El Talismán

Teneis razón al señalar que Loísa actuó de forma imprudente. Es cierto que, en un principio, ella asumió que solo tendría que hacer algo leve, como una simple mamada, y pensó que podría manejar la situación sin mayores complicaciones. Sin embargo, cuando la situación comenzó a escalar y se dio cuenta de que se esperaba mucho más de ella, ya no se sintió capaz de detenerse. En ese momento, retroceder le pareció aún más difícil y arriesgado, así que decidió seguir adelante, pese a sus dudas y el temor que comenzaba a sentir.

Además, Loísa cargaba con un profundo sentimiento de culpa por lo que le había ocurrido a Julia, convenciéndose de que, de alguna manera, ella misma era responsable de su sufrimiento. Este peso emocional la llevó a pensar que, al someterse a esa situación, estaba recibiendo un castigo que merecía. En su mente, soportar ese sacrificio era una forma de expiar su culpa y pagar por sus errores, como si sufrir de manera consciente y voluntaria fuera la única manera de redimirse por lo que le había sucedido a Julia.
 
Muy de acuerdo. Lo de Loisa no tiene nombre, y ni siquiera fue por un impulso, fue premeditado, osea, más que peor.

No sé si sea por el gen Villalba, ellos no son tan idiotas.

El que me da pena es el novio, que supo reparar su error y puso pecho y espalda para ayudar en todo a su novia, y esta le paga así.

Sumido en la ignorancia, si saber con que espécimen va a compartir su vida.
Sois los dos muy i justos y tremendamente exagerados.
Vamos a ver qué la ponéis como si fuera una cualquiera.
Para nada de acuerdo.
 
Es que no se puede comparar con una infidelidad en absoluto.
Que seguramente no lo debió hacer, vale. Pero de eso a lo que estáis hablando va un abismo.
 
Es que no se puede comparar con una infidelidad en absoluto.
Que seguramente no lo debió hacer, vale. Pero de eso a lo que estáis hablando va un abismo.
Ah!!. No es una infidelidad?
Entonces Loisa puede contarle tranquilamente a su novio, que se dejó follar la garganta hasta el estómago, se dejó sodomizar y después que le mearon en la boca .Todo voluntariamente.
Cuando le diga que fué por conseguir información sobre la presunta violación de Julia. Seguramente Pablo la abrazará y la besará, sintiéndose orgulloso de su novia.
Pablo estará seguro que con su chica, nunca les va a faltar de nada, ya que ella tiene " métodos" para conseguir lo que sea necesario.
Amigo Carlos: No has oído nunca, eso de que el infierno está lleno de buenas intenciones?.
 
Ah!!. No es una infidelidad?
Entonces Loisa puede contarle tranquilamente a su novio, que se dejó follar la garganta hasta el estómago, se dejó sodomizar y después que le mearon en la boca .Todo voluntariamente.
Cuando le diga que fué por conseguir información sobre la presunta violación de Julia. Seguramente Pablo la abrazará y la besará, sintiéndose orgulloso de su novia.
Pablo estará seguro que con su chica, nunca les va a faltar de nada, ya que ella tiene " métodos" para conseguir lo que sea necesario.
Amigo Carlos: No has oído nunca, eso de que el infierno está lleno de buenas intenciones?.
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Voy a hablar flojo para que no se enfaden conmigo. NO digo que no sea infidelidad, pero no es una infidelidad para hacer daño si no para sacar la verdad. Quizás soy demasiado bueno con Loisa, pero es que no veo está infidelidad como el de otros casos y además lo tuvo que hacer para saber la verdad.
 
EL TALISMÁN. TERCERA PARTE. ¡QUIERO VIVIR!



Capítulo 38. La mala familia.

Villalba del Conde.

Julio 2011.

Julia.


-Loísa, lo que hiciste, eso fue... eso fue...

-Fue horrible, Julia.

-Per... pero no entiendo, ¿por qué lo hiciste?

-Por ti, Julia. Lo hice por ti.

-¿Por mí? Pero...

-Quería restaurar tu reputación, Julia. Buscaba la verdad, ya que cada vez que ipreguntaba, me presentaban la versión que Sergio divulgaba. Sabía que era falsa, pero carecía de pruebas para demostrarlo. Necesitaba que alguien fuera sincero conmigo. Sin embargo, solo Sergio, Miguel y Paco sabían lo que había pasado realmente. Solo ellos, podían contarme la verdad.

Solo Paco accedió a contarme lo que ocurrió, pero a un precio muy alto. Fue una decisión difícil, pero creí que era la única manera de obtener la verdad que necesitaba. Ahora, espero que puedas comenzar a reconstruir tu nombre y despejar las dudas que se sembraron injustamente sobre ti.

-Pero Loísa, no deberías haber hecho ese sacrificio por mí; no me lo merecía. Mientras pasabas por ese difícil momento, yo te odiaba y te deseaba lo peor. Creía que me habías traicionado, pero ahora entiendo que no conocía toda la historia. Fui una boba al dejarme engañar de esa manera.

-De alguna manera, fui desleal contigo, Julia. Al menos, esa es mi percepción; debido a un descuido mío, ocurrió lo que ocurrió. Entonces, sí, merecía lo que Paco me hizo.

Esa tarde, al llegar a casa, tuve la fortuna de encontrarla desierta, sin que nadie me viera. Toda la familia se encontraba ocupada preparando las hogueras de San Antón. Como sabes, desde hace muchos años, mi familia ha sido la responsable de organizar las hogueras de San Antón y toda la festividad que le sigue. Hace generaciones, Antón Villalba, un antepasado nuestro, decidió celebrar su cumpleaños regalando al pueblo las hogueras. Aprovechando las brasas de las hogueras, se organizaba una fiesta nocturna con barbacoa y baile hasta la madrugada, con una orquesta que también era financiada por mi antepasado. Y eso se ha convertido en una tradición arraigada. Además, al día siguiente la fábrica cierra, permitiendo que la gente disfrute de la festividad hasta el día siguiente.

Tras tomar una ducha, me retiré a la cama mientras todo Villalba gozaba de la celebración. Solo tenía a Pablo en mente; él no merecía lo que le había hecho y consideré poner fin a la relación. No me consideraba digna de su amor. Sin embargo, antes tendría que confesarle lo que había hecho, y no me sentía capaz de dar ese paso. Finalmente, opté por no decirle nada y continuar con él. Me propuse mantener el secreto en lo más profundo de mi ser.

-No debes cargar con esa culpa, ya que, de una forma u otra, tu hermano habría logrado vengarse.

-Fui yo, Julia, quien le abrió el camino hacia esa venganza, quien puso en sus manos las herramientas para llevarla a cabo. El peso de la culpa me consume. Nunca me lo perdonaré.

Abrazo a Loísa con fuerza, sintiendo cómo su cuerpo tiembla ligeramente, al borde de derrumbarse una vez más. Sus emociones parecen desbordarla, y en sus ojos noto el cansancio de quien ha cargado demasiado peso por demasiado tiempo. Me aferro a ella, intentando transmitirle calma, ofreciendo un refugio en medio de su tormenta interna. Sé que está luchando por mantenerse en pie, pero también sé que necesita este abrazo, que no está sola en su duelo.

-Loísa, has demostrado ser una gran amiga. Pero no deberías haber hecho ese sacrificio por mí. No lo merecía y, de todas formas, la verdad saldrá a la luz.

-Vi esa grabación, y descubrí algo que Paco no me había mencionado. Tuve que presenciar cómo te violaban uno tras otro, mientras estabas inconsciente. Sin embargo, al finalizar, los tres se vistieron y ahí concluye la grabación. Pero luego, la grabación continúa y se observa cómo, entre los tres, traen a Ángel, aún inconsciente, y lo sientan en el sofá. Le quitan los pantalones y lo dejan ahí, desnudo de cintura para abajo. Además, se aprecia cómo Sergio coloca algo en los bolsillos de los pantalones y luego el video se corta.

-Son unos desgraciados, al principio llegué a pensar que él también me había violado. Lo habían colocado allí con esa intención.

-La verdad que revelaba la grabación era impactante. Después de ese perturbador episodio, me sentí abrumada por la necesidad de hacer justicia. Descubrí quien fue tu abogado, así que le llevé una copia de la grabación para que reabriera la causa. Pero no me prestó atención; me dijo que ya no estaba a cargo de ese caso y que además estaba cerrado. Aconsejó que sería mejor no tocar ese tema.

Pero no me rendí; localicé al juez que archivó el caso y le expuse la misma situación. Le argumenté que la grabación evidenciaba la agresión sexual que habías sufrido y que los demás habían mentido. No mostró interés en revisarla; indicó que el caso estaba archivado y que, si existían nuevas pruebas, debía ser alguna de las partes interesadas quien solicitara la reapertura del caso. A pesar de mi insistencia, no logré obtener resultados. Volví a casa muy frustrada.

Como último recurso, consideré mostrar el video a algunas personas del pueblo, solo a aquellas en quienes confiaba, para que pudieran dar testimonio de quién decía la verdad y quién mentía. Sin embargo, reflexioné sobre las posibles consecuencias. Eventualmente, tendría que explicar cómo obtuve esa grabación, y el miedo se apoderó de mí. Me acobardé, Julia, y nuevamente te fallé. Tenía los medios para demostrar tu inocencia y no lo hice por cobardía, por egoísmo.

Esa decisión pesaba sobre mi conciencia día y noche. La oportunidad de hacer lo correcto estaba frente a mí, pero el temor a las repercusiones y la posibilidad de enfrentar las consecuencias me paralizaron. Me di cuenta de que mi cobardía no solo te afectaba a ti, Julia, sino también a toda la verdad que merecía salir a la luz.

-Hiciste bien en no mostrarlo, las consecuencias hubieran sido terribles para ti, al final habrían conseguido poner en duda la autenticidad de ese video y tu habrías quedado como una puta. Hiciste lo correcto, no tengo nada que recriminarte.

-Y entonces, ¿de que sirvió tanto sacrificio? Todo ese esfuerzo, todas las noches en vela, las lágrimas derramadas y los sacrificios que hice... ¿han llevado a algo significativo? Me encontraba en la misma situación que antes: conocía la verdad y poseía la prueba, pero no me atrevía a utilizarla y me obligué a guardar silencio. La carga de la verdad y mi incapacidad para enfrentarla me llevó a una profunda reflexión. Me di cuenta de que mi miedo estaba permitiendo que la injusticia prevaleciera.

-Ese juez y ese abogado, Loísa, estaban vinculados a tu padre. Aunque les hubieras presentado numerosas pruebas, nunca las habrían aceptado.

-¿Qué insinúas?, ¿acaso mi padre les pagaba para...?

-Sí, Loísa, estaban sobornados: el juez, el abogado, el médico... Loísa, ¿recuerdas la dirección de ese apartamento en Calatayud? ¿Podrías indicarme dónde se encuentra?

-Desde luego, está en la plaza de la Iglesia. ¿Por qué deseas saberlo, Julia?

-¡Oh no! Ese apartamento está plagado de cámaras ocultas. Y Paco seguramente lo sabía. Es probable que tenga una grabación de ese día, Loísa.

-¡Joder! Pero, ¿cómo llegaste a saber eso?

-He tenido un equipo investigando desde hace más de un año. Encontraron ese apartamento y lo han estado vigilando. Lograron ingresar y encontraron un sofisticado equipo de grabación, junto con una potente instalación informática donde se almacenaban todas las grabaciones. Estaba ubicado en una habitación cerrada con una cerradura electrónica, la cual no fue difícil de descifrar para mi equipo. Accedieron a sus servidores y encontraron numerosos videos de índole sexual que involucraban a políticos reconocidos, empresarios, banqueros, jueces y otros miembros influyentes. Lo más destacado de la sociedad de la comarca ha participado en eventos clandestinos en ese apartamento y sus fiestas. A algunos, como nuestro juez, nuestro abogado y el médico que me atendió, los sobornaron. También hay una grabación de eso.

-¿Pero con qué propósito?

-Loísa, tu padre, en colaboración con tu hermano Sergio, organizaba esos encuentros con personas influyentes, donde se consumían drogas y se practicaba sexo sin restricciones, todo estaba permitido. Lo que ignoraban es que todo quedaba registrado en grabaciones. Posteriormente, utilizaban esas grabaciones para chantajearlos y obtener créditos y subvenciones públicas que no devolvían. Con esos fondos, junto a lo obtenido de la fábrica, planeaban escapar a un paraíso fiscal sin tratado de extradición, donde ya estaban preparando su residencia. En realidad, ya se habrían ido, pero en ese momento apareció mi empresa, y consideraron llevar a cabo una última maniobra. Diseñaron un plan con informes falsos para persuadir a mi empresa de invertir una suma considerable de dinero, que no tenían intención de reembolsar, y luego desaparecer. Sin embargo, este último intento de fraude les saldrá mal.

Mi equipo y yo hemos descubierto sus artimañas y hemos tomado medidas para detener sus planes. Las pruebas recopiladas, incluyendo las grabaciones y documentos falsificados, están siendo presentadas a las autoridades correspondientes. No permitiré que escapen con sus acciones ilícitas. Estoy decidida a hacer justicia y asegurarme de que paguen por sus crímenes. La verdad prevalecerá y la ley se aplicará con rigor.

-¿Incluso mi madre estaba involucrada?

-Tu madre no tiene conocimiento de nada, no estaba involucrada en el plan, solo Sergio y tu padre. A dos europeos adinerados no les faltarían compañías femeninas en Las Bahamas.

Y hay algo adicional que desconoces. Fui la primera en sufrir violación, pero lamentablemente, no fui la única.

Existen al menos 10 denuncias adicionales, todas de menores de edad, que, por supuesto, fueron archivadas en su momento. Tu padre ha sobornado a jueces, abogados y médicos. Cualquier denuncia presentada contra los Villalba no tenía posibilidad de avanzar. Sin embargo, sospechamos que podría haber más casos que no se han atrevido a denunciar. Todas las agresiones tenían lugar en ese apartamento, según han declarado las víctimas, donde, al igual que en mi caso, llevaban a las chicas en estado de semiembriaguez. Fue gracias a esas chicas que nos enteramos de la existencia de ese apartamento. A pesar de ello, no hemos encontrado vídeos de esas agresiones, y creemos que los eliminaron de esos servidores después de realizar copias. Desconocemos donde guardan esas copias. Y es posible que Paco tenga un vídeo del día en que estuviste en ese apartamento, Loísa.

-¡No! Sería terrible, si esto se descubre y Pablo se entera, no quiero ni imaginarlo. No podría soportar perderlo. Necesito hablar con Paco lo antes posible. Por favor, Julia, necesito tu ayuda.

-Tranquila, Loísa. Avisaré a mi equipo, seguro que algo pueden hacer, son muy profesionales. Pero por ahora, intenta calmarte. Todos pagarán por lo que hicieron, incluido Paco. Voy a erradicar las malas hierbas de este pueblo.

-¿Cuál es tu plan, y cómo piensas llevarlo a cabo?

-Los voy a llevar ante la justicia, a todos, a Paco, a Miguel, a Sergio y a tu padre. Y a los demás, a quienes arruinaron mi infancia, los expulsaré del pueblo, como ya hice en Calatayud.

-¿Incluso mi padre? ¿Pero cuál es la razón?

-Tu padre ha estado desviando fondos de la fábrica hacia paraísos fiscales. Solo con eso ya sería motivo suficiente para ponerlo tras las rejas, aunque con un buen abogado, es posible que no pase mucho tiempo allí. Pero, Loísa, sería conveniente que conozcas la verdad acerca de tu padre. Escúchame, Loísa, esto es crucial y sé que no será de tu agrado.

-¿Qué pasa con mi padre, Julia?

-La noche en que falleció tu abuelo, esa misma tarde, estuvo en mi casa conversando con mis padres.

-¿En tu casa? Esa información no la tenía.

-Sabes que tu abuelo y el mío siempre se llevaron bien, y tu abuelo le otorgó puestos de responsabilidad en la fábrica. Siempre se portó bien con él.

-Sí, estaba al tanto de eso. Cuando era niña, mi abuelo solía contarme muchas anécdotas sobre sus días de servicio militar. Eran muy divertidas, y me encantaba escucharlas.

-Cuando tu abuelo se enteró de la denuncia contra Sergio, supo que este estaba mintiendo, quizás porque lo conocía a fondo. A pesar de las dificultades para subir escaleras debido a su insuficiencia respiratoria, se presentó en mi casa y brindó apoyo a mis padres. Manifestó su confianza en mi versión, ya que consideraba que su nieto no era una buena persona. Además, se comprometió personalmente a buscar el mejor abogado para llevar mi caso contra su propio nieto. En sus palabras, "la nieta de mi buen amigo no iba a quedar desamparada". Desde mi habitación, escuché su firme convicción de que Sergio pagaría por lo que había hecho. Estaba decidido a que se hiciera justicia y que Sergio respondiera por sus actos.

-Él siempre fue así, abogando por la justicia y la verdad. Esa era la esencia de mi abuelo.

-Sí, esa era su naturaleza. Además, mencionó algo más que hasta ahora no se ha revelado, y que solo conozco yo. Había llamado a un notario de Calatayud para modificar su testamento. Tenía la intención de desheredar a tu padre y a Sergio.

-¿Cómo? ¿Quería desheredarlos?

-Tu abuelo quería asegurarse de que tu padre y Sergio no heredaran la fábrica. Quería que su legado fuera para aquellos que realmente lo merecían. En la nueva versión de su testamento, quería dejar claras sus intenciones de proteger lo que ha sido el legado de vuestra familia desde antiguo. Hubiera sido un acto de justicia, una manera de garantizar que el fruto de años de trabajo no cayera en manos equivocadas. Tu abuelo creía que, si Sergio heredaba la fábrica, la conduciría a la ruina, como de hecho está sucediendo. Por eso, tenía en mente a otra persona en la que confiaba para dirigir la fábrica en caso de que algo le ocurriera.

-Julia, estoy confundida. ¿A quién pretendía dejarle la fábrica mi abuelo? Tendría que ser un Villalba, claro, siempre ha pertenecido a la familia Villalba, y tendría que ser un hombre. No se me ocurre ningún pariente con capacidad para dirigir la fábrica.

-¿De verdad no se te ocurre nadie que contara con la plena confianza de tu abuelo?

-No tengo nada claro en este momento, Julia. A pesar de la confianza que mi abuelo depositaba en mí, el hecho de ser mujer y considerando que nunca una mujer ha liderado la fábrica, sugiere que debería haber otra opción.

-No ha existido otra opción, Loísa. Tú eras la elegida.

-¿Yo? ¿pero estás segura? ¿Te lo dijo él?

-No me lo dijo directamente, pero escuché la conversación con mis propios oídos. Expresó que era hora de romper con la tradición obsoleta y que se necesitaba a alguien con nuevas ideas, y tú eras la indicada.

-¿Dijo eso? Vaya, pero murió esa misma noche y no pudo cambiar el testamento. Si hubiera tenido esa oportunidad, sería ahora la propietaria de la fábrica. Aunque debo reconocer que no tendría idea de cómo dirigirla. Mi abuelo se equivocó en eso; ya sabes que no soy muy inteligente.

-¿Qué dices, Loísa? ¿Acaso Sergio es más inteligente que tú?

-Los estudios no se me dan bien, Julia. Jamás habría adquirido los conocimientos necesarios para dirigir la fábrica.

-¿Y has adquirido los conocimientos necesarios para ser la alcaldesa de un pueblo con casi 4.000 habitantes? Y la gente está encantada con tu gestión, he visto cuanto te admiran. Los estudios no determinan tu capacidad, Loísa. No te subestimes, demuestras ser muy capaz, y siempre has sido la más inteligente de las dos.

-No es cierto, Julia. Tú eres muy inteligente; no es fácil construir una empresa como la tuya, y lo has logrado por ti misma.

-Sola no, Loísa. Tuve que formar un equipo, porque hacerlo por mí misma hubiera sido imposible. Al igual que pienso impartir justicia apoyada por otro equipo en Madrid. Es cierto que se me da bien estudiar, y eso me ha ayudado mucho, pero tú siempre has sabido qué hacer en cada momento. Respóndeme, ¿por qué me elegiste para hacer ese trabajo aquel día en que nos conocimos?

-Porque sabía que contigo, aprobaría Julia.

-Definitivamente, Loísa, eso demuestra inteligencia, saber aprovechar los recursos que tienes a tu alrededor. Recuerda que ser inteligente va más allá de los estudios formales. Tú tienes la inteligencia necesaria para liderar y tomar decisiones importantes. Además, ya estás demostrando ser una líder eficiente como alcaldesa. Tienes que confiar en ti misma, Loísa. En cuanto a tu abuelo, confiaba en ti no solo por tu capacidad, sino también por tu integridad y tus valores.

-No lo había visto de esa manera.

-Loísa, ¿No piensas que su fallecimiento fue muy oportuno para tu padre y tu hermano?

-¿Qué estás sugiriendo? ¿Acaso crees que ellos estuvieron involucrados...? No puede ser, Julia. Mi padre no es un asesino; fue una muerte natural.

-Loísa, sé que esto te va a causar dolor, pero cuento con las pruebas y un testigo.

-¿Quién puede ser ese testigo?

-Mientras un miembro de mi equipo investigaba a tu familia, comenzamos la búsqueda de vuestra antigua asistenta, Paula. Pensábamos que podría tener información relevante sobre tus padres y tu hermano. Aunque localizarla fue todo un desafío, contamos con profesionales competentes y finalmente la encontramos en Barcelona. A pesar de su inicial reserva, nos proporcionó algunas informaciones, en su mayoría rumores sin mucha importancia. No obstante, nunca anticipamos lo que revelaría una vez que superó sus temores iniciales.

Cada noche, Paula se acercaba a la habitación de tu abuelo antes de que se durmiera para asegurarse de que hubiera tomado sus medicinas y cambiarle el vaso de agua. Pero esa noche, le sorprendió hallar la puerta entreabierta y escuchar gemidos desde adentro. Se asomó con precaución y observó a tu padre y a tu hermano, ambos sosteniendo un cojín firmemente sobre el rostro de tu abuelo hasta que dejó de moverse. Tuvo la oportunidad de grabar los últimos momentos de vida de tu abuelo y luego se apresuró a su habitación. Jamás reveló nada, porque nos confesó que tenía miedo. Pocos días después del fallecimiento, o mejor dicho, del asesinato de tu abuelo, ella renunció al trabajo y se mudó a Zaragoza y meses más tarde, a Barcelona. Ni siquiera en Zaragoza se sentía segura. Nunca más volvió al pueblo. Estaba aterrorizada.

Según Paula, el motivo detrás del asesinato era un oscuro plan ideado por tu padre y tu hermano para apoderarse por completo de la fábrica. Esa misma tarde, tu abuelo les había confesado, después de visitar mi casa, que planeaba desheredarlos y dejarte a ti a cargo del negocio. Al temer la pérdida de poder y beneficios que obtenían de la empresa, decidieron eliminar a tu abuelo. Paula, al sentirse amenazada por lo que presenció, optó por mantenerse en silencio y huir para salvaguardar su propia seguridad. Ahora, con sus revelaciones y la grabación, contamos con pruebas contundentes para desvelar el crimen y llevar a los responsables ante la justicia.

-No puedo creerlo, mi propio padre, un asesino...

Loísa vuelve a llorar, refugiándose en mis brazos.

-Lo lamento, Loísa, no era mi intención causarte dolor, pero tarde o temprano te habrías enterado, y he preferido contártelo yo.

-Has hecho bien al contármelo. Ahora, ¿qué le espera? Aunque no me hable con él, sigue siendo mi padre - decía mientras secaba sus lágrimas-. ¿Irá a la cárcel? ¿Por cuánto tiempo? Y mi madre, ¿qué pasará con ella?

-Lo siento mucho, Loísa. Sé que esto es abrumador para ti. En cuanto a tu padre, con las pruebas que tenemos, es probable que enfrente cargos por asesinato, y la pena dependerá de las leyes y circunstancias específicas del caso. Respecto a tu madre, es difícil prever su reacción. La verdad es que esto afectará a toda la familia y a quienes están involucrados en este oscuro plan. Mi intención al revelarte todo esto es ayudarte a enfrentar la situación y buscar justicia.

