En este capítulo me he pasado del límite que permite esta web en un solo post así que lo he dividido en dos
64 (1)
Al día siguiente.
Carlos
Miré el móvil y me extrañó que la llamada fuera de Silvia, era raro que me llamara al móvil y no por el ordenador. Contesté:
- Hola, Silvia ¿Para algo?
- Hola, Carlos… Sí, ha pasado algo
Rápidamente me asusté y pregunté temeroso:
- ¿Gema está bien?
- Sí, sí, es… es Laira
Durante un par de segundos no supe de quien hablaba porque lo primero que pensé es que menos mal que no era la niña. Entonces reaccioné:
- ¿Laira? ¿La chica que nos ayudó con…?
- Sí ¿Puedes venir?
- ¿Ahora? ¿Dónde?
- Te paso la dirección ¿Puedes venir?
- Pero ¿Qué pasa?
- Le han dado una paliza
- Joder… Sí, voy ahora mismo
Me despedí de Silvia y me levanté rápido. Fui con los chicos y les dije:
- Cris, Héctor, tengo que salir, os quedáis al cargo de todo ¿Vale?
Cris me miró extrañada pero asintieron. Me fui rápido a mi coche.
Cuando llegué a la dirección que me había dado Silvia, llamé a la puerta. Abrió Silvia que me dijo:
- Está muy mal
- Pero ¿Qué ha pasado?
- Carmen
Sentí dolor y furia por dentro al escuchar ese nombre. Silvia me llevó a una habitación y allí me quedé horrorizado al ver a Laira en la cama con el rostro lleno de moratones, y a una chica muy joven y pálida a su lado, llorando sin parar.
Me acerqué a la cama y Laira me miró, y sonriendo tristemente dijo:
- Es culpa mía
Y quiso explicarme pero le dije que después. Primero había que llevarla a un médico. Ella negó y dijo que tenía miedo de ir a un hospital. No entendía nada pero dije de llamar a un médico para que viniera. Conocía a alguien que seguro que me podía conseguir una rápida visita a domicilio. Salí de la habitación e hice una llamada.
El médico llegó media hora después. Mientras esperábamos, Laira, la chica y Silvia me habían puesto al corriente. Yo quería llamar a la policía pero Laira se negaba, decía que la devolverían a su país y no quería, se negaba en redondo. Cuando el médico salió de la habitación nos tranquilizó diciendo que no tenía nada roto, muchas contusiones pero nada roto. Nos indicó que hacer para los moratones, que comprar, y luego se fue. Silvia también se fue al poco, tenía que recoger a Gema, pero nos dejó dicho llamarla con cualquier cosa. Laira se durmió tras tomarse las medicinas para el dolor, y me quedé solo con la chica, Yolanda, que empezó a contarme más cosas entre lloros.
Me indigné con la historia de Yolanda, una chica tan joven y guapa, y como Carmen la había llevado por ese camino. Yolanda no se quería ir a su casa, no quería dejar sola a Laira y tenía miedo de Carmen, y con razón visto lo visto. Además, la pobre también se encontraba mal y me dijo que tenía algo de mono, que con los nervios se había dejado sus pastillas en su casa. Se tomó un calmante y se acostó al lado de Laira, quedándose dormida rápidamente.
Entonces empecé a tomar decisiones. La policía estaba descartada porque Laira era ilegal y, además, no teníamos forma de probar que la paliza era cosa de Carmen y el chulo, tenía que pensar en algo. Sabía que esa casa era algo muy temporal, no podían quedarse allí. Tampoco podían irse a casa de Yolanda porque Carmen y el chulo podrían ir, y no las podía llevar conmigo o a mi casa del campo, por si Carmen mandaba a alguien a buscarlas ahora que sabía mi relación con Laira, así que tras unas llamadas, alquilé una casa en el campo, cerca de la mía. Las llevaría cuando se despertaran.
Esperé unas dos horas hasta que Yolanda se despertó y le expliqué el plan. La chica, sin conocerme de nada, estaba totalmente superada por los acontecimientos y viendo que Laira confiaba en mí, se dejó convencer sin problemas. Además, le insistí para que llamara a su madre, que estaría nerviosa sin saber de ella. Y en efecto, la madre estaba de los nervios, y más cuando Yolanda se puso a llorar sin ser capaz de hablar y me tuve que poner al teléfono. La madre, en cuanto me escuchó, se puso en alerta:
- ¿Y usted quién es?
