estuviera apagado, y fui a él. Me abrazó y nos besamos. Me levantó la falda, me arrancó la tanga y bajándose los pantalones me sentó en el escritorio y me ensartó. Una buena verga, normal de tamaño, pero muy dura y con una gruesa cabeza, como si fuera un tapón de cava, o un hongo hahaha. No duramos ni 5 minutos ninguno de los dos. Después nos reímos, nos lavamos en el baño y volvimos a los negocios.
  • ¿Y? ¿salió la venta?
  • ¿Qué te parece?, si no salía esa venta debía jubilarme, jajajaj.
  • ¿Y entonces lo invitaste?
  • Sí, me pareció bien indicado. Tiene todo. Es mayor, seguro de sí mismo, dominante, amable y atractivo. Me gustó cogerlo en la oficina. Está abierto a improvisar y explorar.
  • ¿Y aceptó enseguida?
  • Sí, me preguntó por ti, cuando vio que tenía el anillo. Le dije que teníamos una muy buena relación, que tú no eras un problema. Es más, le dije, es posible que esté en casa cuando vengas a cenar, y entonces lo conoces. Me preguntó tu nombre y que hacías. Y ahora, basta de cháchara, metémela, que quiero más verga, después me chupás si querés, ahora dame pija, marido mío…dame
Estaba hecha un charco, entre lo caliente que estaba y la leche del cliente, tanto que mi polla tenía poco roce adentro de ella. La di vuelta, la hice ponerse en 4 y se la metí en el culo. Como siempre, el culo de Fernanda era muy complaciente y entró sin dificultad. Ahí ya el roce era el normal. No duré mucho por la calentura que tenía. Me vacié bien adentro de ella, llenándole el intestino de lefa.

Después de llenarle el culo de leche la puse boca arriba y me sumergí en su concha, tragando sus jugos y los del otro, chupándole el clítoris y dándole alguna lamidita a su culito recién follado, que algo abierto aún, chorreaba mi leche, hasta que le saqué otro orgasmo. Fue bien largo, cómo le gustan a ella. Se sacudió y gimió fuerte, tanto que tuve miedo de que se despertaran los chicos. Pero no pasó nada.

Descansamos unos minutos, sentados en el sillón, su cabeza en mi hombro. Ambos satisfechos, contentos.



Fernanda se separó, me miró, tomó su copa, bebió un trago largo de vino blanco sin dejar de mirarme. Como pensando, puso su copa en la mesa y me dijo:



  • Una pregunta, Pedro, cuando yo estoy con otro y vos lo sabés, ¿te masturbás?
  • Si, muchas veces.
  • ¿Y lo hacés pensando en qué?
  • En que te están cogiendo, no entiendo la pregunta
  • Si, claro, pero ¿qué pensás? que sos el tipo que me está cogiendo, pensás que sos yo y que te están cogiendo a vos, o solo pensás en mirar cómo cogen dos personas, ¿entendés?
  • Si, creo que sí. Depende del contexto, en general en que te están cogiendo a ti, a mi mujer. Nunca lo analicé así. Pero te cuento, por ejemplo, cuando fuiste al baño en el bar el otro día y a la salida un tipo que estaba en la barra te paró y te habló, y vos te reíste y le contestaste, a mí se me paró la verga.
  • Si, me acuerdo, jajaja, yo le dije al tio que vos eras mi marido y seguramente estabas con la pija parada al ver que hablaba con otro en la barra, hahaha.
  • ¡Mirá que sos hija de puta! ¿eso le dijiste?
  • Si, le dije eso, me encanta que te guste que haga esas cosas, ¿Y te calienta más que coja con un hombre o con una mujer?
  • Bueno, las dos me gustan, pero me calienta más que salgas con un hombre.
  • Este te va a gustar, vas a ver. Es muy agradable, además.
Y nos dormimos, cansados y entusiasmados con el futuro próximo.


Esa semana estuve con Juan, jugamos un partido y luego tomamos cerveza en el club. Le conté el proyecto, ya que él formaba parte del mismo y lo había estrenado. Nos reímos imaginando distintas situaciones. Y él también quería saber para qué iba a hacer eso, porque pensaba que me iba a estimular, a calentar, servirlo al tio. Igual que Fernanda me preguntó si yo me sentía ella y que estaba seduciendo a un hombre.

Me dejó pensando, unido a las preguntas de mi mujer.


El viernes llegó rápidamente, como siempre.

Yo ya había comprado las bebidas y algunas cosas para la picada antes de la cena. Paté, tostaditas, etc. Me aseguré de tener buen whisky single malt, un blend y un whiskey bourbon por las dudas. Compré vino tinto, para la cena, blanco para Fernanda y algún champán seco.

También fui a Victorias Secret y le compré una lencería de lujo de puta, en tono era rojo. A ella le gusta roja o negra. Excepcionalmente blanca.

Fernanda se ocupó de la comida, comprando todo lo necesario. Como de costumbre, cocinaría ella misma, desde la entrada al postre y las masitas para el café.

Salió más temprano de la oficina, descansó media hora y se puso a trabajar en la cocina.

Cuando tuvo todo pronto se dio un largo baño, de inmersión y ducha. Se vistió despacio, mientras yo charlaba con ella sentado en bata en el dormitorio, tomando un whisky.

Era un desastre de ropa tirada por todos lados mientras se probaba y rechazaba. Había además comprado ropa nueva pero no la convencía ninguna. Yo debía mirarla y opinar.

Hasta que encontraba lo que quería estaba insoportable, de un humor de mierda. Desnuda (a excepción de mi lencería que le había gustado), se probaba y descartaba.

Finalmente se decidió por un vestido rojo, suelto, escotado y muy corto, realmente. El sostén se veía en parte por el escote, creo que era para eso. La tanga se le iba a ver en nada, con lo corta que era la falda.

Eligió unos zapatos de taco alto, rojos.

Estaba espectacular.


Se desnudó, dejó toda la ropa elegida aparte, y guardó todo lo probado. Cambió las sábanas y arregló el dormitorio impecable. Le traje la champagnera y la puse de su lado de la cama.

  • ¿Y vos, que te vas a poner?
  • No sé, pantalón y camisa. Supongo.
  • Si, ponete camisa celeste lisa y pantalón azul oscuro, con los mocasines negros. ¿Están limpios? No te olvides de ponerte tanga, me gustaría una colorada para que estemos a tono. Ponete tanga porque seguro que hoy llevás más cuernos.
  • ¿Otra vez tanga?
  • Si, otra vez, ¿por qué, hay un tope de veces? Dale puto, ponete tanga, haceme el gusto. Me encanta verte tan macho y saber que tenés puesta una tanga de mujer, bien puto, hhahahaha. ¡Como engañan las apariencias! ¿no?
  • Bueno, en realidad no engañan, me gusta todo
  • Si, tenés razón, sos bien bi, vos. Bueno, cómo yo, también soy bi.
  • Sabés que estuve pensando en tus preguntas del otro día. Pero Fer, ¿viste la hora?, llega en media hora!

  • La mierda, me voy a vestir. Contame en que pensaste.
  • No sé en qué pensabas vos cuando me hiciste esas preguntas, eso me intrigó. En tus distintas opciones, si las entendí bien, me veía como: uno, el que te cogía, o dos cómo un observador o, finalmente, tres, como si fuera vos y fuera yo el cogido. Era así, ¿no?
  • Si, era así. Lo resumís muy bien. ¿Y qué pensás de eso?
  • Me intriga, por qué me puedes ver en esos 3 papeles tan distintos. Pero vos, ¿por qué crees que me gusta que cojas con otros?
  • No sé bien por qué, pero me parece que en esa respuesta tuya puede estar la contestación. ¿Que es lo que te excita que yo esté en la cama con otro mientras vos te hacés la paja solo?
  • Agregale a eso que me excita que vos lo sepas y también que él lo sepa, como va a ser hoy.
  • Si, entiendo, o cómo todos saben en las reuniones del laboratorio que eres cornudo. Claro que ahí nadie sabe que te gusta. Yo tengo mi teoría, pero todavía no te lo digo. Ahora dejame que me voy a maquillar y no puedo hablar al mismo tiempo, dale, vestite y esperame en la sala.

Nervioso, ya faltaba poco, fui a esperala en la sala. Ya llevaba dos whiskys y empecé el 3ero.

No tuvimos tiempo de nada.

Fernanda entraba y yo le daba su copa cuando sonó el timbre de abajo.

Fernanda atendió y le dijo que subiera.

Lo esperamos juntos, en la puerta. Ambos nerviosos.
 
Yo me sentía ridículo, parado en puerta de mi casa, con un vaso en la mano, mi mujer a mi lado. Ambos esperábamos nerviosos a su nuevo invitado.
Un nuevo amante para su colección. Uno recién estrenado, que había sido el elegido por Fernanda para venir a cenar a casa y para que yo los atendiera a los dos.

Se oyó arrancar el ascensor abajo, después de cerrar las puertas. Se abrieron las puertas y él salió, nos vió en la puerta y se dirigió, decidido, hacia nosotros.

Era muy normal, para su edad, que calculé en unos 50 años. Fernanda se adelantó a recibirlo en el pallier. Se abrazaron y él le dio un beso en la boca que, por otra parte, mi mujer le ofreció. Fue un beso corto, como de marido, jejeje. Le entregó un ramo de rosas rojas. Significado claro, ¡arriesgado delante del marido!

Yo los miraba, con interés y curiosidad, sobre todo a él. Alto, delgado, pero con cierta barriga. El pelo largo y entrecano, con una calvicie incipiente, se le daba vuelta en la nuca. Vestía tradicional, saco azul, camisa blanca y pantalón gris con zapatos negros. Totalmente afeitado, nariz grande, aguileña y mentón fuerte enmarcaban una boca sensual, de labios gruesos. Después que besó a Fernanda me miró, dejó a Fernanda ahí y se concentró en mí, sonrió y avanzó, con la mano extendida.

- Hola Pedro, soy Manuel, mucho gusto en conocerte, - me tomó la mano en un apretón firme, apretando sin exagerar. - tenés que ser un gran tipo para que una mujer sensacional como Fernanda se case contigo.
Dije algo apropiado y lo invité a pasar.

En la sala le señalé el sillón grande y le ofrecí bebida. Miró la oferta y aceptó un whisky, single malt, como estaba bebiendo yo. Sin hielo, por favor, especificó.

Se sentó y le pedí el saco, para que estuviera más cómodo.

Fernanda se sentó a su lado.

Él dominó la charla desde el principio. Interesado por los dos y por mí, que hacía yo, nuestra historia, etc.

Todo se desarrolló normal, muy fácil.

El entendió enseguida como conducirse. Me hablaba y me pedía lo que fuera a mí. Como, por ejemplo, Pedro me podés indicar donde pasar al baño, que bueno este whisky, me parece que lo repito, me hacés el favor Pedro, gracias.

No demoró en tomar la mano de Fernanda, después de acariciarla un poco, supongo que para evaluar mi respuesta. Vio que lo miraba y, al yo no poner ninguna objeción, le tomó toda la mano, acariciándola con el pulgar. Fernanda se dejaba hacer, extrañamente pasiva.

Fernanda me indicó de pasar al comedor y poner la comida en el horno.

Los acompañé al comedor, retiré sus sillas y serví la entrada. Luego fui a la cocina y puse el plato principal en el horno.

Serví vino, tinto para Manuel y blanco a Fernanda. Yo seguí con whisky y agua.

El seguía acariciándola, pero ya había pasado a acariciar su mejilla y el pelo, dando énfasis a algo como excusa. En uno de las veces que volvía de la cocina vi cómo le tomaba la cara y la besaba, ahora un beso más largo que en el saludo. Fernanda lo dejaba hacer y le correspondía. Yo me hacía el distraído, pero ya tenía la verga algo levantada. La volvió a besar y me miró mientras lo hacía. Nuestras miradas se encontraron. Asentí, aceptando, y entregando a mi mujer.

Los platos se sucedieron satisfactoriamente, mientras yo los atendía a ambos como mis invitados.

Después del postre sugerí pasar a la sala por el café. Ya entonces el alcohol había hecho algún efecto, y estábamos todos más sueltos. Sobre todo, yo.

Fernanda se excusó para ir al baño y quedé a solas con él.

Me indicó que me acercara, acercó su cara a la mía y me preguntó, en voz baja:

  • ¿De verdad no te molesta que ella folle con otros?
  • No, claro que no me molesta, al contrario, me calienta, me gusta mucho.
  • Entonces, ¿no te va a molestar que vayamos a coger, más tarde? vas a estar excitado cuando dentro de un rato yo me esté follando a tu mujer, en tu dormitorio? Perdoname, pero nunca me pasó y me intriga.
  • Voy a estar, sí, mucho. Me encanta, -le confesé, ya con la verga dura.
  • ¡Qué raro que sos!, es muy morboso eso, y, ¿te vas a masturbar?
  • Si, puede ser, me gusta mucho ser cornudo
  • Veo que estás en erección, se te formó una carpa en el pantalón– y mientras me decía esto me tocó la verga, - ¡es cierto! ¡la tenés bien dura! ¿Te excita hablar conmigo así? ¿No querés venir al cuarto con nosotros?
  • Me encantaría, pero ella no quiere, dice que se distrae.
  • ¡Qué boba!, yo te voy a mostrar algo ahora, antes de que entremos al dormitorio, ¿querés?, eh, ¿no te gustaría?
  • Si, dale, hacele lo que quieras, a ver hasta donde se deja delante mío.
Miró hacia el corredor, y, sintiéndose seguro, se abrió el pantalón y sacó su verga. Estaba buena, no enorme, aunque sí más que la mía, con la cabeza desnuda y jugosa. Estaba parada y se veía dura.

