javierpacense
Miembro muy activo
Esta mañana me dio la hora y no pude seguir contando aquella historia, la tuve que resumir al final.
Pasé el resto de la tarde en la sauna, en la parte de abajo con sus laberintos, sus apartados, su zona de cine... y sobre todo con la gente que había por allí. Todo muy bien.
Pero me llevé la sensación del portero, que con lo bien que lo había pasado aquella tarde fue lo que más me gustó.
Tardé unos tres meses en volver a Madrid, y ni siquiera tenía idea de ir allí desde el primer momento porque creía que cogí al portero en un día de calentón y lo pagó conmigo, es decir, no tenía la idea de que eso se fuese a repetir.
En cualquier caso fue una tarde que lo pasé muy bien y me gustó mucho el sitio de forma que fue mi opción para una de las tardes que estuve allí.
Esperaba encontrar en la taquilla de entrada a cualquiera de los empleados de allí, pero justamente estaba de nuevo el de la vez anterior. Y de nuevo salio de su sitio para darme las llaves de mi taquilla y la vuelta del dinero en la mano, tomándola con una de ellas y dejando caer mis cosas con cuidado en la palma de mi mano con la otra, manteniendo después mi mano atrapada entre las suyas mientras me la acariciaba.
Esta vez me susurró que le esperase por la zona de los aseos. Me encantó oír eso.
No tenía la seguridad de que se acordase de mí de unos meses antes, con la de gente que pasará por allí, pero esta vez ya sabía lo que iba a pasar de que me cambiase y me gustaba mucho la idea.
Tontamente me despisté un poco por el local pensando que él tardaría un rato en acudir al sitio. Cuando me acerqué al lugar, él estaba por fuera y me preguntó que donde me había metido, que me había estado buscando.
Entonces entramos a los aseos y el se quedó junto a una puerta que había a la entrada de ese espacio. Me dijo que me separara un momento y se puso a mirar hacia el pasillo, esperando la oportunidad para abrir la puerta con la llave para que entrásemos sin ser vistos. Una vez dentro volvió a cerrar la puerta con llave y se abrazó a mí, tomándome por el culo y juntando nuestras pollas.
Se separó un poco y se desabrochó el pantalón, diciéndome que tenía un buen rabo para mí. Se podía notar un bulto grande a través de su calzoncillo rojo, esta es la imagen que recordé esta mañana al leer el hilo de los paquetes en el foro.
La habitación a la que habíamos pasado era el almacén, alargado, nos fuimos más al centro por no quedarnos al lado de la puerta. Allí me quitó la toalla y se quitó los pantalones. Me agaché para comérsela un rato, notaba como le iba creciendo y comenzaba a tener problemas para mantenerla en la boca, sobre todo porque él empezaba a dar embestidas y me hacía algo de daño en la campanilla. Intenté comérsela un poco más superficialmente pero al poco tiempo volvía a pasar y tuve que desistir.
Otra vez polla contra polla y sobándome el culo me dijo que me diese la vuelta y se puso a frotarme la polla por detrás. Cuando creía que ya me la iba a entrar me dijo que subiese por unas escaleras metálicas que teníamos al lado, esta historia con tanto laberinto me daba mucho morbo.
Subimos y allí había un espacio más despejado, con unas cajas cerradas de cartón. Nos pusimos junto a una pila de dos cajas que quedaba a media altura mía, me dijo que me diese un poco de lubricante, que me pusiera de espaldas a él apoyando mis manos sobre la pila de cajas y que abriese un poco las piernas. De esta manera apuntó y sin muchos miramientos me la metió. Por suerte ya dilato bien porque con la buena polla que tiene el lubricante hubiese sido de ayuda pero el dolor no me lo hubiese quitado nadie.