-Lo sé.

-Loísa, tu padre merece enfrentarse a la justicia, no solo por el asesinato de tu abuelo, sino también por encubrir todas las agresiones sexuales de Sergio y por sus planes con la fábrica. No es una buena persona, Loísa. Pero entiendo que ya has sufrido mucho. En cuanto a Sergio, no tengo intención de salvarlo; no se lo merece. Pero respecto a tu padre, no sé Loísa, es tu padre. Dime que lo perdonas y que no quieres verlo en la cárcel, y te prometo que no irá a prisión.

-¿Realmente lo harías, Julia? ¿Estarías dispuesta a hacer eso por mí?

-Solo pídemelo, y te aseguro que tu padre no acabará en la cárcel, o al menos haré lo imposible para que eso no suceda. Hazme esa petición, Loísa, y cumpliré ese deseo. Tengo el poder para hacerlo. Eso sí, tendría que irse lejos del pueblo.

Loísa guarda silencio, reflexionando sobre su decisión. Después de unos minutos, me mira con una expresión renovada.

-Dicen que la familia se hereda y los amigos se eligen. Sin embargo, no estoy de acuerdo. Creo que también podemos elegir a nuestra familia. A menudo damos mucha importancia al lazo de sangre, pero... ¿es más o menos relevante que la lealtad en una relación? Recuerdo las tardes que compartíamos en tu casa y las meriendas que preparaba tu madre. En tu hogar, con tus padres, me sentía más parte de una familia que en mi propia casa. Cuando fallecieron, sentí que perdía una parte de mí. Hasta entonces, nunca los había considerado como mi familia, pero así los percibí cuando murieron. Los echo mucho de menos, Julia.

Las palabras de Loísa me conmueven profundamente.

-A veces, la verdadera familia no está determinada por la sangre, sino por las conexiones y el cariño compartido. Esas tardes en mi casa eran especiales para mí también, Loísa. Tu compañía y la de mis padres hacían que todo fuera más cálido y acogedor. Aunque físicamente ya no estén, el afecto y los recuerdos perduran.

Loísa reflexiona sobre esas palabras, y una expresión de gratitud y consuelo se dibuja en su rostro.

-La sangre nos hace parientes, pero la lealtad nos convierte en familia. Creo que los amigos son la familia que escoges. Entre mi padre y tú, te elijo a ti, Julia, y a Pablo y sus padres, y a tus padres; vosotros sois mi familia, a la que no pienso renunciar. Si es verdad que tienes ese poder, mételo en la cárcel, por lo que te hizo, y por lo que le hizo a mi abuelo. Enciérralo, Julia. Que pague por lo que ha hecho. No quiero que mi padre siga causando más daño. Haz lo que tengas que hacer, para que pague por sus acciones.

-Te prometo que haré todo lo posible para que se haga justicia.

El tiempo ha transcurrido casi inadvertido y está a punto de ser la hora de cenar.

-Loísa, el tiempo se nos está yendo de las manos, ¿Pablo no estará preocupado?

-Pablo vendrá mañana; hoy se queda a dormir en Zaragoza. Pero sí, es verdad que estará preocupado; había desconectado el móvil para que no nos molestaran, y seguro que habrá llamado.

Loísa vuelve a encender el móvil y comprueba que, efectivamente, tiene varias llamadas perdidas de Pablo. Llama a Pablo y habla con él, explicándole la situación. Parece que no hay ningún reproche.

-Pablo te envía un abrazo. Aunque no tuviste la oportunidad de conocerlo en persona, le he hablado mucho de tí, y sabe lo importante que eres para mí.

-Sinceramente, Loísa, también tengo muchas ganas de conocerlo.

-Oh, también estoy deseando conocer a ese apuesto moreno que tienes como esposo. ¿Recuerdas lo que te comenté sobre los negros? ¿Verdad que es cierto?

-Ja ja ja, qué ocurrencias tienes, Loísa. Estoy contenta con lo que tiene Liam, si es eso lo que quieres saber, y no pienso entrar en detalles específicos, ja ja ja. Pero vamos, que estoy muy satisfecha, ja ja ja. Además, tampoco tengo muchas referencias.

-Julia, háblame de ti, ¿cómo han sido todos estos años? Sé lo que dicen las revistas, pero quiero escucharlo de ti. Vamos a recuperar el tiempo que hemos pasado separadas. Anímate, cuéntame.

-Por supuesto, Loísa. Pero vayamos a cenar al castillo, y mientras tanto, te contaré todo.

Durante la cena, aprovechando cada bocado, pongo al día a Loísa sobre todas mis experiencias en los Estados Unidos, desde mi tiempo en Harvard hasta la fundación de mi empresa junto a mis socias, pasando por mi traslado a Nueva York y cómo hemos crecido de éxito en éxito. También comparto con ella los motivos que me llevaron a aislarme socialmente y los desafíos que enfrenté para recuperar esa confianza en mí misma. Sin embargo, me detengo especialmente en cómo conocí a Liam, Sophie, Isabelle y Lola, y lo significativos que son para mí.

-Conocer a Liam fue toda una revelación. Después de años alejándome de las relaciones sentimentales, me enamoré de él desde el primer momento. Ambos nos cautivamos mutuamente, pero al mismo tiempo, los dos nos resistimos a admitirlo. Con la ayuda de las "chicas", como suelo llamarlas, Liam ahora es mi esposo. Ellas han sido mis mejores amigas en Norteamérica. Las aprecio mucho y sin su respaldo, no estaría aquí ahora.

-Si son tus mejores amigas, también serán las mías, porque gracias a ellas, he podido recuperarte, Julia. También quiero conocerlas.

-Eso va a ocurrir antes de lo que imaginas. Vamos a mi suite, ya casi es la hora.

-¿La hora de qué?

-Vamos Loísa, conocerás a Liam.

Subimos a la suite, y conecto el portátil para preparar la videoconferencia.

Establecemos la conexión y en pantalla van apareciendo, Lola y Sophie juntas, Liam e Isabelle en ventanas separadas.

Después de los saludos iniciales, es Lola quien inicia la conversación en inglés.

-Julia, esa chica que está a tu lado, por casualidad, ¿no será...?

-Sí, Lola, es Loísa. Tenías razón; Loísa nunca me traicionó. Me tendieron una trampa y caí como una tonta. Loísa siempre me ha sido leal. Aun no entiendo cómo pude dudar de ella. Hoy ha sido un día muy intenso. Ya os contaré.

Loísa no destacaba como estudiante, por lo que su inglés es bastante limitado. Prefiere expresarse en español, y yo me encargo de traducirlo. Liam, aunque lleva tiempo estudiándolo, aún está en proceso de soltarse, aunque ya comprende bastante.

-Hola, soy Loísa. Julia me ha hablado mucho de vosotras. Quería expresar mi agradecimiento por lo que han hecho por ella y por cuidarla cuando yo no podía. Estoy feliz de tenerla de nuevo a mi lado después de tantos años separadas. Gracias de verdad. Sé que Julia les aprecia mucho, y me gustaría que también me consideraran su amiga.

-Julia nos ha contado mucho sobre ti, Loísa, y sabemos cuánto te ha echado de menos. Nos alegra mucho que se hayan vuelto a encontrar. Conocemos tu importancia en la vida de Julia, y es un honor para nosotras tenerte como amiga. Además, estamos emocionadas de conocerte y de que formes parte de nuestras vidas. Julia nos ha hablado de la fuerte conexión que compartís y de lo mucho que significa tu amistad para ella. Esperamos que esta nueva etapa os brinde momentos llenos de felicidad. ¡Bienvenida a nuestra pequeña familia, Loísa!

Le voy explicando a Loísa lo que Sophie dice.

-Muchas gracias, “chicas”.

En los siguientes minutos, nos ponemos al corriente de cómo nos ha sido el día. Yo les narro cómo fue el encuentro con Sergio y su padre en la fábrica. Luego, las chicas se desconectan y quedamos a solas con Liam.

-Julia, imagino que preferirás tener un momento a solas con Liam para conversar.

-Gracias, Loísa, pero quédate, ¿no querías conocerlo?

-Claro, por supuesto.

-Liam, ella es la amiga de la que te hablé, la que se ligó al socorrista en el Caribe, ya sabes.

-¡Julia!, ¿le has contado eso? Vaya, qué vergüenza. Si casi era una niña.

-Ah, ya recuerdo, la que te soltó eso de que los negros la tenemos más grande.

-Sí, exactamente, esa misma, ja ja ja.

-¿Pero también le contaste eso? Julia, es verdad que me odiabas.

-No te preocupes, Loísa, solo está bromeando.

-¿Entonces, crees que, por ser negro, la tengo grande?

-No…, no sé…, ¿pero en que dilema me estás poniendo? De verdad que ya no sé qué pensar, Liam. Sí que dije eso, pero…,

-Pero es cierto, Loísa. Liam no lo quiere admitir, pero tiene un buen tamaño, aunque no sé si será por su etnia. Pero lo que realmente hace grande a Liam es su corazón. Y eso es lo que realmente me importa y lo que me enamora de él cada día. Te amo, Liam.

Liam sonríe y responde:

-Gracias, Julia. Yo también te amo.

-Y yo también os quiero a los dos, a ti también, Liam, a pesar del lío en el que me has metido. Vaya presentación que me has hecho, Julia. Parece que no te guardas nada. -Comenta Loísa, con una mezcla de vergüenza y risa.

-Bueno, ya sabes que siempre he sido directa y honesta. Además, entre amigos, no hay secretos que valgan, ¿verdad?

-No te preocupes, Loísa. Julia me ha contado muchas anécdotas de su vida, así que esto no me sorprende.

-Supongo que tendré que acostumbrarme a estas confidencias. Pero, en fin, me alegra conocerte, Liam.

-Igualmente, Loísa. Julia me ha hablado mucho de ti, y estoy encantado de que hayas vuelto a su vida.

-Y yo estoy agradecida de tener a ambos en mi vida.

Decidimos dejar atrás las anécdotas y disfrutar del tiempo juntos, compartiendo risas y experiencias en un ambiente más distendido. Después de compartir un rato de risas y anécdotas con Liam, decidimos cerrar la videoconferencia. Loísa me mira con una sonrisa.

-Julia, gracias por compartir todo esto conmigo. Aunque ha sido un día intenso, estoy agradecida de que hayas vuelto a mi vida y de que hayamos retomado nuestra amistad.

-Yo también estoy agradecida. Quiero recuperar el tiempo perdido y construir nuevos recuerdos juntas.

Loísa asiente con la cabeza, y nos abrazamos. Aunque el día ha estado lleno de revelaciones y emociones intensas, siento que estamos dando un paso importante hacia la reconstrucción de nuestra amistad. La noche concluye con la certeza de que, a pesar de todo, la familia que escogemos puede llegar a ser la más valiosa.

-Julia, ya es tarde, tengo que irme a casa.

-¿Por qué no pasas la noche aquí?

-¿Aquí? ¿Contigo?

-Sí, la cama es amplia, cabemos las dos perfectamente. Es que me cuesta separarme de ti, y deseo tenerte a mi lado todo el tiempo posible.

-Pero no tengo pijama, tendría que ir a casa.

-No te preocupes, yo siempre duermo desnuda, pero te puedo prestar algo para dormir. Estaré encantada de que te quedes.

-¿Desnuda? ¿Y esperas que yo también duerma desnuda? Julia, no sé cómo interpretar eso.

-¡No, no! Eso no es lo que quise decir. Me refería a que podrías quedarte con alguna de mis camisetas o algo cómodo para dormir. No tenía la intención de sugerir algo incómodo. Lamento si di a entender lo contrario, Loísa. Pero te recomiendo que experimentes dormir desnuda; descubrirás que es liberador.

-Julia, suelo dormir desnuda regularmente, pero solo con Pablo. Nunca me había planteado hacerlo con otra persona que no fuera él.

-Claro, Loísa, qué tonta soy. Mira, duerme como quieras, a mí no me importa, pero no te vayas, necesito tu compañía esta noche.

-Había decidido quedarme, Julia. A mí también me cuesta despegarme de ti.

-¡Qué bien, Loísa! Como en los viejos tiempos, en mi casa. ¿Te acuerdas de las travesuras que hacíamos en mi habitación?

-Sí, me acuerdo, claro que sí. Éramos tan locas en aquel entonces.

-Sí, ahora somos mujeres adultas y responsables.

Nos quedamos mirándonos con caras de hacer travesuras. Diez minutos más tarde, nos encontramos inmersas en una batalla de almohadas, saltando encima de la cama. Es como si el tiempo no hubiera pasado.

Caemos agotadas y muertas de risa en la cama, que milagrosamente ha sobrevivido a la batalla. No podemos decir lo mismo de las almohadas, que han acabado con todos sus interiores esparcidos por la habitación.

Pero estamos contentas y alegres porque nos hemos vuelto a encontrar. Me vuelvo hacia ella y la veo riendo.

-Sabes, Loísa, todos estos años, a pesar de creer que me habías traicionado, te he echado mucho de menos. Estoy muy feliz de tenerte conmigo de nuevo. Y ahora sí, de verdad, para siempre.

-Para siempre, Julia.

Después de compartir risas y recuerdos, nos quedamos allí, en la cama deshecha, disfrutando de la compañía mutua. Las sombras de la noche se deslizan por la habitación mientras intercambiamos historias y confesiones. A medida que la conversación fluye, nos damos cuenta de cuánto hemos cambiado y, al mismo tiempo, de cuánto sigue siendo la esencia de nuestra amistad.

En ese momento, la complicidad entre nosotras parece romper cualquier barrera del tiempo. Aunque han pasado años desde nuestra última reunión, la conexión entre Loísa y yo sigue siendo tan fuerte como siempre. Compartimos risas, lágrimas y la certeza de que esta amistad perdurará, superando cualquier obstáculo que el destino nos haya impuesto.

Con la promesa de un nuevo amanecer y el consuelo de haber recuperado a una amiga perdida, nos sumergimos en la noche, agradeciendo la oportunidad de reescribir nuestra historia y construir un futuro juntas. Decidimos retirarnos a dormir. Al final, Loísa se acuesta desnuda y nota el piercing en mi ombligo.

-¿Te gusta? Sophie me lo regaló. Ella también tiene uno. ¿No te gustaría ponerte uno?

-Nunca lo he considerado, pero tal vez lo haga. Se ve muy sexy en ti.

-¿Sabías que no es la primera vez que comparto la cama desnuda con otra mujer?

-¡Julia! ¿Pero qué te han hecho en Estados Unidos? No eres la misma Julia, algo ha cambiado. Explícame eso.

Después de mi revelación, Loísa me mira con sorpresa y curiosidad, esperando una explicación más detallada. Decido abrir mi corazón y compartir con ella los cambios y experiencias que he vivido en Estados Unidos.

-Loísa, no me han cambiado, pero la vida en Estados Unidos me ha llevado por caminos que nunca imaginé. He enfrentado desafíos, descubierto nuevas perspectivas y, sí, también he experimentado cosas diferentes. Pero una parte de mí sigue siendo la misma Julia que conociste. Quizás he evolucionado, he aprendido, y he abierto mi mente a nuevas posibilidades.

Invité a Sophie a pasar un fin de semana en mi residencia de Long Island. En ese periodo, no estaba segura de qué decisión tomar con respecto a Liam. Aún me sentía insegura, desconfiada y llena de dudas. Mi mente estaba a punto de explotar como una olla a presión. Sophie fue de gran ayuda para aclarar mis pensamientos sobre Liam. Pero antes, Sophie y yo vivimos un romance. Fue un breve romance de fin de semana, pero nos unió profundamente. Pero no pienses que soy lesbiana ni bisexual, nada de eso. Tampoco sé por qué me dejé seducir. Pero sucedió sin buscarlo, y lo disfruté mucho. Era mi primera experiencia sexual desde que salí del pueblo, así que puedes imaginar que no tenía mucha experiencia y tuve dudas sobre mi orientación sexual. Ella también me ayudó a comprenderme. Ella es lesbiana, aunque no le gusta las etiquetas, pero de vez en cuando se relacionaba con Liam. Sentían atracción sexual y, si les apetecía, tenían relaciones íntimas. Sin embargo, Sophie me confesó que Liam era el único hombre que le atraía, pero ella quería una relación estable con una mujer. Yo experimentaba lo mismo. Me atrae Liam como hombre, y lo amo profundamente, pero sentía una atracción sexual hacia Sophie. Es la única mujer que despertó mi atracción. Por eso terminé comprendiéndolo.

-Julia... ¿no sentirás hacia mi lo mismo y por eso has querido que me quedara?

-¡No!, no siento lo mismo por ti. Quise que te quedaras porque valoro nuestra amistad y quiero reconstruir lo que teníamos. Mi relación con Sophie fue una etapa diferente en mi vida, pero ahora mi corazón está completamente con Liam. Y lo nuestro, Loísa, lo que tenemos tú y yo, es algo mucho más intenso.

-Me quitas un peso de encima, Julia. Ja ja ja.

-Ja ja ja.

Decidimos dormir y dejar atrás la intensidad de la conversación. Ambas estábamos agotadas física y emocionalmente. Al cerrar los ojos, dejé que el sueño me llevara, agradeciendo tener a Loísa a mi lado después de tantos años de separación. La noche se volvió un refugio de paz, y la promesa de un nuevo amanecer nos acunó en el regazo de la reconciliación.

Ha sido un día emocionalmente muy intenso, pero muy satisfactorio. Sin embargo, una pregunta ha estado rondando mi mente durante todo el teimpo y Loísa tampoco se ha atrevido a contarme. No puedo finalizar el día sin hacerla. Para tener la historia completa, necesito saber qué sucedió con él.

-Loísa, no me has contado nada sobre Ángel. ¿Qué pasó con él?

-Uf, Julia... No te va a gustar.



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La historia de Julia continúa en:

Capítulo 39. Un fantasma anda suelto.


Julia, junto a Loísa, decide enfrentar a Mosén Senante, un sacerdote que traicionó a su familia y está vinculado a un pasado oscuro.

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Bueno, por fin llegan los capítulos bonitos y ya ha conocido a Liam y sus amigas.
Por un momento he pensado que otra vez le ibas a liar como con Sophie, menos mal que no.
Mal rollo me da eso que le tiene que contar de Ángel y que el sacerdote es un siniestro personaje.
Para terminar, desgraciadamente acerté con lo del abuelo. Era mucha casualidad que muriera justo en el momento que iba a hacer justicia.
Padre e hijo no se cual da más asco. Ojalá vayan a la cárcel y no salgan nunca de allí.
 
Al fin nos vamos a enterar que pasp con Angel.
No habrá terminado en la cárcel por culpa de Sergio, hizo mover las influencias de su papá para que lo metan adentro por cualquier motivo.
 
Loisa se hunde cada vez más y más. Cómo es posible que después de todo lo que hizo, todas las guarradas que se sacrificó, haya escondido el vídeo y no lo haya difundido? lo ha podido hacer de incógnita, subirlo en las redes para que lo vea todo el mundo.

Por si fuera poco, es posible que Angel haya sufrido lo inpensado, y ese video quizás lo hubiera podido ayudar algo. Es imperdonable.

Lo que se dijo de que "confiaba en ti no solo por tu capacidad, sino también por tu integridad y tus valores", no habrá sido sarcasmo?
 
EL TALISMÁN. TERCERA PARTE. ¡QUIERO VIVIR!



Capítulo 38. La mala familia.

Villalba del Conde.

Julio 2011.

Julia.


-Loísa, lo que hiciste, eso fue... eso fue...

-Fue horrible, Julia.

-Per... pero no entiendo, ¿por qué lo hiciste?

-Por ti, Julia. Lo hice por ti.

-¿Por mí? Pero...

-Quería restaurar tu reputación, Julia. Buscaba la verdad, ya que cada vez que ipreguntaba, me presentaban la versión que Sergio divulgaba. Sabía que era falsa, pero carecía de pruebas para demostrarlo. Necesitaba que alguien fuera sincero conmigo. Sin embargo, solo Sergio, Miguel y Paco sabían lo que había pasado realmente. Solo ellos, podían contarme la verdad.

Solo Paco accedió a contarme lo que ocurrió, pero a un precio muy alto. Fue una decisión difícil, pero creí que era la única manera de obtener la verdad que necesitaba. Ahora, espero que puedas comenzar a reconstruir tu nombre y despejar las dudas que se sembraron injustamente sobre ti.

-Pero Loísa, no deberías haber hecho ese sacrificio por mí; no me lo merecía. Mientras pasabas por ese difícil momento, yo te odiaba y te deseaba lo peor. Creía que me habías traicionado, pero ahora entiendo que no conocía toda la historia. Fui una boba al dejarme engañar de esa manera.

-De alguna manera, fui desleal contigo, Julia. Al menos, esa es mi percepción; debido a un descuido mío, ocurrió lo que ocurrió. Entonces, sí, merecía lo que Paco me hizo.

Esa tarde, al llegar a casa, tuve la fortuna de encontrarla desierta, sin que nadie me viera. Toda la familia se encontraba ocupada preparando las hogueras de San Antón. Como sabes, desde hace muchos años, mi familia ha sido la responsable de organizar las hogueras de San Antón y toda la festividad que le sigue. Hace generaciones, Antón Villalba, un antepasado nuestro, decidió celebrar su cumpleaños regalando al pueblo las hogueras. Aprovechando las brasas de las hogueras, se organizaba una fiesta nocturna con barbacoa y baile hasta la madrugada, con una orquesta que también era financiada por mi antepasado. Y eso se ha convertido en una tradición arraigada. Además, al día siguiente la fábrica cierra, permitiendo que la gente disfrute de la festividad hasta el día siguiente.

Tras tomar una ducha, me retiré a la cama mientras todo Villalba gozaba de la celebración. Solo tenía a Pablo en mente; él no merecía lo que le había hecho y consideré poner fin a la relación. No me consideraba digna de su amor. Sin embargo, antes tendría que confesarle lo que había hecho, y no me sentía capaz de dar ese paso. Finalmente, opté por no decirle nada y continuar con él. Me propuse mantener el secreto en lo más profundo de mi ser.

-No debes cargar con esa culpa, ya que, de una forma u otra, tu hermano habría logrado vengarse.

-Fui yo, Julia, quien le abrió el camino hacia esa venganza, quien puso en sus manos las herramientas para llevarla a cabo. El peso de la culpa me consume. Nunca me lo perdonaré.

Abrazo a Loísa con fuerza, sintiendo cómo su cuerpo tiembla ligeramente, al borde de derrumbarse una vez más. Sus emociones parecen desbordarla, y en sus ojos noto el cansancio de quien ha cargado demasiado peso por demasiado tiempo. Me aferro a ella, intentando transmitirle calma, ofreciendo un refugio en medio de su tormenta interna. Sé que está luchando por mantenerse en pie, pero también sé que necesita este abrazo, que no está sola en su duelo.

-Loísa, has demostrado ser una gran amiga. Pero no deberías haber hecho ese sacrificio por mí. No lo merecía y, de todas formas, la verdad saldrá a la luz.

-Vi esa grabación, y descubrí algo que Paco no me había mencionado. Tuve que presenciar cómo te violaban uno tras otro, mientras estabas inconsciente. Sin embargo, al finalizar, los tres se vistieron y ahí concluye la grabación. Pero luego, la grabación continúa y se observa cómo, entre los tres, traen a Ángel, aún inconsciente, y lo sientan en el sofá. Le quitan los pantalones y lo dejan ahí, desnudo de cintura para abajo. Además, se aprecia cómo Sergio coloca algo en los bolsillos de los pantalones y luego el video se corta.

-Son unos desgraciados, al principio llegué a pensar que él también me había violado. Lo habían colocado allí con esa intención.

-La verdad que revelaba la grabación era impactante. Después de ese perturbador episodio, me sentí abrumada por la necesidad de hacer justicia. Descubrí quien fue tu abogado, así que le llevé una copia de la grabación para que reabriera la causa. Pero no me prestó atención; me dijo que ya no estaba a cargo de ese caso y que además estaba cerrado. Aconsejó que sería mejor no tocar ese tema.

