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EL TALISMÁN. TERCERA PARTE. ¡QUIERO VIVIR!
Capítulo 36: Pactar con el diablo.
Villalba del Conde,
Enero 2000.
Loísa.
-¿De verdad necesitas oírlo de nuevo? Parece que disfrutas con esto, ¿verdad? Estoy dispuesto a contarlo tantas veces como haga falta, hasta que te entre en la cabeza que estoy hablando en serio. Pero confío en que, con el tiempo, te des cuenta de que mi historia es cierta. Si tienes alguna duda, te las puedo aclarar y asegurarme de que entiendas perfectamente lo que estoy tratando de decir. Pero date prisa, que no tengo todo el día.
-Repítemelo una vez más, pero esta vez espero que te atrevas a decirme la verdad. Quiero escucharlo de nuevo, pero esta vez no quiero que te inventes cosas. ¿Te parece? Porque tengo la sensación de que hasta ahora no me lo has contado todo.
-Estaba con Miguel y Paco, pasándomelo bien con unas cervezas en el bar, cuando aparecieron Cerdita y su novio, “el Madrileño”. ¡Menudo show se montó!
-¿Te importaría dejar de llamarla “Cerdita”? Tiene un nombre, y es Julia. Me parece que sería más respetuoso que te dirigieras a ella de esa manera. Todos merecemos un mínimo de consideración, y no creo que sea mucho pedir que uses su verdadero nombre.
-Con esa movida, demostró ser una auténtica cerda. Si quieres que continúe, tendrás que aguantarte y aceptar que la llame como se me antoje, así que prepárate porque podría usar palabras mucho más fuertes. ¡Esta tía se ha ganado cada insulto que pueda soltarle!
-¡Vale, llámala como quieras! Total, a mi también me engañó y ya no la considero mi amiga. Pero cuéntame la historia real.
-¡Te juro por el mismísimo diablo que estoy diciendo la verdad, hermanita! Como te estaba diciendo, llegaron, pidieron sus bebidas y se acomodaron. Pasaron un buen rato con sus arrumacos. Cerdita se arregló bastante, a pesar de tener algunos kilos de más. Ese vestido azul que llevaba le hacía buena figura y sospechaba que no llevaba sujetador, porque los pezones se marcaban claramente en la tela. Y después, confirmé que en realidad no llevaba, ja ja ja. Desde que entraron, ella no dejó de mirarme. Incluso estando con su novio, no paraba de mirarme mientras se daban el lote. Estaba claro que Julia buscaba lío, ¿eh? Con ese modelito y esas miraditas, estaba pidiendo a gritos que alguien la follara. No podía dejar de mirarla, la verdad es que estaba atractiva con ese vestido, el pelo suelto y un toque de maquillaje. Además, con las medias y los tacones, estaba que ardía. ¡Menudo espectáculo!
¡En un momento, se pusieron en pie para gozar de un baile! El Madrileño no es que fuera el rey de la pista, se tropezó con ella como dos veces, y acabaron regresando a sus asientos. Cerdita no paraba de echarme miraditas, como si quisiera que la sacara a bailar, pero con el novio ahí presente, me lo pensaba dos veces. Aún tenía grabado el golpe que me metió el puto madrileño. Pero si la montaña no va a Mahoma, Mahoma va a la montaña. Después de intercambiar palabras con su novio, Cerdita se me acercó con movimientos tan sensuales que hasta el diablo se hubiera sonrojado.
¡La música y el ambiente tenso creaban un escenario de lo más intrigante! Cerdita, a pesar de sus dudas iniciales, se acercaba con movimientos provocativos, desafiando las normas como la zorra que es. Cada gesto suyo era una provocación, y aunque recordara el conflicto con el madrileño, la atracción era innegable. ¡Vaya noche prometedora!
-¡Hey, guapo! ¿Qué dices, te atreves a lanzarte a la pista conmigo? Prometo que será divertido, y quién sabe, quizá hasta te sorprendas de lo bien que nos lo pasamos. ¿Te animas a compartir un baile?
-¿De verdad te atreverías a bailar conmigo con tu novio justo aquí, observando todo? No sé si es valentía o simplemente quieres ver cómo reacciona, pero me intriga saber si realmente te animarías a hacerlo. ¿Qué dices, te atreves a dar el paso?
