El Talismán

No niego que exista la posibilidad de que, en raras ocasiones, se presente alguna denuncia falsa, pero son casos excepcionales y, además, suelen ser detectados con relativa facilidad. En realidad, es absurdo pensar que alguien se despierta una mañana y decide, sin más, acusar a una persona inocente de algo tan grave como una violación. Cuando una mujer decide denunciar una agresión sexual, hay que asumir su testimonio con seriedad. Para llegar a ese punto, ha tenido que enfrentar miedos, dudas, y un proceso emocional profundo, pues dar ese paso no es algo que se haga de manera impulsiva o para pasar el rato. La denuncia implica valentía y supone enfrentar un sistema legal y social que, en muchas ocasiones, puede ser adverso. Por eso, es esencial que estos testimonios se tomen con el respeto y la empatía que merecen.
 
Es un tema interesante este de la justicia.
Últimamente me peleo con mis amigos porque pensamos distintos en los casos de violaciones que han salido.
Ellos justifican diciendo que muchas veces son denuncias falsas y yo siempre me pongo del lado de las víctimas, porque no creo que denuncien porque quieran.
Luego ya está la porquería de sentencias que ha habido, a mí parecer demasiado suaves para la gravedad de lo que han hecho.
No niego que exista la posibilidad de que, en raras ocasiones, se presente alguna denuncia falsa, pero son casos excepcionales y, además, suelen ser detectados con relativa facilidad. En realidad, es absurdo pensar que alguien se despierta una mañana y decide, sin más, acusar a una persona inocente de algo tan grave como una violación. Cuando una mujer decide denunciar una agresión sexual, hay que asumir su testimonio con seriedad. Para llegar a ese punto, ha tenido que enfrentar miedos, dudas, y un proceso emocional profundo, pues dar ese paso no es algo que se haga de manera impulsiva o para pasar el rato. La denuncia implica valentía y supone enfrentar un sistema legal y social que, en muchas ocasiones, puede ser adverso. Por eso, es esencial que estos testimonios se tomen con el respeto y la empatía que merecen.

Toda acusación debe tener el debido proceso de investigación, antecedentes, indicios, pruebas, testigos, testimonios, etc etc etc

El problema es cuando la política partidista ideológica y degenerada, infecta ese proceso con leyes sin ningún tipo de preparación qué incluso le ha reducido penas a verdaderos delincuentes y expuesto a otros.

En fin, mejor no me explayo 😅
 
EL TALISMÁN. TERCERA PARTE: ¡QUIERO VIVIR!



Capítulo 31. Yo soy la justicia.

Calatayud.

Julio 2011.

Julia.


Salgo del hospital con paso firme, la determinación en mi mirada. El sol se oculta detrás de las nubes, dando un aire sombrío al día mientras me dirijo hacia los juzgados de Calatayud. Cada paso me recuerda el peso de mi misión, la promesa que me hice a mí misma de obtener justicia. Al llegar, observo la imponente fachada del edificio, símbolo de la justicia que parece tan lejana.

Cruzo las puertas del edificio y, sin vacilar, me encamino hacia el despacho del juez Martín. Mis pensamientos están enfocados en una sola cosa: hablar con él cara a cara. Sin embargo, al llegar, un funcionario judicial se interpone en mi camino. Su semblante serio refleja la rigidez de las normas.

-Lo siento, no puede pasar sin una citación -me dice con tono autoritario, bloqueando el acceso.

Mi frustración crece, pero sé que no puedo permitir que un simple obstáculo me detenga. La justicia que busco es mucho más grande que esta barrera momentánea.

-El juez Martín tiene una agenda extremadamente ocupada el día de hoy -dice el funcionario con tono cortante, casi impersonal, como si esas palabras estuvieran automatizadas por la rutina diaria.

-No me haga reír -digo con una mezcla de determinación e ironía, clavando mi mirada en el funcionario-. Conozco perfectamente sus responsabilidades. De hecho, fui yo quien se aseguró de liberar su agenda para hoy. El juez Martín está esperándome, aunque aún no se haya dado cuenta.

Hago una pausa, sacando de mi bolso un sobre sellado que sostengo firmemente en la mano, consciente del peso simbólico que tiene.

-Hágame un favor -añado en un tono más bajo, casi confidencial-. Entréguele este sobre y le aseguro que, en cuanto vea su contenido, querrá recibirme de inmediato.

Le extiendo el sobre, mis ojos fijos en los suyos, retándolo a que ponga en duda mi convicción. Sabe que, aunque se resista, no podrá bloquearme para siempre.

El funcionario me observa, visiblemente desconcertado. Sus labios se entreabren en una mueca de sorpresa, y durante unos instantes parece que ha olvidado completamente su papel. Su expresión refleja una mezcla de incredulidad y duda; no sabe si tomar mis palabras al pie de la letra o si sospechar que estoy jugando con él.

Es evidente que no esperaba una respuesta tan firme, ni mucho menos una insinuación de que yo pudiera haber influido en la agenda del juez. Sus ojos se mueven inquietos entre el sobre en mi mano y mi rostro, como si tratara de leer entre líneas, buscando alguna señal que lo ayude a decidir si debe seguir el protocolo o arriesgarse a actuar en función de mi sugerencia.

Lo que antes era una certeza inquebrantable en su actitud se desmorona lentamente.

-Vamos, no perdamos más tiempo -digo con un tono impaciente, sin apartar mi mirada de él-. A diferencia de algunos, yo sí tengo trabajo que hacer.

El funcionario, visiblemente incómodo pero sin otra opción, toma finalmente el sobre de mis manos. Se gira y desaparece tras la puerta del despacho del juez Martín. Los segundos se sienten eternos mientras espero en el pasillo, observando cómo la actividad del tribunal sigue su curso alrededor de mí, aunque mi mente está concentrada únicamente en lo que sucede al otro lado de esa puerta.

No pasa mucho tiempo antes de que el funcionario vuelva a salir, apenas un minuto más tarde, pero su semblante ha cambiado drásticamente. Ahora, su expresión es de ligera sorpresa mezclada con respeto. Es evidente que el contenido del sobre ha tenido el efecto esperado. Me mira y, sin decir una palabra, asiente brevemente, como si mi presencia ya estuviera más que justificada.

-El juez Martín la recibirá ahora -dice, con un tono que sugiere que lo que antes parecía imposible, ahora es inevitable.

-Gracias -respondo con un ligero tono de gratitud, sintiendo que hemos dado un paso importante en esta interacción. Sin embargo, mi determinación no se desvanece-. Y por favor, asegúrese de que no nos molesten durante nuestra conversación. Es vital que podamos hablar sin interrupciones.

Mi voz se vuelve más seria, dejando claro que la naturaleza de lo que voy a discutir es delicada y personal. La última cosa que necesito es que alguien entre abruptamente, rompiendo el hilo de mis pensamientos o, peor aún, poniendo en riesgo la confidencialidad de lo que tengo que compartir.

-Este asunto es extremadamente privado, y deseo que se trate con la máxima discreción -añado, sosteniendo su mirada con firmeza para que entienda la gravedad de la situación. Espero que comprenda la importancia de mi solicitud y que actúe en consecuencia.

-Puede estar tranquila -me asegura el funcionario, su voz ahora más calmada y firme-. Nadie las interrumpirá. El juez me ha dado instrucciones muy claras en ese sentido.

-Bien.

Cruzo la puerta del despacho con una determinación inquebrantable. Este es el mismo lugar donde el juez, en su día, había frustrado mis esperanzas de encontrar justicia y de sanar las heridas que tanto me duelen. Sin embargo, hoy he venido con un propósito claro: estoy decidida a imponer mi propia versión de la justicia, una que se ha vuelto necesaria tras tantas decepciones.

No soy la misma persona que una vez entró aquí llena de dudas; he evolucionado y estoy lista para enfrentar cualquier obstáculo que se interponga en mi camino. La decisión que tomemos hoy será el primer paso hacia la justicia que tanto anhelo.

El juez Martín me observa con un escepticismo palpable, sus cejas fruncidas y su expresión seria sugiriendo que no se deja engañar fácilmente. Su tono de voz, firme y autoritario, está impregnado de una preocupación que no puedo ignorar. Es evidente que se siente incómodo ante la situación, como si estuviera calibrando mis intenciones y tratando de descifrar la profundidad de mi determinación.

-¿Podría explicarme de dónde ha obtenido esta foto? -interroga, su tono lleno de desconfianza y una chispa de indignación en sus ojos-. Y, por cierto, ¿quién es usted realmente? ¿Acaso está intentando chantajearme?

La tensión en el ambiente es palpable; su desconfianza es un muro que tendré que derribar. Me doy cuenta de que debo ser cuidadosa con mis respuestas, pues cualquier indicio de titubeo podría alimentar aún más sus sospechas. Este encuentro es más que una simple conversación; es un juego de estrategias y, para lograr mis objetivos, necesito navegar con astucia a través de sus inquietudes.

-Buenos días, señor juez. Oh, perdón, quise decir, su señoría. Le pido disculpas por la confusión.

-No estamos en una sesión formal, así que puede dirigirse a mí simplemente como “señor”. Le agradecería que tome asiento y respondas a mis preguntas con claridad. Me gustaría entender mejor sus intenciones. ¿Qué es lo que realmente busca en esta conversación? ¿Es dinero lo que desea, o hay algo más?

El juez Martín me observa con una atención palpable, sus ojos fijos en mí, como si cada palabra que pronuncie fuera de vital importancia. En ese momento, siento el peso de su mirada, un recordatorio de la responsabilidad que conlleva este encuentro y la necesidad de ser clara y honesta en mis respuestas.

-Prefiero permanecer de pie, señor Juez. He venido aquí en busca de justicia, y estoy firmemente convencida de que este es el lugar adecuado para ello. Por cierto, ¿no le parece que hace un poco de calor en la sala? No quiero que mi incomodidad distraiga de lo que realmente importa. ¿Le parecería inapropiado si me quito la chaqueta para estar más cómoda mientras expongo mi caso?

Sin esperar una respuesta, decido quitarme la chaqueta. Estoy vestida con un traje ejecutivo que incluye una falda bastante corta, que resalta mi figura. Debajo de la chaqueta, llevo una blusa de color marfil, con todos los botones abrochados, lo que le da un toque profesional a mi atuendo. Desde hace un tiempo, he optado por no usar sujetador, lo que hace que mis pezones sean visibles a través de la delicada tela semitransparente de la blusa. Tan pronto como me despojo de la chaqueta, me doy cuenta de que la atención del juez se dirige inmediatamente a esta parte de mi atuendo, lo que provoca una mezcla de incomodidad y determinación en mí.

El juez Martín levanta una ceja en señal de sorpresa, su expresión esbozando una mezcla de interés y escepticismo. Con una voz firme y clara, repite mi afirmación, como si quisiera subrayar la importancia de mis palabras y asegurar que no pasen desapercibidas. Este gesto, aunque sutil, refleja su atención y el peso que confiere a lo que acabo de decir, convirtiendo el momento en una especie de punto de inflexión en nuestra conversación.

-¿Impartir justicia? ¿Acaso tiene usted el título de juez, por casualidad? -pregunta con un tono de curiosidad y un leve toque de ironía. Mi intención es hacer que reflexione sobre su papel en este proceso. Quiero saber si realmente comprende la magnitud de su función y el impacto que sus decisiones pueden tener en la vida de quienes vienen aquí, buscando la verdad y la equidad.

-No soy jueza. Sin embargo, en este momento y en este contexto, he decidido que ejerceré mi propia noción de justicia. -Mis palabras resuenan con firmeza, dejando claro que, aunque no tengo el título oficial, estoy dispuesta a tomar las riendas de la situación. Estoy convencida de que, a veces, la justicia no solo se impone desde el estrado, sino que también puede manifestarse a través de nuestras acciones y decisiones personales. Este es mi momento de tomar una postura y defender lo que creo que es correcto.

-Sería prudente que me informara sobre su motivo para estar aquí, a menos que desee que llame a seguridad.

-Le aseguro que no sería recomendable que haga eso, créame. Hace 13 años, fui citada en este mismo lugar para ser interrogada acerca del abuso sexual que sufrí a manos de Sergio Villalba y sus cómplices. Estaba acompañada por mi abogado y mis padres, y también estaban presentes los abogados de los Villaba, pero en lugar de una reunión de apoyo, usted convirtió ese encuentro en un proceso legal en mi contra. No me brindó la oportunidad de exponer mi versión de los hechos; en cambio, utilizó todos los recursos a su alcance para intimidarme y coaccionarme a retirar mi denuncia.

Recuerdo vívidamente que presentó un informe médico de urgencias que sabía que era falso. Cuando le entregué el informe verdadero, tuvo la osadía de acusarme de falsificación. Además, mencionó testigos que, supuestamente, habrían testificado en mi contra, pero nunca reveló sus identidades ni registró sus declaraciones en el proceso. Estoy absolutamente convencida de que, si hubiera sido necesario, esos testigos estarían dispuestos a presentarse y corroborar la verdad. Este tipo de manipulación y falta de transparencia es algo que no puedo permitir que se repita.

