Cornudos consentidos. [Fotos y experiencias]. [CERRADO temporalmente. El presente hilo NO está en la sección de "Contactos" y NO es para contactar]

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Mi mujer está concretando una nueva amistad, lleva un tiempo whaseando con él, siendo conocedor de nuestro juego, a ver si cuaja y tiene un amante estable que hasta ahora han sido esporádicos pese que no es lo que buscamos. Mañana con motivo de su trabajo han quedado mientras yo también trabajo. Me daría morbo que pasara algo🤘, aunque ella ha dicho que en el trabajo no juega. Cada vez me siento más cornudo, y me encanta. Una foto del último que se folló, la hice yo. Y no repetimos por dotado, es de coño estrecho y quedó escocida por un par de días.
Ufff, me gustaría ser yo quien me follara a tu esposa y ser filmado por ti....
 
EL MANTERO 5

Después de esa primera follada, que a mi mujer le pareció el polvo del siglo, se quedaron acurrucados durante un buen rato dándose mimos en plan de relax. Así estuvieron hasta que ella deslizó la mano hacia abajo y palpó la polla del chico. Había perdido su dureza pero sin llegar a estar flácida del todo pero no por ello le dejó de sorprender la largura de ese pene.

Decir que a mi esposa le encanta chupar las pollas cuando están blandas y sentir como van creciendo y poniéndose duras dentro de su boca. Así pues, no pudo resistir la tentación de poner al chico mirando al techo y deslizarse recorriendo con la lengua su torso hasta llegar al alcance de su premio. Absorbió la punta de ese cipote que tanto placer le había proporcionado antes como si fuera un chupachups y se introdujo todo lo que pudo hasta llegar casi a la garganta.

Aun estando morcillona apenas sí pudo meterse poco más de la mitad. La reacción no se hizo esperar, aquel trozo de carne comenzó a crecer y crecer y recuperar su dureza hasta casi desencajarle las mandíbulas por lo que tuvo que desistir de continuar con esa mamada a pesar de la excitación que le estaba provocando de nuevo.

No era cuestión de desaprovechar el momento, si no podía continuar comiéndose esa porra había otra forma de disfrutar de esa virilidad tan apetitosa. Mi mujer se incorporó, se puso encima del mantero y agarrándole el rabo con una mano dirigió la punta a la entrada de su coño. Fue descenciendo lentamente pero sin vacilar hasta introducirse por completo esa gran polla negra notando nuevamente como la iba abriendo poco a poco.

Una vez estuvo sentada encima de él, sintiendo como estaba llena por dentro, comenzó a moverse marcando ella el ritmo. Primero con movimientos circulares y más tarde verticales sacando e introduciendo tan solo un poco el palote del muchacho que la tenía empotrada hasta lo más profundo.

El chico se dejaba hacer y el placer de ella iba en aumento, sus jadeos eran cada vez más fuertes y el movimiento de mete y saca más largo. Se sacaba casi en su totalidad el pollón y se dejaba caer de golpe, "¡Aaah...!" exhalaba cuando sus glúteos chocaban contra la pelvís de él.

Según aumentaba el placer mi mujer incrementaba la cabalgada a horcajadas sobre el negrazo que tan pronto le amasaba las tetas, le tiraba y pellizcaba los pezones, cosa que la vuelve loca, o le agarraba del culo para ayudarla en sus embestidas. En ocasiones se ponía en cuclillas con las manos apoyadas sobre el pecho de su amante lo que multiplicaba esa sensación de empalamiento.

Otra vez volvía a gritar sin control, "¡UUUuuuff... qué bueno, no te corras cariño, sigue... sigue..., Diooooos...!". El mantero tenía buen aguante y no tenía ninguna intención de correrse aun. La que sentía que le llegaba un nuevo orgasmo era mi mujer que lo montaba de forma descontrolada hasta que volvió a explotar en otra prolongada corrida. "¡Joder, jodeer... me... me corro, me corro otra veeeeeeez...! ¡OOOOOOoooooohh...!"

De nuevo le volvieron los espasmos y los temblores de placer por todo el cuerpo hasta que se derrumbó sobre el cuerpo de su moreno aplastando sus tetazas contra el pecho de él.

Espero poder terminar la historia en la próxima parte
 
Última edición:
EL MANTERO 5

Después de esa primera follada, que a mi mujer le pareció el polvo del siglo, se quedaron acurrucados durante un buen rato dándose mimos en plan de relax. Así estuvieron hasta que ella deslizó la mano hacia abajo y palpó la polla del chico. Había perdido su dureza pero sin llegar a estar flácida del todo pero no por ello le dejó de sorprender la largura de ese pene.

Decir que a mi esposa le encanta chupar las pollas cuando están blandas y sentir como van creciendo y poniéndose duras dentro de su boca. Así pues, no pudo resistir la tentación de poner al chico mirando al techo y deslizarse recorriendo con la lengua su torso hasta llegar al alcance de su premio. Absorbió la punta de ese cipote que tanto placer le había proporcionado antes como si fuera un chupachups y se introdujo todo lo que pudo hasta llegar casi a la garganta.

Aun estando morcillona apenas sí pudo meterse poco más de la mitad. La reacción no se hizo esperar, aquel trozo de carne comenzó a crecer y crecer y recuperar su dureza hasta casi desencajarle las mandíbulas por lo que tuvo que desistir de continuar con esa mamada a pesar de la excitación que le estaba provocando de nuevo.

