Cornudos consentidos. [Fotos y experiencias]. [CERRADO temporalmente. El presente hilo NO está en la sección de "Contactos" y NO es para contactar]

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EL MANTERO 1.

Fuera de la cronología sobre la historia que estoy narrando sobre el emputecimiento de mi mujer, os voy a contar una anécdota que nos sucedió a ella y a mí cuando estábamos disfrutando de un merecido descanso durante puente de vacaciones en la playa.

Estábamos los dos tumbados en la orilla del mar cuando se nos acercó un mantero de color a ofrecernos los típicos productos que suelen llevar. Cuando digo de color me refiero a negro... negro como el tizón, sin ánimo de ofender ni parecer racista, las cosas como son, era un negrazo en toda regla.

El caso es que mi mujer se encaprichó de un bolso de marca falso pero no disponíamos del dinero suficiente que nos pidió en un primer momento aunque seguramente si hubiéramos negociado, como es lo habitual en estos casos, podríamos haber convencido al chico para que nos lo vendiera por el disponible que teníamo en la mano.

Sin embargo a mi mujer le da mucha vergüenza regatear en estos casos y además le da mucha pena esta gente que suele estar explotada y que trabajan de sol a sol. De modo que le dijo al mantero que si la podía esperar, que iba un momento al apartamento que habíamos alquilado y que estaba justo en frente del mar, tan solo cruzando el paseo marítimo y la avenida que circunda la playa.

El chico le contestó que la esperaba, que no tenía prisa, pero justo cuando mi mujer enfilaba el camino hacia el paseo marítimo el moreno le pidió que si podía acompañarla para ir al baño, llevaba toda la mañana pateando la playa y no había tenido tiempo de hacer un pis.

Mi mujer le dijo que por supuesto podía hacer uso de nuestro baño sin problemas de modo que se fueron los dos hacia el edificio de apartamentos mientras yo me quedaba guardando nuestros bártulos y la mercancía del mantero.

A mí el chaval me pareció una buena persona y en ningún momento pensé que a mi mujer le pudiera pasar nada malo así que tamooco puse objeción alguna. Sin embargo el tiempo fue pasando sin que regresaran y cual no fue mi sorpresa cuando al cabo de 15 o 20 minutos recibo un whatsapp de mi esposa diciéndome que me quedara esperando en la playa hasta que volviera y que no se me ocurriera por nada del mundo acercarme al apartamento, que ya me contaría ella después.

Os podéis imaginar mi sorpresa y la cara de gliipollas que se me quedó ahí mismo con nuestras cosas y las del mantero, por no hablar de las elucubraciones e imágenes que se me pasaron por la cabeza imaginando lo que estaría haciendo mi mujer con el negro.

La cara que traían cuando aparecieron al cabo de más de 2 horas, que se me hicieron eternas, era un poema. El morenazo con una sonrisa de oreja a oreja y mi mujer con la cara desencajada y el pelo revuelto y mojado como si le acabaran de dar una paliza.

Lo que mi mujer me contó después a solas lo dejo para una segunda parte
 
EL MANTERO 2

Paso a relatar lo que mi mujer me contó que pasó cuando fue acompañada por el mantero de color cuando estábamos disfrutando de un tranquilo de playa hasta que apareció el susodicho mantero a ofrecernos sus objetos de venta.

Como ya conté, ella y él se fueron juntos al apartamento que habíamos alquilado para ese puente festivo, mi mujer con la intención de recoger más dinero para el bolso que le había gustado y él para hacer sus necesidades. Como comenté, el muchacho parecía un tío legal y buena persona de modo que no me preocupé de que fuera hacerle algo malo a mi mujer y mucho menos de que pudiera pasar algo entre ellos.

Mientras mi esposa rebuscaba en el bolso el chico se fue a mear y ya con el dinero en la mano mi mujer se acercó al baño para decírselo. La puerta estaba abierta y lo que se encontró al asomarse fue al negro de pie frente al lavabo sin camiseta y refrescándose la cabeza y el torso, lógico que estuviera haciéndolo con el calor que hacìa esos días y el sudor que debería de tener acumulado de ir de un lado al otro de la playa con la pesada bolsa de mercancías.