  • Mirá lo que tengo para ella, después pensá que la va a tener toda adentro…decime, ¿le gusta por el culo? Porque me encanta su culo y se lo quiero coger, ¿puedo?
  • Si, le encanta que le hagan el culo, dale, sí.
  • ¿Querés tocármela? Dale, tocala, tengo ganas de que me la toques, seguro que vos también te morís de ganas… antes de que vuelva tu mujer… dale, pajeame un poquito, por favor.
Yo realmente tenía muchas ganas, era una linda pija. Estiré la mano, se la agarré y lo masturbé, despacio. Era suave, estaba dura y caliente.

Mmmmmsiiii, ¡qué bueno! ¿No querés darle un besito? me dijo, ofreciéndomela, jugosa.

Ya en el juego, me agaché y me tragué su glande, brillante de jugos, sabroso.

¡Y entonces se abrió la puerta del baño! y Fernanda salió al corredor. ¡Yo con la polla de su amante en mi boca!

Era imposible ocultarnos. Nos vio claramente, no había posibles malentendidos.

Le solté la verga y Manuel se apresuró a guardarla en el pantalón.

- Son un par de putos los dos, no los puedo dejar 5 minutos que ya me engañan. Vos, Pedro, bajate los pantalones.
  • No, por favor, Fer, no me hagas eso, perdoname, por favor.
Manuel no sabía dónde meterse. Decidió, con buen criterio, que lo mejor era quedarse quietito y callado.

Fernanda, enojada, me agarró, me soltó el cinturón y me bajó los pantalones de un tirón, dejándome en evidencia, vestido con una tanga roja, delante de su amante.

- Sacate del todo los pantalones y la camisa, así éste te ve bien femenino. - me ordenó- nos vas a atender así, en tanga de mujer, como buen puto cornudo. Y ahora yo me siento con Manuel y vos nos servís los cafés y las masitas.

Eso hice, vestido de tanga, con la verga parada, muerto de vergüenza.

Para más vergüenza, (creía ella), pero para mí placer, empezó a besarse y a apretarse con Manuel. Se bajó los breteles del vestido, mostrando sus tetas apenas contenidas en el sostén. Manuel, con sentimiento culpable, le siguió la corriente. Se besaban apasionadamente en la boca. Se alimentaban mutuamente masitas con la boca. La falda de Fernanda ya estaba en su cintura y toda la tanga expuesta, mi regalo.

Manuel acariciaba todo lo que se le ofrecía, concha, tetas, etc. Fernanda soltó el cinturón del pantalón de Manuel, le sacó la verga por la abertura y me regaló el espectáculo de una estupenda mamada, con chocolate y café. Pero todavía sin leche, jejeje.

Manuel me miraba por detrás de mi mujer y me hacía gestos, primero dudando y, cuando vio que me gustaba, cómplices, guiñadas, etc.

Fernanda estaba cachonda y enojada. Lo tomó de la mano y, sin saludarme, se lo llevó al dormitorio. Manuel, calladito, la acompañó.

Yo ordené todo, puse todo a lavar en el lavavajilla, guardé lo que sobró en el freezer, preparé las cosas para el desayuno, acomodé la sala y el comedor y me fui a acostar. Antes pasé para ver si Fernanda me había dejado alguna hendija por donde pudiera mirar algo, pero no, estaba bien cerrada la puerta. Seguía enojada.

Resignado me fui a mi dormitorio a acostarme. Mientras trabajé en la casa la verga se me había ablandado, pero al ir ahora a ducharme y acostarme desnudo, sólo con la tanga de mi mujer, se me volvió a endurecer el rabo. Así me metí en la cama, entre las sábanas frescas. Me lubriqué bien el culo y la pija, con vaselina. Quedaba bien grasoso y deslizaba fácil, sin lastimarme. Me puse un plug en el culo, bastante grande, para abrirme bien.

Recordé la última escena con Manuel y cómo nos descubrió Fernanda. ¡Qué enojada estaba! Y qué rica era esa pija!

¿Que estará haciendo ahora? ¿Se la estará chupando? ¿Le gustará el 69 o será de a uno, cómo le gusta más a Fernanda? Sin pensarlo me estaba tocando y tenía mi pija muy dura. Me gusta tocármela cuando está bien dura, sentirla en la mano, masturbarme, llegar casi hasta acabar y parar. Mmmmm, ¡cómo me gusta eso! Entonces recordé su pregunta sobre el sexo anal. ¡Le iba a dar por el culo! Eso a Fernanda le encantaba, y esta era una pija adecuada, lo suficientemente grande como para sentirla bien, pero no tanto como para que le doliera. Me gustaba haberla visto y tocado, bueno, ¡hasta la besé!, eso me facilitaba imaginarme a ambos juntos, a esa polla en la boca, en la concha o en el culo de mi mujer. ¡Opa, casi me acabo! Quieto, quieto, no te toques, no querés acabar todavía, pensá otra cosa, otra cosa...

Me quedé dormido. Me despertó algún ruido a las 4 am. Había alguien en la cocina. Tenían baño en la suite, así que no saldría nadie del cuarto por eso. Pero alguien andaba por la casa. A diferencia de Fernanda, yo no cerraba la puerta.

Quien fuera estaba ahora en la cocina. Decidí ir a mirar, cualquiera que fuese sería divertido.

Me levanté, vestido con mi habitual tanga de la noche, tratando de no hacer ruido, y me asomé a la cocina. Estaba Fernanda, sola, sentada en la mesa de la cocina. Desnuda, despeinada, descalza, ¡adorable!

Tomaba vino y comía masitas. Su habitual excursión cuando estaba insomne. De vez en cuando, cuando terminaba una masita, tomaba la copa y bebía, reponiendo el vino tomado. Ignorando estar siendo observada, se rascaba, se pellizcaba las tetas y se metía una mano entre las piernas, para acariciarse un poco. Suspiraba, sonreía, seguramente recordando algún momento especialmente bueno de la noche.

Di un golpe suave en la puerta, Fernanda se giró y sonrió al verme. Palmoteó la silla vecina, invitándome a sentarme. Fui a la sala, tomé una botella de whisky y un vaso y me senté a su lado.

  • ¿Cómo estás? –me preguntó, -dormiste?
  • Sí, hasta que sentí ruido y vine a ver quién era. Y eras vos. Mejor.
  • ¿Si? ¿seguro que mejor?
  • Sí, claro, ¿qué pensás?
  • No, como estaban tan enganchados, cuando quedaron un rato solos…tal vez preferías que fuera él, para seguir tu farra…-no había pasado del todo el enojo.
  • No, te prefiero a ti. Estuvo bueno, igual. Linda verga, ¿no? Pero puede ser, si, capaz que era mejor que hubiera sido él, - dije, en claro tono de broma.
  • Callate, puto, sabés que no me gustan los tríos.
  • Pero no tiene por qué ser un trío, pueden ser dos pares, ¿no? Y no tienen por qué ser simultáneos, podemos hacerlos sucesivos. hahaha.Bueno, basta de bobadas, y, ¿cómo te fue? ¿te cogieron bien?
  • Mmmmm, fue muy, pero muy bueno. Me dio verga por todos lados, me la puso en la boca, después me tiró en la cama y se me subió arriba, y para terminar me puso en 4 y me la metió por el culo. ¡Me dijo que vos le diste permiso! Atrevido, ¿quién te crees para dar permiso sobre mi cuerpo? Me acabé muchas veces, si, muchas, ¡se mueve tan bien!. Veo que vos seguís de tanga, hahaha. Cómo me gusta verte así. ¿La tenés parada ahora? A ver, mostrame.
Me paré y se la mostré. Desde luego que estaba parada y dura.

  • ¿Acabaste?, me preguntó.
  • No, todavía no.
  • Así me gusta, aguantate y después que Manuel se vaya te compenso. Pero no te hagas muchas ilusiones de que sea temprano. Le gusta dormir.
  • Despertalo entonces, decile que vienen los chicos, por ej. ¿No te parece?
Me dio un beso húmedo, y antes de pararse me dejó que le chupara un poco el culo y la concha, ¡estaba deliciosa!


Desperté el sábado a las 7:30, como todos los días.

Se oía ruido en el cuarto nuestro, gemidos y sacudidas, parece que había madrugado Manuel, a pesar de todo. ¡Mejor!

Preparé el desayuno, puse tostadas para hacer, llené la cafetera y puse para desayunar en la cocina. Llené un termo con agua caliente por si alguien quería un té. Me senté a esperar.

Esperé como una hora. Fue largo.

Fernanda vino en bata. Él ya estaba vestido. Yo vestía tanga y bata. Abierta, para que se viera la tanga.

manuel estaba contento, feliz, muy amable conmigo y con Fernanda. Me saludó con un piquito en la boca, buen día puto, gracias por todo, me dijo.

Desayunó rápidamente, sin mucha charla y se fue en media hora.

No hizo ninguna referencia más a la noche ni al día anterior. Su único fue comentario sobre lo buena que estuvo la cena, la comida, las bebidas y finalmente, al irse, me dio un beso en la mejilla y me agradeció todas las atenciones.

La despedida con Fernanda, en la puerta, fue bastante más efusiva y casi tórrida, diría. Era de esperar. Creí que iban a terminar cogiendo de nuevo, ¡con la puerta abierta! Fernanda estaba solo vestida con la bata, sobre su cuerpo desnudo, así que podría haber sido, pero claramente él estaba apurado por irse.

Cuando se cerró el ascensor, mi mujer me besó, un beso caliente, de boca blanda, húmeda, muy sensual. Gracias, me dijo. Y entramos.

Terminamos de desayunar y nos fuimos a la cama.

Estaba agresiva. Me hizo acostarme, boca arriba, y montándose sobre mi cara, un muslo a cada lado, me puso el coño en la boca. Estaba muy mojada, seguro que con jugos de ambos. Me frotaba la concha y el culo sobre mi cara y mi boca, masturbándose con ella. Yo intentaba sacar la lengua para chupar todo lo posible, pero era difícil por la fuerza y la velocidad con que me follaba la cara. Se acabó rápido, por suerte y pude respirar.

Cuando finalmente se vino, se aflojó y se acostó boca arriba, a mi lado, toda abierta, brazos y piernas, toda expuesta, suspirando, contenta.

Ahora hacé lo que quieras, -me dijo, -divertite, jajajaj, tenés todo abierto para vos, todo para tus segundos polvos, hahaha. Si me hacés acabar de nuevo tengo un premio para vos, secreto.

Y claro que me puse a trabajar. Me gustan mucho los “sloppy seconds” y yo todavía no había acabado. Estaba aguantándome desde ayer.

Me encantaba mi mujer después de que la habían cogido. Despeinada, con el maquillaje corrido, la piel cálida, algo sudada a veces. Desprendía un olor distinto al habitual, mezcla de su perfume, el del hombre, los jugos de ambos, el semen, el sudor de ambos en el ejercicio.

Así que la abracé, la besé en la cara y el cuello, tan suave y tan perfumado. Luego fui descendiendo a lo largo de su cuerpo, notando los machucones del deporte recién practicado, jejeje, besando todo hasta llegar a la concha, que ahora chupé a mi placer, despacio, saboreando los jugos que tragaba. Luego seguí mi excursión a su culo, algo abierto y también sabroso. Fernanda empezó a gemir entonces, despacito. Estaba gozando de nuevo.

Me entretuve un buen rato lamiendo y chupando concha y culo. Cuando ya mi mujer se movía y suspiraba me subí encima de ella y le enterré toda mi polla, en concha o en culo, en lo que estuviera más a mano. Disfruté de ambos orificios, muy mojados y abiertos, donde mi polla se deslizaba gozando la incomparable suavidad y el calor de un coño follado y enlechado.

Terminé llenado su culo con mi lefa.

Nos quedamos dormidos. Dos horas después repetimos, me desperté con la polla bien dura, la puse de lado y desde atrás la empotré, vaciándome ahora en su coño más apretado por la posición. Después la chupé, buscando mi premio secreto, lo que logré con total éxito, para alegría de ambos.

Y me dio mi regalo secreto. A Manuel no le dijo nada, pero había puesto un teléfono a filmar mientras la follaba. ¡El vídeo quedó sensacional!!! Muy buen material de paja.
 
Después de esa vez en casa con Manuel repetimos varias veces invitando a su amante o novio, o lo que fuera, a cenar.

Era muy excitante para mí la experiencia de conocer de cerca a los tíos, atenderlos y satisfacer todas sus necesidades, como buen anfitrión ( y buen cornudo).
La culminación de la noche era entregar a mi mujer, en mi casa. Yo, el marido, se la dejaba después de darle de comer y beber, de ver como se acariciaban y se besaban en mi presencia. Finalmente, Fernanda lo tomaba de la mano, me daba un beso y se iba con él a nuestro dormitorio. Ellos follaban en mi cama y yo recibía mi premio al otro día, después de que el hombre se fuera. A veces no podía quedarse a dormir y entonces yo volvía a mi dormitorio con mi mujer cuando se había ido.
Me gustaba mucho follarla recién cogida, con ese calor que le da a la piel la cama, ese olor especial a los perfumes y olores de ambos mezclados. Esa concha abierta, hinchada, caliente, casi siempre llena de leche, ya que Fernanda odiaba los condones y hacía lo posible para que no lo usaran.

