jeanoel
Miembro muy activo
- Desde
- 12 Oct 2023
- Mensajes
- 2,143
- Reputación
- 13,656
Sobre todo para ellaQue gustazo verdad?
Follow along with the video below to see how to install our site as a web app on your home screen.
Note: This feature may not be available in some browsers.
Sobre todo para ellaQue gustazo verdad?
Y yo tio! Me encantaria hablar mas!Pues a mi me encantaría que se follaran a mi mujer... pero mejor que sea un negro buenorro con pollon grande y grueso... uuuffff solo de pensarlo.......
Alguien sabe donde puedo conseguir eso?
Un buen final lástima que no te deje ver esas folladasEL MANTERO -final-
Como ya conté en la primera parte de esta aventura de mi mujer con el mantero, la cara que traían los tortolitos era digna de ver. La del moreno de completa felicidad y satisfacción, la de ella completamente demacrada como si le hubiera pasado un tráiler por encima, con el pelo enmarañado y húmedo todavía pero igualmente con una sonrisa desbordante de felicidad.
Mi cara también debía de ser un cuadro, cabreado por la espera ridícula de dos horas y pico con nuestras cosas de la playa y los bártulos del mantero pero también expectante por saber lo que había pasado en ese tiempo entre ellos y excitado por igual con lo que me imaginaba que podría haber ocurrido.
Mi mujer, que me conoce bien, notó al instante mi malhumor y acercándose a mí me dio dos besos en la mejilla a la vez que me susurraba al oído con esa voz suave y sensual que sabe articular cuando quiere diciéndome... "tranquilo cariño, todo está bien, luego te cuento".
"Cariño" me dijo, como si no hubiera pasado nada y simplemente hubieran tenido una charla entre amigos en lugar de estar follando como animales. Preferí contener mis impulsos, no decir nada y no montar una bulla allí, delante de la gente que nos rodeaba.
Mi esposa le pagó el bolso según el precio estipulado sin regateos y el mantero le regaló un pañuelo y una pulsera hecha a mano que ella le quiso pagar porque también le habían gustado pero que él se negó insistiendo que era un regalo en señal de agradecimiento. ¡Y tanto que estaba agradecido el muchacho!
Antes de despedirse ella le preguntó si volvería al día siguiente, último día que nos quedaba de estancia allí, a lo que contestó que era imposible, se marchaba con otros colegas a otra playa cercana a vender su mercancía y no podía dejarlos colgados. La cara de decepción que puso mi mujer fue digna de ver, estaba claro que se quedó con ganas y hambre de esa gran polla negra que tanto gusto le había dado.
Antes de marcharse definitimamente ella le plantó un beso en la boca abrazándose a su cuello, beso que terminó en un morreo en toda regla entrelazando sus lenguas sin ningún pudor y sin importarle que la gente los viera y fuera evidente que no eran pareja y ante mi propio estupor y sentimiento de vergüenza pero, ¡joder!, cómo se me puso la polla de dura al contemplarlos como se deboraban la boca con esa pasión. Me pudo más el morbo que toda la indignación que llevaba por dentro, fue algo que no pude evitar muy a mi pesar.
Una vez nos quedamos solos recogimos y nos fuimos a tomar algo pues ya era la hora de comer. En el restaurante me empezó a contar todo lo sucedido. Lo primero que hizo fue pedirme perdón por la espera, a lo largo de la charla se discupó en repetidas ocasiones. Según ella no fue premeditado, simplemente sucedió, se quedó impactada al ver al chico en el baño y una vez que éste se acercó, la abrazó y la besó todo se descontroló como una reacción en cadena.
Resulta que el chico era de Senegal, llevaba poco más de 6 meses en España y todavía no dominaba muy bien nuestro idioma por eso no fue muy hablador mientras se la follaba aunque de vez en cuando soltaba alguna exclamación o frase en su propia lengua que mi mujer no fue capaz de entender. Llevaba más de un año sin estar con una mujer desde que dejara su país y se embarcara en una patera rumbo al nuestro, normal entonces que cogiera a mí mujer con tanta ansia y ganas y que tuviera tantas fuerzas y aguante.
Luego estuvo un buen rato relatándome como la había follado el negro, en qué posturas, las veces que se corrió que corrió, que fueron innumerables según os he contado ya. Me describió cómo era la polla del tío, venosa, con un buen capullo para metértelo en la boca, dura, gruesa y grande, de las más grandes, si no la que más, de las muchas que ya había conocido.