Sin embargo, y en palabras de mi mujer, ese instante fue un momento hipnótico, se quedó un rato, como embobada, observando sin decir palabra simplemente contemplando como ese chico se frotaba ese cuerpo joven y musculoso hasta que este se giró y la vio allí, también de pie, frente a la puerta del baño.

Fue como un hechizo, se quedaron los dos mirándose a los ojos hasta que el chico se acercó a ella. No hubo palabras, éste la abrazó y le plantó un beso en los morros sin ningún pudor. Tampoco hubo rechazo, mi mujer no quería interrumpir ese momento mágico y correspondió a ese beso abriendo la boca y dejándose hacer, sus lenguas entraron en contacto y comenzó una lucha por ver quièn de los dos conseguía introducirla más profundamente en la boca del otro.

Juntaron sus cuerpos, las manos de él fueron a su cintura para bajar inmeditamente a acariciar su culo, las de ella pasaron de abrazar el cuello del chico a agarrar con fuerza sus potentes glúteos y atraerlo hacia sí. En esos primeros momentos de pasión pudo notar la virilidad del chico contra su pelvis.

Mi mujer ya me había puesto los cuernos con otros hombres de color y ya había podido corroborar en primera persona la fama que tienen sobre el tamaño de su miembro. No obstante, en el caso de este moreno y mientras se morreaban delante de la puerta del baño, no dejaba de sentir, a pesar de que llevara aun los pantalones puestos, como la polla del chico no paraba de crecer y crecer y ponerse cada vez más dura.

Siento dejarlo aquí, pensaba haber finalizado el relato en esta segunda parte pero el tiempo o, mejor dicho, la falta de ello, me impide hacerlo. Seguiremos contando...
 
EL MANTERO 2

Paso a relatar lo que mi mujer me contó que pasó cuando fue acompañada por el mantero de color cuando estábamos disfrutando de un tranquilo de playa hasta que apareció el susodicho mantero a ofrecernos sus objetos de venta.

Como ya conté, ella y él se fueron juntos al apartamento que habíamos alquilado para ese puente festivo, mi mujer con la intención de recoger más dinero para el bolso que le había gustado y él para hacer sus necesidades. Como comenté, el muchacho parecía un tío legal y buena persona de modo que no me preocupé de que fuera hacerle algo malo a mi mujer y mucho menos de que pudiera pasar algo entre ellos.

Mientras mi esposa rebuscaba en el bolso el chico se fue a mear y ya con el dinero en la mano mi mujer se acercó al baño para decírselo. La puerta estaba abierta y lo que se encontró al asomarse fue al negro de pie frente al lavabo sin camiseta y refrescándose la cabeza y el torso, lógico que estuviera haciéndolo con el calor que hacìa esos días y el sudor que debería de tener acumulado de ir de un lado al otro de la playa con la pesada bolsa de mercancías.

Sin embargo, y en palabras de mi mujer, ese instante fue un momento hipnótico, se quedó un rato, como embobada, observando sin decir palabra simplemente contemplando como ese chico se frotaba ese cuerpo joven y musculoso hasta que este se giró y la vio allí, también de pie, frente a la puerta del baño.

Fue como un hechizo, se quedaron los dos mirándose a los ojos hasta que el chico se acercó a ella. No hubo palabras, éste la abrazó y le plantó un beso en los morros sin ningún pudor. Tampoco hubo rechazo, mi mujer no quería interrumpir ese momento mágico y correspondió a ese beso abriendo la boca y dejándose hacer, sus lenguas entraron en contacto y comenzó una lucha por ver quièn de los dos conseguía introducirla más profundamente en la boca del otro.

Juntaron sus cuerpos, las manos de él fueron a su cintura para bajar inmeditamente a acariciar su culo, las de ella pasaron de abrazar el cuello del chico a agarrar con fuerza sus potentes glúteos y atraerlo hacia sí. En esos primeros momentos de pasión pudo notar la virilidad del chico contra su pelvis.

Mi mujer ya me había puesto los cuernos con otros hombres de color y ya había podido corroborar en primera persona la fama que tienen sobre el tamaño de su miembro. No obstante, en el caso de este moreno y mientras se morreaban delante de la puerta del baño, no dejaba de sentir, a pesar de que llevara aun los pantalones puestos, como la polla del chico no paraba de crecer y crecer y ponerse cada vez más dura.

