Aquella casa rural...

Me da que Alicia le gusta bastante la marcha y que su novio se tiene que bajar en los marcos de la puerta más de lo que quisiera y no solo por Héctor.....
 
Esperando el siguiente capítulo, i creíble como está la historia!!!
 
¿completará Hector el puzle? La expectativa es grande.... e interesante...
 
Capítulo 11: Será nuestro secreto.
Aún no sé que pudo pasar aquella noche. Años después todavía sigo preguntándomelo. Llegué a un punto en el que pensé en aquella conversación con los dos hombres del bar, ¿Tendría el pueblo aquel algún tipo de magia o historia real de fantasmas? Aún no he encontrado una explicación realista, por eso no descarto nada. Solo sé que tras la entrada en escena de aquellos hombres nada fue igual.

Nos volvimos a agrupar cerca de la zona en la que estábamos. El habernos dispersado unos minutos había hecho que nuestro rincón se hubiese evaporado entre una maraña de gente que ahora lo ocupaba. El local presentaba un aforo que no era ni de lejos lo permitido en época de pandemia. Aquel pueblo parecía una ciudad sin ley, pero a nadie parecía importarle mucho. Seguimos bebiendo. Tenía tantas cosas en la cabeza que ni siquiera recordé que era yo quién conducía de vuelta. Las copas desaparecieron y acabaron transformadas en rondas de chupitos, marca de la casa, que sabían dulce pero te hacían arder por dentro. Preferí no preguntar qué demonios llevaban. Paula y Alicia parecían adictas a aquel sabor, porque no se inmutaban a la hora de ingerirlo. El subidón de alcohol provocó que todos nosotros empezásemos a entrar en calor. Un calor que nos subía desde la boca del estomago hasta la cara. Un calor que hizo que tanto Alicia como Paula empezasen a sentir unas ganas irrefrenables de demostrar sus cualidades a la hora de bailar. Paula era bastante mas pava, pero de vez en cuando, fruto del azar, la salía algún movimiento particularmente sensual. Alicia era todo lo contrario. Su movimiento de cadera era irresistible. Siempre lo había sido. Era que comenzasen a sonar cuatro notas de alguna canción de bachata y que mi sexto sentido se volviese buscándola. Los movimientos de culo eran hipnóticos, sensuales pero para nada obscenos. Aquella noche, el dj me dio dos momentos que se me han quedado grabados a fuego en la memoria. El primero fue un rato después de empezar con los chupitos. De fondo sonaba Borro Cassete, de Maluma. Alicia y Paula se juntaban, metiendo cada una la pierna entre las de la otra. En una actitud juguetona empezaban a bajar el culo suavemente, con los talones pegados al piso y sin dejar de mirarse a los ojos, juntando muchos las caras y sonriéndose mutuamente. Se las veía divertidas, quién sabe si sabedoras del morbo que estaban produciendo a su alrededor. Sonreí viéndolas, no podía hacer otra cosa. Miriam y Jorge, por su parte, estaban algo apagados. Ella, seguramente, por la conversación que acababa de tener con su pareja y él, conociéndolo, había hecho suyo aquel problema. El baile duró un tiempo que a mí se me hizo cortísimo. El dj cambió de canción y ambas se separaron, volviendo hacia la barra. Alicia venía con una sonrisa en la boca. Se acercó a mi y, acercandose otra vez a mi oído para contrarrestar el sonido ambiente me susurro:
-Porqué no me invitas a un chupito... -Cuando separó su cara volví a ver aquella sonrisa. Ahora era yo quien se acercaba a su oreja.
-¿De eso? Si será matarratas...- Dije riendo.
-Anda, que dices, si esta buenismo.

Me convenció y pedí un par. Esta vez era mas fuerte el sabor a piruleta, quizá porque el alcohol o la colonia que usaban de mezcla estaba empezando a escasear.
Ahí llegó el segundo momento de la noche. La música paró en secó, con un efecto cutre, y empezó a sonar Eres mía de Romeo Santos. Los ojos de Alicia hicieron chirivitas.