Debajo de la mesa mi erección era más que evidente, ella lo sabía y escatimó detalles en su narración conocedora de lo caliente que me estaría poniendo. Hasta me decía, casi como si lo estuviera viviendo en ese momento, algunas cosas que le gritaba mientras se la estaba follando. "¡Así... fóllame así, no pares!", "¡Mmmmmm... me estás matando de gusto, cabrón!", "¡Joder, qué buena, vaya polla tienes, no dejes de follarme!". A mí eso me estaba poniendo malo de excitación pero creo que ella también se ponía cachonda mientras rememoraba esos momentos de placer que había vivido esa mañana. "¡Oooohh.... Diooooss... hmmmmm... me... me matas de gusto, siiiiiiggh...!". Yo creo que solo le faltó escenificar en medio del restaurante como alcanzaba un orgasmo.
No se cortó ni un pelo diciéndome como le hizo gritar de gusto hasta hacerle tocar el cielo, como la embestía con fuerza y ella le pedía más y más. Estaba como ida, solo quería que el negrazo la follara sin parar una y otra vez, había momentos en los que llegaba incluso a perder la cosciencia de puro placer pero aun así y todo se dejaba llevar y solo deseaba que ese momento continuase matándola de gusto, haciéndola llegar al éxtasis.
No sé si todo lo que me dijo fue real o lo exageró para darme celos y provovarme pero me lo decía con tanta pasión y sentimiento que a mí me pareció todo muy creíble y tal cual os lo he transcrito lo más literalmente posible.
Me contó con pena que le hubiera gustado sentir la polla del chico enterrada en su culo. Decir que a mi mujer, cuando ya la han hecho disfrutar y correrse varias veces con una buena follada por el coño, le gusta terminar la sesión con una enculada para sentirse plena y satisfecha. En esta ocasión no pudo ser posible debido al tamaño del pene del negrazo, el dolor era insoportable cada vez que lo intentaron pero no por ello se quedó insatisfecha, gozó tanto que no le importó ser ensartada por el trasero, fueron tantos los orgasmos que alcanzó que compensaron con creces el deseo de sentir ese pollón en su culo.
Bueno, en el prólogo de esta aventura os narraré cómo acabó ese día
Una lástima no poder estar presenteUn buen final lástima que no te deje ver esas folladas
Cuando una hembra toma el control, al cornudo solo le quedan dos opciones o largarse o acatar sus condiciones, no hay masLAS REGLAS
Ya conté en los primeros capítulos cómo mi mujer se fue emputeciendo y haciéndome al mismo tiempo cada vez más cornudo. Cuando me confesó su primera infidelidad y aseveró con firmeza que pensaba seguir siéndome infiel decidimos establecer una serie de reglas en las que por un lado estuviéramos cómodos los dos y que nos satisfacieran igualmente.
Decir que ella jugó con ventaja, se aprovechó de que fue evidente que a mí me excitaba esa situación y jugó sus cartas sabiendo que me podía mucho más el morbo y que acabaría aceptando sus condiciones sin apenas rechistar. Fue como un "o lo tomas o lo dejas" que yo tuve que asumir.
Por ejemplo, una de las cosas en las que no cedió fue en que yo insistí en que me gustaría estar presente en alguno de sus encuentros con alguno de sus amantes cuando fuera posible. Sin embargo fue imposible convencerla, en primer lugar alegó que le daba vergüenza planteárselo ni tan siquiera al macho de turno y que además no creía que a ninguno le hiciera gracia que yo estuviera presente. Además ella no se encontraría cómoda sabiendo que yo la estaba mirando, aunque no participase, y no se sentiría desinhibida para dar rienda suelta a sus deseos y fantasías sexuales.
De modo que no me quedó más remedio que aceptar el hecho de que me quedaría con las ganas de ver a mi esposa follando con otros tíos por más que yo lo desease. En lo que si estuvimos de acuerdo fue en que me contaría con el máximo detalle posible todo lo que había sucedido en cada una de sus citas y que en la medida de lo posible trataría de documentarlo, bien haciéndose fotos o grabando vídeos o audios que me iría mandando o compartiríamos juntos. También intentaría mantenerme informado mediante mensajes antes, durante y después de cómo iban transcurriendo esos encuentros.
Otra condición que impuse yo es que no se podía enrollar con tíos que fueran de nuestra localidad o conocidos por ambos. Su primer amante sí que había sido del pueblo y ya no había vuelta atrás, pero una vez que se acabó esa relación, a partir de entonces se los tendría que buscar fuera. Lo cierto es que no puso ningún inconveniente en esta norma ya que su amiga, con la que se juntó después para salir a ligar o quedar con tíos, era lo que hacía habitualmente.