Siento dejarlo aquí, pensaba haber finalizado el relato en esta segunda parte pero el tiempo o, mejor dicho, la falta de ello, me impide hacerlo. Seguiremos contando...
Sigue sigue
 
Estoy pensando en subastar a esta perrita para comprar una jaula a su cornudo, ¿Creéis que sacaré bastante o tendré que incluir al cornudo pichafloja en el lote?processed_20200315_180425919-1.jpgIMG_20220909_205740-1.jpg
No la subastes, entrégala al público en general, yo me apunto jejejejejeje
 
EL MANTERO 3

Tras unos minutos comiéndose la boca el uno al otro, el chico cogió a mi esposa y la sentó en el borde de la cama junto a él.

Poco le costó quitarle la blusa que llevaba anudada al cuello para volver a besarla y acaricarle las tetas por encima del bikini.

Fue mi mujer la que se quitó ella misma la parte de arriba del bikini porque según ella tenía los pezones tan duros de la excitación que parecía que le iban a estallar. Antes de dejarse llevar por la lujuria aun tuvo un momento de lucidez para alcanzar el móvil y mandarme un mensaje para decirme que los espera en la playa sin moverme de ahí mientras el negro le quitaba al mismo tiempo la braguita del bikini, la única prenda que le quedaba puesta.

Fue también ella la que ayudó al chico a quitarse el pantalón y los calzoncillos de un solo tirón sentada en la cama y él de pie frente a ella. Cuando vio aparecer ese barrote negro a escasos centímetros de su cara no daba crédito a que lo veían sus ojos.

Mi mujer se había follado ya numerosas pollas y algunas de considerables tamaños pero me dijo que nada comparable a semejante monstruosidad. No la abarcaba con la mano de grosor y agarrándola con las 2 manos le quedaba espacio casi para otras 2.

Se quedó tan sorprendida que no supo ni cómo reaccionar hasta que el chico le acercó el pollón a la boca. Ella la abrió instintivamente agarrándola con ambas manos y se introdujo en la boca todo lo que pudo pero apenas consiguió meterse un poco más que el capullo. Lo que sí hizo fue recorrerla de arriba a abajo con su lengua hasta los huevos incluidos de forma golosa y lasciva hasta que le chorreó tanto el coño de lo cachonda que estaba que ya no podía esperar más para sentir dentro ese pedazo de carne y se tumbó boca arriba sobre la cama con las piernas bien abiertas dispuesta a recibir esa joya de la naturaleza.

El negrazo no se hizo esperar y se tumbó encima de ella. Le volvió a meter la lengua en la boca, le comía las tetas, le succionaba los pezones pero no acaba de penetrarla. Mi mujer no paraba de jadear, sentía la polla dura como una piedra deslizarse desde el clítoris, pasando por sus labios vaginales hasta la entrada de su coño. Ese roce la estaba matando de gusto, se estaba derritiendo por dentro y sentía como le resbalaban sus propios flujos por su entrepierna.

Hubo un momento en que ya no pudo más y le pidió al chico, casi le suplicó, que la follara ya, que acabara con esa tortura. El mantero no la hizo sufrir más y apoyó la punta de su enorme polla en la entrada de ese chocho palpitante.

"¡Diooos...!" Exclamó mi mujer cuando sintió como le introdujo la punta y la volvió a sacar. El negro volvió al ataque y la penetró un poco más, la volvía a sacar y a la siguiente penetración se la hundía otro poco más. Mi esposa notaba como la iba abriendo cada vez más poco a poco y la iba llenando entera por dentro. Le pedía que siguiera, que no parara, que siguiera metiéndosela hasta el fondo, quería disfrutar de todo ese pollón al completo que parecía no tener fin.

Tras este mete-saca lento y cadencioso el negro se quedó quieto con los brazos estirados y mirándola fijamente a los ojos. Mi mujer se pensaba que ya se la había metido entera por fin pero el tío de un golpe de cadera empujó hasta que sus huevos chocaron con los glúteos y en ese momentó sintió como si la hubieran partido en dos.