No era cuestión de desaprovechar el momento, si no podía continuar comiéndose esa porra había otra forma de disfrutar de esa virilidad tan apetitosa. Mi mujer se incorporó, se puso encima del mantero y agarrándole el rabo con una mano dirigió la punta a la entrada de su coño. Fue descenciendo lentamente pero sin vacilar hasta introducirse por completo esa gran polla negra notando nuevamente como la iba abriendo poco a poco.

Una vez estuvo sentada encima de él, sintiendo como estaba llena por dentro, comenzó a moverse marcando ella el ritmo. Primero con movimientos circulares y más tarde verticales sacando e introduciendo tan solo un poco el palote del muchacho que la tenía empotrada hasta lo más profundo.

El chico se dejaba hacer y el placer de ella iba en aumento, sus jadeos eran cada vez más fuertes y el movimiento de mete y saca más largo. Se sacaba casi en su totalidad el pollón y se dejaba caer de golpe, "¡Aaah...!" exhalaba cuando sus glúteos chocaban contra la pelvís de él.

Según aumentaba el placer mi mujer incrementaba la cabalgada a horcajadas sobre el negrazo que tan pronto le amasaba las tetas, le tiraba y pellizcaba los pezones, cosa que la vuelve loca, o le agarraba del culo para ayudarla en sus embestidas. En ocasiones se ponía en cuclillas con las manos apoyadas sobre el pecho de su amante lo que multiplicaba esa sensación de empalamiento.

Otra vez volvía a gritar sin control, "¡UUUuuuff... qué bueno, no te corras cariño, sigue... sigue..., Diooooos...!". El mantero tenía buen aguante y no tenía ninguna intención de correrse aun. La que sentía que le llegaba un nuevo orgasmo era mi mujer que lo montaba de forma descontrolada hasta que volvió a explotar en otra prolongada corrida. "¡Joder, jodeer... me... me corro, me corro otra veeeeeeez...! ¡OOOOOOoooooohh...!"

De nuevo le volvieron los espasmos y los temblores de placer por todo el cuerpo hasta que se derrumbó sobre el cuerpo de su moreno aplastando sus tetazas contra el pecho de él.

Espero poder terminar la historia en la próxima parte
Pero que putísima es tu señora
 
EL MANTERO 5

Después de esa primera follada, que a mi mujer le pareció el polvo del siglo, se quedaron acurrucados durante un buen rato dándose mimos en plan de relax. Así estuvieron hasta que ella deslizó la mano hacia abajó y palpó la polla del chico. Había perdido su dureza pero sin llegar a estar flácida del todo pero no por ello le dejó de sorprender la largura de ese pene.

Decir que a mi esposa le encanta chupar las pollas cuando están blandas y sentir como van creciendo y poniéndose duras dentro de du boca. Así pues, no pudo resistir la tentación de poner al chico mirando al techo y deslizarse recorriendo con su lengua su torso hasta llegar al alcance de su premio. Absorbió la punta de ese cipote que tanto placer le había proporcionado como si fuera un chupachups y se introdujo todo lo que pudo hasta llegar casi a la garganta.

Aun estando morcillona apenas sí pudo meterse poco más de la mitad. La reacción no se hizo esperar, aquel trozo de carne comenzó a crecer y crecer y recuperar su dureza hasta casi desencajarle las mandíbulas por lo que tuvo que desistir de continuar con esa mamada a pesar de la excitación que le estaba provocando de nuevo.

No era cuestión de desaprovechar el momento, si no podía continuar comiéndose esa porra había otra forma de disfrutar de esa virilidad tan apetitosa. Mi mujer se incorporó, se puso encima del mantero y agarrándole el rabo con una mano dirigió su punta a la entrada de su coño. Fue descenciendo lentamente pero sin vacilar hasta introducirse por completo esa gran polla negra.

Una vez estuvo sentada encima de él, sintiendo como estaba llena por dentro, comenzó a moverse marcando ella el ritmo. Primero con movimientos circulares y más tarde verticales sacando e introduciendo tan solo un poco el palote del muchacho que la tenía empotrada hasta lo más profundo.

El chico se dejaba hacer y el placer de ella iba en aumento, sus jadeos eran cada vez más fuertes y el movimiento de mete y saca más largo. Se sacaba casi en su totalidad el pollón y se dejaba caer de golpe, "¡Aaah...!" exhalaba cuando sus glúteos chocaban contra la pelvís de él.

Según aumentaba el placer mi mujer aumentaba la cabalgada a horcajadas sobre el negrazo que tan pronto le amasaba las tetas, le tiraba y pellizcaba los pezones, cosa que la vuelve loca, o le agarraba del culo para ayudarla en sus embestidas. En ocasiones se ponía en cuclillas con las manos apoyadas sobre el pecho de su amante lo que multiplicaba esa sensación de empalamiento.

Otra vez volvía a gritar sin control, "¡UUUuuuff... qué bueno, no te corras cariño, sigue... sigue..., Diooooos...!". El mantero tenía buen aguante y no tenía ninguna intención de correrse aun. La que sentía que le llegaba un nuevo orgasmo era mi mujer que lo montaba de forma descontrolada hasta que volvió a explotar en otra prolongada corrida. "¡Joder, jodeer... me... me corro, me corro otra veeeeeeez...! ¡OOOOOOoooooohh...!"

De nuevo le volvieron los espasmos y los temblores de placer por todo el cuerpo hasta que se derrumbó sobre el cuerpo de su moreno aplastando sus tetazas contra el pecho de él.

Espero poder terminar la historia en la próxima parte
Eso esperamos 😎
 
EL MANTERO 6

Tras ese segundo magnífico orgasmo mi mujer quedó tumdada sobre el mantero, sin embargo él no había obtenido su premio y si en ese último polvo se había dejado hacer entonces decidió que era el momento de actuar y tomar la iniciativa. El chico comenzó a moverse debajo de mi esposa continuando con las penetraciones mientras se morreaban y a pesar de que ella estaba agotada no paró, siguió aumentando la fuerza y la velocidad de las embestidas hasta que se corrió en el interior del coño de mi esposa.