El juez Martín parece visiblemente desconcertado por la firmeza de mi determinación y la contundente evidencia que estoy presentando. Sus facciones, que oscilan entre la sorpresa y la preocupación, revelan que mi relato está impactando su percepción de los hechos a medida que continúo. Cada palabra que pronuncio parece calar hondo en su conciencia, desafiando las expectativas que pudo haber tenido.

-Sin embargo, lo que más me devastó fue el video -declaro con un tono de gravedad que resuena en la sala. El silencio se hace palpable, como si el aire mismo se hubiera detenido.

La cabeza inclinada del juez indica claramente que está reviviendo aquel momento en su mente, como si las sombras del pasado lo estuvieran envolviendo de nuevo.

-Lo recuerda, ¿verdad? -le pregunto, mi voz firme y cargada de emoción-. Tenga el valor de mirarme a los ojos y dígamelo, ¿lo recuerda? -exijo con una mezcla de desafío y necesidad. Quiero que se enfrente a la verdad, que reconozca el impacto de sus decisiones en mi vida. Es crucial para mí que no solo sea un espectador en este proceso, sino que se convierta en un participante activo que reconozca el peso de su papel.

El ambiente en el despacho es palpable, cargado de tensión, mientras aguardo con impaciencia la respuesta del juez. Soy consciente de que esta reunión representa un paso fundamental en mi búsqueda de justicia, y no tengo intención de retroceder ante los obstáculos que puedan surgir. La gravedad del momento me empodera, alimentando mi determinación.

El juez me observa con una expresión seria, su rostro refleja una mezcla de consideración y responsabilidad. Asiente lentamente con la cabeza, como si estuviera procesando la magnitud de lo que está en juego.

-Quiero escucharlo, señor juez -insisto, mi voz firme y decidida-. ¿Lo recuerda? Necesito que reconozca lo que sucedió, que se enfrente a la realidad de aquellos acontecimientos. Su testimonio no solo es importante para mí, sino que también es crucial para el proceso que estamos llevando a cabo. La verdad debe salir a la luz.

-Sí, lo recuerdo -afirma el juez, su voz grave resonando en la sala.

-Permítame corregirle -digo, con un tono firme pero respetuoso-. Debería decir, "sí lo recuerdo, señora Gracia". Es fundamental que reconozca mi presencia y la importancia de mi papel en esta situación.

-Perdón, sí lo recuerdo, señora Gracia.

-Por supuesto que lo recuerda, su expresión le delata.

Al estar yo de pie y él sentado, tiene que levantar la mirada para poder verme. Me siento poderosa. En ese momento, soy la jueza y él el acusado al que estoy juzgando. Llevo años soñando con este momento. La tensión se hace más evidente con cada minuto que pasa.

-Con mi novio, Ángel, solíamos visitar una poza en el río. Buscábamos la privacidad, como cualquier pareja que se ama, y creíamos que nadie nos interrumpiría. Mientras explorábamos y aprendíamos sobre nuestra sexualidad, un día decidimos probar algo nuevo y le hice sexo oral. Nunca lo habíamos intentado antes y la verdad es que teníamos curiosidad por experimentarlo. Ese día yo le hice una mamada a mi novio, porque a los dos nos apetecía. Ambos estábamos de acuerdo en ello, nadie nos obligó y no estábamos dañando a nadie. Si se me podría culpar de algo, sería de mi inexperiencia, al chuparle el pene, ya que era la primera vez y estábamos aprendiendo juntos.

Lo que no sabíamos es que alguien nos había descubierto y nos había grabado en video, sin nuestro consentimiento. Cuando en el pueblo se enteraron de mi denuncia por violación contra Sergio Villalba, ese video se difundió por todo el pueblo acompañado de rumores sobre mí, acusándome de haberle chupado la polla a todos los chicos del pueblo. El caso es que ese video, también le llegó a usted, señor Juez. Y usted, debería de haber mandado investigar el origen de ese video, quien lo había grabado, y quien lo había difundido. Debería haber notificado la existencia de ese video, de claro contenido sexual entre menores, a la fiscalía, para que actuara de oficio, y debería haberme aconsejado denunciar. En definitiva, señor Juez, usted debería haberme protegido, debería haberme brindado justicia. Pero en lugar de eso, lo utilizó en mi contra para ponerme en evidencia y para avergonzar a mis padres. Nunca olvidaré la cara de decepción que pusieron.

.

No deseo mostrarme débil. Me acerco a la ventana con lágrimas en los ojos mientras recuerdo ese episodio tan vergonzoso para mis padres. Estoy lista para asestarle el golpe final y no permitiré que se me escape.

.

-Está usted familiarizado con la ley y es consciente de que la difusión de ese tipo de videos, particularmente cuando involucra a menores, no está permitida, ni siquiera con el consentimiento. La ley lo prohíbe de manera explícita. Usted reprodujo ese video en presencia de mi abogado, de los abogados de mis agresores y de mis padres. No tenía ningún derecho para hacerlo y cometió otro delito. ¿Ha tenido en cuenta la cantidad de delitos que cometió en ese momento? Además de todos esos, puede sumar el delito de cohecho y prevaricación por aceptar sobornos de la parte demandada con el fin de emitir un fallo a su favor.

Finalmente, alcanzó su objetivo, y malaconsejada por mi abogado, retiré la denuncia. Como resultado, usted permitió que una manada de depredadores sexuales quedara en libertad sin cargos. A lo largo de los años, Sergio Villalba y sus amigos han seguido cometiendo agresiones sexuales que han quedado impunes debido a la coincidencia de que usted ha sido el juez instructor en todos estos casos.

La sala está cargada de tensión mientras mis acusaciones y las evidencias se acumulan en contra del juez Martín. Puedo sentir que mis palabras han impactado profundamente, y su rostro refleja un claro malestar.

-No obstante, hay algo más que ignora y que también tendrá consecuencias. Le responsabilizo a usted y a los demás cómplices de la muerte de mis padres en un trágico accidente.

-¿Qué insinúa? No puede creer que tenga alguna relación con eso. Ni siquiera estaba al tanto del fallecimiento de sus padres. ¿Cómo se atreve a acusarme sin pruebas?

-En caso de que hubiera cumplido con su deber, Sergio Villalba estaría entre rejas, y ni mis padres ni yo, nos hubiéramos tenido que ir del pueblo. Ellos aún estarían con vida. Está claro que usted tuvo un papel en todo esto, junto con todos los que participaron en el complot para dañarme, con la única intención de proteger a Sergio Villalba. Una serie de desastrosas decisiones provocaron el trágico accidente en el que mis padres perdieron la vida, y yo estuve al borde de la muerte. Mi supervivencia se debió a un auténtico milagro, y una fuerza interior me mantuvo viva para llevar a cabo mi venganza.

-Ninguna de sus afirmaciones es verdadera, y no puede respaldarlas con pruebas.

-Todo lo que he mencionado es verdad, y usted lo sabe. Yo fui la primera, pero luego ha habido otras chicas en mí misma situación, y todas han sufrido lo mismo. Quizás no pueda confirmar todas mis afirmaciones, pero tengo pruebas de que ha recibido sobres con dinero de parte de Don Pedro Villalba uno o dos días después de cada audiencia. Pedro Villalba también buscaba protegerse y, al momento de pagar por su corrupción, los citaba en un apartamento de su propiedad en esta misma localidad. Pero lo que usted no sabía, es que ese lugar estaba equipado con un sistema de grabación oculta. Pedro Villalba grababa todo lo que ocurría en ese lugar, información que no era conveniente que saliera a la luz. Esto le proporcionaba un medio de presión y soborno que involucraba a políticos, empresarios, jueces, médicos, abogados y otros.

Poseo todas las grabaciones; la verdad es que su sistema de seguridad es bastante deficiente, por no decir inexistente. Nos ha resultado relativamente sencillo acceder a sus computadoras y copiar todo lo que hemos considerado relevante. La fotografía que le he entregado es simplemente una captura de una imagen contenida en uno de los videos que están en mi poder.

Las pruebas que había presentado y las acusaciones en contra del juez Martín lo habían dejado en una posición incómoda y, por primera vez, parecía sentir la gravedad de las circunstancias.

-Usted no comprende. Jamás puedes rechazar a un Villalba. Debe reconocer la influencia que tienen. Mire, no me siento orgulloso de lo que hice y de cómo le afectó a usted. Pero no me quedaba otra opción.

-Siempre existen alternativas, señor Juez.

A pesar de las explicaciones, mis acusaciones y las pruebas presentadas, el juez Martín parece inmutable en su postura. La tensión en la habitación es palpable, y sé que la lucha por la justicia no va a ser fácil.

Después de un incómodo silencio, el juez Martín finalmente responde.

-Entiendo sus preocupaciones, pero la justicia debe seguir su curso. Si tiene pruebas concretas, debería presentarlas ante las autoridades correspondientes.

Sus palabras son una clara indicación de que no está dispuesto a admitir ninguna culpa.

A pesar de la resistencia del juez Martín, estoy decidida a continuar luchando por la verdad y la justicia. Sé que el camino va a ser difícil, pero no me detendrá hasta que se haga justicia.

-¿Cuál es su próximo paso entonces? Usted ha mencionado que está aquí para buscar justicia por su cuenta. ¿Tiene la intención de presentar una denuncia en mi contra? Las pruebas que posee podrían ser cuestionadas fácilmente en un juicio con la asistencia de abogados competentes.

El juez Martín parece mantener su posición, insistiendo en que las pruebas son vulnerables en un juicio legal. Sin embargo, mi determinación sigue firme.

-En los 11 casos en los que Sergio Villalba enfrentó acusaciones, usted fue el juez instructor. Tres de estos casos involucraban a los agresores como menores, lo que significa que los delitos ya han prescrito. Sin embargo, todavía quedan 8 casos en los que deberá responder. Estos 8 casos se reabrirán, los cuales usted había sobreseído, sin que llegaran a juicio. No obstante, no será el juez a cargo de estos casos. Ya han sele ccionado a la jueza que instruirá los casos, y puedo asegurarle que sus protegidos no tendrán un buen desenlace. En esta ocasión, su influencia económica no les servirá de nada.

Cuando se lleven a cabo estos juicios, todas las irregularidades que usted cometió quedarán al descubierto. Tengo a los mejores abogados trabajando en estos casos y saben exactamente qué preguntas formular, tanto a los acusados como a los testigos y víctimas, para destacar sus acciones irregulares. En cuanto la fiscalía tome conocimiento, tomará medidas legales en su contra. Usted será inicialmente citado como testigo, pero terminará siendo imputado. No, señor juez, no necesito presentar una denuncia para que usted sea llevado ante la justicia.

A medida que continuamos la tensa conversación, el despacho se llena de un aire de desafío. El juez Martín ha perdido su actitud autoritaria y está claramente preocupado por el giro que está tomando la situación.

Me mantengo firme en mi posición, sabiendo que finalmente estoy dando un paso importante en la dirección correcta para obtener la justicia que tanto necesito y que merezco. Las palabras resuenan en la sala, como un ultimátum que puede cambiar el curso de mi vida.

El juez Martín no tiene más opción que enfrentarse a las consecuencias de sus acciones pasadas. Sabe que la verdad saldrá a la luz, y las irregularidades que había cometido en el pasado serán expuestas. Es el comienzo de un camino que espero llevará a una verdadera justicia.

-En su calidad de juez, ¿necesito detallar las implicaciones de lo que se avecina? ¿Ha calculado cuántos años pasará viviendo en una celda de diez metros cuadrados? Es posible que se tope con personas a las que usted mismo envió a prisión, y es poco probable que le tengan simpatía. ¿Cómo hará su familia para subsistir mientras usted cumple su condena? Además, cuando haya cumplido la condena, si llega a sobrevivir, será un anciano. ¿Puede imaginar cómo será su vida después de la prisión? Así que no sobrestime mi poder, señor juez, porque puedo hacer que su vida en la cárcel sea un infierno.

Tengo pruebas suficientes para llevar a cabo mi venganza y exponer todas sus acciones ilegales. Tendrá que responder ante la justicia, al igual que los demás implicados. La verdad saldrá a la luz, y estoy dispuesta a enfrentar las consecuencias de mis acciones para lograr la justicia que tanto tiempo me fue negada. La elección está en sus manos, pero le aseguro que no quedará impune.

-Por favor, indíqueme qué puedo hacer... Estoy dispuesto a hacer lo que sea necesario, pero no quiero acabar en la cárcel.

Ya lo tenía exactamente donde deseaba. Ahora, le asestaré el golpe final.

-En primer lugar, deje de mirarme las tetas. ¡Maldito depravado! Cómo yo me vista no le da el maldito derecho de mirarme como si fuera un objeto sexual. Si le vuelvo a pillar mirándome con esa mirada de depravado sexual, le advierto que enviaré sus huesos a la cárcel en un abrir y cerrar de ojos. No se pase de listo.