El "¡Oooooooh!" que soltó al notar como ese rabo le llegaba a lo más hondo que nunca hubiera llegado otra polla lo debieron de escuchar en todo el edificio. No me supo especificar si ese grito fue de dolor o placer. Al momento el chico se dejó caer sobre ella y se quedó quieto por unos instantes.

He sacado un poco de tiempo para seguir el relato. Seguiremos...
 
EL MANTERO 2

Paso a relatar lo que mi mujer me contó que pasó cuando fue acompañada por el mantero de color cuando estábamos disfrutando de un tranquilo de playa hasta que apareció el susodicho mantero a ofrecernos sus objetos de venta.

Como ya conté, ella y él se fueron juntos al apartamento que habíamos alquilado para ese puente festivo, mi mujer con la intención de recoger más dinero para el bolso que le había gustado y él para hacer sus necesidades. Como comenté, el muchacho parecía un tío legal y buena persona de modo que no me preocupé de que fuera hacerle algo malo a mi mujer y mucho menos de que pudiera pasar algo entre ellos.

Mientras mi esposa rebuscaba en el bolso el chico se fue a mear y ya con el dinero en la mano mi mujer se acercó al baño para decírselo. La puerta estaba abierta y lo que se encontró al asomarse fue al negro de pie frente al lavabo sin camiseta y refrescándose la cabeza y el torso, lógico que estuviera haciéndolo con el calor que hacìa esos días y el sudor que debería de tener acumulado de ir de un lado al otro de la playa con la pesada bolsa de mercancías.

Sin embargo, y en palabras de mi mujer, ese instante fue un momento hipnótico, se quedó un rato, como embobada, observando sin decir palabra simplemente contemplando como ese chico se frotaba ese cuerpo joven y musculoso hasta que este se giró y la vio allí, también de pie, frente a la puerta del baño.

Fue como un hechizo, se quedaron los dos mirándose a los ojos hasta que el chico se acercó a ella. No hubo palabras, éste la abrazó y le plantó un beso en los morros sin ningún pudor. Tampoco hubo rechazo, mi mujer no quería interrumpir ese momento mágico y correspondió a ese beso abriendo la boca y dejándose hacer, sus lenguas entraron en contacto y comenzó una lucha por ver quièn de los dos conseguía introducirla más profundamente en la boca del otro.

Juntaron sus cuerpos, las manos de él fueron a su cintura para bajar inmeditamente a acariciar su culo, las de ella pasaron de abrazar el cuello del chico a agarrar con fuerza sus potentes glúteos y atraerlo hacia sí. En esos primeros momentos de pasión pudo notar la virilidad del chico contra su pelvis.

Mi mujer ya me había puesto los cuernos con otros hombres de color y ya había podido corroborar en primera persona la fama que tienen sobre el tamaño de su miembro. No obstante, en el caso de este moreno y mientras se morreaban delante de la puerta del baño, no dejaba de sentir, a pesar de que llevara aun los pantalones puestos, como la polla del chico no paraba de crecer y crecer y ponerse cada vez más dura.

Siento dejarlo aquí, pensaba haber finalizado el relato en esta segunda parte pero el tiempo o, mejor dicho, la falta de ello, me impide hacerlo. Seguiremos contando...
Me parece que tú señora se va a pegar un atracón de moreno por todos lados, ve acomodandote en la arena que la cosa va para rato
 
EL MANTERO 3

Tras unos minutos comiéndose la boca el uno al otro, el chico cogió a mi esposa y la sentó en el borde de la cama junto a él.

Poco le costó quitarle la blusa que llevaba anudada al cuello para volver a besarla y acaricarle las tetas por encima del bikini.

Fue mi mujer la que se quitó ella misma la parte de arriba del bikini porque según ella tenía los pezones tan duros de la excitación que parecía que le iban a estallar. Antes de dejarse llevar por la lujuria aun tuvo un momento de lucidez para alcanzar el móvil y mandarme un mensaje para decirme que los espera en la playa sin moverme de ahí mientras el negro le quitaba al mismo tiempo la braguita del bikini, la única prenda que le quedaba puesta.