Después de un rato y recuperaradas las fuerzas aun tuvieron tiempo para volver a la carga y follar como salvajes.

En esta ocasión y tras 2 eyaculaciones al morenazo le costó más correrse pero no por ello dejaba de estar empalmado. Cada poco cambiaba de posición y se la follaba en otra postura. Se folló a mi mujer de nuevo en la posición de misionero, con las piernas sobre sus hombros..., de medio lado en posición de cuchara, tumdada boca abajo, de pie contra la cómoda y como le dio la gana.

A pesar del agotamiento ella no le decía que no a nada, es más le pedía que continuara. "¡Más..., sigue, no pares...,!" le decía la muy puta porque es así como se sintió en manos de ese negro con polla gigante, como un puta, como su
putita que le podía hacer lo que quisiera. O le gritaba "¡dame así..., fuerte, más fuerte, fóllame duro..., más rápido!"

Mi mujer no llegó a experimentar un orgasmo tan intenso como los otros 2 anteriores pero sí que me contó que se corrió en numerosas ocasiones, tantas que perdió la cuenta, eran como pequeños espasmos que se sucedían uno tras otro de forma que parecía un orgasmo continuo que le hacían estar en la gloria de puro gusto.

Lo que no pudieron hacer es que el tío se la follara por el culo, y no fue porque no lo desearan e intentaran, pero cada vez que comenzaba metérsela por su trasero, a pesar de que se lo hubiera dilatado con varios dedos antes, era tal el grosor del cipote que con solo meterle la punta mi mujer chillaba de dolor y le pedía por favor que se la sacara. Así que desistieron y el negraco acabó follándola de rodillas sobre la cama a 4 patas hasta que se corrió a la vez que le metía el dedo pulgar por el culito.

Acabaron los 2 juntos en la ducha enjabonándose, acariciándose y comiéndose a besos, de ahí que mi mujer apareciera con el pelo revuelto y mojado en la playa cuando vinieron a mi encuentro. Aun le regaló una buena mamada mientras les caía el agua por encima y el chico se la volvió a follar metiéndosela por detrás y apoyándola contra la pared pero a pesar del vigor que poseía ya no pudo regar con su semilla a mi querida esposa aunque ella sí que llegó a alcanzar un último orgasmo.

Ya solo me falta contar la llegada de los tortolitos a mí puesto de guardia en la playa y la despedida
 
Última edición:
EL MANTERO 4

Como os contaba al final de la anterior parte, el negro, tras clavarle todo el pollón dentro del coño, se tumbó sobre ella y se quedó quieto durante unos instantes. Mi mujer se quedó prácticamente sin respiración al sentir cómo la había abierto por dentro literalmente con semejante barra de hierro candente.

Al poco, el morenazo inició pequeños movimientos de vaivén con su pelvis sacando y metiendo ligeramente su tranca del interior de ella. Si mi mujer había sentido daño cuando le había clavado de golpe buena parte de la polla, ese dolor había quedado disipado pues empezó a emitir pequeños gemidos de placer.

Un rato después el tío se incorporó elevándose con sus potentes brazos. Ahora las penetraciones eran más largas y profundas pero de forma lenta y cuidadosa. Los gemidos se transformaron en jadeos y después en pequeños grititos. Cada vez que le sacaba el pollón casi por entero y se lo volvía a meter mi mujer me contó que le hacía ver las estrellas de puro gusto. Los "¡ah...,ah..., ah...!" que emitía cada vez que sentía al chico dentro de lo más profundo de su ser cada vez iban ganando en intensidad y volumen.

El bombeo fue aumentando de ritmo y velocidad, mi mujer lo ayudaba abriéndose todo lo que podía de piernas, moviéndose acompasadamente con los movimientos de él y agarrándolo de los glúteos y empujándolo hacia ella para sentir más profundamente cada penetración.

A medida que aumentaba el placer ella le pedía más, "¡sigue..., así, más rápido..., más fuerte!" le pedía y el moreno no se hacía de rogar y se la follaba con más potencia y más velozmente hasta llegar a un ritmo frenético que los hacía botar a los dos de la cama.

El orgasmo era inminente, mi mujer empezó a sentir como una corriente eléctrica le recorría todo su cuerpo desde sus partes más íntimas hasta el resto de todos sus músculos y terminaciones nerviosas. Los grititos ya se habían convertido en chillidos mientras el mantero no paraba de clavársela sin descanso. "¡AAaaah..., no pares, no pares..., me voy a correeer...!" le gritaba ella hasta que sucedió lo inevitable. "¡Me... me corrooooooh...! ¡AAAAaaaaaaaoouh...!"

El aullido que soltó mi mujer en el momento de correrse debió de ser de escándalo según me contó, empezó a convulsionar de forma descontrolada como una posesa hasta el punto de que pensaba que se iba a desmayar de gusto. El morenazo por su parte no le dio tregua, continuó con sus embestidas alargando así el orgasmo de ella. Fue una de las corridas más largas e intensas que había sentido hasta la fecha, era como orgasmo continuo que no paraba y que la estaba matando de gusto.

Finalmente el negro explotó dentro de ella rellenándole el coño con leche abundantemente. Mi mujer sintió cada una de sus contracciones recibiendo potentes trallazos de semen que la inundaban por dentro y que le hacían prolongar la sensación de placer.

