Es un tema interesante. Se tiene que dar un equilibrio exquisito y complejo, entre muchas facetas de todos los integrantes. Cuando algo no está bien del todo, es como un castillo de cartas, todo se desmoronará por ahí.
Creo que es la primera vez que posteo como hombre, Rebeca me ha dado su permiso:
Yo he tenido varias experiencias, y puedo decir que las he vivido en todos los roles. Y en general, han sido buenas, un aprendizaje útil.
Como consentidor, quizás el rol que más he disfrutado, porque desde hace tiempo disfruto de un tipo de sexualidad que es algo mística, intelectual. Y sentir a mi mujer como si me fuera ajena, expresarse en todo el torrente de matices que despliega cuando es una desconocida de otro, esas armas son nuevas cada vez, alejadas de cualquier monotonía, siempre me descubren en ella virtudes eroticas nuevas que luego yo rememoro y reexploro, potencio en su recuerdo, fuerzo a salir, potencio mi relación con ella sosteniéndome, sosteniéndola a ella en su propia alma animal sexual que he conocido gracias a poder verla entregarse. Creo que es el punto de vista más enriquecedor, fortalecedor de la relación, excitante y duradero, cada experiencia se convierte en algo amortizable en el tiempo, quizás para siempre.
Como corneador, ha sido sexo, puntual, excitante, físico, pero también incómodo, como un partido en campo contrario. Me sirvió entonces para ir haciendo marcas en mi cinturón de empotrador. Aquella época solo hacía el amor conmigo mismo. Es lo que sentí, en mi forma de ser y sentir que es personal. No me gusta ese rol, no me llena, no me dura, es sexo utilista. Pero insisto, es mi caso, nunca me involucré emocionalmente con ninguna pareja.
Como Rebeca, siendo compartida. Fue una sola vez, y fue algo bastante extremo. A mí me daba un poco igual, porque yo no establecía vínculos amorosos con hombres y para mí solo eran una herramienta a través de los cuales gozaba de una sexualidad en rol femenino real. Pero el chico con el que me relacionaba entonces sí que tenía una importante filiación conmigo y en mi deseo de sentirme utilizada me presentó a un amigo. Y bueno, probablemente la noche de sexo salvaje intenso más inolvidable que he tenido jamás, para mí. Porque sentirme tan deseada es un orgasmo mental y del ego, porque follar con dos pollas es el summun de sentirse como una verdadera puta, y porque viví también desde ese lado, todo el conflicto del otro chico, que al quedarnos solos rompió a llorar y me dijo que ya no volvería a verme igual, y tenía razón, tampoco yo volví a ser igual.
Para mi gusto, insisto, como esposo consentidor, al ritmo de ella, y gozarla en su plenitud, sintiéndose como una joven seductora capaz de atrapar como mantis a cualquier macho que se le ponga a tiro. Y después, saborear junto a ella toda esa miel, susurrándole que se quien es, que me entusiasma y que la amo también por eso.