¡¡¡Fotazas!!! Pero de las de no pajearse

A mí me parece un sándwich de varias fotos ultra retocadas. A veces no tenemos los elementos para saber si estamos ante una gran fotografía o ante un gran montaje digital, incluso a veces la definición de lo que es fotografia se vuelve muy difusa.
Sí yo fuese un fotógrafo profesional tiraría de todos los recursos posibles para ofrecer el mejor resultado y tener un nivel de productividad óptimo.
Por suerte, solo soy un fotógrafo aficionado y solo se trata de disfrutar y aprender, me gusta la edición, pero mi listón se queda en la plasmación digital de los recursos de los positivistas químicos: edición por zonas, niveles, contraste, saturación y balance de blancos. Sí un día un árbol me impide tomar una fotografía, no se trata de llegar a casa y borrarlo con edición digital, más bien ir al día siguiente con una motosierra...
Puede que me equivoque. Yo diría que es un HDR como el que puse yo de la playa del silencio. Más que nada por la diferencia de movimiento en las nubes. Las bajas es como quedan en una larga exposición. En cambio las altas están nítidas sin movimiento. Luego han tratado el cielo por un lado y lo demás por otro, y a esto último le han desaturado algún canal de color algo parecido. Y por último le han aplicado un viñeteo.
Con los HDR se pueden conseguir fotos que en ese instante sería imposible de otra manera. La cámara no tiene el mismo rango dinámico que nuestro ojo. Luego el resultado puede ser más natural o incluso parecer una ilustración, depende del gusto de cada uno. 😉
 
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En aquellas ruinas de palacios, de pirámides y de templos gigantes, donde crecen polvorientos sicómoros y anidan verdes reptiles, he visto por primera vez una singular mujer a quien sus criados indios, casi estoy por decir sus siervos, llamaban dulcemente la Niña Chole. Me pareció la Salambó de aquellos palacios.

La Niña Chole tenía esas bellas actitudes de ídolo, esa quietud extática y sagrada de la raza maya, raza tan antigua, tan noble, tan misteriosa, que parece haber emigrado del fondo de la Asiria.

Los ojos de la Niña Chole habían removido en mi alma tan lejanas memorias, tenues como fantasmas, blancas como bañadas por luz de luna.

Sonata de Estío. Ramón María del Valle - Inclan.
 

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"En esto, descubrieron treinta o cuarenta molinos de viento que hay en aquel campo; y, así como don Quijote los vio, dijo a su escudero:
–La ventura va guiando nuestras cosas mejor de lo que acertáramos a desear, porque ves allí, amigo Sancho Panza, donde se descubren treinta, o pocos más, desaforados gigantes, con quien pienso hacer batalla y quitarles a todos las vidas, con cuyos despojos comenzaremos a enriquecer; que ésta es buena guerra, y es gran servicio de Dios quitar tan mala simiente de sobre la faz de la tierra.
–¿Qué gigantes? –dijo Sancho Panza.
–Aquellos que allí ves –respondió su amo– de los brazos largos, que los suelen tener algunos de casi dos leguas.
–Mire vuestra merced –respondió Sancho– que aquellos que allí se parecen no son gigantes, sino molinos de viento, y lo que en ellos parecen brazos son las aspas, que, volteadas del viento, hacen andar la piedra del molino."
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“Tocaste las aguas, la quietud de las aguas, y engendraste la
vibración: creciste en círculos: descendiste a los limos: penetraste
en la noche y en la viscosidad: creció lo múltiple:
raíz de engendramiento: tú eres y no eres inmortal.”
J. A. Valente
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