Estuvo moviéndose sin prisas, sin sacarla mucho mientras me abrazaba fuerte, yo estaba en el cielo. Este peruano se movía deliciosamente. Poco a poco fue apretando, cada vez más fuerte y su polla ya se deslizaba por dentro de mí como una locomotora, mi cuerpo se inclinó hacia adelante, sobre las cajas y empezaba a abollarlas así que opté por separarme de ellas quedando un poco más erguido pero con las piernas abiertas. Para no caerme me sujetaba a sus piernas, echando mis brazos hacía atrás. Las embestidas eran bestiales, me encantaba. Mi polla iba arriba y abajo acompasando el movimiento y estaba empalmado con lo que estaba disfrutando.
De pronto note mis trallazos, me estaba corriendo del gustazo de forma totalmente imprevista, pensaba que me correría más tarde. Durante un buen rato él siguió dándome bien en la misma posición hasta que se corrió, me parece que nunca había tenido tanta leche dentro y me resbaló un montón por las piernas.
Todavía nos dio tiempo a hablar un poco antes de que se fuese a su puesto, incluso nos dio tiempo a arrimarnos otra vez... empezaba a pensar que nos íbamos a liar de nuevo.
Me dio su teléfono con su nombre y me pidió el mío. Me preguntó si le importaba que me llamara alguna mañana. Le dije que me gustaría que lo hiciese.
Con una calentura impresionante me quedé dando una vuelta por la sauna. Allí me encontré a uno jovencito fumando, parecía que se había hecho el dueño de una de las camaretas con sus cosas allí. Me recosté con él en la colchoneta y me pedía dinero. Yo le decía que no le iba a dar nada, si acaso después le invitaría a una cerveza.
Tenía la polla algo morcillona, recostado de lado como estaba le empecé a meter mi polla y se me iba, le sujeté la barriga y volví a insistir un poco, parecía que le dolía y no se la metí mucho más. Me estaba poniendo a mil su resistencia pero por otra parte tampoco quería violarle. Terminé por invitarle a la cerveza y seguir explorando el sitio.
En otra zona donde habían camaretas oscuras, sin apenas iluminación, me encontré tendido sobre una colchoneta a un tío más grande y más mayor que el anterior. Un poco gordote. Estaba boca abajo, supongo que esperando que llegase alguien a darle una alegría. Fui acariciándole las piernas y me paré en su culo, le pasé los dedos por la raja y el más juguetón de ellos fue buscando su ano, se lo metí un poco y como parecía que no decía ni que bien ni que mal me subí a la colchoneta, me extendí sobre él y le metí la polla, despacito por si acaso y hasta dentro.
Estuve follándomelo hasta que me corrí, sacándola en el último momento y vertiendo todo sobre su espalda. Al bajarme me dijo “gracias”.
Antes de irme me encontré con un chico que me invitó a pasar a otro reservado, este con luz. Enseguida me tocó el culo y enseguida me dijo que me echase sobre la colchoneta de espaldas a él. Me folló mucho y me preguntaba continuamente si me gustaba... claro que me gustaba. Estuvo un buen rato pero no consiguió correrse, no sé si se estaría reservando (yo eso nunca soy capaz) o si ya había tenido más de una corrida aquella tarde. Me dio pena que no llegase, pero me dijo que lo pasó muy bien, igual que yo.
Por fin me duché y me fui. Al día siguiente estaba de vuelta a mi ciudad y tenía que madrugar.
No sé que pasó al día siguiente en mi habitación del hotel, pero no fui capaz de encontrar el papel que me dio el portero. Que rabia, recuerdo su nombre pero no su número de teléfono. Tampoco recibí su llamada, tenía claro que me iba a llamar... ¿se le perdería a él también? ¿tomaría bien mi número? A lo mejor era que él esperaba que yo le llamase primero.
Para más INRI llegó la pandemia y ya no pude volver hasta mucho después. Cuando tuve la oportunidad de regresar encontré el local muy cambiado y él ya no estaba allí.