Fue también ella la que ayudó al chico a quitarse el pantalón y los calzoncillos de un solo tirón sentada en la cama y él de pie frente a ella. Cuando vio aparecer ese barrote negro a escasos centímetros de su cara no daba crédito a que lo veían sus ojos.

Mi mujer se había follado ya numerosas pollas y algunas de considerables tamaños pero me dijo que nada comparable a semejante monstruosidad. No la abarcaba con la mano de grosor y agarrándola con las 2 manos le quedaba espacio casi para otras 2.

Se quedó tan sorprendida que no supo ni cómo reaccionar hasta que el chico le acercó el pollón a la boca. Ella la abrió instintivamente agarrándola con ambas manos y se introdujo en la boca todo lo que pudo pero apenas consiguió meterse un poco más que el capullo. Lo que sí hizo fue recorrerla de arriba a abajo con su lengua hasta los huevos incluidos de forma golosa y lasciva hasta que le chorreó tanto el coño de lo cachonda que estaba que ya no podía esperar más para sentir dentro ese pedazo de carne y se tumbó boca arriba sobre la cama con las piernas bien abiertas dispuesta a recibir esa joya de la naturaleza.

El negrazo no se hizo esperar y se tumbó encima de ella. Le volvió a meter la lengua en la boca, le comía las tetas, le succionaba los pezones pero no acaba de penetrarla. Mi mujer no paraba de jadear, sentía la polla dura como una piedra deslizarse desde el clítoris, pasando por sus labios vaginales hasta la entrada de su coño. Ese roce la estaba matando de gusto, se estaba derritiendo por dentro y sentía como le resbalaban sus propios flujos por su entrepierna.

Hubo un momento en que ya no pudo más y le pidió al chico, casi le suplicó, que la follara ya, que acabara con esa tortura. El mantero no la hizo sufrir más y apoyó la punta de su enorme polla en la entrada de ese chocho palpitante.

"¡Diooos...!" Exclamó mi mujer cuando sintió como le introdujo la punta y la volvió a sacar. El negro volvió al ataque y la penetró un poco más, la volvía a sacar y a la siguiente penetración se la hundía otro poco más. Mi esposa notaba como la iba abriendo cada vez más poco a poco y la iba llenando entera por dentro. Le pedía que siguiera, que no parara, que siguiera metiéndosela hasta el fondo, quería disfrutar de todo ese pollón al completo que parecía no tener fin.

Tras este mete-saca lento y cadencioso el negro se quedó quieto con los brazos estirados y mirándola fijamente a los ojos. Mi mujer se pensaba que ya se la había metido entera por fin pero el tío de un golpe de cadera empujó hasta que sus huevos chocaron con los glúteos y en ese momentó sintió como si la hubieran partido en dos.

El "¡Oooooooh!" que soltó al notar como ese rabo le llegaba a lo más hondo que nunca hubiera llegado otra polla lo debieron de escuchar en todo el edificio. No me supo especificar si ese grito fue de dolor o placer. Al momento el chico se dejó caer sobre ella y se quedó quieto por unos instantes.

He sacado un poco de tiempo para seguir el relato. Seguiremos...
Sigue adelante 😎
 
EL MANTERO 4

Como os contaba al final de la anterior parte, el negro, tras clavarle todo el pollón dentro del coño, se tumbó sobre ella y se quedó quieto durante unos instantes. Mi mujer se quedó prácticamente sin respiración al sentir cómo la había abierto por dentro literalmente con semejante barra de hierro candente.

Al poco, el morenazo inició pequeños movimientos de vaivén con su pelvis sacando y metiendo ligeramente su tranca del interior de ella. Si mi mujer había sentido daño cuando le había clavado de golpe buena parte de la polla, ese dolor había quedado disipado pues empezó a emitir pequeños gemidos de placer.

Un rato después el tío se incorporó elevándose con sus potentes brazos. Ahora las penetraciones eran más largas y profundas pero de forma lenta y cuidadosa. Los gemidos se transformaron en jadeos y después en pequeños grititos. Cada vez que le sacaba el pollón casi por entero y se lo volvía a meter mi mujer me contó que le hacía ver las estrellas de puro gusto. Los "¡ah...,ah..., ah...!" que emitía cada vez que sentía al chico dentro de lo más profundo de su ser cada vez iban ganando en intensidad y volumen.