- Me llamo Carlos, y soy un amigo de una amiga de…
- No lo conozco
- En efecto
- Y su voz… es mayor que mi hija
- Sí
La mujer se calló. Pensé que estaría pensando que me acostaba con su hija y le dije:
- Señora, hoy he conocido a su hija, no tengo ninguna relación con ella
- Pero…
- Sé que todo esto es muy raro pero su hija está en problemas y la quiero ayudar por…
- No lo conozco, no puedo confiar en usted
- Lo entiendo, lo entiendo… Miré, venga usted aquí y le contamos todo
Yolanda negaba con la cabeza pero le dije en voz baja:
- Tu madre se va a enterar de todo, Carmen irá y ya sabes como es
- Pero… ella no… ella no sabe nada de mi… mi… trabajo y mi relación con Laira, no sabe que soy lesbiana y…
- Lo va a saber de una forma u otra, Yolanda, mejor que sea por ti
Mientras tanto, la madre cada vez más nerviosa, hablaba por el móvil y le dije:
- Mire, venga aquí y hablamos todos, y entonces usted decide
Le di la dirección y la mujer se quedó extrañada y dijo:
- Pero esa casa…
- Sí, me lo ha dicho su hija, es una de las que limpian
- No entiendo nada
- Es complicado, venga usted y se lo explicamos todo
- Mejor que venga Yolanda a casa y…
- No puede ser, la buscan y son gente… gente peligrosa
- Por Dios
Yolanda cogió el móvil y logró convencer a la madre, que a la media hora entraba en la casa mirándome con suspicacia mientras abrazaba a su hija que lloraba sin parar.
Todo lo que le contó Yolanda supuso un shock para la mujer pero lo aguantó con entereza, incluso lo de la prostitución. Cuando Yolanda la llevó a ver a Laira que seguía dormida, solo dijo:
- Pero hija ¿Por qué no me has contado que tus preferencias eran estas? A mí, si eres feliz, me parece bien
Cuando Laira se despertó, nos fuimos de esa casa. Marina, la madre de Yolanda, se encargaría de limpiarlo todo al día siguiente. Las llevé en mi coche a la casa alquilada y luego fui a comprar comida. Cuando volví para dejarles la compra, la madre quería quedarse y cuidar de ellas, pero le dije que no, que yo me encargaría de que tuvieran todo lo necesario, que ella mejor que se fuera a casa y no viniera por si la seguían, y que yo iba a hacer lo mismo, no me fiaba de Carmen.
Tras unas horas, llevé de vuelta a su casa a la madre. Por el camino, la pobre mujer lloró pensando en su hija y en el mundo donde se había visto envuelta. Cuando paré el coche, me dijo:
- Pensará usted que soy muy mala madre
- ¿Nos tuteamos, Marina?
- Bien (con una tímida sonrisa)
La miré. Era una mujer guapa, de unos 40 y pocos. Estaba claro de donde le venía la belleza a Yolanda. Le dije:
- No pienso que seas una mala madre, Marina, Yolanda te ha ocultado todo y…
- Pero yo sabía que pasaba algo y no… no le he insistido y… y… Diossss
Llorando de nuevo. Cuando se calmó, dijo:
- No me preocupa que le gusten las mujeres, eso me da igual, pero lo de prostituirse… Eso no… no…
- Es culpa de esa mujer, Carmen
- Pero… es culpa mía, nunca he tenido dinero y ella tenía su sueño de estudiar y yo no la dejé y…
- Marina, no es culpa tuya, y no vamos a dejar que pase más, las ayudaremos entre todos
Ella se me quedó mirando durante unos segundos y, sabiendo que pensaba, le dije:
- Ya te he contado como Laira me salvó de Carmen, le debo mucho, y no voy a permitir que vuelva a ese mundo, ni ella ni Yolanda a la que he conocido hoy pero que me parece una buena chica
- Lo es
- Pensaremos entre todos como encauzar todo este asunto, pero te aseguro que ellas dos no volverán a ese mundo ni a las drogas, te lo prometo
Marina me miro unos interminables segundos, muy seria, pero entonces tomó una decisión y sonrió, había decidido confiar en mí. Me dijo:
- Está bien, no sé por qué pero me pareces un buen hombre, transmites confianza, pero quiero saberlo todo
- Por supuesto, pero no vayas a la casa, y si Carmen u otra gente vienen y hacen preguntas, tú no sabes nada y te debes mostrar muy preocupada por tu hija ¿Vale?