-¡Ay, me encanta esta canción!- dijo tirando de mí lejos de la barra. Mientras caminaba comprobé como Paula estaba sentada en los sillones laterales, junto a uno de los tíos de antes. Ambos tenían una actitud muy confidente. Sonreían y cuchicheaban. Ella estaba girada, con una pierna cruzada sobre otra, mostrando muslo al resto.

Alicia me hizo volver a ella. No sé si adrede o sin saber lo que estaba haciendo su amiga.

-Agárrame.- me cogió el brazo fuerte y me lo llevó a su cuerpo. Me moría de ganas de bailar con ella, aunque las disimulé bastante bien. Tanto, que cuando quise poner la mano en su cintura fue ella quien me la bajo hasta la altura de la cadera, rozando ligeramente con parte de su culo.
Empezó a moverse. Lo hacía bien. Alargaba el cadereo mas que de costumbre, quizá llevada por la desinhibición provocada por el alcohol. Encontramos el compás pronto. Ambos nos movíamos como si fuésemos uno. Ella me miraba sonriendo, mitad satisfecha mitad divertida.

-Me encanta como bailas en serio, cuesta encontrar tíos así.
Sonreí y dibujé un tímido gracias con los labios. Ella se dejó llevar por la música y me dio la espalda. Puso el culo contra mí y empezó a moverse al ritmo de la música haciendo círculos con la cintura. Fueron unos segundos, suficientes para ponerme duro. Y ella lo sabía. Cuando la música cambió ella paró. Ya llevaba un rato de frente a mí y se puso de puntillas para darme un beso amistoso en la mejilla. Volvímos a la barra, con ánimo de pedir otra, y fue ahí cuando reparé en Paula.

-Oye, ¿Y Paula?- le dije a Alicia.
Ella giró el cuello y comenzó a buscar a su amiga por todo el local, pero no se veía a nadie que se le pareciese. Comencé a ponerme nervioso. Hasta Alicia lo notó.

-Bueno, no pasa nada, ya vendrá.- dijo tratando de calmarme, aunque era evidente que ella también estaba algo preocupada.

-Tenemos que buscarla. No me jodas que no nos ha pasado nada y justo es en la última noche...- Ella me paró.

-Bueno, estate tranquilo. Calmate y sal fuera, vamos a ir a buscarla. Yo hablo con Jorge y Miriam. A ver que me invento para no preocuparles.

Salí del local con el corazón a mil por hora. Recordé la última vez que la vi, junto a ese hombre, y me esperé lo peor. Sentado en el coche mientras esperaba a Alicia dudé si llamar a Mario. Aborté en el último momento, cuando ya tenía su contacto seleccionado en la agenda. Alicia salió algo mas serena que yo. Se montó en el asiento del copiloto y bajé ambas ventanillas. Ninguno de los dos dijimos nada. Arranqué y comencé a deambular. No sabía hacia dónde podría haber ido, tampoco me conocía el pueblo, pero teníamos que hacer algo. Dimos un par de vueltas por las calles céntricas por las que habíamos pasado esos días a la hora de hacer compras, pero ni rastro. Acabamos otra vez en la discoteca.
Alicia sacó el teléfono para llamar a Mario, pero esta vez fui yo quien actuó con mas serenidad. Alargué la mano e impedí que siguiese buscando en su agenda.
-Espera. Mira allí.- Señalé una calle al fondo en la que no habíamos reparado antes. El alumbrado comenzaba a escasear a medida que se avanzaba. Según nos acercabamos empezamos a escuchar voces, aunque a un volumen tan bajo como para no poder entender lo que decían. Fue ahí cuando lo vi. Al fondo la calle asfaltada acababa y comenzaba una parte de camino en la que el piso era de tierra. Una furgoneta Berlingo estaba estacionada justo bajo la última farola antes de entrar en la oscuridad del campo. Estaba aparcada de lado, por lo que la puerta lateral se podía ver perfectamente. Estaba abierta y pude distinguir siluetas. Me acerqué sin acelerar mucho, dejando que el coche cogiese inercia. Cuando tuve bastante visión paré. Un hombre nos daba la espalda. Delante de él se podía ver el pelo largo moreno de lo que parecía ser una chica, inclinada como buscando algo dentro de la furgoneta. De pronto el tío comenzó a desabrochar y dejar caer su pantalón. El cuerpo se me congeló cuando escuché a aquella muchacha hablar:
-Pero ponte condón eh..- Era la voz de Paula, que se giraba hacia aquel tipo. Me quedé blanco. Pude ver el top blanco de ella ligeramente bajado y sus pechos saliendo a través del escote.