-Ja ja ja, mi novio no sabe ni moverse, es un aburrido. Quiero bailar con alguien que realmente entienda cómo tratar a una chica como yo. ¿Te apuntas?
-¿Y qué tipo de chica te consideras? Me encantaría saber más sobre ti. ¿Eres de esas personas aventureras que siempre buscan nuevas experiencias?
-Soy la que no tiene miedo de divertirse y disfrutar del momento. Seguro que tú me entiendes. ¿Te animas a descubrirlo?
Ante la sorpresa de todos, acepté el desafío. Nos dirigimos a la pista de baile, dejando atrás al novio que no sabía ni qué estaba pasando. La música marcaba el ritmo de una conexión prohibida. En ese instante, solo era un baile, pero la tensión en el aire sugería que algo más excitante estaba por suceder.
Durante el baile, se acercó a mí de manera intensa, prácticamente sin dejar espacio entre nosotros dos. Trataba de distanciarme un poco, no quería que el madrileño se incomodara. Sin embargo, Julia, al percibir mi inquietud, me dio tranquilidad.
-No te preocupes tanto por mi novio; le gusta observar y disfrutar de lo que hago, o me hacen. Se excita siendo un mirón, pero eso no significa que debas sentirte incómodo. Es solo su forma de disfrutar. ¡Así que relájate y disfruta del momento!
-Disculpa, ¿podrías repetir lo que acabas de decir? No estoy seguro de haberlo entendido bien.
-¡Ja! Mira eso, está ahí, babeando como un tonto. Definitivamente parece que le encanta lo que ve. Es bastante patético, ¿no crees?
Efectivamente, miré hacia donde estaba su novio, y ahí estaba el novio tocándose como si estuviera en un espectáculo privado mientras no dejaba de mirarnos. Ya empezaba a ponerse interesante.
-Puedes aprovechar para tocarme, total, parece que a mi novio le encanta ver. ¿No te da morbo?
- ¿Disculpa?
Y sin decir una sola palabra, agarró mi mano derecha que apoyaba en su cintura y la plantó directamente en su culo, como diciendo, "aquí es donde pertenece".
-¿Qué te parece si le subimos la temperatura a esto? Está bastante frío y creo que sería genial darle un poco de calor al ambiente. Un poco de energía y diversión no le vendría nada mal. ¡Vamos a animar las cosas!
Estaba flipando con la actitud de esa tía. ¡Parecía que estaba sacando su lado más salvaje! ¡Vaya cambio! La Cerdita del colegio dejó paso a toda una cerda. ¡No hay comparación posible! Mientras yo le sobaba el culo, ella no se quedaba corta y se lanzaba directa a mi entrepierna. La cosa se estaba poniendo realmente picante.
-¡Vamos, no seas mojigata! Tengo la mejor polla que hayas imaginado. Mucho mejor que la de tu novio.
-Por supuesto, él la tiene bastante pequeña. Realmente ni se nota, y parece que simplemente no tiene mucho que ofrecer.
- Tu pobre novio debe tener una miniatura. Seguro que necesitas una lupa para encontrar algo. Pero bueno, dejemos que cada uno disfrute (o no) de lo que tiene. Ja ja ja.
La giré para colocarme detrás de ella, continuando con el baile. En esa posición, le encajé mi erecto pene, entre sus nalgas.
-¿Qué tal esta? ¿La sientes más que la de tu novio?
- Sí, ¡joder! Me estás poniendo bastante cachonda.
La tenía agarrada con fuerza de la cintura, moviéndonos al ritmo endemoniado de la música. Su cintura parecía ejercer un hechizo sobre mi agarre. No pude resistirme y levanté mi mano para agarrar una teta, descubriendo que la diablilla no llevaba sostén. ¡Una sorpresita muy tentadora!
Resulta que nos convertimos en el espectáculo principal del bar, captando todas las miradas. Pero el madrileño, era el que más estaba disfrutando de la diversión. El cabrón se tocaba la polla por dentro del pantalón, mientras yo magreaba a su novia. ¡Fue una noche inolvidable!