Pero no me rendí; localicé al juez que archivó el caso y le expuse la misma situación. Le argumenté que la grabación evidenciaba la agresión sexual que habías sufrido y que los demás habían mentido. No mostró interés en revisarla; indicó que el caso estaba archivado y que, si existían nuevas pruebas, debía ser alguna de las partes interesadas quien solicitara la reapertura del caso. A pesar de mi insistencia, no logré obtener resultados. Volví a casa muy frustrada.

Como último recurso, consideré mostrar el video a algunas personas del pueblo, solo a aquellas en quienes confiaba, para que pudieran dar testimonio de quién decía la verdad y quién mentía. Sin embargo, reflexioné sobre las posibles consecuencias. Eventualmente, tendría que explicar cómo obtuve esa grabación, y el miedo se apoderó de mí. Me acobardé, Julia, y nuevamente te fallé. Tenía los medios para demostrar tu inocencia y no lo hice por cobardía, por egoísmo.

Esa decisión pesaba sobre mi conciencia día y noche. La oportunidad de hacer lo correcto estaba frente a mí, pero el temor a las repercusiones y la posibilidad de enfrentar las consecuencias me paralizaron. Me di cuenta de que mi cobardía no solo te afectaba a ti, Julia, sino también a toda la verdad que merecía salir a la luz.

-Hiciste bien en no mostrarlo, las consecuencias hubieran sido terribles para ti, al final habrían conseguido poner en duda la autenticidad de ese video y tu habrías quedado como una puta. Hiciste lo correcto, no tengo nada que recriminarte.

-Y entonces, ¿de que sirvió tanto sacrificio? Todo ese esfuerzo, todas las noches en vela, las lágrimas derramadas y los sacrificios que hice... ¿han llevado a algo significativo? Me encontraba en la misma situación que antes: conocía la verdad y poseía la prueba, pero no me atrevía a utilizarla y me obligué a guardar silencio. La carga de la verdad y mi incapacidad para enfrentarla me llevó a una profunda reflexión. Me di cuenta de que mi miedo estaba permitiendo que la injusticia prevaleciera.

-Ese juez y ese abogado, Loísa, estaban vinculados a tu padre. Aunque les hubieras presentado numerosas pruebas, nunca las habrían aceptado.

-¿Qué insinúas?, ¿acaso mi padre les pagaba para...?

-Sí, Loísa, estaban sobornados: el juez, el abogado, el médico... Loísa, ¿recuerdas la dirección de ese apartamento en Calatayud? ¿Podrías indicarme dónde se encuentra?

-Desde luego, está en la plaza de la Iglesia. ¿Por qué deseas saberlo, Julia?

-¡Oh no! Ese apartamento está plagado de cámaras ocultas. Y Paco seguramente lo sabía. Es probable que tenga una grabación de ese día, Loísa.

-¡Joder! Pero, ¿cómo llegaste a saber eso?

-He tenido un equipo investigando desde hace más de un año. Encontraron ese apartamento y lo han estado vigilando. Lograron ingresar y encontraron un sofisticado equipo de grabación, junto con una potente instalación informática donde se almacenaban todas las grabaciones. Estaba ubicado en una habitación cerrada con una cerradura electrónica, la cual no fue difícil de descifrar para mi equipo. Accedieron a sus servidores y encontraron numerosos videos de índole sexual que involucraban a políticos reconocidos, empresarios, banqueros, jueces y otros miembros influyentes. Lo más destacado de la sociedad de la comarca ha participado en eventos clandestinos en ese apartamento y sus fiestas. A algunos, como nuestro juez, nuestro abogado y el médico que me atendió, los sobornaron. También hay una grabación de eso.

-¿Pero con qué propósito?

-Loísa, tu padre, en colaboración con tu hermano Sergio, organizaba esos encuentros con personas influyentes, donde se consumían drogas y se practicaba sexo sin restricciones, todo estaba permitido. Lo que ignoraban es que todo quedaba registrado en grabaciones. Posteriormente, utilizaban esas grabaciones para chantajearlos y obtener créditos y subvenciones públicas que no devolvían. Con esos fondos, junto a lo obtenido de la fábrica, planeaban escapar a un paraíso fiscal sin tratado de extradición, donde ya estaban preparando su residencia. En realidad, ya se habrían ido, pero en ese momento apareció mi empresa, y consideraron llevar a cabo una última maniobra. Diseñaron un plan con informes falsos para persuadir a mi empresa de invertir una suma considerable de dinero, que no tenían intención de reembolsar, y luego desaparecer. Sin embargo, este último intento de fraude les saldrá mal.

Mi equipo y yo hemos descubierto sus artimañas y hemos tomado medidas para detener sus planes. Las pruebas recopiladas, incluyendo las grabaciones y documentos falsificados, están siendo presentadas a las autoridades correspondientes. No permitiré que escapen con sus acciones ilícitas. Estoy decidida a hacer justicia y asegurarme de que paguen por sus crímenes. La verdad prevalecerá y la ley se aplicará con rigor.

-¿Incluso mi madre estaba involucrada?

-Tu madre no tiene conocimiento de nada, no estaba involucrada en el plan, solo Sergio y tu padre. A dos europeos adinerados no les faltarían compañías femeninas en Las Bahamas.

Y hay algo adicional que desconoces. Fui la primera en sufrir violación, pero lamentablemente, no fui la única.

Existen al menos 10 denuncias adicionales, todas de menores de edad, que, por supuesto, fueron archivadas en su momento. Tu padre ha sobornado a jueces, abogados y médicos. Cualquier denuncia presentada contra los Villalba no tenía posibilidad de avanzar. Sin embargo, sospechamos que podría haber más casos que no se han atrevido a denunciar. Todas las agresiones tenían lugar en ese apartamento, según han declarado las víctimas, donde, al igual que en mi caso, llevaban a las chicas en estado de semiembriaguez. Fue gracias a esas chicas que nos enteramos de la existencia de ese apartamento. A pesar de ello, no hemos encontrado vídeos de esas agresiones, y creemos que los eliminaron de esos servidores después de realizar copias. Desconocemos donde guardan esas copias. Y es posible que Paco tenga un vídeo del día en que estuviste en ese apartamento, Loísa.

-¡No! Sería terrible, si esto se descubre y Pablo se entera, no quiero ni imaginarlo. No podría soportar perderlo. Necesito hablar con Paco lo antes posible. Por favor, Julia, necesito tu ayuda.

-Tranquila, Loísa. Avisaré a mi equipo, seguro que algo pueden hacer, son muy profesionales. Pero por ahora, intenta calmarte. Todos pagarán por lo que hicieron, incluido Paco. Voy a erradicar las malas hierbas de este pueblo.

-¿Cuál es tu plan, y cómo piensas llevarlo a cabo?

-Los voy a llevar ante la justicia, a todos, a Paco, a Miguel, a Sergio y a tu padre. Y a los demás, a quienes arruinaron mi infancia, los expulsaré del pueblo, como ya hice en Calatayud.

-¿Incluso mi padre? ¿Pero cuál es la razón?

-Tu padre ha estado desviando fondos de la fábrica hacia paraísos fiscales. Solo con eso ya sería motivo suficiente para ponerlo tras las rejas, aunque con un buen abogado, es posible que no pase mucho tiempo allí. Pero, Loísa, sería conveniente que conozcas la verdad acerca de tu padre. Escúchame, Loísa, esto es crucial y sé que no será de tu agrado.

-¿Qué pasa con mi padre, Julia?

-La noche en que falleció tu abuelo, esa misma tarde, estuvo en mi casa conversando con mis padres.

-¿En tu casa? Esa información no la tenía.

-Sabes que tu abuelo y el mío siempre se llevaron bien, y tu abuelo le otorgó puestos de responsabilidad en la fábrica. Siempre se portó bien con él.

-Sí, estaba al tanto de eso. Cuando era niña, mi abuelo solía contarme muchas anécdotas sobre sus días de servicio militar. Eran muy divertidas, y me encantaba escucharlas.

-Cuando tu abuelo se enteró de la denuncia contra Sergio, supo que este estaba mintiendo, quizás porque lo conocía a fondo. A pesar de las dificultades para subir escaleras debido a su insuficiencia respiratoria, se presentó en mi casa y brindó apoyo a mis padres. Manifestó su confianza en mi versión, ya que consideraba que su nieto no era una buena persona. Además, se comprometió personalmente a buscar el mejor abogado para llevar mi caso contra su propio nieto. En sus palabras, "la nieta de mi buen amigo no iba a quedar desamparada". Desde mi habitación, escuché su firme convicción de que Sergio pagaría por lo que había hecho. Estaba decidido a que se hiciera justicia y que Sergio respondiera por sus actos.

-Él siempre fue así, abogando por la justicia y la verdad. Esa era la esencia de mi abuelo.

-Sí, esa era su naturaleza. Además, mencionó algo más que hasta ahora no se ha revelado, y que solo conozco yo. Había llamado a un notario de Calatayud para modificar su testamento. Tenía la intención de desheredar a tu padre y a Sergio.

-¿Cómo? ¿Quería desheredarlos?

-Tu abuelo quería asegurarse de que tu padre y Sergio no heredaran la fábrica. Quería que su legado fuera para aquellos que realmente lo merecían. En la nueva versión de su testamento, quería dejar claras sus intenciones de proteger lo que ha sido el legado de vuestra familia desde antiguo. Hubiera sido un acto de justicia, una manera de garantizar que el fruto de años de trabajo no cayera en manos equivocadas. Tu abuelo creía que, si Sergio heredaba la fábrica, la conduciría a la ruina, como de hecho está sucediendo. Por eso, tenía en mente a otra persona en la que confiaba para dirigir la fábrica en caso de que algo le ocurriera.

-Julia, estoy confundida. ¿A quién pretendía dejarle la fábrica mi abuelo? Tendría que ser un Villalba, claro, siempre ha pertenecido a la familia Villalba, y tendría que ser un hombre. No se me ocurre ningún pariente con capacidad para dirigir la fábrica.

-¿De verdad no se te ocurre nadie que contara con la plena confianza de tu abuelo?

-No tengo nada claro en este momento, Julia. A pesar de la confianza que mi abuelo depositaba en mí, el hecho de ser mujer y considerando que nunca una mujer ha liderado la fábrica, sugiere que debería haber otra opción.

-No ha existido otra opción, Loísa. Tú eras la elegida.

-¿Yo? ¿pero estás segura? ¿Te lo dijo él?

-No me lo dijo directamente, pero escuché la conversación con mis propios oídos. Expresó que era hora de romper con la tradición obsoleta y que se necesitaba a alguien con nuevas ideas, y tú eras la indicada.

-¿Dijo eso? Vaya, pero murió esa misma noche y no pudo cambiar el testamento. Si hubiera tenido esa oportunidad, sería ahora la propietaria de la fábrica. Aunque debo reconocer que no tendría idea de cómo dirigirla. Mi abuelo se equivocó en eso; ya sabes que no soy muy inteligente.

-¿Qué dices, Loísa? ¿Acaso Sergio es más inteligente que tú?

-Los estudios no se me dan bien, Julia. Jamás habría adquirido los conocimientos necesarios para dirigir la fábrica.

-¿Y has adquirido los conocimientos necesarios para ser la alcaldesa de un pueblo con casi 4.000 habitantes? Y la gente está encantada con tu gestión, he visto cuanto te admiran. Los estudios no determinan tu capacidad, Loísa. No te subestimes, demuestras ser muy capaz, y siempre has sido la más inteligente de las dos.

-No es cierto, Julia. Tú eres muy inteligente; no es fácil construir una empresa como la tuya, y lo has logrado por ti misma.

-Sola no, Loísa. Tuve que formar un equipo, porque hacerlo por mí misma hubiera sido imposible. Al igual que pienso impartir justicia apoyada por otro equipo en Madrid. Es cierto que se me da bien estudiar, y eso me ha ayudado mucho, pero tú siempre has sabido qué hacer en cada momento. Respóndeme, ¿por qué me elegiste para hacer ese trabajo aquel día en que nos conocimos?

-Porque sabía que contigo, aprobaría Julia.

-Definitivamente, Loísa, eso demuestra inteligencia, saber aprovechar los recursos que tienes a tu alrededor. Recuerda que ser inteligente va más allá de los estudios formales. Tú tienes la inteligencia necesaria para liderar y tomar decisiones importantes. Además, ya estás demostrando ser una líder eficiente como alcaldesa. Tienes que confiar en ti misma, Loísa. En cuanto a tu abuelo, confiaba en ti no solo por tu capacidad, sino también por tu integridad y tus valores.

-No lo había visto de esa manera.

-Loísa, ¿No piensas que su fallecimiento fue muy oportuno para tu padre y tu hermano?

-¿Qué estás sugiriendo? ¿Acaso crees que ellos estuvieron involucrados...? No puede ser, Julia. Mi padre no es un asesino; fue una muerte natural.

-Loísa, sé que esto te va a causar dolor, pero cuento con las pruebas y un testigo.

-¿Quién puede ser ese testigo?

-Mientras un miembro de mi equipo investigaba a tu familia, comenzamos la búsqueda de vuestra antigua asistenta, Paula. Pensábamos que podría tener información relevante sobre tus padres y tu hermano. Aunque localizarla fue todo un desafío, contamos con profesionales competentes y finalmente la encontramos en Barcelona. A pesar de su inicial reserva, nos proporcionó algunas informaciones, en su mayoría rumores sin mucha importancia. No obstante, nunca anticipamos lo que revelaría una vez que superó sus temores iniciales.

Cada noche, Paula se acercaba a la habitación de tu abuelo antes de que se durmiera para asegurarse de que hubiera tomado sus medicinas y cambiarle el vaso de agua. Pero esa noche, le sorprendió hallar la puerta entreabierta y escuchar gemidos desde adentro. Se asomó con precaución y observó a tu padre y a tu hermano, ambos sosteniendo un cojín firmemente sobre el rostro de tu abuelo hasta que dejó de moverse. Tuvo la oportunidad de grabar los últimos momentos de vida de tu abuelo y luego se apresuró a su habitación. Jamás reveló nada, porque nos confesó que tenía miedo. Pocos días después del fallecimiento, o mejor dicho, del asesinato de tu abuelo, ella renunció al trabajo y se mudó a Zaragoza y meses más tarde, a Barcelona. Ni siquiera en Zaragoza se sentía segura. Nunca más volvió al pueblo. Estaba aterrorizada.

Según Paula, el motivo detrás del asesinato era un oscuro plan ideado por tu padre y tu hermano para apoderarse por completo de la fábrica. Esa misma tarde, tu abuelo les había confesado, después de visitar mi casa, que planeaba desheredarlos y dejarte a ti a cargo del negocio. Al temer la pérdida de poder y beneficios que obtenían de la empresa, decidieron eliminar a tu abuelo. Paula, al sentirse amenazada por lo que presenció, optó por mantenerse en silencio y huir para salvaguardar su propia seguridad. Ahora, con sus revelaciones y la grabación, contamos con pruebas contundentes para desvelar el crimen y llevar a los responsables ante la justicia.

-No puedo creerlo, mi propio padre, un asesino...

Loísa vuelve a llorar, refugiándose en mis brazos.

-Lo lamento, Loísa, no era mi intención causarte dolor, pero tarde o temprano te habrías enterado, y he preferido contártelo yo.

-Has hecho bien al contármelo. Ahora, ¿qué le espera? Aunque no me hable con él, sigue siendo mi padre - decía mientras secaba sus lágrimas-. ¿Irá a la cárcel? ¿Por cuánto tiempo? Y mi madre, ¿qué pasará con ella?

-Lo siento mucho, Loísa. Sé que esto es abrumador para ti. En cuanto a tu padre, con las pruebas que tenemos, es probable que enfrente cargos por asesinato, y la pena dependerá de las leyes y circunstancias específicas del caso. Respecto a tu madre, es difícil prever su reacción. La verdad es que esto afectará a toda la familia y a quienes están involucrados en este oscuro plan. Mi intención al revelarte todo esto es ayudarte a enfrentar la situación y buscar justicia.

-Lo sé.

-Loísa, tu padre merece enfrentarse a la justicia, no solo por el asesinato de tu abuelo, sino también por encubrir todas las agresiones sexuales de Sergio y por sus planes con la fábrica. No es una buena persona, Loísa. Pero entiendo que ya has sufrido mucho. En cuanto a Sergio, no tengo intención de salvarlo; no se lo merece. Pero respecto a tu padre, no sé Loísa, es tu padre. Dime que lo perdonas y que no quieres verlo en la cárcel, y te prometo que no irá a prisión.

-¿Realmente lo harías, Julia? ¿Estarías dispuesta a hacer eso por mí?

-Solo pídemelo, y te aseguro que tu padre no acabará en la cárcel, o al menos haré lo imposible para que eso no suceda. Hazme esa petición, Loísa, y cumpliré ese deseo. Tengo el poder para hacerlo. Eso sí, tendría que irse lejos del pueblo.

Loísa guarda silencio, reflexionando sobre su decisión. Después de unos minutos, me mira con una expresión renovada.

-Dicen que la familia se hereda y los amigos se eligen. Sin embargo, no estoy de acuerdo. Creo que también podemos elegir a nuestra familia. A menudo damos mucha importancia al lazo de sangre, pero... ¿es más o menos relevante que la lealtad en una relación? Recuerdo las tardes que compartíamos en tu casa y las meriendas que preparaba tu madre. En tu hogar, con tus padres, me sentía más parte de una familia que en mi propia casa. Cuando fallecieron, sentí que perdía una parte de mí. Hasta entonces, nunca los había considerado como mi familia, pero así los percibí cuando murieron. Los echo mucho de menos, Julia.

Las palabras de Loísa me conmueven profundamente.

-A veces, la verdadera familia no está determinada por la sangre, sino por las conexiones y el cariño compartido. Esas tardes en mi casa eran especiales para mí también, Loísa. Tu compañía y la de mis padres hacían que todo fuera más cálido y acogedor. Aunque físicamente ya no estén, el afecto y los recuerdos perduran.

Loísa reflexiona sobre esas palabras, y una expresión de gratitud y consuelo se dibuja en su rostro.

-La sangre nos hace parientes, pero la lealtad nos convierte en familia. Creo que los amigos son la familia que escoges. Entre mi padre y tú, te elijo a ti, Julia, y a Pablo y sus padres, y a tus padres; vosotros sois mi familia, a la que no pienso renunciar. Si es verdad que tienes ese poder, mételo en la cárcel, por lo que te hizo, y por lo que le hizo a mi abuelo. Enciérralo, Julia. Que pague por lo que ha hecho. No quiero que mi padre siga causando más daño. Haz lo que tengas que hacer, para que pague por sus acciones.

-Te prometo que haré todo lo posible para que se haga justicia.

El tiempo ha transcurrido casi inadvertido y está a punto de ser la hora de cenar.

-Loísa, el tiempo se nos está yendo de las manos, ¿Pablo no estará preocupado?

-Pablo vendrá mañana; hoy se queda a dormir en Zaragoza. Pero sí, es verdad que estará preocupado; había desconectado el móvil para que no nos molestaran, y seguro que habrá llamado.

Loísa vuelve a encender el móvil y comprueba que, efectivamente, tiene varias llamadas perdidas de Pablo. Llama a Pablo y habla con él, explicándole la situación. Parece que no hay ningún reproche.

-Pablo te envía un abrazo. Aunque no tuviste la oportunidad de conocerlo en persona, le he hablado mucho de tí, y sabe lo importante que eres para mí.

-Sinceramente, Loísa, también tengo muchas ganas de conocerlo.

-Oh, también estoy deseando conocer a ese apuesto moreno que tienes como esposo. ¿Recuerdas lo que te comenté sobre los negros? ¿Verdad que es cierto?

-Ja ja ja, qué ocurrencias tienes, Loísa. Estoy contenta con lo que tiene Liam, si es eso lo que quieres saber, y no pienso entrar en detalles específicos, ja ja ja. Pero vamos, que estoy muy satisfecha, ja ja ja. Además, tampoco tengo muchas referencias.

-Julia, háblame de ti, ¿cómo han sido todos estos años? Sé lo que dicen las revistas, pero quiero escucharlo de ti. Vamos a recuperar el tiempo que hemos pasado separadas. Anímate, cuéntame.

-Por supuesto, Loísa. Pero vayamos a cenar al castillo, y mientras tanto, te contaré todo.

Durante la cena, aprovechando cada bocado, pongo al día a Loísa sobre todas mis experiencias en los Estados Unidos, desde mi tiempo en Harvard hasta la fundación de mi empresa junto a mis socias, pasando por mi traslado a Nueva York y cómo hemos crecido de éxito en éxito. También comparto con ella los motivos que me llevaron a aislarme socialmente y los desafíos que enfrenté para recuperar esa confianza en mí misma. Sin embargo, me detengo especialmente en cómo conocí a Liam, Sophie, Isabelle y Lola, y lo significativos que son para mí.

-Conocer a Liam fue toda una revelación. Después de años alejándome de las relaciones sentimentales, me enamoré de él desde el primer momento. Ambos nos cautivamos mutuamente, pero al mismo tiempo, los dos nos resistimos a admitirlo. Con la ayuda de las "chicas", como suelo llamarlas, Liam ahora es mi esposo. Ellas han sido mis mejores amigas en Norteamérica. Las aprecio mucho y sin su respaldo, no estaría aquí ahora.

-Si son tus mejores amigas, también serán las mías, porque gracias a ellas, he podido recuperarte, Julia. También quiero conocerlas.

-Eso va a ocurrir antes de lo que imaginas. Vamos a mi suite, ya casi es la hora.

-¿La hora de qué?

-Vamos Loísa, conocerás a Liam.

Subimos a la suite, y conecto el portátil para preparar la videoconferencia.

Establecemos la conexión y en pantalla van apareciendo, Lola y Sophie juntas, Liam e Isabelle en ventanas separadas.

Después de los saludos iniciales, es Lola quien inicia la conversación en inglés.

-Julia, esa chica que está a tu lado, por casualidad, ¿no será...?

-Sí, Lola, es Loísa. Tenías razón; Loísa nunca me traicionó. Me tendieron una trampa y caí como una tonta. Loísa siempre me ha sido leal. Aun no entiendo cómo pude dudar de ella. Hoy ha sido un día muy intenso. Ya os contaré.

Loísa no destacaba como estudiante, por lo que su inglés es bastante limitado. Prefiere expresarse en español, y yo me encargo de traducirlo. Liam, aunque lleva tiempo estudiándolo, aún está en proceso de soltarse, aunque ya comprende bastante.

-Hola, soy Loísa. Julia me ha hablado mucho de vosotras. Quería expresar mi agradecimiento por lo que han hecho por ella y por cuidarla cuando yo no podía. Estoy feliz de tenerla de nuevo a mi lado después de tantos años separadas. Gracias de verdad. Sé que Julia les aprecia mucho, y me gustaría que también me consideraran su amiga.

-Julia nos ha contado mucho sobre ti, Loísa, y sabemos cuánto te ha echado de menos. Nos alegra mucho que se hayan vuelto a encontrar. Conocemos tu importancia en la vida de Julia, y es un honor para nosotras tenerte como amiga. Además, estamos emocionadas de conocerte y de que formes parte de nuestras vidas. Julia nos ha hablado de la fuerte conexión que compartís y de lo mucho que significa tu amistad para ella. Esperamos que esta nueva etapa os brinde momentos llenos de felicidad. ¡Bienvenida a nuestra pequeña familia, Loísa!

Le voy explicando a Loísa lo que Sophie dice.

-Muchas gracias, “chicas”.

En los siguientes minutos, nos ponemos al corriente de cómo nos ha sido el día. Yo les narro cómo fue el encuentro con Sergio y su padre en la fábrica. Luego, las chicas se desconectan y quedamos a solas con Liam.

-Julia, imagino que preferirás tener un momento a solas con Liam para conversar.