El juez Martín se queda momentáneamente sin palabras, sorprendido por mis comentarios amenazantes. Desde mi posición erguida y él sentado, tenía que alzar la cabeza para encontrarme con su mirada, pero continuamente se desviaba hacia mis senos de manera evidente. Desde ese ángulo, le resultaba complicado mantener mi mirada debido a estas dos distracciones en el camino. Pero había logrado cumplir mi objetivo de humillarlo. Es hora de volver a ponerme la chaqueta. Necesito que se concentre en lo que le diré y evite distraerse mirando inapropiadamente. Decido sentarme para igualar mi altura con la suya y ocultar mis senos con la chaqueta.

-Ahora, escuche atentamente, señor Juez. Estoy dispuesta a ofrecerle una salida a esta situación. No va a evitar la prisión, ha cometido delitos que han tenido consecuencias muy graves para otras personas. Esas víctimas también necesitan justicia y reparación. Y mis padres se revolverían en la tumba si no lo meto en prisión. Pero en sus manos está que ese tiempo en prisión sea menor y en mejores condiciones.

Como le dije anteriormente, siempre hay alternativas, siempre se puede tomar una decisión distinta. Colabore con la fiscalía, inculpándose y proporcionando información sobre todos los delitos que ha cometido y sobre sus cómplices, Don Pedro y Sergio Villalba. Si coopera plenamente, el fiscal estará dispuesto a considerar la posibilidad de reducir su pena. Pero tenga en cuenta que, si intenta ocultar algo o traicionarme, se enfrentará a las consecuencias más severas. La decisión está en sus manos, pero le aseguro que no tengo ningún problema en llevarlo a la ruina total si así lo decide. En estos momentos el Doctor Gómez está declarando ante el fiscal y la jueza que va instruir los casos, y será testigo en los juicios contra los Villalba. Los testimonios del Doctor Gómez y el suyo, señor juez, pueden ser esenciales para meter a los Villalba entre rejas por una larga temporada.

-Estoy preparado para hacer todo lo que usted solicite, señora Gracia.

-En realidad, es señora Brown. Ese es mi apellido de casada.

-Está bien, señora Brown.

-Relate todo al fiscal sin omitir detalles. Sea sincero y no oculte nada, porque detectaré si intenta engañarnos para evitar la prisión. Si intenta distorsionar la verdad, no habrá reducción de pena y tendrá que cumplir la condena completa. Le aseguro que tengo los medios para hacerlo. Piénselo detenidamente antes de intentarlo, señor Juez. Estamos vigilando todas sus acciones. Pero, antes de nada, debe devolver el dinero que le dio Don Pedro Villalba, lo ingresará en la cuenta de “M&J Foundation”, como una donación.

-Puede estar tranquila, le aseguro que voy a aprovechar esta oportunidad que me está dando. Y por el dinero, no he tocado nada de lo que me han dado, siempre me ha parecido dinero sucio. Lo ingresaré en la cuenta que me ha dicho, al menos tendrá un buen uso. Pero tengo una pregunta en mente: ¿Cree sinceramente que tiene el poder para llevar a prisión a Don Pedro Villalba y a su hijo? Ellos tienen numerosas conexiones y amistades en diversas instituciones. Incluso si se lograra una sentencia, nunca cumplirían tiempo en prisión; cuentan con abogados competentes y recurrirían una y otra vez hasta revocar la condena. ¿Quién es usted verdaderamente para atreverse a desafiarlos?

-Como mencioné anteriormente, mi nombre es Julia Gracia, o si lo prefiere, Julia Brown. Y también soy una víctima de los Villalba.

-Sí, ya me lo ha explicado, pero ¿qué autoridad o influencia posee para desafiar a los Villalba?

- No les tengo miedo. Voy a poder con ellos y los voy a destruir. Voy a liberar a la comarca de sus alimañas. Algo que tenía que haber hecho usted hace 13 años. ¿Quiere saber quién soy? Yo soy La Justicia, señor Juez.

-Comprendo perfectamente la situación y reconozco mi complicidad con los Villalba al colaborar con ellos. Sin embargo, debo confesarle algo que nunca antes he compartido con nadie. Estaba de guardia aquel día cuando recibí el auténtico informe médico de urgencias. En cuanto lo vi, no quedaron dudas de que se trataba de un claro caso de violación. Al día siguiente, cuando recibí la denuncia que interpuso en la Guardia Civil y ví que uno de los denunciados era un Villalba, temí que el juicio nunca llegaría a celebrarse. Fue entonces cuando Don Pedro Villalba y su hijo Sergio me visitaron esa misma tarde.

Me entregaron un informe de urgencias falsificado, elaborado por el mismo médico, y me indicaron que debía utilizar ese informe como prueba genuina. También me proporcionaron una copia del video que debía presentar en el momento adecuado y, prácticamente, escribieron el guion de cómo debía llevar a cabo el interrogatorio. En un principio, me resistí, pero ellos me amenazaron con arruinar mi carrera, sacar a la luz trapos sucios míos, incluso si tenían que inventarlos, y llegaron a amenazar a mi familia. El miedo a que cumplieran sus amenazas me llevó a aceptar y hacer todo lo que me pedían.

Entiendo que pueda pensar que tenía otras opciones, pero en todas ellas, mi familia y yo salíamos perjudicados. Además, en ese momento, no le conocía, y aunque su experiencia fue terrible, confiaba en que con el tiempo encontraría la manera de superarla. Siento mucho lo que le pasó, pero quiero que sepa que no tenía otra alternativa.

Lo que desconocía era que la historia se repetiría. Tiempo después, recibí otro caso de agresión sexual, con los mismos acusados, y nuevamente me presionaron para que cerrara el caso. Una vez más, rechacé su solicitud y les advertí que los denunciaría. Sin embargo, en ese momento, me mostraron un video en el que se me veía aceptar dinero de Don Pedro Villalba a cambio de haber cerrado tu caso. Y otra vez me encontré sin opciones. Luego siguieron llegando más casos, todos muy similares, y ya ni siquiera contemplaba la posibilidad de negarme.

-Me parece que está siendo honesto. Aprecio que haya compartido esta información conmigo. A pesar de todo, sigo creyendo que siempre existen alternativas antes que renunciar a nuestra dignidad.

-Pero la dignidad no llena el estómago.

-Pero alguien que pierde su dignidad, termina arrodillándose y, al final, solo recoge las migajas que su amo le arroja. La dignidad es una cualidad que te otorga valor como persona. Implica comportarse con responsabilidad, seriedad y respeto hacia uno mismo y hacia los demás. No debes permitir que te humillen o degraden en ninguna circunstancia. Puede que la venta de la dignidad parezca beneficiosa a corto plazo, pero a largo plazo, representa una degradación completa de la condición humana.

-Puede parecer una excusa, pero si yo no hubiera aceptado, otro habría ocupado mi lugar.

-Siempre existen alternativas, y creer que si uno no lo hace, otro lo hará, no es una justificación válida. Siguiendo ese pensamiento, nunca nos levantamos en protesta y terminamos siendo subyugados por aquellos en el poder.

Quiero que sepa que no busco venganza ni deseo arruinar su vida. Mi objetivo es llevar a los responsables ante la justicia y asegurarme de que esto no vuelva a suceder y garantizar que otras no sufran el mismo destino. Quiero que los Villalba paguen por sus delitos, y si colabora con la verdad, podrá redimirse en cierta medida. No puede cambiar el pasado, pero puede contribuir a hacer justicia en el presente y en el futuro. Es hora de cambiar el rumbo de esta historia. Piénselo bien y decida si estás dispuesto a dar un paso al frente y hacer lo correcto. Si decide aceptar mi oferta, vaya ahora mismo a la fiscalía a declarar, le están esperando.

Me pongo de pie y me voy sin decir adiós, ya no tengo nada más que hacer aquí. Mientras abro la puerta para dejar su oficina, el juez me llama.

-Señora Brown.

-¿Si?

-Gracias.

Salgo del despacho con la sensación de que en lugar de castigarlo, lo que he hecho es liberarlo.


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La historia de Julia continúa en:

Capítulo 32:
Por un puñado de dólares.

Julia, víctima de violación, se venga de su antiguo abogado, le obliga a enfrentar las consecuencias de sus actos y emprende un viaje personal para sanar las heridas del pasado.


 

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Bueno, pues sigue con su plan para que se haga justicia y no tengo dudas de que Padre e hijo como las alimañas que son acabarán en la cárcel.
Próximo objetivo, el abogado, que seguro que también fue sobornado por ese sinvergüenza de Villalba.
 
La verdad es que aunque toca la hora de la venganza, se echa de menos la presencia en el relato de Liam, aunque supongo que aparecerá cuando cumpla su venganza y ponga en funcionamiento el proyecto de ayuda a las víctimas de violencia de género que creo que va a hacer y creo que encabezado por Loisa.
 

tengo una pregunta en mente: ¿Cree sinceramente que tiene el poder para llevar a prisión a Don Pedro Villalba y a su hijo? Ellos tienen numerosas conexiones y amistades en diversas instituciones. Incluso si se lograra una sentencia, nunca cumplirían tiempo en prisión; cuentan con abogados competentes y recurrirían una y otra vez hasta revocar la condena. ¿Quién es usted verdaderamente para atreverse a desafiarlos?

-Como mencioné anteriormente, mi nombre es Julia Gracia, o si lo prefiere, Julia Brown. Y también soy una víctima de los Villalba.

-Sí, ya me lo ha explicado, pero ¿qué autoridad o influencia posee para desafiar a los Villalba?

- No les tengo miedo. Voy a poder con ellos y los voy a destruir. Voy a liberar a la comarca de sus alimañas. Algo que tenía que haber hecho usted hace 13 años. ¿Quiere saber quién soy? Yo soy La Justicia, señor Juez.

A lo que le pregunta el juez a Julia, es una respuesta muy fácil.
Ella tiene el poder y más para vengarse de los Villalba.
Y ese poder es gracias a ellos mismos, porque si no hubieran sobornando a nadie y hecho lo que hicieron Julia nunca hubiese decidido que la única forma de vengarse es siendo más poderosos que ellos y no solamente económicamente sino en todo aspectos.
Sergio y Pedro Villalba hicieron que Julia sea quien es ahora pasando por muchos problemas de autoestima y miedos a compartir con otros sobre todos hombres, pero también la hicieron que se convierta en una de las mujeres más poderosas de USA y de otros países en todo el mundo.
Los Villalba a su lado ahora no son nada, ella puede comprar a todos sus abogados y dejarlos sin defensa alguna, hacer que pierdan lo poco que les queda y que su nombre se venga a menos.
Julia poco a poco esta logrando la justicia que no tubo en su momento y que otras mujeres tampoco tubieron.
 
No sorprenda que Pedro Villalba haya hecho matar a su padre para que no ayude a Julia en su momento como les dijo ese día que los fue a visitar a Julia y sus padres.
En las investigaciones que se realicen terminará saliendo este tema y será una pena más para Pedro y Sergio Villalba.
 
Yo no creo o no quiero creer que Pedro Villalba sea tan monstruo como para matar a su propio Padre que era el único Villalba que merecía la pena, aunque en realidad los únicos Villalbas que son malas personas son Pedro y Sergio, porque Loisa ya le dijo a Julia en su momento que no se sentía orgullosa de ser una Villalba y de la Madre no sabemos nada.
En cualquier caso tampoco pongo la mano en el fuego por lo que comenta el compañero sea verdad.
En cualquier caso confío en que los dos acaben en la cárcel.
 
EL TALISMÁN. TERCERA PARTE. QUIERO VIVIR.


Capítulo 32. Por un puñado de dólares.

Calatayud.

Julio 2011.

Julia.


Voy a tener una última reunión con un abogado antes de dirigirme a Villalba del Conde. Al llegar al bufete, me encuentro con una puerta adornada con un cartel que reza: "RAÚL RODRÍGUEZ, ABOGADOS" y la invitación de "ENTRE SIN LLAMAR". Con seguridad, cruzo el umbral y me acerco a la recepción, donde una recepcionista amable me pregunta cómo puede ayudarme.

-Me gustaría saber dónde se encuentra el despacho de Raúl Rodríguez -respondo con cortesía.

-Por supuesto -me dice con una sonrisa-. Su oficina está justo al primer lado izquierdo en el pasillo. No obstante, debo advertirle que, si no tiene una cita previa, lamentablemente no podrá ser atendida en este momento.

-Ya verá que sí puede -le respondo con confianza.

Con determinación, me dirijo hacia la oficina del abogado y, en un acto de firmeza, entro sin necesidad de llamar a la puerta. A pesar de que la recepcionista intenta detenerme, haciéndome gestos de advertencia, continúo mi camino.

-Disculpe, no puede entrar sin una cita previa -me advierte la recepcionista con un tono firme.

Sin embargo, ya estoy dentro del despacho, sintiendo que la determinación me impulsa a seguir adelante. Con una sonrisa amigable, me acerco a la clienta que está sentada frente a Raúl Rodríguez y, con gentileza, le ofrezco mi mano para ayudarla a levantarse de la silla.

-Permítame ayudarle -digo con amabilidad, mientras la asisto a levantarse. Ella me mira con cara de asombro, sin entender nada.