Tampoco puso pegas en que no se podía traer a ningún rollo a casa. Eso no era problema alguno ya que si se liaba con alguien que no vivía donde nosotros difícilmente se lo podía traer a casa.
Sobre lo que sí estuvimos debatiendo largo rato fue sobre si usar condón o no. A mí mujer le gusta a pelo y a mí me ponía mucho que lo hiciera así con desconocidos. Lógicamente ella tomaba la píldora y aunque no existía el riesgo de quedarse embaraza sí que cabía la posibilidad de contraer alguna ETS. Tras mucho meditar decidimos asumir los riesgos y quedaría en manos de los tíos la decisión de si usaban goma o no. De hecho, mi mujer nunca ha comprado preservativos y jamás llevaba ninguno preparado en el bolso por si acaso saltaba la sorpresa.
Una condición que impuso ella fue respecto al sexo anal. Nosotros lo habíamos intentado alguna vez pero ante los quejidos de ella cada vez que lo hacíamos desistimos de practicarlo. Sin embargo su primer corneador sí que consiguió desvirgarle por completo su culito y a pesar del dolor de las primeras veces al final consiguió cogerle el gusto y hasta convertirla casi en una adicta. Ya he comentado antes por ahí que a mi mujer le gusta terminar una buena follada con una enculada. De este modo, el culo de mi esposa quedó prohibido para mí. Me jodió un poco pero saber que hacía cosas con otros tíos que no practicaba conmigo aumentaba mi excitación. Decir que el sexo anal no fue la única práctica ni experiencia de la que tuvieron la exclusiva de gozar sus machos desde entonces, con el tiempo fue practicando nuevas cosas desconocidas por mí que ya iré desvelando.
Otra norma que impuse yo y en la que ella estuvo de acuerdo era que nuestra vida cotidiana, y sobre todo sexual, no se debía de ver afectada, por ello las relaciones tendrían que ser sin compromiso y alejadas de sentimientos fuera del sexo, se trataba de follar por follar y nada más.
Y básicamente estas fueron las reglas que nos impusimos ambos para que ella disfrutara libremente del sexo y yo aceptara mi condición de cornudo. Pensaréis que yo salí perdiendo en esta negociación y es más que probable que sea así pero lo cierto es que lo disfruté muchísimo, lógicamente ella lo disfrutó más.
Solo añadir que estas normas se cumplieron así como estaban estipuladas durante un largo tiempo pero con el paso de los años fuimos, más bien fue ella, relajando alguna, modificando o añadiendo otras o simplemente mi mujer se las fue saltando de forma unilateral pero eso ya es material para contar más adelante.
Como puedes comprobar yo acaté sus decisionesCuando una hembra toma el control, al cornudo solo le quedan dos opciones o largarse o acatar sus condiciones, no hay mas
Como he dicho son lentejas, "o lo tomas o lo dejasTodos lo hacemos
Espero que sigas contandoLAS REGLAS
Ya conté en los primeros capítulos cómo mi mujer se fue emputeciendo y haciéndome al mismo tiempo cada vez más cornudo. Cuando me confesó su primera infidelidad y aseveró con firmeza que pensaba seguir siéndome infiel decidimos establecer una serie de reglas en las que por un lado estuviéramos cómodos los dos y por otro nos satisfacieran igualmente.
Decir que ella jugó con ventaja, se aprovechó de que fue evidente que a mí me excitaba esa situación y jugó sus cartas sabiendo que me podía mucho más el morbo y que acabaría aceptando sus condiciones sin apenas rechistar. Fue como un "o lo tomas o lo dejas" que yo tuve que asumir.
Por ejemplo, una de las cosas en las que no cedió fue en que yo insistí en que me gustaría estar presente en alguno de sus encuentros con alguno de sus amantes cuando fuera posible. Sin embargo fue imposible convencerla, en primer lugar alegó que le daba vergüenza planteárselo ni tan siquiera al macho de turno y que además no creía que a ninguno le hiciera gracia que yo estuviera presente. Por otro lado, ella no se encontraría cómoda sabiendo que yo la estaba mirando, aunque no participase, y tampoco se sentiría desinhibida para dar rienda suelta a sus deseos y fantasías sexuales.
De modo que no me quedó más remedio que aceptar el hecho de que me quedaría con las ganas de ver a mi esposa follando con otros tíos por más que yo lo desease. En lo que si estuvimos de acuerdo fue en que me contaría con el máximo detalle posible todo lo que había sucedido en cada una de sus citas y que igualmente trataría de documentarlo siempre que pudiera, o bien haciéndose fotos o grabando vídeos o audios que me iría mandando mientras estaba con el tío o que compartiríamos juntos después. También procuraría mantenerme informado mediante mensajes antes, durante y después de cómo iban transcurriendo esos encuentros.
