El Talismán

EL TALISMÁN. TERCERA PARTE. ¡QUIERO VIVIR!



Capítulo 36: Pactar con el diablo.

Villalba del Conde,

Enero 2000.

Loísa.


-¿De verdad necesitas oírlo de nuevo? Parece que disfrutas con esto, ¿verdad? Estoy dispuesto a contarlo tantas veces como haga falta, hasta que te entre en la cabeza que estoy hablando en serio. Pero confío en que, con el tiempo, te des cuenta de que mi historia es cierta. Si tienes alguna duda, te las puedo aclarar y asegurarme de que entiendas perfectamente lo que estoy tratando de decir. Pero date prisa, que no tengo todo el día.

-Repítemelo una vez más, pero esta vez espero que te atrevas a decirme la verdad. Quiero escucharlo de nuevo, pero esta vez no quiero que te inventes cosas. ¿Te parece? Porque tengo la sensación de que hasta ahora no me lo has contado todo.

-Estaba con Miguel y Paco, pasándomelo bien con unas cervezas en el bar, cuando aparecieron Cerdita y su novio, “el Madrileño”. ¡Menudo show se montó!

-¿Te importaría dejar de llamarla “Cerdita”? Tiene un nombre, y es Julia. Me parece que sería más respetuoso que te dirigieras a ella de esa manera. Todos merecemos un mínimo de consideración, y no creo que sea mucho pedir que uses su verdadero nombre.

-Con esa movida, demostró ser una auténtica cerda. Si quieres que continúe, tendrás que aguantarte y aceptar que la llame como se me antoje, así que prepárate porque podría usar palabras mucho más fuertes. ¡Esta tía se ha ganado cada insulto que pueda soltarle!

-¡Vale, llámala como quieras! Total, a mi también me engañó y ya no la considero mi amiga. Pero cuéntame la historia real.

-¡Te juro por el mismísimo diablo que estoy diciendo la verdad, hermanita! Como te estaba diciendo, llegaron, pidieron sus bebidas y se acomodaron. Pasaron un buen rato con sus arrumacos. Cerdita se arregló bastante, a pesar de tener algunos kilos de más. Ese vestido azul que llevaba le hacía buena figura y sospechaba que no llevaba sujetador, porque los pezones se marcaban claramente en la tela. Y después, confirmé que en realidad no llevaba, ja ja ja. Desde que entraron, ella no dejó de mirarme. Incluso estando con su novio, no paraba de mirarme mientras se daban el lote. Estaba claro que Julia buscaba lío, ¿eh? Con ese modelito y esas miraditas, estaba pidiendo a gritos que alguien la follara. No podía dejar de mirarla, la verdad es que estaba atractiva con ese vestido, el pelo suelto y un toque de maquillaje. Además, con las medias y los tacones, estaba que ardía. ¡Menudo espectáculo!

¡En un momento, se pusieron en pie para gozar de un baile! El Madrileño no es que fuera el rey de la pista, se tropezó con ella como dos veces, y acabaron regresando a sus asientos. Cerdita no paraba de echarme miraditas, como si quisiera que la sacara a bailar, pero con el novio ahí presente, me lo pensaba dos veces. Aún tenía grabado el golpe que me metió el puto madrileño. Pero si la montaña no va a Mahoma, Mahoma va a la montaña. Después de intercambiar palabras con su novio, Cerdita se me acercó con movimientos tan sensuales que hasta el diablo se hubiera sonrojado.

¡La música y el ambiente tenso creaban un escenario de lo más intrigante! Cerdita, a pesar de sus dudas iniciales, se acercaba con movimientos provocativos, desafiando las normas como la zorra que es. Cada gesto suyo era una provocación, y aunque recordara el conflicto con el madrileño, la atracción era innegable. ¡Vaya noche prometedora!

-¡Hey, guapo! ¿Qué dices, te atreves a lanzarte a la pista conmigo? Prometo que será divertido, y quién sabe, quizá hasta te sorprendas de lo bien que nos lo pasamos. ¿Te animas a compartir un baile?

-¿De verdad te atreverías a bailar conmigo con tu novio justo aquí, observando todo? No sé si es valentía o simplemente quieres ver cómo reacciona, pero me intriga saber si realmente te animarías a hacerlo. ¿Qué dices, te atreves a dar el paso?

-Ja ja ja, mi novio no sabe ni moverse, es un aburrido. Quiero bailar con alguien que realmente entienda cómo tratar a una chica como yo. ¿Te apuntas?

-¿Y qué tipo de chica te consideras? Me encantaría saber más sobre ti. ¿Eres de esas personas aventureras que siempre buscan nuevas experiencias?

-Soy la que no tiene miedo de divertirse y disfrutar del momento. Seguro que tú me entiendes. ¿Te animas a descubrirlo?

Ante la sorpresa de todos, acepté el desafío. Nos dirigimos a la pista de baile, dejando atrás al novio que no sabía ni qué estaba pasando. La música marcaba el ritmo de una conexión prohibida. En ese instante, solo era un baile, pero la tensión en el aire sugería que algo más excitante estaba por suceder.

Durante el baile, se acercó a mí de manera intensa, prácticamente sin dejar espacio entre nosotros dos. Trataba de distanciarme un poco, no quería que el madrileño se incomodara. Sin embargo, Julia, al percibir mi inquietud, me dio tranquilidad.

-No te preocupes tanto por mi novio; le gusta observar y disfrutar de lo que hago, o me hacen. Se excita siendo un mirón, pero eso no significa que debas sentirte incómodo. Es solo su forma de disfrutar. ¡Así que relájate y disfruta del momento!

-Disculpa, ¿podrías repetir lo que acabas de decir? No estoy seguro de haberlo entendido bien.

-¡Ja! Mira eso, está ahí, babeando como un tonto. Definitivamente parece que le encanta lo que ve. Es bastante patético, ¿no crees?

Efectivamente, miré hacia donde estaba su novio, y ahí estaba el novio tocándose como si estuviera en un espectáculo privado mientras no dejaba de mirarnos. Ya empezaba a ponerse interesante.

-Puedes aprovechar para tocarme, total, parece que a mi novio le encanta ver. ¿No te da morbo?

- ¿Disculpa?

Y sin decir una sola palabra, agarró mi mano derecha que apoyaba en su cintura y la plantó directamente en su culo, como diciendo, "aquí es donde pertenece".

-¿Qué te parece si le subimos la temperatura a esto? Está bastante frío y creo que sería genial darle un poco de calor al ambiente. Un poco de energía y diversión no le vendría nada mal. ¡Vamos a animar las cosas!

Estaba flipando con la actitud de esa tía. ¡Parecía que estaba sacando su lado más salvaje! ¡Vaya cambio! La Cerdita del colegio dejó paso a toda una cerda. ¡No hay comparación posible! Mientras yo le sobaba el culo, ella no se quedaba corta y se lanzaba directa a mi entrepierna. La cosa se estaba poniendo realmente picante.

-¡Vamos, no seas mojigata! Tengo la mejor polla que hayas imaginado. Mucho mejor que la de tu novio.

-Por supuesto, él la tiene bastante pequeña. Realmente ni se nota, y parece que simplemente no tiene mucho que ofrecer.

- Tu pobre novio debe tener una miniatura. Seguro que necesitas una lupa para encontrar algo. Pero bueno, dejemos que cada uno disfrute (o no) de lo que tiene. Ja ja ja.

La giré para colocarme detrás de ella, continuando con el baile. En esa posición, le encajé mi erecto pene, entre sus nalgas.

-¿Qué tal esta? ¿La sientes más que la de tu novio?

- Sí, ¡joder! Me estás poniendo bastante cachonda.

La tenía agarrada con fuerza de la cintura, moviéndonos al ritmo endemoniado de la música. Su cintura parecía ejercer un hechizo sobre mi agarre. No pude resistirme y levanté mi mano para agarrar una teta, descubriendo que la diablilla no llevaba sostén. ¡Una sorpresita muy tentadora!

Resulta que nos convertimos en el espectáculo principal del bar, captando todas las miradas. Pero el madrileño, era el que más estaba disfrutando de la diversión. El cabrón se tocaba la polla por dentro del pantalón, mientras yo magreaba a su novia. ¡Fue una noche inolvidable!

¡Pero claro, no íbamos a detenernos ahí! La fiesta seguía en su punto álgido, así que decidimos llevar las cosas a un nivel aún más provocador. Nos adentramos en las sombras, lejos de las miradas curiosas, y continuamos con nuestra travesía infernal. La música seguía resonando, pero ahora estábamos envueltos en un aura de misterio y deseo. ¡La noche aún tenía muchas sorpresas por revelar, y estábamos listos para explorarlas todas!

-¡Claro, no me extraña que te llamen "Cerdita"! Eres una auténtica cerda, ¡no hay mejor descripción para alguien como tú!

-Sí, soy una maldita cerda. Llámame puta, eso me excita. Insúltame a tu antojo, estoy lista para cualquier cosa. ¡Venga, dime algo realmente guarro!

-No recuerdo todas las malditas palabras que solté, pero cada insulto que le lanzaba la volvía más y más cachonda. El poder del lenguaje, hermanita. A pesar de ser el centro de atención del bar, yo ya no me andaba con tonterías y le tocaba por todo el cuerpo. ¡Nada como disfrutar sin inhibiciones! Hasta me atreví a colar la mano bajo su vestido, subiéndolo un poco, ¡y sorpresa, la muy zorra tampoco llevaba bragas! ¡Esto se ponía cada vez más interesante!

-¿Te gusta jugar con fuego, eh, zorrita? Estás pidiendo que te violen.