-Lamento mucho la inconveniencia -digo con un tono formal y firme-, pero las circunstancias actuales no permiten que el señor Rodríguez continúe brindándole atención en este momento. De hecho, tengo una cita urgente con él y, honestamente, albergo serias dudas sobre su disponibilidad para atenderla en los próximos cinco años. Le recomendaría que comience a explorar otras opciones para satisfacer sus necesidades legales.

La clienta, visiblemente sorprendida y desconcertada por la situación, se levanta lentamente de su asiento. Su expresión revela asombro mientras recoge sus pertenencias y, sin decir palabra, se dirige hacia la puerta. El abogado, aún procesando lo que acaba de suceder, permanece perplejo, incapaz de comprender la súbita interrupción. Su rostro refleja una mezcla de confusión e incredulidad, como si estuviera intentando descifrar si aquello era una broma o algo más serio.

La recepcionista, que sigue esperando cerca de la entrada, observa expectante, claramente incómodo con el giro de los acontecimientos. Sus ojos van de la clienta al abogado, buscando alguna señal que le indique qué hacer. Mientras el caos empieza a desmoronarse a mi alrededor, aprovecho el momento de desconcierto general. Con un movimiento ágil, me acerco a la puerta del despacho y la cierro con cerrojo, asegurándome de que nadie más pueda entrar.

Afuera, escucho las protestas de la recepcionista, su voz insistente intentando abrir la puerta y llamar la atención del abogado, pero ya no hay vuelta atrás. Me encuentro sola en el despacho con Raúl Rodríguez, la confusión aún en el aire, pero el control de la situación ahora está en mis manos.

A pesar de las insistentes protestas de la recepcionista al otro lado, la puerta permanece firmemente cerrada con llave, aislando el despacho en un momento de aparente calma. Sin embargo, la tensión en el ambiente es palpable, con el abogado Raúl Rodríguez aún desconcertado, tratando de entender la situación que se desarrolla frente a él. Su rostro refleja una mezcla de sorpresa y frustración, mientras se inclina ligeramente hacia adelante en su silla, buscando respuestas.

-¿Podría decirme quién es usted y qué pretende hacer? -pregunta con un tono de creciente impaciencia-. ¿Bajo qué autoridad ha expulsado a mi clienta de mi despacho? Debe saber que es una persona de gran influencia en esta ciudad, y su intervención podría acarrearle serios problemas. No subestime las conexiones que tiene.

Miro al abogado con calma, reconociendo la advertencia en sus palabras pero sin mostrar señales de inquietud. Mido mis próximos movimientos con precisión.

-Soy plenamente consciente de quién es ella, señor Rodríguez -digo con serenidad-. La señora es nada menos que la esposa del Alcalde, y entiendo perfectamente el poder que eso conlleva. Permítame disculparme por mi falta de cortesía al entrar sin presentación. No ha sido mi intención causar una escena.

Mientras hablo, saco de mi bolso una tarjeta de presentación y la extiendo hacia él con un gesto elegante.

-Por favor, acepte mi tarjeta -le digo, dejando que mis palabras fluyan con una calma medida-. Quizás esto le aclare un poco la situación. Como verá, estoy aquí en representación de un asunto delicado y de gran urgencia. Es imperativo que discutamos ciertos temas que no pueden esperar.

El abogado toma la tarjeta con algo de duda, mirándome con recelo mientras sus dedos la acarician, y en ese instante, la balanza de poder en la sala comienza a inclinarse a mi favor.

-¿Julia G. Brown? ¿Usted es... pero no puede ser... es...? -balbucea el abogado, visiblemente desconcertado mientras sostiene la tarjeta en su mano, incapaz de procesar lo que tiene frente a él.

-Soy la fundadora y CEO de M&J Internacional -respondo con una calma medida, mis palabras firmes y calculadas-. ¿De verdad cree que la mujer que acaba de salir de aquí, por muy influyente que sea, tiene la capacidad de causarme algún tipo de problema?

El abogado, captando rápidamente el poder implícito en mis palabras, se recompone de inmediato. Su tono cambia drásticamente, ahora cargado de respeto y precaución.

-Entendido, por supuesto. No quise insinuar eso en absoluto -responde con nerviosismo, claramente intentando corregir su error-. Pero, por favor, señora Brown, tome asiento. Estoy seguro de que hay mucho de lo que debemos hablar. ¿Ha venido para tratar algún asunto de negocios, verdad?

Hace una pausa y, con una sonrisa forzada, añade:

-¿Le gustaría algo de beber? ¿Un café, tal vez? O si lo prefiere, puedo pedirle un té. Por favor, no dude en pedirme lo que desee; me aseguraré de que se lo sirvan de inmediato.

El abogado parece ansioso por complacer, mientras su mirada oscila entre mi tarjeta y mi rostro, claramente dándose cuenta de que está tratando con alguien de gran influencia. Yo, sin prisa, evalúo la situación, consciente de que el control de la conversación está completamente en mis manos.

-Permítame sugerir que nos relajemos, señor Rodríguez, y tengamos una conversación tranquila y reflexiva -digo con una sonrisa ligera, mientras miro alrededor del despacho-. Si no tiene inconvenientes, preferiría sentarme en su sillón. Considero que es lo más adecuado para nuestra charla.

El abogado asiente rápidamente, ansioso por complacer.

-Por supuesto, señora Brown. Siéntase donde se sienta más cómoda -responde con tono servicial, mientras sus ojos siguen cada uno de mis movimientos-. Quiero que sepa que la admiro profundamente. Estoy bien informado sobre todos sus logros y éxitos, y para mí es un honor absoluto que haya decidido visitarme. Sería un verdadero privilegio poder hacer negocios con usted.

Me siento lentamente en su sillón, cruzando las piernas con calma mientras lo miro fijamente, estudiando cada matiz de su expresión. La admiración y el nerviosismo se mezclan en su rostro. Sé perfectamente que tengo el control en este momento.

-Estoy segura de que llegaremos a un acuerdo cuando le exponga mi propuesta -digo con serenidad-. Después de todo, usted y yo ya tenemos una historia juntos, señor Rodríguez. Solo que, tal vez, no lo recuerde aún.

Mis palabras lo hacen fruncir el ceño, y noto que comienza a rebuscar en su memoria. La tensión crece en el aire, mientras el abogado intenta procesar esa última frase. La conversación ha tomado un matiz más personal, más profundo, y ahora sé que tengo su completa atención.

-No recuerdo haberme cruzado con usted en ningún momento -dice Raúl Rodríguez, frunciendo el ceño, intentando buscar en su memoria-. Y si eso hubiera sucedido, estoy seguro de que no lo habría olvidado.

-Es comprensible -respondo con una ligera sonrisa-. Las circunstancias eran bastante distintas en ese momento. Yo tenía apenas 16 años y usted acababa de graduarse de la universidad, aún no era una figura reconocida. Sin embargo, he seguido su carrera y he constatado que se ha convertido en un abogado exitoso. Enhorabuena, señor Rodríguez.

Sus ojos se iluminan momentáneamente ante el cumplido, pero la intensidad en mi tono no pasa desapercibida. Hago una pausa, estudiando su reacción antes de continuar.

-Soy consciente de que entre sus clientes se encuentran algunas de las figuras más prominentes de la comarca. Pero también sé que, a cambio de honorarios excesivos, usted les asiste en la evasión de impuestos y en el proceso de lavado de dinero.

El abogado suelta una risa nerviosa, tratando de restarle importancia a la acusación.

-Es el mundo de los negocios, señora Brown. Usted, más que nadie, debe comprenderlo. Todos encontramos nuestras formas de sobrevivir en este entorno competitivo.

Me inclino hacia adelante en el sillón, dejando que mis palabras corten el aire con frialdad.

-No me compare con alguien corrupto como usted -digo con una firmeza que lo obliga a mantener la mirada-. Soy honesta con mis clientes, y ellos son igualmente honestos conmigo. No trabajo con individuos corruptos ni con defraudadores. Siempre he dirigido mis negocios de manera legal y transparente. Cumplimos con nuestras obligaciones fiscales en todos los países donde operamos y destinamos una parte significativa de nuestros beneficios para financiar proyectos humanitarios a través de la M&J Foundation.

El abogado se remueve en su asiento, ahora incómodo bajo la intensidad de mis palabras. Cada vez parece más claro que no podrá salirse fácilmente de esta situación.

-No me equipare con usted, señor Rodríguez -continúo, en tono implacable-. Individuos como usted y aquellos que comparten su ética son parásitos que deben ser erradicados. Esa es, de hecho, la razón fundamental de mi visita.

La expresión de Rodríguez cambia de confusión a preocupación. Ahora comprende que la naturaleza de nuestra reunión es mucho más seria de lo que esperaba, y que sus prácticas podrían estar a punto de enfrentarse a una fuerza que no puede controlar.

-Me desconcierta, señora Brown. ¿A qué se refiere con llamarme un parásito?

-Hablemos directamente del tema. Como mencioné anteriormente, nos encontramos cuando yo tenía 16 años, aunque en ese momento me llamaba Julia Gracia. Asistía a la citación en los tribunales para responder a las preguntas del juez. Yo era la persona que presentó la denuncia en un caso de agresión sexual, y usted era mi abogado. Nos conocimos en esa ocasión, y a pesar de que se suponía que estaba allí para buscar justicia en mi nombre, la realidad es que ya trabajaba para los Villalba. Lo que hizo conmigo fue por orden de Don Pedro Villalba. Siguió las instrucciones que le proporcionaron y recibió una remuneración significativa por sus servicios. Ni siquiera evitó que el juez proyectara ese maldito video frente a mis padres. Usted tenía conocimiento de su ilegalidad y no tomó medidas para evitar que pasara por esa humillación. Gracias a esos fondos y a los clientes de alto poder adquisitivo que Don Villalba le facilitó, logró establecer su propio despacho de abogados. En tan solo unos años, ha logrado forjar una reputación sólida, e incluso personas de fuera de la comarca vienen a consultarle en busca de asistencia para evadir impuestos.

Toda esta situación se desencadenó debido a su negligencia en cumplir con su deber como mi abogado. Además, la repitió con otras chicas a lo largo de un período de 13 años. Estoy plenamente al tanto de su historial, señor Rodríguez, y es evidente que su éxito se ha construido a expensas de víctimas de agresión sexual. Yo fui simplemente la primera, pero detrás de mí llegaron otras, mientras usted se continuaba lucrando y la cadena de violaciones seguía dejando tras de sí a una víctima tras otra. Y todo esto, por un puñado de dólares. Dígame, señor Rodríguez, ¿puede conciliar el sueño por las noches, sabiendo que tantas jóvenes han sido agredidas por aquellos a quienes usted respalda?

-La vida puede ser inmisericorde, señora Brown, y aquí la norma es que debes adaptarte o ser devorado. Y ocasionalmente, surgen consecuencias no deseadas. Supongo que es bastante consciente de ello. ¿A cuántos ha dejado atrás para llegar a donde se encuentra? Porque tengo mis dudas acerca de la legitimidad de todos sus negocios.

-Le sugiero que no hable de cuántas personas he dejado atrás, porque bien podría ser que usted sea la primera en esa lista. Tenga precaución con las acusaciones que hace, a menos que quiera que lo envíe a prisión en este mismo momento.

- Sin embargo, usted no tiene la capacidad de... llevar a cabo esto...

-No subestime mi poder, señor Rodríguez. Para su conocimiento, existe una orden de arresto en su contra que se ejecutará en cuestión de minutos.

Justo en ese instante, comienzan a escucharse las sirenas de la policía acercándose a nuestra ubicación.

-¿Puede oírlas? Vienen a por usted. Y si tiene alguna duda, solo tiene que mirar por la ventana para comprobar que no miento.

Nos acercamos a mirar por la ventana. En ese preciso momento, tres vehículos de la UDEF (Unidad de Delincuencia Económica y Fiscal) avanzan por la calle con luces y sirenas , dirigiéndose hacia el edificio que alberga el despacho.

-¿Me cree ahora? Pero cálmese, todavía esperarán un momento antes de subir. Sin embargo, tendrá que tomar una decisión rápidamente.

-¿Decisión? ¿A qué se refiere con que tengo que tomar una decisión?

-Usted se enfrenta a una serie de delitos que, en conjunto, requerirían más de una vida para cumplir todas las condenas. Francamente, hemos contemplado seriamente esa alternativa, pero después de exhaustivas deliberaciones, hemos decidido brindarle una oportunidad.

-¿Pero a qué se refiere? ¿Quiénes son ustedes?

-Yo presido mi propio tribunal, Señor Rodríguez, y ha sido muy difícil valorar su caso. Está en una situación muy complicada. Mire, tiene la opción de pasar el resto de su vida en prisión o realizar trabajo comunitario durante cinco años. Existe un vecindario donde terminan todos los marginados de la sociedad, aquellos a quienes usted se refiere como "consecuencias no deseadas", o “daños colaterales de la ambición”. Este vecindario se encuentra en Madrid.