¡Pero claro, no íbamos a detenernos ahí! La fiesta seguía en su punto álgido, así que decidimos llevar las cosas a un nivel aún más provocador. Nos adentramos en las sombras, lejos de las miradas curiosas, y continuamos con nuestra travesía infernal. La música seguía resonando, pero ahora estábamos envueltos en un aura de misterio y deseo. ¡La noche aún tenía muchas sorpresas por revelar, y estábamos listos para explorarlas todas!
-¡Claro, no me extraña que te llamen "Cerdita"! Eres una auténtica cerda, ¡no hay mejor descripción para alguien como tú!
-Sí, soy una maldita cerda. Llámame puta, eso me excita. Insúltame a tu antojo, estoy lista para cualquier cosa. ¡Venga, dime algo realmente guarro!
-No recuerdo todas las malditas palabras que solté, pero cada insulto que le lanzaba la volvía más y más cachonda. El poder del lenguaje, hermanita. A pesar de ser el centro de atención del bar, yo ya no me andaba con tonterías y le tocaba por todo el cuerpo. ¡Nada como disfrutar sin inhibiciones! Hasta me atreví a colar la mano bajo su vestido, subiéndolo un poco, ¡y sorpresa, la muy zorra tampoco llevaba bragas! ¡Esto se ponía cada vez más interesante!
-¿Te gusta jugar con fuego, eh, zorrita? Estás pidiendo que te violen.
-Sí joder, hoy quiero perder mi virginidad. Y tendrá que ser contigo, porque mi novio no es suficientemente hombre para follarme con su pollita. Si no quieres desvirgarme tú, me buscaré a otro, pero hoy pierdo la virginidad.
-¡Vaya, parece que estás decidida a incendiar la noche con tus deseos! Hoy es el día de perder la virginidad, que sea una experiencia inolvidable. ¿Quién necesita a un novio pichacorta cuando hay hombres bien dotados dispuestos a todo? Si estás lista para lanzarte al abismo de la experiencia, puedo asegurarte que conmigo encontrarás un buen macho que hará que la travesía sea única. Prepárate para un festín de sexo, zorra. No tendrás razón alguna para quejarte conmigo ni con mis amigos, porque después de haberlos calentado tanto, querrán compartir la experiencia.
-Sí , sí, que me follen también, hoy quiero ser vuestra puta.
-Parece que te estás entregando a las llamas del deseo. Después de esta noche, te convertirás en nuestra "puta", disponible para satisfacer nuestros deseos cuando lo deseemos.
-Sí, joder, seré vuestra, para cuando queráis. Pero, por favor, no me hagas esperar más, ¡quiero que me folles ya! Estoy lista para dejar de ser virgen y disfrutar del momento.
-No te preocupes, zorrita, no voy a follarte aquí, frente a todos. Aunque, por lo que veo, a ti no te importaría. Tengo en mente un lugar donde estaremos completamente solos, sin curiosos.
-Vamos, no perdamos más tiempo. Estoy lista para follar, porque realmente ya no puedo aguantar más. La anticipación me está volviendo loca y quiero disfrutarlo. ¡Hagámoslo!
-¿Y el pringado de tu novio?
-Que se venga. Quiero que vea cómo le pongo los cuernos en su cara.
-Entonces, adelante. Vamos y que vea cómo folla un auténtico macho.
.
-Había conseguido la llave de la Peña, porque íbamos a ir los tres a liarnos unos porros, pero Cerdita cambió nuestros planes. La noche prometía ser interesante. Por el camino, la puta de tu amiga se prestaba a ser manoseada sin inhibiciones, mientras el madrileño nos seguía sin parar de tocarse su pollita con la mano dentro del pantalón. Una calle antes de llegar a la Peña, Cerdita se despojó del vestido, llegando completamente desnuda al local. Yo no era virgen, porque ya había estado con algunas tías. El apellido Villalba, te abre muchas piernas, pero la verdad es que jamás había estado con una tía tan guarra.
.
-Menuda sarta de mentiras que me estás contando, imbécil. Cada vez que cuentas tu historia, le añades algo más escabroso que la vez anterior.
-Ya te lo he dicho, hermanita, te estoy contando la verdad. Pero si no te fías, consulta con Miguel, Paco o cualquier otro que estuviera en el bar ese día. Hay testigos, Loísa, así que nadie podrá tacharme de mentiroso.