- Eso será sencillo, estoy muy preocupada
Nos miramos, la pobre mujer lo estaba pasando realmente mal. Me volvió a preguntar algo que ya había hecho varias veces:
- ¿Y seguro que la policía no puede detenerlos y…?
- No tenemos pruebas, Marina, y se llevarían a Laira y tu hija se moriría sin ella, ya las has visto
- Ya, pero algo podrán hacer
- No, y creo que Laira correría peligro si vuelve a su país, esta gente son peligrosa, Marina
- Ay, mi Yolanda ¿Cómo se ha metido en todo esto?
- Ya eso no tiene remedio, ahora toca cuidarlas y ayudarlas
- Ya
- Ten cuidado, Marina… Toma, llámame por cualquier cosa
Y le di mi tarjeta donde aparecía mi móvil. Ella la miró y le dije:
- Es de mi trabajo, allí conocí a Carmen
- Ah
- Caí en sus redes, soy muy tonto
- No me pareces nada tonto
Entonces abrió la puerta y salió fuera. Pero antes de irse, se inclinó y me dijo:
- Me pareces buena persona, quizás demasiado
- Ya, normal que desconfíes, es muy normal… Mañana te presentaré a Silvia, ella es la que de verdad nos une a todos en esta historia… Verás que en ella sí podrás confiar sin fisuras
Marina me miró de nuevo durante unos segundos. Era una mujer de mirada intensa, escrutadora. Al final, sonrió tristemente y se despidió. La observé entrar en su portal, estaba abatida.
Los siguientes días fueron extraños. Me sentía observado constantemente al salir a la calle, pero no sabía si era paranoia o no. Marina no había recibido visitas. Silvia se pasaba a diario para estar con las chicas un rato y llevarles lo que necesitaran.
Poco a poco, nos fuimos relajando pero una noche, llamaron a mi puerta. Era Carmen y un negro grande y alto. Entraron en mi casa sin que yo les invitara. Fue una conversación tensa, llena de amenazas. Carmen quería saber donde estaban las chicas. Me hice el loco y no les conté nada, ni siquiera que conocía a Laira, aunque ella me dijo que sabía que yo había contratado a Laira, que era la historia que había improvisado Laira tras escapársele mi nombre y para no involucrar a Silvia. Me amenazaron antes de irse, y Carmen me dejó pensativo con una cosa que me había dicho:
- Esas putillas me dan igual, pero quiero lo que se llevaron. Si las ves, porque te llamaran para pedirte ayuda, diles que me lo den y olvidaremos todo, y si no, atente a las consecuencias, te aseguro que te arrepentirás si esas putas vienen a verte y no me dan lo que quiero
Al día siguiente fui a verlas tras asegurarme que no me seguía nadie. Allí, en el dormitorio, porque Laira seguía sin moverse demasiado por el dolor que sentía en el torso por los golpes, les conté la visita y lo que me había dicho Carmen. Las dos se miraron sin entender nada. Vi que su reacción era genuina, no sabían de qué hablaba. Entonces, Yolanda que estaba bastante afectada por el mono, recordó algo y dijo:
- Oh, cogí una cosa, su portátil, para venderlo
- ¿Lo tienes aún?
- Ehhh, sí, creo que sí, en la bolsa…
Y señaló una bolsa de deporte. Fue y removió un poco las cosas y lo sacó. Les dije que me lo iba a llevar, quería revisarlo.
En casa no me costó nada acceder a su contenido. Lo revisé concienzudamente. Primero accedí a un servidor donde tenían los videos pornos. Vi más videos de Carmen haciendo salvajadas, pero también vi a Yolanda. No me había contado que había grabado pornografía. No quise ver más de sus videos, pero revisé el portátil y encontré más videos y algunos con cosas nauseabundas. No me lo podía creer. Y en algunos de esos videos reconocí a algunos hombres, un concejal, un empresario,… haciendo cosas ilegales junto a Carmen, que aunque llevaba una máscara, era totalmente reconocible por mí. Pensé “Pero Carmen ¿Cómo te has metido en esto?”. Y seguí revisando, y vi que Carmen se comunicaba con un correo que, por las referencias, llegué a deducir que era un famoso político, y que estaban extorsionando a otros políticos y empresarios con esos videos.
Me llevé las manos a la cabeza ¿Cómo podía haberme dejado engañar de esa forma por una persona capaz de hacer esas barbaridades? Con razón Carmen quería recuperar ese portátil.
Carmen
- ¿Y seguro que esa puta niñata no ha ido a su casa?