El bombeo fue aumentando de ritmo y velocidad, mi mujer lo ayudaba abriéndose todo lo que podía de piernas, moviéndose acompasadamente con los movimientos de él y agarrándolo de los glúteos y empujándolo hacia ella para sentir más profundamente cada penetración.

A medida que aumentaba el placer ella le pedía más, "¡sigue..., así, más rápido..., más fuerte!" le pedía y el moreno no se hacía de rogar y se la follaba con más potencia y más velozmente hasta llegar a un ritmo frenético que los hacía botar a los dos de la cama.

El orgasmo era inminente, mi mujer empezó a sentir como una corriente eléctrica le recorría todo su cuerpo desde sus partes más íntimas hasta el resto de todos sus músculos y terminaciones nerviosas. Los grititos ya se habían convertido en chillidos mientras el mantero no paraba de clavársela sin descanso. "¡AAaaah..., no pares, no pares..., me voy a correeer...!" le gritaba ella hasta que sucedió lo inevitable. "¡Me... me corrooooooh...! ¡AAAAaaaaaaaoouh...!"

El aullido que soltó mi mujer en el momento de correrse debió de ser de escándalo según me contó, empezó a convulsionar de forma descontrolada como una posesa hasta el punto de que pensaba que se iba a desmayar de gusto. El morenazo por su parte no le dio tregua, continuó con sus embestidas alargando así el orgasmo de ella. Fue una de las corridas más largas e intensas que había sentido hasta la fecha, era como orgasmo continuo que no paraba y que la estaba matando de gusto.

Finalmente el negro explotó dentro de ella rellenándole el coño con leche abundantemente. Mi mujer sintió cada una de sus contracciones recibiendo potentes trallazos de semen que la inundaban por dentro y que le hacían prolongar la sensación de placer.

Una vez hubo descargado, el chico se salió de ella y quedaron los dos tumbados de medio lado frente a frente, mi mujer exhausta pero satisfecha del polvazo que acababa de recibir. Mientras recuperaban la respiración después del esfuerzo él la abrazó y comenzó a besarla y a acariciarla tiernamente, cosa que mi esposa agradeció profundamente.

Más adelante terminaré como fue el final de esta aventura
 
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EL MANTERO 4

Como os contaba al final de la anterior parte, el negro, tras clavarle todo el pollón dentro del coño, se tumbó sobre ella y se quedó quieto durante unos instantes. Mi mujer se quedó prácticamente sin respiración al sentir cómo la había abierto por dentro literalmente con semejante barra de hierro candente.

Al poco, el morenazo inició pequeños movimientos de vaivén con su pelvis sacando y metiendo ligeramente su tranca del interior de ella. Si mi mujer había sentido daño cuando le había clavado de golpe buena parte de la polla, ese dolor había quedado disipado pues empezó a emitir pequeños gemidos de placer.

Un rato después el tío se incorporó elevándose con sus potentes brazos. Ahora las penetraciones eran más largas y profundas pero de forma lenta y cuidadosa. Los gemidos se transformaron en jadeos y después en pequeños grititos. Cada vez que le sacaba el pollón casi por entero y se lo volvía a meter mi mujer me contó que le hacía ver las estrellas de puro gusto. Los "¡ah...,ah..., ah...!" que emitía cada vez que sentía al chico dentro de lo más profundo de su ser cada iban ganando en intensidad y volumen.

El bombeo fue aumentando de ritmo y velocidad, mi mujer lo ayudaba abriéndose todo lo que podía de piernas, moviéndose acompasadamente con los movimientos de él y agarrándolo de los glúteos y empujándolo hacia ella para sentir más profundamente cada penetración.

A medida que aumentaba el placer ella le pedía más, "¡sigue..., así, más rápido..., más fuerte!" le pedía y el moreno no se hacía de rogar y se la follaba con más potencia y más velozmente hasta llegar a un ritmo frenético que los hacía botar a los dos de la cama.