-Sí joder, hoy quiero perder mi virginidad. Y tendrá que ser contigo, porque mi novio no es suficientemente hombre para follarme con su pollita. Si no quieres desvirgarme tú, me buscaré a otro, pero hoy pierdo la virginidad.

-¡Vaya, parece que estás decidida a incendiar la noche con tus deseos! Hoy es el día de perder la virginidad, que sea una experiencia inolvidable. ¿Quién necesita a un novio pichacorta cuando hay hombres bien dotados dispuestos a todo? Si estás lista para lanzarte al abismo de la experiencia, puedo asegurarte que conmigo encontrarás un buen macho que hará que la travesía sea única. Prepárate para un festín de sexo, zorra. No tendrás razón alguna para quejarte conmigo ni con mis amigos, porque después de haberlos calentado tanto, querrán compartir la experiencia.

-Sí , sí, que me follen también, hoy quiero ser vuestra puta.

-Parece que te estás entregando a las llamas del deseo. Después de esta noche, te convertirás en nuestra "puta", disponible para satisfacer nuestros deseos cuando lo deseemos.

-Sí, joder, seré vuestra, para cuando queráis. Pero, por favor, no me hagas esperar más, ¡quiero que me folles ya! Estoy lista para dejar de ser virgen y disfrutar del momento.

-No te preocupes, zorrita, no voy a follarte aquí, frente a todos. Aunque, por lo que veo, a ti no te importaría. Tengo en mente un lugar donde estaremos completamente solos, sin curiosos.

-Vamos, no perdamos más tiempo. Estoy lista para follar, porque realmente ya no puedo aguantar más. La anticipación me está volviendo loca y quiero disfrutarlo. ¡Hagámoslo!

-¿Y el pringado de tu novio?

-Que se venga. Quiero que vea cómo le pongo los cuernos en su cara.

-Entonces, adelante. Vamos y que vea cómo folla un auténtico macho.

.

-Había conseguido la llave de la Peña, porque íbamos a ir los tres a liarnos unos porros, pero Cerdita cambió nuestros planes. La noche prometía ser interesante. Por el camino, la puta de tu amiga se prestaba a ser manoseada sin inhibiciones, mientras el madrileño nos seguía sin parar de tocarse su pollita con la mano dentro del pantalón. Una calle antes de llegar a la Peña, Cerdita se despojó del vestido, llegando completamente desnuda al local. Yo no era virgen, porque ya había estado con algunas tías. El apellido Villalba, te abre muchas piernas, pero la verdad es que jamás había estado con una tía tan guarra.

.

-Menuda sarta de mentiras que me estás contando, imbécil. Cada vez que cuentas tu historia, le añades algo más escabroso que la vez anterior.

-Ya te lo he dicho, hermanita, te estoy contando la verdad. Pero si no te fías, consulta con Miguel, Paco o cualquier otro que estuviera en el bar ese día. Hay testigos, Loísa, así que nadie podrá tacharme de mentiroso.

-Quién sabe, seguro que los habrás presionado para que repitan tu versión de la historia. Pero te aseguro que descubriré la verdad, sin importar el esfuerzo que me cueste.

-Pues que tengas suerte, hermanita. La vas a necesitar, ja ja ja. Que los dioses estén de tu lado.

.

Salgo de casa completamente enfadada. Sergio no hace más que aumentar sus fantasías, agregando nuevas mentiras.

A medida que camino con la rabia latente, reflexiono sobre cómo desentrañar la verdad en medio de las mentiras de Sergio. Estoy segura de que miente, ya que conozco muy bien a Julia y sé que ella nunca actuaría de esa manera ni trataría así a Ángel. Mi deseo de encontrar a Julia se intensifica, anhelando aclarar la situación y entender por qué se está tejiendo esta red de engaños.

Me propongo buscar respuestas y apoyar a Julia en lo que sea necesario. No quiero ni imaginarme lo sola que debe sentirse. Desearía saber dónde está para poder hablar con ella.

He quedado con Pablo y prefiero no mostrar tristeza. Solo tenemos un par de horas antes de que tome el autobús de regreso a Zaragoza, donde ya ha comenzado su primer año de diseño gráfico. Desde que comenzó la carrera en Zaragoza, solo nos encontramos los fines de semana cuando él viene al pueblo. Estoy ansiosa por terminar el bachillerato para mudarme con él. Ya estamos haciendo planes para vivir en un pequeño apartamento de alquiler y, finalmente, alejarme de mi familia. Necesitaré encontrar alguna estrategia para aprobar, ya que me está costando mucho superar este último año. No puedo permitirme pasar otro año en este pueblo, bajo la influencia de mi familia. Si contara con Julia y su ayuda, estoy seguro de que aprobaría.

Después de despedirme de Pablo, quien ya ha abordado el autobús hacia la ciudad, decido dirigirme al bar. A estas horas, es común ver a Miguel sumergido en su partida de billar. Pido un botellín y lo observo desde la barra mientras practica en solitario, experimentando con diversas jugadas y demostrando habilidad al embocar las bolas en las troneras. Miguel posee destacadas habilidades en el billar, aunque es cierto que le dedica muchas horas para perfeccionar su juego. En los torneos que organiza el bar, siempre resulta ganador. La aspiración de los demás jugadores es llegar a jugar la final con Miguel, aunque saben de antemano que serán derrotados.

Después de observarlo detenidamente por un rato, me acerco a él. Llevo una blusa de seda azul, algo holgada, y un pantalón vaquero blanco, ajustado que me hace un culo de infarto.

-Hola Miguel.

-Ah, hola Loísa, no te había visto.

-Estabas tan concentrado en el juego que ni siquiera te percataste, ja ja ja. Oye, ¿podrías enseñarme a jugar? Parece que a ti se te da bien.

-¿Has jugado antes?

Aunque yo sabía jugar, ya que había jugado varias veces, con Miguel decidí hacerme la tonta y actuar como si no supiera jugar.

-Sí, claro, pero ya sabes, solo para pasar el rato. Soy muy torpe con las bolas y ni siquiera sé cómo coger el palo. ¿Podrías darme algún consejo para al menos poder manejar bien el palo y golpear la bola correctamente desde el principio?

-Taco, se llama taco.

-Ah, sí, eso, taco, o como se llame.

-Puedo ofrecerte algunas sugerencias. Sostener el taco de billar de manera adecuada es fundamental para tener un control efectivo sobre la bola y mejorar tu rendimiento en el juego. La postura corporal también desempeña un papel crucial. Asegúrate de adoptar una posición cómoda con los pies separados a la altura de los hombros y flexiona ligeramente las rodillas para mantener la estabilidad.

Mientras Miguel me corrige la postura, aprovecho la oportunidad para acercarme a él, tocándolo con alguna parte de mi cuerpo.

-Dado que eres diestra, tu mano principal será la derecha. Debes ubicarla en la parte final del taco, cerca de la punta. La palma de la mano debe estar orientada hacia arriba, mientras los dedos envuelven el taco.

-La mano no dominante, es decir, la izquierda, se sitúa en una posición más alta en el taco. Los dedos de esta mano desempeñan un papel crucial al guiar el taco y proporcionar estabilidad. La formación de una "V" entre el pulgar y el índice, apuntando hacia arriba, contribuye a una postura efectiva.

Tomo la posición, aprovechando que Miguel se encuentra justo detrás de mí. Me inclino y mi parte trasera entra en contacto directo con su área genital, notando ya su firmeza. Miguel se mueve hacia un lado y cambia su posición. Aprovechando la excusa de verificar mi agarre en el taco, me giro hacia él, aún inclinada. Al ahuecarse mi blusa, queda al descubierto mi sujetador blanco de encaje. Estoy llevando a Miguel hacia el punto que yo quiero.

-Mantén un agarre firme pero relajado en el taco, evitando apretarlo demasiado. Busca un equilibrio entre el control y permitir un movimiento suave. Coloca el taco alineado con tu ojo derecho y también con la bola blanca y la bola objetivo, asegurándote de mantener el codo en un ángulo cómodo y flexible.

Miguel había dispuesto la bola blanca y, a continuación, la bola negra identificada con el número 8, apartando las demás.

-Inclina suavemente tu cuerpo hacia adelante. Mantén la cabeza inclinada y dirige tu mirada hacia la bola negra. Al impactar la bola, asegúrate de mantener la cabeza quieta y sigue a través del golpe. Aplica un golpe suave y controlado para impactar la bola con precisión. Cuando estés lista, ejecuta el golpe a la bola blanca con el propósito de que la bola 8 entre en la tronera.

Siguiendo las indicaciones, golpeo la bola blanca con el taco, logrando que esta a su vez contacte con la bola negra, la cual entra sin impedimentos en la tronera. Luego, me abrazo a Miguel con la clara intención de que note mis tetas.

-¡La bola entró, gané! ¡BRAVO!

-En realidad, has salido perdiendo. La bola 8 debe ser embocada solo después de haber metido las 7 bolas previas; si lo haces antes, pierdes la partida.

-Entonces, me has engañado; no me habías mencionado eso antes.

-Ahora eso no es relevante; lo importante es que aprendas a golpear las bolas con el taco y después ya te familiarizarás con las reglas.

Durante toda la duración de esta lección, he destacado mi trasero con movimientos provocativos. Miguel no ha sido ajeno a esta táctica de seducción, y ahora busco llevar la situación a un punto donde tenga su completa atención.

Miguel parece cautivado por la situación, y su expresión revela que la estrategia está surtiendo efecto. Con cada movimiento, intensifico la conexión visual y dejo que la tensión entre nosotros aumente gradualmente.

A medida que avanzamos en este juego de seducción, mantengo la seguridad en mí misma, consciente de que cada gesto y mirada contribuyen a fortalecer la conexión que estoy construyendo con Miguel.