Dije mirando al hombre de Jamal. Él asintió y Jamal dijo:
- Llevan allí vigilando desde el día siguiente a su huida, y esa casa no tiene más entradas, Carmen
Solté un sonoro “JODER” y Jamal despidió al tío. Cuando estuvimos solos, le dije:
- Mierda, Jamal, pon a más gente a seguir a la madre, a Carlos, a…
- Para, para, Carmen, que esto no es una película, no pudo poner a gente a hacer eso, ya me cuesta una pasta el pavo ese que vigila a la madre y los demás que tengo dando vueltas por los hospitales y clínicas
- Joder, te veo muy tranquilo, parece que no sabes lo que nos estamos jugando, esas estúpidas zorras venderán el puto portátil y quien lo compre mirará el contenido y…
- Tranquila, Carmen, tranquila y piensa, esas dos zorras no tienen pasta, no pueden ir a la poli porque Kiara está ilegalmente y mi contacto allí no sabe nada de ella, no tienen a nadie menos a la familia de Yolanda, al final irán a ver a la madre y entonces las cogeremos, y sufrirán, te lo prometo, sufrirán mucho
- Ya te digo si sufrirán, y lo quiero ver ¿Me oyes? Las quiero ver suplicar y llorar, las muy putas
- Sí, te lo prometo, Carmen
- Joder, pero me preocupa el portátil, Jamal, que está ahí todo, los videos, las extorsiones...
Todo esto de las extorsiones se nos había ido de las manos. Era mucho dinero el que estábamos consiguiendo pero haciendo cosas asquerosas. Cada vez estaba más arrepentida de habernos metido en eso. Le dije a Jamal:
- Cojamos todo el dinero y nos vamos a otro país
- ¿Qué? ¿Estás loca?
- Sí, estoy harta de estas porquerías, no quiero hacerlo más y ya tenemos mucho dinero para irnos y…
- Y en unos años estaremos sin un euro, Carmen, y no puedo desaparecer así como así, tengo socios y…
- Joder, mierda, Jamal, esto es una mierda
- Te recuerdo que todo fue idea tuya
- Pero no hasta llegar a esos niveles, Jamal, que le hemos buscado a esos… esos asquerosos… niños, joder, Jamal
Él me miró duramente y dijo:
- Porque tú accediste a eso cuando te lo pidieron
Lo miré con odio, pero tenía razón, estaba muy colocada y accedí, y lo grabamos, y fue asqueroso. Le dije:
- Borra todo lo del servidor, bórralo
- Mmmm vale, pero los videos de las extorsiones están en el propio portátil
- Mierda, joder
- Pero esas putas son idiotas, jamás entraran en el portátil, ni ellas ni nadie, la contraseña solo la sabemos tú y yo
- Yo que sé, Jamal, yo que sé
- Y los originales de esos videos los tenemos ahí, en la caja fuerte, las memorias SD de las cámaras, si necesitamos apretar al diputado o a alguno de los chantajeados no vamos a tener problemas, esos videos no los hemos perdido, podemos seguir sacando pasta sin problema
Lo miré furiosa y le dije:
- Me da igual el dinero, encuentra a esas putas, Jamal, o estaremos jodidos
- Son estúpidas, estarán con el mono e irán a la madre en uno o dos días, seguro
- Pues vamos ya a por la madre y le contamos lo puta que es su hija y…
- No, ya lo hemos hablado, Carmen, mejor que la madre no lo sepa aún porque si lo sabe, lo mismo la echa si la llama o lo que sea, mejor que no sepa que es puta y así la recibirá, y entonces nosotros las cogeremos
- ¿Y Carlos?
- Ese tío es un amargado, vive solo y no tiene a nadie, se pasa las noches solo
- ¿Y su otra casa?
- Vacía, allí no vive nadie, he mandado a alguien un par de veces y allí no hay nadie
- La puta negra lo llamará, y ese es un estúpido que se deja ablandar por el lloro de una mujer, seguro que las ayuda
- Estamos vigilándolo también, pero no a diario
- Pues pon a alguien en su puerta, como con la madre
- Vale, lo pensaré
- No, hazlo, lo llamarán, seguro
Lo miré temblando de rabia. Vale, no iría a por la madre, pero sí me encargaría que todos los amigos de Yolanda supieran que era puta. Cogí el móvil y escribí a Santi, que hacía tiempo que no veía. Me costó quedar con él, me decía todo el rato que ahora tenía novia, pero al final accedió a ir a mi nueva casa cuando le dije que era algo importante de Yolanda y le entró la curiosidad.