Una vez hubo descargado, el chico se salió de ella y quedaron los dos tumbados de medio lado frente a frente, mi mujer exhausta pero satisfecha del polvazo que acababa de recibir. Mientras recuperaban la respiración después del esfuerzo él la abrazó y comenzó a besarla y a acariciarla tiernamente, cosa que mi esposa agradeció profundamente.

Más adelante terminaré como fue el final de esta aventura
Qué tío más machoo!
 
EL MANTERO 6

Tras ese segundo magnífico orgasmo mi mujer quedó tumdada sobre el mantero, sin embargo él no había obtenido su premio y si en ese último polvo se había dejado hacer entonces decidió que era el momento de actuar y tomar la iniciativa. El chico comenzó a moverse debajo de mi esposa continuando con las penetraciones mientras se morreaban y a pesar de que ella estaba agotada no paró, siguió aumentando la fuerza y la velocidad de las embestidas hasta que se corrió en el interior del coño de mi esposa.

Después de un rato y recuperaradas las fuerzas aun tuvieron tiempo para volver a la carga y follar como salvajes.

En esta ocasión y tras 2 eyaculaciones al morenazo le costó más correrse pero no por ello dejaba de estar empalmado. Cada poco cambiaba de posición y se la follaba en otra postura. Se folló a mi mujer de nuevo en la posición de misionero, con las piernas sobre sus hombros..., de medio lado en posición de cuchara, tumdada boca abajo, de pie contra la cómoda y como le dio la gana.

A pesar del agotamiento ella no le decía que no a nada, es más le pedía que continuara. "¡Más..., sigue, no pares...,!" le decía la muy puta porque es así como se sintió en manos de ese negro con polla gigante, como un puta, como su
putita que le podía hacer lo que quisiera. O le gritaba "¡dame así..., fuerte, más fuerte, fóllame duro..., más rápido!"

Mi mujer no llegó a experimentar un orgasmo tan intenso como los otros 2 anteriores pero sí que me contó que se corrió en numerosas ocasiones, tantas que perdió la cuenta, eran como pequeños espasmos que se sucedían uno tras otro de forma que parecía un orgasmo continuo que le hacían estar en la gloria de puro gusto.

Lo que no pudieron hacer es que el tío se la follara por el culo, y no fue porque no lo desearan e intentaran, pero cada vez que comenzaba metérsela por su trasero, a pesar de que se lo hubiera dilatado con varios dedos antes, era tal el grosor del cipote que con solo meterle la punta mi mujer chillaba de dolor y le pedía por favor que se la sacara. Así que desistieron y el negraco acabó follándola de rodillas sobre la cama a 4 patas hasta que se corrió a la vez que le metía el dedo pulgar por el culito.

Acabaron los 2 juntos en la ducha enjabonándose, acariciándose y comiéndose a besos, de ahí que mi mujer apareciera con el pelo revuelto y mojado en la playa cuando vinieron a mi encuentro. Aun le regaló una buena mamada mientras les caía el agua por encima y el chico se la volvió a follar metiéndosela por detrás y apoyándola contra la pared pero a pesar del vigor que poseía ya no pudo regar con su semilla a mi querida esposa aunque ella sí que llegó a alcanzar un último orgasmo.

Ya solo me falta contar la llegada de los tortolitos a mí puesto de guardia en la playa y la despedida
Que gustazo verdad?
 
EL MANTERO -final-

Como ya conté en la primera parte de esta aventura de mi mujer con el mantero, la cara que traían los tortolitos era digna de ver. La del moreno de completa felicidad y satisfacción, la de ella completamente demacrada como si le hubiera pasado un tráiler por encima, con el pelo enmarañado y húmedo todavía pero igualmente con una sonrisa desbordante de felicidad.

Mi cara también debía de ser un cuadro, cabreado por la espera ridícula de dos horas y pico con nuestras cosas de la playa y los bártulos del mantero pero también expectante por saber lo que había pasado en ese tiempo entre ellos y excitado por igual con lo que me imaginaba que podría haber ocurrido.

Mi mujer, que me conoce bien, notó al instante mi malhumor y acercándose a mí me dio dos besos en la mejilla a la vez que me susurraba al oído con esa voz suave y sensual que sabe articular cuando quiere diciéndome... "tranquilo cariño, todo está bien, luego te cuento".

"Cariño" me dijo, como si no hubiera pasado nada y simplemente hubieran tenido una charla entre amigos en lugar de estar follando como animales como yo imaginaba que había sucedido y luego me corroboró mi mujer más tarde. Preferí contener mis impulsos, no decir nada y no montar una bulla allí, delante de la gente que nos rodeaba.

Mi esposa le pagó el bolso según el precio estipulado sin regateos y el mantero le regaló un pañuelo y una pulsera hecha a mano que ella le quiso pagar porque también le habían gustado pero que él se negó insistiendo que era un regalo en señal de agradecimiento. ¡Y tanto que estaba agradecido el muchacho!

Antes de despedirse ella le preguntó si volvería al día siguiente, último día que nos quedaba de estancia allí, a lo que contestó que era imposible, se marchaba con otros colegas a otra playa cercana a vender su mercancía y no podía dejarlos colgados. La cara de decepción que puso mi mujer fue digna de ver, estaba claro que se quedó con ganas y hambre de esa gran polla negra que tanto gusto le había dado.

Antes de marcharse definitimamente ella le plantó un beso en la boca abrazándose a su cuello, beso que terminó en un morreo en toda regla entrelazando sus lenguas sin ningún pudor y sin importarle que la gente los viera y fuera evidente que no eran pareja y ante mi propio estupor y sentimiento de vergüenza pero, ¡joder!, cómo se me puso la polla de dura al contemplarlos como se deboraban la boca con esa pasión. Me pudo más el morbo que toda la indignación que llevaba por dentro, fue algo que no pude evitar muy a mi pesar.