-Como recompensa por la primera lección, me gustaría que me acompañaras a bailar.

-De acuerdo, pero solo uno.

Mientras bailamos estrechamente, aprovecho la ocasión para abordar el tema que realmente me preocupa.

-Miguel, no puedo dejar de reflexionar sobre lo que ocurrió con Julia. Todo comenzó aquí, ¿verdad?

-Esa amiga tuya era toda una fiera, desesperada por satisfacer sus necesidades sexuales. No te imaginas las ansias que tenía.

Me acerco más a Miguel, acariciando su entrepierna, donde ya se aprecia un generoso bulto.

-A mí también me tenía engañada. Pero creo que aún no habéis dicho toda la verdad. Julia ya no es mi amiga, así que no deberíais tener ningún problema en contarme todo. Te prometo que no se lo diré a nadie. ¿Qué te parece si vamos a un lugar más privado y me cuentas todo mientras te hago cositas?

Miguel interrumpe el baile y se distancia de mí, con expresión seria.

-Loísa, eres realmente una chica muy deseable para cualquiera, pero para mí eres un terreno prohibido. Si tu hermano se entera de que he estado bailando contigo, simplemente dejará de hablarme. Ni quiero pensar qué pasaría si tú y yo nos enrollamos; en ese caso, estoy en problemas. No, Loísa, Sergio es mi amigo y no pienso traicionarlo. En cuanto a esa puta de Cerdita, ya hemos relatado lo que sucedió; no hay ninguna otra verdad. Sería preferible que no insistieras en preguntar, ya que nadie te dará otra respuesta.

Después de estas palabras, Miguel mantiene una expresión seria, y se aleja dejándome con una sensación de frustración. Yo, por mi parte, absorbo esta información con una mezcla de sorpresa y desilusión. Pensé que ya lo había persuadido, pero la sola idea de que mi hermano se enterara lo hizo retractarse. Aunque ahora tengo mis dudas sobre si me habría contado la verdad acerca de lo que realmente sucedió. Regreso a casa, con la mente puesta en Paco, mi próximo objetivo. Si también me decepciona, no sé cómo lograr descubrir la verdad, ya que ellos tres son los únicos que conocen lo que sucedió. Y Julia, por supuesto, pero ella no está presente y no tengo idea de dónde continuar buscándola.

Me retiro a casa para descansar; mañana será un nuevo día.

. . . . . . . . . . .

Al despertar al día siguiente, me propongo idear un plan para seducir a Paco; es mi última oportunidad y no puedo fallar. Con Paco, voy a ser más directa; dejaré a un lado las sutilezas que utilicé con Miguel. Espero poder provocar lo suficiente a Paco como para lograr que se olvide por completo de mi hermano, apostando a una seducción eficaz y sin rodeos. Esta estrategia, aunque arriesgada, es mi apuesta final para desentrañar la verdad detrás de los acontecimientos pasados.

Paco, tras finalizar la escuela, se unió a su padre en el taller mecánico familiar, donde trabajaba mientras cursaba un grado en mecánica de automóviles. Era uno de los pocos negocios que no pertenecía a la familia Vilalba. En realidad, no era del todo cierto, ya que el negocio sí pertenecía a un Villalba. Sin embargo, cuando este se jubiló y al no tener hijos para heredarlo, se lo cedió al padre de Paco, que había dedicado toda su vida laboral al taller. Ahora a cambio de pagar un alquiler mensual por el negocio, se encargaba de la gestión del taller como si fuera de su propiedad. En la actualidad, Paco ha comenzado a colaborar con su padre, con la intención de asumir el negocio en el futuro.

A última hora de la tarde, decido acercarme al taller mecánico donde trabaja Paco para intentar conquistarlo. A esta hora, su padre no está, pero Paco se queda siempre un rato más para practicar y aprender con motores nuevos. Me había vestido con unas mallas grises que no me ponía desde hacía años porque me quedaban pequeñas. Se me ajustan tanto, que se me marcan los labios del coño, a pesar de llevar una diminuta tanga. Arriba llevo una camiseta de manga larga, cerrada hasta el cuello, pero sin sujetador, a propósito, para que se me marcaran los pezones, que estimulo antes de entrar en el taller. Llevo puesta una ligera gabardina que me quito en cuanto entro al taller.

-Hola, Paco. ¿Trabajando hasta tan tarde?

Dedica un buen tiempo en saludarme, parece entretenido observando mi apariencia.

-Hola, Loísa. Qué raro, tú por aquí. ¿Andas buscando a mi viejo? En este momento no está. Pero, espera, si tú no conduces. ¿Tiene algo que ver con tu padre?

-No, Paco, vine especialmente para verte a ti.

-¿A mí? ¿Qué diablos quieres?

-Sucede que solo veo a Pablo los fines de semana y durante el resto de los días me aburro. Me preguntaba si podríamos encontrarnos en algún momento, a solas, para pasar un buen rato, ya me entiendes.

-¿Qué pasa? ¿Tu amiguito Pablo no te complace lo bastante? ¡Vaya, vaya!

-Bueno, él no está disponible ahora, y no puedo esperar hasta el fin de semana. Siempre me has gustado y... si te parece, podríamos encontrarnos de vez en cuando para... ya sabes, hacernos un poco de compañía.

-¿Solo compañía? ¿O hay algo más en mente? ¡Hablemos claro!

-Compañía... y lo que pueda surgir.

Mientras charlamos, Paco se me acerca y agarra mi cintura con sus manos grasientas, ni siquiera se digna a lavarse. Luego baja su mano hasta toquetearme el trasero, sin mostrar ni un ápice de resistencia por mi parte.

-Pero, ¿y tu amiguito Pablo?

-Él no tiene por qué enterarse, ¿verdad?

-Claro, no tiene por qué enterarse, ja ja ja Así es más emocionante. Pero aún así, eres la hermana de Sergio.

-¿Realmente necesitas su aprobación? Tomo mis propias decisiones y, si tanto te preocupa Sergio, entonces, buscaré a alguien que no le tema.

-Espera, tienes razón, no necesito su permiso para estar contigo.

Mientras él me acaricia el culo, yo también le acaricio el bulto que se nota en su entrepierna.

-Mira, ambos deseamos esto. Si mantenemos la discreción, nadie tiene por qué enterarse ni salir herido. Será nuestro secreto, algo entre tú y yo.

-Bien, parece que puedo conseguir un lugar. Mañana te daré detalles. Mientras tanto, ¿por qué no me echas una mano con esto?

Se saca la polla del pantalón y me toma la mano para que se la acaricie. Puedo apreciar que no está mal dotado.

-Espera, aquí podría entrar alguien y descubrirnos. ¿Por qué no cierras y te alivio esa molestia que llevas?

Paco baja la persiana y cierra el taller. Nos dirigimos a la oficina, donde se sienta en un sillón.

-¿Por qué no le das una buena mamada y me descargas, Loisa? Vamos, no te hagas la inocente.

-Eh, no corras, ya te la chuparé cuando esté más aseadita, y te advierto que te haré disfrutar, ahora confórmate con una paja.

Me siento en una silla, a su lado y le pajeo mientras él me sobetea las tetas, embarrándome la camiseta con sus asquerosas manos grasientas. Menudo desastre.

-La próxima vez te la chuparé, pero yo también quiero algo a cambio.

-¿Algo a cambio? ¿Acaso me quieres cobrar, como una puta? ¿Sergio sabe que te dedicas a esto?

-Guarda tus insultos o me largo, y te quedas con las ganas de disfrutarme, gilipollas. Hazme caso, no sabes lo que te puedes perder.

-Perdona, Loísa, no era mi intención ofenderte, quizás malinterpreté las cosas. Entonces, ¿qué esperas obtener a cambio?

-Esto es confidencial entre tú y yo, ¿entendido? Pero mi hermano me soltó la verdad sobre lo que ocurrió en La Peña. Me ha contado como violasteis a Cerdita. Lo sé todo, Paco, y no sabes el morbo que me daría que me lo cuentes mientras te la chupo. ¿me contarás todo lo que pasó, con todo lujo de detalle, mientras te hago la mejor mamada que te hayan hecho en tu vida?

-¡Hostias, sí! La de pajas que me he hecho reviviendo como violamos a esa puta de Cerdita. Pero aún va ser mejor recordarlo con una mamada. Que bien lo vamos a pasar tú y yo. Sigue Loísa, sigue que solo de pensarlo ya me corro.

Y se corre el muy cerdo, entre gemidos de placer, llenándome la mano de semen.

-¡Joder Loísa, has estado genial! Es la mejor paja que me han hecho hasta ahora, si la chupas igual de bien, lo voy a disfrutar un montón.

Pero yo ya no lo escucho, voy rápido al baño, a lavarme las manos, pero también para que no viera como lagrimean mis ojos. Sabía que la habían violado y ahora Paco me lo acaba de confirmar. Por supuesto que Sergio no me ha contado nada, pero Paco ha picado el anzuelo. Ahora espero que mantenga su promesa y me cuente todo lo que pasó ese aciago día. Me doy asco a mí misma, pero ya no lo puedo dejar, tengo que descubrir toda la verdad y haré lo que tenga que hacer, aunque tenga que vender mi alma.



Julio 2011.

-¿De verdad se la chupaste, Loísa? ¿Hiciste eso por mí?

-Hice algo más, Julia. Ese día sellé un pacto con el mismísimo demonio, y pagué el precio.


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La historia de Julia continua en:

Capítulo 37: El día de la Bestia.


Loísa confiesa a Julia los sacrificios y humillaciones que sufrió para descubrir la verdad.

Pactar con el diablo.jpegDiosa.jpeg
 
Ya nos podemos imaginar todo lo que hizo Loisa con Paco, para que esté le contará como había pasado toda la violacion a Julia.
Muy fuerte todo lo que se viene en el próximo capítulo.
 