Uno de los días más originales de éstos fue cuando surgió el tema de pasar ellos un fin de semana solos. Ellos, sin mí. Lo sugirió Fernanda, durante la cena.
Estábamos hablando de los hoteles 'all inclusive", y Fernanda comentó que nunca había ido conmigo a uno.
Si visitó uno con su anterior marido, pero no le había gustado nada. De ahi su rechazo posterior.
Ruben, el invitado de esa noche, contó de uno en Brasil, que según opinaba él, era el mejor. Era sólo para adultos, mayores de 25 años. Parejas de todo tipo eran bienvenidas. La principal regla era que no había reglas. Todos podían hacer lo que quisieran. Desde luego, no era no, sin excepciones.
Nos contó que era frecuente ver gente follando en la playa o en la piscina. Los intercambios también eran posibles. Estaba en una playa aislada, solitaria, al sur de Rio. Cerca de ahí solo había un pueblo, chico, a donde iban a veces de compras o a algún acontecimiento, un baile o algo parecido.
Fernanda quiso saber con quién había ido él. Ruben esquivó la pregunta y Fernanda, creo que celosa, le pidió que la invitara, que le gustaría conocer el lugar. Y remató diciendo que el cornudo, (yo) los iba a invitar a los dos a pasar un fin de semana allí, solos.
- Verdad que sí? mi amor? me harías ese regalo? ¿Para mi cumpleaños? me preguntó, tomándome la mano sobre la mesa, segura de mi respuesta afirmativa.

¿Qué podía decir yo?

Rubén se rio, y dijo que si, que la llevaba pero que él la invitaba. Ella insistió, que quería que yo los invitara a los dos. Su intención era clara, quería que yo participara, que invitara a su novio de turno, que le pagara al amante. Y además yo no podría ir, los chicos que tienen clase, etc.. Finalmente quedó sin resolver, pero ya empezaron a buscar una fecha.

En el mes siguiente había un fin de semana largo. Yo me di cuenta de que en esa fecha los chicos estarían con el padre, pero no dije nada. Fernanda no se había dado cuenta. Igual yo no pensaba ir con ellos, prefería quedarme en casa, solo, y descansar un poco.
¡Tal vez renovar alguna vieja amistad, jejeje!

Rubén vivía de rentas, nunca en su vida trabajó, por lo que no tenía problemas de fechas. Una vez decidido y que mi mujer arreglara en su trabajo, se ocupó de todo rápidamente, con mucho entusiasmo. Reservó las fechas en el hotel, compro los aéreos, etc. Se irían el viernes de mañana, llegaban allá al mediodía y volvían el lunes, en la tarde. Estarían allá viernes de tarde, sábado y domingo enteros y lunes de mañana.

¡Eran 3 noches de calma en casa, sin mujer y sin chicos, para aprovechar las vacaciones, dormir, tomar lo que quisiera, andar por casa con la ropa que yo quisiera, o sin ropa! Salir a la hora que yo quisiera, volver ídem. ¡Después hay quienes no quieren ser cornudos! No quisiera eso permanente, pero como vacaciones, ! son inigualables!

Para mi mujer igual, tres días sin niños, sin marido y sin obligaciones. Atendida todo el día, sin nada que hacer fuera de divertirse, con lo que quisiera. Ruben no me importa, disfrutaría de mi mujer todo el tiempo, a tiempo completo.
A veces podia ser demasiado el disfrute! jejeje.

Fernanda estaba entusiasmada y novelera.

Sin duda que ella no se iba a limitar a follar solo con Rubén. Creo que lo que le disparó el interés por el viaje fue la posibilidad de follarse un negro.
Me dijo que estaba con ganas de probar un rabo negro, porque nunca había follado con ninguno. En realidad, nunca había tenido ganas. Me lo comentó porque había visto un video de uno que lo tenía enorme.
Es verdad que los más grandes que se ven en video son de negros. ¡Así que ya tenía un objetivo! Creo que Ruben no sabía en la que se embarcaba.

En el club había llegado un nuevo socio, un diplomático sudafricano. Muy elegante, alto, bien proporcionado, físico perfecto, de facciones muy agradables, una sonrisa encantadora y muy simpático. Unos 50 años. Negro. Y, según Fernanda, calzaba una buena polla, a juzgar por cómo se le marcaba el paquete.
Las chicas del club estaban como locas, pero él, siendo muy amable, no le daba entrada a ninguna. Era casado, con una mujer espectacular, una irlandesa, de piel blanca como de porcelana, pelo oscuro y ojos celestes. Una cara muy bonita y un cuerpo de modelo. Los tigres del club, incluso Juan, fueron tras ella de entrada. Pero era como él, un encanto, pero hasta ahí. Mantenía las distancias.

Fernanda se pasó un día entero de compras, ropa de playa, de vestir, de cocktail, de gimnasia, bikinis. De pronto, parecía cómo que no tenía nada de ropa en casa.
No sé cuánto gastó, pero la cantidad de paquetes era impresionante. Asustaba. ¡Y se iba por solo 3 días! Necesitó dos valijas para llevar todo lo que era “imprescindible”. Por suerte iban en Business, así que podía llevar dos por persona. Y conociéndola, le pediria a Rubén algo de lugar en su valija.
Estaría compitiendo con la anterior compañera de viaje de Ruben, seguramente.

Ambos, por diferentes razones, esperábamos ansiosos que llegara el día de la partida.
Como era de esperar, los lleve yo al aeropuerto en mi auto, acompañándolos y ayudando con las valijas, hasta que entraron en la zona de seguridad, solo para pasajeros.

Entonces empezaron mis vacaciones.
 
Volvi a casa, me tomé un café y me senté con el teléfono.
Llamé a Juan, para arreglar un partido y tal vez vernos de tarde y luego salir los 3 a la noche. Pero no podían nada, tenían el casamiento de un familiar al que debían ir.
Y era en otra ciudad, cerca, pero no tanto como para volver de noche. Manejar 40 km de noche, habiendo tomado, no era una buena idea.

Después llamé a Lilian, una amiga que hacía mucho tiempo que no veía. Me encontré con ella hacía unos días y se renovó una buena química entre ambos. Nos habíamos divertido mucho en la cama hace tiempo. Me dijo:
- Llámame para tomar algo y ponernos al día!! Estás mejor que antes, bla, bla.
Agende su móvil y quedamos en eso.
Pero tampoco podía, estaba de viaje en el Caribe. Vuelvo en una semana, llámame por favor! me dijo, que lástima, con las ganas que tengo de vos otra vez. Segundo fracaso. 0 a 2!

Luego llamé a otra amiga. Me atendió el marido, me sometió a un interrogatorio sobre quién era yo y que quería. No sé ni qué le dije.
Se había separado la última vez que la vi, y lo festejamos adecuadamente, aprovechando que Fernanda no estaba y los chicos tampoco!! Buen pedo y gran polvo. Así que perdiendo 0 a 3, decidí quedarme en casa.

Busque un film entretenido y liviano en Netflix, con violencia, sexo, desnudos, vocabulario indecente, etc. Pedí pizza y cerveza, me bañé y de salida de baño comí, tomé y vi bobadas en TV.

A las 11 pm llamó Fernanda. Yo estaba dudando sobre si hacerme o no una paja cuando suena el teléfono.
Fernanda.

- Hola, mi amor, que hacés?
Se la oía alegre, ya seguramente se había tomado varias copas de vino blanco bien helado, su bebida favorita.
- Nada, -contesté, honestamente.
Y le conté qué estaba haciendo y que había hecho, sin mencionar todas las llamadas hechas, solo la de Juan y Mónica.
- y vos, que hacés? tuvieron un buen viaje? es bueno el lugar?
- el lugar es sensacional, el viaje más o menos, son casi 3 hs de bus después de bajar del avión! un embole...
Pero el lugar es un paraíso! y es cierto que hacés lo que querés, dentro de límites normales.
- contame que son tus límites, hahaha
- te cuento, llegamos y hacía mucho calor. Fuimos a la piscina, muy grande, divina. No mucha gente. Pero nadie usa ropa, yo había ido con el bikini puesto y a los 5 minutos me lo saqué. Todos desnudos!! Lindos o feos, no importa, y hay de todo. Jovenes, viejos, mujeres igual. Solo los mozos están vestidos, y hay algunos que yo los desnudaría, yum yum para comérselos, hahahah.
- te gustó?
- si, claro, y a Ruben no te imaginás. Al poco rato ya estaba con la verga dura. Pero no pasa nada, nadie te mira mal, y, desde luego, no era el único. Había una pareja que ya había perdido los límites. Ella se la chupaba, en una reposera mientras él tomaba algo de una jarra grande. Después se paró, la puso de espaldas, apoyada en el respaldo de una silla y se la metió. Cogieron ahí, a la vista de todos, sin mirar a nadie, como si estuvieran solos.
- y uds?
- ya lo conocés a Ruben, me empezó a acariciar, desde los hombros a las tetas. a pellizcarme los pezones y ya desde ahí se dirigió a mi concha y a hacerme una paja. Yo estaba mojada y caliente por el show, pero también por los mozos. Hay uno que es un bombón de chocolate !!! Te lo hago corto, terminamos cogiendo con Ruben en la reposera, en misionero. Pero yo no acabé. Mucha gente me distrae, ya sabés... y vos, ya te estás haciendo la paja? Estás desnudo o con tanga mía?
- no, desnudo y con la pija dura, con tu historia.
-hahahha, me imagino. Ahora es tarde acá y hay poca gente. Ruben se fue a dormir. Yo voy a buscar a mi mozo favorito. Te voy a pasar una foto, decime si no está bueno! Estoy yendo para el bar ahora, muy caliente porque el idiota de Ruben no me volvió a coger, y entonces no me acabé. Mejor, así me cojo a ese bombón que te dije hoy. Manana te cuento si lo encontré o cómo resolví el tema. Pero yo sin follar no vuelvo al cuarto, hahahah. besos mi amor, mmmmmuaaa, te quiero!

Con eso en mi mente, me fui a acostar desnudo. Me gusta mucho dormir desnudo, pero en general no lo hago porque a Fernanda no le gusta. Me puse a mirar videos de trios HMH, y a acariciarme la verga despacio. La tenia muy dura, imaginándome a mi mujer con el negro ese que le gustaba. Encontré un video de un trio con un negro parecido, bien pijudo. Me metí una pija de silicona en el culo y pensando en Fernanda mientras miraba el video, me hice una regia paja. De chuparse los dedos, hahaha.
El sábado fui al club un rato. No me encontré con ninguna chica que pudiera invitar a salir. Los sábados no son buenos días para eso en el club por que los maridos no trabajan y están con sus mujeres. Las solteras están con sus novios. Y yo solo.
Almorcé solo y luego me fui a dormir la siesta a casa.

Apenas llegué me llamo Fernanda desde Brasil. Quería saber qué.había hecho y qué estaba haciéndo. Le conté todo.

‘- te hiciste la paja anoche, que bobo. Deberías haber esperado a hoy, para que te contara lo que hice anoche. Al idiota de Ruben no le gusta que le cuente lo que hago por fuera de él. Bueno, en realidad no le gusta que esté con otros cuando estoy con él. No sabe nada de anoche. Cree que dormí toda la noche al lado de él! Jajajajaj. Es un nabo, sabés que me tiene podrida? Estoy arrepentida de haber venido con él. Van a ser largos estos días.
- y qué hiciste anoche? Encontraste a tu bombón?
- siiii, lo encontré! Divino, me saqué las ganas, y de castigo a Ruben, lo obligué a que me chupara la concha de mañana llenita de leche. El idiota cree que es la de él de ayer de tarde! Jejejeje. Tres veces me llenó Valmir. Sabés que estudia medicina? Y en los fines de semana y en las vacaciones trabaja en el hotel para pagarse los gastos.
- y la tenía grande?
- me hace gracia tener esta conversación con mi marido, sos cómico eh! Te adoro, Pedro. No me dejes nunca, por favor!
La tenía grande si, pero no enorme. Es rara, es sobre todo gorda y curva hacia abajo, lo que hace que al meterla se sienta muy distinta. Cuando entra y sale me roza el clítoris y es un goce, además de que cómo es bien gorda me llena bien, me deja bien abierta. Me acabe muchas veces, con las ganas que tenía!
- es muy lechero?
- Normal, pero como se acabó tres veces adentro estaba bien llena para Ruben, jajaja, se la tragó toda, toda. Me decía asombrado, qué mojada que estás! Será de tanto estímulo, contestaba yo, hahaha. Y cuando le preguntaba si le gustaba, me decía que estaba riquísima, la leche de Valmir, jajajaj a vos tambien te habría encantado! Voy a poner la leche de mi coño en un frasquito, lo guardo en la heladera y te lo llevo, querés? Te gustaría? Ahhh ya sé lo que voy a hacer! se me acaba de ocurrir, le voy a contar a Ruben, que la leche es para vos…mi cornudo, hahahah. Decime, la tenés dura? Bueno, entonces andá al cajón de mis bragas y ponete una tanga. Quiero que la uses todo el tiempo y para todo. Después que te la pongas quiero que te acuestes en nuestra cama… no, pensándolo bien, mejor en la nuestra no, mejor en la tuya del cuarto donde dormís cuando llevo algún amigo, esa es la cama del puto cornudo. Entonces metete una polla grande, como puede ser la mía negra y follátela bien mientras te sacás la leche. Así no cogés con nadie, ya que nuestros amigos, en quienes confío, no están.