Otra condición que impuse yo es que no se podía enrollar con tíos que fueran de nuestra localidad o conocidos por ambos. Su primer amante sí que había sido del pueblo y ya no había vuelta atrás, pero una vez que se acabó esa relación, a partir de entonces se los tendría que buscar fuera. Lo cierto es que no puso ningún inconveniente en esta norma ya que su amiga, con la que se juntó después para salir a ligar o quedar con hombres, era lo que hacía habitualmente.
Tampoco puso pegas en que no se podía traer a ningún rollo a nuestra casa. Eso no era problema alguno ya que si se liaba con alguien que no vivía donde nosotros residimos difícilmente se lo podía traer al piso.
Sobre lo que sí estuvimos debatiendo largo rato fue sobre si usar condón o no. A mí mujer le gusta hacerlo a pelo y a mí me ponía mucho que follara así con desconocidos. Lógicamente ella tomaba la píldora y aunque no existía el riesgo de quedarse embarazada sí que cabía la posibilidad de contraer alguna ETS. Tras mucho meditar decidimos asumir los riesgos y quedaría en manos de sus ligues la decisión de si usaban goma o no. De hecho, mi mujer nunca ha comprado preservativos y jamás llevaba ninguno preparado en el bolso por si acaso saltaba la sorpresa.
Una condición que impuso ella fue respecto al sexo anal. Nosotros lo habíamos intentado alguna vez pero ante los quejidos de ella cada vez que lo hacíamos desistimos de practicarlo. Sin embargo su primer corneador sí que consiguió desvirgarle por completo su culito y a pesar del dolor de las primeras veces al final consiguió cogerle el gusto y hasta convertirla casi en una adicta. Ya he comentado antes por ahí que a mi mujer le gusta terminar una buena follada con una enculada. De este modo, el culo de mi esposa quedó prohibido para mí. Me jodió un poco pero saber que hacía cosas con otros tíos que no practicaba conmigo aumentaba mi excitación. Decir que el sexo anal no fue la única práctica ni experiencia de la que tuvieron la exclusiva de gozar sus machos desde entonces, con el tiempo fue practicando nuevas cosas desconocidas por mí que ya iré desvelando.
Otra norma que impuse yo y en la que ella estuvo de acuerdo era que nuestra vida cotidiana, y sobre todo sexual, no se debía de ver afectada, por ello las relaciones tendrían que ser sin compromiso y alejadas de sentimientos fuera del sexo, se trataba de follar por follar y nada más.
Y básicamente estas fueron las reglas que nos impusimos ambos para que ella disfrutara libremente del sexo y yo aceptara mi condición de cornudo. Pensaréis que yo salí perdiendo en esta negociación y es más que probable que sea así pero lo cierto es que lo disfruté muchísimo, lógicamente ella lo disfrutó mucho más sin duda alguna.
Solo añadir que estas normas se cumplieron así como estaban estipuladas durante un largo tiempo pero con el paso de los años fuimos, más bien fue ella, relajando alguna, modificando o añadiendo otras o simplemente mi mujer se las fue saltando de forma unilateral pero eso ya es material para contar más adelante.
SeguiremosEspero que sigas contando
Qué morbo me då leer estás situaciones.LAS REGLAS
Ya conté en los primeros capítulos cómo mi mujer se fue emputeciendo y haciéndome al mismo tiempo cada vez más cornudo. Cuando me confesó su primera infidelidad y aseveró con firmeza que pensaba seguir siéndome infiel decidimos establecer una serie de reglas en las que por un lado estuviéramos cómodos los dos y por otro nos satisfacieran igualmente.
Decir que ella jugó con ventaja, se aprovechó de que fue evidente que a mí me excitaba esa situación y jugó sus cartas sabiendo que me podía mucho más el morbo y que acabaría aceptando sus condiciones sin apenas rechistar. Fue como un "o lo tomas o lo dejas" que yo tuve que asumir.
Por ejemplo, una de las cosas en las que no cedió fue en que yo insistí en que me gustaría estar presente en alguno de sus encuentros con alguno de sus amantes cuando fuera posible. Sin embargo fue imposible convencerla, en primer lugar alegó que le daba vergüenza planteárselo ni tan siquiera al macho de turno y que además no creía que a ninguno le hiciera gracia que yo estuviera presente. Por otro lado, ella no se encontraría cómoda sabiendo que yo la estaba mirando, aunque no participase, y tampoco se sentiría desinhibida para dar rienda suelta a sus deseos y fantasías sexuales.
