Hace unos días mi esposa me sorprendió con una lencería que me pone muy perro. Me lancé a comerle el coño y después le dije que se pusiera boca abajo y empecé a lamerle el culo. Me puse más caliente que de costumbre y lo lamía con ansias. Ella se retorcía de placer. Yo notaba que le estaba encantado y entonces le dije:
-Te gusta?
-Sí.
-Te gusta que te coma el culo.
-Me encanta
Yo estaba como loco. Como en una nube:
-Dime que te coma el culo.
-Sí.
-Dime que te lo coma.
-Comémelo.
-No. Dilo. Dime cómeme el culo.
Entonces dijo esas palabras que resonaron en mi interior brutalmente.
-Cómeme el culo.
Yo estaba en un éxtasis sobrenatural y empecé a penetrar ese ojete exquisito, lo más dentro que podía permitirme la longitud de mi lengua. Fue una de las experiencias más gloriosas de toda mi vida.
-No puedo más. Me voy a ir.
Después follamos un poco por el coño mientras le metía un dedo por el culo y nos corrimos de una forma impresionante.