Hice lo que me pidió pero no acabé. Tenía otros planes para la tarde.
Pero si le cuento mis planes se iba a enojar y no me iba a dejar.
Uds dirán, y no le digas nada, no se va a enterar. Y es cierto. No lo sabría si no le digo nada. Pero no me gusta mentirle, que no es lo mismo que omitir. No contar lo que sé que no le gusta me parece bien, pero mentirle no me gusta. Podrá parecerle absurdo a muchos, pero así soy yo.

Me desnudé, me puse una linda tanga, muy femenina. Con encajes. Busqué la polla negra de silicona, pero no la más grande, y me fui al dormitorio mío. Me acosté y me metí despacio la verga de Fernanda. La llamo así porque es la que ella pone en el arnés cuando me folla.
Tenía la verga mía muy dura otra vez. Me toqué mucho rato, llegando al borde de el orgasmo muchas veces. Entonces me gusta detenerme, parar de tocarme, dejar pasar un rato, y comenzar de nuevo. Me gusta mucho eso. En un momento estuve a punto de acabar y decidí entonces dormir un rato.
Puse despertador para luego seguir con mi idea para la tarde.

Antes de que sonara el despertador me desperté con el teléfono. Fernanda otra vez.
- Hola Pedro, estás en casa?
Le respondí afirmativamente.
- Acá se pudrió todo, me acabo de pelear con Ruben. Es un hijo de puta. Lo eché del cuarto, que se busque otro él.
- Por qué? Que pasó?
- Imagínate, el hijo de puta estaba cogiendo con otra en mi cama. Yo vengo de la piscina y el idiota este está con una negrita que se levantó de la cocina, acostado en mi cama! Es intolerable, en mi cama, mi supuesto marido!
- Pero vos no te cogiste a Valmir?
- y eso que tiene que ver?
- Deberías dejarlo vivir, pobre, vos follas con quien quieras, y él no?
- y sí… es así conmigo, vos lo sabés bien. Y si no te gusta, no estés conmigo. Yo puedo coger con quien quiero, pero mi marido no. Y él dijo que era mi marido... así que, que se lo banque.
- no me parece bien de tu parte. Estás en un lugar donde todos follan y no lo vas a dejar? Pero vos sí ?
- Esas son mis reglas, y él las conoce. Yo no soy cornuda. Mis maridos sí. Pero ya veo que vos hacés cuerpo con él, los machos se apoyan mutuamente. Ándate a la mierda vos también. No te cuento nada más. Pajero y puto! Andá a hacerte dar! Cornudo!

Y me cortó el teléfono. Y no me atendió más cuando llamé.
 
No sería la primera vez que me colgaba el teléfono, enojada.
Mejor, me dejaría tranquilo el resto de la tarde y la noche.
Me duché, afeité, retoqué el vello pubiano prolijo. Ya tenía el culo dilatado con la polla de silicona que me ordenó poner mi mujer. Me puse una tanga de ella, y me vestí normal.

Una cosa interesante de ser sumiso y de disfrutar la sumisión es que también disfrutas cuando te rebelas y se pones insumiso. Que es lo que estaba a punto de hacer. Y me gustaba más porque estábamos peleados.

Me habían hablado de una nueva sauna mixta que habían abierto. Siempre que fui a alguna mixta me encontré con que el mixto era intención, pues nunca había mujeres. Decían que acá si había. Veremos. Tambien me habían dicho que el mejor día era el sábado de tarde.

Cuando entré encontré muy lindo el lugar. Nuevo, moderno, bien arreglado.
El vestuario estaba impecable, unisex, como decía en la entrada. No había nadie. Te daban un casillero, grande, dónde puse toda mi ropa. Me dejé la tanga, era muy sexy, con encajes y roja. Me puse la toalla al hombro, para lucir mi lencería.
Saliendo del vestuario te encontrabas con una escalera, amplia, cómoda, y que al subirla te llevaba a un bar. Una TV grande mostraba un partido de futbol y otra, en el otro extremo, una película porno.
Había varias personas, la mayoría hombres, pero también había una mujer. Una gorda, de unos 40 años, de pelo corto, teñido de rubio, con la toalla enrollada en la cintura, dejaba caer dos voluminosos pechos desnudos sobre su barriga. Tomaba una cerveza. Sola en la barra. Si bien había imaginada más animación femenina, era al menos, un comienzo auspicioso.
Entré a la parte funcional.
Se dividía en dos zonas, la húmeda y la seca.
Entre las dos estaban las duchas, en dos filas que debías atravesar. Me di una ducha rápida y entré hacia la zona seca.

Pase a una sala grande, con distintos sillones, varios agrupados como colchones grandes y dos TV pornos daba entrada a la sauna seca y a otra sala con gloryholes, altos y bajos. Varios hombres daban vueltas, mirando.
En la sala había dos parejas con mujeres que estaban bastante buenas. Los demás eran hombres. Las dos mujeres se apretaban con sus hombres, todos desnudos. Dos o tres miraban a las parejas, pajeándose despacio mientras lo hacían, con sus toallas al hombro.

Hice lo mismo, elegí una de las dos parejas, unos que eran de mi edad y él tenía una buena verga, muy gorda, que ella trataba de chupar. Los de la otra pareja eran demasiado jóvenes, menos de 30 sin duda. La descarté en principio.

Estaban sentados en una especie de sillón largo y ancho, se abrazaban. El sillón era más una gran cama, por su ancho. La mujer se agachaba chupando la verga. Ella era rubia, parecía mayor que él, debía tener unos 60 años, mientras que él sería de unos 45. Buenas tetas, levantadas, lindas. El coño parecía afeitado, pero no se veía bien. Me puse de forma que ella me viera si abría los ojos, de frente a ella y a espaldas al hombre. El tipo se giró, me miró, y sin hacer ni decir nada, siguió a lo suyo.
Yo corrí mi tanga, saqué mi polla afuera, y empecé a tocarme, masturbándome despacio, mirándolos. Ella había conseguido tragarse la gruesa pija del tipo y la chupaba golosa, con ruidos de chupeteo, viéndose brillante de jugos. Se metió la mano entre las piernas y se hacía un dedo mientras chupaba y la lamía, como si fuera un helado, de la cabeza a la base.
Éramos ahora conmigo 4 los tíos que nos masturbábamos mirándola.
El hombre echó la cabeza hacia atrás, ojos cerrados, disfrutando de una buena mamada.
Entre los otros tíos que los mirábamos, había uno mayor que los demás. Pelo blanco, con una gruesa barriga, bajo y redondo. Tenía una verga fina, larga que impresionaba muy dura, apuntando para arriba y adelante.
Se me acerco y poniéndome una mano en el hombro me dijo:
- Siéntate al lado de ella. Tócale el coño y las tetas.
Lo mire, extrañado.
- Es mi mujer. Te eligió ella.
Le hice caso, me senté en el sillón, del otro lado, a su espalda. El hombre que estaba con ella me miró y no dijo nada Le acariciaba la cabeza, marcándole el ritmo con el que le follaba la boca con ese pollón tan gordo.

Yo le acaricié la espalda. Era muy suave y caliente. Deslicé mi mano por su costado, buscando su teta perfecta. Era increíble el tocarla. Firme, elástica, no parecía para nada operada, pero debía serlo, por lo perfecta a su edad. También era muy suave y caliente.
Ella suspiró y se acomodó para facilitar que la tocara. Busqué su pezón, al que encontré largo y duro. Lo toqué apenas, suave, en círculos y luego lo agarré entre mis dedos y lo apreté fuerte. Se quejó bajito, pero no me sacó la teta. La agarré con toda la mano, era muy linda, me llenaba la mano, con esa sensación inigualable de una teta divina, esa consistencia indescriptible, única. Ella me agarró la otra mano y me la llevó a su coño. Estaba hinchado, gordo y muy blando. Muy suave, depilado. Me entró un dedo flojo, seguí con dos y tres y recién ahí la sentí que me rodeaba. Empapada. Empujé con 4 dedos y se aflojó, dejándome entrar sin dificultad.
Con razón buscaba pijas gordas!! Tenía una concha grande y un marido con una verga fina, larga pero fina. Precisaba dos a la vez o una muy gorda, como la que estaba chupando.

Después de acariciarla un poco la hice ponerse en 4 sobre el sillón. Su boca seguía firme en la pija gorda del otro. Me puse detrás de ella y le abrí las nalgas, exponiendo el culo. Se veía muy apetitoso. Le pequé una palmada y agaché, metiendo mi nariz y boca en su surco. Olía bien, limpio, a concha caliente. Le chupé el culo y le metí un dedo. El culo estaba apretado, como para cogerlo bien.
Le apunté con mi verga después de que lo ensalivé bien y lo aflojé con lengua y dedos. Se movía y me empujaba con el culo para atrás. Apoyé la verga en el borde y me fui metiendo de a poco, como me gusta, sin pausa. Fue entrando, apretada, deslizándose bien adentro, hasta chocar mi cuerpo con sus nalgas. Estaba todo adentro. Se sentía sensacional. Apretada, caliente, un goce.
Yo estaba muy caliente. El marido se me puso al lado y me hablaba.
- se la metiste toda en el culo? Dale fuerte que le gusta! Tócale la concha, pajeála, dale que la vieja es muy puta. Si te acabás no se la saques, dásela toda adentro, llénale así culo con tu leche, dale si así, - y mientras así me hablaba me empujaba desde la cola con su mano, como para que fuera más adentro, más fuerte.
- acábate, dale la leche, - y me paso un dedo por el surco, me buscó el ojete y me refregó el dedo en el culo. Eso me gusta mucho, y cuando a continuación, despacio, me fue metiendo todo el dedo adentro, no me aguanté más y le di toda mi leche a la vieja en el culo.
Un goce!
- te acabaste, yo sabía que si te tocaba el culo se la dabas a mi vieja. Jajjajaja. Con esa tanga estás pidiendo verga!
Cuando me salí, ella se acostó boca arriba, de piernas abiertas, invitando al que estaba chupando a que se la metiera. Éste no dudo y se tiro sobre ella, cubriéndola. La gruesa polla entró sin dificultades, profundamente, en el amplio coño de la mujer.

El marido se acercó y le hizo al pichagorda lo mismo. que me había hecho a mi. Le acaricio la espalda y luego se apoyó en el culo y lo empujaba para que fuera más adentro. Luego se apoyó con su cuerpo en el trasero del otro y lo acompañaba en sus movimientos, apoyándose con fuerza cuando el otro la metía. Como estaba desnudo su pija dura se apoyaba en el culo del otro, que no dijo nada. Siguió así unos minutos, después se separó, separó las nalgas del tipo y le apoyo la punta de su verga en el agujero. Escupió sobre la zona y le metió un pedacito fácilmente.
Pichagorda tampoco dijo nada, siguió moviéndose follando a la vieja. El marido empujó hasta metérsela toda, y el movimiento del hombre en la mujer hacía que acompañara las entradas y salidas de la pija del viejo en su culo. Cuando el viejo empujaba, metiéndose más en el culo del follador, más entraba éste en el chocho de la esposa del viejo.
Se juntaron varios espectadores a nuestro alrededor.

La pareja joven también vino. El hombre se acostó en la cama-sillón boca arriba y la mujer lo montó, clavándose la verga. Estaban lado a lado con la otra pareja y era inevitable que se tocaran. Las tetas perfectas de la vieja atrajeron las manos del hombre y la mujer metió la mano buscando el clitoris de la mujer entre los cuerpos, masturbándola.
La vieja suspiró al sentir que le acariciaba el clítoris e inició una cadena de orgasmos que culminaron cuando su marido también se vino, llenado el culo de pichagorda. No se noto si este acabó, pero se salió y se fue, chorreando lefa del culo y con su gorda pija dura.
El marido me la ofreció, me dijo q la cogiera, pero yo todavía no estaba recuperado. Entonces la dejo ahí tirada, toda abierta, y acaricio a la rubia de la otra pareja. Le acaricio la espalda y cuando llegó al culo, le dio una fuerte palmada.
Le dijo algo en el oído, ella se rio y se bajó del tipo para acostarse sobre la vieja, que seguía con sus muslos bien abiertos, exponiendo su concha. La rubia la besó en la boca, un beso sucio, con mucha saliva y lengua mientras le frotaba la concha con la de ella, como si la estuviera follando.
El viejo se subió a la cama y se acostó sobre la rubia, metiéndole su pija en el culo. Asombrosamente, seguía dura. Éramos varios mirándolos y tocándonos.
Dos mujeres son muy eróticas de ver. Mi polla estaba reaccionando.
También me excitaba el contraste, el viejo, gordo y feo dándole por el culo a la rubia, joven y linda, que quedaba como el jamón de un sándwich entre el matrimonio.
Yo seguía con mi tanga de encajes, roja. Mi polla, dura ahora, salía por una de las piernas de la tanga.
Un jovencito, 20 años más o menos, estaba a mi lado. Desnudo, buen físico, de gimnasio, rubio de pelo largo y lacio, totalmente depilado. Masturbaba una polla grande, pesada y dura. La cabeza se veía roja y brillante
Estiró una mano y me agarró la cola con firmeza, fuerte. Yo no tenía ganas de hombre pero como vestía lencería femenina su gesto era entendible. Me deje tocar y le agarre la polla, para pajearlo. Me miro y me sonrío, acercándose. Me acaricio la mejilla. Le mire, ojos claros, labios gruesos, con un aspecto y una sonrisa perversa, nada angelical, pese a su juventud.
Me dio un corto beso en el hombro y se puso atrás mío, quedando ambos de frente al trío que seguía igual.