-Quién sabe, seguro que los habrás presionado para que repitan tu versión de la historia. Pero te aseguro que descubriré la verdad, sin importar el esfuerzo que me cueste.
-Pues que tengas suerte, hermanita. La vas a necesitar, ja ja ja. Que los dioses estén de tu lado.
.
Salgo de casa completamente enfadada. Sergio no hace más que aumentar sus fantasías, agregando nuevas mentiras.
A medida que camino con la rabia latente, reflexiono sobre cómo desentrañar la verdad en medio de las mentiras de Sergio. Estoy segura de que miente, ya que conozco muy bien a Julia y sé que ella nunca actuaría de esa manera ni trataría así a Ángel. Mi deseo de encontrar a Julia se intensifica, anhelando aclarar la situación y entender por qué se está tejiendo esta red de engaños.
Me propongo buscar respuestas y apoyar a Julia en lo que sea necesario. No quiero ni imaginarme lo sola que debe sentirse. Desearía saber dónde está para poder hablar con ella.
He quedado con Pablo y prefiero no mostrar tristeza. Solo tenemos un par de horas antes de que tome el autobús de regreso a Zaragoza, donde ya ha comenzado su primer año de diseño gráfico. Desde que comenzó la carrera en Zaragoza, solo nos encontramos los fines de semana cuando él viene al pueblo. Estoy ansiosa por terminar el bachillerato para mudarme con él. Ya estamos haciendo planes para vivir en un pequeño apartamento de alquiler y, finalmente, alejarme de mi familia. Necesitaré encontrar alguna estrategia para aprobar, ya que me está costando mucho superar este último año. No puedo permitirme pasar otro año en este pueblo, bajo la influencia de mi familia. Si contara con Julia y su ayuda, estoy seguro de que aprobaría.
Después de despedirme de Pablo, quien ya ha abordado el autobús hacia la ciudad, decido dirigirme al bar. A estas horas, es común ver a Miguel sumergido en su partida de billar. Pido un botellín y lo observo desde la barra mientras practica en solitario, experimentando con diversas jugadas y demostrando habilidad al embocar las bolas en las troneras. Miguel posee destacadas habilidades en el billar, aunque es cierto que le dedica muchas horas para perfeccionar su juego. En los torneos que organiza el bar, siempre resulta ganador. La aspiración de los demás jugadores es llegar a jugar la final con Miguel, aunque saben de antemano que serán derrotados.
Después de observarlo detenidamente por un rato, me acerco a él. Llevo una blusa de seda azul, algo holgada, y un pantalón vaquero blanco, ajustado que me hace un culo de infarto.
-Hola Miguel.
-Ah, hola Loísa, no te había visto.
-Estabas tan concentrado en el juego que ni siquiera te percataste, ja ja ja. Oye, ¿podrías enseñarme a jugar? Parece que a ti se te da bien.
-¿Has jugado antes?
Aunque yo sabía jugar, ya que había jugado varias veces, con Miguel decidí hacerme la tonta y actuar como si no supiera jugar.
-Sí, claro, pero ya sabes, solo para pasar el rato. Soy muy torpe con las bolas y ni siquiera sé cómo coger el palo. ¿Podrías darme algún consejo para al menos poder manejar bien el palo y golpear la bola correctamente desde el principio?
-Taco, se llama taco.
-Ah, sí, eso, taco, o como se llame.
-Puedo ofrecerte algunas sugerencias. Sostener el taco de billar de manera adecuada es fundamental para tener un control efectivo sobre la bola y mejorar tu rendimiento en el juego. La postura corporal también desempeña un papel crucial. Asegúrate de adoptar una posición cómoda con los pies separados a la altura de los hombros y flexiona ligeramente las rodillas para mantener la estabilidad.
Mientras Miguel me corrige la postura, aprovecho la oportunidad para acercarme a él, tocándolo con alguna parte de mi cuerpo.
-Dado que eres diestra, tu mano principal será la derecha. Debes ubicarla en la parte final del taco, cerca de la punta. La palma de la mano debe estar orientada hacia arriba, mientras los dedos envuelven el taco.