Esta barriada la hemos llamado "Nueva Esperanza" y está compuesta por personas que han tenido dificultades en la vida y que buscan una segunda oportunidad para reintegrarse a la sociedad. Los habitantes tienen diferentes orígenes. Entre ellos, hay inmigrantes indocumentados, algunos menores de edad. Hay familias que de repente se han quedado sin trabajo y sin vivienda debido a los desahucios realizados por los bancos, con la asistencia de la policía. También hay personas con problemas de adicción a las drogas, quienes han llegado al punto en el que sus propias familias ya no los reconocen. Residen en chabolas o viviendas deficientemente construidas, careciendo de servicios básicos como electricidad, agua potable, higiene y atención médica, lo que los deja sin esperanza. Los habitantes de "Nueva Esperanza" están ansiosos por recibir apoyo y asistencia para mejorar sus condiciones de vida.

Si se decide por el trabajo comunitario, tendrá la oportunidad de trabajar en proyectos destinados a proporcionarles un mejor acceso a servicios básicos, educación y atención médica. Además, colaboraría en programas de rehabilitación y reinserción para aquellos con problemas de adicción.

M&J Foundation ha construido un albergue para los voluntarios que se dedican a mejorar la vida de la gente en el vecindario. Ya han puesto en marcha un consultorio médico que opera gracias al trabajo de voluntarios. Además, han establecido una cocina con capacidad para alimentar a 100 personas diariamente, aunque lamentablemente aún no es suficiente. Están evaluando la opción de ampliar tanto la cocina como el comedor.

Si acepta mi oferta, tendrá la oportunidad de contribuir a estas iniciativas y marcar una diferencia real en la vida de esas personas necesitadas. Este es un camino para demostrar su voluntad de enmendar el pasado y contribuir al bienestar de quienes se encuentran en una situación desfavorecida. La elección es suya, señor Rodríguez. Puede optar por pasar el resto de su vida en prisión o tomar la oportunidad de marcar una diferencia positiva en la vida de estos individuos y, tal vez, encontrar su propia redención.

-¿Y cuál sería mi papel en ese lugar?

-Como mencioné antes, este vecindario enfrenta carencias significativas, siendo la justicia uno de los aspectos que más necesita. Las personas en este lugar se encuentran indefensas frente a los abusos policiales y a las acciones ilegales de las grandes compañías eléctricas que cortan el suministro eléctrico de manera injusta. A esto se suman las visitas constantes de bandas de narcotraficantes que intentan establecer narco pisos en la zona. Los políticos solo aparecen para hacer promesas en campaña y luego desaparecen sin cumplirlas.

Su tarea será usar la ley como una herramienta para proteger a estas personas marginadas de los abusos por parte de las autoridades y las grandes empresas, y para evitar, mediante todos los medios legales a su disposición, que este lugar se convierta en un mercado de drogas de cualquier tipo. Deberá mantener un alto nivel de precaución, ya que los traficantes no dudarán en tomar represalias y, además, cuentan con la complicidad de numerosos agentes de policía a sueldo. Por supuesto, no les cobrará ni un euro por sus servicios. Si decide aceptar esta tarea, se convertirá en un verdadero héroe para estas personas y para toda la sociedad, aunque nadie puede garantizarle que sobreviva. Sin embargo, siempre tiene la opción de elegir la alternativa A, que en estos momentos están subiendo por las escaleras.

-Pero, ¿cómo me mantendré económicamente si no obtengo ingresos por mi trabajo?

-Se alojará en el albergue, junto a otros cooperantes. Recibirá un buen salario, tal vez no comparable a lo que gana ahora, pero será suficiente para vivir dignamente, aunque con menos lujos. M&J Foundation se encargará de pagarle su sueldo durante cinco años. Si cumplimenta su misión de manera adecuada, al final de esos cinco años podrá regresar a ejercer como abogado, siempre y cuando lo haga dentro de los límites de la legalidad. Le advierto que no intente engañarme, pues estará siendo vigilado constantemente.

-Lo que me ofrece es un trato imposible de aceptar. ¿Cree que puedo elegir entre ir a la cárcel o arriesgar mi vida en un barrio problemático? ¿De verdad cree que puede forzarme a hacer esto? No, señora Brown, o cualquiera que sea su verdadera identidad, no aceptaré su oferta. Tengo un conocimiento sólido de las leyes y estoy seguro de que puedo preparar una defensa efectiva. Puede estar segura de que no seré encarcelado.
Escuchamos ruidos y gritos provenientes del exterior de la oficina.

-Bien, pues si ya ha tomado su decisión, le deseo que tenga suerte.

Un fuerte golpe resuena en la puerta del despacho.

-¡GUARDAI CIVIL! ABRA LA PUERTA O LA ECHAREMOS ABAJO.

El abogado está completamente paralizado, incapaz de hablar o de pensar con claridad. La puerta se abre bruscamente con un impacto contundente, ya que han forzado el cerrojo con una fuerte patada.

-Permanezcan en sus posiciones y retiren las manos de la mesa. No toquen nada, mantengan todo tal como está. ¿Es usted Raúl Rodríguez? Queda usted detenido por varios delitos de fraude fiscal.

-Mi trabajo aquí ha terminado. Adiós, señor Rodríguez. Quién sabe, tal vez vaya a hacerle una visita a la prisión.

Me retiro y me encamino hacia la puerta, que ahora yace en el suelo. Los agentes comienzan a leerle sus derechos y desconectan la computadora para confiscar la unidad central (CPU).

- Le informo que tiene el derecho de mantenerse en silencio...

-Por favor, señora Brown, deténgase, acepto su propuesta. Pero le ruego que haga algo.

-Espere oficial.

-¿Quién es usted?

-Soy Julia Brown, y antes de seguir, tenemos que hablar con su superior.

-No tengo ninguna orden contra usted, así que déjeme hacer mi trabajo o la tendré que detener por desacato a un agente de la ley y obstrucción a la justicia…

Pero yo ya he efectuado mi llamada y estoy manteniendo una conversación con la otra persona al otro lado de la línea.

-Sí Comandante, la persona está dispuesta a llevar a cabo los cinco años de trabajo comunitario. Se muestra emocionado por comenzar. No creo que sea necesario llevar a cabo la orden. Permítame ponerle en contacto con el oficial a cargo.

Le paso el teléfono al oficial.

-Su comandante está al teléfono, será mejor que lo escuche.

-Sí, mi comandante.

-………..

-De acuerdo, mi comandante, como usted ordene. Dejamos la detención en suspenso hasta recibir nuevas instrucciones. A sus órdenes mi comandante.

El oficial me devuelve el teléfono.

Los agentes le quitan las esposas a Raúl y se van sin despedirse tan rápido como han venido. El abogado observa cómo se retiran los agentes de la puerta, guardando las esposas y la orden de arresto. Por un momento, queda en silencio, asimilando lo que acaba de ocurrir.

Desde la ventana, podemos observar cómo los agentes se suben a sus vehículos y se alejan del lugar, esta vez sin sirenas. La acción ha despertado cierta expectación en la calle, y se ha congregado gente curiosa que ya está dispersándose.

Por un momento, la tensión se disipa en el despacho, pero el abogado Raúl Rodríguez sigue aturdido por el giro de los acontecimientos.

-Ha tomado una decisión sabia, Señor Rodríguez.

-¿Qué ocurrirá ahora?

-Como puede comprobar, yo cumplo con mis compromisos. Ahora le corresponde a usted cumplir con los suyos. En primer lugar, deberá devolver todo el dinero que recibió de Don Pedro Villalba a cambio de no defender a esas chicas. No obstante, antes de realizar el reembolso, deberá acudir de inmediato a la fiscalía hoy mismo y declararse culpable de deslealtad profesional en todos los casos en los que actuó como abogado de las víctimas. Asimismo, se ofrecerá como testigo en los juicios que se celebren contra los Villalba. No debe ocultar nada, señor Rodríguez. Cuente todos los detalles, y así podrá librarse de los cargos de fraude fiscal. No obstante, le aconsejo que sea honesto, ya que, si intenta traicionarme, volveré a activar esa orden y nadie podrá impedirlo.

Una vez realice la transferencia de fondos a la cuenta de M&J Foundation y brinde su declaración ante el fiscal, un vehículo de la fundación, le irá a buscar a su casa dentro de 48 horas. Si cumple con estos requisitos, estará listo para iniciar su labor en la barriada "Nueva Esperanza" cuanto antes. Esta es su oportunidad de redimirse y contribuir al bienestar de una comunidad que requiere desesperadamente ayuda. Aunque permaneceremos vigilantes, confiamos en que tomará en serio esta oportunidad para corregir sus acciones pasadas y trabajar en beneficio de quienes más lo necesitan. Adiós, señor Rodríguez, espero que no nos volvamos a ver, porque eso significaría que no ha cumplido el trato.

Dejo la oficina sin aguardar su despedida. Me dirijo al Mesón de la Dolores, un edificio hostelero histórico y reconocido, ya que es la hora de la comida. En el camino, me pongo en contacto con mi equipo en Madrid.

-¡Felicidades a todos! Están realizando un trabajo fenomenal. El operativo policial fue verdaderamente asombroso. Es increíble, ¡incluso casi me convencen cuando estuvieron a punto de arrestarme! Ja ja ja.

-Son artistas excepcionales, Julia, verdaderos profesionales. Su talento y habilidad para interpretar personajes son evidentes, como seguramente has podido notar.

-Sí, soy consciente de que eran actores contratados, pero realizaron su papel de manera excepcional y resultaron realmente persuasivos. ¿Y de qué forma obtuvieron los vehículos y los uniformes?

-Es todo materia de películas. Concretamente atreezzo.

-¿Atrezzo? ¿También los vehículos? La verdad es que parecían extremadamente auténticos. Si hubiera decidido la opción A, nos habría complicado las cosas.

-Me alegro que todo haya salido bien, Julia.

-Estoy sumamente satisfecha con la labor que han llevado a cabo. Por favor, transmitan mis felicitaciones a todos los que participaron y tengan en mente que necesitaré de sus servicios nuevamente. Asegúrense de que estén preparados. Continuamos avanzando siguiendo nuestra hoja de ruta, y hasta ahora, todo se desarrolla conforme a lo planeado.

Llego a Villalba del Conde en poco más de media hora después de salir de Calatayud. Regreso a mi lugar de nacimiento, al mismo sitio al que nos expulsaron hace 13 años, a pesar de la promesa que hice de no volver nunca. Sin embargo, tras la trágica muerte de mis padres en el accidente, hice un juramento de venganza y ese juramento me llevaba de regreso.

Me alojo en el castillo-palacio de los Condes de Villalba, un majestuoso edificio que ha sido restaurado y transformado. Una parte del castillo ahora funciona como una hospedería para los visitantes, mientras que el resto se ha convertido en un lugar de interés turístico. Después de registrarme y recibir la llave de mi habitación, decido dar un paseo por el pueblo. Cambio mi vestimenta a un atuendo más informal. Paseo por sus calles como si fuera una simple turista, recorriendo los lugares que marcaron mi infancia.

Después de tanto tiempo, el paisaje de Villalba sigue siendo tan familiar como desconocido. Calles que alguna vez recorrí en mi infancia, ahora me miran con indiferencia. La gente pasa por mi lado sin reconocerme, y eso es algo que agradezco.

Me paro frente a la casa palacio de los Villalba, un edificio del siglo XVIII. En la fachada, aún permanece el escudo heráldico de la familia. Esta es la morada de Don Pedro Villalba, el hombre al que juro enfrentarme y derrotar. El hombre que arruinó la vida de mi familia.

Llego a la casa que en su día perteneció a mis padres y que, por elección, nunca quise vender. No tenía intención de deshacerme de ella. Esa casa fue construida por mis abuelos con sus propias manos. Fue el lugar de nacimiento de mi padre y donde también nací yo. Era el único vínculo tangible con mis raíces familiares, y no deseaba desprenderme de ella. Ese lugar fue el único donde había experimentado la felicidad. Fue mi refugio, mi baluarte; en ese lugar, me sentía segura y protegida por mis padres. Sin embargo, incluso ese refugio dejó de ser seguro, y nos vimos obligados a abandonarlo.

En la fachada, a pesar del desgaste de la pintura, todavía se pueden apreciar los vestigios del asedio. Los mensajes que me insultaban y me instaban a marcharme del pueblo bajo amenazas, permanecían legibles. La ventana de la cocina aún mostraba el cristal roto por la piedra que sirvió como último aviso, el que finalmente nos convenció de que debíamos abandonar nuestro hogar. Habría deseado ingresar, ya que aún poseo la llave, pero han instalado una reja con candados que me impide el paso. Debería investigar sobre el tema.

Me alejo de la casa con una mezcla de sentimientos encontrados. Continúo mi paseo por el pueblo, visitando lugares que solían ser familiares pero que ahora parecen extraños. La vida ha seguido su curso en mi ausencia, y el pueblo ha cambiado de muchas maneras. A pesar de todo, siento que estoy en el camino correcto, que estoy cumpliendo mi promesa de venganza y justicia. La casa puede estar cerrada, pero mi determinación está más firme que nunca.

Continúo mi paseo, dirigiéndome hacia el Colegio Condes de Villalba. En el camino, paso por La Peña, un lugar lleno de recuerdos dolorosos. Hoy, La Peña está cerrada y se nota que ha pasado mucho tiempo desde entonces. Lo mismo sucede con el bar donde tuve mi cita con Ángel, donde todo empezó. También permanece cerrado. ¿Será una simple coincidencia?