Me bajó la tanga a las rodillas, se escupió la mano y me buscó el culo, lubricándolo, mientras me metía un par de dedos. Yo miré al trío que tenía al frente, mientras sentía que el rubio me punteaba con la verga. Entró un pedacito, me gustó, pero no era eso lo que buscaba. Me aparté, dejándolo sólo.
Me acerqué al terceto y me acosté al lado de la vieja. Nos besamos, primero despacio y luego con pasión. La rubia también me besó, besaba muy bien, le correspondí, enredándonos las lenguas, mientras sentía que la vieja me comía la oreja.
Metí la mano entre ambas, siendo apretado por ambas conchas, una adelante y la otra atrás. Muy mojadas, muy calientes y muy suaves, con la piel depilada y los jugos que de ambas brotaban.
Le apoyé mi pija en el muslo de la vieja y se lo froté. La vieja me miraba mientras su marido seguía haciéndole el culo a la rubia.
La vieja sacó a la rubia, y me atrajo a que la montara. Lo hice, enterrándome entre sus muslos, en esa concha tan amplia, tan cómoda, tan mojada.
Eso quería yo hoy. Mujer.
La rubia se apartó, sacando al viejo de su culo. Se levantó y se dirigió hacia donde estaba su pareja.

El viejo quedó mirándonos, mientras follábamos suavemente, como amándonos. Sin prisa, sin pausas, gozando...esa concha donde había visto hacía poco a pichagorda penetrarla, sin acabarse. Era muy caliente, muy suave, me deslizaba con inmenso placer, muy adentro. Pese a haber tenido a una polla tan grande como la de Pichagorda recién adentro, era muy elástica y me agarraba muy bien.
Esto estaba bueno, sin duda! Era sensacional, hacía tiempo que no gozaba tanto a una mujer.
De pronto el colchón o sillón se mueve. Volvió la rubia que se acostó a nuestro lado. Me besó otra vez. La vieja me dice en el oído:
- vino por vos, cogétela, dale que quiero verte...si querés dale la leche, que yo ya tengo la tuya, jeieiei.
Le toqué la concha a la rubia y estaba a punto.
Me agarró y me llevó a penetrarla, mientras besaba a la vieja, que se reía.

Me sumergí en el interior de la rubia. Mucho más apretada que la vieja, pero también muy caliente y suave, me deslizaba entre cuatro paredes deliciosas. La rubia tenía un juego con sus músculos sobre mi pija que nunca había sentido, era como si me ordeñara, me apretaba y me escurría hacia afuera, divina sensación. Una genio!
- te gusta amor? es mi forma de agradecerte, te gusta? decime...
- me encanta, -le dije, nunca sentí nada igual...
-con tu mujer tampoco?
- no, con ella tampoco, sin duda que no
- ahhh, bueno entonces gozá, pero muuuuucho, dale gozá!.
Y juro que no se que hizo, pero me acabé, llenándole ahora la concha con mi leche, tenía un control sobre los músculos del chocho increíble y maravilloso.

Cuando le cuente a Fernanda, que pensará?

Yo ya había acabado dos veces, mi límite normal. Tenia ya la verga blanda, pero no se achicaba del todo.
Me fui al bar y me senté a tomar una cerveza o dos. En la TV pasaban un video de dos parejas, que se combinaban de todas formas. Eran dos parejas maduros, de aspecto centro europeos, rubios y todos algo gorditos. Las mujeres con grandes tetas, conchas peludas y los hombres con barrigas de cerveza y buenas vergas. Las acciones se daban en todo sentido, todos contra todos. No estaba mal.
En la segunda cerveza mi amigo de abajo se empezó a despertar, se puso morcillón. Me asombró. Pero estaba muy agradable, el video era bueno, la cerveza también, había gente excitada todo alrededor.

Había venido la gorda que estaba en la barra cuando entré y la estaban toqueteando entre dos, lo hacían de forma como abusiva, sin cariño, sin pensar en lo que ella podía querer. Pero ella no protestaba, se veía que le gustaba. Había un tercero que venía a veces, le tocaba algo o le pegaba un cachetazo fuerte en la cola y se iba. De alguna forma, verla así me excitó. No era clara la razón, no me atraen las mujeres tan gordas. Sería porque la veía tan sometida a los dos que la manoseaban a su antojo?

Llegó el rubio de la sala de antes. Me vio y vino a sentarse conmigo.
- te fuiste hoy, estaba lindo contigo. Me gusta tu culo. Me dejaste metértela un pedacito y después te la sacaste, fuiste malo conmigo.
- no estaba para eso entonces.
- entonces ahora si estás? -me contestó, muy rápido, acariciándome el brazo.

Pensé por qué le dije eso así. Ahora ya no me sentía para nada más. Mi idea era descansar un rato e irme luego.
- me vas a dejar cogerte ahora? me dejaste con ganas, mira como estoy.
Y, separándose la toalla, me mostró su verga, bien parada. Hay que reconocer que era linda y se veía apetitosa.
- me vas a dejar así? -dijo, agarrándola y apuntándome con ella, - Tendré que cogerme a otro o hacerme una paja? yo te tengo ganas a vos, y tú me tienes ganas también, lo noto.

Se paró y me puso su polla apoyada en la mejilla.
- Abrí la boca, chúpamela un poco - agregó, frotándola contra mi cara. La notaba caliente, suave y mojada, se deslizaba por mi mejilla acercándose a mi boca. Me agarró la cara con su mano y la giró hacia su polla, forzándome a abrir la boca y refregándola contra mis labios.
- chupá, dale que te moris de ganas... y yo tambien, hahhaha, dale puto, chupála, mojala bien que después te voy a coger.
Como dije, yo al inicio no tenía muchas ganas pero su modo dominante, su aspecto perverso, mezcla de angelical y maligno, me estaba excitando.
Abri la boca y me la tragué. La empujó bien adentro, hasta mi garganta
- asi, si, dale, tragátela toda, comela bien, a fondo.
Hablaba con voz fuerte, como para que todos lo oyeran. Los que ahí estaban se daban vuelta y miraban, a ver que pasaba. El rubio mostraba como me dominaba y como hacía conmigo lo que quería.
- Párate, -me ordenó.
Cuando lo hice me agarró del culo, me acarició y me metió la mano bajo la tanga, buscando mi orificio. Lo encontró y me metió un dedo y luego dos. Todo eso mientras me besaba en la cara y en la boca y frotaba su pija con la mía, que ya estaba casi dura otra vez. Un record, hacía mucho tiempo que no lo hacía 3 veces tan próximas una de las otras.
- Ves lo que te dije, tienes el culo abierto y te voy a coger. Lo voy a hacer acá, delante de todos para que vean lo puto que sos, venir con esa tanguita. No te vayas, que ya vengo.

Me dio una palmada y, con una amplia sonrisa, se fue a buscar lubricante y un condón.
Como había hecho temprano, me bajó la tanga, sin sacármela del todo, me metió un sobre entero de lubricante entre las nalgas y en el culo, que abrió con dos y tres dedos, dejando todo resbaloso y complaciente. Estaba blando por la noche que había tenido el consolador de mi mujer en el culo, siguiendo sus instrucciones.

Se paró atrás mío, en la sala, frente al TV, rodeado cómo de 10 personas, todos mirando, interesados en que pasaría. Casi todos desnudos, se masturbaban, incluso la rubia gorda, entregada a sus machos.

El rubio se paró atrás mío y me la metió, de un saque, fuerte, toda adentro. Me asombró como me entró sin dolerme nada, sin dificultad ninguna, hasta que sentí su cuerpo pegado al mío.
Cuando fue evidente que estaba toda adentro y que el follador empezó a moverse, la sala aplaudió! el rubio se rio!

Mi pija ya estaba bien parada a la vista de todos, que comentaban, se reían y me señalaban. El rubio la agarró y me pajeaba al ritmo con que me cogía. Lo toqué y entraba toda a fondo, también comprobé que tenía el condón puesto, para mi tranquilidad. Lo hacía muy bien y me estaba dando mucho gusto.
Un tío, que estaba en el "público", se acercó y me agarró una teta, me la retorció con violencia, con fuerza. Me agarró una mano y la puso sobre su verga, que estaba medio blanda, pero se fue endureciendo con mi paja.
Eso desencadenó que vinieran más a tocarnos, no solo a mí sino también al rubio, que a poco estaba también con verga en el culo.

Era demasiado para mí. .

Ahi entendí por qué a Fernanda no le gustaba los tríos.
Me distraje con todo, la pija se me bajó y todo perdió la gracia.
Saque a rubio de adentro mío y me fui.
Nadie dijo nada, ni se dieron cuenta, todos entretenidos. Hasta la gorda estaba ligando verga por todos lados.
Me fui a las duchas, me duché tranquilo, me vestí y me fui a casa.
El tercero quedó para una buena paja en casa.
Así terminó el sábado, mi segundo día sin Fernanda.
Estuvo muy bien. Era un lugar a considerar. Voy a invitar a Fernanda. Tal vez podríamos ir con Juan y Mónica, los cuatro!

Qué me contaría Fernanda mañana? seguirá enojada?
 
El domingo me desperté tarde, pasado el mediodía, con un suave dolor de cabeza y un mal gusto en la boca.
Lo más interesante es que me desperté con una buena erección. ¿Todavía quería más?

Miré el móvil, pero Fernanda no había llamado. La llamé y no me atendió. No le dejé mensaje. ¿Seguiría enojada?

Me di una larga ducha y me fui al club a almorzar. Había mucha gente y estuve entretenido, charlando y tomando con mis amigos. Me quedé hasta las 4 de la tarde y luego volví a casa.
Los chicos se quedaban el lunes con el padre, feriado largo. Estaba tranquilo hasta la tarde del lunes, cuando volviera Fernanda.
La llamé y otra vez no me atendió.
Una hora después, cuando repetí la llamada,me atendió Ruben.
- Hola Pedrito, ¿cómo estás? por acá sensacional, tu mujer es una genia, te aseguro, divina
- creí que estaban peleados...
- jajajja, no, bobadas de ella, me encontró con una chica en la cama. No sabés lo divina que es esa chica, Joyce. Es de acá y trabaja en el hotel. Más ´puta, ni Fernanda, hahahaha, con eso te digo todo. Es divina, 25 años, una bomba. Fernanda estuvo enojada hasta que se la cogió ella, y se le pasó el enojo. Pero vos querés hablar con tu mujer ahora y yo te doy charla. Se está bañando, cuando salga le digo que te llame. Recién vinimos de la playa. Aquella está un poco perjudicada por las caipirinhas, hahaha, y además se la folló un negro... enorme, ni sé cómo le entró todo, pero le entró! una genia, te aseguro. Pero quedó dolorida, ¡qué te parece! ¡tu mujer con la concha dolorida! Es la primera vez que la veo así.
Yo tampoco la ví nunca así.

- A qué hora llegan mañana? respondí, intentando no reaccionar a su historia, pero ya se me había parado la verga.
- El avión llega ahí a las 6 de la tarde. Nos vas a buscar, me dijo Fernanda. Estate en hora. - me ordenó.
- y ahora que programa tienen?
- ahora descansar un rato, después hay cena de despedida con gran baile a las 10. Dicen que viene una escola de samba desde Rio, strippers, espectáculos eróticos y que se arma gran joda. Estoy ansioso por verlo, la otra vez que vine me fui un día normal y no hubo festejos. Chau, Pedrito, portate bien.

Y así nos despedimos. No sé si me llamará Fernanda. Veremos
Yo me desnudé, me metí en la cama y me hice la paja pensando en mi mujer con el negro pijudo.
El resto del domingo no hice nada, vi TV, me acosté temprano.

El lunes fui un rato a la oficina. Me gusta estar en ella los feriados, no va nadie, trabajo tranquilo. Puse al día varias cosas atrasadas y preparé unas cartas para mi secretaria mañana.
Después puse porno en la computadora de escritorio de mi secretaria, me saqué los pantalones, me senté en su sillón y me hice un rato la paja. Hacerlo en lugares así es estimulante. Mañana lo recuerdo, pensando cómo estaba hoy y me divierte, viéndola a ella sentada donde yo estaba desnudo hoy. Estuve dudando si dejarle la página porno abierta, para que inicie con ella, hahaha, que hará? Pero luego la borré.

Miré y revisé los escritorios de mis empleados sin encontrar nada llamativo. Alguna botella de algo alcohólico empezada, algún libro o revista de deporte o mujeres. En uno había una caja de condones. abierta, me llamó la atención.
Creo que voy a poner una cámara secreta, hahaha, para ver qué pasa. Pero en total, nada importante. Normal.

En la tarde fui a buscar a mi mujer con su amante al aeropuerto.
Llegó en hora y no demoraron en salir.
Fernanda estaba deslumbrante. Con unos legging bien apretados, marcando culo y concha, a media pierna, unas sandalias de taco para alargar sus piernas, una camisa algo desprendida de más y sin sostén. El pelo atado en una cola en la nuca y unos lentes negros grandes. Caminando cómo siempre, fuerte, segura. Venía del brazo de Ruben que llevaba el carro con las valijas.
Cuando llegó a mi altura lo soltó, me abrazó y me encajó un beso en la boca, que duró más de lo necesario para un simple saludo, pero me encantó, estaba húmeda y caliente.
- Hola mi amor, ¡cómo te extrañé! pasamos divino con Ruben, gracias, muchas gracias.