-La mano no dominante, es decir, la izquierda, se sitúa en una posición más alta en el taco. Los dedos de esta mano desempeñan un papel crucial al guiar el taco y proporcionar estabilidad. La formación de una "V" entre el pulgar y el índice, apuntando hacia arriba, contribuye a una postura efectiva.
Tomo la posición, aprovechando que Miguel se encuentra justo detrás de mí. Me inclino y mi parte trasera entra en contacto directo con su área genital, notando ya su firmeza. Miguel se mueve hacia un lado y cambia su posición. Aprovechando la excusa de verificar mi agarre en el taco, me giro hacia él, aún inclinada. Al ahuecarse mi blusa, queda al descubierto mi sujetador blanco de encaje. Estoy llevando a Miguel hacia el punto que yo quiero.
-Mantén un agarre firme pero relajado en el taco, evitando apretarlo demasiado. Busca un equilibrio entre el control y permitir un movimiento suave. Coloca el taco alineado con tu ojo derecho y también con la bola blanca y la bola objetivo, asegurándote de mantener el codo en un ángulo cómodo y flexible.
Miguel había dispuesto la bola blanca y, a continuación, la bola negra identificada con el número 8, apartando las demás.
-Inclina suavemente tu cuerpo hacia adelante. Mantén la cabeza inclinada y dirige tu mirada hacia la bola negra. Al impactar la bola, asegúrate de mantener la cabeza quieta y sigue a través del golpe. Aplica un golpe suave y controlado para impactar la bola con precisión. Cuando estés lista, ejecuta el golpe a la bola blanca con el propósito de que la bola 8 entre en la tronera.
Siguiendo las indicaciones, golpeo la bola blanca con el taco, logrando que esta a su vez contacte con la bola negra, la cual entra sin impedimentos en la tronera. Luego, me abrazo a Miguel con la clara intención de que note mis tetas.
-¡La bola entró, gané! ¡BRAVO!
-En realidad, has salido perdiendo. La bola 8 debe ser embocada solo después de haber metido las 7 bolas previas; si lo haces antes, pierdes la partida.
-Entonces, me has engañado; no me habías mencionado eso antes.
-Ahora eso no es relevante; lo importante es que aprendas a golpear las bolas con el taco y después ya te familiarizarás con las reglas.
Durante toda la duración de esta lección, he destacado mi trasero con movimientos provocativos. Miguel no ha sido ajeno a esta táctica de seducción, y ahora busco llevar la situación a un punto donde tenga su completa atención.
Miguel parece cautivado por la situación, y su expresión revela que la estrategia está surtiendo efecto. Con cada movimiento, intensifico la conexión visual y dejo que la tensión entre nosotros aumente gradualmente.
A medida que avanzamos en este juego de seducción, mantengo la seguridad en mí misma, consciente de que cada gesto y mirada contribuyen a fortalecer la conexión que estoy construyendo con Miguel.
-Como recompensa por la primera lección, me gustaría que me acompañaras a bailar.
-De acuerdo, pero solo uno.
Mientras bailamos estrechamente, aprovecho la ocasión para abordar el tema que realmente me preocupa.
-Miguel, no puedo dejar de reflexionar sobre lo que ocurrió con Julia. Todo comenzó aquí, ¿verdad?
-Esa amiga tuya era toda una fiera, desesperada por satisfacer sus necesidades sexuales. No te imaginas las ansias que tenía.
Me acerco más a Miguel, acariciando su entrepierna, donde ya se aprecia un generoso bulto.
-A mí también me tenía engañada. Pero creo que aún no habéis dicho toda la verdad. Julia ya no es mi amiga, así que no deberíais tener ningún problema en contarme todo. Te prometo que no se lo diré a nadie. ¿Qué te parece si vamos a un lugar más privado y me cuentas todo mientras te hago cositas?
Miguel interrumpe el baile y se distancia de mí, con expresión seria.
-Loísa, eres realmente una chica muy deseable para cualquiera, pero para mí eres un terreno prohibido. Si tu hermano se entera de que he estado bailando contigo, simplemente dejará de hablarme. Ni quiero pensar qué pasaría si tú y yo nos enrollamos; en ese caso, estoy en problemas. No, Loísa, Sergio es mi amigo y no pienso traicionarlo. En cuanto a esa puta de Cerdita, ya hemos relatado lo que sucedió; no hay ninguna otra verdad. Sería preferible que no insistieras en preguntar, ya que nadie te dará otra respuesta.