Hubiera sido un follamigo muy interesante
Bueno, espero no haberos aburrido, tengo más historias que contar y me apetece hacerlo para aquellos a los que leer estas cosas les guste tanto como a mí. Gracias
Pasé el resto de la tarde en la sauna, en la parte de abajo con sus laberintos, sus apartados, su zona de cine... y sobre todo con la gente que había por allí. Todo muy bien.
Pero me llevé la sensación del portero, que con lo bien que lo había pasado aquella tarde fue lo que más me gustó.
Tardé unos tres meses en volver a Madrid, y ni siquiera tenía idea de ir allí desde el primer momento porque creía que cogí al portero en un día de calentón y lo pagó conmigo, es decir, no tenía la idea de que eso se fuese a repetir.
En cualquier caso fue una tarde que lo pasé muy bien y me gustó mucho el sitio de forma que fue mi opción para una de las tardes que estuve allí.
Esperaba encontrar en la taquilla de entrada a cualquiera de los empleados de allí, pero justamente estaba de nuevo el de la vez anterior. Y de nuevo salio de su sitio para darme las llaves de mi taquilla y la vuelta del dinero en la mano, tomándola con una de ellas y dejando caer mis cosas con cuidado en la palma de mi mano con la otra, manteniendo después mi mano atrapada entre las suyas mientras me la acariciaba.
Esta vez me susurró que le esperase por la zona de los aseos. Me encantó oír eso.
No tenía la seguridad de que se acordase de mí de unos meses antes, con la de gente que pasará por allí, pero esta vez ya sabía lo que iba a pasar de que me cambiase y me gustaba mucho la idea.
Tontamente me despisté un poco por el local pensando que él tardaría un rato en acudir al sitio. Cuando me acerqué al lugar, él estaba por fuera y me preguntó que donde me había metido, que me había estado buscando.
Entonces entramos a los aseos y el se quedó junto a una puerta que había a la entrada de ese espacio. Me dijo que me separara un momento y se puso a mirar hacia el pasillo, esperando la oportunidad para abrir la puerta con la llave para que entrásemos sin ser vistos. Una vez dentro volvió a cerrar la puerta con llave y se abrazó a mí, tomándome por el culo y juntando nuestras pollas.
Se separó un poco y se desabrochó el pantalón, diciéndome que tenía un buen rabo para mí. Se podía notar un bulto grande a través de su calzoncillo rojo, esta es la imagen que recordé esta mañana al leer el hilo de los paquetes en el foro.
La habitación a la que habíamos pasado era el almacén, alargado, nos fuimos más al centro por no quedarnos al lado de la puerta. Allí me quitó la toalla y se quitó los pantalones. Me agaché para comérsela un rato, notaba como le iba creciendo y comenzaba a tener problemas para mantenerla en la boca, sobre todo porque él empezaba a dar embestidas y me hacía algo de daño en la campanilla. Intenté comérsela un poco más superficialmente pero al poco tiempo volvía a pasar y tuve que desistir.
Otra vez polla contra polla y sobándome el culo me dijo que me diese la vuelta y se puso a frotarme la polla por detrás. Cuando creía que ya me la iba a entrar me dijo que subiese por unas escaleras metálicas que teníamos al lado, esta historia con tanto laberinto me daba mucho morbo.
Subimos y allí había un espacio más despejado, con unas cajas cerradas de cartón. Nos pusimos junto a una pila de dos cajas que quedaba a media altura mía, me dijo que me diese un poco de lubricante, que me pusiera de espaldas a él apoyando mis manos sobre la pila de cajas y que abriese un poco las piernas. De esta manera apuntó y sin muchos miramientos me la metió. Por suerte ya dilato bien porque con la buena polla que tiene el lubricante hubiese sido de ayuda pero el dolor no me lo hubiese quitado nadie.