Sigo mi recorrido por el pueblo, visitando lugares que alguna vez fueron parte importante de mi vida. A pesar de los cambios, estos sitios siguen llenos de recuerdos que me hacen reflexionar sobre mi pasado y sobre la razón de mi regreso a este lugar que prometí no volver a pisar.

El colegio me hace revivir los recuerdos de esos años de acoso, cuando Elena y sus amigas, junto con otros que se unieron, convirtieron mi vida en una pesadilla. Mientras recorro las calles de Villalba del Conde, me embargan los recuerdos de ese acoso escolar, pero a pesar de estos recuerdos dolorosos, estoy decidida a enfrentarme a mi pasado. Mi paseo por el pueblo ha sacado a la luz estos recuerdos, pero era necesario para expulsar los demonios que me han atormentado durante tantos años.

Regreso a la hospedería para cenar. Tras cenar y encontrarme en mi habitación, me comunico con Liam y las Chicas, para informarles de todo lo que he hecho desde que salí de la casa de Luis y Pilar esta mañana.

.

-¿Entonces, les has permitido irse en libertad? Todas pensábamos que planeabas enviarlos a la cárcel. Según lo que mencionas, consideras que tanto el médico, el juez como el abogado tenían cierto grado de responsabilidad en la muerte de tus padres y en que Sergio y sus amigos continuaran en libertad.

-Así es, Isabella, como ya os mencioné, decidí renunciar a la búsqueda de venganza y, en su lugar, estoy enfocada en promover una justicia constructiva. Cada uno enfrentará las consecuencias de sus acciones de manera única. En estas tres situaciones, creímos que se les debía brindar la oportunidad de enmendar sus acciones mediante un servicio a la sociedad. Después de transcurrir esos cinco años, se convertirían en individuos distintos, habrían experimentado un cambio profundo y estarían en condiciones de desempeñar sus roles con una mentalidad renovada, orientada hacia el bienestar de las personas en lugar de buscar beneficios personales. Pero todos ellos comparten una característica en común: ninguno regresará a la comarca. Esta redención conlleva un destierro permanente. En cualquier caso, si aprovechan ese período de cinco años, podríamos contar con profesionales que contribuirán de manera significativa al bienestar de la sociedad. Sin embargo, si no logran cambiar, siempre existe la posibilidad de que enfrenten un juicio y sean condenados a prisión, pero la decisión final recae en ellos.

Ese es mi enfoque de justicia constructiva, en oposición a la venganza y a la prisión, donde la rehabilitación parece inalcanzable. Creo que el doctor Gómez responderá positivamente a esta oportunidad de redimirse. Así como el juez Martín. En su caso, no pudimos evitar que pase un tiempo en prisión, lo cual considero que merece. No obstante, creo que le beneficiará, y tengo confianza en que, cuando recupere su libertad, se convertirá en un juez íntegro y justo. Tenemos ciertas dudas sobre si el abogado cumplirá los cinco años completos o si intentará obtener su liberación antes de tiempo. Vamos a mantener una vigilancia más estricta sobre él, ya que no confiamos del todo en sus intenciones.

-Julia, ¿por qué no nos has compartido más detalles de tu plan? No sabemos nada acerca de sus aspectos específicos.

-No quiero que os sintáis excluidas de este plan. Pero he preferido contar con un equipo de profesionales que no tuvieran ninguna relación de amistad o sentimental conmigo. Creo que así han podido analizar la situación de una manera más imparcial y planificar mejor la hoja de ruta. Aunque siempre han contado con mis sugerencias y recomendaciones. Y hasta ahora, el plan está funcionando a la perfección. Espero que entendáis mi decisión. Os mantendré informadas sobre el desarrollo del plan a medida que se vaya produciendo.

-Julia, ¿Has llegado a una conclusión acerca de Loísa?

-Sé que debo entablar una conversación con ella. La hoja de ruta contempla un encuentro con ella, aunque debo revisar mis planes y reevaluar todo. Os prometí que la escucharía antes, y cumpliré mi promesa. Yo también necesito que me aclare las dudas, y espero que no me mienta, porque sabré identificarlo.

-¿Has experimentado alguna vez una mentira de parte de Loísa?

-En realidad, no, nunca lo hizo. Pero, ya sabes, cuando un hombre se interpone...

-Julia, necesito que comprendas que esta situación es compleja y delicada. Estás lidiando con eventos y personas que están profundamente arraigados en tu pasado, y tomar decisiones apresuradas podría complicar las cosas. Mi sugerencia es que te tomes tu tiempo para hablar con Loísa y escuchar su versión de los acontecimientos antes de tomar una decisión definitiva. Solo a través de una conversación abierta y honesta podrás obtener la claridad que necesitas para avanzar.

-Esta mañana, antes de dirigirme de Zaragoza a Calatayud, pasé por el cementerio. Loísa se encontraba ante la lápida de mis padres, la cual cuidaba y decoraba con flores frescas.

-Vaya, menuda sorpresa te habrás llevado, ¿no? ¿Lograste conversar con ella?

-No, ni siquiera me vio, y la verdad es que ese no era el momento ni el lugar adecuado. Ya sabía que estaría allí, así que no fue una sorpresa. Ella visita el cementerio cada mes en el mis día del accidente.

-Eso no nos lo habías revelado antes, Julia. Entonces, al organizar el viaje, lo programaste para coincidir con su visita al cementerio, ¿verdad?

-Exacto, deseaba encontrármela antes de tener que enfrentarla en Villalba.

.Julia, por favor, no me ocultes nada. Cuéntame todo lo que has sentido. ¿Te gustaría que tengamos una sesión privada?

-No, Lola, prefiero que sea una charla de amigos y que cualquiera pueda participar. Para ser sincera, fue una amalgama de emociones encontradas. Cuando la vi, mi primer instinto fue acercarme y abrazarla como un gesto de perdón. Sin embargo, al siguiente momento, lo que realmente quería era confrontarla y reprocharle su traición. Me sorprendía incluso a mí misma por los oscuros pensamientos que cruzaban mi mente. Al final, no actué conforme a esas ideas; simplemente la observé hasta que se fue. Pasó junto a mí sin reconocerme. Antes de partir, la vi hablando frente a la lápida, como si estuviera rezando. Pero Loísa no era creyente, o al menos no lo era antes.

-¿Y eso no te genera ninguna reflexión, Julia?

-Pues no, Lola. No entiendo por qué visita la tumba de mis padres cada mes, y supongo que lo lleva haciendo durante mucho tiempo. No sé por qué conversa con ellos ni qué les dice. ¿Quizás se siente en parte responsable del accidente y busca perdonarse a sí misma de esa manera?

-Como siempre te he dicho, Julia, mi impresión es la misma. En relación a la parte de tu historia en la que hablas de la traición de Loísa y Ángel, parece haber algunas inconsistencias. Ten en cuenta que Loísa te buscó con gran interés y, además, visita regularmente la tumba de tus padres. Esto podría indicar que Loísa no te traicionó.

Si ella te buscó con tanto interés, es probable que quisiera que escucharas la verdad y que no quería perderte. Además, es posible que haya desarrollado un afecto especial por tus padres. No en vano pasaba todas las tardes en tu casa, y tu madre solía preparar merienda para las dos. ¿Has considerado la posibilidad de que haya llegado a cogerles cariño a tus padres y que haya sentido su muerte como una pérdida personal? Es comprensible que les rinda homenaje cada mes, como a alguien a quien apreciaba y ya no está presente.

-No había reflexionado sobre ello de esa manera. ¿Y por qué habla con ellos, y qué les dice?

-Ella se comunica con ellos de la misma manera en que tú lo haces cuando estás frente a su lápida. Es probable que les cuente lo que sucede en el pueblo o comparta cosas de su vida. Todo esto, Julia, lo descubrirás cuando tengas esa conversación con ella.

-Sí, tienes razón. Será mejor que no me obsesione con ello hasta que llegue el momento.

Nos despedimos hasta el día siguiente y me quedo a solas con Liam.

-¿Te encuentras bien, Julia? Pareces un poco afectada.

-Estoy bien, Liam. Pero ver a Loísa me hizo revivir muchos recuerdos de lo que compartimos juntas, lo cual, naturalmente, me afecta. Además, al pasear de nuevo por el pueblo, reviví momentos desagradables y dolorosos. Debo admitir que también te he echado mucho de menos. Cuánto desearía que estuvieras a mi lado en este momento.

-Estoy orgulloso de ti por tener la valentía de enfrentar tus miedos y recuerdos dolorosos. Sé que es difícil, pero estoy seguro de que saldrás más fuerte de esta experiencia. Y si me necesitas puedo coger un jet privado y estar ahí en 24 horas.

-No hace falta, Liam, no te preocupes, estaré bien. Pero te seguiré echando de menos.

Continuamos conversando mientras Liam comparte las actualizaciones sobre los proyectos en los que está trabajando. En ocasiones, tengo la impresión de que Liam se encuentra en una posición de subordinado informando a su superiora. Sin embargo, para mí, Liam no es mi empleado; es el amor de mi vida, es mi compañero, mi apoyo constante y mi socio en nuestra aventura de vida. Lo considero mi igual y no deseo que se sienta como si fuera mi subordinado.



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Sigue la historia de julia en:

Capítulo 33. Sola ante el peligro.

Julia, una persona compleja y determinada, se enfrenta a un entorno hostil y a relaciones personales fracturadas. La trama se centra en la lucha por el poder, la búsqueda de la verdad y las consecuencias de las acciones del pasado.

Julia.jpegJulia en el bufete de abogados.jpegJulia con el abogado.jpegPoderoso caballero es don dinero.jpeg

 
EL TALISMÁN. TERCERA PARTE. ¡QUIERO VIVIR!


Capítulo 33: Sola ante el peligro.

Villalba del conde.

Julio 2011.

Julia.


Tomo el desayuno en la suite de la hospedería, al mismo tiempo que me pongo en contacto con el equipo de Madrid para repasar los detalles de la reunión de hoy. Opto por un atuendo discreto para esta entrevista, compuesto por un pantalón beige, una blusa celeste con solo dos botones desabrochados y una americana azul marino. Completo el conjunto con unos botines de piel marrones. Para esta ocasión prescindo de maquillaje y sujetador, ya que me he acostumbrado a prescindir de este último. Siempre llevo puesto el colgante que representan a mis padres, no me lo quito ni para dormir. Este pequeño recordatorio de mis padres me conecta con mis raíces y me brinda fuerza en momentos cruciales.

Al salir, me recibe un día claro y sereno, brindando una agradable sensación de frescura. Me encamino hacia el encuentro con mis enemigos, la razón principal que me ha llevado de vuelta a mi pueblo. Continúo repasando en mi mente los aspectos fundamentales de la reunión mientras me dirijo hacia el lugar acordado.

Ingreso al recinto de la fábrica de calzados, y conduzco hacia la entrada principal. Sin embargo, me detengo unos metros antes, ya que acabo de ver que hay una tienda que vende al público el calzado producido en la fábrica.

Ingreso a la tienda y adquiero al azar un par de zapatos para hombre. Regreso al Audi y me detengo unos metros más adelante, justo en la entrada principal. A medida que entro al edificio, me encuentro con la sorpresa de la inesperada calma que siento. Este momento sereno me proporciona la confianza necesaria para abordar cualquier desafío que se presente durante la entrevista. Aunque mi apariencia como CEO puede ser poco convencional, confío en que mi autenticidad y preparación se expresarán por sí solas. Me encuentro preparada para afrontar cualquier desafío con determinación y elegancia. Una joven en recepción me da la bienvenida con un saludo.

-Buenos días, ¿en qué puedo ayudarle? Quisiera señalarle que en este momento no estamos aceptando currículums, ya que nuestro equipo está completo.

-Comprendo. En realidad, me alegra saberlo, ya que no estoy buscando empleo. Soy Julia Brown, y están esperándome.

-¿Señora Brown? Sin embargo, estábamos esperando al señor... Disculpe, disculpe. Voy a avisarles que ya ha llegado.

-No se moleste, prefiero darles una sorpresa.

-Entiendo, lamento tener que hacerlo, señorita, pero es mi responsabilidad informarles.

-Verá usted, "jovencita", seré la próxima propietaria de esta empresa. Si desea conservar su puesto de trabajo, más le vale colgar el teléfono de inmediato. Además, soy la señora Brown, no señorita.

-Por supuesto, disculpe, señora Brown. Lamento mi error. Puede pasar. ¿Le gustaría que la acompañe?

-No es necesario, conozco el camino. Gracias.

He visitado esta empresa en innumerables ocasiones durante la época en que mi padre trabajaba aquí. Solía llevarle comida cuando se quedaba a trabajar más horas. Estoy familiarizada con la ruta hacia el despacho de Don Pedro Villalba.