Una vez nos quedamos solos recogimos y nos fuimos a tomar algo pues ya era la hora de comer. En el restaurante me empezó a contar todo lo sucedido. Lo primero que hizo fue pedirme perdón por la espera, a lo largo de la charla se discupó en repetidas ocasiones. Según ella no fue premeditado, simplemente sucedió, se quedó impactada al ver al chico en el baño y una vez que éste se acercó, la abrazó y la besó todo se descontroló como una reacción en cadena.

Resulta que el chico era de Senegal, llevaba poco más de 6 meses en España y todavía no dominaba muy bien nuestro idioma por eso no fue muy hablador mientras se la follaba aunque de vez en cuando soltaba alguna exclamación o frase en su propia lengua que mi mujer no fue capaz de entender. Llevaba más de un año sin estar con una mujer desde que dejara su país y se embarcara en una patera rumbo al nuestro, normal entonces que cogiera a mí mujer con tanta ansia y ganas y que tuviera tantas fuerzas y aguante.

Luego estuvo un buen rato relatándome como la había follado el negro, en qué posturas, las veces que se corrió, que fueron innumerables según os he contado ya. Me describió cómo era la polla del tío, venosa, con un buen capullo para metértelo en la boca, dura, gruesa y grande, de las más grandes, si no la que más, de las muchas que ya había probado en sus entrañas.

Debajo de la mesa mi erección era más que evidente, ella lo sabía y no escatimó detalles en su narración conocedora de lo caliente que me estaría poniendo. Hasta me decía, casi como si lo estuviera viviendo en ese momento, algunas cosas que le gritaba mientras se la estaba follando. "¡Así... fóllame así, no pares!", "¡Mmmmmm... me estás matando de gusto, cabrón!", "¡Joder, qué buena, vaya polla tienes, no dejes de follarme!". A mí eso me estaba poniendo malo de excitación pero creo que ella también se ponía cachonda mientras rememoraba esos momentos de placer que había vivido esa mañana. "¡Oooohh.... Diooooss... hmmmmm... me... me matas de gusto, siiiiiiggh...!". Yo creo que solo le faltó escenificar en medio del restaurante como alcanzaba un orgasmo.

No se cortó ni un pelo diciéndome como le hizo gritar de gusto hasta hacerle tocar el cielo, como la embestía con fuerza y ella le pedía más y más. Estaba como ida, solo quería que el negrazo la follara sin parar una y otra vez, había momentos en los que llegaba incluso a perder la cosciencia de puro placer pero aun así y todo se dejaba llevar y solo deseaba que ese momento continuase matándola de gusto, haciéndola llegar al éxtasis.

No sé si todo lo que me dijo fue real o lo exageró para darme celos y provovarme pero me lo decía con tanta pasión y sentimiento que a mí me pareció todo muy creíble y tal cual os lo he transcrito lo más literalmente posible.

Me contó con pena que le hubiera gustado sentir la polla del chico enterrada en su culo. Decir que a mi mujer, cuando ya la han hecho disfrutar y correrse varias veces con una buena follada por el coño, le gusta terminar la sesión con una enculada para sentirse plena y satisfecha. En esta ocasión no pudo ser posible debido al tamaño del pene del negrazo, el dolor era insoportable cada vez que lo intentaron pero no por ello se quedó insatisfecha, gozó tanto que no le importó no ser ensartada por el trasero, fueron tantos los orgasmos que alcanzó que compensaron con creces el deseo de sentir ese pollón en su culo.

Bueno, en el epílogo de esta aventura os narraré cómo acabó ese día
 
Última edición:
EL MANTERO -final-

Como ya conté en la primera parte de esta aventura de mi mujer con el mantero, la cara que traían los tortolitos era digna de ver. La del moreno de completa felicidad y satisfacción, la de ella completamente demacrada como si le hubiera pasado un tráiler por encima, con el pelo enmarañado y húmedo todavía pero igualmente con una sonrisa desbordante de felicidad.

Mi cara también debía de ser un cuadro, cabreado por la espera ridícula de dos horas y pico con nuestras cosas de la playa y los bártulos del mantero pero también expectante por saber lo que había pasado en ese tiempo entre ellos y excitado por igual con lo que me imaginaba que podría haber ocurrido.

Mi mujer, que me conoce bien, notó al instante mi malhumor y acercándose a mí me dio dos besos en la mejilla a la vez que me susurraba al oído con esa voz suave y sensual que sabe articular cuando quiere diciéndome... "tranquilo cariño, todo está bien, luego te cuento".

"Cariño" me dijo, como si no hubiera pasado nada y simplemente hubieran tenido una charla entre amigos en lugar de estar follando como animales. Preferí contener mis impulsos, no decir nada y no montar una bulla allí, delante de la gente que nos rodeaba.

Mi esposa le pagó el bolso según el precio estipulado sin regateos y el mantero le regaló un pañuelo y una pulsera hecha a mano que ella le quiso pagar porque también le habían gustado pero que él se negó insistiendo que era un regalo en señal de agradecimiento. ¡Y tanto que estaba agradecido el muchacho!

Antes de despedirse ella le preguntó si volvería al día siguiente, último día que nos quedaba de estancia allí, a lo que contestó que era imposible, se marchaba con otros colegas a otra playa cercana a vender su mercancía y no podía dejarlos colgados. La cara de decepción que puso mi mujer fue digna de ver, estaba claro que se quedó con ganas y hambre de esa gran polla negra que tanto gusto le había dado.