-Gracias, Loísa, pero quédate, ¿no querías conocerlo?

-Claro, por supuesto.

-Liam, ella es la amiga de la que te hablé, la que se ligó al socorrista en el Caribe, ya sabes.

-¡Julia!, ¿le has contado eso? Vaya, qué vergüenza. Si casi era una niña.

-Ah, ya recuerdo, la que te soltó eso de que los negros la tenemos más grande.

-Sí, exactamente, esa misma, ja ja ja.

-¿Pero también le contaste eso? Julia, es verdad que me odiabas.

-No te preocupes, Loísa, solo está bromeando.

-¿Entonces, crees que, por ser negro, la tengo grande?

-No…, no sé…, ¿pero en que dilema me estás poniendo? De verdad que ya no sé qué pensar, Liam. Sí que dije eso, pero…,

-Pero es cierto, Loísa. Liam no lo quiere admitir, pero tiene un buen tamaño, aunque no sé si será por su etnia. Pero lo que realmente hace grande a Liam es su corazón. Y eso es lo que realmente me importa y lo que me enamora de él cada día. Te amo, Liam.

Liam sonríe y responde:

-Gracias, Julia. Yo también te amo.

-Y yo también os quiero a los dos, a ti también, Liam, a pesar del lío en el que me has metido. Vaya presentación que me has hecho, Julia. Parece que no te guardas nada. -Comenta Loísa, con una mezcla de vergüenza y risa.

-Bueno, ya sabes que siempre he sido directa y honesta. Además, entre amigos, no hay secretos que valgan, ¿verdad?

-No te preocupes, Loísa. Julia me ha contado muchas anécdotas de su vida, así que esto no me sorprende.

-Supongo que tendré que acostumbrarme a estas confidencias. Pero, en fin, me alegra conocerte, Liam.

-Igualmente, Loísa. Julia me ha hablado mucho de ti, y estoy encantado de que hayas vuelto a su vida.

-Y yo estoy agradecida de tener a ambos en mi vida.

Decidimos dejar atrás las anécdotas y disfrutar del tiempo juntos, compartiendo risas y experiencias en un ambiente más distendido. Después de compartir un rato de risas y anécdotas con Liam, decidimos cerrar la videoconferencia. Loísa me mira con una sonrisa.

-Julia, gracias por compartir todo esto conmigo. Aunque ha sido un día intenso, estoy agradecida de que hayas vuelto a mi vida y de que hayamos retomado nuestra amistad.

-Yo también estoy agradecida. Quiero recuperar el tiempo perdido y construir nuevos recuerdos juntas.

Loísa asiente con la cabeza, y nos abrazamos. Aunque el día ha estado lleno de revelaciones y emociones intensas, siento que estamos dando un paso importante hacia la reconstrucción de nuestra amistad. La noche concluye con la certeza de que, a pesar de todo, la familia que escogemos puede llegar a ser la más valiosa.

-Julia, ya es tarde, tengo que irme a casa.

-¿Por qué no pasas la noche aquí?

-¿Aquí? ¿Contigo?

-Sí, la cama es amplia, cabemos las dos perfectamente. Es que me cuesta separarme de ti, y deseo tenerte a mi lado todo el tiempo posible.

-Pero no tengo pijama, tendría que ir a casa.

-No te preocupes, yo siempre duermo desnuda, pero te puedo prestar algo para dormir. Estaré encantada de que te quedes.

-¿Desnuda? ¿Y esperas que yo también duerma desnuda? Julia, no sé cómo interpretar eso.

-¡No, no! Eso no es lo que quise decir. Me refería a que podrías quedarte con alguna de mis camisetas o algo cómodo para dormir. No tenía la intención de sugerir algo incómodo. Lamento si di a entender lo contrario, Loísa. Pero te recomiendo que experimentes dormir desnuda; descubrirás que es liberador.

-Julia, suelo dormir desnuda regularmente, pero solo con Pablo. Nunca me había planteado hacerlo con otra persona que no fuera él.

-Claro, Loísa, qué tonta soy. Mira, duerme como quieras, a mí no me importa, pero no te vayas, necesito tu compañía esta noche.

-Había decidido quedarme, Julia. A mí también me cuesta despegarme de ti.

-¡Qué bien, Loísa! Como en los viejos tiempos, en mi casa. ¿Te acuerdas de las travesuras que hacíamos en mi habitación?

-Sí, me acuerdo, claro que sí. Éramos tan locas en aquel entonces.

-Sí, ahora somos mujeres adultas y responsables.

Nos quedamos mirándonos con caras de hacer travesuras. Diez minutos más tarde, nos encontramos inmersas en una batalla de almohadas, saltando encima de la cama. Es como si el tiempo no hubiera pasado.

Caemos agotadas y muertas de risa en la cama, que milagrosamente ha sobrevivido a la batalla. No podemos decir lo mismo de las almohadas, que han acabado con todos sus interiores esparcidos por la habitación.

Pero estamos contentas y alegres porque nos hemos vuelto a encontrar. Me vuelvo hacia ella y la veo riendo.

-Sabes, Loísa, todos estos años, a pesar de creer que me habías traicionado, te he echado mucho de menos. Estoy muy feliz de tenerte conmigo de nuevo. Y ahora sí, de verdad, para siempre.

-Para siempre, Julia.

Después de compartir risas y recuerdos, nos quedamos allí, en la cama deshecha, disfrutando de la compañía mutua. Las sombras de la noche se deslizan por la habitación mientras intercambiamos historias y confesiones. A medida que la conversación fluye, nos damos cuenta de cuánto hemos cambiado y, al mismo tiempo, de cuánto sigue siendo la esencia de nuestra amistad.

En ese momento, la complicidad entre nosotras parece romper cualquier barrera del tiempo. Aunque han pasado años desde nuestra última reunión, la conexión entre Loísa y yo sigue siendo tan fuerte como siempre. Compartimos risas, lágrimas y la certeza de que esta amistad perdurará, superando cualquier obstáculo que el destino nos haya impuesto.

Con la promesa de un nuevo amanecer y el consuelo de haber recuperado a una amiga perdida, nos sumergimos en la noche, agradeciendo la oportunidad de reescribir nuestra historia y construir un futuro juntas. Decidimos retirarnos a dormir. Al final, Loísa se acuesta desnuda y nota el piercing en mi ombligo.

-¿Te gusta? Sophie me lo regaló. Ella también tiene uno. ¿No te gustaría ponerte uno?

-Nunca lo he considerado, pero tal vez lo haga. Se ve muy sexy en ti.

-¿Sabías que no es la primera vez que comparto la cama desnuda con otra mujer?

-¡Julia! ¿Pero qué te han hecho en Estados Unidos? No eres la misma Julia, algo ha cambiado. Explícame eso.

Después de mi revelación, Loísa me mira con sorpresa y curiosidad, esperando una explicación más detallada. Decido abrir mi corazón y compartir con ella los cambios y experiencias que he vivido en Estados Unidos.

-Loísa, no me han cambiado, pero la vida en Estados Unidos me ha llevado por caminos que nunca imaginé. He enfrentado desafíos, descubierto nuevas perspectivas y, sí, también he experimentado cosas diferentes. Pero una parte de mí sigue siendo la misma Julia que conociste. Quizás he evolucionado, he aprendido, y he abierto mi mente a nuevas posibilidades.

Invité a Sophie a pasar un fin de semana en mi residencia de Long Island. En ese periodo, no estaba segura de qué decisión tomar con respecto a Liam. Aún me sentía insegura, desconfiada y llena de dudas. Mi mente estaba a punto de explotar como una olla a presión. Sophie fue de gran ayuda para aclarar mis pensamientos sobre Liam. Pero antes, Sophie y yo vivimos un romance. Fue un breve romance de fin de semana, pero nos unió profundamente. Pero no pienses que soy lesbiana ni bisexual, nada de eso. Tampoco sé por qué me dejé seducir. Pero sucedió sin buscarlo, y lo disfruté mucho. Era mi primera experiencia sexual desde que salí del pueblo, así que puedes imaginar que no tenía mucha experiencia y tuve dudas sobre mi orientación sexual. Ella también me ayudó a comprenderme. Ella es lesbiana, aunque no le gusta las etiquetas, pero de vez en cuando se relacionaba con Liam. Sentían atracción sexual y, si les apetecía, tenían relaciones íntimas. Sin embargo, Sophie me confesó que Liam era el único hombre que le atraía, pero ella quería una relación estable con una mujer. Yo experimentaba lo mismo. Me atrae Liam como hombre, y lo amo profundamente, pero sentía una atracción sexual hacia Sophie. Es la única mujer que despertó mi atracción. Por eso terminé comprendiéndolo.

-Julia... ¿no sentirás hacia mi lo mismo y por eso has querido que me quedara?

-¡No!, no siento lo mismo por ti. Quise que te quedaras porque valoro nuestra amistad y quiero reconstruir lo que teníamos. Mi relación con Sophie fue una etapa diferente en mi vida, pero ahora mi corazón está completamente con Liam. Y lo nuestro, Loísa, lo que tenemos tú y yo, es algo mucho más intenso.

-Me quitas un peso de encima, Julia. Ja ja ja.

-Ja ja ja.

Decidimos dormir y dejar atrás la intensidad de la conversación. Ambas estábamos agotadas física y emocionalmente. Al cerrar los ojos, dejé que el sueño me llevara, agradeciendo tener a Loísa a mi lado después de tantos años de separación. La noche se volvió un refugio de paz, y la promesa de un nuevo amanecer nos acunó en el regazo de la reconciliación.

Ha sido un día emocionalmente muy intenso, pero muy satisfactorio. Sin embargo, una pregunta ha estado rondando mi mente durante todo el teimpo y Loísa tampoco se ha atrevido a contarme. No puedo finalizar el día sin hacerla. Para tener la historia completa, necesito saber qué sucedió con él.

-Loísa, no me has contado nada sobre Ángel. ¿Qué pasó con él?

-Uf, Julia... No te va a gustar.



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La historia de Julia continúa en:

Capítulo 39. Un fantasma anda suelto.


Julia, junto a Loísa, decide enfrentar a Mosén Senante, un sacerdote que traicionó a su familia y está vinculado a un pasado oscuro.

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Al fin pregunta sobre Ángel!
 
EL TALISMÁN. TERCERA PARTE. ¡QUIERO VIVIR!


Capítulo 39. Un fantasma anda suelto.

Villalba del Conde.

Julio 2011.

Julia.


Loísa se resistió a darme información sobre Ángel. Anoche, me confesó:

-Julia, Ángel me hizo prometer que no diría nada sobre lo que pasó esos días. Lo siento. Solo puedo asegurarte que él está bien.

Con la incertidumbre rondándome, apenas he logrado conciliar el sueño, angustiada por lo que pudo haber ocurrido con Ángel en esos días. Según Loísa, Ángel no tuvo ninguna participación en la violación ni en la trampa que se organizó para engañarme. Resultó ser inocente, y lamentablemente lo acusé erróneamente de violación. Es posible que Ángel sienta resentimiento y por eso haya pedido a Loísa que no me revele nada. Sin embargo, también podría tener otros motivos para guardar silencio. Sería crucial conversar directamente con él para aclarar la situación y entender sus razones. Hasta ayer todavía creía que me había engañado con Loísa y que de alguna manera, había participado en mi violación.

Lidiar con estas revelaciones ha sido difícil. Me enfrento a la realidad de que juzgué a Ángel sin tener toda la información, y ahora me arrepiento profundamente de mis acciones y de las sospechas infundadas que tuve sobre él. La sensación de haber cometido un grave error me persigue, y solo deseo poder enmendarlo y recuperar la confianza que se perdió. Sin embargo, sé que el camino hacia la reconciliación será largo y difícil, y solo puedo esperar que Ángel pueda perdonarme algún día por el daño que le causé con mis acusaciones injustas.

Mientras me ducho, repaso mentalmente las tareas que debo realizar hoy, y de repente se me ocurre que Loísa podría estar interesada en participar. El encuentro de ayer con Loísa, nos ha hecho reajustar nuestra hoja de ruta, pero si Loísa me ayuda, podemos volver a encauzarla. Después de pensar en la idea con más detalle, me siento emocionada por la posibilidad de compartirlo con Loísa. Termino de ducharme rápidamente y me apresuro a vestirme, ansiosa por hablar con ella y compartirle mi propuesta. Estoy segura de que será una excelente manera de fortalecer nuestra amistad y trabajar juntas en algo.

Cuando salgo del baño, Loísa ya está despierta.

-Si quieres, Loísa, puedes tomar una ducha y luego elegir la ropa que quieras de mi armario. Si no quieres usar lo que llevabas ayer, no hay problema.

-Gracias, Julia, pero no hace falta. Aunque sí agradecería si pudieras prestarme algo de ropa interior limpia.

-Claro, Loísa. Puedes escoger cualquier braguita que desees, pero creo que no tengo ningún sujetador aquí, ya que rara vez los uso.

-Entiendo, Julia. Pero ya sabes cómo son aquí en el pueblo. Si notan que no llevo sujetador, me llamarán de todo menos guapa. Así que me pondré el que llevaba ayer.

-Loísa, pensé que sería más cómodo desayunar aquí en la suite. ¿Te gustaría que pidiera algo especial para el desayuno?

-¡Claro, Julia! Un buen café y algo de fruta estaría genial. Gracias por pensar en ello.

Pido a recepción que nos traigan el desayuno a la habitación. Una vez vestidas y mientras desayunamos, no puedo evitar volver sobre el tema de Ángel. Loísa me mira con atención mientras tomo un sorbo de café, y puedo sentir la tensión en el aire mientras decido cómo abordar el tema delicado. Finalmente, reuniendo valor, rompo el silencio.

-Loísa, ¿qué opinas sobre cómo debería abordar la situación con Ángel? Me siento muy culpable por acusarle siendo inocente.

-Julia, no puedo darte muchos detalles, pero para que te sientas más tranquila, déjame decirte que Ángel está bien. Sin embargo, prefiere hablar contigo en persona lo que sea necesario. Por eso me pidió que guardara silencio. Él está informado sobre ti porque le he contado todo lo que he descubierto y también él ha buscado información en internet. Sabía que vendrías porque se lo mencioné y le ofrecí que viniera estos días para verte, pero ha decidido que la elección sea tuya. No puedo revelarte más por ahora. Si decides verlo, puedo darte la dirección. La decisión está en tus manos.

-Claro, definitivamente quiero verlo. Tendré que pedirle muchas disculpas y espero que me perdone.

Loísa posa su mano sobre la mesa y toma la mía.

-Ángel no guarda ningún resentimiento contra ti, Julia.

Las palabras de Loísa tranquilizan mis temores sobre el reencuentro con Ángel. Continuamos nuestra conversación mientras nuestras manos permanecen unidas, transmitiéndonos mutuo apoyo y comprensión en ese momento de vulnerabilidad.

-¿Cuáles son tus planes para hoy, Loísa?

-Tengo que llamar a Juan para que me ponga al día con mi agenda. ¿Por qué haces esa pregunta?

-¿Cuánto tiempo ha pasado desde la última vez que fuiste a la iglesia?

-Julia, ya sabes que no suelo ir a la iglesia. ¿Sigues creyendo en esas historias?

-Sugiero que visitemos a Mosén Senante. A veces, limpiar el alma puede ser beneficioso.

-No estoy segura de estar de acuerdo con esa idea, Julia. No tengo ganas de encontrarme con ese mal bicho.

-Loísa, creo que te encantará lo que tengo en mente. Permíteme explicártelo con detalle.

Mientras terminamos de desayunar, le explico a Loísa en qué consistirá mi visita a Mosén Senante. Después de escuchar mi explicación, Loísa muestra entusiasmo y está de acuerdo en llevar a cabo la visita. Juntas elaboramos un plan para la visita y nos preparamos para partir hacia la iglesia.

En la suite, nos preparamos para la visita a Mosén Senante. Le ofrezco a Loísa un uniforme de colegiala que consta de una camisa blanca, abotonada hasta arriba con un lazo rojo, combinada con una falda corta tableada a cuadros rojos y azules. Además, le coloco una americana azul en estilo británico. Para completar el look, le pongo una peluca pelirroja que le llega hasta los hombros y le dibujo unas pecas sobre los pómulos. Loísa se mira al espejo con asombro. Luego de observar su reflejo, Loísa sonríe con satisfacción y parece emocionada por el cambio de apariencia.

-Parece que soy un ícono erótico.

-Eso espero que piense Mosén Senante. Ten presente que tu nombre es Lolita y tienes 12 años.

Mientras tanto, yo también he optado por una peluca con trenzas y gafas, sin usar ningún rastro de lápiz labial. Mi ropa, ancha y con rellenos de goma espuma, simula un cuerpo obeso.

-¿Cómo me ves, Loísa?

-¡Julia! Pero si pareces... pa...pareces...

-...Cerdita, ¿verdad? Me recuerdo a mí misma de cuando era joven, ¿no crees?

-No quería que pensaras en cómo te llamaban de pequeña. Sabes que yo nunca...

-Lo sé, Loísa, no hace falta que te disculpes. Venga, vamos a repasar el guion.

Llenas de anticipación, nos miramos una a la otra en el espejo de la suite, contemplando nuestras transformaciones. Después de aclarar cualquier incomodidad, nos centramos en nuestro objetivo y continuamos repasando el guion con determinación y entusiasmo. Estamos listas para lo que sea que nos depare la visita a Mosén Senante.

-Si estamos listas, es mejor que nos pongamos en marcha. Debemos respetar los horarios establecidos.

-Estoy preparada, Julia. ¡Que empiece la función!

Después de confirmar nuestra preparación y determinación, nos dirigimos hacia nuestro destino con entusiasmo y expectación. Viajamos en el auto de Loísa, para no llamar la atención con el Audi, hacia la casa del mosén, como comúnmente se refiere a la residencia de mosén Senante. Después del desayuno, estuve hablando con mi equipo de Madrid para finalizar los detalles del día de hoy. La comunicación con mi equipo en Madrid nos asegura que estamos bien preparadas y coordinadas para el día que tenemos por delante.

Llegamos a la plaza San Juan, donde está ubicada la casa de mosén Senante, junto a la iglesia. Estacionamos el coche y nos aseguramos de que no haya nadie cerca que pueda reconocer a Loísa. Sería inapropiado que la alcaldesa de Villalba del Conde fuera vista con esa vestimenta tan provocativa entrando en la casa del cura. Al comprobar que la puerta no está cerrada, ingresamos rápidamente al patio interior antes de ser vistas. Subo las escaleras hasta la planta superior, donde está la vivienda de mosén Senante, mientras Loísa aguarda pacientemente en el patio hasta que la llame. Antes de subir, aseguramos la puerta para evitar interrupciones durante nuestra operación. Golpeo con los nudillos la puerta mientras escucho pasos acercándose.

Hasta ahora, todo está saliendo según lo planeado. La atmósfera de suspense se intensifica mientras espero la respuesta en la puerta de la casa de mosén Senante.

-¡Ya voy! ¡ya voy! -se escucha una voz desde el otro lado de la puerta, apresurada y algo nerviosa.

La voz apresurada desde el otro lado de la puerta sugiere que la persona está ocupada o ansiosa por atenderme. Espero con expectación para ver quién me recibirá en la casa de Mosén Senante. Finalmente, la puerta se abre y frente a mí aparece él, algo mayor desde la última vez que lo vi en casa de mis padres. La sorpresa se refleja en el rostro de Mosén Senante mientras me observa, reconociendo la figura que una vez conocía. La tensión en el aire es palpable mientras esperamos a ver cómo reacciona ante mi presencia y el recuerdo del pasado que evoco.

-Buenos días, mosén. ¿Puedo pasar? Necesito su confesión.

Espero ansiosa su respuesta, consciente de la importancia de este encuentro y de la necesidad de obtener información crucial para avanzar en mi búsqueda de justicia.

-¡No puede ser! No puede ser, eres... ¿Julia? Pero dijeron que... que habías...

-...Había muerto, así es, mosén. Estoy muerta, al menos la Julia que usted conoció. Esa sí está muerta. Yo solo soy un espectro. He venido del otro mundo con un solo propósito: quiero su confesión, mosén.

La atmósfera se carga de tensión mientras mosén Senante procesa la inesperada revelación. Espero con ansias su respuesta, consciente de que este encuentro podría desentrañar secretos ocultos durante mucho tiempo. A pesar de no recibir una invitación explícita, decido adentrarme en el interior de la casa, cerrando la puerta detrás de mí.

-Esto no puede ser verdad. Yo mismo vi tu esquela en la prensa. Esto es cosa del demonio. ¿Confesión? ¿Necesitas una confesión? ¿A eso has venido?

-Sí, mosén. Necesito su confesión para poder descansar en paz en mi tumba. Usted sabe lo mucho que mis padres valoraban sus charlas y las consideraban extremadamente valiosas. Ellos confiaban plenamente en usted y en sus convicciones, al igual que yo. Mis padres me enseñaron a confiar en un hombre de iglesia, pero lamentablemente estaban equivocados. Usted traicionó nuestra confianza al aliarse con los Villalba, cuando tanto mis padres como yo necesitábamos su apoyo y orientación. A pesar de nuestras necesidades, usted optó por respaldar a aquellos que me agredieron y humillaron, ofreciéndome dinero a cambio de admitir un comportamiento inapropiado. Usted actuó como intermediario en esta dolorosa situación. La Iglesia, como es habitual, se alineó con el poder en lugar de apoyar a los menos privilegiados. Mis padres murieron en un terrible accidente, pero su verdadero fallecimiento comenzó esa tarde en que vino a comprarnos. Quiero que confiese su responsabilidad en forzarnos a abandonar el pueblo como si fuéramos criminales. Confiese, mosén Senante, para que tanto ellos como yo podamos encontrar la paz en nuestras tumbas.

Después de hacerle mi petición, espero su respuesta con nerviosismo, sintiendo la tensión palpable en el aire.

-Cada día dedico mis oraciones a su memoria. Que Dios los tenga en la gloria. También elevo mis plegarias por ti, Julia, en busca de la salvación de tu alma.

-Mi alma está en paz, mosén. Cuide de la suya, que de la mía me encargo yo.

-En ese momento, tomé la decisión que creí mejor para todos, incluyéndote a ti, Julia. Podría haberse abierto un gran futuro para ti si tus padres hubieran aceptado. Sin embargo, no me siento responsable de nada; no tengo nada que confesar.

Mis manos comienzan a temblar ligeramente, pero mantengo la compostura mientras lo miro fijamente a los ojos.

-No esperaba que confesara, mosén. Si no hay confesión, entonces tampoco habrá perdón, ¿no es así como funcionan sus normas? No hace falta que me conteste. Mosén, sé que existe otra vida después de la vida, y en esa otra vida conocí a una nueva amiga que me contó cosas sobre usted.

-¿Sobre mí? ¿Quién es esa amiga?

-Seguro que la recuerda, porque ella sí lo recuerda a usted. Se llama Lolita. ¿Le suena ese nombre? Parece que sí. Ha venido conmigo y desea verle. Espere que le avise para que suba a saludarle.

Al escuchar ese nombre, mosén Senante muestra una expresión de sorpresa en su rostro. Abro la puerta y llamo a Loísa para que suba.

-Lolita, sube por favor.

Loísa sube, disfrazada como Lolita. Al verla, mosén Senante palidece y parece a punto de desmayarse. Se ve obligado a sentarse en una silla con el rostro desencajado. Intenta hablar, pero ninguna palabra sale de su boca. Después de unos momentos de silencio tenso, Loísa, aún caracterizada como Lolita, rompe el silencio.

-Mosén Senante, ¿puedo llamarle así o prefiere que le llame Papi? - dice Loísa con voz calmada pero firme.

Mosén Senante está visiblemente afectado por la sorpresa de ver a Loísa en ese disfraz.

-¿Qué... qué está pasando aquí? ¿Quién eres realmente? - pregunta mosén Senante con voz temblorosa, sin apartar la mirada de Loísa.