Entro en el despacho sin anunciar mi presencia y observo la escena. En la mesa de reuniones, Don Pedro Villalba está sentado con Sergio Villalba a su derecha. Loísa se encuentra a la izquierda de Don Pedro ¿Cómo es que Loísa está presente aquí? Eso no estaba dentro de nuestros planes. En este momento, desconozco cómo esta variable no contemplada afectará nuestra planificación. Existe una cuarta persona que no conozco personalmente, pero sí sabía que estaría presente. Sergio se aproxima a mí.

A medida que Sergio se acerca, su mirada revela sorpresa ante mi presencia. Siento un escalofrío al verlo acercarse y me pongo en alerta. La tensión en la sala es palpable, y observo atentamente las reacciones de cada persona en la habitación.

-¡Un momento, espera! ¿Quién eres tú y que haces aquí? Estamos esperando a alguien importante. Si tienes algún asunto, dirígete a la recepcionista y no nos molestes. Te sugiero que te vayas y no vuelvas a interrumpir.

-Soy precisamente la persona importante que están esperando, y es usted el que me está molestando.

-¡Oye, no te atrevas a contradecirme! Estamos esperando al señor Brown. ¿Te crees que estás en tu casa o algo así? Mejor deja de corregirme y ocúpate de algo útil, si es que sabes hacer algo.

-Soy Julia Brown, y tengo una cita con Don Pedro Villalba.

-¿Qué? ¿Una mujer? Pero aquí esperamos a un hombre, no sé a qué coño estás jugando, pero…

-Usted está equivocado. Soy la señora Brown. ¿Tiene algún problema en hablar de negocios con una mujer?

-¿Eh? ¡No jodas! Claro que no, pero... ¿qué mierda estás insinuando?

-Bueno, en ese caso, permítame pasar.

-Sí, claro, ¿por qué no?

Me acerco hasta donde está Don Pedo Villalba, que ya se ha levantado del sillón y se acerca para saludarme.

-Le pido disculpas, señora Brown, por las acciones de mi hijo. Parece que no supo aprovechar de manera adecuada la inversión que hicimos en su educación. Soy Pedro Villalba, el presidente de esta compañía. La persona que acaba de conocer es mi hijo, Sergio Villalba, quien ocupa el cargo de vicepresidente. Y él es Víctor Serrano, nuestro responsable de contabilidad.

Saludo a Don Pedro y a Víctor estrechándoles la mano, ignorando la mano extendida de Sergio, quien muestra su incomodidad al quedar con la mano en el aire.

-Y esta es mi hija, Loísa Villalba. Actualmente, ocupa el cargo de alcaldesa en Villalba.

Ya estaba al tanto de esa información, pero me surge la pregunta: ¿por qué se encuentra la alcaldesa de Villalba aquí? ¿Cuál es la razón de la presencia de Loísa en esta reunión?

A pesar de que inicialmente tengo la intención de estrecharle la mano a Loísa, me sorprende cuando me saluda con dos besos y me susurra algo al oído.

-¡Qué alegría verte, Julia! Tenemos una conversación pendiente. Hay tantas cosas de las que tenemos que hablar.

Me quedo sorprendida, ¿me ha reconocido? No he notado sorpresa en su rostro; parece como si ya supiera que vendría, como si estuviera esperándome. Observo que mi colgante capta su atención

-¿Qué función tiene ella aquí? Pensé que la reunión iba a ser solo con la dirección de la empresa.

Quiere responderme Don Pedro, pero le interrumpe Loísa.

-En mi papel de alcaldesa de Vilalba del Conde, me interesa cualquier desarrollo que impacte en nuestra comunidad. Esta empresa tiene una gran relevancia tanto para el pueblo como para la comarca. El Ayuntamiento está muy interesado en conocer los temas que se traten aquí, ya que son de vital importancia para la supervivencia de nuestro pueblo. Esta empresa no solo es un motor económico para el pueblo, sino que también influye significativamente en la calidad de vida de nuestros ciudadanos. No te preocupes, estoy presente solo como observadora.

-Bien, entonces no perdamos más tiempo; muéstrenme ese plan financiero.

Me acerco al sillón de Don Pedro y me siento, ocupando el lugar principal en la mesa. Don Pedro intenta corregir mi error.

-Disculpe, ese es mi…

-Si, ¿señor Villalba? ¿Tiene alguna objeción?

-¿Eh...? No, por supuesto, puede usar mi sillón.

-Bien, entonces, veamos su propuesta.

Don Pedro toma asiento a mi izquierda, ocupando el lugar que antes pertenecía a Loísa, quien se ve obligada a desplazarse una silla más a la izquierda. Observo la expresión de Loísa, que oscila entre la sorpresa y la complacencia.

Sergio me entrega un dossier que incluye todas las cuentas de la empresa: estado de resultados, beneficios e inversiones futuras. Sergio trata de explicarme cada sección, pero lo ignoro y me dirijo directamente a Don Pedro, girando levemente el sillón para darle la espalda a Sergio.

-Prefiero que me lo explique usted, Don Pedro. Como usted mismo mencionó, dudo que su hijo haya aprovechado adecuadamente la inversión realizada en su educación.

Escucho una especie de gruñido proveniente de Sergio, mostrando su desaprobación, al que no le presto ninguna atención. Don Pedro observa mi acción con cierta sorpresa, pero no dice nada. Decide abordar directamente el corazón de la cuestión.

-Señora Brown, tras una revisión minuciosa de las cifras y los planes financieros presentados, sostengo firmemente que con las estrategias adecuadas podemos impulsar aún más el crecimiento de la empresa y fortalecer su posición en el mercado. Mi objetivo abarca no solo el éxito económico de nuestra empresa, sino también su impacto positivo en la comunidad. Actualmente, atravesamos un periodo desafiante, pero lo consideramos como un bache temporal. Confiamos en que, con su colaboración y asesoramiento, podremos superar esta crisis. Nuestros productos mantienen un alto nivel de aceptación entre la población, respaldado por excelentes valoraciones en las redes sociales.

-Vaya, me está dejando impresionada, es un trabajo impecable el que me presenta aquí. ¿lo ha hecho usted, señor Villalba?

-En realidad, nuestro jefe de contabilidad, el señor Víctor Serrano, ha sido quien lo ha realizado.

-Mis felicitaciones, señor Serrano, ha realizado un excelente trabajo.

Observo una papelera al lado del escritorio de Don Pedro. Me pongo de pie con el dossier en la mano y lo dejo caer en la papelera.

-Es una lástima que sea falso.

-Pero ¿qué está haciendo? ¿Por qué dice que es falso?

-Soy la CEO y fundadora de M&J International, la mayor empresa financiera de Estados Unidos. Créame que no ha sido fácil llegar hasta aquí, porque casi todos me intentan engañar con informes falsos o manipulados. Así que antes de reunirme con el cliente, siempre hago una investigación previa de la situación de la empresa. Vamos a abordar la situación con seriedad.

Me vuelvo a sentar en el sillón mientras saco de mi maletín un dossier parecido al anterior, pero con los datos auténticos. Lo coloco frente a Don Pedro y le indico que revise los documentos.

-Don Pedro, estos son los informes reales de la empresa.

Les entrego una copia a Don Pedro y otra a Sergio. Víctor no necesita una revisión exhaustiva, ya que es coautor de este dossier y está completamente familiarizado con su contenido. Los Villalba no tienen conocimiento de que Víctor trabaja para mí. Mi equipo de Madrid lo introdujo en la empresa con una carta de recomendación de M&J España, y Víctor logró ganarse la confianza de Sergio, convirtiéndose en su mejor amigo y casi en su cómplice, hasta que lo designaron jefe de contabilidad. Desde entonces, nos ha enviado numerosos datos a través de una conexión segura, lo que nos ha permitido contar con información veraz y actualizada sobre la situación de la empresa.

Don Pedro y Sergio, abren cada uno su ejemplar, donde abundan los números rojos. Observo las reacciones en la sala mientras cada uno revisa el dossier auténtico. Sergio, en particular, parece incómodo ante la revelación. Mantengo mi expresión serena, lista para abordar cualquier pregunta o preocupación que surja. Finalmente es Don Pedro, quien parece procesar la situación, el que se decide a hablar.

-¿De dónde ha obtenido esta información? Estos datos han sido manipulados; es evidente que alguien tiene la intención de perjudicarnos.

-Lo entiendo perfectamente, Don Pedro. Quiero que sepa que la información que le presento está basada en una investigación rigurosa y minuciosa realizada por mi equipo. Reconozco que pueda tener ciertas reservas sobre mis métodos, pero puedo garantizarle que los datos expuestos reflejan con fidelidad la realidad actual de su empresa.

Es importante señalar que han solicitado varios préstamos que aún no han sido liquidados y han recibido subvenciones del Gobierno Autonómico, así como de otras administraciones del Estado, sin haber justificado adecuadamente el destino de esos fondos. Me gustaría que nos aclarara, señor Villalba, ¿en qué se ha empleado ese dinero? Según nuestra investigación, esos recursos no se han destinado a las mejoras para las que estaban inicialmente previstos.

Además, hemos constatado que sus proveedores habituales han dejado de suministrarle debido a la acumulación de facturas impagadas. Y los materiales que ahora utilizan no cumplen con los estándares de calidad que históricamente han distinguido a esta empresa. Esto no solo afecta su imagen, sino que también pone en riesgo la fidelidad de sus clientes.

Por si fuera poco, el análisis de las cuentas revela un preocupante descontrol financiero, lo que compromete seriamente la estabilidad de la empresa a corto plazo. Las irregularidades en la gestión de los recursos han generado una pérdida significativa de confianza, tanto por parte de los proveedores como de los clientes. La falta de transparencia financiera, sumada al incumplimiento de sus obligaciones legales, ha colocado a la compañía en una posición de extrema vulnerabilidad.

Hablándoles, percibo las respuestas de cada individuo en la sala. Don Pedro conserva su serenidad, disimulando de manera hábil cualquier rastro de inquietud, pero sus miradas serias hacia su hijo delatan una preocupación subyacente. Sergio, incómodo en su asiento, se siente descubierto; después de todo, ha sido él el que ha ideado el plan. Loísa, genuinamente preocupada, teme las consecuencias del cierre de la fábrica en la población del pueblo y la comarca.

-Estoy completamente dispuesta a analizar cada uno de los puntos de forma detallada y a aclarar cualquier duda que puedan tener. Mi objetivo es asegurarme de que comprendan todos los aspectos de la situación, y estoy aquí para brindar las explicaciones necesarias. No duden en plantear cualquier inquietud o pregunta, por compleja que sea.

-Tal como hemos comentado previamente, somos conscientes de que estamos enfrentando una situación complicada. Sin embargo, creemos firmemente que esta es una circunstancia pasajera y que, con el enfoque adecuado, podremos superarla. Debo admitir que hemos realizado ciertos ajustes en los registros contables para mitigar los efectos negativos en nuestros informes financieros. Reconocemos que estas prácticas no han sido del todo correctas, pero, a pesar de estas irregularidades, hemos logrado mantener los altos estándares de calidad que siempre han caracterizado a nuestros productos.

Estamos convencidos de que, con su apoyo y colaboración, podremos revitalizar la empresa y devolverla a una posición sólida en el mercado. Sabemos que este camino requerirá esfuerzo, transparencia y un plan estratégico bien definido, pero confiamos en que, trabajando juntos, lograremos superar esta coyuntura y asegurar el futuro de la compañía.

-¿Su producto, dice? ¿De verdad está insinuando que la calidad de su producto sigue siendo la misma que hace cinco años? No me malinterprete, pero considerando los recientes cambios en los materiales utilizados y la evidente falta de inversión en tecnología y mejoras productivas, me cuesta creer que el estándar de calidad no haya disminuido. ¿Está seguro de que el producto que están ofreciendo hoy puede competir con el de hace cinco años, cuando las condiciones eran muy diferentes?

Don Pedro intercambia miradas con su hijo, evidenciando la preocupación en sus rostros. Loísa, por su parte, espera con ansias la revelación de la verdad sobre la situación de la empresa.

Me levanto y me acerco a la puerta, donde he dejado una bolsa. La abro y saco una caja que coloco sobre la mesa de reuniones.

-En esta caja tengo un par de zapatos que adquirí hoy mismo en su tienda. Me gustaría que la abriéramos juntos para comprobar si realmente la calidad del producto sigue siendo la que ustedes aseguran. Debo admitir que aún no los he visto, así que no tengo idea de lo que me espera. Si me lo permiten, hagamos este ejercicio en conjunto y descubramos juntos si el nivel de calidad se ha mantenido como se promete.

Sergio y Don Pedro observan con atención, centrando su interés en los zapatos, mientras esperan ansiosos para descubrir si la calidad ha perdurado o si se requiere un cambio significativo en la empresa. Extraigo los zapatos de la caja. Se trata de un par de zapatos de caballero en tono marrón, con un diseño exquisito; sin embargo, aquí es donde terminan los elogios para el calzado.

-Por favor, observen con atención, porque creo que estarán notando lo mismo que yo. Aquí podemos ver claramente que están utilizando piel sintética, un material que, sin duda, es de una calidad considerablemente inferior a la piel natural que solía caracterizar a los productos de esta fábrica. Esto representa un descenso evidente en los estándares que ustedes mismos establecieron.