Después de estas palabras, Miguel mantiene una expresión seria, y se aleja dejándome con una sensación de frustración. Yo, por mi parte, absorbo esta información con una mezcla de sorpresa y desilusión. Pensé que ya lo había persuadido, pero la sola idea de que mi hermano se enterara lo hizo retractarse. Aunque ahora tengo mis dudas sobre si me habría contado la verdad acerca de lo que realmente sucedió. Regreso a casa, con la mente puesta en Paco, mi próximo objetivo. Si también me decepciona, no sé cómo lograr descubrir la verdad, ya que ellos tres son los únicos que conocen lo que sucedió. Y Julia, por supuesto, pero ella no está presente y no tengo idea de dónde continuar buscándola.
Me retiro a casa para descansar; mañana será un nuevo día.
. . . . . . . . . . .
Al despertar al día siguiente, me propongo idear un plan para seducir a Paco; es mi última oportunidad y no puedo fallar. Con Paco, voy a ser más directa; dejaré a un lado las sutilezas que utilicé con Miguel. Espero poder provocar lo suficiente a Paco como para lograr que se olvide por completo de mi hermano, apostando a una seducción eficaz y sin rodeos. Esta estrategia, aunque arriesgada, es mi apuesta final para desentrañar la verdad detrás de los acontecimientos pasados.
Paco, tras finalizar la escuela, se unió a su padre en el taller mecánico familiar, donde trabajaba mientras cursaba un grado en mecánica de automóviles. Era uno de los pocos negocios que no pertenecía a la familia Vilalba. En realidad, no era del todo cierto, ya que el negocio sí pertenecía a un Villalba. Sin embargo, cuando este se jubiló y al no tener hijos para heredarlo, se lo cedió al padre de Paco, que había dedicado toda su vida laboral al taller. Ahora a cambio de pagar un alquiler mensual por el negocio, se encargaba de la gestión del taller como si fuera de su propiedad. En la actualidad, Paco ha comenzado a colaborar con su padre, con la intención de asumir el negocio en el futuro.
A última hora de la tarde, decido acercarme al taller mecánico donde trabaja Paco para intentar conquistarlo. A esta hora, su padre no está, pero Paco se queda siempre un rato más para practicar y aprender con motores nuevos. Me había vestido con unas mallas grises que no me ponía desde hacía años porque me quedaban pequeñas. Se me ajustan tanto, que se me marcan los labios del coño, a pesar de llevar una diminuta tanga. Arriba llevo una camiseta de manga larga, cerrada hasta el cuello, pero sin sujetador, a propósito, para que se me marcaran los pezones, que estimulo antes de entrar en el taller. Llevo puesta una ligera gabardina que me quito en cuanto entro al taller.
-Hola, Paco. ¿Trabajando hasta tan tarde?
Dedica un buen tiempo en saludarme, parece entretenido observando mi apariencia.
-Hola, Loísa. Qué raro, tú por aquí. ¿Andas buscando a mi viejo? En este momento no está. Pero, espera, si tú no conduces. ¿Tiene algo que ver con tu padre?
-No, Paco, vine especialmente para verte a ti.
-¿A mí? ¿Qué diablos quieres?
-Sucede que solo veo a Pablo los fines de semana y durante el resto de los días me aburro. Me preguntaba si podríamos encontrarnos en algún momento, a solas, para pasar un buen rato, ya me entiendes.
-¿Qué pasa? ¿Tu amiguito Pablo no te complace lo bastante? ¡Vaya, vaya!
-Bueno, él no está disponible ahora, y no puedo esperar hasta el fin de semana. Siempre me has gustado y... si te parece, podríamos encontrarnos de vez en cuando para... ya sabes, hacernos un poco de compañía.
-¿Solo compañía? ¿O hay algo más en mente? ¡Hablemos claro!
-Compañía... y lo que pueda surgir.