Antes de marcharse definitimamente ella le plantó un beso en la boca abrazándose a su cuello, beso que terminó en un morreo en toda regla entrelazando sus lenguas sin ningún pudor y sin importarle que la gente los viera y fuera evidente que no eran pareja y ante mi propio estupor y sentimiento de vergüenza pero, ¡joder!, cómo se me puso la polla de dura al contemplarlos como se deboraban la boca con esa pasión. Me pudo más el morbo que toda la indignación que llevaba por dentro, fue algo que no pude evitar muy a mi pesar.

Una vez nos quedamos solos recogimos y nos fuimos a tomar algo pues ya era la hora de comer. En el restaurante me empezó a contar todo lo sucedido. Lo primero que hizo fue pedirme perdón por la espera, a lo largo de la charla se discupó en repetidas ocasiones. Según ella no fue premeditado, simplemente sucedió, se quedó impactada al ver al chico en el baño y una vez que éste se acercó, la abrazó y la besó todo se descontroló como una reacción en cadena.

Resulta que el chico era de Senegal, llevaba poco más de 6 meses en España y todavía no dominaba muy bien nuestro idioma por eso no fue muy hablador mientras se la follaba aunque de vez en cuando soltaba alguna exclamación o frase en su propia lengua que mi mujer no fue capaz de entender. Llevaba más de un año sin estar con una mujer desde que dejara su país y se embarcara en una patera rumbo al nuestro, normal entonces que cogiera a mí mujer con tanta ansia y ganas y que tuviera tantas fuerzas y aguante.

Luego estuvo un buen rato relatándome como la había follado el negro, en qué posturas, las veces que se corrió que corrió, que fueron innumerables según os he contado ya. Me describió cómo era la polla del tío, venosa, con un buen capullo para metértelo en la boca, dura, gruesa y grande, de las más grandes, si no la que más, de las muchas que ya había conocido.

Debajo de la mesa mi erección era más que evidente, ella lo sabía y escatimó detalles en su narración conocedora de lo caliente que me estaría poniendo. Hasta me decía, casi como si lo estuviera viviendo en ese momento, algunas cosas que le gritaba mientras se la estaba follando. "¡Así... fóllame así, no pares!", "¡Mmmmmm... me estás matando de gusto, cabrón!", "¡Joder, qué buena, vaya polla tienes, no dejes de follarme!". A mí eso me estaba poniendo malo de excitación pero creo que ella también se ponía cachonda mientras rememoraba esos momentos de placer que había vivido esa mañana. "¡Oooohh.... Diooooss... hmmmmm... me... me matas de gusto, siiiiiiggh...!". Yo creo que solo le faltó escenificar en medio del restaurante como alcanzaba un orgasmo.

No se cortó ni un pelo diciéndome como le hizo gritar de gusto hasta hacerle tocar el cielo, como la embestía con fuerza y ella le pedía más y más. Estaba como ida, solo quería que el negrazo la follara sin parar una y otra vez, había momentos en los que llegaba incluso a perder la cosciencia de puro placer pero aun así y todo se dejaba llevar y solo deseaba que ese momento continuase matándola de gusto, haciéndola llegar al éxtasis.

No sé si todo lo que me dijo fue real o lo exageró para darme celos y provovarme pero me lo decía con tanta pasión y sentimiento que a mí me pareció todo muy creíble y tal cual os lo he transcrito lo más literalmente posible.

Me contó con pena que le hubiera gustado sentir la polla del chico enterrada en su culo. Decir que a mi mujer, cuando ya la han hecho disfrutar y correrse varias veces con una buena follada por el coño, le gusta terminar la sesión con una enculada para sentirse plena y satisfecha. En esta ocasión no pudo ser posible debido al tamaño del pene del negrazo, el dolor era insoportable cada vez que lo intentaron pero no por ello se quedó insatisfecha, gozó tanto que no le importó ser ensartada por el trasero, fueron tantos los orgasmos que alcanzó que compensaron con creces el deseo de sentir ese pollón en su culo.

Bueno, en el prólogo de esta aventura os narraré cómo acabó ese día
Un buen final lástima que no te deje ver esas folladas
 
EL MANTERO -epílogo-

Una vez hubimos terminado de comer, mientras paseábamos de vuelta al apartemento, aun tuvo tiempo de contarme como se habían duchado juntos para quitarse los restos de sudor y fluidos mútuos.

Mi mujer no pudo resistir la tentación y acabó agachàndose para volver a saborear ese precioso y enorme pollón negro que tanto gusto y tantos orgasmos le había dado.

El mantero acabó follándosela desde atrás apoyándola contra los azulejos del baño mientras les caía el agua por encima de sus cabezas proporcionándole un último orgasmo a mi esposa, cosa que él no logró exprimido como estaba después de 3 abundantes corridas en tan poco rato con las que la había inundado por dentro.

Ya en el apartamento se fue directamente al dormitorio a dormir la siesta y yo me quedé en el sofá con una empalmada de caballo con las imágenes de todo lo que me había dicho.

Estuve tentado de hacerme una paja pero me contuve de hacerlo con la esperanza de echarle un polvo a mi mujer en cuanto despertara. Nada más lejos de mi ilusión. Despertó cuando ya estaba anocheciendo y en cuanto la oí salir del baño me fui al dormitorio, la abracé y empecé a acariciarla de forma mimosa y juguetona. Sin embargo ella me apartó de forma brusca diciéndome que seguía muy cansada, además su amigo le había dejado tan abierto el coño que no sería capaz de sentir nada con mi polla dentro.

