Capitulo 6 - Tres semanas después.
-Isa y Alberto se van a divorciar – me soltó de sopetón Sonia tras llegar a casa y darle un beso.
-Qué.. espera, quéeeeeee? – exclamé – Pero que me estás contando – añadí mientras me quitaba la chaqueta e iba a la cocina a buscarme una cerveza.
La noticia me cogió de sorpresa pero con el segundo sorbo enseguida me vino a la cabeza las veces que Sonia me había comentado que la veía más apagada en los últimos meses.
-Hemos quedado para comer hoy. No lo teníamos previsto pero me llamó pidiéndome por favor quedar porque necesitaba hablar conmigo – se explicó Sonia – Y me lo ha contado…ya decía yo que la notaba algo alicaída en algunos momentos estos últimos meses. Y más en las últimas semanas.
Yo hacía tiempo que no la veía, pero era normal. Igual nos veíamos tres o cuatro veces al año. Ellas dos si se veían con muchísima más frecuencia y se ponían al día de todo.
-¿Pero qué ha pasado? – pregunté con ávida curiosidad.
-Pues resumiendo mucho, parece que lo que les ocurre a muchas parejas... La consabida rutina, las discusiones cada vez más frecuentes por los hijos o por cualquier otra cosa…hasta llegar al hastío – hizo una pausa para pedirme un sorbo de cerveza - La frialdad de Alberto en los últimos tiempos con ella…decía que llegaba siempre tarde a casa del trabajo… que el tiempo para ellos como pareja cada vez era menos…Pero no es de ahora, hace por lo menos tres o cuatro años que venían arrastrándolo…se dieron varias oportunidades pero al poco volvía a las andadas.
-Vaya…
-Más de ocho meses…me ha dicho, que llevaba sin tocarla…y antes un par de veces en el año anterior…
-Jooooder – exclamé – eso no era una pareja.
-Exacto, eso es lo que dijo, que parecían compañeros de piso con hijos a su cargo.
-Qué raro que no te comentara nada con lo que habláis y la confianza que os tenéis.
-Yo creo que le daba algo de corte…es como.. ya sabes.. otra vez…otro fracaso… no sé.
-Pero yo siempre los vi muy compenetrados.
-Al principio sí, alguna vez me comentó…bueno tú ya lo sabes porque te lo conté…que en los primeros años de casados Alberto era una auténtica maquina sexual y que en ese aspecto estaba encantada… comparando con sus anteriores relaciones serias… De hecho me ha confesado que ha esperado a dar el paso…
-¿Ha sido ella?
-Sí, me ha explicado que ha esperado a que los chicos fueran más mayores.
-¿No hay terceras personas? ¿No notó nada?
-No, está segura de que no.
-¿Y cómo la viste hoy?
Mientras seguíamos hablando nos íbamos desvistiendo para ponernos ropa cómoda de estar en casa y nos sentamos en el sofá. Javi no iba a tardar mucho en llegar.
-Pues mejor de lo que pudiera reflejar su estado…me dijo que había llorado ya todo lo que podía llorar, que no le quedaban lagrimas y que a partir de entonces, tras tomar la decisión, dijo “basta” y a enfrentar su nueva situación…En ese sentido siempre fue muy decidida.
-Joder, me sabe mal…no se merece lo que le ha ido pasando… siempre fue muy enamoradiza… - dije yo - Estoy seguro de que ella ha hecho todo lo posible por arreglar la situación pero…
-Ya te digo que está mejor de lo esperable ante un caso así, supongo que ya lo había digerido y asimilado estos meses de atrás… de hecho, tras contármelo se permitió bromear cuando le dije que seguro que tras un tiempo se volvería a entusiasmar con alguien… jajaja. Me soltó que ni de coña, y…literal: “sólo necesito un tiarrón para que me empotre bien de vez en cuando y nada más, y que ya le había echado el ojo a uno en el gimnasio”. Luego se rio y me reí con ella.
-Jajajajaja, caray con Isa – exclamé – que diferencia a cuando la conocimos, aunque todos vimos el fulgurante cambio que dio ya en aquellos años…
Como llegó Javi del entrenamiento interrumpimos la conversación y la dejamos para después al irnos a acostar, tras cenar los tres juntos y ver un par de capítulos de una serie de televisión.
Como casi siempre yo era el primero en meterme en la cama, y aunque agarraba un libro de la mesita de noche para leer unas cuantas hojas, no podía evitar ningún día echar un ojo a toda su liturgia antes de meterse en la cama. Ver como se desnudaba, deshacerse del sujetador y a veces lanzármelo en plan coña sobre mí, o sopesarse las tetas con sus manos pidiendo mi opinión, ponerse delante del espejo para quitarse el maquillaje si todavía llevaba, darse la crema de la noche y por fin, tras el último pis, quitarse las bragas y meterse desnuda en la cama conmigo, como habíamos hecho desde siempre.