El orgasmo era inminente, mi mujer empezó a sentir como una corriente eléctrica le recorría todo su cuerpo desde sus partes más íntimas hasta el resto de todos sus músculos y terminaciones nerviosas. Los grititos ya se habían convertido en chillidos mientras el mantero no paraba de clavársela sin descanso. "¡AAaaah..., no pares, no pares..., me voy a correeer...!" le gritaba ella hasta que sucedió lo inevitable. "¡Me... me corrooooooh...! ¡AAAAaaaaaaaoouh...!"

El aullido que soltó mi mujer en el momento de correrse debió de ser de escándalo según me contó, empezó a convulsionar de forma descontrolada como una posesa hasta el punto de que pensaba que se iba a desmayar de gusto. El morenazo por su parte no le dio tregua, continuó con sus embestidas alargando así el orgasmo de ella. Fue una de las corridas más largas e intensas que había sentido hasta la fecha, era como orgasmo continuo que no paraba y que la estaba matando de gusto.

Finalmente el negro explotó dentro de ella rellenándole el coño con leche abundantemente. Mi mujer sintió cada una de sus contracciones recibiendo potentes trallazos de semen que la inundaban por dentro y que le hacían prolongar la sensación de placer.

Una vez hubo descargado, el chico se salió de ella y quedaron los dos tumbados de medio lado frente a frente, mi mujer exhausta pero satisfecha del polvazo que acababa de recibir. Mientras recuperaban la respiración después del esfuerzo él la abrazó y comenzó a besarla y a acariciarla tiernamente, cosa que mi esposa agradeció profundamente.

Más adelante terminaré como fue el final de esta aventura
menudo polvazo le dio, se quedaria agusto la golfa
 
EL MANTERO 4

Como os contaba al final de la anterior parte, el negro, tras clavarle todo el pollón dentro del coño, se tumbó sobre ella y se quedó quieto durante unos instantes. Mi mujer se quedó prácticamente sin respiración al sentir cómo la había abierto por dentro literalmente con semejante barra de hierro candente.

Al poco, el morenazo inició pequeños movimientos de vaivén con su pelvis sacando y metiendo ligeramente su tranca del interior de ella. Si mi mujer había sentido daño cuando le había clavado de golpe buena parte de la polla, ese dolor había quedado disipado pues empezó a emitir pequeños gemidos de placer.

Un rato después el tío se incorporó elevándose con sus potentes brazos. Ahora las penetraciones eran más largas y profundas pero de forma lenta y cuidadosa. Los gemidos se transformaron en jadeos y después en pequeños grititos. Cada vez que le sacaba el pollón casi por entero y se lo volvía a meter mi mujer me contó que le hacía ver las estrellas de puro gusto. Los "¡ah...,ah..., ah...!" que emitía cada vez que sentía al chico dentro de lo más profundo de su ser cada iban ganando en intensidad y volumen.

El bombeo fue aumentando de ritmo y velocidad, mi mujer lo ayudaba abriéndose todo lo que podía de piernas, moviéndose acompasadamente con los movimientos de él y agarrándolo de los glúteos y empujándolo hacia ella para sentir más profundamente cada penetración.

A medida que aumentaba el placer ella le pedía más, "¡sigue..., así, más rápido..., más fuerte!" le pedía y el moreno no se hacía de rogar y se la follaba con más potencia y más velozmente hasta llegar a un ritmo frenético que los hacía botar a los dos de la cama.

El orgasmo era inminente, mi mujer empezó a sentir como una corriente eléctrica le recorría todo su cuerpo desde sus partes más íntimas hasta el resto de todos sus músculos y terminaciones nerviosas. Los grititos ya se habían convertido en chillidos mientras el mantero no paraba de clavársela sin descanso. "¡AAaaah..., no pares, no pares..., me voy a correeer...!" le gritaba ella hasta que sucedió lo inevitable. "¡Me... me corrooooooh...! ¡AAAAaaaaaaaoouh...!"

El aullido que soltó mi mujer en el momento de correrse debió de ser de escándalo según me contó, empezó a convulsionar de forma descontrolada como una posesa hasta el punto de que pensaba que se iba a desmayar de gusto. El morenazo por su parte no le dio tregua, continuó con sus embestidas alargando así el orgasmo de ella. Fue una de las corridas más largas e intensas que había sentido hasta la fecha, era como orgasmo continuo que no paraba y que la estaba matando de gusto.