Esa noche lo recibí nerviosa pero sin que se me notara. Santi entró en casa mirando a su alrededor y dijo:
- Uf, menudo cambio ¿No?
- ¿Te gusta?
- Menuda choza te has buscado ¿Te has liado con un tío rico?
- No, esto me lo he ganado yo, guapo… Pasa al salón y te preparo una copa
- Carmen, no puedo quedarme, he quedado con mi novia y…
- ¿Folla bien?
- Muy bien
- Genial, genial
Nos miramos. Entonces dijo:
- Bueno ¿Qué es eso de Yolanda?
- ¿La ves mucho?
- No, desde que rompimos no
- ¿No erais del mismo grupo de amigos?
- Sí, pero supongo que le incomoda salir conmigo, no sé
- No te contó que sabía lo nuestro ¿No?
Santi me miró con sorpresa y negó con la cabeza. Continué:
- Te siguió una noche a mi casa
- Joder
- Fue a mi casa con una navaja, me atacó y… Bueno
- ¿Bueno qué?
- Me besó
Santi se rio y dijo:
- Ya, claro
- Tu chica te follaba mal porque le van los coños, nene
- No te creo
Nos miramos y él vio que le decía la verdad. Preguntó:
- ¿Te… te acostaste con ella?
- Sí, muchas veces, tú le ponías los cuernos conmigo, y ella te los ponía conmigo
- Joder, será zorra
- Le propuse hacer un trío contigo pero no quiso
- Joder, entonces la Mara tenía razón (dijo como para sí mismo)
- ¿Quién?
- Una del grupo que nos dijo un día, antes de que Yolanda y yo fuéramos novios, que la Yoli era bollera, que se quedaba mirando mucho a las tías y era la única que no había chupado ninguna polla
- Pues ya le puedes decir que tenía razón, y que seguro que se hacía algún dedo pensando en ella
- Joder, que fuerte
Se quedó pensando mirando al suelo y entonces me dijo:
- ¿Y por qué me cuentas esto?
- Porque esa zorra me ha robado algo, y lo quiero, y si la ves, o la ve alguna de sus amigas, dímelo
- Si nunca sale con nosotros
- ¿Te cuento por qué no sale con vosotros?
- Porque folla contigo ¿No?
- No, no follamos tanto
- ¿Entonces?
- Porque se ha hecho puta
Santi se empezó a descojonar y me quedé mirándolo seria. Cuando vio que no me reía, dijo:
- Estás de coña ¿Yoli puta? Pero si me acabas de decir que es bollera y…
Cogí el mando de la tele, la encendí y puse uno de los videos de Yolanda, con dos tíos. La cara de Santi pasó por varias fases, asombro, perplejidad, enfado, furia hasta que gritó:
- QUE HIJA DE PUTA
- Estaba harta de limpiar las mierdas de otros y se buscó este otro trabajo
- Joder, joder, joder, pero si le está dando por el culo y no para de gemir, a mí nunca me dejó y conmigo nunca gemía así, la muy puta
Apagué la tele, no quería que viera mi parte. Me preguntó:
- ¿Y cómo tienes ese video?
- Me lo trajo un día para calentarme
- Joder
- Así que diles a sus amigas que si las llama, que no la ayuden, que es una puta, y luego me avisas, que esa zorra me tiene que devolver algo
- Joder, joder
- Y toma, por si no te creen
Y le envié a su móvil un trozo de video donde se la veía claramente como estaba con tres tíos. Le dije:
- Reenvíaselo a todos, para que sepan lo puta que es
Sonreí satisfecha, esa zorra no sabía con quien se había metido. Entonces, más contenta, me acerqué a Santi y le dije:
- Ven que te enseñe mi cama
- Joder, Carmen, no puedo, mi novia…
- Tu novia no folla como yo y lo sabes, venga, vamos
Y me siguió mientras yo sonreía. Me pensaba quitar de encima mucho del estrés de estos días, lo necesitaba.
Carlos
Al día siguiente volví a hablar con las chicas. Cuando les dije lo que había en el portátil se quedaron sin habla. Entonces Yolanda dijo:
- Participamos en una orgía con gente famosa ¿no, Laira?
- Sí
- ¿Te refieres a eso, Carlos?
Negué con la cabeza y les conté los videos de Yolanda. Ella se quedó de piedra y dijo:
- Yo… yo no he grabado videos
- Pues te han grabado
Laira, con mucho odio, dijo:
- Que hija de puta es Carmen
Yolanda estaba que no salía de su estupor. Dijo:
- ¿Hay… hay videos míos follando que están por internet?