-Que sí, que sí...-decía aquel tío, manipulando algo con una mano mientras con la otra empezaba a bajar aquel short con apariencia de falda. Una segunda voz masculina rompió el silencio.
-Tu tranquila, que no queremos que lo pases mal. Y ahora chupa, cariño, que lo haces de puta madre.- dos manos salían de la oscuridad del interior y sujetaban la cabeza de Paula que volvía a introducirse en el habitáculo y comenzaba a mover el cuello adelante y atrás.


Abrí la puerta y la luz del interior del coche se encendió. Hice ademán de salir, pero la mano de Alicia me frenó.

-Eh, ¿Dónde vas? Cierra la puerta.- Dijo muy seria.
-A parar eso.- solté convencido.
-¿Por qué? -me seguía mirando seria.
-¿Como que porque? ¡Se la están follando dos tíos!
-Ya. La gente folla, Hector. No veo que necesite ayuda, mas bien que no la corten el rollo.
Volví a mirar la escena. Paula estaba moviendo la cabeza con buen ritmo mientras el otro tipo ya había bajado el short y estaba haciendo lo propio con el tanga. Masturbó ligeramente a mi amiga con dos dedos y después busco acomodo para su polla en aquel interior. Con un buen empujón de riñones la metió de golpe. Escuché un jadeo de ella chocarse con el abdomen del otro tío.

-Madre mía, nena. ¿De donde has salido tú?- dijo el que nos daba la espalda con voz de baboso comenzando a empujar.

Ella no respondió. El que si lo hizo fue el otro hombre.

-Pues no sé, pero vamos... Te han tenido a pan y agua, eh. No veas con que ganas comes cariño...uff..-De dentro de la furgoneta salió un brazo cuya mano agarró la cabellera de mi amiga y empezó a marcar un ritmo.

No daba crédito.

-Y... ¿Y Mario?

Alicia se giró en su asiento, clavando una de sus rodillas en él y me susurró al oído.

-Mario no tiene porque enterarse... Será nuestro secreto.

Una de sus manos desabrochó con delicadeza mi pantalón y se metió en mi boxer.

Miraba la escena sin saber que decir mientras Alicia empezaba a pajearme.
 
Última edición:
Me parece que otra vez va a tener sexo con Alicia. Y es inexplicable la actitud de Alicia y de Paula y no parece que sus relaciones vayan a tener mucho recorrido.
Y encima a Héctor lo ponen entre la espada y la pared de si contarlo o no a su amigo Mario.
A parte de eso, no me gustan nada esos 2 tíos, y la frase del principio del capítulo de que nada fue igual desde entonces, es interesante. A ver qué pasa ahora.
 
Paula de tranquila no tiene nada.
Ha terminado con 2 tipos que ni siquiera conoce fallando.
Alicia y Hector van a repetir viendo como se follan a Paula.
A Paula y Alicia sus relaciones están a punto de terminar.
Por otro lado Miriam y Carlos se quedaron solos en la disco, harán ellos algo?
A esperar el siguiente capitulo.
 
Última edición:
Paula devtranquila no tiene nada.
Ha terminado con 2 tipos que ni siquiera conoce fallando.
Alicia y Hector van a repetir viendo como se follan a Paula.
A Paula y Alicia sus relaciones están a punto de terminar.
Por otro lado Miriam y Carlos se quedaron solos en la disco, harán ellos algo?
A esperar el siguiente capitulo.
A mí me da que Alicia termina su relación y empieza algo con Héctor. Se ve de lejos que hay una clara atracción entre los dos.
 