Última edición:
Que piensa ganar con esa confesión?, al menos lo grabará no? para luego difundirlo por todo el pueblo. De otra forma no entiendo porque le va a ser infiel a su novio.
 
EL TALISMÁN. TERCERA PARTE. ¡QUIERO VIVIR!



Capítulo 37: El día de la Bestia.

Villalba del Conde.

Julio 2011.

Loísa.


-¿De verdad se la chupaste, Loísa? ¿Realmente hiciste eso por mí?

-Julia, hice algo más que eso. Ese día sellé un pacto con el mismísimo demonio.

-Pero solo fue una mamada, ¿Verdad, Loísa? Dime que solo fue eso.

-Yo pensaba que, con una buena mamada, se conformaría, pero desconocía que Paco era el mismísimo Diablo, y sin darme cuenta, sellé un trato con él. Un pacto con el Diablo, Julia, y tuve que afrontar las consecuencias.

Al llegar a casa esa noche, lo primero que hice fue quitarme la ropa impregnada con las manos grasientas de Paco. No deseaba que Paula la descubriera al ponerla en la lavadora y luego se lo contara a mi madre, así que la coloqué dentro de una bolsa de basura y la deposité personalmente en el contenedor. La ropa ya no me preocupaba, ya que me quedaba pequeña y había pasado mucho tiempo desde la última vez que la usé.

Al siguiente día, al mediodía, Paco me hizo una llamada.



Villalba del Conde.

Enero 2000.

Loísa.


-¿Qué estás diciendo, Paco? ¿En Calatayud?

-Escucha bien, Loísa. Tengo un rinconcito tranquilo en Calatayud donde nadie nos va a molestar. Podemos ir por la mañana y volver cuando se nos antoje por la tarde. Apuesto a que si le pido el día libre a mi viejo, no se va a negar. ¡Vamos a disfrutar de ese lugar como si no hubiera un mañana!

-Pero yo no puedo faltar a clase, ¿Cómo lo justifico?

-Loísa, haz lo que quieras, pero si de verdad quieres pasar un buen rato y tener intimidad, no hay otra opción. Así que tú decides, querida.

-Vale, vale, ya se me ocurrirá algo. Entonces, nos vemos mañana.

Le digo a mi madre, que en el instituto nos habían mandado un trabajo y necesitaba un libro que no tenía, pero que lo podría tomar prestado de la biblioteca pública de Calatayud. Mi madre asiente y ni siquiera confirma la veracidad de lo que le digo.

Viajo en autobús, mientras Paco opta por su auto de segunda mano, para evitar que nos vean viajando juntos. Necesitamos ser muy cautelosos. La elección de viajar por separado puede parecer incómoda, pero entendemos que es necesaria para salvaguardar nuestra privacidad.

El día anterior, Paco me sugirió que usara algo sensual y atrevido. Sin embargo, no tengo prendas atrevidas, especialmente con lo chismosos que son en el pueblo; no quiero dar motivo para murmullos. Encontré un minivestido negro, muy corto y ceñido, que resaltaba mi figura, especialmente mi culo y pecho. Aunque tenía un escote discreto y mangas largas, eso lo hacía aún más atractivo. No mostraba mucho, pero resaltaba cada curva. A Pablo le encantaba, pero solo lo había usado una vez, en su cumpleaños, cuando lo celebramos solos nosotros dos en Zaragoza en lugar de que él viniera al pueblo. Con unas medias y unos zapatos de tacón, creo que estaré lo suficientemente sexi; espero que Paco esté satisfecho con eso.

Dado que no puedo salir del pueblo con esta vestimenta, cargo en una mochila todo lo necesario para cambiarme en los baños de la estación de autobuses de Calatayud.

Una vez dentro de la estación de autobuses, me dirijo apresuradamente hacia los baños. Cierro la puerta de uno de los cubículos, agradeciendo la privacidad que me brinda.

Con destreza y rapidez, me cambio de atuendo, dejando atrás la ropa discreta del pueblo para dar paso al minivestido negro que había guardado con anticipación. Ajusto las medias y me coloco los zapatos de tacón, observándome en el espejo con un gesto decidido. Me pongo el abrigo por encima, para no llamar mucho la atención.

Paco me aguarda en una calle tranquila, cercana a la estación. Ataviada y maquillada de esta manera, experimento una sensación similar a la de una prostituta que va a encontrase con su cliente. Por lo general, solo me visto así para mi novio, y Paco no merece que me presente así por él. Sin embargo, ya he decidido que estoy dispuesta a asumir el precio. Al acercarme a Paco, noto su mirada de aprobación y deseo.

Al avistarme, Paco gentilmente me abre la puerta del copiloto. Antes de entrar, me deshago de la mochila y el abrigo, dejándolos en los asientos traseros. La expresión de Paco revela sorpresa al verme sentar, exhibiendo mis piernas casi por completo y mostrando sutilmente el triángulo de mi tanga.

-¡Hostias, Loísa! Estás de muerte con ese vestido.

-Vámonos de aquí rápido, no nos vaya a ver alguien del pueblo.

-Relájate, Loísa, ya no hay nadie cerca. Te dije que te pusieras sexy y atrevida.

-¿Y no te parezco bastante sexi y atrevida? Yo no me visto así habitualmente ¿sabes?

- ¡Vaya, sí que estás sexy, pero sinceramente, aparte de esas piernas maravillosas, podrías enseñar un poco más, ¿no crees? ¡Sé un poco más atrevida y deja que el mundo disfrute!

-¿Qué quieres? ¿Qué me desnude?

-No es obligatorio... por ahora. Pero si te deshaces de esas braguitas tuyas, sería más que suficiente. ¡Vamos, no seas tímida!

-¿Qué? ¿Quieres que vaya sin bragas? Nunca he salido de casa sin bragas y con este vestido se me va a ver todo. Ni lo sueñes.

-Mira, Loísa, seamos sinceros. Estás buscando algo que yo tengo, y tú tienes algo que siempre he deseado. No me vengas con cuentos; tu interés no es solo morboso, como intentaste hacérmelo creer. Quieres la verdad sobre lo que le pasó a tu amiga, Cerdita. Y eso tiene un precio. Sé que no me soportas, pero ambos podemos obtener lo que queremos. Tú me satisfaces a mí, y yo te complazco a ti. Puedo asegurarte que lo que estoy ofreciendo vale lo que estoy pidiendo, y si te portas bien, incluso te llevarás un regalito. Pero si no te interesa, puedes regresar al pueblo y seguir siendo ignorante sobre lo que sucedió ese día. ¿Qué dices? ¿Aceptas la propuesta, o prefieres quedarte en la oscuridad?

Ante la propuesta de Paco, me siento atrapada entre la curiosidad y la aversión por la situación en la que me encuentro. Su tono amenazante me genera una mezcla de inseguridad y desconfianza.

Sin embargo, la determinación de conocer la verdad sobre lo sucedido con Julia me impulsa a considerar la oferta de Paco, por descabellada que sea. Me tomo un momento para ponderar las opciones y, con cierta vacilación, respondo.

-No me agrada la idea, Paco, pero necesito saber la verdad. Acepto tu trato, pero quiero garantías de que cumplirás con tu parte.

Paco asiente con una expresión de triunfo y satisface mi condición al ofrecer algunas garantías sobre el trato.

-Juro por los infiernos que te revelaré la verdad sobre lo que pasó con Cerdita, pero solo si cumples con tu parte, Loísa. Vas a tener que confiar en mi palabra, pero créeme, valdrá la pena.

Paco me había colocado frente a una decisión crucial. Aunque sé que terminaré aceptando, estaré entregando mi alma al diablo. Sin embargo, he venido preparada para pagar el precio y no voy a retroceder. Sin pronunciar palabra, deslizo mis manos por debajo del vestido y, alzando ligeramente mis caderas, retiro la tanga. Paco observa atentamente cada uno de mis movimientos.

-¿Así estás contento?

-Y también el sujetador, no te hagas la inocente.

Me desabrocho el sujetador, y me lo quito, sacándolo por una manga, sin necesidad de quitarme el vestido. Mis pezones ahora se marcan en la tela.

-Vaya destreza tienes para quitarte el sujetador sin enseñar absolutamente nada. Se ve que eres toda una experta en la materia. ¡Es impresionante!

-Ya he hecho lo que querías, ahora arranca y vamos donde haya que ir.

-Relájate, Loísa. Antes de cualquier cosa, vamos a comer algo. Estoy hambriento y necesito recuperar fuerzas para lo que nos espera.

Paco me mete la mano entre mis piernas llegando hasta mis labios vaginales, sin encontrar resistencia.

-¡Vamos, adelante! Abre esas piernas, quiero que estés bien accesible. ¡No te hagas de rogar!

He decidido adoptar una actitud sumisa y complaciente para obtener toda la información posible de Paco. Nos dirigimos en coche a la zona de tapeo de la ciudad y visitamos algunos bares, todos bastante concurridos por su variada oferta de tapas y raciones. A pesar de ser invierno, el día es cálido y Paco no me permite ponerme el abrigo, que queda en el coche. Tanto durante el trayecto como dentro de los bares, Paco me rodea la cintura y, frecuentemente, baja su mano para acariciar mi culo, comportándose como si fuéramos una pareja, aunque yo más bien me siento como su puta. La intención de Paco no era simplemente disfrutar del tapeo; más bien, buscaba exhibirme y alardear de hembra. Me siento nerviosa ante el temor de encontrarnos con alguien conocido, lo cual no sería tan extraño, ya que es común que vecinos del pueblo se desplacen hasta Calatayud para comprar artículos que no encuentran en el pueblo.