Le podía haber propuesto follarla por el culo ya que por ahí no se la había metido pero desgraciadamente para mí esa parte de su cuerpo esta vedada para mi polla. El culito se lo reserva en exclusiva para sus amantes y yo tengo prohibido catarlo.

Además añadió que después de la sesión de sexo que había tenido esa mañana yo no podría llegarle ni a la suela del zapato a su negrito y ya estaba satisfecha por ese día.

Me recordó, refrotándomelo por la cara, lo bien que se lo había pasado. "¡No sabes lo bien que me ha follado! que buena polla tenía y lo bien que la sabía manejar, es que me ha vuelto loca", y seguía contando "yo por mí me habría quedado todo el día en la cama follando sin parar". Y añadió por último, "ĺastima que no pueda venir mañana porque me lo habría follado por todos los rincones de la casa, hasta habría vuelto a intentar que me la metiera por el culo hasta dentro del todo".

Dicho todo esto se dio media vuelta entre agotada, medio enfadada y algo frustrada por no poder volver al chico.

Al poco rato se quedó dormida y yo a su lado con mi polla tiesa apuntando al techo hasta que decidí alivarla de su tensión con unos cuantos meneos, pues no necesité de muchos, para acabar corriéndome como un patético cornudo.

Y hasta aquí lo ocurrido ese día entre mi mujer y el mantero negro polludo.

-FIN-
 
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LAS REGLAS

Ya conté en los primeros capítulos cómo mi mujer se fue emputeciendo y haciéndome al mismo tiempo cada vez más cornudo. Cuando me confesó su primera infidelidad y aseveró con firmeza que pensaba seguir siéndome infiel decidimos establecer una serie de reglas en las que por un lado estuviéramos cómodos los dos y por otro nos satisfacieran igualmente.

Decir que ella jugó con ventaja, se aprovechó de que fue evidente que a mí me excitaba esa situación y jugó sus cartas sabiendo que me podía mucho más el morbo y que acabaría aceptando sus condiciones sin apenas rechistar. Fue como un "o lo tomas o lo dejas" que yo tuve que asumir.

Por ejemplo, una de las cosas en las que no cedió fue en que yo insistí en que me gustaría estar presente en alguno de sus encuentros con alguno de sus amantes cuando fuera posible. Sin embargo fue imposible convencerla, en primer lugar alegó que le daba vergüenza planteárselo ni tan siquiera al macho de turno y que además no creía que a ninguno le hiciera gracia que yo estuviera presente. Por otro lado, ella no se encontraría cómoda sabiendo que yo la estaba mirando, aunque no participase, y tampoco se sentiría desinhibida para dar rienda suelta a sus deseos y fantasías sexuales.

De modo que no me quedó más remedio que aceptar el hecho de que me quedaría con las ganas de ver a mi esposa follando con otros tíos por más que yo lo desease. En lo que si estuvimos de acuerdo fue en que me contaría con el máximo detalle posible todo lo que había sucedido en cada una de sus citas y que igualmente trataría de documentarlo siempre que pudiera, o bien haciéndose fotos o grabando vídeos o audios que me iría mandando mientras estaba con el tío o que compartiríamos juntos después. También procuraría mantenerme informado mediante mensajes antes, durante y después de cómo iban transcurriendo esos encuentros.

Otra condición que impuse yo es que no se podía enrollar con tíos que fueran de nuestra localidad o conocidos por ambos. Su primer amante sí que había sido del pueblo y ya no había vuelta atrás, pero una vez que se acabó esa relación, a partir de entonces se los tendría que buscar fuera. Lo cierto es que no puso ningún inconveniente en esta norma ya que su amiga, con la que se juntó después para salir a ligar o quedar con hombres, era lo que hacía habitualmente.

Tampoco puso pegas en que no se podía traer a ningún rollo a nuestra casa. Eso no era problema alguno ya que si se liaba con alguien que no vivía donde nosotros residimos difícilmente se lo podía traer al piso.

Sobre lo que sí estuvimos debatiendo largo rato fue sobre si usar condón o no. A mí mujer le gusta hacerlo a pelo y a mí me ponía mucho que follara así con desconocidos. Lógicamente ella tomaba la píldora y aunque no existía el riesgo de quedarse embarazada sí que cabía la posibilidad de contraer alguna ETS. Tras mucho meditar decidimos asumir los riesgos y quedaría en manos de sus ligues la decisión de si usaban goma o no. De hecho, mi mujer nunca ha comprado preservativos y jamás llevaba ninguno preparado en el bolso por si acaso saltaba la sorpresa.

Una condición que impuso ella fue respecto al sexo anal. Nosotros lo habíamos intentado alguna vez pero ante los quejidos de ella cada vez que lo hacíamos desistimos de practicarlo. Sin embargo su primer corneador sí que consiguió desvirgarle por completo su culito y a pesar del dolor de las primeras veces al final consiguió cogerle el gusto y hasta convertirla casi en una adicta. Ya he comentado antes por ahí que a mi mujer le gusta terminar una buena follada con una enculada. De este modo, el culo de mi esposa quedó prohibido para mí. Me jodió un poco pero saber que hacía cosas con otros tíos que no practicaba conmigo aumentaba mi excitación. Decir que el sexo anal no fue la única práctica ni experiencia de la que tuvieron la exclusiva de gozar sus machos desde entonces, con el tiempo fue practicando nuevas cosas desconocidas por mí que ya iré desvelando.

Otra norma que impuse yo y en la que ella estuvo de acuerdo era que nuestra vida cotidiana, y sobre todo sexual, no se debía de ver afectada, por ello las relaciones tendrían que ser sin compromiso y alejadas de sentimientos fuera del sexo, se trataba de follar por follar y nada más.