Estuvo moviéndose sin prisas, sin sacarla mucho mientras me abrazaba fuerte, yo estaba en el cielo. Este peruano se movía deliciosamente. Poco a poco fue apretando, cada vez más fuerte y su polla ya se deslizaba por dentro de mí como una locomotora, mi cuerpo se inclinó hacia adelante, sobre las cajas y empezaba a abollarlas así que opté por separarme de ellas quedando un poco más erguido pero con las piernas abiertas. Para no caerme me sujetaba a sus piernas, echando mis brazos hacía atrás. Las embestidas eran bestiales, me encantaba. Mi polla iba arriba y abajo acompasando el movimiento y estaba empalmado con lo que estaba disfrutando.
De pronto note mis trallazos, me estaba corriendo del gustazo de forma totalmente imprevista, pensaba que me correría más tarde. Durante un buen rato él siguió dándome bien en la misma posición hasta que se corrió, me parece que nunca había tenido tanta leche dentro y me resbaló un montón por las piernas.
Todavía nos dio tiempo a hablar un poco antes de que se fuese a su puesto, incluso nos dio tiempo a arrimarnos otra vez... empezaba a pensar que nos íbamos a liar de nuevo.
Me dio su teléfono con su nombre y me pidió el mío. Me preguntó si le importaba que me llamara alguna mañana. Le dije que me gustaría que lo hiciese.
Con una calentura impresionante me quedé dando una vuelta por la sauna. Allí me encontré a uno jovencito fumando, parecía que se había hecho el dueño de una de las camaretas con sus cosas allí. Me recosté con él en la colchoneta y me pedía dinero. Yo le decía que no le iba a dar nada, si acaso después le invitaría a una cerveza.
Tenía la polla algo morcillona, recostado de lado como estaba le empecé a meter mi polla y se me iba, le sujeté la barriga y volví a insistir un poco, parecía que le dolía y no se la metí mucho más. Me estaba poniendo a mil su resistencia pero por otra parte tampoco quería violarle. Terminé por invitarle a la cerveza y seguir explorando el sitio.
En otra zona donde habían camaretas oscuras, sin apenas iluminación, me encontré tendido sobre una colchoneta a un tío más grande y más mayor que el anterior. Un poco gordote. Estaba boca abajo, supongo que esperando que llegase alguien a darle una alegría. Fui acariciándole las piernas y me paré en su culo, le pasé los dedos por la raja y el más juguetón de ellos fue buscando su ano, se lo metí un poco y como parecía que no decía ni que bien ni que mal me subí a la colchoneta, me extendí sobre él y le metí la polla, despacito por si acaso y hasta dentro.
Estuve follándomelo hasta que me corrí, sacándola en el último momento y vertiendo todo sobre su espalda. Al bajarme me dijo “gracias”.
Antes de irme me encontré con un chico que me invitó a pasar a otro reservado, este con luz. Enseguida me tocó el culo y enseguida me dijo que me echase sobre la colchoneta de espaldas a él. Me folló mucho y me preguntaba continuamente si me gustaba... claro que me gustaba. Estuvo un buen rato pero no consiguió correrse, no sé si se estaría reservando (yo eso nunca soy capaz) o si ya había tenido más de una corrida aquella tarde. Me dio pena que no llegase, pero me dijo que lo pasó muy bien, igual que yo.
Por fin me duché y me fui. Al día siguiente estaba de vuelta a mi ciudad y tenía que madrugar.
No sé que pasó al día siguiente en mi habitación del hotel, pero no fui capaz de encontrar el papel que me dio el portero. Que rabia, recuerdo su nombre pero no su número de teléfono. Tampoco recibí su llamada, tenía claro que me iba a llamar... ¿se le perdería a él también? ¿tomaría bien mi número? A lo mejor era que él esperaba que yo le llamase primero.
Para más INRI llegó la pandemia y ya no pude volver hasta mucho después. Cuando tuve la oportunidad de regresar encontré el local muy cambiado y él ya no estaba allí.
Hubiera sido un follamigo muy interesante

Bueno, espero no haberos aburrido, tengo más historias que contar y me apetece hacerlo para aquellos a los que leer estas cosas les guste tanto como a mí. Gracias