A pesar de mis nervios, continuamos recorriendo los bares de la ciudad. La mano de Paco sigue explorando descaradamente mi figura, y su actitud posesiva me hace sentir incómoda y expuesta. Cada mirada curiosa de los transeúntes aumenta mi ansiedad, pero sigo adelante con mi estrategia de obtener la información que necesito.

En medio de este juego peligroso, me esfuerzo por mantener la compostura y disimular mi malestar. Paco, por su parte, parece disfrutar de la atención que llama sobre nosotros. Mientras caminamos por la ciudad, el peso de la situación se hace más evidente, y la idea de vender mi alma al diablo cobra una dimensión más tangible.

A medida que avanzamos hacia el siguiente bar, mi mente se debate entre la necesidad de descubrir la verdad y el precio cada vez más alto que estoy dispuesta a pagar por ello.

En el tercer bar, cansada de ser exhibida como un espectáculo, decido enfrentarme a Paco.

-Ya me has exhibido lo suficiente, y estoy mostrando disposición, Paco. ¿No crees que tú también podrías empezar a compartir información?

-Tienes razón, putita. Puedo llamarte así, ¿no? Ni siquiera sé por qué pregunto, puedo llamarte putita o como se me antoje, ¿verdad, putita?

-Sí, Paco, puedes llamarme como quieras, soy tu putita, pero comienza de una vez.

-¡Me excita que seas tan sumisa, Loísa! Pues la culpa la tuvo el puto madrileño de los cojones, por meterse donde nadie lo llamaba. Sergio quería acojonar un poco a Cerdita para que se apartara de tí, pero, aunque no te lo creas, esa brillante idea no salió de su cabeza. A Sergio le importaba una mierda si eras amiga de Cerdita o no, porque mientras te aprovecharas de ella para subir las notas, no pensaba meterse. Pero luego se enredó con Elena, y no tengo ni idea de cómo diablos logró engatusarlo, aunque me lo imagino, y lo convenció para que le diera un buen susto a Cerdita.

Elena resultó ser bastante astuta. Al no atreverse a meterse con Cerdita, bajo la protección de una Villalba, prefirió acercarse a tu hermano. Sabía que no podrías enfrentarte a él y, de esa manera, lograría separarte de tu amiga. Si Cerdita se alejaba de ti, volvería a quedar sola y podrían seguir acosándola, tal como lo hacían antes de que te convirtieras en su amiga. Y ahora, respaldada por un puto Villalba. Una jugada maestra que habría funcionado de maravilla si no fuera por la intromisión del "Madrileño". ¡A veces, los malditos foranos arruinan los planes más astutos!

-Pero no entiendo porque Elena odia tanto a Julia, si ella nunca le ha hecho nada.

-Pues algo le habrá hecho, ¿no? Tal vez no tuvo el coraje de contártelo, pero si Elena la odia, seguro es por algo. Nunca nos molestamos en preguntar los motivos; solo seguíamos las órdenes de Sergio y ya está. No lo entendimos del todo, por qué Cerdita no hizo caso al primer aviso, pero pensamos en darle otro susto, y esa vez no seríamos tan blandos. A veces, la gente solo aprende a base de golpes. Pero en el momento en que ya la teníamos cagada de miedo, apareció el "Madrileño", sin tener ni idea de dónde coño salió. Siempre tiene que haber alguien arruinando la diversión. Sergio trató de joderlo, pero el "Madrileño" lo tumbó con un solo puñetazo. Ese forano tenía más agallas de lo que pensábamos.

Sergio es una jodida nenaza; si no tuviera ese apellido, ni siquiera tendría amigos. La verdad es la verdad, aunque duela. Quiere aparentar ser un machote, pero cualquier forano lo tumba sin problema. Desde luego, ese "Madrileño" no se habría atrevido a tocarme, conmigo no habría tenido opción.

Así que tu hermano, tirado en el suelo delante de mí, de Miguel y de Elena, se sintió humillado y en ese mismo momento juró venganza. Todavía no tenía claro cómo, pero iba a descubrirlo, sin apuros. Las llamas de la venganza ya ardían en su interior.

.

Paco no deja de manosearme mientras me va contando. En un momento dado, intenta meter la mano por debajo del vestido para tocarme el culo directamente, pero enseguida se la retiro.

-No, Paco, aún no te has ganado eso. Mejor que sigas contándome, porque hasta ahora no has compartido nada relevante. Saca tu mano de mi culo o me largo y te quedas con las ganas.

-Está bien, está bien, Loísa, relájate, que sigo. No te pongas nerviosa.

.

-Desde ese día, Sergio intentaba fisgonear en tu móvil, buscando información sobre Cerdita y su novio, a ver cómo los podía pillar.

-¿Estuvo mirando en mi móvil? ¿Pero que esperaba encontrar?

-Ni idea, Loísa, pero al no poder desbloquearlo, cambió de táctica. Cuando te retirabas a tu cuarto para hablar con Cerdita, él se quedaba escuchando tras la puerta. Noche tras noche, perseveró hasta que dio con la información que podría aprovechar para urdir su venganza. Así que averiguó que Cerdita pretendía regalarle su virginidad al tonto de su novio, obteniendo los detalles del día, la hora y el lugar. Se enteró de todo, incluso de tu relación con Pablo, que hasta entonces, nadie conocía.

-Espera, espera, me estás diciendo que la información que usó para su venganza…, ¿se la proporcione yo?

-Podríamos decir que sí. Tú le proporcionaste esa información. Loísa, ¿qué te pasa? Estás más blanca que un fantasma.

-¡Joder! Ahora…, ahora vuelvo Paco, voy…, voy al baño, creo que algo me ha sentado mal.

Las revelaciones de Paco han ensombrecido mi mente, ya que, si está diciendo la verdad, y no tengo motivos para dudar, soy la responsable de lo que le sucedió a Julia, y este descubrimiento me está destrozando. Camino hacia el baño y me acerco al lavabo.

Respiro profundamente, intentando encontrar la fuerza para enfrentar la verdad y sus consecuencias. A medida que levanto la mirada del lavabo, me encuentro con mis propios ojos en el espejo, buscando alguna señal de redención o comprensión. Pero al mirarme en el espejo, observo cómo mi propia imagen reflejada me acusa con la mirada. La imagen acusadora en el espejo parece ahondar en mi conciencia, recordándome la responsabilidad que ahora pesa sobre mis hombros.

“Eres responsable, Loísa. Traicionaste a Julia, a quien le aseguraste que a tu lado estaría a salvo, y ahora, eres culpable de su violación. Estúpida, ¿en qué coño estabas pensando, Loísa? ¿Eres consciente del daño que le has hecho? ¿Acaso piensas que Julia te va a perdonar? Desde luego que no, Loísa. Ella nunca te perdonará, y cargarás con esa culpa el resto de tu vida. Ya puedes despedirte de su amistad, no te la mereces. Eres una mala amiga, mala amiga, mala amiga…,”

-¡NO! ¡BASTA! ¡BASTA! ¡NO QUIERO OIRTE! ¡BASTA POR FAVOR!

Me quedo llorando sobre el lavabo, pensando en Julia y en todo el daño que le han hecho por mi culpa. Nunca la recuperaré.

.

“Lo siento, Julia... lo siento mucho. Ojalá puedas perdonarme algún día.”

.

Debo asumir las repercusiones de mis acciones, aunque el reflejo acusador en el espejo me recuerda constantemente el precio de la verdad.

Necesito recuperarme; Paco me espera afuera, y esto aún no ha concluido. Debo continuar si quiero descubrir la verdad, por Julia. Retoco mi maquillaje para que no se note que he llorado.

Salgo del baño para encontrarme con Paco, mostrando una sonrisa forzada, asumiendo mi rol de puta.

-¿Qué pasa, Loísa? Parece que te tomaste tu tiempo y empecé a preocuparme. No me hagas esperar demasiado.

-Me siento un poco nerviosa aquí en el bar. ¿Por qué no nos vamos a otro lugar? Necesito relajarme un poco.

-Claro, vámonos. Seguiré contándote en el camino. No está lejos, así que podemos ir caminando. Pero después, te tocará a ti cumplir tu parte.

-Por supuesto, vamos. Puedes seguir tocándome el culo, si eso es lo que quieres.

En realidad, Paco lo hará de todas formas, incluso sin que se lo pidiera. Pero de esta manera, al mostrarme sumisa y complaciente, es probable que me cuente más detalles. Durante el trayecto, caminamos abrazados por la cintura como una pareja enamorada, pero rápidamente baja su mano hasta mi culo, y así continuamos hasta llegar al lugar.

Paco prosiguió compartiéndome más detalles y desveló la trampa que le tendieron a Julia en el bar, con la colaboración de Elena en la puesta en escena. No me imaginaba que Elena también estuviera implicada. Para colmo, había usado mi propia ropa para hacerse pasar por mí. ¿Cómo no me di cuenta de que faltaba ropa en mi armario? ¿Cómo pude ser tan ingenua y descuidada? Debido a mi negligencia, Julia pagó las consecuencias.

Me lleva a un apartamento que, según él, le ha prestado un amigo. El lugar parece diseñado para encuentros sexuales, un picadero. Imagino que no soy la primera persona en visitar este sitio, ya sea con Paco o con su amigo. Y quién sabe cuántas personas más han pasado por aquí. Al entrar, Paco me besa con pasión, mientras sigue acariciándome el culo y las tetas con la otra mano.

-Prepárate para descubrir la sorpresa que he preparado para ti. Sígueme. La diversión está a punto de comenzar.

-Paco me lleva a una habitación que cuenta con una cama King size.

-Quítate la ropa. Bueno, solo el vestido, déjate las medias y los tacones. Venga, no te hagas de rogar.