Y básicamente estas fueron las reglas que nos impusimos ambos para que ella disfrutara libremente del sexo y yo aceptara mi condición de cornudo. Pensaréis que yo salí perdiendo en esta negociación y es más que probable que sea así pero lo cierto es que lo disfruté muchísimo, lógicamente ella lo disfrutó mucho más sin duda alguna.

Solo añadir que estas normas se cumplieron así como estaban estipuladas durante un largo tiempo pero con el paso de los años fuimos, más bien fue ella, relajando alguna, modificando o añadiendo otras o simplemente mi mujer se las fue saltando de forma unilateral pero eso ya es material para contar más adelante.
 
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Ya conté en los primeros capítulos cómo mi mujer se fue emputeciendo y haciéndome al mismo tiempo cada vez más cornudo. Cuando me confesó su primera infidelidad y aseveró con firmeza que pensaba seguir siéndome infiel decidimos establecer una serie de reglas en las que por un lado estuviéramos cómodos los dos y que nos satisfacieran igualmente.

Decir que ella jugó con ventaja, se aprovechó de que fue evidente que a mí me excitaba esa situación y jugó sus cartas sabiendo que me podía mucho más el morbo y que acabaría aceptando sus condiciones sin apenas rechistar. Fue como un "o lo tomas o lo dejas" que yo tuve que asumir.

Por ejemplo, una de las cosas en las que no cedió fue en que yo insistí en que me gustaría estar presente en alguno de sus encuentros con alguno de sus amantes cuando fuera posible. Sin embargo fue imposible convencerla, en primer lugar alegó que le daba vergüenza planteárselo ni tan siquiera al macho de turno y que además no creía que a ninguno le hiciera gracia que yo estuviera presente. Además ella no se encontraría cómoda sabiendo que yo la estaba mirando, aunque no participase, y no se sentiría desinhibida para dar rienda suelta a sus deseos y fantasías sexuales.

De modo que no me quedó más remedio que aceptar el hecho de que me quedaría con las ganas de ver a mi esposa follando con otros tíos por más que yo lo desease. En lo que si estuvimos de acuerdo fue en que me contaría con el máximo detalle posible todo lo que había sucedido en cada una de sus citas y que en la medida de lo posible trataría de documentarlo, bien haciéndose fotos o grabando vídeos o audios que me iría mandando o compartiríamos juntos. También intentaría mantenerme informado mediante mensajes antes, durante y después de cómo iban transcurriendo esos encuentros.

Otra condición que impuse yo es que no se podía enrollar con tíos que fueran de nuestra localidad o conocidos por ambos. Su primer amante sí que había sido del pueblo y ya no había vuelta atrás, pero una vez que se acabó esa relación, a partir de entonces se los tendría que buscar fuera. Lo cierto es que no puso ningún inconveniente en esta norma ya que su amiga, con la que se juntó después para salir a ligar o quedar con tíos, era lo que hacía habitualmente.

Tampoco puso pegas en que no se podía traer a ningún rollo a casa. Eso no era problema alguno ya que si se liaba con alguien que no vivía donde nosotros difícilmente se lo podía traer a casa.

Sobre lo que sí estuvimos debatiendo largo rato fue sobre si usar condón o no. A mí mujer le gusta a pelo y a mí me ponía mucho que lo hiciera así con desconocidos. Lógicamente ella tomaba la píldora y aunque no existía el riesgo de quedarse embaraza sí que cabía la posibilidad de contraer alguna ETS. Tras mucho meditar decidimos asumir los riesgos y quedaría en manos de los tíos la decisión de si usaban goma o no. De hecho, mi mujer nunca ha comprado preservativos y jamás llevaba ninguno preparado en el bolso por si acaso saltaba la sorpresa.

Una condición que impuso ella fue respecto al sexo anal. Nosotros lo habíamos intentado alguna vez pero ante los quejidos de ella cada vez que lo hacíamos desistimos de practicarlo. Sin embargo su primer corneador sí que consiguió desvirgarle por completo su culito y a pesar del dolor de las primeras veces al final consiguió cogerle el gusto y hasta convertirla casi en una adicta. Ya he comentado antes por ahí que a mi mujer le gusta terminar una buena follada con una enculada. De este modo, el culo de mi esposa quedó prohibido para mí. Me jodió un poco pero saber que hacía cosas con otros tíos que no practicaba conmigo aumentaba mi excitación. Decir que el sexo anal no fue la única práctica ni experiencia de la que tuvieron la exclusiva de gozar sus machos desde entonces, con el tiempo fue practicando nuevas cosas desconocidas por mí que ya iré desvelando.

Otra norma que impuse yo y en la que ella estuvo de acuerdo era que nuestra vida cotidiana, y sobre todo sexual, no se debía de ver afectada, por ello las relaciones tendrían que ser sin compromiso y alejadas de sentimientos fuera del sexo, se trataba de follar por follar y nada más.

Y básicamente estas fueron las reglas que nos impusimos ambos para que ella disfrutara libremente del sexo y yo aceptara mi condición de cornudo. Pensaréis que yo salí perdiendo en esta negociación y es más que probable que sea así pero lo cierto es que lo disfruté muchísimo, lógicamente ella lo disfrutó más.

Solo añadir que estas normas se cumplieron así como estaban estipuladas durante un largo tiempo pero con el paso de los años fuimos, más bien fue ella, relajando alguna, modificando o añadiendo otras o simplemente mi mujer se las fue saltando de forma unilateral pero eso ya es material para contar más adelante.
Cuando una hembra toma el control, al cornudo solo le quedan dos opciones o largarse o acatar sus condiciones, no hay mas
 
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