De modo que no me quedó más remedio que aceptar el hecho de que me quedaría con las ganas de ver a mi esposa follando con otros tíos por más que yo lo desease. En lo que si estuvimos de acuerdo fue en que me contaría con el máximo detalle posible todo lo que había sucedido en cada una de sus citas y que igualmente trataría de documentarlo siempre que pudiera, o bien haciéndose fotos o grabando vídeos o audios que me iría mandando mientras estaba con el tío o que compartiríamos juntos después. También procuraría mantenerme informado mediante mensajes antes, durante y después de cómo iban transcurriendo esos encuentros.
Otra condición que impuse yo es que no se podía enrollar con tíos que fueran de nuestra localidad o conocidos por ambos. Su primer amante sí que había sido del pueblo y ya no había vuelta atrás, pero una vez que se acabó esa relación, a partir de entonces se los tendría que buscar fuera. Lo cierto es que no puso ningún inconveniente en esta norma ya que su amiga, con la que se juntó después para salir a ligar o quedar con hombres, era lo que hacía habitualmente.
Tampoco puso pegas en que no se podía traer a ningún rollo a nuestra casa. Eso no era problema alguno ya que si se liaba con alguien que no vivía donde nosotros residimos difícilmente se lo podía traer al piso.
Sobre lo que sí estuvimos debatiendo largo rato fue sobre si usar condón o no. A mí mujer le gusta hacerlo a pelo y a mí me ponía mucho que follara así con desconocidos. Lógicamente ella tomaba la píldora y aunque no existía el riesgo de quedarse embarazada sí que cabía la posibilidad de contraer alguna ETS. Tras mucho meditar decidimos asumir los riesgos y quedaría en manos de sus ligues la decisión de si usaban goma o no. De hecho, mi mujer nunca ha comprado preservativos y jamás llevaba ninguno preparado en el bolso por si acaso saltaba la sorpresa.
Una condición que impuso ella fue respecto al sexo anal. Nosotros lo habíamos intentado alguna vez pero ante los quejidos de ella cada vez que lo hacíamos desistimos de practicarlo. Sin embargo su primer corneador sí que consiguió desvirgarle por completo su culito y a pesar del dolor de las primeras veces al final consiguió cogerle el gusto y hasta convertirla casi en una adicta. Ya he comentado antes por ahí que a mi mujer le gusta terminar una buena follada con una enculada. De este modo, el culo de mi esposa quedó prohibido para mí. Me jodió un poco pero saber que hacía cosas con otros tíos que no practicaba conmigo aumentaba mi excitación. Decir que el sexo anal no fue la única práctica ni experiencia de la que tuvieron la exclusiva de gozar sus machos desde entonces, con el tiempo fue practicando nuevas cosas desconocidas por mí que ya iré desvelando.
Otra norma que impuse yo y en la que ella estuvo de acuerdo era que nuestra vida cotidiana, y sobre todo sexual, no se debía de ver afectada, por ello las relaciones tendrían que ser sin compromiso y alejadas de sentimientos fuera del sexo, se trataba de follar por follar y nada más.
Y básicamente estas fueron las reglas que nos impusimos ambos para que ella disfrutara libremente del sexo y yo aceptara mi condición de cornudo. Pensaréis que yo salí perdiendo en esta negociación y es más que probable que sea así pero lo cierto es que lo disfruté muchísimo, lógicamente ella lo disfrutó mucho más sin duda alguna.
Solo añadir que estas normas se cumplieron así como estaban estipuladas durante un largo tiempo pero con el paso de los años fuimos, más bien fue ella, relajando alguna, modificando o añadiendo otras o simplemente mi mujer se las fue saltando de forma unilateral pero eso ya es material para contar más adelante.
GraciasQué morbo me då leer estás situaciones.
Tríos ella sí que ha hecho pero connigo noYa seguirás compartiendo experiencias, menuda hembra, como nos pones... Y nunca le has propuesto de hacer un trío??
Me encantaría reventarle ese coñoOtro ejemplo de lo que me mandan la mujer y el corneador. Por cierto, que el macho follador también es miembro del foro. Ha sido idea de él que yo entre el este hilo con el consentimiento de mi mujer
Ostia que follada de culo tiene mmmm,me encantaría follarla como una putaEsto me mandó mi mujer mientras estaba con su macho. Y mientras tanto yo con la pollita encerrada en una jaula
Ufff te la iba a devolver follada para una larga temporada.Buenos dias
Os intento animar la mañana del domingo con esrrptease de vuestra madura sumisa
Disfrutarla
Utilizamos cookies esenciales para que este sitio funcione, y cookies opcionales para mejorar su experiencia.