Hola a todos, hoy tengo un poco de tiempo para contaros cómo vamos. Seguimos tranquilos, y desde la segunda vez que estuvimos con Ana y Antonio, la pareja malagueña, hace unos días, no hemos vuelto a hacer nada. De momento vamos a seguir de perfil bajo, aunque la verdad es que como estamos más tranquilos, nos apetece probar con una aventura nueva.
Como os dije, tras la sesión en Madrid con los tres tíos, que se nos fue de las manos, nos quedamos un poco tocados (aunque fuese super excitante y morbosa) pero la charla con la psicóloga nos ayudó mucho. Y lo que más nos ha ayudado han sido las charlas con Ana y Antonio, que llevan muchos, muchos años de pareja swinger y nos han ayudado a ver las cosas con perspectiva. El primer día quedamos con ellos en El Tercer Acto, un restaurante bastante chulo de Málaga, elegante. Son una pareja madura, elegante y educada, muy similar a nosotros en muchos aspectos, y creo que por eso hemos congeniado. La idea era simplemente conocernos, charlar un rato y ya iríamos viendo.
Durante la cena nos encontramos muy cómodos, tanto que a los postres les estábamos contando lo que había pasado en Madrid y cómo nos sentíamos sobre ello. Fue divertido porque a la vez que era algo serio, duro, y ellos nos contaban su opinión (y una experiencia relativamente similar hace muchos años), también era morboso y excitante explicarles cómo Carmen se follaba (o más bien ellos se la follaban e ella) a tres tíos de manera salvaje. Podía ver cómo la mirada de Antonio cambiaba según le contábamos cómo había evolucionado nuestra situación, de cero contacto con terceros, hasta el día de Madrid. Fueron extremadamente educados, honestos y muy comprensivos, explicándonos su experiencia y las de otras parejas que habían conocido estos años; algunas terminaban bien, como la suya, otras fatal, con divorcios, depresiones, etc. Una de las cosas que me tranquilizó, aunque suene estúpido, es que más común de lo que parece. Tanto el que haya muchísimas parejas swinger, maridos cuckold, etc, que siempre había pensado que yo era un tío super raro o directamente enfermo, como el que a veces se daban estas situaciones de descontrol, sobre todo en parejas que habían pasado muy rápido de no hacer nada a querer probar muchas cosas. Después de cenar pedimos allí mismo unas copas, charlando de todo un poco, y cuando llegó la hora de irnos, nos dijeron que les habíamos caído muy bien, que congeniábamos mucho y que si queríamos tomar otra copa en su casa. Carmen y yo dudamos por un momento pero al final dijimos que por qué no, estábamos muy a gusto, y después de todo, si no nos apetecía no tenía por qué pasar nada. Cogimos los coches para ir a su casa, y durante el trayecto Carmen y yo nos dijimos que nos lo íbamos a tomar con calma, que estaban siendo muy amables con nosotros y nos llevábamos en la cabeza las cosas mucho más claras, y que nos dejásemos llevar.
Llegamos a su casa, y Antonio nos preparó unas copas y nos sentamos en el salón a seguir charlando, con música tranquila de fondo (cada uno sentando con su pareja). Hablamos prácticamente de todo durante un rato, aunque evidentemente al rato comenzamos a hablar de sexo, contándonos experiencias mutuas. Era claro que estábamos ya todos bastante cachondos, y en un momento dado Ana dijo "vamos a bailar", se levantó y me cogió de la mano y me sacó al medio del salón. Al momento Antonio hizo lo mismo con Carmen. Mi erección era bastante notoria y me estaba rozando a tope con el pubis de Ana, y un rápido vistazo me dejó claro que Antonio estaba igual, pegadísimo a Carmen y con sus manos en la cintura baja, casi el culo. Ahí perdí la noción del tiempo. A los pocos minutos ambas parejas nos estábamos comiendo la boca, pero nada salvaje, más bien tierno, suave. Ana gemía un poco cuando le mordía suave los labios y eso me mata, me pone a mil. En un momento dado me di cuenta que Antonio y Carmen no estaban en el salón, y Ana me pregunto si me molestaba. Le dije que para nada y me cogió de la mano y me llevó al cuarto de matrimonio. Al pasar por el pasillo había otra puerta abierta, y me dio tiempo a ver en un segundo a Antonio sentado en la cama, sin camisa ya, y Carmen de rodillas, evidentemente haciéndole una mamada.
Estuve haciendo el amor con Ana un buen rato, sin prisa. Fue un sexo tranquilo, disfrutado, nada salvaje. Ella se corrió un par de veces, la primera en mi boca, con un mini squirt que me gustó mucho. Y yo me corrí en sus tetas (luego me dijo que la primera vez nunca quería que se corriesen en su boca). Al terminar nos tumbamos en la cama, a descansar y charlar un poco, y se escuchaba claramente cómo Antonio y Carmen seguían follando. Nada especialmente salvaje, parecía, pero podía oír gemir a C. claramente, los golpes rítmicos de un pubis contra el trasero presumiblemente, los gemidos más guturales de Antonio... muy morboso. Ana me dijo que su marido no la tenía especialmente grande o gorda, pero sí tenía un don, el de follar incansablemente sin correrse casi el tiempo que quisiese, así que mejor nos lo tomábamos con calma. Y tanto que con calma... estuvieron follando al menos hora y media, escuché a Carmen correrse tres o cuatro veces, y el tío ahí como un campeón. Al final, por fin, escuchamos cómo el daba un grito y se corría y se hizo el silencio.
Le dije a Ana si le importaba que me diese una ducha, así que me metí en el baño y me duché tranquilamente. Cuando salí, Carmen estaba en la cama tumbada, con una sonrisa enorme. Me dio un beso, me dijo que le había dicho Ana que nos quedásemos a dormir si queríamos y se metió en el baño para ducharse. Al salir me corroboró lo que me había dicho Ana, que de polla iba normalito pero que "follando era un absoluto campeón olímpico". Y que tenía una corrida enorme, muy muy grande, y muy líquida, poco espesa, que le había llamado la atención (se le corrió en estómago y tetas).
En resumen, haber dado con ellos ha sido una absoluta lotería, una completa suerte (de hecho hemos quedado una segunda vez).