-¿Qué sucede, mosén? Parece que su casa se está llenando de espectros. La reconoce, ¿verdad? Es Lolita. Lolita asistía al Colegio Cristo Redentor, una institución exclusiva para niñas de familias adineradas. La congregación que dirigía ese colegio tenía una fundación que permitía a familias de escasos recursos enviar a sus hijas a una institución tan prestigiosa como esa. Lolita fue una de esas pocas alumnas que se beneficiaron de esa beca otorgada por la congregación.

Mosén Senante, visiblemente conmocionado, apenas puede articular palabra ante la presencia de Loísa caracterizada como Lolita. Su mente parece retroceder en el tiempo, recordando aquellos días en los que Lolita asistía al colegio y él desempeñaba su papel como miembro destacado de la congregación. Un escalofrío recorre su espalda al darse cuenta de que esta figura del pasado ha vuelto para confrontarlo. Loísa, manteniendo su caracterización, observa con determinación la reacción de Mosén Senante.

-Mosén, ¿qué ocurre? ¿Por qué está tan pálido? ¿Acaso no me reconoce?

Mosén Senante sigue sin encontrar las palabras para responder. Sus ojos, llenos de angustia y remordimiento, se clavan en el rostro de Loísa, buscando una explicación que no puede encontrar fácilmente.

Finalmente, con un suspiro tembloroso, mosén Senante logra articular algunas palabras.

-Lolita... ¿Eres realmente tú? ¿Cómo es posible?

Su voz tiembla con emoción y confusión, mientras intenta comprender la verdad detrás de esta sorprendente aparición.

-Lolita se destacaba por su alegría contagiosa, su dedicación en los estudios y su habilidad para relacionarse con los demás. En el Colegio Cristo Redentor, su personalidad sociable y amable le ganaba la amistad tanto de compañeras como de profesores. Su espíritu optimista y su capacidad para encontrar belleza en las pequeñas cosas la convertían en una figura querida y admirada por todos en el entorno escolar. A pesar de venir de un entorno socioeconómico diferente, Lolita demostró una notable habilidad para integrarse en el ambiente algo elitista del colegio, gracias a su carisma y su actitud abierta. Era apreciada tanto por el profesorado como por sus compañeras debido a su amabilidad, disposición para ayudar y actitud positiva, irradiando alegría y calidez en su entorno.

Es comprensible que un joven cura recién salido del seminario se sintiera atraído por Lolita mientras impartía clases de religión, debido a su encanto natural, inteligencia y calidez humana. La destacada actuación académica y carácter amable de Lolita la convertían en una figura admirable y respetada por todos, incluido aquel joven cura. Lolita era especial, y él estaba dispuesto a desafiar sus votos por ella. Lolita debía ser suya. Después de aquella clase en la que el joven cura se sintió atraído por Lolita, comenzó a buscar oportunidades para interactuar más con ella. Aunque intentaba disimularlo, sus sentimientos hacia ella eran cada vez más evidentes. Pero creo que ella podría narrar esta historia con más detalle.

-Yo por mi parte, percibía su atención, pero al principio, no le di mayor importancia. Sin embargo, a medida que pasaba el tiempo, empecé a sentirme incómoda con sus insinuaciones y muestras de interés. Yo solo quería concentrarme en mis estudios y en disfrutar de mi tiempo con mis amigas en el colegio.

Con el tiempo, las atenciones hacia mí se volvieron más persistentes y perturbadoras. Comenzó a buscarme en los pasillos del colegio y a enviarme notas con mensajes ambiguos. Me sentía cada vez más acosada y preocupada por la situación. Recuerdo bien el día en que todo comenzó. Después de la clase de religión, me pidió que fuera a su despacho porque quería obsequiarme como reconocimiento por mi dedicación. Ahí me sentó en sus rodillas y, mientras acariciaba mis piernas, me elogiaba y me decía lo bonita que era, entre otras palabras halagadoras. Me pidió que le llamara “Papi.” Esas visitas se volvieron más frecuentes con el tiempo, y cada vez sus manos exploraban más partes de mi cuerpo. También se exponía su miembro y me hacía tocarlo hasta que eyaculaba y me escupía en la mano con ese líquido blanco. Una vez intentó introducírmelo en la boca y casi vomito del asco que me dio. Me hizo prometer que no le diría a nadie, que eso sería nuestro secreto, y que, si me portaba bien, me haría regalitos. También me amenazó diciéndome que sería un pecado muy grave y que acabaría en el infierno si contaba algo. No era una niña ingenua. Entendía lo que sucedía y sabía que no estaba bien, pero me sentía atrapada por el miedo. Estaba convencida de que nadie me creería y temía ser expulsada del colegio. Mis padres estaban muy orgullosos de mí, y no quería que se avergonzaran si era expulsada. Por eso, decidí callar y soportar los abusos que sufría.

A pesar de mi sufrimiento en silencio, la angustia y el miedo me acompañaban día tras día. Cada encuentro con usted representaba una tortura emocional, pero sentía que no tenía a quién recurrir. El peso de mantener el secreto se volvía cada vez más abrumador, pero no encontraba la valentía para enfrentarme a la situación. Mis padres confiaban en la institución educativa y en sus representantes religiosos, y temía decepcionarlos si revelaba la verdad.

Los días se convirtieron en una rutina desgarradora, marcada por la vergüenza y la impotencia. A pesar de mis intentos por aparentar normalidad, el tormento interno era insoportable. Cada mirada suya, cada gesto suyo, me recordaba la pesadilla que vivía en secreto.

Mientras mosén Senante nos escucha, observo cómo se hunde cada vez más en su silla, su postura denota abatimiento. Lleva un rato rezando en murmullos, con la cabeza gacha, como si estuviera sumido en una profunda reflexión o remordimiento. Loísa está desempeñando su papel de manera excepcional, incluso cambiando su voz para imitar la de una niña.

-La insaciable voracidad de ese joven cura había alcanzado un punto en el que ya no se conformaba con que Lolita le hiciera una paja. Quería algo más. Algo que la niña no estaba dispuesta a darle. Intentó que se la chupara, pero la experiencia no acabó bien. Lolita casi vomita y se resistió con todas sus fuerzas. Hasta que finalmente, un día cedió a sus impulsos y la violó. Esa misma jornada, luego del incidente, Lolita abandonó el despacho en completo silencio, con paso apagado y sin pronunciar palabra alguna. Sin emitir sonido alguno, se dirigió hasta el cuarto piso del colegio y se arrojó al vacío. Tenía12 años. Lolita no falleció en ese momento, pues su espíritu ya había perecido al abandonar su despacho después de que usted la violara. Usted era ese joven cura, mosén. Usted la mató.

-Usted me mató, padre.

-¿Pero ¿qué estáis diciendo? - exclamó mosén Senante, visiblemente afectado por las palabras de la joven.

-Durante la autopsia, se descubrió la presencia de semen en su vagina, así como evidencia de desgarros, indicativos de la brutalidad con la que fue agredida. Lamentablemente, nunca se pudo establecer la procedencia del semen, ya que, de manera misteriosa, las muestras desaparecieron y nunca se logró determinar su origen. La influencia y el poder que ejercía la congregación en la sociedad impidieron que se iniciara una investigación exhaustiva, por lo que el caso quedó sin resolver y archivado. A pesar de todos los esfuerzos, los padres de Lolita nunca obtuvieron la justicia que merecían, y nunca lograron superar la pérdida de su hija.

Una semana después de la trágica muerte de Lolita, usted llegó a este pueblo procedente del mismo colegio donde ella estudiaba y pronto se convirtió en una figura respetada y temida. A pesar de las sospechas que sus superiores tenían sobre usted, en lugar de enfrentar el escándalo, decidieron trasladarlo a un lugar tranquilo donde su pasado quedara oculto y nadie lo buscara. Sin embargo, finalmente, Lolita encontrará justicia, en su nombre y en el de todas las personas que, como ella, han sido víctimas de los abusos de ********** como usted.

-Solo nosotros guardamos el secreto de lo que realmente ocurrió aquel primer día, ese instante en el que nuestras miradas se cruzaron por primera vez. Fue un momento breve, pero cargado de una intensidad que no podíamos haber anticipado. En ese cruce de miradas se desató algo profundo, algo que ni siquiera nosotros comprendíamos del todo en ese momento, pero que, sin duda, cambió el curso de nuestras vidas. Fue como si en ese preciso segundo el mundo a nuestro alrededor se hubiera desvanecido, dejándonos solos en medio de una corriente de emociones que no sabíamos cómo manejar.

Nadie más habría podido entender lo que sentíamos, porque lo que pasó entre nosotros iba más allá de las palabras. Era algo que no podía explicarse con simples descripciones o frases vacías. Era una conexión que se escapaba a la lógica, un entendimiento silencioso que parecía existir desde antes de que siquiera nos conociéramos. Los demás, aquellos que nos rodeaban, no habrían captado la profundidad de ese momento; habrían visto solo dos personas intercambiando miradas, sin saber que en realidad estábamos entrando en un territorio emocional inexplorado.

Desde fuera, todo parecía normal. Pero en nuestro interior, las emociones eran tan intensas que nos desbordaban. Aquel día marcó el inicio de algo que ninguno de los dos habría podido predecir, un vínculo que nos ataba de una manera que solo nosotros podíamos sentir, y que nadie más podría jamás comprender.

-¿Está sugiriendo que esto se trata de amor? ¿Quiere que le cuente lo que sucedió aquel día? Vio a una niña de 12 años que lo miraba simplemente porque aún no lo conocía, como todas las demás. Era un profesor nuevo y despertaba curiosidad, y a usted se le puso dura, porque es un enfermo y lo que me cuenta es inaceptable.

-Entiendo lo que estás pensando, Julia, pero no conoces toda mi historia. Yo no soy un monstruo.

-Cree que estaba enamorado de ella y que ella también lo estaba de usted. Pero no es cierto. Usted no estaba enamorado de ella, usted es un violador.

-Ella me quería tanto como yo a ella.

-Un gran amor entre mosén Senante y Lolita, menuda historia se ha inventado. Ella no lo amaba, mosén. Era una niña asustada y usted abusó de su confianza y vulnerabilidad.

-Yo sé lo que vivimos.

-Y yo sé lo que vivió ella porque lo dejó escrito.

Mosén Senante me observa con sorpresa y luego dirige su mirada hacia Loísa, caracterizada como Lolita.

-Desde el primer día comencé a escribir sobre lo que me hacía sentir y lo que experimentaba, y le aseguro que no era amor lo que sentía por usted. Era algo que no podía compartir con nadie más, por lo que lo dejaba plasmado en papel como una forma de sacarlo de mí. Tendrá la oportunidad de leerlo, ya que le he traído una copia. Lamentablemente, no tuve tiempo de escribir el final. Pero usted ya sabe cómo terminó todo.

Mosén Senante observa en silencio mientras Loísa, interpretando a Lolita, presenta una copia del diario que escribió. Con gesto grave, toma el diario entre sus manos temblorosas, visiblemente afectado por la revelación.

-Por desgracia, ella nunca lo denunció; nunca escribió su nombre, solo se refería a usted en tercera persona, como "El Ser".

Loísa y yo nos miramos con complicidad, reconociendo el peso de lo que acabábamos de revelar. En esos momentos de silencio tenso, entendemos la importancia de haber sacado a la luz la verdad, por dolorosa que sea. Sabemos que hemos desencadenado un proceso doloroso pero necesario para enfrentar el pasado y buscar la justicia que Lolita merece.

Mosén Senante, sumido en un profundo silencio, parecía cargar con el peso del mundo sobre sus hombros. La habitación estaba impregnada de una atmósfera densa y cargada de emociones reprimidas.

Después de un largo momento de silencio, Loísa rompió el hielo con una voz suave pero firme.

-Es hora de que asuma las consecuencias de sus acciones, mosén. La justicia finalmente alcanzará a aquellos que han abusado de su posición de poder para hacer daño a los más vulnerables. Estoy aquí para asegurarme de que pague por su crimen, mosén Senante -dijo Loísa con voz firme, manteniendo el papel de Lolita-. Usted destruyó mi vida. Ya no puede esconderse detrás de su sotana. Es hora de que se haga justicia.

-Su trágica muerte dejó un vacío imposible de llenar en la vida de sus padres y en la comunidad escolar. La impunidad con la que el agresor actuó, respaldado por la influencia de la congregación, dejó una herida profunda en la justicia y en la confianza de la sociedad en las instituciones religiosas. A pesar de todo, la memoria de Lolita vive en quienes la conocieron y amaron, y su historia es un recordatorio doloroso pero necesario de la lucha contra el abuso de poder y la impunidad.

-Ella me amaba, me lo dijo muchas veces.

-Se lo decía porque usted me obligaba, padre, porque le tenía miedo, y si le decía lo que usted quería oír, no se enfadaba y me trataba mejor.

-Es comprensible que en una situación tan terrible como la que vivió, Lolita recurriera a estrategias para sobrevivir emocionalmente. Sin embargo, eso no cambia la naturaleza de lo que sucedió ni disminuye la gravedad de los actos de abuso que cometió.

-Sentía un profundo odio hacia usted por lo que me hacía y por las cosas que me obligaba a hacer. No me dejó otra opción para librarme de usted. Ojalá arda en el infierno, padre.

-Su suerte ha llegado a su fin, mosén. Prepárese para su destino.

-¿Qué…, que me va a pasar?

-Mosén Senante, será llevado a prisión. Es el lugar más adecuado para evitar futuras tentaciones.

-¿Me van a denunciar? Ella me quería, ¿no lo entiendes? Díselo Lolita, Yo nunca te obligué a...

-Por favor, pare ya, y deje de engañar, despreciable hipócrita. Me resulta incomprensible cómo puede dormir por las noches, siendo que sus mentiras son más abundantes que sus palabras. Lea mi diario, mosén, léalo detenidamente, porque ahí encontrará lo que realmente pensaba yo de usted.

-Sin embargo, no se preocupe, no vamos a presentar una denuncia en su contra. Lamentablemente, carecemos de pruebas que respalden los hechos, a menos que usted decida confesar. Su confesión sería de gran ayuda para buscar la redención.

Mis manos tiemblan de ira mientras observo a mosén Senante. Sé que está más preocupado por su propia imagen que por el daño que ha causado. Loísa permanece a mi lado, su rostro refleja determinación y coraje.

-No tengo nada que admitir, Dios es mi juez, él me juzgará.

-Desearía que experimentara el temor que yo sentía cada vez que me dirigía a su despacho, Padre. Hasta ahora ha sido afortunado, pero eso ha llegado a su fin. Puede buscar el perdón de Dios, pero yo nunca le perdonaré.

-En este momento, hay una oportunidad disponible en la cárcel de Zuera para un sacerdote que pueda brindar consuelo espiritual a los internos católicos que cumplen condena allí. Creemos que usted encaja perfectamente en el perfil necesario para ese cargo.

-¿Qué estás insinuando? ¿Qué me van a enviar a la cárcel?

-No es exactamente como hubiera deseado, pero sí, será trasladado a la cárcel, como prometimos a los padres de Lolita. Aunque no estará bajo la condición de preso, tendrá libertad para entrar y salir a su conveniencia. Sin embargo, como esta cárcel está algo apartada de cualquier población, se le proporcionará un pequeño apartamento dentro de las instalaciones. Además, tendrá acceso a todo lo que necesite a través del economato de la cárcel. No necesitará salir para nada, podrá satisfacer todas sus necesidades dentro de las instalaciones. Por supuesto, su vida será algo austera, pero eso es lo que su Dios les pide, ¿no es así? Tendrá mucho tiempo para reflexionar sobre sus acciones.

-No he recibido ninguna comunicación oficial por parte del Obispo. Es bastante extraño.

Mosén Senante mira con desconcierto a Julia, mientras expresaba su sorpresa por la falta de comunicación oficial por parte del Obispo. La ausencia de una notificación formal lo deja en un estado de incertidumbre respecto a su destino.

-Oh, disculpe por el olvido. Aquí tiene la notificación. La he traído personalmente porque entendí que era un asunto urgente y quería asegurarme de que llegara a tiempo. Pude verificar que está firmada por el mismo Obispo, con su puño y letra, además de su sello personal.

Loísa y yo observamos con atención mientras Mosén Senante toma la notificación y la lee con gesto sombrío. El silencio se instala en la habitación mientras espera a que termine de leer. Finalmente, mosén Senante levanta la vista, su expresión es un torbellino de emociones encontradas: sorpresa, incredulidad y resignación se reflejan en sus ojos cansados.

-Debe haber algún error, según esto, dice que debo incorporarme mañana.

-No, no hay ningún error. Esa es la fecha indicada en la carta. Por eso era importante que se la entregara personalmente. Si tiene alguna duda, puede llamar para confirmar la información.

-Claro que sí, definitivamente voy a hacer la llamada. Esto me parece algo inusual y necesito verificar la situación.

Mosén Senante realiza una llamada a la sede arzobispal de Zaragoza. Esta vez, la llamada es auténtica, respaldada por la autenticidad de la carta. No fue difícil convencer al Obispo de la necesidad de un intercambio de sacerdotes, gracias a una desinteresada donación de seis cifras. El dinero tiene ese poder de cambiar voluntades. Mosén Senante concluye la llamada.

-¿Ha resuelto sus dudas, mosén Senante? - pregunto con una sonrisa.

-Parece que mi destino está sellado- murmura con voz apenas audible, más para sí mismo que para nosotros. -Por lo que parece, todo está en orden. Debo presentarme mañana a las 10:00 en la cárcel de Zuera. Pero me pregunto, ¿quién tomará mi lugar aquí? ¿Dejará el pueblo de tener un sacerdote?

Mosén Senante queda sumido en sus pensamientos, tratando de imaginar quién podría asumir sus responsabilidades en el pueblo en su ausencia. La incertidumbre lo invade mientras considera las posibles opciones. En ese instante, se escucha un golpeteo en la puerta de la calle.

-Parece que su reemplazo ha llegado, viene directamente de la cárcel de Zuera. Les dejaremos a solas para que puedan ponerse al día con sus respectivas responsabilidades. Mosén Senante, mañana lo esperan en su nuevo destino y le aconsejo que no vuelva por aquí. No deseo volver a verlo en mi pueblo, nunca más.

Después de esa firme advertencia, el ambiente se vuelve tenso y mosén Senante se retira, con la mirada llena de inquietud y la conciencia pesada. Mientras tanto, su sucesor ingresaba al lugar, llevando consigo una mezcla de emociones, pero también una determinación para cumplir con su nueva responsabilidad.

Después de los saludos y las presentaciones, dejamos a los dos hombres para que lleven a cabo el cambio de guardia. Mientras tanto, afuera, el pueblo sigue con su rutina diaria, ajeno a los acontecimientos que se desarrollan en el despacho de la iglesia. El nuevo mosén tendrá la tarea de guiar espiritualmente a la comunidad, mientras que mosén Senante enfrentará las consecuencias de sus acciones en la cárcel de Zuera.

Con la sensación de haber hecho justicia a Lolita, nos retiramos del lugar. Antes de partir, decido dirigir una advertencia a mosén Senante.

-Una advertencia, mosén: lea el diario varias veces, como si fuera su biblia, hasta que se lo aprenda de memoria. Porque la próxima vez que nos veamos, y le aseguro que nos veremos, yo misma comprobaré que se lo ha leído. Y si no es así, tengo preparado un destino mucho peor para usted.

Después de esa advertencia, nos retiramos, dejando a mosén Senante con su conciencia y el peso de sus acciones. Loísa y yo nos miramos con complicidad, sabiendo que, de alguna manera, hemos logrado lo que tanto ansiábamos: justicia para Lolita y un paso más hacia la redención de mosén Senante.



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La historia de Julia continúa en:

Capítulo 40. La justiciera
.

Julia, Loísa y Pablo, comen juntos, mientras Julia les pone al corriente de cual va a ser el próximo movimiento.

Un fantasma anda suelto.jpegLoísa Lolita.jpgQue te perdone Dios, yo no..jpeg
 
Madre mía. Ese puebla está lleno de monstruos. Menuda porquería es el Moses este. Vergüenza de tiparraco. Pero ya no podra hacer daño a nadie más aunque ya a esa familia nadie le va a devolver a su hija, pero al menos se ha hecho justicia.
No me agrada nada que se vaya a ver a solas con Ángel, aunque está claro que no va a pasar nada porque ella es feliz con Liam.
 
EL TALISMÁN. TERCERA PARTE. ¡QUIERO VIVIR!



Capítulo 40. La justiciera.

Villalba del Conde.

Julia.


Loísa y yo salimos de la casa del mosén y nos dirigimos sin demora a mi suite, donde nos despojamos de nuestros disfraces.

-Loísa, has estado increíble. Tu actuación fue muy convincente. Hasta él se lo ha creído.

-Tú también has estado genial, Julia. Lo dejaste completamente desconcertado.

-Ja ja ja. Cuando supe la historia, prometí a sus padres que lo metería entre rejas, pero lamentablemente, no encontramos pruebas ni testimonios suficientes para llevarlo a juicio. Aun así, acabará en la cárcel, aunque no como yo hubiera deseado, por todas las Lolitas que han sufrido a manos de estos curas **********.

Loísa asiente con seriedad, compartiendo mi sentimiento de indignación ante la injusticia.

-Es una victoria parcial, pero sabemos que no quedará impune del todo,- dice con determinación en su voz.

Con un suspiro, reflexiono sobre la difícil lucha contra el abuso de poder y la corrupción que parece permear incluso las instituciones más sagradas. Pero también siento un rayo de esperanza al saber que, de alguna manera, se está haciendo justicia, aunque sea de manera incompleta.

-Al menos, ya no lo veremos más rondando por el pueblo. Por fin nos hemos librado de ese mal bicho.

Una sensación de paz y tranquilidad empieza a apoderarse de nosotras al pensar en que el pueblo estará ahora un poco más seguro sin la presencia de aquel individuo.

-Pablo está de vuelta y nos espera para almorzar. Me envió un mensaje invitándote a unirte a nosotros en casa. ¿Te gustaría venir?

-¡Claro que sí, me encantará comer con vosotros!- respondo con entusiasmo. -Estoy deseando conocer a Pablo y disfrutar de un buen momento juntos. Gracias por la invitación, Loísa.

Loísa y Pablo viven en una urbanización de adosados recientemente construida. Como está cerca del Castillo, decidimos ir caminando, disfrutando de un agradable paseo.

Me siento reconfortada por el gesto afectuoso de Pablo mientras nos saludamos con un cálido abrazo y dos besos. Su emoción es palpable, y me intriga saber qué ha causado ese brillo especial en sus ojos.

-Eres muy amable, Pablo, y agradezco mucho tu apoyo, -respondo con sinceridad, sintiendo la calidez de su gesto y el respaldo que muestra hacia mí.

-Me llena de alegría saber que has vuelto a formar parte de la vida de Loísa. Tu presencia es importante para ella. Sé que Loísa te aprecia mucho, y es maravilloso que puedan retomar esa conexión que siempre ha sido tan especial.

-Siento mucho haberla preocupado con mi ausencia. Yo también he sentido esa falta durante todo este tiempo, pero ya nunca volverá a ocurrir. Prometo estar más presente a partir de ahora.

Con una sonrisa cómplice, Loísa y yo nos miramos y entrelazamos nuestras manos, reafirmando nuestro deseo mutuo de mantener una amistad permanente. En ese gesto sencillo, encontramos una conexión profunda y una promesa silenciosa de estar siempre ahí la una para la otra.

Durante la comida, nos dedicamos a poner al día a Pablo sobre todo lo que habíamos hecho durante los dos días en los que él estuvo fuera del pueblo. Entre bocados de comida deliciosa, compartimos nuestras aventuras, anécdotas y descubrimientos, disfrutando de la compañía mutua y el intercambio de experiencias. Es reconfortante compartir esos momentos con él.

Con cada palabra, Pablo se muestra interesado y atento, absorbiendo cada detalle de nuestras experiencias con una sonrisa en el rostro. Compartimos anécdotas divertidas, momentos emocionantes y reflexiones sobre lo que hemos vivido en esos días. Es evidente que la presencia de Pablo en nuestra conversación añade un valor especial, uniendo aún más nuestros lazos de amistad.

