Una cosa es imaginar y otra vivir.Te cuento lo que me pasó en un club swinger, y todavía no sé si reírme o preocuparme.
Era una noche normal, fui a un club swinger sin muchas expectativas, simplemente a ver qué pasaba. Ambiente relajado, gente disfrutando, algunas parejas abiertas a jugar, todo bien. Ahí conocí a una parejita, ella súper guapa, unos 35 años, cuerpo brutal, y él un poco mayor, rondando los 40, con pinta de tranquilo.
Después de un rato de charla y un par de copas, ella y yo nos empezamos a calentar. Besos, caricias, todo fluyendo, y él, en todo momento, decía que le daba igual, que solo estaba ahí para ver, que no tenía problemas con eso.
Ya estábamos en una zona más privada, la cosa empezó a subir de nivel, ella estaba completamente entregada, muy metida en el momento, y él seguía en su esquina, mirando sin mucho gesto en la cara. Pero de repente, empezó a ponerse tenso.
Al principio pensé que solo era nerviosismo normal, pero su cara cambió completamente. Empezó a respirar raro, a moverse inquieto, como si algo dentro de él estuviera explotando.
En un segundo pasó de "todo bien" a una mezcla de celos, incomodidad y cabreo mal disimulado. Los ojos se le pusieron raros, como si estuviera conteniendo algo, y ahí supe que la situación se estaba poniendo peligrosa.
No dijo nada, pero su lenguaje corporal gritaba que estaba a punto de perder el control. No sabía si iba a explotar en insultos, en llanto o en violencia, pero no me quedé a averiguarlo.
Me levanté con la excusa de ir al baño, agarré mi ropa rápido y salí de allí sin mirar atrás.
Desde entonces, me quedó claro que no todo el mundo está preparado para el juego swinger, por mucho que crean que sí
Tal vez haya que ir muuuuuy despacio. Consolidando avances y dando tiempo.
Los sentimientos son muy complejos y a veces no nos conocemos bien.