EL MANTERO 6
Tras ese segundo magnífico orgasmo mi mujer quedó tumdada sobre el mantero, sin embargo él no había obtenido su premio y si en ese último polvo se había dejado hacer entonces decidió que era el momento de actuar y tomar la iniciativa. El chico comenzó a moverse debajo de mi esposa continuando con las penetraciones mientras se morreaban y a pesar de que ella estaba agotada no paró, siguió aumentando la fuerza y la velocidad de las embestidas hasta que se corrió en el interior del coño de mi esposa.
Después de un rato y recuperaradas las fuerzas aun tuvieron tiempo para volver a la carga y follar como salvajes.
En esta ocasión y tras 2 eyaculaciones al morenazo le costó más correrse pero no por ello dejaba de estar empalmado. Cada poco cambiaba de posición y se la follaba en otra postura. Se folló a mi mujer de nuevo en la posición de misionero, con las piernas sobre sus hombros..., de medio lado en posición de cuchara, tumdada boca abajo, de pie contra la cómoda y como le dio la gana.
A pesar del agotamiento ella no le decía que no a nada, es más le pedía que continuara. "¡Más..., sigue, no pares...,!" le decía la muy puta porque es así como se sintió en manos de ese negro con polla gigante, como un puta, como su
putita que le podía hacer lo que quisiera. O le gritaba "¡dame así..., fuerte, más fuerte, fóllame duro..., más rápido!"
Mi mujer no llegó a experimentar un orgasmo tan intenso como los otros 2 anteriores pero sí que me contó que se corrió en numerosas ocasiones, tantas que perdió la cuenta, eran como pequeños espasmos que se sucedían uno tras otro de forma que parecía un orgasmo continuo que le hacían estar en la gloria de puro gusto.
Lo que no pudieron hacer es que el tío se la follara por el culo, y no fue porque no lo desearan e intentaran, pero cada vez que comenzaba metérsela por su trasero, a pesar de que se lo hubiera dilatado con varios dedos antes, era tal el grosor del cipote que con solo meterle la punta mi mujer chillaba de dolor y le pedía por favor que se la sacara. Así que desistieron y el negraco acabó follándola de rodillas sobre la cama a 4 patas hasta que se corrió a la vez que le metía el dedo pulgar por el culito.
Acabaron los 2 juntos en la ducha enjabonándose, acariciándose y comiéndose a besos, de ahí que mi mujer apareciera con el pelo revuelto y mojado en la playa cuando vinieron a mi encuentro. Aun le regaló una buena mamada mientras les caía el agua por encima y el chico se la volvió a follar metiéndosela por detrás y apoyándola contra la pared pero a pesar del vigor que poseía ya no pudo regar con su semilla a mi querida esposa aunque ella sí que llegó a alcanzar un último orgasmo.
Ya solo me falta contar la llegada de los tortolitos a mí puesto de guardia en la playa y la despedida