Capítulo 11: Será nuestro secreto.
Aún no sé que pudo pasar aquella noche. Años después todavía sigo preguntándomelo. Llegué a un punto en el que pensé en aquella conversación con los dos hombres del bar, ¿Tendría el pueblo aquel algún tipo de magia o historia real de fantasmas? Aún no he encontrado una explicación realista, por eso no descarto nada. Solo sé que tras la entrada en escena de aquellos hombres nada fue igual.

Nos volvimos a agrupar cerca de la zona en la que estábamos. El habernos dispersado unos minutos había hecho que nuestro rincón se hubiese evaporado entre una maraña de gente que ahora lo ocupaba. El local presentaba un aforo que no era ni de lejos lo permitido en época de pandemia. Aquel pueblo parecía una ciudad sin ley, pero a nadie parecía importarle mucho. Seguimos bebiendo. Tenía tantas cosas en la cabeza que ni siquiera recordé que era yo quién conducía de vuelta. Las copas desaparecieron y acabaron transformadas en rondas de chupitos, marca de la casa, que sabían dulce pero te hacían arder por dentro. Preferí no preguntar qué demonios llevaban. Paula y Alicia parecían adictas a aquel sabor, porque no se inmutaban a la hora de ingerirlo. El subidón de alcohol provocó que todos nosotros empezásemos a entrar en calor. Un calor que nos subía desde la boca del estomago hasta la cara. Un calor que hizo que tanto Alicia como Paula empezasen a sentir unas ganas irrefrenables de demostrar sus cualidades a la hora de bailar. Paula era bastante mas pava, pero de vez en cuando, fruto del azar, la salía algún movimiento particularmente sensual. Alicia era todo lo contrario. Su movimiento de cadera era irresistible. Siempre lo había sido. Era que comenzasen a sonar cuatro notas de alguna canción de bachata y que mi sexto sentido se volviese buscándola. Los movimientos de culo eran hipnóticos, sensuales pero para nada obscenos. Aquella noche, el dj me dio dos momentos que se me han quedado grabados a fuego en la memoria. El primero fue un rato después de empezar con los chupitos. De fondo sonaba Borro Cassete, de Maluma. Alicia y Paula se juntaban, metiendo cada una la pierna entre las de la otra. En una actitud juguetona empezaban a bajar el culo suavemente, con los talones pegados al piso y sin dejar de mirarse a los ojos, juntando muchos las caras y sonriéndose mutuamente. Se las veía divertidas, quién sabe si sabedoras del morbo que estaban produciendo a su alrededor. Sonreí viéndolas, no podía hacer otra cosa. Miriam y Jorge, por su parte, estaban algo apagados. Ella, seguramente, por la conversación que acababa de tener con su pareja y él, conociéndolo, había hecho suyo aquel problema. El baile duró un tiempo que a mí se me hizo cortísimo. El dj cambió de canción y ambas se separaron, volviendo hacia la barra. Alicia venía con una sonrisa en la boca. Se acercó a mi y, acercandose otra vez a mi oído para contrarrestar el sonido ambiente me susurro:
-Porqué no me invitas a un chupito... -Cuando separó su cara volví a ver aquella sonrisa. Ahora era yo quien se acercaba a su oreja.
-¿De eso? Si será matarratas...- Dije riendo.
-Anda, que dices, si esta buenismo.

Me convenció y pedí un par. Esta vez era mas fuerte el sabor a piruleta, quizá porque el alcohol o la colonia que usaban de mezcla estaba empezando a escasear.
Ahí llegó el segundo momento de la noche. La música paró en secó, con un efecto cutre, y empezó a sonar Eres mía de Romeo Santos. Los ojos de Alicia hicieron chirivitas.

-¡Ay, me encanta esta canción!- dijo tirando de mí lejos de la barra. Mientras caminaba comprobé como Paula estaba sentada en los sillones laterales, junto a uno de los tíos de antes. Ambos tenían una actitud muy confidente. Sonreían y cuchicheaban. Ella estaba girada, con una pierna cruzada sobre otra, mostrando muslo al resto.

Alicia me hizo volver a ella. No sé si adrede o sin saber lo que estaba haciendo su amiga.