Finalmente el negro explotó dentro de ella rellenándole el coño con leche abundantemente. Mi mujer sintió cada una de sus contracciones recibiendo potentes trallazos de semen que la inundaban por dentro y que le hacían prolongar la sensación de placer.

Una vez hubo descargado, el chico se salió de ella y quedaron los dos tumbados de medio lado frente a frente, mi mujer exhausta pero satisfecha del polvazo que acababa de recibir. Mientras recuperaban la respiración después del esfuerzo él la abrazó y comenzó a besarla y a acariciarla tiernamente, cosa que mi esposa agradeció profundamente.

Más adelante terminaré como fue el final de esta aventura
No tardes en contar el final
 
EL MANTERO 4

Como os contaba al final de la anterior parte, el negro, tras clavarle todo el pollón dentro del coño, se tumbó sobre ella y se quedó quieto durante unos instantes. Mi mujer se quedó prácticamente sin respiración al sentir cómo la había abierto por dentro literalmente con semejante barra de hierro candente.

Al poco, el morenazo inició pequeños movimientos de vaivén con su pelvis sacando y metiendo ligeramente su tranca del interior de ella. Si mi mujer había sentido daño cuando le había clavado de golpe buena parte de la polla, ese dolor había quedado disipado pues empezó a emitir pequeños gemidos de placer.

Un rato después el tío se incorporó elevándose con sus potentes brazos. Ahora las penetraciones eran más largas y profundas pero de forma lenta y cuidadosa. Los gemidos se transformaron en jadeos y después en pequeños grititos. Cada vez que le sacaba el pollón casi por entero y se lo volvía a meter mi mujer me contó que le hacía ver las estrellas de puro gusto. Los "¡ah...,ah..., ah...!" que emitía cada vez que sentía al chico dentro de lo más profundo de su ser cada iban ganando en intensidad y volumen.

El bombeo fue aumentando de ritmo y velocidad, mi mujer lo ayudaba abriéndose todo lo que podía de piernas, moviéndose acompasadamente con los movimientos de él y agarrándolo de los glúteos y empujándolo hacia ella para sentir más profundamente cada penetración.

A medida que aumentaba el placer ella le pedía más, "¡sigue..., así, más rápido..., más fuerte!" le pedía y el moreno no se hacía de rogar y se la follaba con más potencia y más velozmente hasta llegar a un ritmo frenético que los hacía botar a los dos de la cama.

El orgasmo era inminente, mi mujer empezó a sentir como una corriente eléctrica le recorría todo su cuerpo desde sus partes más íntimas hasta el resto de todos sus músculos y terminaciones nerviosas. Los grititos ya se habían convertido en chillidos mientras el mantero no paraba de clavársela sin descanso. "¡AAaaah..., no pares, no pares..., me voy a correeer...!" le gritaba ella hasta que sucedió lo inevitable. "¡Me... me corrooooooh...! ¡AAAAaaaaaaaoouh...!"

El aullido que soltó mi mujer en el momento de correrse debió de ser de escándalo según me contó, empezó a convulsionar de forma descontrolada como una posesa hasta el punto de que pensaba que se iba a desmayar de gusto. El morenazo por su parte no le dio tregua, continuó con sus embestidas alargando así el orgasmo de ella. Fue una de las corridas más largas e intensas que había sentido hasta la fecha, era como orgasmo continuo que no paraba y que la estaba matando de gusto.

Finalmente el negro explotó dentro de ella rellenándole el coño con leche abundantemente. Mi mujer sintió cada una de sus contracciones recibiendo potentes trallazos de semen que la inundaban por dentro y que le hacían prolongar la sensación de placer.

Una vez hubo descargado, el chico se salió de ella y quedaron los dos tumbados de medio lado frente a frente, mi mujer exhausta pero satisfecha del polvazo que acababa de recibir. Mientras recuperaban la respiración después del esfuerzo él la abrazó y comenzó a besarla y a acariciarla tiernamente, cosa que mi esposa agradeció profundamente.

Más adelante terminaré como fue el final de esta aventura
Solo pero no tardes mucho
 
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