- Creo que no, que están en un servidor privado, pero no sé que hacen con ellos
- Ohhhh, mierda
Y se llevó las manos a su cara. Laira la abrazó. Les dije:
- Lo que hay en los videos de extorsión es muy, muy fuerte, no puedo dejarlo así sin más
- ¿A qué te refieres?
- Eso merece un castigo, voy a pasárselo a un amigo que tiene contactos en la policía
- ¿Quieres que detengan a Carmen y Jamal?
- Sí
- Me parece genial, se lo merecen
- Pero no sé si os salpicará algo de esto
Yolanda me miró y preguntó:
- ¿Por mis videos?
- Sí
Se lo pensó un par de segundos y dijo:
- Me da igual, son mala gente, Carmen es una zorra egoísta, se merece ir a la cárcel
- ¿Seguro?
Ella asintió. Me quedé a cenar con ellas y estuvimos charlando de la infancia de Laira, de la de Yolanda, de sus sueños de futuro… Eran buenas chicas, las ayudaría en lo que pudiera.
Al día siguiente le conté todo a Silvia, necesitaba conocer su parecer. No le enseñé los videos pero le expliqué sin detalles lo que ocurría en ellos. Silvia se mostró horrorizada y estuvo de acuerdo conmigo, eso no se podía dejar pasar, y me instó a denunciarla. Me puse en contacto con mi amigo y le expliqué todo. Luego, fuimos a hablar con alguien de la policía, volví a explicar todo y le di el portátil. Él se encargaría de ver que se podía hacer. Me olvidé del tema hasta que un día, poco tiempo después, vi en las noticias una redada en el local de Carmen y supe que los habían detenido. Leí en las noticias que era un red de prostitución, de tráfico de drogas y de extorsión, y que todo había sido gracias a un chivatazo de uno de los extorsionados. Llamé al policía y me dijo que durante el registro habían encontrado pruebas más que suficientes para asegurarles una buena condena. No quise saber nada más, ni de que pruebas tenían contra ellos ni nada, ya no era asunto mío, pero al menos, había sacado de la circulación a dos bichos malos, ya no joderían a más gente durante unos años, o eso esperaba.
Durante todo ese tiempo, Silvia y yo nos habíamos ocupado de las chicas, visitándolas casi a diario. Aún estaban asustadas y no salían más que a dar paseos. Laira se recuperaba bien de sus moratones y golpes, Yolanda iba a rachas, con días buenos y malos por su mono. Un día que llegué con la compra, di un toque con el claxon del coche pero no me abrieron así que abrí yo con una llave que tenía de la casa pensando que las chicas estarían dando un paseo. Al entrar cargado con las bolsas, me las encontré desnudas en el salón, follando en el sofá. Ellas estaban tan absortas la una en la otra que no me habían escuchado, pero Laira me vio en la puerta, estaba tumbada boca arriba en el sofá, con las piernas abiertas mientras Yolanda se lo comía.
Me retiré rápidamente a mi coche y al poco ellas salieron a buscarme ya vestidas y riéndose y yo me disculpé, pero ellas no le dieron importancia. Esa noche me quedé a cenar con ellas como tantas otras noches.
Con Carmen y Jamal en prisión a espera de juicio, nos relajamos y empezamos a salir fuera a cenar, a veces los tres solos, a veces se apuntaba Silvia, y muchas más veces con la madre. Con ella, Marina, hablaba a diario. Poco a poco me fui enterando de su vida, una luchadora. Supe de sus problemas económicos y un día revisé con ella las cuentas de la pequeña tienda que tenía. Le dije la verdad, eso no tenía futuro. Le propuse buscarle un buen empleo, y se lo conseguí como coordinadora en una empresa de limpieza, la empresa que limpiaba el edificio donde estaba mi empresa. Ella no limpiaría, solo coordinaría a varios equipos y estuvo encantada porque el sueldo era bastante mejor de lo que conseguía en ese momento cada mes.
Con las chicas hablé también sobre su futuro. Lo primero que hice fue conseguirle a Laira papeles, temporales pero conseguí que estuviera legalmente en el país. Luego, les prepuse realizar el sueño de Yolanda, irse al extranjero. Ella quería ir a Alemania y lo arreglé todo para que se fueran. Le conseguí empleo a Yolanda gracias a los idiomas que conocía, pero no a Laira, ella tendría que aprender alemán antes de poder trabajar. Lo que les hice prometer es que si tenían cualquier problema económico, me llamaran, nada de meterse en cosas turbias. Me lo prometieron, no querían volver a esa vida.