-Agárrame.- me cogió el brazo fuerte y me lo llevó a su cuerpo. Me moría de ganas de bailar con ella, aunque las disimulé bastante bien. Tanto, que cuando quise poner la mano en su cintura fue ella quien me la bajo hasta la altura de la cadera, rozando ligeramente con parte de su culo.
Empezó a moverse. Lo hacía bien. Alargaba el cadereo mas que de costumbre, quizá llevada por la desinhibición provocada por el alcohol. Encontramos el compás pronto. Ambos nos movíamos como si fuésemos uno. Ella me miraba sonriendo, mitad satisfecha mitad divertida.

-Me encanta como bailas en serio, cuesta encontrar tíos así.
Sonreí y dibujé un tímido gracias con los labios. Ella se dejó llevar por la música y me dio la espalda. Puso el culo contra mí y empezó a moverse al ritmo de la música haciendo círculos con la cintura. Fueron unos segundos, suficientes para ponerme duro. Y ella lo sabía. Cuando la música cambió ella paró. Ya llevaba un rato de frente a mí y se puso de puntillas para darme un beso amistoso en la mejilla. Volvímos a la barra, con ánimo de pedir otra, y fue ahí cuando reparé en Paula.

-Oye, ¿Y Paula?- le dije a Alicia.
Ella giró el cuello y comenzó a buscar a su amiga por todo el local, pero no se veía a nadie que se le pareciese. Comencé a ponerme nervioso. Hasta Alicia lo notó.

-Bueno, no pasa nada, ya vendrá.- dijo tratando de calmarme, aunque era evidente que ella también estaba algo preocupada.

-Tenemos que buscarla. No me jodas que no nos ha pasado nada y justo es en la última noche...- Ella me paró.

-Bueno, estate tranquilo. Calmate y sal fuera, vamos a ir a buscarla. Yo hablo con Jorge y Miriam. A ver que me invento para no preocuparles.

Salí del local con el corazón a mil por hora. Recordé la última vez que la vi, junto a ese hombre, y me esperé lo peor. Sentado en el coche mientras esperaba a Alicia dudé si llamar a Mario. Aborté en el último momento, cuando ya tenía su contacto seleccionado en la agenda. Alicia salió algo mas serena que yo. Se montó en el asiento del copiloto y bajé ambas ventanillas. Ninguno de los dos dijimos nada. Arranqué y comencé a deambular. No sabía hacia dónde podría haber ido, tampoco me conocía el pueblo, pero teníamos que hacer algo. Dimos un par de vueltas por las calles céntricas por las que habíamos pasado esos días a la hora de hacer compras, pero ni rastro. Acabamos otra vez en la discoteca.
Alicia sacó el teléfono para llamar a Mario, pero esta vez fui yo quien actuó con mas serenidad. Alargué la mano e impedí que siguiese buscando en su agenda.
-Espera. Mira allí.- Señalé una calle al fondo en la que no habíamos reparado antes. El alumbrado comenzaba a escasear a medida que se avanzaba. Según nos acercabamos empezamos a escuchar voces, aunque a un volumen tan bajo como para no poder entender lo que decían. Fue ahí cuando lo vi. Al fondo la calle asfaltada acababa y comenzaba una parte de camino en la que el piso era de tierra. Una furgoneta Berlingo estaba estacionada justo bajo la última farola antes de entrar en la oscuridad del campo. Estaba aparcada de lado, por lo que la puerta lateral se podía ver perfectamente. Estaba abierta y pude distinguir siluetas. Me acerqué sin acelerar mucho, dejando que el coche cogiese inercia. Cuando tuve bastante visión paré. Un hombre nos daba la espalda. Delante de él se podía ver el pelo largo moreno de lo que parecía ser una chica, inclinada como buscando algo dentro de la furgoneta. De pronto el tío comenzó a desabrochar y dejar caer su pantalón. El cuerpo se me congeló cuando escuché a aquella muchacha hablar:
-Pero ponte condón eh..- Era la voz de Paula, que se giraba hacia aquel tipo. Me quedé blanco. Pude ver el top blanco de ella ligeramente bajado y sus pechos saliendo a través del escote.