Mientras charlamos, Paco se me acerca y agarra mi cintura con sus manos grasientas, ni siquiera se digna a lavarse. Luego baja su mano hasta toquetearme el trasero, sin mostrar ni un ápice de resistencia por mi parte.
-Pero, ¿y tu amiguito Pablo?
-Él no tiene por qué enterarse, ¿verdad?
-Claro, no tiene por qué enterarse, ja ja ja Así es más emocionante. Pero aún así, eres la hermana de Sergio.
-¿Realmente necesitas su aprobación? Tomo mis propias decisiones y, si tanto te preocupa Sergio, entonces, buscaré a alguien que no le tema.
-Espera, tienes razón, no necesito su permiso para estar contigo.
Mientras él me acaricia el culo, yo también le acaricio el bulto que se nota en su entrepierna.
-Mira, ambos deseamos esto. Si mantenemos la discreción, nadie tiene por qué enterarse ni salir herido. Será nuestro secreto, algo entre tú y yo.
-Bien, parece que puedo conseguir un lugar. Mañana te daré detalles. Mientras tanto, ¿por qué no me echas una mano con esto?
Se saca la polla del pantalón y me toma la mano para que se la acaricie. Puedo apreciar que no está mal dotado.
-Espera, aquí podría entrar alguien y descubrirnos. ¿Por qué no cierras y te alivio esa molestia que llevas?
Paco baja la persiana y cierra el taller. Nos dirigimos a la oficina, donde se sienta en un sillón.
-¿Por qué no le das una buena mamada y me descargas, Loisa? Vamos, no te hagas la inocente.
-Eh, no corras, ya te la chuparé cuando esté más aseadita, y te advierto que te haré disfrutar, ahora confórmate con una paja.
Me siento en una silla, a su lado y le pajeo mientras él me sobetea las tetas, embarrándome la camiseta con sus asquerosas manos grasientas. Menudo desastre.
-La próxima vez te la chuparé, pero yo también quiero algo a cambio.
-¿Algo a cambio? ¿Acaso me quieres cobrar, como una puta? ¿Sergio sabe que te dedicas a esto?
-Guarda tus insultos o me largo, y te quedas con las ganas de disfrutarme, gilipollas. Hazme caso, no sabes lo que te puedes perder.
-Perdona, Loísa, no era mi intención ofenderte, quizás malinterpreté las cosas. Entonces, ¿qué esperas obtener a cambio?
-Esto es confidencial entre tú y yo, ¿entendido? Pero mi hermano me soltó la verdad sobre lo que ocurrió en La Peña. Me ha contado como violasteis a Cerdita. Lo sé todo, Paco, y no sabes el morbo que me daría que me lo cuentes mientras te la chupo. ¿me contarás todo lo que pasó, con todo lujo de detalle, mientras te hago la mejor mamada que te hayan hecho en tu vida?
-¡Hostias, sí! La de pajas que me he hecho reviviendo como violamos a esa puta de Cerdita. Pero aún va ser mejor recordarlo con una mamada. Que bien lo vamos a pasar tú y yo. Sigue Loísa, sigue que solo de pensarlo ya me corro.
Y se corre el muy cerdo, entre gemidos de placer, llenándome la mano de semen.
-¡Joder Loísa, has estado genial! Es la mejor paja que me han hecho hasta ahora, si la chupas igual de bien, lo voy a disfrutar un montón.
Pero yo ya no lo escucho, voy rápido al baño, a lavarme las manos, pero también para que no viera como lagrimean mis ojos. Sabía que la habían violado y ahora Paco me lo acaba de confirmar. Por supuesto que Sergio no me ha contado nada, pero Paco ha picado el anzuelo. Ahora espero que mantenga su promesa y me cuente todo lo que pasó ese aciago día. Me doy asco a mí misma, pero ya no lo puedo dejar, tengo que descubrir toda la verdad y haré lo que tenga que hacer, aunque tenga que vender mi alma.
Julio 2011.
-¿De verdad se la chupaste, Loísa? ¿Hiciste eso por mí?
-Hice algo más, Julia. Ese día sellé un pacto con el mismísimo demonio, y pagué el precio.
La historia de Julia continua en:
Capítulo 37: El día de la Bestia.
Loísa confiesa a Julia los sacrificios y humillaciones que sufrió para descubrir la verdad.