Me dijo todo eso, en voz alta, para el que quisiera oir, sin soltar el abrazo. La gente la miraba, desde luego. Por ella y por su actitud.

Ruben me pasó el carrito, después de saludarme con un apretón de manos y una palmada en el hombro.
Así salimos del edificio al aparcamiento, ellos juntos, abrazados, con el brazo de Ruben sobre sus hombros y el brazo de mi mujer en su cintura. yo empujaba el carrito con 4 valijas. Seguro que la 3era era de mi mujer con sus compras.
Abrí el auto, les abrí la puerta dejándolos subir atrás y luego cargué las valijas en el maletero.
Me senté en el lugar del conductor mientras ellos se besaban y se tocaban atrás.

Hice todo lo que un buen cornudo sumiso debe hacer.
Lo llevé a él a su casa y seguí a la nuestra.

Fernanda estaba muy cariñosa. Me acariciaba, me daba besos, se reía.

Apenas entramos dejó las 3 valijas en la entrada y me arrastró al dormitorio, mientras se desnudaba. No llevaba sostén ni tanga. Se le notaría bajo esos leggings tan apretados que llevaba puestos.

Me dijo que no podía coger por unos días, que estaba dolorida. Necesitaba besos.
Mientras se sacaba el tampon que se había puesto me dijo:

- Me puse eso para que no se me cayera la leche, para que vos me chuparas, como te gusta. Estoy llena mi amor. Anoche fue una fiesta, pero hoy de mañana vino a la habitación Luiz, un negro grandote, que estaba alojado solo, en el hotel, con la pija más grande que nunca vi. Me cogió ayer en la playa y en la despedida hoy. Primero me hice coger por Ruben - me contaba esto mientras yo chupaba su concha - para que me abriera y me lubricara para cuando llegara él. Y cómo me cogió Luiz, Pedro, ¡no te imaginas! Después te muestro fotos que sacó Ruben de esa polla. Enorme.

Yo sí me imaginaba cómo la cogieron. Me imaginaba a Ruben y luego al negro ese con ese enorme pollón adentro de mi mujer, la concha estaba abierta, hinchada, muy mojada y sabrosa, tragué y limpié con mi lengua todo ese líquido que salía, que había estado contenido por el tapón que se había puesto pensando en mí, para guardarme mi premio, como ella decía.
Cuando chupé un rato, estaba muy limpia, subí mi lengua y le trabajé el clítoris, haciéndola llegar rápidamente a un largo orgasmo, que también tragué.

Así nos quedamos, abrazados en la cama, acariciándonos amorosamente, queriéndonos cada vez más.
¡Qué mujer divina! Extraño esos polvos.
 
Desde entonces no hubo nada distinto en nuestra relación hasta el final.
Seguimos con algo que se estableció cómo una rutina.
Fernanda siguió con sus amigos (y amigas), yo con las mías y con nuestros amigos, Juan y Mónica.
En total fueron 14 años, donde hubo de todo y fue cuando más aprendí mucho sobre mí mismo. Aprendí mucho que sigue formando parte de mi diario vivir, hoy, muchos años después.
Cuando digo de todo, incluyo lo bueno y lo malo. Porque hubo de los dos y ambos valieron la pena.
Lo peor fue el final. No voy a entrar en eso porque fue muy doloroso y no tiene que ver con este foro. Tampoco tuvo que ver con nuestro estilo de vida de esos años. Pero pasó y forma parte inevitable de la vida.
Nos veremos otra vez allá, donde estés.
Adios Fernanda.
 
Vaya, pues es una lástima que esto acabe. A pesar de que no me gustan mucho los relatos de sumisión, el tuyo me ha encantado.
 
Voy a volver a escribir en este hilo pero voy ahora a empezar desde el principio.
Si veo que interesa, sigo y cuento con Fernanda, como empezamos, para llegar a las etapas que relaté en los anteriores.

El sexo ha sido en mi vida algo muy presente y me ha dado mucho placer. También me ha dado dolor, pero ha sido poco, y tal vez, necesario. De cualquier manera, ha sido muy importante y ha sido un factor de decisión y elección de vida muchas veces.

Comencé junto con un vecino de mi barrio, compañero de clase. Él me enseñó a hacerme la paja y con él hicimos los primeros contactos físicos mutuos, con otra persona. Antes de eso había tenido erecciones, pero no sabía por qué eran, aunque me daban placer. También sabía, no sé por qué, que era algo que debía mantener en secreto de mis padres y hermanos.

José vivía frente a mi casa. Pasaba la mayor parte del día solo, porque su madre trabajaba y salía de mañana temprano y volvía después de las 7 de la tarde.

Estudiábamos en su casa. Eran frecuentes los desvíos de atención y las charlas sobre sexo, fútbol, futuro y sobre nuestras compañeras de clase.

Un día él consiguió una revista con desnudos de mujeres. La miramos fascinados y, desde luego, excitados. Mirándola, José se bajó los pantalones, y desnudó una pija que me impresionó, se veía muy dura, y era más larga y gorda que la mía. Era blanca, con venas azules hinchadas, con un glande rojo y brillante de jugos. Chorreaba un líquido espeso, transparente, que me explicó le salía cuando se le paraba. Me preguntó si yo no me iba a hacer la paja, mientras me mostraba como él se masturbaba.

Yo no tenía mucha idea de que era eso, pero lo imité[J1] . Lo recuerdo muy bien porque fue muy importante, una fuente muy importante en mi vida de placer me lo han dado las pajas. Y empezó ese día. Me sorprendí cuando él acabó y soltó una cantidad de leche. Cuando yo lo hice poco después, me asusté, por las sensaciones que me produjo el orgasmo, totalmente inesperadas, y muy agradables. Yo también solté mucha leche que me mojó la mano y cayó al suelo. Fue todo muy nuevo, pero tan bueno, tan placentero que me enganchó para el resto de mi vida.

Después ya eso se transformó en costumbre. Solos, dos jóvenes llenos de hormonas en un apartamento buena parte de la tarde. Era inevitable.

Después a José se le ocurrió que podíamos hacérnosla uno al otro, que podía ser más divertido y podíamos así pensar que una chica nos lo estaba haciendo. Me pareció bien, y fue toda una sorpresa. Era muy agradable que me agarrara la verga pero lo que no me esperaba era que también me gustaba agarrársela a él, tan suave, dura y caliente. Me di cuenta que gustaba más agarrar la pija de José a que él agarrara la mía. Pero no se lo decía. ¡No fuera él a pensar que yo era puto!

Agregamos ese intercambio entonces a nuestros juegos.

Y así, jugando, pasamos luego a tocarnos el culo uno al otro y a frotarnos la pija en el culo, aunque todavía sin penetración.

Uno de esos días, estábamos en el turno de José, que me frotaba su pija entre mis nalgas. Como dije al principio, lubricaba mucho y me mojaba mucho. A mí me gustaba que lo hiciera y trataba de facilitar que me rozara el orificio, muy sensible. Con lo dura que estaba, y lo lubricado que se habían puesto su verga y mi culo, en uno de los empujes me la metió un poco. Me dolió un poco, pero me gustó mucho. No sé si él se dio cuenta, yo hice como que no había pasado nada. Ese día en casa noté sangre en mi ropa y me dolía un poco.

Pocos días después repetimos el juego.

Lo estaba haciendo él en mí cuando se metió otra vez, pero ahora no la sacó, se quedó un pedazo adentro. Cuando lo sentí me gustó mucho, tanto que empujé yo para que entrara más. Él se dio cuenta y me apretó contra su cuerpo, entrando todavía más profundamente en mí. Sentí un poco de dolor, pero nada intolerable. Lo que sí me dio fue mucho placer, y me moví para disfrutarlo.

  • Upa, Pedro, me parece que te estoy cogí, te la metí, fue sin querer, perdóname, pero se metió sola.
  • No pasa nada José, seguí, ahora ya está. Después yo te cojo y ya está.
  • No eso no, no quiero que vos me cojas,- y entonces se dio cuenta- pero ¿qué te pasó? ¿te acabaste? ¿De verdad te gustó, eh, es tan lindo?
Era tan excitante que no me aguanté y me había acabado, soltando leche para todos lados.

No sé José, pero me gusta mucho, seguí, dale, y él siguió hasta que me llenó el culo de leche. Esa fue mi primera vez.

Y así empecé mi experiencia homosexual. Aunque finalmente, uno días después, yo también lo cogí a él, y también me gustó.

Posiblemente ahí se estableció mi bisexualidad.

Y creo que también, en mi relación con José, mi gusto por la sumisión. Siempre era él quien iniciaba el juego, incluso todos los pasos nuevos que fuimos agregando los proponía él y yo accedía. Nunca le dije que no a nada de lo que propuso y en realidad me doy cuenta ahora, que esperaba que él hiciera nuevos avances. Yo excepcionalmente proponía algo y, si lo hacía, casi nunca me hacía caso. Así pasaba que a él le gustaba más meterla, y como yo prefería que me la metiera, aunque no se lo decía, pero lo decidía él. Y me cogía casi todos los días. Yo me acababa cogiéndolo o haciéndome la paja mientras él lo hacía. El también me lo decía.

Después agregamos un condimento, el póker. Jugábamos a las cartas y apostábamos minutos de sexo, de distintas formas. Lo que nunca hicimos fue chuparnos. Ninguno de los dos lo planteó. No sé si lo hubiera hecho, aunque creo que, si él lo planteaba, no me iba a atrever a decirle que no.

Era claro que no era gay. No teníamos una relación afectiva y ambos teníamos novias, nos contábamos todo, desde luego sin celos algunos.

Estuvimos así con José dos años, hasta que su familia se mudó a otra ciudad y perdimos el contacto.

Durante ese tiempo también teníamos relación con chicas, pero no llegaban hasta el final. Lo más que conseguíamos era que nos hicieran la paja, a veces que nos la chuparan y por supuesto, las toqueteábamos todas. Nos lo contábamos todo con José y eran motivo de estímulo en nuestra relación.

En esos comienzos están muchas de las actividades sexuales que hoy disfruto, la bisexualidad, la sumisión y el contar y que me cuenten historias de lo vivido con otras personas mientras follamos o nos pajeamos. Me preparó para lo que viviría luego con Fernanda, en mi primer matrimonio.

Después de que José se fue, yo estuve un tiempo a paja solitaria, situación que cambiaba cuando conseguía alguna novia complaciente. Pero eso no era frecuente.

Después que se fue José y yo era algo mayor apareció mi tio Julio. Había estudiado en el extranjero y volvió en esa época. Mientras se instalaba se quedó un tiempo viviendo en casa.



Julio era un poco mayor, y yo me llevaba muy bien con él. Era hermano menor de mi madre, y nos criamos juntos de niños, por lo que éramos bastante compinches por la poca diferencia de edad, 5 o 6 años. . Yo siempre lo vi como un hermano mayor e imitaba mucho de lo que él hacía. Tenía un negocio, en el que le iba muy bien y era, a mis ojos, una especie de playboy. Tenía dinero, un automóvil deportivo descapotable, alquiló un lindo apartamento y tenía muchas novias. Un día me preguntó si había estado alguna vez con una mujer Cuando le confesé que no, que era virgen, me llevó a una casa de masajes donde había mujeres a disposición. Muchas eran amigas de él, por lo que me imaginé que era cliente frecuente.

Me dijo que eligiera una, y elegí una jovencita, rubia, de lindas tetas y que estaba muy buena a mis ojos. Ella me llevó a su cuarto, donde se desnudó y se acostó en la cama. Me dijo que hiciera lo mismo. Pero cuando lo hice se me bajó y no conseguí ponerla dura otra vez, pese a sus esfuerzos y los míos. Parecía que cuanto más me esforzaba peor era. Me sentí muy mal.

Cuando salimos tuve que decirle a mi tío lo que había pasado. Me dijo que no me preocupara y nos fuimos a comer una pizza acompañadas de unas cervezas. Él no le dio importancia y me dijo que no pensara más en eso. Volvimos a los pocos días, pero, para mí decepción, se repitió mi impotencia. Mi tío volvió a restarle trascendencia. Eso pasa a veces, me dijo. Y me aseguró que si me preocupaba mucho era peor.

Pasaron unos días y mi tío me llamó. Me indicó que fuera a visitar a una amiga, Graciela, que me esperaba en su apartamento a las 6 de la tarde.

Por supuesto que fui.

Un lindo apartamento, normal, en una zona residencial de la ciudad. Ella misma me abrió la puerta.

Era bonita, de aspecto normal, de pelo oscuro, corto, a la altura de los hombros. Nariz algo grande, ojos claros, grandes, una boca simpática, de labios más bien finos. Ni alta ni baja, buenas tetas y piernas delgadas. Supe después que tenía 42 años, ¡grande para mis 20! Vestía una minifalda a medio muslo, un sweater blanco algo ajustado que destacaba sus lindas tetas y zapatos de taco bajo. Sin alhajas, solo caravanas de perlas y casi sin maquillaje. No parecía para nada una prostituta, pero lo era.

Me hizo pasar a la sala, me invitó con bebidas y cuando estábamos ambos con nuestras bebidas, sentados, me comentó que mi tío, a quien llamó por su nombre, Julio, le había hablado de mi problema.