-Que sí, que sí...-decía aquel tío, manipulando algo con una mano mientras con la otra empezaba a bajar aquel short con apariencia de falda. Una segunda voz masculina rompió el silencio.
-Tu tranquila, que no queremos que lo pases mal. Y ahora chupa, cariño, que lo haces de puta madre.- dos manos salían de la oscuridad del interior y sujetaban la cabeza de Paula que volvía a introducirse en el habitáculo y comenzaba a mover el cuello adelante y atrás.


Abrí la puerta y la luz del interior del coche se encendió. Hice ademán de salir, pero la mano de Alicia me frenó.

-Eh, ¿Dónde vas? Cierra la puerta.- Dijo muy seria.
-A parar eso.- solté convencido.
-¿Por qué? -me seguía mirando seria.
-¿Como que porque? ¡Se la están follando dos tíos!
-Ya. La gente folla, Hector. No veo que necesite ayuda, mas bien que no la corten el rollo.
Volví a mirar la escena. Paula estaba moviendo la cabeza con buen ritmo mientras el otro tipo ya había bajado el short y estaba haciendo lo propio con el tanga. Masturbó ligeramente a mi amiga con dos dedos y después busco acomodo para su polla en aquel interior. Con un buen empujón de riñones la metió de golpe. Escuché un jadeo de ella chocarse con el abdomen del otro tío.

-Madre mía, nena. ¿De donde has salido tú?- dijo el que nos daba la espalda con voz de baboso comenzando a empujar.

Ella no respondió. El que si lo hizo fue el otro hombre.

-Pues no sé, pero vamos... Te han tenido a pan y agua, eh. No veas con que ganas comes cariño...uff..-De dentro de la furgoneta salió un brazo cuya mano agarró la cabellera de mi amiga y empezó a marcar un ritmo.

No daba crédito.

-Y... ¿Y Mario?

Alicia se giró en su asiento, clavando una de sus rodillas en él y me susurró al oído.

-Mario no tiene porque enterarse... Será nuestro secreto.

Una de sus manos desabrochó con delicadeza mi pantalón y se metió en mi boxer.

Miraba la escena sin saber que decir mientras Alicia empezaba a pajearme.
Los verdaderos caballeros no hablan de lo que ocurre en ciertas noches.
 
CAPITULO 12: AQUELLA CASA RURAL.

Alicia se esforzaba con la masturbación. Su mano era delicada y sensual, acariciaba con suavidad mi polla y la trataba con esmero, pero los movimientos eran bastante desacompasados e irregulares. Las pajas no eran lo suyo. Quería frenar aquello. Puede sonar hipócrita, porque había hecho lo mismo días atrás, e incluso podría decirse que en ese momento lo estaba repitiendo, pero me fastidiaba que a un colega mío le pusiesen los cuernos.
En mi cabeza me repetía constantemente la frase "Venga, ahora" pero nunca lo hacía. Estaba paralizado. Sin poder moverme mientras no quitaba ojo de lo que unos metros mas adelante sucedía. El tío de dentro de la furgoneta se echó hacia detrás y sacó la polla de la boca de Paula. Supuse que se había corrido. El de detrás empezó a subir el ritmo de la embestida, provocando que Paula comenzase a emitir unos gemidos que empezaban a escucharse a mayor volumen, fruto de que ya no tuviese la boca a medio tapar. Vi las tetas de ella rebotar con cada empujón y mi polla pasó de estar morcillona a coger un nivel mas alto de empalme. Alicia sonrío picaramente. Se acercó a mi oreja y susurró.

-¿Has visto? No lo está pasando mal. No tienes porqué meterte en una relación, nadie te va a dar las gracias por decirlo y te vas a buscar un lío. Es la primera vez, en cinco años, que folla con otro que no sea Mario.
-Me quieres decir que la primera vez que pones los cuernos a tu pareja lo haces en un trío con dos maduros...- Dije planteando mi seria duda.
-No te lo quiero decir, te lo digo.
No me dejó responder. En su lugar empezó a darme besos por detrás de la oreja. Aplastaba el lóbulo con sus labios y después lo mordía con suavidad. La erección volvió a crecer en su mano. Volvía a sonreír y se lanzó a besarme.