Luego se apoyaba ligeramente sobre mi pecho mirándome y a veces charlábamos un ratito del día, de los chicos, de algún viaje futuro. Y nunca, jamás, faltaba un beso tierno pero muy sentido aunque esa noche no fuera el preludio de sexo. Nos prometimos muchos años atrás que nunca nos iríamos a dormir enfadados por algo, ni sin antes habernos besado al menos una vez durante el día. Y lo seguimos cumpliendo.
-¿Se queda en el piso ella con los chicos? – pregunté.
-Sí, Alberto se va a un apartamento de momento… hasta que arreglen todo, pero vamos, que su intención es quedarse ahí un tiempo… me ha dicho que luego le gustaría cambiar de piso, incluso de ciudad… pero ya irá viendo, y también de los chicos y de como acaba todo.
-Bueno…
-Quiere salir de casa lo máximo posible…dice que necesita oxigenarse más…¿te parece que la llevemos un día por ahí… no se, de excursión…ya hace buen tiempo – me preguntó.
-Por mí no hay problema ya lo sabes – contesté.
-Mañana se lo digo – contestó mientras me acariciaba el pecho suevamente.
Semanas después, a mediados de junio, quedamos con Isa para ir de excursión. Pasamos a recogerla por su casa y ya estaba esperando a la puerta. Guapísima como siempre, con su mochilita a la espalda, unos pantalones cortos muy sexis, camiseta ajustada, el pelo recogido y sus deslumbrantes ojazos azules. Cuando nos vimos, sonrió y nos dimos un fuerte y cálido abrazo y un par de besos.
-Ya te habrá contado Sonia, supongo – dijo.
-Sí, ya lo se… me sabe mal Isa – le dije con sinceridad
-A mí ya no, la verdad… era el momento…para estar mal era lo mejor.
La volví a abrazar otra vez.
Nos metimos en el coche y fuimos en dirección a un sitio que el que ya habíamos estado otra veces, con un pequeño riachuelo de aguas limpias al lado. Al principio de verano no solía ir nadie por allí.
-Isa y Alberto se van a divorciar – me soltó de sopetón Sonia tras llegar a casa y darle un beso.
-Qué.. espera, quéeeeeee? – exclamé – Pero que me estás contando – añadí mientras me quitaba la chaqueta e iba a la cocina a buscarme una cerveza.
La noticia me cogió de sorpresa pero con el segundo sorbo enseguida me vino a la cabeza las veces que Sonia me había comentado que la veía más apagada en los últimos meses.
-Hemos quedado para comer hoy. No lo teníamos previsto pero me llamó pidiéndome por favor quedar porque necesitaba hablar conmigo – se explicó Sonia – Y me lo ha contado…ya decía yo que la notaba algo alicaída en algunos momentos estos últimos meses. Y más en las últimas semanas.
Yo hacía tiempo que no la veía, pero era normal. Igual nos veíamos tres o cuatro veces al año. Ellas dos si se veían con muchísima más frecuencia y se ponían al día de todo.
-¿Pero qué ha pasado? – pregunté con ávida curiosidad.
-Pues resumiendo mucho, parece que lo que les ocurre a muchas parejas... La consabida rutina, las discusiones cada vez más frecuentes por los hijos o por cualquier otra cosa…hasta llegar al hastío – hizo una pausa para pedirme un sorbo de cerveza - La frialdad de Alberto en los últimos tiempos con ella…decía que llegaba siempre tarde a casa del trabajo… que el tiempo para ellos como pareja cada vez era menos…Pero no es de ahora, hace por lo menos tres o cuatro años que venían arrastrándolo…se dieron varias oportunidades pero al poco volvía a las andadas.
-Vaya…
-Más de ocho meses…me ha dicho, que llevaba sin tocarla…y antes un par de veces en el año anterior…
-Jooooder – exclamé – eso no era una pareja.
-Exacto, eso es lo que dijo, que parecían compañeros de piso con hijos a su cargo.
-Qué raro que no te comentara nada con lo que habláis y la confianza que os tenéis.
-Yo creo que le daba algo de corte…es como.. ya sabes.. otra vez…otro fracaso… no sé.
-Pero yo siempre los vi muy compenetrados.