Me quito el vestido pasándolo por encima de la cabeza, haciendo que mis pechos se muevan.

Paco no pierde el tiempo, y me agarra las tetas con sus dos manos. Me tira a la cama, desnuda. Por un instante, siento que lo que sucederá a continuación no será fácil de olvidar.

Paco se sitúa al pie de la cama, se quita los zapatos y se desnuda completamente. Su verga salta al frente, duro, libre. Se toma la verga y se lo frota lento. Me mira sonriendo mientras se la menea.

¿A que te gusta, eh? ¡Dime que sí!-me pregunta con los ojos brillosos.

-Sí, -digo falsamente.

No es excesivamente ancha, pero sí es larga.

-Voy a experimentarla contigo. Desde que te conozco, siempre me he preguntado hasta dónde te la tragarías. Honestamente, nunca imaginé que tendría la oportunidad, putita, pero como ves, la vida siempre nos sorprende.

-Si estoy aquí se debe a la información que posees. Necesito descubrir la verdad, incluso si eso implica hacer esto.

-Reconócelo, Loísa, no lo estás haciendo por eso, lo estás haciendo por ti misma, porque eres muy puta.

-Vete a la mierda, Paco. Venga, acabemos con esto ya.

-No tengas prisa, putita, que tenemos mucho tiempo.

Se acerca al borde de la cama y me pone el pene en mi cara, para que comience a chupárselo. Con una mano, le aprieto en la base y con la otra lo masturbo mientras meto toda esa cabeza que le sobra dentro de mi boca. Con mis manos y mi boca, trato de complacerlo.

-Gírate y acuéstate boca arriba, mirando al techo. Deja la cabeza colgando en el borde de la cama. Sí, así, mirando al techo, como te dije.

Lo hago y lo observo desde abajo. Sus piernas, sus bolas algo peludas y su verga, que me cae en la cara, porque se ha agachado. Observo cómo su rostro se llena de aprobación y satisfacción. Se levanta la polla con las manos y entiendo que debo besar sus pelotas, que comienzo a lamer con cuidado. Los pelos me molestan en la boca y paso mi lengua un poco más atrás, casi hasta su ano, pero Paco retrocede y se agacha. Comienza a meter su verga, ya tiesa en mi boca. Es incómoda la posición, la cabeza se me cansa y hago esfuerzos por alcanzar su entrepierna. Paco me acomoda nuevamente, pone sus rodillas en el borde de la cama y pasea su largo pene por mi cara. Me sujeta mi cabeza con las dos manos y mete su verga en mi boca. Sus testículos en mis ojos me obligan a cerrarlos y abro la boca en la que comienza a metérmela sin compasión.

Me la mete como si fuera mi coño, me está follando, me está violando por la boca y cada vez más adentro. Me ahogo. Apoya sus manos en mis tetas, aplastándome contra la cama. Sus huevos golpean mi frente, mis ojos, mientras acerca su punta a mi garganta y unas arcadas me hacen enderezarme, pero la posición me lo impide. Toso ahogada, y de nuevo siento que me penetra, pero esta vez va directo a mi garganta. El mete y saca, más lento pero inexorable cada vez más profundo. Con mis manos empujo sus piernas hacia atrás con mis pocas fuerzas mientras tengo arcadas y las convulsiones me inducen e impulsan a enderezarme, pero es imposible porque mi cabeza cuelga de la cama y solo logro que al final, después de mucho empujar con mis manos, la saque de mi boca.

-¿Pero se puede saber qué haces, hijo de puta? -le grito entre sorprendida y suplicante.

-Una garganta profunda, putita. Tengo ganas de follarme tu carita de zorra. Tú solo abre la boca y traga, traga todo lo que puedas que hoy tu garganta, pierde la virginidad. Ja ja ja.

-Serás desgraciado. -Alcanzo a decirle antes de que ponga su verga entre mis labios y comience a empujarla dentro de mi boca cada vez más adentro.

Con mis manos en sus piernas, siento como mi garganta expulsa con contracciones naturales el pene que trata de pasar por entre ella, pero empuja con fuerza y la posición me impide cualquier movimiento. Me corta la respiración, me atraviesa hasta el cuello y todo mi cuerpo convulsiona en la cama. Cuando la saca, lleva con ella una baba blanca y espesa que me sale por las narices y cae por mis ojos hacia mi pelo. Respiro entre espasmos, los ojos llenos de lágrimas y la respiración que vuelve. Respiro, pero como estoy boca arriba, lo que sale de mi boca y mis narices, vuelve a ella ahogándome nuevamente. Sin más descanso, vuelve a ponérmela en la boca, buscando mi garganta y comienza a empujar y sacar, empujar más adentro y sacar, empujar y sacar, con sus manos en mis pechos aplastándome sobre la cama. No es exactamente dolor lo que siento. Claro, es dolor, pero sobre todo es un ahogo indescriptible que me marea, me hace sentir que me muero. Mi estómago se contrae y se me dilatan las narices, mientras entra y sale cada vez más profundo de mi garganta. Yo me arqueo, golpeo la cama con mis piernas, las manos aletean a los lados de mi cuerpo, pero el peso de su mano en mis pechos me aplasta contra la cama y me deja inmovilizada. Su verga atraviesa mi cuello hasta que me es imposible soportar más el ahogo y el dolor, y se me acaban las fuerzas y dejo de patalear, de empujar sus piernas hacia atrás con mis manos, de tratar de despejar mis caderas de la cama y me abandono. Mis piernas y pies ya no patalean la cama, y mis manos ya no empujan sus piernas, y entones, solo entonces retira su verga, llevándose con él más baba.

Me saca algo amargo como bilis espesa que se limpia en mi cara y en mi pelo. Respiro a duras penas y cuando recupero la respiración, vuelve a repetir. Nuevamente abro mi boca, y pone esa verga en ella y la empuja hasta palpar mi garganta, encontrarla, acomodarse y penetrármela. Vomito saliva y bilis hacia dentro. Solo mis manos en sus piernas me permiten resistir. Aspiro por las narices y me entra esa baba por ellas y sudo de esfuerzo y cansancio. El estómago contraído con calambres, las piernas saltando, los pies sacudiendo la cama, pero no hay clemencia y vuelve a repetir y cada vez mi resistencia es menor, la fuerza se me acaba, las piernas no me responden y mi estómago esta duro, agarrotado. Ahora la mete hasta mi cuello mismo, rápido, certero. Diez, quince veces me lo introduce por la boca, lo apunta hasta mi garganta y la atraviesa cada vez más profundo. Siento una de sus manos sobre mi cuello como collar, tentando su polla, disfrutándolo mientras con la otra, sobre mis tetas me aplasta, inmovilizándome hasta que desfallezco. Estoy entregada, atravesado el cuello por esa verga que se masturba allí. Es interminable, de espaldas en la cama con eso dentro de mi boca hasta sus mismas pelotas, entregada, violada, ahogada. Trato de relajarme, pero es imposible porque el vómito se me mete en las narices, porque simplemente me ahogo. Me da un respiro.

-Por favor, por favor te lo imploro. Hazme lo que quieras, pero no más, no.

-Aún no hemos acabado putita. Aguanta un poco más.

De verdad pienso que no podría soportarlo más, pero vuelve a atravesarme cada vez más profundo, cada vez más rápido, cada vez más abierta. Esa bilis amarilla y densa me chorrea por el pelo hasta el suelo, no tiene más que botar hasta que mis manos, por puro instinto de supervivencia, logran que sus piernas retrocedan. Su posición es también incómoda, la cama no es suficientemente alta y tiene que agacharse mucho. Mi cara roja, mi cuello inflamado, mi pelo es una masa húmeda de babas, lágrimas, vómitos que se introducen por las narices y no me permiten respirar. Mi estómago contraído por una sensación de calambres y mis piernas duras, tensas sobre la cama tratan de entender eso, de recuperarme, cuando le escucho decir como en sordina:

-Vamos a cambiar de posición, putita. Y oye, estás hecha un asco, llena de babas, que asquerosa. Ven, ponte aquí de rodillas.

Casi no logro darme vuelta en la cama, quedar boca abajo y sentir que mi cuerpo tiene tenso cada músculo, ni brazos ni piernas me responden y el estómago, duro como una piedra. La habitación me da vueltas. Respiro dos, tres veces tratando de recuperar mi pulso. Me dejo caer de la cama hasta el suelo, me arrodillo frente a él y siento el pelo mojado de transpiración y baba caerme sobre el pecho. Por puro instinto me llevo la mano a la cara para verme un poco más arreglada, aunque es imposible y la retiro llena de secreciones, mucosidades y lágrimas.

-Una asquerosa perra, eso eres en estos momentos, putita.

Se acerca a mí, me toma de la barbilla levantándomela hacia él.

-Ahora viene lo bueno.

