Parece que muy pocos se animan a contar de sus experiencias.
Me toca entonces a mí, y copio lo que escribí de mi iniciación en el otro foro.
Que conste que yo había hecho muy poco enplan sexo hasta ese momento - que me marcó tremendamente....
Yo tenía diecisiete años y estaba con mis padres en Túnez. Mi viejo insistió en que fuéramos a ver las ruinas de Cartago, pues fuimos. Después de las columnas etc., el museo, un muermo total. Yo iba con mis padres, mi madre ocupadísima con mis hermanitas pequeñas que daban la lata, yo aburridísimo entre sarcófagos, lámparas, etc.
Hasta que me doy cuenta que uno de los vigilantes, un tío de unos 40, más bien bajito y con un bigote me miraba constantemente. Fijaos, en el primer momento pensaba que sospechaba que fuera a mangar algo. Pero luego me fija con mucha insistencia, y me puse nervioso. En este momento (esto fue hace casi veinte años,....) no sabía qué hacer, nunca había hecho nada más que unos magreos con compañeros del cole, y me daba corte.
Seguía a mis padres y las peques por las salas hasta que vi como el tío se dio la vuelta y fue hacia la entrada; pero antes me había vuelto a mirar con tanta fuerza que le seguí. Estaba como hipnotizado. Dije a mi padre que iba al baño.
Pues hacia allí fui efectivamente; el vigilante se había quedado en la entrada de la primera sala. No me atreví a hacerle ninguna sñal, tampoco fue necesario. Nada más haber cerrado la puerta, entró él. Casi me pongo a temblar. Era muy moreno, mostachón denso, fornido pero bajito, uniforme color beis. Me indicó con la cabeza la única cabina que había, entró y se abrió la bragueta. Ahí ya no pude más, entré, eché el cerrojo.
Él sacó su polla, muy oscura, no muy grande, ycon otro gesto que me bajara.
Fue la primera vez con un árabe, ynunca la voy a olvidar. Me agaché, me metió la polla en la boca. Estaba dura como la piedra.
Me cogió por el pelo y se folló mi boca, sin decir nada, pero sujetándome con fuerza. Muy poco tiempo, eso sí. Después de unas embestidas fuertes, la sacó y se corrió en el suelo. Después se dio la vuelta y se fue, sin mediar palabra.
Yo no supe qué hacer, me daba vergüenza y al mismo tiempo estaba excitadísimo. Os vais a reír: pero en vez de hacerme una paja me fui sin nada.
Por la noche sí, en el hotel, me pajeé tres o cuatro veces.
Esta fue mi primera experiencia con un árabe, y me encantó la forma tan directa y tan cachonda que tuvo de abordarme y luego ponerme a sus pies. Desde entonces he tenido varias "sesiones" parecidas, pero ninguna tan sorprendente como la primeriza.