  • ¿Eres gay?, fue su primera pregunta.
  • No, no creo, -respondí – he tenido relaciones sexuales con un amigo, pero me gustan las chicas. - agregué.
  • Puede ser ese el problema, ¿te masturbas?
  • Sí, casi todos los días.
  • ¿Y en qué piensas?
  • En chicas, una compañera de clase que me encanta y que somos novios. Pero no follamos. Nos besamos, nos tocamos y nos hacemos la paja uno al otro. No se anima a follar, por ahora. Tampoco me quiere chupar ni me deja que yo lo haga. Nunca me pasó que no se me parara con ella.
  • Ah, bueno, eso es buena señal. ¿Te gusto yo?
  • Si, claro, estás muy buena.
  • Bueno, veremos que sucede entre nosotros. Pero quiero que no pienses en si tendrás o no erección, a mí no me importa, disfrutemos como lo haces con tu novia. Te voy a aclarar algo, desde luego que yo hago esto por dinero, soy una prostituta. Pero yo estoy a un nivel, por suerte, en el que trabajo solo para mí y solo salgo con quien quiero, no me acuesto con cualquiera que me pague. Tiene que ser alguien que me guste, alguien a quien, si no fuera profesional, me cogería sin cobrar. Si no me gustas, paso. Así que tienes que conquistarme como haces con tu novia. ¿Te molesta que sea mayor?
  • No, al contrario, me encanta, todos soñamos con mujeres como tú, hay algunas madres de mis amigos que me encantan.
  • A mí me gustas tú, eres atractivo Pedro, muy masculino. Falta solo que me guste como eres y vamos bien.
Y entonces, dejando el vaso en la mesa, me besó. Lo hacía muy bien, claro, boca húmeda, cálida, los labios separados, me metía la lengua. Me acariciaba la nuca, atrayéndome hacia ella. Se separó, sonriendo.

Besas bien, -me dijo, dándome otro beso cortito, - y luego me volvió a besar, con más pasión.

Se levantó y puso música. Me invitó a bailar.

Me gusta mucho bailar, ¿a ti?

Me abrazó, pegando su cuerpo al mío. Sentía sus tetas en mi pecho y sus muslos apretaban el mío, entrando uno entre mis piernas y frotándose contra mi verga que empezaba a responder. Le besé la oreja. Suspiró, me apretó y me apoyó la concha contra mi muslo, como frotándose. Yo ya la tenía dura, seguro que ella la sentía por cómo me la frotaba con su cuerpo.

Nos volvimos a besar, abrazados, apenas moviéndonos al ritmo de la música. Me tomó de la nuca y me apretó contra su boca. Sentí su lengua dentro de mi boca y respondí con la mía. Tenía la boca muy rica, húmeda y caliente. Me enloquecían sus labios, húmedos, tiernos, tan cálidos. Sus tetas se apoyaban en mi pecho, levanté la mano de su cintura y le agarré toda la teta. No tenía sostén, era blanda pero firme, con una sensación muy agradable. Mi novia tenía tetas muy chiquitas, así que esto era algo nuevo. Metí la mano bajo su sweater y me encontré con un pezón largo y duro, que pellizqué suavemente. Gimió bajito en mi oreja y me dio un beso en el cuello.

Si, así, dale, pellizcame los pezones que me enloquece…

Sentí su aliento caliente en mi oreja y me di cuenta de que mi verga estaba totalmente dura, apretándose contra ella. Bajó sus manos a mi culo, me agarró fuerte y me apretó contra ella.

Uyyyy, la tenés durísima, y grandota, - agregó, explorando con una mano- mmmm que gusto me vas a dar, guacho…

Yo le levanté la min atrás,i en la cola, y busqué su piel desnuda. No tenía tampoco tanga, me encontré con su culo desnudo, suavecito, firme. Le busqué la concha y estaba totalmente depilada, muy suave y mojada, adentro y alrededor.

¿Viste cómo me ponés? ¿Vamos a la cama?

Y ese fue mi primer polvo vaginal. Me sorprendió lo suave y caliente, lo bien que se sentía en mi polla, era lo mejor de todo, el mejor lugar para ponerla. Se juntaba todo, fricción, calor y la sensación física de cómo se deslizaba adentro y afuera, tan fácilmente. Era un placer único, además abrazabas a la mujer, que te apretaba con sus muslos, sentías sus tetas contra tu pecho y sus labios en los tuyos. No duré casi nada, y sin pensarlo, disfrutando descontrolado descargué toda la leche dentro de su coño, resoplando y suspirando.

Graciela se rio,

- ya te acabaste pendejo, me dijo, espero que te recuperes igual de rápido porque yo me quedé con ganas de más.

  • Perdoname Graciela, no pude contenerme, y te di todo adentro. ¡No me puse condón! Recién me doy cuenta.
  • No te preocupes, yo no quería que te pusieras. Es tu primera vez y yo tomo anticonceptivos. No vas a transmitirme nada ni tampoco a preñarme, hahaha. Y es mucho más lindo sin, yo quería eso para vos en tu primera vez.
En eso estábamos, desnudos y abrazados en la cama, yo todavía disfrutando maravillado de mi nuevo debut, cuando alguien golpea la puerta del dormitorio.

Me asusté. Y pregunté, nervioso. Quien, que pasa o algo así.

Graciela se rio y me dijo que no me preocupara, que era un amigo, con el que compartía el apartamento.

  • Creí que vivías sola…- respondí
  • Sí, vivo sola, pero esta no es mi casa, este apartamento, es… digamos, mi “oficina”, hahaha. Y en esta “oficina” trabajamos 3, 2 chicas y un hombre. Mi compañera está de viaje de trabajo, así que éste es Umbu. Me avisa que llegó y que estará en el otro dormitorio.
  • Umbú? ¿qué nombre raro, de dónde es?
  • Es brasileño, del norte. Negro, muy buena persona y gran cogedor. ¿Querés conocerlo?, vení que te lo presento mientras te recuperas. Tenemos el lugar hasta las 10 de la noche, quédate tranquilo. Umbú espera en su cuarto.
Y así, desnuda como estaba, se levantó de la cama y abrió la puerta, saliendo del cuarto hacia la sala, llamándolo.

Yo, más vergonzoso, no quise ir totalmente desnudo, me puse mis calzones y fui tras ella.

Cuando entré en la sala estaba Graciela en la puerta de la cocina hablando con un hombre negro, alto, corpulento, con un físico muy bien proporcionado, muy agradables facciones y una estupenda sonrisa, con la que me recibió cuando entré, extendiéndome la mano.

Disculpa Pedro que te asusté, no pretendía eso, creí que Graciela avisaba, pero dice que se olvidó. No voy a molestarlos más.

Su apretón de manos era firme, mirándome a los ojos. Era muy atractivo.

Mucho gusto en conocerte Umbú, -respondí, - de verdad me asusté, creí que estaríamos solos.

Graciela le contó que había sido mi primera vez con una mujer y que había aprobado con un 10, hahaha. Y que ahora seguiríamos con el repaso, hahaha.

  • Si Graciela te puso 10 es que eres excelente de verdad, te felicito, hahaha. Sigue así, hahaha. Es importante el repaso, por si quedaron dudas o cosas pendientes,
  • Si, - agregó Graciela- quedaron cosas pendientes, que ya estudiaremos, bueno, chau Umbu, nos vemos luego. ¿Vamos Pedro?


Volvimos al dormitorio.

Yo ya estaba listo para un 2do round, ¡lo que son los 18 años! Se puso en 4 y me hizo metérsela de atrás, de forma que ella podía tocarse por delante. No demoró mucho en acabarse. Me asombró porque yo siempre oí que las profesionales no acababan nunca.

Cuando le comenté a Graciela mi preconcepto se rio. Me dijo que hay de todo, y que ella regularmente acaba, porque solo folla con quien quiere y le gusta mucho coger. ¡La importancia de que te guste tu trabajo!

Me preguntó si yo había acabado la segunda vez, cuando le dije que no, me preguntó si alguna vez la había metido en un culo. Ahí tuve que confesarle que sí, pero que sólo en culo de varón, el de mi compañero de estudio.

Me dijo que se la metiera a ella en el culo. Se lubricó con jugos de su coño, mezcla de sus jugos y de dos descargas mías. Después me la chupó y la ensalivó bien, entonces volvió a la posición en 4 y, tomando mi polla en su mano, la dirigió a su orificio del culo.

Dale, Pedro, empujá, metémela bien que me encanta que me den por atrás y tu pija es como de medida para eso, ni gorda ni flaca, ni corta ni larga, ¡perfecta!

Y eso hice, encantado. En un rato me había sacado todos los gustos. Pero todavía me aguardaba otra sorpresa.

Cuando acabé por 2da vez, en su culo, me salí y descansamos un rato.

Graciela fue a la cocina y trajo bebidas para los dos.



Nos sentamos, desnudos, en la sala. Yo estaba un poco nervioso por Umbú, pero lo olvidé en un ratito.

Graciela era muy divertida, contando anécdotas, sus experiencias, parecía realmente interesada en mí, en que pensaba, qué buscaba y qué pensaba hacer de mi vida. Hablamos como una hora, sin darme cuenta.

¿Sabés que me gustaría?, -me dijo: - me gustaría que me chupes la concha y me saques otro orgasmo. ¿Te animás?

Nunca lo había hecho, pero sabía que se hacía. Mi novia nunca quiso, decía que le daba asco que yo la besara “ahí”, pero a mí me hubiera gustado.

  • Vos me lo hacés y yo te enseño cómo se hace, para que vuelvas locas a tus amigas con lo que te voy a enseñar. Te vas a aburrir de coger, si eso fuera posible, hahahha.
  • Me convenciste, Graciela, dale. Explícame cómo se hace.
Volvimos al dormitorio.

Se acostó boca arriba y me mostró el coño.

Acercate y mirá, te tengo que explicar unas cosas de cómo es una concha y donde se siente más.

Entonces me mostró los labios, los labios de adentro, el clítoris y la entrada a la vagina. Después me explicó donde sentían más y que les gustaba más, en general y a casi todas, claro, que siempre hay excepciones.

A todas nos gustan los besos, que nos metas un poco la boca y la lengua, pero lo mejor no es cómo que nos cogieras con la lengua. Un poquito de eso está bien, pero lo que más nos gusta y nos puede volver locas es que chupes, beses, muerdas, le metas lengua al clítoris, ese es el más sensible y donde si lo estimulás bien, casi siempre conseguís un orgasmo. Hay otro lugar, a la entrada de la vagina, casi siempre arriba y un poco a la izquierda, donde suele estar el esquivo punto G. Pero no es fácil encontrarlo, a veces la mujer sabe dónde está y te guía. La otra cosa es que, como ves, el culo está bien cerca. Si querés se puede chupar y es divino para quien lo recibe. A mí me encanta.

Mientras explicaba me mostraba todos los lugares, yo noté que se mojaba y estaba cada vez más brillante y jugosa. Milagrosamente mi polla comenzó a interesarse en el tema y ya estaba medio levantada, por tercera vez en la tarde.

  • ¿Entendiste todo?
  • Creo que sí, vamos probando y vos me vas guiando.
Y así fue, estaba deliciosa, muy mojada y con un gusto sabroso y distinto a todo. Me guio por toda el área hasta que tuvo un orgasmo muy fuerte, que me asustó un poco, mientras le comía el clítoris, después de haber cuidadosamente limpiado todo con mi lengua.

  • Lo hiciste muy bien, ¿te gustó? – me preguntó, cuando se serenó, luego de su acabada - ¿no te molestó el gusto?
  • No, si estaba riquísima, - respondí, con la verdad.
  • Bueno, entonces te cuento que yo no me había lavado después que follamos, así que te comiste también tu leche. A muchos no les gusta y a otros le gusta tanto que también se chupan la leche de otros con mucho placer. Vos verás que te gusta…si solo la tuya o también te gustaría probar la de otros.
Nunca hicimos eso con José, aunque, cuando nos hacíamos la paja, él se limpiaba la mano chupándose los dedos. Decía que era rica. Yo nunca lo hice. Y cuando nos pajeábamos mutuamente nunca lo hicimos, y si bien nos cogimos uno al otro, nunca nos chupamos. Nos daba un poco de asco la idea.