La noche antes de su vuelo nos fuimos todos a cenar. La casa del campo que tenía alquilada para ellas la dejamos vacía. Ellas se quedarían en mi casa de la ciudad esa noche para que yo las llevara temprano al aeropuerto. Nos divertimos mucho en la cena, aunque la despedida fue triste, con Marina que no soltaba a su hija, y Yolanda llorando, y Silvia abrazando a Laira.
Cuando llegamos a mi casa, las dejé en su habitación diciéndoles que, como el avión salía a las 8 y tenían que estar en el aeropuerto una hora antes, para no ir corriendo, las despertaría a las cinco y media. Ellas protestaron pero riendo, sabían que debía ser así porque necesitarían su tiempo para arreglarse aunque las maletas ya estaban hechas.
Nos despedimos y me fui a mi habitación. Entré en el baño para asearme antes de acostarme, y cuando me estaba poniendo el pijama, se abrió la puerta de mi habitación y entraron las dos chicas sonrientes llevando solo una camiseta de dormir de tirantes y unas braguitas. Las miré sorprendido e iba a preguntarles si necesitaban algo cuando Laira dijo:
- Mi niña y yo hemos pensado que queremos agradecerte lo bien que te has portado con nosotras
Las miré con la boca abierta. Les dije:
- Pero… pero… vosotras sois…
- Ajá, pero tú tienes tu puntito hasta para nosotras y nos apetece mucho ¿Verdad, amol?
Yolanda, que sonreía abiertamente, asintió convencida y entonces se quitó la camiseta, mostrando sus preciosas tetas. Luego, se giró hacia Laira y le quitó su camiseta, quedándose las dos con sus braguitas blancas. Eran dos chicas preciosas con unos cuerpos muy sexis. Entonces se dieron un largo beso húmedo mientras se acariciaban suavemente.
Yo solo tenía puesto mi pantalón del pijama, sin camiseta, y ante ese espectáculo, no pude evitar una erección que fue evidente en mi pantalón. Las chicas pararon su beso y me miraron divertidas. Entonces se me acercaron y pusieron sus manos en mi pecho, acariciándome. Yolanda fue la primera en besarme, un beso en los labios, sin lengua. Luego se retiró y me besó Laira, otro beso igual.
Las dos rieron nerviosas, los tres estábamos algo cortados. Entonces Laira me cogió la mano y la dirigió a un pecho de Yolanda. Se lo acaricié y noté como se endurecía su pezón. Yolanda me miraba a los ojos, sonriendo, dejándose acariciar mientras ella hacía lo mismo conmigo. Me incliné y la besé. Esta vez ella abrió la boca y nuestras lenguas se encontraron. Tras unos segundos, me giré y besé a Laira, que también abrió su boca y su lengua buscó la mía.
A partir de ahí, se nos quitó el corte. Nos echamos en mi cama y allí nos desnudamos del todo, sin dejar de tocarnos y besarnos. Lamí y chupé sus pechos mientras ellas se besaban y me masturbaban. Luego, las dos me la chuparon, turnándose o a la vez. Las dos eran maravillosas y lo hacían genial, tanto que tuve que pararlas porque me tenían a puntito.
Laira se rio cuando les pedí que pararan, era totalmente consciente que me tenían malísimo. Entonces, la cogí y la tumbé boca arriba, y me situé entre sus piernas. Se lo comí mientras Yolanda la besaba y acariciaba. No tardó en correrse ante la sorpresa de Yolanda. Laira se rio y dijo:
- Joder
- ¿Lo come bien?
- Ya te digo, nena
- Yo quiero, yo quiero…
Y se tumbó también boca arriba, abriendo sus piernas. También se lo comí aunque tardó bastante más en correrse, gimiendo en la boca de Laira que no paraba de besarla y acariciarla. Las dos se rieron tontamente y Laira dijo:
- Vaya, vaya con el madurito… Ahora, a follar, ponte un condón, cariño
Y se puso a cuatro. Busqué un condón y, tras ponérmelo, la cogí por las caderas y la penetré lentamente. Laira gemía un poco mientras la follaba despacio pero todo cambió cuando Yolanda se levantó y empezó a besarla y a tocarla, masturbándola mientras yo seguía follándola a cuatro, cada vez más rápido hasta que se volvió a correr.