-Confío plenamente en Julia, Pablo. Si ella se propone algo, lo logra. Deberías haber estado presente ayer en el despacho de mi padre para presenciar cómo enfrentó la situación, prácticamente ignorando por completo a Sergio. Sin duda, fue un golpe duro para el ego de mi hermano. Cuando consiguió liberarse de Sergio, quien la tenía agarrada de la muñeca, pude percibir la expresión de temor y sorpresa en su rostro. Es evidente que Sergio sintió miedo al ver la determinación de Julia y sorpresa al darse cuenta de que una mujer le imponía ese temor.

Su determinación y fortaleza quedaron patentes en ese momento, dejando claro que Julia es una persona capaz de enfrentarse a cualquier desafío que se le presente. Fue impresionante ver cómo manejó la situación con aplomo y seguridad, sin dejarse intimidar por las circunstancias ni por la presión ejercida por Sergio.

-Ahora soy yo quien tiene el poder y el dinero. No te preocupes, Pablo. Todo está planeado y solo tengo que seguir el guion. Hay muy poco margen de error, así que debemos asegurarnos de seguir el plan cuidadosamente. Mañana será el final de los Villalba en este pueblo. Espero que estés presente, Loísa. Seguramente será la última vez que los veas en libertad.

-No me perdería esto por nada del mundo, Julia. Además, estaré contigo en todo momento mientras estés en el pueblo. No me separaré de tu lado ni un instante.

-Yo estaré encantada de disfrutar de tu compañía, pero no quiero que Pablo se sienta incómodo si pasas tiempo conmigo durante algunos días. Además, tienes responsabilidades en el ayuntamiento.

Loísa responde con una sonrisa comprensiva.

-No te preocupes por Pablo; él comprende nuestra amistad y el apoyo mutuo que nos brindamos. En cuanto a mis responsabilidades en el ayuntamiento, he decidido tomarme unos días de descanso, así que el teniente de alcalde ocupará mi puesto. Estaré disponible en caso de que me necesiten. Por ahora, este tiempo es para ti.

-No os preocupéis por mí, disfrutad vuestro momento. Aprovechad para recuperar el tiempo perdido.

-Gracias, Pablo, a ambos, por vuestra comprensión y amistad.

Después de un momento de relax, disfrutando de la sobremesa en compañía de Loísa y Pablo, damos por concluida la comida.

-Ha sido un placer conocerte, Julia -dijo Pablo con una sonrisa sincera-. Y un honor recibir en mi casa a alguien tan importante como la famosa CEO de M&J.

Asiento con gratitud.

-Gracias, Pablo. Realmente aprecio tu hospitalidad.

Pablo continúa.

-Pero lo que sería realmente significativo y me sentiría verdaderamente honrado es que me consideres entre tus amigos a partir de ahora.

-Por supuesto, Pablo. Me alegra haber encontrado en ti un amigo, como lo es Loísa.

-No lo dudes, Julia. Estamos encantados de tenerte entre nosotros.

-Gracias, a ambos, por vuestra comprensión y amistad. Es realmente reconfortante saber que puedo contar con vosotros.

-¿Cuáles son nuestros planes para esta tarde, Julia? ¿A quién debemos expulsar del pueblo?

-Ja ja ja, Loísa, parece que he creado un monstruo. Pero tienes razón, aún hay personas que sobran en este pueblo. ¿Estamos listas para encargarnos de ellos?

-¡Así es, Julia! ¡Vamos por ellos!

-Entonces nos dirigimos a casa de Doña Rosita, donde también estará el Director Rubén. Piensan que tienen una cita con alguien de la consejería de educación, al menos eso es lo que creen. No tienen ni idea de lo que les espera.

-Doña Rosita, me da un poco de pena. ¿Sabes que le llaman “la virgen soltera”?.

-Sí eso lo sé, pero no sé mucho más de ella.

-Doña Rosita, estuvo a punto de vivir el día más feliz de su vida. Después de un año de amor y complicidad, por fin llegaría el momento de casarse con su novio, Santi. Todo estaba preparado: el vestido blanco perfecto, las flores adornando la iglesia y la emoción palpable en el aire.

-No recuerdo ningún Santi, ¿Quién es?

-Era de fuera. Llegó un día, y debido a su carácter jovial y amistoso, enseguida entabló amistad con otros jóvenes del pueblo, y sobre todo, de las chicas. Todas se morían por él. La verdad es que estaba como un pan, y el mozo sabía camelarlas muy bien. No sé cómo, pero a pesar de la diferencia de edad, consiguió conquistar a Doña Rosita. Fue un poco sorpresa, porque con las chicas que había en el pueblo, fue a elegir a alguien mayor que él, y no era precisamente la más atractiva, y a punto estuvieron de casarse.

-¿No se casaron? ¿Qué pasó?

-Mientras Doña Rosita esperaba ansiosamente en el altar, el tiempo pasaba y Santi no llegaba. Los minutos se convirtieron en horas. Doña Rosita se llenó de angustia y confusión. Santi no contestaba a las llamadas y su teléfono estaba desconectado. Finalmente, llamaron a la Guardia Civil, pensando que le había pasado algo. La guardia Civil dio la voz de alarma por desaparición, pero al introducir los datos en el sistema, junto a su foto, resulta que no se llamaba Santi, y que estaba en busca y captura por estafas y otros delitos similares. Santi la había estafado y se había fugado con todo el dinero que tenía ahorrado. Por lo visto no era la primera vez que hacía este tipo de engaño, engatusaba a solteras mayores que él, y se quedaba con sus ahorros para luego desparecer.

Doña rosita quedó atónita, con el corazón roto y la sensación de haber sido traicionada en lo más profundo. El dolor y la vergüenza se entrelazaron mientras enfrentaba la humillación de ser dejada plantada en el altar frente a familiares y amigos.

-Vaya, pues igual lo que le voy a proponer, le resulta más una liberación que un castigo.

Mientras caminamos, nos encontramos con varios vecinos que saludan a Loísa. Ella responde a cada saludo con una sonrisa y se interesa por sus asuntos. Parece estar al tanto de los problemas de todos y muestra una genuina preocupación por ellos. Es evidente que es muy apreciada por sus vecinos.

Al llegar a casa de Doña Rosita, nos aseguramos de estar listas para ejecutar nuestro plan con precisión. Respiramos profundamente y tocamos a la puerta con determinación. La puerta se abrió lentamente y Doña Rosita apareció ante nosotras, con una expresión de sorpresa y curiosidad en su rostro.

-Por favor, pasen. Estábamos esperándolos.

Nos dirigimos a un pequeño salón donde nos aguardaba el Director Rubén.

-Loísa, no sabía que también vendrías tú. Debe ser un asunto de importancia si la alcaldesa ha venido personalmente para tratarlo.

-No estoy aquí en calidad de alcaldesa, director. En realidad, he venido para presentarles a mi amiga Julia. ¡Oh, qué despiste el mío! Pero si ya la conocen, ¿verdad? Es Julia. ¿No recuerdan haberla conocido antes?

-¿Julia? ¿La Americana? He oído hablar de ella, pero no, no la conocemos.

-Claro que la conocen, director. Julia Gracia, fue alumna de Doña Rosita. Deben recordarla.

-Lo siento, Loísa, pero no recuerdo a ninguna Julia.

-No insistas, Loísa. No me recuerdan como Julia. Quizás me recuerdan como "Cerdita" o "la Gorda", como usted, Doña Rosita, solía llamarme. ¿Me recuerdan ahora?

-¿Julia? Claro, sí que la recuerdo, pero eso es imposible, nos enteramos de que había fallecido hace años. ¿Acaso fue mentira?

-No era mentira, director. La Julia que ustedes conocieron, o "la Gorda", o "Cerdita", como quieran llamarla, falleció.

Ante las sorprendidas miradas de Doña Rosita y el director Rubén, prosigo con firmeza.

-Esa Julia murió el día que decidí dejar atrás el peso de los insultos y el rechazo, el día que me levanté más fuerte y decidida que nunca. Pero no se asusten, tampoco soy un fantasma. La Julia que están viendo ahora es una versión renovada, una mujer empoderada que se ha liberado de las cadenas del pasado. Y sí, soy americana, pero también soy la misma persona que estudió aquí.

Doña Rosita y el director Rubén intercambiaron miradas de asombro, procesando mi revelación. Tras un momento de silencio, el director Rubén rompe el hielo con una sonrisa comprensiva.

-Entiendo, Julia. Es admirable tu valentía y determinación para superar esos momentos difíciles. Te damos la bienvenida de nuevo a nuestro pueblo.

Doña Rosita asiente con aprobación, su semblante ahora refleja respeto y admiración por mi transformación, pero también temor.

-Sí, soy otra Julia. Pero también soy la misma, en cierto modo. Permitidme explicarme. Ahora me llamo Julia Brown, “la Americana”. He renacido de las cenizas de mi pasado, lista para escribir un nuevo capítulo en mi vida, lista para hacer justicia y construir un nuevo futuro.

Mis palabras resuenan con determinación mientras miro a mis interlocutores, esperando que comprendan la profundidad de mi transformación.

-Pero entonces, ¿vienes en representación de la Consejería de Educación?

Doña Rosita plantea la pregunta con cierto desconcierto, mientras el director Rubén parece intrigado por mi respuesta.

-En cierto modo, sí vengo en representación de la Consejería de Educación. Pero también he venido aquí por un asunto personal.

Mi tono es firme pero amable, dejando claro que estoy allí por motivos diferentes a los que esperaban.

-Me gustaría retroceder unos cuantos años en el tiempo. Tengo recuerdos confusos, pero recuerdo claramente el día en que todo comenzó.

Mi tono está cargado de nostalgia mientras evoco aquel momento que había marcado el inicio de una serie de eventos que cambiarían mi vida para siempre. Continuo con voz temblorosa, con emoción contenida.

-Ese día, Doña Rosita, usted me llamó “gorda” delante de toda la clase, desatando un mar de risas entre mis compañeros.

El recuerdo aún resuena vívidamente en mi mente, cargado de emociones complejas. Con un nudo en la garganta, continúo relatando.

-Yo tenía apenas 8 años, y a causa de eso, desde ese día, Elena y otras chicas comenzaron a burlarse de mí. Cada vez que pasaban cerca de mí, me imitaban como a un cerdo.

La memoria del acoso y las burlas aún duele, incluso después de todos esos años. Doña Rosita y el Director escuchan en silencio, sintiendo la pesadez de mis palabras. Se puede percibir la incomodidad en la habitación mientras el peso del pasado se hace presente.

-Comenzaron a llamarme 'Cerdita', y todos, ustedes incluidos, se olvidaron de mi verdadero nombre.

La amargura de sentirme reducida a un apodo despectivo durante tanto tiempo aún resuena en mi relato, dejando en claro las cicatrices emocionales que aquellos años han dejado en mi corazón.

-Pero lo que al principio eran simples burlas, se convirtieron en un acoso constante. No solo en el colegio, sino también en la calle, cuando me cruzaba con alguna de ellas.

A pesar de los años transcurridos, no puedo evitar sentir la intensidad del dolor que aquellos recuerdos traían consigo.

-Yo casi no salía de casa para evitarlas. La ansiedad y el miedo me llevaron a recluirme, buscando refugio en el espacio seguro de mi hogar para escapar del constante acoso que enfrentaba en el exterior. Aislada y abrumada por el tormento constante, me refugié en el único lugar donde me sentía relativamente segura. Sin embargo, este refugio también se convirtió en una prisión emocional, limitando mi vida y mi crecimiento personal.

Me dirijo al director Rubén con una mezcla de tristeza y resentimiento.

-La actitud indiferente ante las quejas de mi madre solo agravó más mi difícil situación. La falta de acción por parte de la autoridad escolar profundizó mi sensación de desamparo en un momento en el que más necesitaba apoyo y protección. Cada vez que mi madre venía a quejarse, usted restaba importancia a la situación, afirmando que eran "cosas de críos", sin tomar medidas para detener el acoso que estaba sufriendo, a pesar de ser consciente de ello. Esta negligencia en abordar el acoso me dejó vulnerable y desamparada frente al constante tormento de mis compañeras. A pesar de que todos eran conscientes de lo que estaba ocurriendo, nadie en la escuela tomó medidas para detenerlo.

Debido a la falta de intervención, mi situación solo empeoraba. La intimidación persistía, convirtiendo cada día en una batalla para mantener la compostura y la dignidad. A medida que crecía, el peso de aquellos recuerdos se hizo más difícil de sobrellevar. Aunque han pasado muchos años desde entonces, el dolor y la injusticia de aquellos días siguen resonando en mí, recordándome la importancia de abordar el acoso escolar y proteger a los más vulnerables.

Ahora, frente a ustedes, quiero que comprendan el impacto que esas experiencias tuvieron en mi vida y cómo me han llevado a ser quien soy hoy.

Recuerdo con agradecimiento el apoyo firme de Loísa, quien se convirtió en mi amiga y protectora durante esos difíciles momentos.

-Loísa fue mi único rayo de luz en medio de la oscuridad, brindándome consuelo y protección ante el acoso implacable que sufría. Loísa se convirtió en mi confidente más cercana, compartiendo mis alegrías y mis penas, y ofreciéndome su apoyo incondicional en todo momento. Su amistad fue un bálsamo para mi alma herida, y sin ella, no sé cómo habría podido sobrellevar aquellos difíciles años en la escuela.

Loísa me mira con admiración y se acerca para abrazarme al notar mis ojos humedecidos por las lágrimas.

-Ánimo, Julia, no te derrumbes ahora. Estás manejando la situación de manera admirable.

Asiento con la cabeza a Loísa.

-Elena se alió con Sergio, y juntos, conspiraron para tenderme una trampa que terminó en un acto de violencia atroz. Fui agredida por Sergio y sus amigos, me violaron, vulnerada en lo más profundo de mi ser, mientras ustedes, con su indiferencia y negligencia, facilitaron el camino hacia esa terrible realidad. No puedo seguir callando lo que sucedió, ni las consecuencias devastadoras que tuvo en mi vida.

Por mucho tiempo, cargué con el peso de ese trauma en silencio, sintiéndome culpable y que nadie me entendería ni me creería. Pero ahora estoy aquí, frente a ustedes, para hacerles ver la verdad. No pueden ignorar el daño que su negligencia causó en mi vida. Es hora de que asuman la responsabilidad de sus acciones y se enfrenten a las consecuencias de su inacción.

Después de una pausa para observar sus reacciones, noto la perplejidad en sus rostros ante mi revelación. Aunque el director intenta hablar, lo interrumpo para que escuche lo que tengo que decir.

-Cállense, aún no he terminado.

Mis palabras resuenan en el silencio que sigue a mi declaración. Permanezco firme, decidida a expresar toda la verdad que durante años he guardado en lo más profundo de mi ser.

-Porque no todo acabó ahí.

Mis palabras quedan suspendidas en el aire, cargadas de un peso que parece redefinir la atmósfera de la habitación. Mis ojos se posan en cada uno de ellos, buscando una comprensión que hasta ahora ha sido esquiva.

-Mis padres y yo nos vimos obligados a dejar el pueblo, como si fuéramos delincuentes despojados de todo. No entraré en detalles sobre por qué estábamos en esa avenida, pero quiero que sepan que fue el resultado de las acciones de Elena, Sergio y su pasividad. Lamentablemente, sufrimos un accidente y mis padres murieron instantáneamente. También los responsabilizo de eso. Todo comenzó en su clase, Doña Rosita. Aquel día, al llamarme "gorda", encendió la mecha y desató todo el proceso, como una reacción en cadena que culminó con la muerte de mis padres. Nunca deberíamos haber estado en esa avenida ese día y a esa hora. Y ahora, aquí me encuentro, exigiendo justicia.

Después de mi revelación, un silencio tenso llena la habitación. Observo sus rostros, muestran sorpresa e incredulidad. No permito que interrumpan mi relato, necesito que escuchen toda la verdad.

-Esto no puede quedar así. Necesito que asuman su responsabilidad en todo lo que sucedió. Mis padres pagaron un precio demasiado alto por su negligencia y por permitir que el acoso continuara sin hacer nada al respecto.

Mi mirada se dirige directamente al director Rubén, cuyos ojos evitan los míos. No puedo contener mi indignación.

-Usted, como director de la escuela, tenía el deber de proteger a sus alumnos. Pero en lugar de eso, permitió que el acoso persistiera, ignorando las quejas de mi madre y minimizando la gravedad de la situación. Ahora, miren las consecuencias. Mis padres están muertos, y yo he sufrido un trauma que nunca debería haber experimentado.

Mi voz resuena en la habitación, cargada de dolor y determinación. No voy a permitir que mi sufrimiento sea ignorado ni que aquellos que permitieron que ocurriera escapen impunes.

-Pero nosotros no tenemos ninguna responsabilidad en lo que te pasó con Sergio, si es verdad eso que cuentas, ni tampoco en el accidente de tus padres. Creo que no nos puedes responsabilizar por lo sucedido. Aunque quizás no fuimos conscientes del acoso que mencionas, lo que considerábamos bromas inocentes, puede haber tenido un impacto negativo en ti. Pero en ningún momento percibimos que ahí había acoso, porque entonces sí que habríamos intervenido.

Las palabras del director Rubén resuenan en la habitación, pero mi determinación no se ve menguada por su negación de responsabilidad.

-Aunque no quieran admitirlo, su inacción y tolerancia ante el acoso al que fui sometida, crearon un ambiente en el que el abuso floreció. Si hubieran tomado medidas para detener el acoso desde el principio, quizás no estaríamos enfrentando esta situación ahora. Lo que para ustedes pueden ser "bromas inocentes", pueden tener consecuencias graves para otros. Pero no estoy aquí para buscar culpables, sino para exigir justicia y asegurarme de que nadie más tenga que sufrir como yo lo hice.

Mi tono es firme y decidido. No voy a retroceder hasta que se haga justicia por lo que sucedió.

-Yo sé lo que sucedió, y no tengo la intención de iniciar un debate sobre si fue acoso o no, o si hubo violación o no. La verdad saldrá a la luz. Mi objetivo aquí es buscar justicia.

Después de pronunciar esas palabras, miro fijamente a Doña Rosita y al Director Rubén, cuyas expresiones fluctuaban entre la incredulidad y el desconcierto. Loísa permanece a mi lado, mostrando una mezcla de preocupación y apoyo.

El silencio se hace pesado en la habitación, interrumpido solo por el zumbido lejano de un vehículo que pasa por la calle. Respiro profundamente, sintiendo la tensión en el ambiente, pero decidida a continuar con mi declaración.

-Lo que he compartido aquí hoy es solo una parte de mi historia. Hay mucho más detrás de cada palabra que he pronunciado. Pero también estoy aquí para exigir responsabilidad y justicia por lo que he vivido y por lo que he perdido.

Doña Rosita parece abrumada por la gravedad de las acusaciones, mientras que el Director Rubén mantiene una expresión imperturbable, aunque su mirada refleja cierta incomodidad.

-Entiendo que esto es mucho para procesar, pero necesito que entiendan la gravedad de lo que estoy diciendo. Voy a tomar las medidas necesarias para asegurarme de que se haga justicia, no solo para mí, sino también para todas las personas que han sido afectadas por sus acciones y su negligencia.

Loísa asiente en silencio, mostrándome su apoyo inquebrantable. En medio del silencio tenso, me mantengo firme, decidida a hacer que mi voz fuera escuchada y a luchar por la justicia que tanto anhelo.

-No estoy segura de qué estás buscando, pero dudo que seas la persona indicada para juzgarnos, si es que hay algo por lo que debamos ser juzgados. Mi conciencia está tranquila y no siento ninguna culpabilidad por lo sucedido.

Observo a Doña Rosita con calma, comprendiendo su reacción defensiva, pero sin flaquear en mi determinación.

-Entiendo su perspectiva, Doña Rosita. No busco ser la jueza de nadie, pero sí busco que se haga justicia. Dígame, Doña Rosita, ¿cuántos años tiene ahora? ¿40? ¿45? Por ahí debe ser. ¿Sabe cómo la llaman en el pueblo?

Doña Rosita se queda en silencio, visiblemente incómoda por la pregunta. El director responde con voz firme, tratando de zanjar el tema.

-No creo que sea necesario tratar este asunto…

-“La virgen soltera”, ese es el apodo con el que se le conoce ahora; ya nadie se refiere a usted por su nombre. Por favor, responda, Doña Rosita. ¿Le gusta que la llamen de esa manera?

Doña Rosita, agacha la cabeza, pero no contesta.

-Entiendo que esto puede resultar incómodo para usted, Doña Rosita. Pero, por favor, ¿podría responder a mi pregunta?

-No me gusta, preferiría que me llamaran Rosa, ese es mi nombre.

-Entiendo, Rosa, así te llamaré si eso es lo que prefieres. A mí tampoco me agradaba que me llamaras gorda o Cerdita. Tuve que soportarlo durante todos los años que estuve como tu alumna. Solo cuando me obligaron a dejar el pueblo, pude escapar de ese apodo, tal como estás a punto de hacer tú ahora. Es la única manera de poner fin a ese tipo de trato.

-¿Dejar el pueblo? Pero he vivido aquí toda mi vida, esta es mi comunidad y mi lugar de trabajo, no puedo simplemente marcharme... Julia.

-Agradezco que recuerde mi nombre, nunca lo olvide. Sé que puede resultar difícil considerar dejar todo atrás. Sin embargo, a veces es necesario alejarse de un entorno tóxico para encontrar paz y justicia. Además, no se irá sola; el director la acompañará en ese tipo de exilio voluntario. La Fundación M&J está construyendo una escuela en las afueras de Madrid, en un barrio llamado "Nueva Esperanza", para educar a los niños que viven en la zona y necesitan atención. Es una población muy diversa y multicultural, donde algunos apenas hablan nuestro idioma. Ustedes serán los únicos profesores, ya que nadie más quiere ir a ese barrio debido a su reputación conflictiva. He llegado a un acuerdo con la consejería de educación para asignarlos a la Fundación por un período de cinco años. Les proporcionarán vivienda en el albergue y un salario justo. Sin embargo, les advierto que el trabajo será desafiante debido a la diversidad social y cultural. Aun así, estoy seguro de que les resultará muy inspirador

El conocimiento de las historias individuales y los nombres completos de cada alumno será esencial para la apertura del colegio en septiembre. Mi objetivo es que desarrollen empatía hacia ellos, por lo que les insto a evitar términos despectivos como "gordo", "cuatro ojos", "enano", "moro", "panchito", "sudaca", "pipi", "guiri" y otros apodos que puedan resultar humillantes, racistas o xenófobos. Es fundamental que se esfuercen por aprender los nombres de todos los alumnos, ya que el respeto hacia ellos estará directamente relacionado con su trato. Aunque supondrá un desafío que los saque de su zona de confort, estoy segura de que lo encontrarán enriquecedor.

Además, quiero recalcar que su capacidad para conectar con los estudiantes y mostrarles respeto influirá enormemente en su experiencia educativa. No subestimen el impacto positivo que pueden tener en la vida de estos niños, muchos de los cuales podrían haber experimentado situaciones difíciles en el pasado. Este colegio no solo será un lugar de aprendizaje académico, sino también un refugio seguro y un ambiente de apoyo para aquellos que lo necesitan. Les animo a que aprovechen esta oportunidad para marcar una diferencia significativa en la vida de estos jóvenes.

-Necesitaríamos confirmación oficial antes de tomar alguna decisión al respecto.

-Entiendo su preocupación. La comunicación oficial llegará hoy o mañana como muy tarde. Se trata de un caso urgente, ya que deben partir mañana mismo. Tienen menos de 48 horas para presentarse en el colegio. M&J Foundation se está encargando de coordinar todos los detalles, y un representante estará esperándoles. Les sugiero que comiencen a preparar su equipaje. No deseo verlos en mi pueblo, al menos durante los próximos cinco años.

-No permitiré esto. Mañana mismo hablaré con Don Pedro; estoy seguro de que él puede revocar esta orden. Don Pedro tiene muchas influencias, Julia, así que más te vale no enfrentarte a él. No lo conoces lo suficiente.