Me pone su polla en la boca y me la va metiendo lentamente sobre mi lengua. Ya había aprendido de la peor manera que debía aguantar la respiración. Me aprieta levemente la cara contra su entrepierna atravesando ese primer escollo y buscando bajar por ella, mi cuello estaba sin fuerzas ya, flojo por la presión, sus manos rodeándome la cabeza. Lo tengo todo dentro y baja por mi garganta, la nariz aplastada. Allí la retira lo mínimo y la vuelve a meter, y así hasta que no puedo más y suelto los brazos y comienzo a aletear. Me la saca y junto con ella, expulso esa viscosidad blanca y espesa por mi boca y por mis narices como si fuera un estornudo sordo y total, aspiro desesperada. Alzo la mirada llena de lágrimas hasta su boca, que estaba sonriente, pero bajo la vista y vuelvo a poner mis manos en sus piernas desnudas. Sus manos aprietan mis orejas y más atrás y comprendo que debo volver a abrir mi boca. Esta vez va directo hasta el fondo como un espolón que te traspasa y allí entra y sale, comprendo que debo relajarme, entregarle mi cara, mi boca, no resistir con mi cuello su presión, pero la sensación de invasión, de ahogo me supera. Lo repite tres o cuatro veces más, estoy empapada de baba y sudor y cada vez me deja menos tiempo para reponerme así que cuando ya estoy dócil y solo abro la boca para acoger su sexo, atravesándome como una espada que te deja clavada, expulsa todo su semen dentro de mi garganta. No puedo tragar tanta cantidad y un mar de semen y mucosidades sale por mis narices, por mi boca, con los ojos llenos de lágrimas. Quedo sobre manos y rodillas en el suelo, en cuatro, con la cabeza gacha, escurriendo todo ese líquido pegajoso que ya no sé qué es, aspirando como trastornada. Él se limpia la polla en mi pelo. Yo sigo en cuatro, tratando de recuperar mi respiración, mirando al suelo, alterada solo por esos espasmos que aún no me dejaban y volvían a mi boca cada cierto tiempo. Aun siento el semen en mis entrañas, pegado dentro de mi garganta y lo expulso con arcadas que me llenan la boca y mis narices. Estoy desnuda. Siento que se acerca, me toma la cara desde la barbilla subiéndomela para decirme.

-Así te quería ver, Loísa. En verdad nunca me imaginé que tendría la oportunidad…, las vueltas que da la vida ¿no? Ahí, tirada en el suelo escupiendo leche hasta por las narices.

-Eres un hijo de puta.

Paco se tumba en la cama, desnudo.

-Anda túmbate aquí a mi lado, y te sigo contando, te lo has ganado, putita.

-Deja ya de llamarme putita. Necesito lavarme antes, me has dejado echa un asco.

-Luego te lavas, me gustas así de guarra.

-¿A cuántas te has traído aquí a follártelas?

-Los ligues que me traiga aquí no son asunto tuyo, Loísa. Tampoco soy el único que usa este apartamento.

-Es igual, tampoco me interesa, lo que quiero es que termines la historia.

Me cuenta como prepararon la trampa para engañar a Julia, y dejar fuera de combate a Ángel. Con la colaboración de Edu, el camarero, que les facilitó la droga y que fue el que echó los polvos a las bebidas de Ángel y Julia, y también la participación de Elena, para completar el engaño. Como después, Miguel, con engaños la llevó hasta la Peña, donde ya esperaban Paco y Sergio. Y mientras todo esto pasaba, yo me encontraba encerrada en mi cuarto, inconsciente en mi cama y ajena a todo lo que estaba pasando o estaba a punto de pasar.

Su miembro, de nuevo alcanza un tamaño considerable.

-Mira cómo me he puesto otra vez, recordando lo que le hicimos. Anda putita, ponte a cuatro que te voy a follar.

-Espera Paco, termina de contarme.

-Luego, ahora quiero follar. Venga, ponte a cuatro patas, te voy a follar como a una perra.

-Pero si no usas condón, al menos córrete fuera.

-Como te tengo que decir que yo no uso condones, me correré donde me de la gana, tu verás si te quedas preñada.

Paco me mete su polla de un empujón, que me dolió, porque no estaba lubricada.

-¡Ay, Joder! cabrón, podías tener más cuidado, ve más despacio que no estoy preparada.

Paco me agarra del pelo, haciéndome levantar la cabeza, y me embiste con fuerza, mientras me da palmadas en el culo.

-La de pajas que me he hecho imaginándome que te tenía sometida de esta manera, zorra. Y ahora te tengo de verdad, aquí, a mi merced, para hacerte lo que quiera. Mira, sabes que he pensado, que no me voy a correr en tu coño, no voy a correr el riesgo de hacerte un bebé, y luego me vengas reclamando. Pero sí me voy a correr dentro. Dentro de tu culo.

-¿Qué? No, no, no. Por el culo no. Nunca lo he hecho por ahí, y no vas a ser tú el primero.

-Ah, pues con más motivo, te lo voy a estrenar. No te apures, duele un poco al principio, pero luego es muy placentero, para mí claro, para ti no tanto, ja ja ja. Pero mira, ya te lo dejo abierto y preparado para que tu noviecito, el cornudo, lo tenga más fácil.

-¡He dicho que no, Paco! Te dejo que te corras en mi coño, si quieres, pero no me lo hagas por el culo.

-Mira, puta, ya me estás cansando, si no quieres que te rompa el culo, ya te puedes ir, pero así nunca sabrás el final de la historia, te quedarás con ganas de saber lo que le hicimos a la cerda de tu amiga. Venga perra, dame el culo que procuraré ser cuidadoso.

-Está bien Paco, pero cuéntame antes lo que pasó ese día, no me fío de que me lo cuentes después. Y por favor, házmelo con cuidado, es mi primera vez por ahí.

-Ja ja ja. Buen intento Loísa, si te lo cuento antes, luego no dejaras que te folle el culo. Mejor lo hago a la vez, te voy contando mientras te rompo el culo. ¿Te parece?

-¿A la vez? Bueno vale, como quieras.

Me vuelvo a poner a cuatro patas, mientras Paco va al baño y vuelve con un bote de crema.

-¿Qué es eso? ¿Qué vas a hacer?

-Tranquila putita, es lubricante, para que entre mejor y te duela algo menos. No es la primera zorra que le rompo el culo a alguna chica en esta misma cama ¿sabes? Tú déjate hacer.

Paco lubrica mi ano, y con un dedo, va lubricando el recto, luego lubrica también su pene y se prepara para introducirlo. Yo me pongo tensa, cuando noto la punta de su polla en mi ano.

-Relaja los músculos del ano, y te dolerá menos. Yo voy a encularte de todas maneras, tú decides si quieres que te duela más o menos.

Le hago caso e intento relajarme. Noto como la polla hace presión en mi ano, hasta que, en un golpe, entra la punta.

-¡Joder! ¡Que daño!, sácala Paco, sácala que me duele.

-Chis, Loísa, deja que se adapte, tú relájate y disfruta.

Que disfrute dice el cabrón. Si hasta ahora el único que ha disfrutado ha sido él. Noto como su polla va entrando poco a poco, mientras yo me quejo del dolor.

-Despacio joder, que me duele mucho.

-Ya está, Loísa, ya está toda dentro. Hay que dar tiempo a que tu culo se dilate. Ya verás como luego ya no te duele, y con el tiempo aprenderás a disfrutarlo. Y si Pablo no te da por el culo, yo estaré encantado de hacerlo siempre que quieras, para que no se te cierre.

-Calla y termina ya, y empieza a contarme que aún me vas a romper el culo sin que me termines de contar.

-Como quieras, zorrita.

Paco empieza a follarme el culo, despacio, pero sin parar mientras me empieza a contar como violaron a Julia. Paco disfruta contándolo y hasta se excita. Yo apoyo la cabeza sobre la almohada, sintiendo el dolor, pero no el del culo, que ese casi ni lo noto, donde siento el dolor es en mi alma, por lo que estoy haciendo, por lo que le estoy haciendo a Pablo. También me duele por lo que estoy escuchando, como violaron a Julia, Sergio primero, Paco después y por último Miguel. Ninguno se puso preservativo. Y también me duele porque yo fui la culpable de que eso pasara. Julia pagó por mi imprudencia, así que me merezco todo lo que me está haciendo Paco, este será mi castigo y mi condena. Me lo tengo merecido. Mientras Paco sigue follándome, yo voy mojando la almohada con mis sollozos.

Paco, con un último empujón, se corre dentro de mi culo, y hace que suelte un grito de dolor y me deje caer en la cama, quedándose Paco encima. Poco a poco, saca su pene de mi culo y se tumba al lado.

-Hostias, Loísa, ha sido genial, el mejor culo que me hecho en tiempos. Esto tenemos que repetirlo.

Me levanto de la cama sin decirle nada y me voy al baño. Me siento en la taza, para expulsar todo el semen que me ha echado dentro. Me quiero duchar para irme de ahí lo antes posible. Me quito las medias y me meto en la ducha. Cuando ya estoy dentro, entra Paco al baño.

-¿Qué más quieres Paco? Déjame que me duche y me voy. Aquí ya hemos acabado.

-Bueno sí, pero te prometí un regalo si te portabas bien.

-Pues creo que me lo he ganado ¿no? ¿En qué consiste ese regalo?

-Hay algo que no te he contado, y es que, en la Peña, no estábamos solo los cuatro. Había otra persona.

-¿Quién? ¿Ángel también…?

-¿El madrileño? No, él no participó, y no, no era él el que estaba ahí.

-¿Entonces?

-Elena estuvo ahí desde el principio. Cerdita no la vio, porque se ocultó. Mientras Cerdita estaba inconsciente en el bar, Elena se fue a la Peña. Y lo filmó todo, desde el principio. Todo lo que ocurrió en la Peña, está aquí Loísa, en este cd que te ofrezco, si me haces un último trabajito.

-¿Qué trabajito? Y como sé que es verdad que ahí hay un video.

-Tendrás que fiarte de mí.

-¿Qué tengo que hacer?

-Una última guarrada. Ponte de rodillas, y abre bien la boca.

Me pongo de rodillas en la ducha, y Paco se saca la polla.

-¿Quieres que te la chupe otra vez? ¿Eso quieres? No creo que pueda soportarlo otra vez Paco.

-Calla y abre bien la boca. No es lo que piensas.

-Espera, ¿Qué…, que vas a hacer?

Paco empieza a mear y caen en mi cara las primeras gotas de su orina. Por instinto cierro los ojos y la boca mientras el chorro de orina me moja pelo y cara. De repente dejo de notar el chorro. Paco había cortado la meada.