Entonces, Yolanda dijo:
- Me toca, pero yo encima
Me empujó suavemente para que me tumbara y Yolanda se puso encima, metiéndose mi polla plastificada lentamente. Me comenzó a cabalgar despacio hasta que tiró de Laira para que se le acercara y la besara, entonces empezó a moverse más rápido.
Era consciente que se trataba un trío donde mi papel era más o menos de juguete, de consolador, porque ellas estaban todo el rato besándose, mirándose, tocándose… Se corrían por estar juntas, no por mí, pero me daba igual, eran dos bellezas y estaban conmigo.
Yolanda aumentó el ritmo de su cabalgada mientras Laira la besaba en la boca, cuello, pechos… No tardó en correrse, y yo con ella.
Yolanda se echó en la cama, siendo acariciada y recibiendo besitos de Laira. Luego, las dos me miraron sonriendo. Me levanté para quitarme el condón y tirarlo. Al volver a mi habitación, la dos se estaban levantando, buscando su ropa por el suelo. Cada una me dio un beso en los labios y se fueron a su habitación. Mi primer trío y, encima, con dos chicas jóvenes, guapas, sexis y que sabían follar.
Me acosté sonriendo y cuando sonó el despertador, me pareció que acababa de cerrar los ojos. Me duché y luego avisé a las chicas, que dormían desnudas sobre la cama. Les costó despertarse pero logré que se espabilaran. Me fui a hacer café. Las dos aparecieron a la media hora, duchadas y vestidas, con cara de sueño pero sonrientes. Me dieron un piquito en los labios, y luego se abalanzaron a por el café. Las dos estaban nerviosas y hablaban sin parar de todo, a pesar de estar medio dormidas.
Las llevé en mi coche hasta el aeropuerto, y las ayudé con la facturación para luego acompañarlas hasta el control. Les dije:
- Bueno, chicas, ya sabéis, si necesitáis cualquier cosa, o tenéis cualquier problema, me llamáis
Las dos me miraron sonriendo. Laira me dijo:
- Nunca sabrás lo agradecida que te estaré de por vida por todo lo que has hecho por nosotras
- Nada, mujer, si tú lo hiciste antes por mí
- Yo no era nada, solo una puta, pero tú y Silvia me habéis tratado como una persona, sin importaros lo que he hecho antes
- Claro, que menos, te la jugaste por mí sin conocerme y…
- No, no soy tan generosa como tú, ayudé a Silvia porque me cayó bien y por el dinero, tú nos has ayudado por nada, incluso te ha costado el dinero, y no nos has pedido nada, y lo de anoche, si no llegamos nosotras a ir a tu habitación, ni se te hubiera ocurrido ir a la nuestra ¿Verdad?
No dije nada. Naturalmente, jamás les hubiera pedido un trío como compensación de algo. Laira sonrió y me dio un beso en la mejilla. Luego, me abrazó fuerte y Yolanda se unió al abrazo que duró un buen rato. Al separarnos, Laira tenía lágrimas en los ojos. Yolanda dijo:
- Por cierto, invita a mi madre a salir
- ¿Qué? ¿Y eso?
- Le gustas, y es guapa ¿Verdad?
- Ehhh, sí
- Pues invítala, lleva mucho tiempo sola, como tú, y ninguno de los dos se merece estar solo
La miré sonriendo. Entonces, dijo:
- Además, ahora sé de primera mano que además de atractivo, eres muy divertido en la cama jiji
Las dos se rieron afirmando con la cabeza, y tras un nuevo abrazo, se metieron en el control sonriendo y felices por comenzar su aventura juntas. Me quedé hasta que desaparecieron de mi vista.
Volví a mi coche con intención de irme al trabajo, pero me sentía cansado y algo desanimado ya que, sin las chicas, volvía a sentirme solo. Pensé en lo que me había dicho Yolanda, en lo de invitar a Marina. La verdad es que no era mala idea, Marina era atractiva y una mujer que se valía por sí misma desde hacía muchos años, fuerte y luchadora, pero me acababa de acostar con su hija y eso no le gustaría nada, como era normal.
Suspiré meneando la cabeza. Mejor no pensaba en planes, estaba realmente cansado. Hoy me cogería el día libre. Cogí el móvil y escribí a Silvia y a los chicos diciéndoselo, para que lo vieran cuando empezaran la jornada laboral. Luego, le escribí otro a Silvia contándole que no me pasaba nada, solo que no me apetecía trabajar. Arranqué el coche y me fui a casa.