-Conozco bien a Don Pedro, director Rubén, y sé de lo que es capaz. Por cierto, tengo una reunión con él y su hijo Sergio mañana. Después de eso, dudo que esté disponible para atenderlo a usted o a cualquier otra persona, así que le recomendaría que no pierda el tiempo y comience a preparar las maletas.

-Yo acepto Julia.

-Pero, Doña Rosita, ¿cómo puedes creer lo que te está diciendo? Seguro que se lo está inventando para asustarnos.

-Mi nombre es Rosa, director, y quiero que me llame así a partir de ahora. Creo que Julia tiene razón. Lo que le hicieron no estuvo bien y siento cierta responsabilidad en ello. He tomado conciencia de la situación y, si es necesario ir a ese barrio para redimirme, lo haré y procuraré hacerlo mejor esta vez. Si me quedo aquí, podría terminar como Doña Antonia, y no quiero eso. Director, usted también debería acompañarme en este proceso en lugar de dejarme sola.

La figura de Doña Antonia, “la beata del pueblo”, resonaba en la memoria del pueblo. Su presencia siempre imponente, vestida de negro y dedicada por completo a los asuntos de la Iglesia, dejaba una marca indeleble en la mente de quienes la conocían. Su vida parecía estar consagrada al servicio religioso, participando en todos los oficios y eventos eclesiásticos con devoción inquebrantable. Se decía que no había conocido varón y había dedicado su vida a servir a Dios. Como se dice popularmente, se había quedado para vestir santos.

También se dedicaba a preparar a los niños que iban a comulgar. Recuerdo claramente cómo los niños que estaban próximos a recibir la comunión, se congregaban cada tarde a las puertas de su casa, esperando seguir en procesión a Doña Antonia, entonando canciones de alabanzas a Jesús, hasta la iglesia, donde les impartía catequesis. Desde que falleció, era Rosa, la que se encargaba de la catequesis a los comulgantes.

Y ahora, con la comparación entre Doña Antonia y Doña Rosita, flotando en el aire, me pregunto qué destino les depara a aquellos cuyas vidas están marcadas por el servicio y la devoción, y cómo la historia se repetirá o divergirá en los días venideros.

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-Tengo una pregunta. He vivido toda mi vida aquí, y tengo familia y amigos. ¿Podré regresar al pueblo, aunque sea de visita?

-Durante los próximos cinco años, prefiero que ambos estén fuera de mi pueblo. Sin embargo, si aprovechan la oportunidad que se les brinda para redimirse, no tendré ningún inconveniente en que regresen, y puedan ofrecer a la comunidad sus experiencias y conocimientos adquiridos.

-Julia, entiendo tu posición y aprecio tu franqueza. Acepto tu propuesta de partir mañana mismo y trabajar en la Fundación M&J durante los próximos cinco años. Reconozco que lo sucedido en el pasado fue injusto, y estoy dispuesta a hacer todo lo posible para corregirlo y contribuir positivamente en el futuro. Esta vez voy a hacerlo bien, te lo prometo Julia-, dijo Rosa con sinceridad.

-Pero ¿quién te crees que eres para prohibirnos volver a nuestro pueblo cuando queramos? Tú no eres quien para prohibirnos nada. Si la consejería nos lo dice, firmaremos el contrato con la Fundación, pero ni tú ni nadie, me puede prohibir venir a mi pueblo cuando quiera.

-Tiene razón director, legalmente no le puedo prohibir que vuelva al pueblo cuando quiera, pero tengo otros métodos más expeditivos. No me provoque director, usted aún no conoce el poder y las influencias que tengo. Más le vale que me haga caso, porque si no le gusta mi propuesta, tengo otras peores.

El director Rubén se mantiene en silencio, observándome con atención mientras le estoy hablando. La firmeza en mi voz y mi expresión determinada dejan claro que no voy a retroceder fácilmente. Mientras tanto, continuo con mi advertencia, dejando claro que tengo más cartas bajo la manga si fuera necesario.

Ante el silencio reinante, decido dar por terminada la visita.

-Vámonos Loísa, aquí ya hemos terminado.

No dirigimos hacia la puerta de salida, listas para dejar atrás la tensa conversación, pero antes de poder salir, Rosa llama mi atención con una mano en mi hombro.

-Julia, espera un momento-, dijo Rosa con una expresión seria. -Quería decirte que de todos los alumnos que he tenido durante todos estos años, tú has sido mi alumna más brillante. Quería que lo supieras.

-Gracias, Rosa. Significa mucho para mí escuchar eso, aunque llega un poco tarde ese reconocimiento.

-Sé que debería haberlo dicho en su tiempo, lo siento Julia. Son muchas cosas las que debo corregir.

Salimos de esa casa con la convicción de que cumplirán con lo que deben hacer. Confío en que Rosa logrará persuadir al director por completo. Decido confiar en ella.

-Me ha gustado tu manejo de la situación, Julia. Al final lograste convencer a Rosa, y confío en que ella persuadirá al director. Personalmente, creo que será positivo tenerlos fuera del pueblo. No han sido los mejores docentes, y tal vez este exilio les brinde la oportunidad de reflexionar y mejorar.

-Si en algún momento desean regresar al pueblo, será necesario que modifiquen su actitud. Aunque legalmente no puedo obligarlos, ya que no hay motivos legales para ello, podría mantenerlos alejados del pueblo por un largo tiempo.

-¿Qué piensas hacer ahora, Julia? Me gustaría seguir contigo, pero también quiero estar con Pablo; casi no nos hemos visto en dos días.

-Necesito hablar con mi equipo en Madrid para revisar los planes para mañana. Después de cenar, me conectaré con Liam. También lo extraño. Así que, Loísa, ve con Pablo. Yo estaré ocupada. Pero es crucial que estés presente mañana. Va a ser un día memorable para el pueblo, y quiero que seas testigo de lo que sucederá.

-No me lo perdería por nada del mundo, ahí estaré Julia.

Nos damos un abrazo y nos despedimos hasta mañana.




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La historia de Julia continúa en:

Capítulo 41: Chucky, el muñeco diabólico


Julia y Loísa, se enfrentan por fin, a Don Pedro y Sergio. Se desvela la identidad de Julia.


La justiciera.jpegLa beata.jpegDoña rosita.jpeg
 
Que diferencia entre Rosa y el director Rubén .
Mientras Rosa asume con humildad sus errores, Rubén se pone en plan borde y prepotente.
A ver si recapacita en ese exilio.
Y ya llega el momento de la verdad, el momento en el que las 2 escorias van a pagar caras todas las atrocidades cometidos. Y estos 2 si que van derechitos a la cárcel.
 
EL TALISMÁN. TERCERA PARTE. ¡QUIERO VIVIR!


Capítulo 41. Chucky, el muñeco diabólico.

Villalba del Conde.

Julio 2011.

Julia.


La jornada comienza bajo un sol radiante, un cielo sin nubes y una brisa suave que acaricia las hojas de los árboles. Los rayos del sol se cuelan entre las nubes dispersas, pintando el entorno con tonalidades cálidas y vivas. La luminosidad del día resalta los colores de la naturaleza, creando una atmósfera serena y llena de vida. Es un espectáculo maravilloso que invita a disfrutar de la belleza del mundo que nos rodea.

El destino de Villalba del Conde está a punto de dar un giro trascendental. Este día quedará grabado como el comienzo de una era renovada para nuestra localidad, cargada de promesas y oportunidades para cada uno de sus habitantes.

Hoy, el reinado de los Villalba, caracterizado por el miedo, la coerción y las intimidaciones, llegará a su merecido fin. El peso opresivo que ha dominado durante tanto tiempo será reemplazado por un nuevo amanecer de libertad y justicia para todos los habitantes de Villalba del Conde.

Hoy es una jornada única, por lo tanto, es crucial seleccionar la imagen que deseo proyectar. Si Sophie estuviera aquí, sin duda alguna, encontraría la opción perfecta para este momento. Con su guía en mente, estoy segura de que puedo tomar una decisión acertada y proyectar la imagen adecuada para este día especial. Aunque su ausencia se siente, me siento capacitada para enfrentar este desafío por mi cuenta y llevar a cabo una elección que refleje quién soy y lo que quiero transmitir en este momento crucial.

Opto por un enfoque elegante y profesional que refleje confianza y estilo. He elegido un traje a medida en azul marino, un tono que evoca seriedad y autoridad. Su corte perfectamente entallado resalta mi figura de manera sofisticada, sin exageraciones. La elección de una falda ligeramente más corta de lo habitual añade un toque de audacia, revelando mis muslos al sentarme, lo que aporta una nota de sensualidad a mi apariencia sin comprometer la profesionalidad. Es una combinación que equilibra a la perfección la confianza, la elegancia y el estilo que deseo proyectar en este día especial. Sophie seguro que hubiera aprobado el look elegido.

Mi elección de accesorios complementa perfectamente mi atuendo, agregando un toque adicional de sofisticación y elegancia. El bolso de cuero de alta calidad, en armonía con mis zapatos de tacón, añade un toque de refinamiento y estilo coordinado a mi look. Las joyas discretas pero elegantes realzan sutilmente mi imagen, aportando un brillo delicado sin eclipsar la elegancia de mi traje. El reloj de diamantes, adquirido en la Quinta Avenida de Nueva York, junto a Sophie, añade un toque de lujo y recuerdos entrañables a mi conjunto, completando así mi apariencia con un detalle de distinción y glamour. Con estos accesorios cuidadosamente seleccionados, estoy lista para destacar con confianza y estilo en cualquier ocasión.

Las ondas suaves y definidas en mi cabello suelto añaden un toque de glamour y feminidad a mi apariencia, complementando perfectamente el estilo sofisticado de mi atuendo. Con un maquillaje natural, realzo mis rasgos faciales de manera sutil, sin exagerar. El lápiz labial en tonos neutros completa mi look con clase y sofisticación. Sin duda, Sophie estaría orgullosa de mi elección, ya que he logrado crear una imagen impecable. El toque final de Chanel No. 5 añade una dimensión adicional de elegancia y sofisticación al conjunto.

Al contemplarme en el espejo, me veo elegante y atractiva, proyectando una imagen de poder y confianza. Mi actitud segura y decidida completa la imagen. Estoy lista para conquistar el mundo, pero de momento, voy a conquistar Villalba del Conde.

Después de disfrutar de un desayuno en la acogedora cafetería de la hospedería, me encamino hacia la fábrica de zapatos en mi lujoso Audi con matrícula personalizada. Aunque la cita es a las 9:00 prefiero llegar con tiempo de sobra para prepararme adecuadamente. Al llegar al aparcamiento, noto que el coche de Loísa aún no está allí, por lo que decido esperarla para que podamos ingresar juntas a las oficinas.

Mientras aguardo a Loísa, aprovecho el tiempo para repasar mentalmente los puntos clave de la reunión. La tranquilidad del momento me permite concentrarme y estar completamente preparada para el encuentro. Observo el reloj de vez en cuando, asegurándome de no perder de vista la hora pactada, pero también disfruto del momento presente, sabiendo que estoy lista para abordar cualquier situación que se presente en la reunión.

Cuando Loísa finalmente llega, nos saludamos con un par de besos y, sin perder tiempo, le comparto la noticia que he estado ansiosa por comunicarle.

-Tengo que darte una buena noticia, Loísa. Un miembro de mi equipo en Madrid visitó el piso de Calatayud para revisar los equipos de grabación y descubrió que no hay registro de ninguna grabación el día que estuviste allí con Paco. De hecho, los equipos estuvieron apagados durante todo ese mes. Si se hubiera realizado alguna grabación, debería haber dejado rastro, pero no hay evidencia de ello.

Su rostro se ilumina con interés mientras escucha atentamente, y puedo sentir la emoción en el aire mientras comparto los detalles emocionantes. La expresión de alivio en el rostro de Loísa es evidente cuando escucha mis palabras.

-Me quitas un peso de encima, Julia. Ahora puedo dormir tranquila.

Es un momento de alivio mutuo mientras ambas dejamos atrás la preocupación que había estado pesando sore Loísa. Estoy contenta de poder proporcionarle esa sensación de tranquilidad, y respiramos un poco más aliviadas.

-No se grabó nada en ese equipo, pero no podemos descartar la posibilidad de que haya grabado algo con su móvil.

-No, yo me hubiera dado cuenta. Paco nunca sacó el móvil de su bolsillo, de eso estoy segura.

-Eres consciente de que en algún momento tendrás que decírselo a Pablo, ¿verdad, Loísa?

Loísa asiente con gesto sombrío, reconociendo la inevitable confrontación que le espera con Pablo en el futuro.

-Lo sé, Julia. Me he planteado esa conversación muchas veces, pero siempre me echo atrás en el último momento. Me aterra la idea de perderlo, pero tampoco me siento bien manteniendo ese engaño.

-Si realmente te ama, Loísa, entenderá y te perdonará. La verdad puede ser difícil de enfrentar, pero la honestidad es fundamental en una relación sólida. Estoy segura de que Pablo valorará tu sinceridad y tu valentía al enfrentar esta situación juntos.

Loísa confiesa con honestidad sus luchas internas, y puedo sentir su angustia.

-Sí, eso mismo me repito a mí misma, pero siempre me falta el valor suficiente en el momento crucial.

-¿Te gustaría que yo le...?

-No, Julia. Esto es algo que debo enfrentar yo sola.

-Pero él tendrá que saber cuáles fueron tus motivos. Tiene que saber que lo hiciste para ayudarme a mí, que no hubo ningún deseo morboso en tus acciones.

-Él lo sabrá, pero aún no estoy preparada. Pero gracias, Julia. Significa mucho para mí saber que puedo contar contigo cuando llegue ese momento. Tu apoyo significa mucho para mí.

-Bien, será mejor que entremos, ya casi es la hora.

-Julia, te has puesto muy elegante. Te ves imponente.

-El día lo merece, y espero dejarlos impresionados.

Al ingresar al vestíbulo, nos dirigimos de inmediato hacia las escaleras que conducen a la primera planta, donde se encuentra el despacho de Don Pedro. Al pasar por recepción, la recepcionista levanta el auricular, pero enseguida lo cuelga en cuanto percibe mi mirada reprobatoria. La acción de la recepcionista indica que reconoce mi autoridad y decide no realizar ninguna llamada de aviso.

Entramos sin anunciar a la misma sala. Don Pedro, Sergio y Víctor nos observan mientras me dirijo directamente a la silla presidencial, que Don Pedro amablemente me ofrece. Puedo sentir la mirada lasciva de Sergio mientras examina mi aspecto, claramente muy diferente al de la última vez.

Sergio dirige su mirada hacia Loísa con una expresión de curiosidad.

-Oye, ¿por qué cojones venís juntas? Seguro que os conocéis de antes y estáis tramando algo, ¿verdad? No me jodas con esa inocencia, cabrona.

-Hemos forjado una amistad, una conexión especial entre nosotras.

-Joder, qué manera de elegir amigas más raras tienes, ¿eh? Parece que te atraen las frikis y las raritas. Bueno, cada loco con su tema, supongo.

-Tú también pareces tener un grupo de amigos bastante peculiar.

-Don Pedro, ¿parece que ha tenido tiempo para reflexionar sobre mi oferta o explorar otras opciones? Podemos discutir cualquier inquietud que pueda tener al respecto de nuestra propuesta. ¿Ha tenido la oportunidad de hablar con su abogado?

-Bueno, nuestro abogado ha tenido que ausentarse por algún tiempo. Asuntos personales, nos han dicho.

-Vaya, parece que el abogado se tomó un descanso inesperado, ¿verdad?

-¡Esta puta oferta es una mierda, no la vamos a aceptar ni aunque nos paguen por ello! Pensamos que...

-Perdona, tu nombre es Sergio, ¿verdad? No estaba dirigiéndome a ti, por favor, quédate callado y permíteme hablar con Don Pedro.

Sergio no puede evitar dirigir sus miradas hacia mis muslos, y mi pronunciado escote. Continúo mi conversación con Don Pedro mientras te doy la espalda a Sergio. Me siento poderosa llevando el control de la reunión.

-Sergio, gracias por tu intervención, pero por favor déjame encargarme de esto. Señora Brown, entienda que esta oferta resulta muy desfavorable para nuestra empresa. Somos un negocio familiar con una larga historia generacional. No queremos vender. Creo que deberíamos negociar una contribución más adecuada a nuestro plan de recuperación. Propongo que exploremos opciones más equitativas y encontrar un acuerdo que sea beneficioso para ambas empresas.

-Don Pedro, no puedo permitir que se aprovechen de mi dinero de esta manera. Según lo que sabemos, su plan de recuperación parece implicar despojar a la empresa de capital, utilizar subvenciones y préstamos sin invertirlos y sin intención de devolverlos, para luego escaparse a Las Bahamas en un viaje sin retorno, dejando atrás a sus esposas. También parece que creían que podrían engañarme a mí. ¿Acaso pensaban extorsionarme como han hecho con otros empresarios para obligarme a entregarles mi dinero? Quiero informarles de un detalle importante: la Fiscalía Anticorrupción está investigando su caso, utilizando toda la documentación que he enviado. Les advierto que en cualquier momento podrían ser detenidos, a ambos, pero puedo evitarlo si firman este contrato de compraventa. Les insto a considerar seriamente esta oferta como una oportunidad para resolver esta situación de manera justa y legal.

-¡Qué mentira más descarada, joder! Estás diciendo una puta patraña para intentar engañarnos y hacernos firmar algo que no queremos. ¡No le hagas caso, papá! Esas mierdas son para idiotas, no caigas en su puto juego. ¡Vamos, no seas tan cagón! ¡Rebátelo con todo lo que tienes! No dejes que te pasen por encima con sus mentiras baratas. ¡Es hora de poner las cartas sobre la mesa y dejarles claro quién manda aquí!

Sergio coloca su mano en mi brazo para captar mi atención, sugiriendo que quiere comunicarse conmigo o expresar algo importante. Le agarro la muñeca y le retuerzo el brazo con toda la fuerza del mundo, haciendo que haga una mueca de dolor.

-¡Escúchame bien! ¿Qué parte de "no tocar" no entendiste la otra vez? ¡Voy en serio! Si vuelves a rozarme, te aseguro que no solo te romperé el brazo, sino que también te haré pagar por tu insolencia. ¡No me pongas a prueba!

Los sonidos de sirenas se escuchan, indicando la aproximación de vehículos de emergencia, posiblemente policía.

-Tengo la impresión de que se acercan hacia aquí con premura. El tiempo apremia, y si no acceden a firmar, lamentablemente no podré brindarles ninguna ayuda. ¡Firme ya o prepárese para enfrentarte a las consecuencias! ¡El tiempo se agota!

Sergio se aproxima a la ventana para observar cómo los coches patrulla de la Guardia Civil se detienen frente a la puerta de la fábrica. Los agentes descienden rápidamente de los vehículos y se dirigen hacia la entrada con determinación.

-¡Joder, papá, están subiendo por las putas escaleras! ¡No hay tiempo que perder! ¡Tenemos que largarnos de aquí antes de que nos agarren!

-Tranquilízate, Sergio. Conocemos la situación y confiamos en que no nos causarán ningún daño. Mantengamos la calma y actuemos con prudencia. Si mantenemos una actitud cooperativa, es probable que podamos resolver esta situación sin problemas mayores.

-No estaría tan seguro de eso, Don Pedro. Podría ser más sensato considerar la opción de firmar la venta para evitar complicaciones adicionales.

La puerta se abre de manera brusca, con un fuerte impacto que llama la atención de todos en la habitación. Es evidente que la situación se está intensificando rápidamente.

-¡Guardia Civil, manténganse en sus lugares! Por favor, retiren las manos de la mesa y eviten cualquier movimiento. Es importante no alterar nada y mantener todo tal como está.

Estoy reviviendo la misma escena del despacho del abogado Rodríguez, y con los mismos figurantes que en Calatayud. Ya nos conocemos. Bien, si la otra vez funcionó, también debería funcionar ahora.

-¿Quiénes son Pedro y Sergio Villalba?

-Todos dirigimos nuestra atención hacia Pedro y Sergio Villalba, como respuesta a la pregunta formulada.

-Deberán acompañarnos al cuartel para realizar algunas preguntas sobre posibles irregularidades fiscales en sus cuentas.

-Por favor, deténganse un momento. Me gustaría saber quiénes son ustedes, ya que no les reconozco. Sin embargo, confío en que podamos resolver esto de manera civilizada y amistosa.

-Por favor, tenga en cuenta que somos agentes de la UDEF. ¿Está insinuando algún tipo de soborno, Señor Villalba? Solo por eso ya podría detenerle, pero por ahora, simplemente necesitamos que nos acompañen para hacerles unas preguntas, ya sea de manera cooperativa o esposados, según sea necesario.

-Por favor, agente, deténgase un momento. Nos conocemos de antes, ¿verdad?

-Por supuesto, señora Brown, nos vimos anteriormente en el despacho del señor Rodríguez durante la operación de detención. Casualmente, usted estaba presente en ese momento.

-Por supuesto, lo mismo que está ocurriendo ahora.

-Así es, al igual que en esta ocasión.

-¿Es consciente de que conozco a su comandante y que tengo la capacidad de evitar su detención?

-Entiendo su posición, señora Brown. Sin embargo, quiero aclarar que no tenemos una orden de detención contra los Villalba. Estamos llevando a cabo una investigación y estamos interesados en aclarar algunas irregularidades contables que hemos recibido de un ciudadano preocupado. Es importante que aclaremos cualquier irregularidad que pueda surgir en las cuentas contables de los Villalba para garantizar la transparencia y la legalidad en sus operaciones.

-Por favor, agente, permítame unos minutos a solas con ellos. Estoy segura que después estarán dispuestos a colaborar. Creo firmemente que podré llegar a un entendimiento con ellos si me permiten hablar en privado.

-Bien, señora Brown, tiene cinco minutos. Mis agentes aguardarán fuera, pero yo me quedaré dentro. No me fío un pelo de estos tipos.

-Aprecio su precaución, agente. Utilizaré este tiempo de manera eficiente para resolver esta situación de la mejor manera posible. Don Pedro, la decisión recae en usted. Tienen la opción de pasar la noche tranquilamente en casa con sus esposas o de tener una estadía gratuita en el calabozo. La condición para su liberación es sencilla: firmar la venta de la fábrica por el simbólico precio de 1 Euro y podrán regresar sin contratiempos a sus casas. No necesitan preocuparse por la investigación. Hasta el momento, la documentación que tienen, son de escasa importancia, pero si firman, me encargaré personalmente de eliminar cualquier evidencia que los pueda incriminar.

-¿Cómo puedo confirmar la veracidad de sus afirmaciones? ¿Realmente cree que tiene la capacidad de eliminar pruebas incriminatorias? De ser así, ¿cómo planea hacerlo?

-Usted sabe muy bien cómo hacer desaparecer pruebas y como crearlas, si es necesario. No creo que necesite explicarle cómo hacerlo.

Anteriormente se mencionó que su abogado no está disponible por razones personales. En realidad, ahora está colaborando con mi Fundación. Lo mismo podría decirse del juez, los fiscales o Mosén Senante. Don Pedro, parece estar en una situación donde tiene pocas personas en las que puede confiar y buscar ayuda. Ha agotado la paciencia de aquellos que lo rodean, y nadie parece dispuesto a sacarlo de esta situación. Yo soy su única esperanza.

-¿Podría decirme quién es usted y cómo ha llegado a tener tanta influencia en la comarca, si nadie la conoce?

-Mi poder es indiscutible y mi influencia se extiende más allá de lo que pueda imaginar. Pero no se preocupe por los detalles, simplemente firme y luego hablaremos. Le prometo que le explicaré todo, además de asegurarme de que no duerman hoy en el calabozo por delitos económicos. ¡Es una oferta que no puede rechazar!

Permanecemos en silencio, sin apartar la mirada entre nosotros. En ese instante, mi teléfono móvil suena, rompiendo la tensión del momento. La llamada interrumpe el silencio como un rayo, pero el suspenso persiste mientras todos se preguntan quién será y qué podría significar para nosotros.