-Serás asqueroso. Eso no estaba en el trato.

-Loísa, te lo digo en serio, si quieres tener el video, te vas a tener que tragar mi meada. Abre bien la boca y no la cierres, ni los ojos tampoco. Quiero que lo veas.

Vuelvo a abrir la boca y espero su meada. Paco dirige el chorro de su orina directamente a mi boca. Cuando esta está llena, corta de nuevo la micción.

-¡Traga!

Con una expresión de asco, me trago toda su orina que llena mi boca, y vuelvo a mostrarme con la boca abierta, esperando la siguiente ración. Y así seguimos, cortando el chorro para darme tiempo a tragar, hasta que me trago toda su meada. Cuando termina, deja el USB en la encimera del lavabo.

-Has estado genial Loísa, te lo has ganado, eres la primera que se traga toda mi meada. Que buena puta serías. No tardes mucho en ducharte, si no quieres llegar tarde al autobús.

Paco se va del baño y yo me ducho. He conseguido lo que quería, pero el precio ha sido alto, muy alto. He pagado con mi dignidad.

Nos dirigimos rápidamente hacia donde Paco estacionó el coche, donde también se encuentra mi ropa interior. Al llegar a la estación de autobuses, recojo mi mochila para marcharme.

-Espera Loísa, antes de que te largues, quiero que sepas que lo pasé de maravilla. Eres bastante hábil en estas lides. Cuando quieras, podemos repetir la experiencia, y estaré dispuesto a pagarte bien. Eres una joya en esto.

-Vete a la mierda, cabrón. Ni te atrevas a pensar en volver a tenerme. Y en cuanto a lo que hicimos, ni una sola palabra a nadie, o haré que tu vida sea un infierno. Más te vale mantener la boca cerrada.

-Relájate, Loísa. No tengo ningún interés en que Sergio se entere. Aunque sea un inútil, es un Villalba, y con los Villalba hay que mantener buenas relaciones. Aunque me cueste admitirlo.

-Yo también soy Villalba, así que cierra el pico. Esto será nuestro secreto, nadie más tiene por qué saberlo.

-Puedes confiar en que no soltaré ni una palabra, Loísa.

-Antes de irme, quiero peguntarte, ¿Quién hizo las pintadas en casa de Julia?

-No fuimos nosotros, si es eso lo que preguntas. No sabría exactamente quienes fueron, varios chicos, seguramente, pagados por Sergio. Pero no te lo puedo asegurar. Lo mismo que los mensajes.

-¿Mensajes? ¿Qué mensajes?

-También Sergio pagó a unos cuantos, seguramente a los mismos de las pintadas, para que llenaran el móvil de Julia y los de sus padres de mensajes. Eran mensajes muy amenazadores porque Sergio pretendía que se fueran del pueblo. Y lo consiguió, el jodido. Pero eso fue cosa de Sergio, y tal vez de Elena. Ni Miguel y yo tuvimos nada que ver.

-Está bien, Paco, te creo. Pero aunque no participasteis, no por eso dejas de ser un maldito hijo de puta.

Y me voy de allí, dejándolo en el coche.

Me cambio en el baño de discapacitados y corro hacia el autobús, justo a tiempo antes de que cierren las puertas. Por poco. Al llegar a casa, me quito la ropa y me dirijo directamente a la ducha, donde me froto con energía, tratando de limpiar mi conciencia, de borrar mi pecado. Finalmente, me deslizo hasta quedar sentada en el suelo, llorando, mientras el agua cae sobre mí.

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Día presente.

Julio 2011.

Julia.


-Loísa, ese apartamento de Calatayud, ¿recuerdas su dirección? ¿Podrías decirme dónde está?

-Claro, está en la plaza de la Iglesia, ¿Por qué quieres saberlo, Julia?

-¡Oh no! Ese piso, está lleno de cámaras ocultas. Y Paco seguro que lo sabía. Es posible que tenga una grabación de ese día, Loísa.

-¡Joder!



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La historia de Julia continua en:

Capítulo 38. La mala familia.

Julia y Loísa, después de años separadas, descubren el valor de su amistad en medio de una lucha por la verdad y la justicia. Julia revela a Loísa una trama de abusos y corrupción encabezada por la familia Villalba.

El día de la Bestia.jpgVuela alto.jpeg
 
Última edición:
Que ser más repugnante es Paco. Espero que este pedazo de mierda también pague las consecuencias.
De verdad, espero que a partir de ahora esto se ponga más bonito porque vaya 2 últimos capítulos de sufrimiento.
Y sobre todo a ver si llega ya el momento de su reencuentro con Liam, que me da a mí que se van a ir derechitos a la cama y no precisamente a Dormir.
 
Sergio es el típico cobarde que es muy valiente con las mujeres pero con los hombres se caga encima. Ojalá lo coga Liam algún día y le reviente la cabeza. Y si no que me deje hacerlo a mí.
Por otra parte miedo da las barbaridades que ha hecho este miserable con sus amigos bajona protección de su pésimo Padre, pero entre Julia y Loisa van a acabar con ellos.
 
El video que consiguio Loisa sin pensarlo de la violacion, es una gran arma que puede usar Julia para la justicia que busca sobre todo contra Sergio y amigos.
La que más va a pagar todo es Elisa, ella no se va a salvar, es la culpable de todo, supo manipular a Segio para que haga lo que ella quería.
 
Ahora toca recuperar las grabaciones que Paco hizo el día que abuso de Loisa.
Se acaba de enterar por Julua que ese depa esta lleno de cámaras y que lo más seguro es que ese día Paco lo grabo todo y lo tiene bien guardado.
Pero con la ayuda de Julia y se gente lograrán recuperar esas grabaciones.
 
Loisa, ha demostrado ser toda una Villalba. Cuando va a por algo no tiene ningún tipo de reparo ético o moral.
Pablo debería conocer, hasta donde es capaz de llegar su novia, cuando ella lo cree necesario.
Loisa lo que ha demostrado es que es capaz de sacrificarse con tal de saber la verdad de lo que pasó con su amiga, no lo hizo por gusto.
 
Loisa, ha demostrado ser toda una Villalba. Cuando va a por algo no tiene ningún tipo de reparo ético o moral.
Pablo debería conocer, hasta donde es capaz de llegar su novia, cuando ella lo cree necesario.

No creo que se puedan comparar las acciones de Loísa y Sergio. Loísa actuó motivada por el deseo de descubrir la verdad y sin ninguna intención morbosa o de venganza. Lo que hizo fue un sacrificio personal para probar la inocencia de Julia, soportando una situación que le resultaba dolorosa y desagradable. Para ella, no hubo disfrute, solo un compromiso para proteger a alguien a quien aprecia.

Por otro lado, Sergio actuó desde la venganza, con un placer evidente en su malicia y sin ningún sentido de sacrificio o justificación ética. Él buscaba el sufrimiento ajeno como una forma de obtener su propia satisfacción y cumplir su deseo de revancha.

En última instancia, la única víctima inocente es Pablo, especialmente si llega a enterarse algún día de lo que hizo Loísa.
 
Loisa lo que ha demostrado es que es capaz de sacrificarse con tal de saber la verdad de lo que pasó con su amiga, no lo hizo por gusto.
Loisa ha sido estúpida, imprudente y descerebrada. No ha tenido en cuenta las consecuencias de sus actos, y en vez de mejorar la situación la ha empeorado aún más.
Ella está convencida que está tratando con delincuentes, violadores en concreto. Y pretende sacarles una confesión, ofreciéndoles su cuerpo, pensando que ellos no se van a guardar las espaldas.
Hay que ser tonto integral!!!.
A Julia la violaron, Loisa puede quedar como una depravada delante de todo el mundo. Además se prestó voluntariamente, y su palabra no vale nada.
No se puede premiar la estupidez, por muy bien intencionada que sea.
Loisa se ha hecho un daño a si misma y a su pareja, que no compensa el pírrico beneficio obtenido.
Alguien me dijo en una ocasión, que me guardara de los tontos hiper motivados.
No olvido que estamos en el contexto de un relato de ficción, pero esa misma condición, ofrecía mil alternativas distintas.
El autor ha decidido con pleno derecho, hacer a Loisa tan buena como idiota.
 
Loisa ha sido estúpida, imprudente y descerebrada. No ha tenido en cuenta las consecuencias de sus actos, y en vez de mejorar la situación la ha empeorado aún más.
Ella está convencida que está tratando con delincuentes, violadores en concreto. Y pretende sacarles una confesión, ofreciéndoles su cuerpo, pensando que ellos no se van a guardar las espaldas.
Hay que ser tonto integral!!!.
A Julia la violaron, Loisa puede quedar como una depravada delante de todo el mundo. Además se prestó voluntariamente, y su palabra no vale nada.
No se puede premiar la estupidez, por muy bien intencionada que sea.
Loisa se ha hecho un daño a si misma y a su pareja, que no compensa el pírrico beneficio obtenido.
Alguien me dijo en una ocasión, que me guardara de los tontos hiper motivados.
No olvido que estamos en el contexto de un relato de ficción, pero esa misma condición, ofrecía mil alternativas distintas.
El autor ha decidido con pleno derecho, hacer a Loisa tan buena como idiota.
Muy de acuerdo. Lo de Loisa no tiene nombre, y ni siquiera fue por un impulso, fue premeditado, osea, más que peor.

No sé si sea por el gen Villalba, ellos no son tan idiotas.

El que me da pena es el novio, que supo reparar su error y puso pecho y espalda para ayudar en todo a su novia, y esta le paga así.

Sumido en la ignorancia, si saber con que espécimen va a compartir su vida.
 
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