No se cuanto tiempo estuvimos así, comiéndonos la boca apasionadamente pero manejando bien los tiempos. Solo sé que ya lo que ocurría fuera de ese coche dejó de interesarme.
Después de haber jugado un buen rato con su lengua en el interior de mi boca, ella se apartó.
-Entonces qué, ¿Hay trato?- Dijo clavándome sus ojazos marrones que brillaban por efecto del pedo.
-Hay trato.- Alargué la mano por debajo del asiento y apreté la palanca, corriendo este hasta el fondo.
Ella me miró y volvió a mostrarme su sonrisa. Se colocó de rodillas en el asiento y agachó la cabeza buscando mi entrepierna. Note la humedad de su boca engullendo mi miembro duro y solté un jadeo. Ella hizo dos mamadas rápidas, subiendo y bajando la cabeza, dejando entrar y salir a la polla de su interior, mientras que, a la vez, su lengua iba haciendo círculos en el tronco. Se sacó la polla de la boca, supuse que para tomar un poco de aire, pero no dejó de lamerla como si esta fuese uno de esos helados de hielo con sabor. Alargué la mano y la quité todo el pelo que pude de la cara, quería verla bien. Una de las cosas que siempre me habían dado morbo de ella era la cara, sobre todo maquillada. Tenerla ahí, con esos labios rojos engullendo mi polla después de una noche de fiesta era algo que, hasta entonces, solo tenía lugar en mis fantasías mas intimas. Tras haber tomado aire, volvió a la carga. Engulló mi polla y comenzó a mover la cabeza con mas intensidad. Con ganas, pero con unos visibles intentos por disfrutar también de aquel momento. Duré poco. Tras unos minutos un gemido reventó en el interior del coche y dos chorros de semen salieron disparados en el interior de la boca de Alicia.

-Dios..- me salió decir cuando me vacié.
Volví a mirarla mientras se limpiaba las comisuras sonriendo. Tenía el pintalabios bastante corrido por los laterales de la boca.
-Mira que me duras poquito, eh..- dijo mas satisfecha que decepcionada.
-No me la chupes así de bien y duraré mas.
Ambos empezamos a reírnos.
Por inercia miré al frente. Paula ahora estaba ya mas metida en la furgoneta, con las rodillas clavadas en los asientos, medio a cuatro patas. Ahora era el otro tipo el que se afanaba, con duros golpes de riñon, en enseñarle a mi amiga cuanto le había puesto esa noche.
Alicia, no sé si con un puntito de celos o pretendiendo dar intimidad a su amiga. me giró la cara.
-Te debo una, ¿No?
-¿Como? No entiendo..- dije con cara de extrañeza.
-La última vez me follaste tu...- no tuve tiempo de responder. Ella se bajo la cremallera trasera del short y lo quito, dejandolo salir por los pies. Ya en tanga, se subió a horcajadas sobre mí.