-Hola Don Rafael, dígame-, digo con un tono cauteloso, preparándome para cualquier cosa que el otro lado de la línea pueda traer.

-…………..

-¡Ah! Estupendo, pero espere un momento, puede que no haga falta. No cuelgue. Es el señor Rafael Giménez, el juez encargado de mi demanda de embargo contra los Villalba. Acaba de comunicarme que está a punto de emitir la orden de embargo. Podría ejecutarse en solo unos pocos días. Lo tengo al teléfono, esperando en línea. ¿Qué le digo? ¿Que anule la orden o que siga con el procedimiento de embargo?

-¿Me puede asegurar que si firmo, nos libramos de la cárcel?

-¡Escuche bien! Si pone su firma aquí y ahora, le garantizo que hoy, no verán las rejas por los delitos económicos, ni sufrirán las consecuencias del embargo. ¡Es una promesa que no pueden ignorar!

-Dadas las circunstancias, parece que no tengo otra alternativa.

-¿En serio, papá? No te dejes engañar tan fácilmente. Tenemos contactos en los juzgados que pueden arreglar esto. ¡No seas tan ingenuo!

-Oh, mira quién habla. Si quieres echarle la culpa a alguien, empieza por mirarte al espejo. No debería haber permitido que tus ideas me convencieran. Aquí es a donde nos has llevado con tus acciones. ¡Mejor cierra la boca y muestra algo de gratitud hacia la señora Brown! Deberías estar de rodillas agradeciéndole que nos saque del lío en el que nos has metido.

Don Pedro, claramente molesto, firma toda la documentación que ya había sido firmada por mí. Aunque no sea estrictamente necesario, hago que Sergio firme como Vicepresidente de la compañía y que Loísa, en calidad de alcaldesa, actúe como testigo. Es importante destacar que este contrato no es el definitivo, ya que aún falta realizar una escritura en la notaría. Sin embargo, constituye un contrato de preventa en el que se comprometen con las condiciones acordadas hasta la firma de la escritura definitiva dentro del plazo de un mes. A pesar de esto, tiene la misma validez legal que una escritura, lo que significa que oficialmente ya soy la propietaria de "Calzados Villalba".

Una vez firmados los documentos, entrego una copia a Don Pedro, guardo las dos restantes en mi cartera y luego se las entrego a Víctor.

-Por favor, lleva esta documentación al notario. Ha llegado el momento de dar por concluida tu labor aquí. Te agradezco enormemente por toda la ayuda que me has brindado. ¡Muchas gracias por todo!

-Ha sido un placer trabajar para alguien como tú, Julia, y de haber sido de ayuda. Si alguna vez necesitas de mis servicios, ya sabes dónde encontrarme. Siempre puedes contar conmigo para cualquier cosa que necesites en el futuro.

También me despido de los falsos agentes, agradeciéndoles su trabajo. Víctor se marcha, junto con los actores disfrazados de agentes de la Guardia Civil.

-¡Qué diablos está pasando aquí! ¿De qué conoce a Víctor? Y sobre esos supuestos agentes, ¿eran realmente de la Guardia Civil o solo eran unos impostores disfrazados?

-No hace mucho que conozco a Víctor, pero desde que llegó a la fábrica, ha estado trabajando para mí. Agradezco a Víctor por mantenernos bien informadas. Gracias a él, hemos podido entender la situación de la fábrica y descubrir sus verdaderos planes. Respecto a los agentes, aunque no eran auténticos, debo reconocer que fue una interpretación magnífica por parte de esos actores noveles.

-¡Nos has jodido bien! Ya te lo dije, papá, que no confiaras en ella. Ha estado manipulándonos desde el primer día que puso un pie aquí.

-¡Maldita sea, nos ha robado la fábrica, señora Brown! ¿Acaso era necesario este puto espectáculo? ¿Qué demonios está tramando, y qué es lo que pretende?

-Lo que deseo, Don Pedro, es que se haga justicia, tanto por mi causa como por la de mis padres.

-¿Qué demonios está diciendo? ¿Sus padres? ¿Quién diablos eres tú en realidad? ¡Deja de marear la perdiz y di la verdad de una vez! ¿Quién carajos eres realmente y qué mierda estás tramando?

-Déjame a mí, Julia.

-De acuerdo, Loísa, te lo dejo en tus manos.

-Es evidente que en ningún momento habéis reconocido a mi amiga Julia.

-¡Ja! ¿Amiga de la americana? ¡Pero si la acabas de conocer! ¿Cómo podéis ser amigas?

-Antes os referíais a ella de manera despectiva, llamándola "Cerdita”. ¿Acaso no la reconocen? Ha sido mi amiga desde la infancia. Tú, Sergio, provocaste que se tuviera que ir del pueblo con sus padres.

Vamos, Sergio, seguro que la recuerdas. Te prometí que algún día pagarías por lo que le hicisteis. ¡Y ese día ha llegado, cabrón!

-¡Es mentira, hermanita! No sé de qué diablos estás hablando. ¡Nunca he visto a esta señora en mi vida!

-¡Ah, claro! Esa es la típica negación de culpabilidad. Pero sabes muy bien quién es. No te hagas el tonto, hermanito.

-¿Qué trama estás tejiendo, Loísa? Nos dijiste que Cerdita había palmado. ¡Incluso nos mostraste una foto de su tumba y la esquela del periódico!

-Sergio, sigues siendo tan ingenuo. ¿No te das cuenta de que todo fue una farsa? Julia murió, pero como el ave fénix, renació de sus cenizas y está de vuelta para buscar justicia. Hizo una promesa ante la tumba de sus padres y durante todos estos años en los que estuvo desaparecida, supuestamente muerta, estuvo preparando su venganza. Hoy es el día en que se va a hacer realidad. Julia no va tener piedad y no hay nada que puedas hacer al respecto. ¡Asúmelo, patán!

-Sin embargo, nosotros no tenemos culpa de lo que les ocurrió a sus padres.

-¡Espera un momento, Loísa! Permíteme encargarme de responderles a estos hijos de puta. Si bien es cierto que no fuisteis responsables directamente, sí lo fueron de mi violación, y debido a la falta de precauciones, uno de vosotros me dejó embarazada. Lamentablemente, tuve que intentar someterme a un aborto, y durante el viaje, ocurrió un terrible accidente en el que mis padres perdieron la vida. Es verdad que, si hubieran utilizado protección, o mejor aún, si no me hubieran agredido, nada de esto estaría sucediendo y mis padres seguirían vivos. Además, si no hubieran contratado a chavales para acosarme con mensajes insultantes, la situación no habría empeorado aún más. También es cierto que si tu padre no hubiera sobornado para evitar el juicio, las cosas podrían haber tomado un rumbo diferente. También es válido considerar que si tu amada esposa, Elena, no te hubiera incitado a agredirme, quizás esta situación nunca habría escalado de esta manera. Como puedes ver, hay muchos culpables, pero, Sergio, tú eres el peor. Como dice tu hermana, no tendré ni una pizca de piedad contigo, así que prepárate para enfrentar las consecuencias de tus acciones. Has causado demasiado dolor y sufrimiento, y ahora es el momento de que asumas las consecuencias. No habrá misericordia para ti

-Nuestra inocencia quedó demostrada durante el juicio. No hay dudas al respecto.

-Oh, ¡qué listo eres! Por supuesto que podemos demostrarlo con pruebas concretas, ¡La verdad siempre sale a la luz, de una forma u otra, y tú lo sabes bien, Sergio!

-Tengo un video, idiota, donde se os ve a los tres agrediendo sexualmente a Julia. Siempre creí en su inocencia, aunque nunca pudo demostrarla. Ahora, finalmente, tengo la prueba en mis manos. Con este video en mi poder, será imposible negar la verdad. Julia siempre fue inocente, y ahora el mundo lo sabrá. Es hora de que enfrentes las consecuencias de tus acciones.

-¿Cómo conseguiste ese video? No deberías tenerlo tú,

-Entonces ¿estás admitiendo que el video es auténtico? Mira, no te voy a revelar cómo lo conseguí.

-Pero ya no tiene ningún valor, el caso ha prescrito y ha sido sobreseído.

-Lamentablemente, tienes razón en ese aspecto. Pero Sergio, tú y tus amigos Paco y Miguel, habeis continuado perpetrando violaciones de manera habitual. Contamos con testimonios que respaldan estas acusaciones, y serás juzgado por esos crímenes

-¡Ja! Buen intento. Pero no te preocupes, desmontaremos esos testimonios como un castillo de naipes. Siempre he tenido relaciones “consentidas”.

-Tengo confianza en que la justicia prevalezca y se demuestre que el violador eres tú.

Se oyen movimientos de vehículos y frenazos fuera del edificio.

-¡Oh, oh! ¿Escuchas eso? Parece que las cosas se están poniendo interesantes afuera. Será mejor que te prepares para lo peor, porque podría ser que estén viniendo por ti. ¡Mantén los ojos bien abiertos!

-Julia, ¿qué pasa con tu promesa de que no pasaríamos la noche en la cárcel? Estás empezando a incumplir tu parte del trato, ¿no crees?

-Don Pedro, les aseguré que hoy no estarían tras las rejas por delitos económicos, y estoy cumpliendo esa promesa. Sin embargo, hay otros delitos a los que tendrán que enfrentarse.

-¿Por qué tengo que dormir en el calabozo? No soy culpable de nada.

En ese instante, varios agentes entran en la sala.

-¿Qué esto? ¿Otro teatrillo? ¡Pero qué despliegue más patético! ¿Acaso crees que puede engañarnos otra vez con tus artimañas? No sigas con estas patrañas, Julia, ya no nos asustas.

-Te guste o no, estos agentes son reales, Sergio. No están actuando, ni trabajan para mí.

-¿Es usted Sergio Villalba? Está bajo arresto, acusado de varios delitos de violación.

Otros agentes se acercan a Don Pedro.

-Don Pedro Villalba, queda detenido por el cargo de homicidio en contra de Don Alberto Villalba.

-Eso es completamente falso, no he cometido ningún delito. Esta acusación carece de fundamento alguno.

Sin que nadie lo esperara, Loísa se acercó a su hermano mientras lo esposaban y le propinó una bofetada.

-Esta es por el abuelo, y está por lo que le hicisteis a Julia. -dijo Loísa mientras le daba una segunda bofetada.

Los agentes llevan esposados a Don Pedro y a Sergio, mientras que Paco y Miguel también están siendo detenidos en sus respectivos domicilios. Antes de salir por la puerta, Sergio se gira hacia mí y me increpa con un aire de odio.

-¡No te confundas, Cerdita! Esto no es el final. Nos encontraremos de nuevo antes de lo que imaginas, y entonces verás cómo desaparece esa sonrisa de triunfo de tu cara.

No puedo evitar sentir escalofríos al oír esa amenaza, pero Loísa sale en mi defensa.

-Si vuelves a hacerle algo a Julia, te aseguro que seré yo quien venga por ti. Ojalá termines pudriéndote en la cárcel, imbécil.

Después, Loísa se dirige hacia mí.

-No le prestes atención, Julia. Ya no puede lastimarte más.

-No estoy segura, Loísa. No confío en eso. No estoy convencida de que, incluso estando en la cárcel, no intente hacerme daño. Seguro que tiene amigos fuera.

Me siento de nuevo en el sillón, exhausta pero finalmente liberada. Dejo salir la tensión acumulada después de tanto tiempo, aunque necesito tomar un ansiolítico para calmarme.

-¿Estás bien Julia? ¿Quieres que llame al médico?

-No, Loísa, estoy perfectamente. Después de tantos años esperando este momento, finalmente he liberado toda la tensión acumulada. Mis padres casi están vengados, y finalmente tengo la justicia que siempre he buscado.

-¿Casi?

-Bueno, casi, porque, aunque se haya hecho justicia en parte, no puedo traer de vuelta a mis padres. Pero al menos sé que los culpables pagarán por lo que hicieron. He dejado a Elena para el final porque es la máxima responsable de todo lo que me ocurrió. Fue la principal instigadora de lo que me hizo Sergio y quien convirtió mi infancia en un infierno. Tengo algo especial preparado para ella, pero necesito su colaboración.

Le explico a Loísa mi plan tanto para abordar a Elena como para el beneficio del pueblo.

-Julia, es una oferta muy generosa por tu parte, especialmente después de lo que te hizo

-Lo sé, pero mi oferta tiene su justificación en algo que ella ha estado ocultando durante todo este tiempo. Por cierto, Loísa, voy a necesitar un local para llevar a cabo mi proyecto. He pensado que, si el local de La Peña todavía está disponible, podría comprarlo.

-¿Estás segura que quieres ese local?

-Sí, estoy segura. Creo que sería el lugar perfecto para llevar a cabo mi proyecto.

-Entiendo, tal vez tengas razón. Ese local fue expropiado por deudas del propietario y ahora es propiedad municipal. Lo sacamos a subasta, pero no hubo mucho interés, y se quedó la subasta desierta. Será nuestra contribución al proyecto, así que siéntete libre de considerarlo tuyo.

-Gracias, Loísa, pero será para la fundación. Lo acepto como una donación del ayuntamiento.

-Por cierto, antes de venir aquí, esta mañana le pedí a Juan que enviara a alguien a quitar las verjas de la casa de tus padres. Supongo que querrás entrar en ella.

-Sí, sí, por supuesto que quiero. ¿Cuándo podremos ir?

-En cuanto Juan me avise, pero antes me gustaría ir a visitar a mi madre. Quiero darle la noticia de la detención de mi padre y de Sergio antes de que se entere por otros medios.

-Claro, Loísa. ¿Quieres que te acompañe?

-Por supuesto, Julia. También quiero que estés presente. ¡Vamos!

Nos dirigimos, hasta la casa nobiliaria de los Villalba, un antiguo caserón barroco del siglo XVIII de tres plantas. En la fachada, todavía se puede ver el escudo heráldico del linaje de los Villalba. Su madre nos recibe, algo sorprendida.

-¡Loísa! ¡Qué alegría verte! Hace tanto tiempo que no vienes a verme. Y vienes con la Americana. ¿Queréis algo?

-Se llama Julia, mamá. Hemos venido a visitarte porque tenemos algo importante que contarte. Se trata de papá y Sergio. Acaban de ser detenidos por la Guardia Civil.

-¿Detenidos? ¿Pero qué ha sucedido? ¿Han cometido algún delito?

-A Sergio lo acusan de varios delitos de violación y papá, de homicidio.

La madre se queda en shock, sin palabras por un momento, mientras asimila la noticia. Luego, con voz temblorosa, pregunta.

-¿Homicidio? ¿Qué estás diciendo, Loísa? ¿Cómo es posible? ¿Qué ha hecho? ¿Es que ha matado a alguien?

-No, no hoy, pero hace 13 años mató al abuelo Alberto. ¿Lo sabías, mamá? ¿Sabías que papá era un asesino? Dime la verdad.

-¿Qué insinúas, hija? ¿A tu abuelo, dices? Pero eso no puede ser. Tu abuelo murió en la cama, en esta misma casa. Tú lo sabes, vivías aquí.

-Estaba encerrada en mi habitación, mamá. ¿No lo recuerdas? Me encerraste para que no pudiera comunicarme con Julia.

-Sí, ahora recuerdo. Te tuvimos que dejar en tu cuarto para que no fueras con esa puta desvergonzada, que casi destroza a nuestra familia con esa denuncia falsa. Suerte que ya falleció, así que está muerta y bien muerta. Esa misma noche, tu abuelo murió en su cama por una insuficiencia respiratoria, según lo certificó el médico. No entiendo de dónde sacaste la idea de que tu padre lo mató.

-Porque tenemos pruebas, señora Izarbe, que implican tanto a su marido, Don Pedro, como a su hijo, Sergio.

La madre de Loísa parece aturdida por la revelación, su expresión es una mezcla de incredulidad y angustia.

-Tenemos testimonios y evidencia que vinculan a su esposo y a su hijo con los delitos que se les imputan.

-¿Pruebas? ¿Qué tipo de pruebas? ¿Y por qué las tienes tú?

-Porque yo soy esa puta desvergonzada que presentó la denuncia contra Sergio. Y no fue una denuncia falsa. También tenemos evidencia de eso. Soy Julia, la amiga de Loísa, a quien ustedes nos obligaron a abandonar el pueblo.

-¿Tú eres esa Julia? ¡Maldita sea, pensé que estabas muerta! ¿Te has vuelto del infierno para atormentarnos?

-Imagino que tras mi fallecimiento, habré cambiado lo suficiente como para que no me reconozca. Pero sí, soy Julia, y he vuelto de entre los muertos sedienta de venganza.

-¿Qué te trae de vuelta después de tanto tiempo, Julia? ¿Viniste a arruinar más vidas o solo a recordarnos lo desgraciada que eres? Porque francamente, no sé qué es peor.

-Mira mamá, todo lo que te estamos contando no es más que la cruda verdad. Sergio es un maldito violador, un puto depredador que merece pudrirse en la cárcel. Y papá, ese hipócrita, encubriendo sus crímenes como si nada.

-¡No puede ser, hija! ¡Esto no puede estar pasando! Si van a la cárcel, ¿qué mierda va a ser de mí?

-Le sugiero que primero vea esos videos, señora Izarbe. Si reconoce que lo que ve es cierto y le pide perdón a Loísa, tal vez, solo tal vez, podamos considerar darle una oportunidad.

La noche anterior, había preparado una memoria USB con el video de mi violación, el asesinato de Don Alberto y algunos clips de Don Pedro sobornando a personalidades de Calatayud y Zaragoza. Lo hice anticipando que la madre de Loísa no nos creería.

-Me gustaría que cambiaras de opinión respecto a Julia, pero si no es así, considera que estoy muerta como tu hija.

-Hija, por favor, no digas eso. Todo lo que hicimos, lo hicimos pensando en tu bienestar, tratando de protegerte de lo que creíamos que te podía dañar.

-Protegerme, ¿de quién? ¿De Julia? Alguien me tenía que haber protegido de vosotros, y de Sergio. No mamá, no me estabas protegiendo; estabais protegiendo vuestros privilegios, vuestro estatus, que Sergio puso en peligro. Por eso iniciasteis una campaña contra Julia para desprestigiarla y manipular la opinión del pueblo. La verdad es que, aunque no hubo juicio, a Julia la juzgasteis y la condenasteis, sabiendo que Sergio y sus amigos eran culpables. Julia y sus padres tuvieron que abandonar el pueblo, y la honorable familia Villalba mantenía su poder.

-Tu también eres nuestra familia, también disfrutabas de los mismos privilegios.

-¿Privilegios? Mi apellido apesta a podredumbre y corrupción. ¡Me averguenzo ser parte de esta familia! No puedo creer lo que ha pasado y el papel que mi familia ha jugado en todo esto. Pero eso ya es cosa del pasado. Sí quieres recuperarme como hija, será mejor que aceptes a Julia también, porque no voy a separarme de ella. Y si no, prepárate para que te echen del pueblo con un empujón bien merecido. ¡Así de claro!

-¿Irme del pueblo? ¿Y a dónde se supone que debería ir?

-¿Esperas que te dé una lista de opciones? ¡Pues lo siento, pero eso no me incumbe! Quizás puedas reflexionar sobre tus decisiones en algún lugar donde la hipocresía y la corrupción no sean bienvenidas.

Salimos de la casa, con Loísa realmente afectada.

-¡Loísa, cariño! ¿No has sido un poco dura con tu madre? Entiendo que estés pasando por un momento difícil, pero tal vez podrías intentar hablar con ella y expresar tus sentimientos de una manera más calmada

-Lo entiendo, Julia. A veces es necesario ser firme para que alguien reaccione y reflexione sobre sus acciones. Y sí, que te pida perdón a ti también, Julia, que no se le olvide.

-Ojalá tengas razón, Loísa. Después de todo, es tu madre, a pesar de las dificultades que tengáis en vuestra relación. Y entiendo lo doloroso que es perder a una madre.

Loísa recibe un mensaje en el móvil. ¿Quién podría ser a estas horas?

-Es Juan. Dice que ya han retirado la verja. ¿Quieres ir, Julia?

-Sí, Loísa, vamos.

Nos encaminamos hacia lo que era mi hogar, junto a mis padres.

-Yo nunca he querido entrar, Julia, ni he permitido que nadie lo haga. Está exactamente igual que cuando os fuisteis. Si lo deseas, podemos pintar la fachada con fondos del ayuntamiento. El pueblo te lo debe.

-No, déjala como está. Son como heridas de guerra, parte de nuestra historia que nos recuerda lo que hemos superado.

Abro la puerta con la llave que aún guardo, entrando a un patio de piedra, y donde mi padre guardaba leña para el hogar, y alguna herramienta. Subo con emoción al primer piso, donde está la planta principal. Está todo como mis padres lo dejaron. La cocina recogida, pero aún están los platos de la última cena. ¡Todo está igual que lo dejaron mis padres! Incluso los restos destrozados del móvil en el cubo de basura. ¡Es como si estuviera reviviendo el pasado!

Me siento abrumada por la oleada de recuerdos que inundan cada rincón de la casa. Es como si el tiempo se hubiera detenido desde aquel día en que partimos. Me acerco con cuidado a la mesilla de mi madre y tomo las pastillas para dormir. Las sostengo entre mis dedos, sintiendo el significado que tienen para ella. En silencio, las guardo en mi bolsillo, como un pequeño tesoro que me conecta con su presencia. Luego, observo el libro que mi padre dejó en su mesilla, que ya nunca terminará. Una lágrima escapa de mis ojos mientras lo acaricio suavemente. A pesar del dolor y la distancia, siento su amor y su protección envolviéndome. Este lugar, con todas sus imperfecciones y recuerdos, sigue siendo mi hogar.

Mis sentimientos se mezclan al entrar en mi dormitorio. Por un lado, recuerdo los días oscuros en los que apenas salía de esta habitación, sumida en la tristeza y la desesperación. Pero también resuenan en mi mente las tardes felices que pasé aquí con Loísa, compartiendo risas y confidencias. La nostalgia me embarga al pensar en esos momentos, y noto que a Loísa le sucede lo mismo. ¡Qué irónico es el corazón humano, capaz de albergar tanto dolor y tanto amor en un mismo lugar!

-Ven, Loísa, acércate. Necesito un abrazo en este momento. ¿No sientes lo mismo que yo? Estos recuerdos nos están abrumando, pero también nos unen de una manera especial.

-Creo que sí, Julia. Es entrar aquí y revivir todos los momentos que hemos compartido juntas. Qué recuerdos tan entrañables me trae este lugar. Entrar aquí es como abrir una caja llena de recuerdos compartidos. ¡Es increíble cómo un lugar puede llevarnos de vuelta al pasado de esta manera!

La sala de la televisión parece ser un tesoro de recuerdos. La canastilla donde mi madre me tejía la bufanda para el invierno, es un toque tan conmovedor. Y arriba, ¡esa falsa que esconde quién sabe qué secretos! Quién sabe qué tesoros olvidados podría encontrar allí arriba.

Volver a recorrer las habitaciones de esa casa, donde cada rincón lleva la huella de mis padres, es como retroceder en el tiempo. Sin embargo, también me ayuda a superar esa etapa vivida y a pensar en el futuro y en lo que quiero hacer con esa casa. Aunque es tentador perderse en esos recuerdos, sé que no puedo permitir que la nostalgia me detenga. Hay asuntos pendientes que resolver, verdades que confrontar.

Loísa me vuelve a invitar a comer en su casa, y acepto encantada de compartir esos momentos con ella y con Pablo. Por la tarde, visitaremos a Elena.



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La historia de Jula continúa:

Capítulo 42. La novia de Chucky.

Julia y Loísa deciden confrontar a Elena para esclarecer los motivos que la llevaron a iniciar el acoso contra Julia. En un encuentro tenso y cargado de emociones, exigen respuestas, deseando entender las razones profundas y las circunstancias que impulsaron a Elena a actuar de esa manera.

Chucky, el muñeco diábolico.jpegLa puerta violeta.jpeg
 
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