  • ¿La de otros? – pregunté, cuando entendí lo que me había dicho- ¿chuparte después que follaste con otro?
  • Jajaja, no te asustes, hay a quienes eso les gusta mucho, y es frecuente que les guste más si es de otros. Pero no te preocupes, tal vez voy demasiado rápido, cómo veo que aprendés tan rápido. Me chupaste muy bien, como un campeón.
  • No sé si eso me gustaría, no me imagino.
  • Es lo mismo que chuparte la tuya, pero las leches tienen distinto gusto, hay dulces, saladas, amargas, ricas y feas. Creo que lo que más les gusta a los que lo hacen es el morbo de chupar la leche del macho que se folló a tu mujer o a tu novia, chupar la concha de tu mujer que viene de coger con otro, con la leche adentro todavía. Te tiene que gustar que tu mujer sea puta y vos ser morboso. Pero también hay otra posibilidad, ¿no te gustaría hacer un trío con Umbú un día? Vi que lo mirabas mucho, ¿te gustó?
  • Sos muy observadora. Es muy atractivo, sin duda. Pero no sé si haría eso. Sin duda, me gustaría verte a ti otra vez, un día.
  • Si te entendí bien, tus comienzos fueron con un chico amigo y se follaban mutuamente. Y me contaste que te gustaba que te follara… En cuanto a vernos de nuevo, sabés que yo vivo de esto. Es mi trabajo, me gusta, pero no lo hago gratis.
  • No pensaba eso, te pagaría.
  • Cobro muy caro, mi amor, ¿podrías pagarme $…?
Y me dijo una cifra para mí imposible en ese momento. Vio mi cara de asombro y frustración. Me tomó la mano y me dijo, con una sonrisa un poco triste y tiernamente,

  • Mirá, vamos a hacer una cosa, nos vemos otra vez a cuenta de ésta. Yo también tengo ganas de volver a verte, pero me entendés, ¿no?
  • ¡Muchas, pero muuuuchas gracias!, Gra, te adoro y no sabés la alegría que me das. Te entiendo, sí, pero no tengo ese dinero.
  • Jajaja, me imagino, si, y por favor, ¡no me digas Gra, que lo odio!
  • Uy, perdón Gra, digo Graciela, perdón de nuevo, y… ¿cuándo sería?
  • ¿Te parece bien el domingo de mañana? Estoy casi siempre libre y me queda bien, ¿vos podés?_
Y así quedamos. Me di una ducha y me fui. Esa tarde no volví a ver a Umbú, y realmente no sé si quería o no verlo. Lo que me dijo Graciela de hacer un trío me quedó dando vueltas en la cabeza. Por un lado, me excitaba, pero por otro me daba miedo. ¿Seré puto? Eso prefería que no, lo tenía claro, pero era evidente que me gustaba coger con todos, hombres y mujeres. Con José la pasamos muy bien, luego con mis novias y con Graciela también. ¿Es eso ser puto? No tenía idea en esa época, pero yo quería lo mejor de los dos mundos.


[J1]
 
El domingo fui a la hora que Graciela me pidió.

Me abrió ella, vestida con una bata de entrecasa, el pelo mojado, como recién duchada. Descalza, sin maquillaje, tenía la cara fresca, contenta, sonriente.

Mi fantasía hizo que la imaginara desnuda por debajo. Fuimos a la cocina donde tenía preparado un desayuno para tres.

  • ¿Somos tres?, -pregunté, ante lo obvio.
  • Si, Umbú se quedó también anoche. Tuvimos una pequeña fiestita, hahahaha.
  • ¿Tenés varios cuartos?
  • Sí, son 3 dormitorios. En principio hay uno de cada uno de los tres. Pero si es necesario, están todos abiertos.
  • ¿Una fiesta contigo y con Umbú?
  • Si, claro, vinieron dos matrimonios y querían farra. Se las dimos, te aseguro, quedaron bien contentos todos, jajaja.
  • y ahora vamos a estar los tres? o nosotros dos solos, como el otro día?
  • jajaja, te gustó él eh! no, ahora aquel no está para nada,jajaja, estaremos solos los dos, pero para otra vez lo hablamos. Espérame un minuto, que voy a llamar a Umbú.
Minutos después Umbú entró en la cocina, vestido sólo con un slip negro ajustado, que apretaba un bulto grande, que evidentemente era un pollón, y una camiseta de tirantes, también negra. Tenía una musculatura muy desarrollada, pero sin ser ridícula, no era exagerada, era proporcionada, no era la de un fisicoculturista. Parecía el David, un nadador o un basquetbolista. Me saludó afectuosamente con un beso en la mejilla, como se usaba cada vez más entre hombres, pero yo imaginé otra cosa.

  • Umbú, Pedro me preguntaba por la fiesta de anoche, le dije que todos, maridos y esposas, quedaron muy contentos, ¿no te parece?
  • Si, sin duda, todos satisfechos, jajaja. Con los dos, hahaha.
  • ¿Cogieron con los 4? – pregunté, asombrado de este mundo nuevo que estaba conociendo.
  • Si, Graciela con los dos hombres y con una de las mujeres. Yo con las dos mujeres y con uno de los hombres también. Un matrimonio no tenía aficiones homo. Pero también lo hicieron con la esposa del otro. Estuvo bueno. Yo me divertí. Las chicas eran mayores pero muy agradables y estaban buenas.
  • ¿Y cómo hacen para durar tanto? ¿Se acaban con todos?
  • No, no acabamos más que una o dos veces, a lo sumo tres. – respondió Graciela, sobre todo Umbú y los maridos, que tienen menos posibilidades que nosotras. La rubia acabó muchísimas veces.
  • Siiii, era una multiorgásmica divina. No se cuantas veces se acabó cuando le hice el culo, y también cuando vos se la chupaste.- agregó Umbú.
  • Ah, eso le encantó, le chupé la concha y le metí dos dedos en el culo, mientras el marido me enculaba a mí. Se acabó también varias veces, con mi lengua y mis labios, en su concha. Era graciosa, entraba en una cadena de orgasmos, cortitos en los que todo el cuerpo le temblaba, gemía bajito y empezaba de nuevo.
  • ¿Y desde luego que les cobran a todos?,- pregunté.
  • Si, claro, es otra tarifa, lleva tiempo, se consumen bebidas y comida, es otra cosa. Además, son varias horas y sin apuro. Fue una buena y productiva noche, hahaha.
  • .
El desayuno era de café, leche y té. Graciela había hecho unas tostadas y había mermelada. Todo muy normal, menos la charla y las anécdotas. La conversación era propia de su oficio, pero a mí me interesaba mucho, me divertía y me excitaba. Ni que hablar que ya estaba con la pija dura, con el espectáculo de estos dos y lo que contaban.

A Graciela se le abrió un poco la bata, vi claramente que no tenía sostén, sus tetas se mostraban cuando se movía a tomar o a ofrecerme algo, se veían totalmente desnudas. También se exponían sus muslos, al bajar la bata cuando cambiaba de posición, estando sentada. No podía ver si tenía tanga.

Todo era muy cómodo, ellos hablaban, yo oía y aprendía.

Bueno, -dijo Umbú, -me voy y los dejo divertirse, no sé que le hiciste a Graciela, pero esto que pasa contigo te aseguro que no es normal, no, para nada normal.

Se agachó y me dio un beso, ahora muy cerca de mis labios, mientras me acariciaba la cabeza, afectuosamente. Pensé que posiblemente haya hablado de mi con Graciela y ella le habría contado que me gustaba.

-Nos vemos, cuídala.

La follada con Graciela fue excelente mejor que la primera vez. Hicimos lo mismo que antes. Pero ya conociéndonos fue mucho mejor, nos chupamos en un 69 delicioso, cogimos por la concha y culo y luego otra vez la chupe con mi leche adentro, ya como algo establecido, que ni se discutía. Lo distinto vino después.

  • Y Pedro, ¿te gustó?
  • Sim, estuvo sensacional. Me gustó desde desayunar contigo y con Umbú, ¡estuvo super! Es macanudo.
  • Sí, es excelente persona y folla muy bien. Bueno y …y… ¿te gustó chuparme la concha?
  • Si, claro que me gustó, me encanta chuparte la concha, me gusta cuando logro hacer que acabes.
  • Me alegro, porque ahora me chupaste con leche de anoche, hahah, cuando la chupaste primero. ¿Notaste algo?
  • Estaba distinta. Y sí, pensé que habías hecho eso y, la verdad, me excitó, pensar que tal vez podía chupar leche de algún desconocido. Me gusta, sí, me parece muy sucio, muy morboso y perverso, o sea muy excitante. También te noté distinta cuando te la metí, pero pensé que era porque habías acabado cuando te chupé.
  • Qué bueno, me encanta, estamos avanzando mucho. Me encanta que te guste hacerlo. Y ya que eres tan guarro como yo, estuve pensando en tu problema económico para cogerme. ¿No te gustaría pagarme trabajando conmigo?
  • ¿Trabajando yo contigo? No se si podría, si fuera como tú, sólo con quien me guste estaría bueno. Pero no tengo mucho tiempo libre. No sé.
  • Piénsalo, con lo que ganarías podrías cogerme todo lo que quisieras. También podemos hacer pornos, películas o fotos. Eso lo pagan bien, sobre todo los de tríos. He hecho varios con Umbú, pero ahora no tenemos otro hombre para hacerlos, podrías ser tú.
  • ¿Podría usar una máscara o un antifaz? Para que si lo ve algún conocido no me reconozca.
  • Si, no hay problema, ¿sabés que eso le da más verosimilitud? Podemos decir que es amateur y eso vale más.
  • Pero por favor no le digas nada a mi tío Julio, no quiero que él sepa.
  • Hahahah, si tu tio ya trabajó conmigo, hace años, antes de irse a estudiar, no te preocupes por él. Pero no le digo, quédate tranquilo
No me lo pensé mucho. A los pocos días empezó mi corta carrera de prostituto y de actor porno. Trabajé con ellos varias veces, en vivo y en filmaciones. La relación con Umbú era fácil y divertida, un gran tipo. Nos llevábamos muy bien, en la cama y afuera también. Fue muy bueno coger con él también.

Al principio me encantaba, coger mucho, con gente linda, y cobrar, pero, con el tiempo me empezó a aburrir, fui perdiendo las ganas y pasé ha hacerlo como a un trabajo, cómo una obligación. Y decidí no hacerlo más.

Cuando se lo dije a Graciela se enojó mucho.

Yo la miraba asombrado, ¡no parecía ella! Se puso realmente mal. Me dijo de todo y me amenazó con colgar los videos en las redes, con mi nombre.

Me asusté y accedí a volver. Pero ya no era lo mismo. Me trataba mal, y Umbú también. Su actitud conmigo era como si yo fuera un empleado de ellos. Hacían conmigo lo que querían. Me tocaba siempre lo peor. Me hacían follar con quien no les gustaba de la pareja, tenía que hacer las escenas sado y más escabrosas. A veces me gustaba y a veces era demasiado.

No voy a negar que al principio me excitaba eso, estar sometido a ellos. La sumisión siempre me gustó y no era esto distinto. Solo que no era un juego, era de verdad. Y no podía poner límites.

Cuando vieron que me hacían de todo y no me oponía, y que hasta me gustaba, se pusieron peor. Y finalmente llegó un punto que ya no lo soporté. Querían que yo saliera con una pareja, que yo conocía, que les gustaba el sado, pero fuerte, no les importaba si te herían o te quemaban. Yo eso no lo aceptaba. Un poco de dolor estaba bien, pero éstos dos no tenían límites.

Me enojé y ya no me importaba nada, me di cuenta de que sus amenazas eran huecas, que no haría nada si yo me iba. Y eso hice.

La mandé a la mierda, con una madurez que hasta a mí me sorprendió, porque entendí que no iba a hacerme nada. La enfrenté y finalmente la convencí de que me dejara salirme. Creo que el argumento que la convenció fue que últimamente había fallado varias veces, no conseguía erecciones que se mantuvieran. Solo funcionaba bien para el sexo oral o como pasivo con el hombre o la mujer, o con Graciela haciendo como que la follaba, pero sin poder realmente hacerlo. Había perdido las ganas, y en vivo era peor. Si en un intercambio no podía follar a la mujer el resultado eran quejas y rezongos.

Fue por poco tiempo y fue divertido al principio. Pasé de la virginidad a tener mucha experiencia en poco tiempo. No me arrepiento. Guardo un pendrive con las películas que hicimos y a veces las miro. ¡Me sorprende ver qué joven era entonces!

Está claro que para Graciela el que yo me abriera significaba una pérdida económica y un problema para satisfacer a algunos clientes. Perdía un integrante del equipo que reunía varias condiciones difíciles de encontrar. Yo era joven, bi total, con buena recuperación y que no le decía no a casi nada. Me gustaban hombres, mujeres, activo y pasivo, adaptándome a las necesidades del cliente o del guion. Además, era bastante sumiso sin ser masoquista. No me emborrachaba ni me drogaba.

Pero para mí era ya una etapa superada y que no podía seguir en ella. No fue fácil para Graciela aceptarlo, pero finalmente, como mujer inteligente que era, lo entendió y quedamos amigos. Incluso a veces nos veíamos, yo pagando, como es de imaginar. Pero lo hacía con gusto.

También gané mucho dinero. Es increíble lo que paga la pornografía y la prostitución. Graciela debe ser ya una mujer muy rica.

Terminé mis estudios, el capital que había guardado me permitió instalarme con mi pequeño estudio profesional, y la cosa empezó a funcionar muy bien para mí.

Tuve varias novias que me duraban tiempo variable, meses a un año o dos. Fueron novias normales, con quienes no se dio ninguna relación diferente a las habituales. Relaciones normales, de pareja, con algunas follaba, con otras no, pero tenían otras cosas que las hacían deseables, y nunca perdía la esperanza de que se consiguiera. Igual con todas había relaciones y orgasmos, manuales u orales, que te dejaban tranquilo. No era lo mismo, pero funcionaba un tiempo.

Hubo una que fue la que más me enamoró y terminó dejándome por otro. Pasé muy mal un tiempo, pero luego todo pasó.

Entonces conocí a Fernanda, divorciada, con dos hijos y muy puta. Empezó cómo un polvo casual, ocasional, la relación se fue haciendo cada vez más seria, y pese a que ella nunca ocultó que salía también con otros hombres, terminamos casándonos.

Con ella llegué a la sumisión casi completa a sus deseos. No podía decirle no a nada. Hizo conmigo lo que quiso. Pero el sexo con ella era increíble. Sabia como llevarme al placer como nadie.

Pero esa es otra historia.

 

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