Hubiéramos estado mas cómodos en el asiento trasero, seguro. Pero bajarnos en ese preciso instante hubiera supuesto un ruido que probablemente cortase el rollo a nuestra amiga y sus compañeros de batalla. Ella se dejó caer sobre mí y comenzó a menearse suavemente, a la par que me besaba. Su rajita se frotaba contra mi polla y comenzaba a ponerla erecta. Solamente la fina tela del tanga impedía penetrarla en ese momento. Pensé en la anterior vez, después de aquella ducha, y la frené suavemente.
-No tengo condones...
Ella me miró y susurró.
-No pasa nada, tomo la píldora.
Aquella frase me puso mas a cien todavía. Con cuidado le quite la blusa que llevaba, intentando no dañar una tela que parecía bastante fina y amenazaba con romperse en cualquier momento. Debajo llevaba un sujetador palabra de honor color carne, elegante a la par que sexy. Saqué sus pechos por encima, sin quitarlo, y comencé a comerle las tetas con pasión. Lamía los pezones y los babeaba, e incluso los acababa mordiendo, provocando que ella emitiera diversos gemidos que aumentaban la humedad en su tanga. Con suavidad entre ambos quitamos el tanga. Yo usando las manos y ella acomodando el cuerpo para que la prenda saliese sin oposición. Agarró mi polla con su mano y la fue dirigiendo a la entrada de su sexo. Sin miramientos la engulló, gimiendo fuertemente mientras entraba. Fue ahí cuando empezó a regalarme una follada para el recuerdo. Los cristales ya se habían nublado por la condensación, así que no había nada que temer por si nos veían desde fuera. Si la follada de Miriam fue salvaje, la de Alicia tuvo componentes mucho mas eróticos. Lentos y suaves. Buscando disfrutar y no una corrida automática. No hubo necesidad de hablar para comunicar lo que necesitábamos en ese momento. Nos besábamos cuando había que hacerlo. La azotaba cuando notaba que el ritmo y el polvo lo pedía. Y nos jadeábamos a la vez, boca con boca, algo que me dio especialmente morbo. No se limitaba a moverse arriba y abajo, sino que meneaba las caderas delante y atrás provocando que su clitorís se rozase directamente con mi glande.
Cuando ella quiso, aumentó el ritmo y provocó que yo me viniera completamente dentro de ella. Como en la anterior vez, no paró. Aprovechó la ligera erección que me quedaba y acabó dándose placer hasta correrse a chorros sobre mí, con un espectacular gemido que me volvió a levantar la polla.

Nos besamos apasionadamente después de acabar y nos vestimos. Miré otra vez al frente y vi que la furgoneta echaba a andar. Les seguí hasta la puerta del pub en el que estábamos y vimos a Paula bajarse.

-Déjame hablar con ella.- Dijo Alicia y sin tiempo para responder se bajó del coche y fue tras su amiga, abordándola antes de que entrase.

Nunca supe lo que hablaron. Tan solo pude montarme mis historias viendo las caras que Paula ponía. Supuse que Alicia le había contado que ella había visto todo y que no iba a hablar. Nunca supe si lo que había pasado entre Alicia y yo en aquel viaje lo sabía alguien mas.

Años mas tarde y a la hora de escribir estas líneas ambas parejas siguen juntas y felices. Miriam, a pesar de tener algún que otro roce con su novio, también sigue con él y jamás hemos vuelto a tener una complicidad parecida a la de aquellos días. No sé si aquellos días abrieron la lata para que mis amigas siguiesen haciendo de las suyas en otras ocasiones, lo único que puedo decir a ciencia cierta es que jamás olvidaré "AQUELLA CASA RURAL."


FIN
 
La verdad es que me hubiera gustado que el protagonista hubiera empezado algo con Alicia o Miriam, porque a las 2 le gustaba Héctor.
No entiendo muy bien como Alicia puede seguir con su novio cuando ha tenido 2 encuentros sexuales con Héctor. Pero bueno, cada uno es como es.
 
Hubiera preferido que Miriam hubiera dejado a su novio controlador y machista, e iniciara algo con Héctor.
 
Por ejemplo. No tiene mucho sentido que siga con el.
Tampoco le veo yo mucho sentido a las otras 2 parejas, que le fueron infieles. No sé, yo veía más as atracción de Alicia con Héctor que con su novio.
Aunque no lo vamos a saber, supongo que Héctor estará con alguien.
 
Hector y Alicia dobletearon en el viaje.

Paula y su trío con los 2 señores, su primera infelicidad, suena raro que lo sea, pero quien sabe. Una lástima para hector que no la logro catar en el viaje.

Miriam y Carlos que abra sido de ellos esa última noche habrá terminado pasando algo o nada?

En reumidas cuentas las 3 son unas perderás que les sacan la vuelta a sus parejas y que eso a continuado después de ese viaje es lo más seguro.

Lastima que Hector no haya terminado en una relación con ninguna de las 3, pero mejor así porque si las 3 son infieles lo más seguro que si Hector terminaba en una relación con alguna de las 3, lo más seguro es que a él también le crezcan los cuernos en algún momento.
 
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