-Al principio sí, alguna vez me comentó…bueno tú ya lo sabes porque te lo conté…que en los primeros años de casados Alberto era una auténtica maquina sexual y que en ese aspecto estaba encantada… comparando con sus anteriores relaciones serias… De hecho me ha confesado que ha esperado a dar el paso…
-¿Ha sido ella?
-Sí, me ha explicado que ha esperado a que los chicos fueran más mayores.
-¿No hay terceras personas? ¿No notó nada?
-No, está segura de que no.
-¿Y cómo la viste hoy?
Mientras seguíamos hablando nos íbamos desvistiendo para ponernos ropa cómoda de estar en casa y nos sentamos en el sofá. Javi no iba a tardar mucho en llegar.
-Pues mejor de lo que pudiera reflejar su estado…me dijo que había llorado ya todo lo que podía llorar, que no le quedaban lagrimas y que a partir de entonces, tras tomar la decisión, dijo “basta” y a enfrentar su nueva situación…En ese sentido siempre fue muy decidida.
-Joder, me sabe mal…no se merece lo que le ha ido pasando… siempre fue muy enamoradiza… - dije yo - Estoy seguro de que ella ha hecho todo lo posible por arreglar la situación pero…
-Ya te digo que está mejor de lo esperable ante un caso así, supongo que ya lo había digerido y asimilado estos meses de atrás… de hecho, tras contármelo se permitió bromear cuando le dije que seguro que tras un tiempo se volvería a entusiasmar con alguien… jajaja. Me soltó que ni de coña, y…literal: “sólo necesito un tiarrón para que me empotre bien de vez en cuando y nada más, y que ya le había echado el ojo a uno en el gimnasio”. Luego se rio y me reí con ella.
-Jajajajaja, caray con Isa – exclamé – que diferencia a cuando la conocimos, aunque todos vimos el fulgurante cambio que dio ya en aquellos años…
Como llegó Javi del entrenamiento interrumpimos la conversación y la dejamos para después al irnos a acostar, tras cenar los tres juntos y ver un par de capítulos de una serie de televisión.
Como casi siempre yo era el primero en meterme en la cama, y aunque agarraba un libro de la mesita de noche para leer unas cuantas hojas, no podía evitar ningún día echar un ojo a toda su liturgia antes de meterse en la cama. Ver como se desnudaba, deshacerse del sujetador y a veces lanzármelo en plan coña sobre mí, o sopesarse las tetas con sus manos pidiendo mi opinión, ponerse delante del espejo para quitarse el maquillaje si todavía llevaba, darse la crema de la noche y por fin, tras el último pis, quitarse las bragas y meterse desnuda en la cama conmigo, como habíamos hecho desde siempre.
Luego se apoyaba ligeramente sobre mi pecho mirándome y a veces charlábamos un ratito del día, de los chicos, de algún viaje futuro. Y nunca, jamás, faltaba un beso tierno pero muy sentido aunque esa noche no fuera el preludio de sexo. Nos prometimos muchos años atrás que nunca nos iríamos a dormir enfadados por algo, ni sin antes habernos besado al menos una vez durante el día. Y lo seguimos cumpliendo.
-¿Se queda en el piso ella con los chicos? – pregunté.
-Sí, Alberto se va a un apartamento de momento… hasta que arreglen todo, pero vamos, que su intención es quedarse ahí un tiempo… me ha dicho que luego le gustaría cambiar de piso, incluso de ciudad… pero ya irá viendo, y también de los chicos y de como acaba todo.
-Bueno…
-Quiere salir de casa lo máximo posible…dice que necesita oxigenarse más…¿te parece que la llevemos un día por ahí… no se, de excursión…ya hace buen tiempo – me preguntó.
-Por mí no hay problema ya lo sabes – contesté.
-Mañana se lo digo – contestó mientras me acariciaba el pecho suevamente.
Semanas después, a mediados de junio, quedamos con Isa para ir de excursión. Pasamos a recogerla por su casa y ya estaba esperando a la puerta. Guapísima como siempre, con su mochilita a la espalda, unos pantalones cortos muy sexis, camiseta ajustada, el pelo recogido y sus deslumbrantes ojazos azules. Cuando nos vimos, sonrió y nos dimos un fuerte y cálido abrazo y un par de besos.
-Ya te habrá contado Sonia, supongo – dijo.
-Sí, ya lo se… me sabe mal Isa – le dije con sinceridad
-A mí ya no, la verdad… era el momento…para estar mal era lo mejor.
La volví a abrazar otra vez.
Nos metimos en el coche y fuimos en dirección a un sitio que el que ya habíamos estado otra veces, con un pequeño riachuelo de aguas limpias al lado. Al principio de verano no solía ir nadie por allí.