Si nos fijamos en la costura, aunque parece haber sido realizada manualmente, es evidente que el trabajo es descuidado y poco preciso. Los puntos están torcidos e irregulares, y el hilo empleado es visiblemente débil, lo que compromete tanto la durabilidad como la estética del producto. Estos detalles revelan un esfuerzo insuficiente en el proceso de fabricación y, lamentablemente, afectan la percepción de calidad que los clientes han llegado a esperar de ustedes.

Al ejercer una ligera presión sobre la suela, el hilo cede con facilidad, rompiéndose en un par de lugares sin demasiado esfuerzo. Don Pedro y Sergio observan los zapatos con expresiones de sorpresa y consternación. Loísa se mantiene atenta, buscando respuestas.

-Lamento decirlo, pero la calidad de sus productos ha experimentado un declive considerable. Si estos zapatos son indicativos del nivel actual de su mercancía, está claro que la reputación de la empresa está en serio riesgo. Lo que antes era un sello de excelencia se ha deteriorado, y esto no solo afecta la percepción de sus clientes, sino también la confianza que los proveedores y socios comerciales tienen en ustedes.

Además, las prácticas financieras cuestionables y la falta de transparencia han agravado aún más la situación, erosionando la credibilidad de la empresa en el mercado. Esto no es solo un problema de calidad; es una crisis generalizada que está impactando todos los aspectos del negocio. En este momento, el panorama financiero es insostenible, y sin una intervención urgente y cambios profundos en la gestión, me temo que la empresa se enfrenta a serios desafíos que podrían poner en peligro su futuro.

Don Pedro y Sergio intercambian miradas preocupadas, mientras Loísa asimila la magnitud de la situación. La sala queda sumida en un silencio incómodo, roto solo por el crujir de la caja de zapatos en la mesa.

-¿De verdad presume de tener buenas valoraciones en las redes sociales? ¿Cuántas cuentas falsas o bots están utilizando para generar esos comentarios positivos? Le advierto, Don Pedro Villalba, no intente engañarme ni subestimar mi conocimiento en este sector. Aunque le sorprenda, tengo un entendimiento considerable en lo que respecta al calzado, y si este es el nivel de calidad que están ofreciendo, me temo que la empresa no tiene un futuro sostenible.

Es más, siendo realistas, quizás lo más prudente sea considerar un cierre ordenado y enfrentar las deudas antes de que la situación empeore. No puedo, en buena conciencia, recomendar a mi empresa invertir en su compañía bajo las condiciones actuales. No solo la calidad del producto está en declive, sino que las prácticas poco transparentes que están empleando solo agravan la situación. Mi recomendación sería replantear su estrategia de manera radical o prepararse para asumir las consecuencias financieras.

-Eso sería devastador, no solo para la empresa, sino para todo el pueblo y la comarca. El impacto económico y social sería enorme. No podemos permitir que llegue a ese punto. Estoy convencida de que debe haber alguna solución viable.

Loísa parece consternada por la situación, mientras Don Pedro y Sergio intercambian miradas nerviosas.

-Señora Brown, entiendo su posición y aprecio su franqueza. Lamentamos profundamente la situación actual de la empresa y aceptamos la responsabilidad por nuestras acciones. Estamos dispuestos a colaborar en cualquier proceso de reestructuración o liquidación que considere necesario. También estamos abiertos a discutir planes para mejorar la calidad y la gestión en caso de que decida darle otra oportunidad a la empresa.

-Permítanme presentarles la situación actual de manera clara y directa. En los últimos cinco años, coincidiendo con la llegada de su hijo, Sergio Villalba, al cargo de vicepresidente, la empresa ha enfrentado una drástica pérdida de capital sin que se hayan realizado inversiones significativas. Los fondos obtenidos a través de préstamos y subvenciones institucionales han desaparecido, y se han incumplido los pagos a proveedores habituales, lo que ha deteriorado las relaciones comerciales.

Además, han tomado la decisión de utilizar materiales más económicos, pero de calidad inferior, lo que ha repercutido negativamente en el producto final. No se han destinado recursos a programas de formación, lo que se refleja en la finalización deficiente de los artículos que producen. También han cerrado los centros de trabajo que mantenían en otros pueblos de la comarca, contribuyendo a la despoblación de esas localidades, lo que agrava la situación económica en la región.

En esta fábrica, han reducido tanto la plantilla como la producción, y esto se debe principalmente a la notable disminución en la calidad de los zapatos, lo que ha impactado negativamente en las ventas y ha reducido la capacidad de exportación que antes tenían. La marca Calzados Villalba, que en su día era sinónimo de calidad y orgullo para la comunidad, ahora se encuentra en una posición vulnerable y con un futuro incierto.

Me pregunto si alguien se ha cuestionado realmente dónde se ha ido el dinero que no se ha utilizado en inversiones. ¿Se ha acumulado capital por no pagar las facturas correspondientes? ¿Es esta una cuestión de incapacidad o falta de voluntad para abordar el problema? Estoy aquí para plantearles estas preguntas porque tengo una clara idea de dónde se encuentra ese dinero, y es fundamental que todos seamos transparentes al respecto.

-Es imposible que usted tenga esa información, ya que no está disponible públicamente. Nosotros confiábamos en que las inversiones tendrían resultados positivos, y por eso buscamos la asesoría de su empresa. Pero observamos que, lamentablemente, su empresa no está en posición o no está dispuesta a brindarnos la ayuda que necesitamos.

-No acepto excusas. La información que he presentado es precisa y está respaldada por una investigación exhaustiva. La calidad de los productos, las prácticas financieras cuestionables y la falta de transparencia son evidentes. Calzados Villalba se encuentra en una posición comprometida, y es hora de tomar decisiones difíciles para evitar un mayor deterioro.

Mi empresa no participará en este proyecto mientras ustedes sigan en la dirección de la empresa. La responsabilidad recae en la gestión actual, y es necesario un cambio significativo para garantizar la viabilidad futura de la empresa. Estoy dispuesta a ofrecer asesoramiento para facilitar esa transición, pero es imperativo que se tomen medidas inmediatas. Puedo presentarles un plan. Pero antes deben cumplir algunas condiciones.

La primera condición es la devolución total del dinero defraudado. La segunda implica saldar la deuda pendiente. Tengo que advertirles, que he negociado con todos sus acreedores y, a cambio de una reducción del 20%, he adquirido toda la deuda. Esta cantidad, con la rebaja aplicada, es la que ahora les corresponde abonar. Teniendo en cuenta que entiendo las dificultades para efectuar el pago, he iniciado el proceso de embargo. Ya habrán recibido requerimientos reclamando la deuda y que no han sido atendidos. Como podrán observar, a pesar del descuento, la cifra es considerable y aumenta cada día por los intereses de demora. Y aún quedará pendiente las subvenciones no justificadas que deberán devolver a las correspondientes administraciones.

Una vez cumplidas estas dos condiciones, la tercera y más crucial es que los Villalba deben retirarse definitivamente de la empresa. Tras cumplir con estas medidas, podré desarrollar un plan para revitalizar el negocio. Tienen un plazo de 48 horas para tomar una decisión al respecto. Es importante entender que estas condiciones son fundamentales para considerar cualquier plan de revitalización. Don Pedro, la decisión última queda en sus manos.

-Nos ha formulado una acusación sumamente grave, señora Brown. Es importante señalar que acusar a alguien sin pruebas o basándose en evidencia falsa no solo es irresponsable, sino que también constituye un delito.

-Eso lo sabe muy bien, ¿verdad, señor Villalba? Lo de utilizar pruebas falsas.

-¿Por qué menciona eso? ¿Me está acusando de algo?

-Aun no, pero lo haré si no cumplen con mis condiciones.

-Necesitamos más tiempo para pensarlo, y actualmente carecemos de los recursos financieros necesarios para saldar la deuda. ¿Existe alguna alternativa disponible?

-Sí, existe una alternativa. Dado que entiendo que no cuentan con los recursos para saldar la deuda, estoy dispuesta a condonar la cantidad pendiente a cambio de que acepten mi propuesta de adquisición de la empresa.

-¿Estaría dispuesta a adquirir la empresa? No habíamos contemplado la posibilidad de vender; esta empresa siempre ha permanecido en manos de la familia Villalba.

-Y sin embargo, están permitiendo que se deteriore. Más tarde o más temprano, se verán obligados a cerrarla, y con el dinero evadido, podrían buscar refugio en algún paraíso para disfrutar de esos fondos.

-Es una acusación infundada. Consideraremos presentar una denuncia por difamación.

-Adelante, presenten la denuncia, pero se arriesgan a terminar en prisión. Poseo pruebas contundentes, incluyendo fotografías y documentos de la lujosa mansión con playa privada que han construido en las Bahamas. Aunque esté registrada a nombre de un testaferro, puedo demostrar que son ustedes los verdaderos propietarios.

Como parte de mi investigación, también he recopilado información sobre las cuentas bancarias en paraísos fiscales, donde han desviado los fondos de la empresa. Las pruebas son sólidas y, si desean iniciar acciones legales, estaré preparada para presentar toda la evidencia ante las autoridades.

En resumen, tienen dos opciones: aceptar mi oferta para vender la empresa, saldando así también la deuda pendiente, o enfrentar las consecuencias legales por sus acciones. El tiempo apremia, y la decisión está en sus manos. No estoy aquí para desperdiciar el tiempo. Les presentaré una oferta y espero que la acepten si quieren evitar enfrentar acciones legales. Aquí tienen una copia del contrato de compraventa. Les sugiero analizarlo detenidamente, ya que las condiciones son innegociables.

-¿Un euro? ¿Está bromeando?

-Mi oferta es más que generosa, dado que esta compañía se encuentra al borde del colapso y, sinceramente, muy pocos mostrarían interés en adquirirla, ni siquiera por una cantidad simbólica. Además, es probable que las autoridades intervengan en breve. Si soy completamente honesta, el valor real de la empresa, considerando sus números rojos, es considerablemente inferior a la propuesta que les presento.

Les propongo la opción de adquirirla por un euro simbólico, y detendré el embargo, les condonaré la deuda y asumiré el control de la empresa. Si deciden rechazar mi propuesta, procederé con el embargo y presentaré toda la documentación pertinente a las cuentas ante la fiscalía anticorrupción.

Si optan por no aceptar, asumiré el control de la empresa de todos modos, y se arriesgarán a enfrentar cargos penales que podrían conllevar penas de prisión. Les insto a que reflexionen sobre esta situación: pueden perder la empresa, pero hacerlo de una manera digna podría ayudarles a evitar el encarcelamiento si devuelven el dinero que ha sido evadido. Tienen un plazo de 48 horas para tomar una decisión. Nos reuniremos de nuevo en dos días para discutir sus opciones.

Me levanto del sillón y me dirijo hacia la salida. Antes de llegar a la puerta, Sergio me alcanza y me toma de la muñeca.

-¡Espera, no puedes irte así de repente! Creo que necesitamos hablar con más calma, ¿no crees?

En cuanto siento su mano agarrándome, me giro rápidamente y golpeo su brazo justo encima del codo, en el nervio, obligándolo a soltarme. Me aparto de él, adoptando una postura defensiva.

-¡Si te atreves a tocarme de nuevo, Sergio Villalba, te prometo que te romperé el brazo!

Mi voz resuena con determinación, mientras mantengo la distancia y lo miro fijamente, dispuesta a defenderme de cualquier intento de intimidación.

Abandono la oficina sin decir adiós. Durante mi permanencia allí, he estado constantemente observando a Loísa, quien ha mantenido una expresión de sorpresa desde el principio. Probablemente, acaba de conocer la auténtica situación de la empresa y los planes de su padre y su hermano de escapar con el dinero a un paraíso fiscal sin tratado de extradición. Claro está que, si me ha reconocido, no ha visto a la misma Julia que ella conocía. Ya no soy esa chica ingenua y desdichada de la que todos se reían. He pasado por muchas experiencias que me han transformado, y hoy me reconozco como una persona más fuerte y resiliente. Ya nadie podrá herirme de nuevo.

Salgo del edificio con estos pensamientos y me encamino hacia el Audi.

-Julia, espera.

Me giro y observo a Loísa salir del edificio detrás de mí.

-Julia, necesitamos hablar.

-Parece que has logrado reconocerme. La verdad, Loísa, no estoy en el estado de ánimo adecuado para tener una conversación contigo en este momento. Todavía tengo muy presente la traición que sentí de tu parte en relación con Ángel, así como lo que tu hermano me hizo con tu complicidad. Esa situación me dolió profundamente y ha dejado cicatrices que aún no han sanado.

-No te traicioné, Julia, y nunca estuve involucrada en lo que mi hermano te hizo. Es fundamental que me escuches.

-¿Que no me traicionaste? ¿Cómo puedes afirmar eso con tanta seguridad? Yo vi con mis propios ojos lo que sucedía entre tú y Ángel; lo vi cuando le estabas practicando sexo oral. No puedo creer que me pidas que ignore esa imagen. ¿Acaso pretendes que piense que fue solo un producto de mi imaginación? Esa experiencia fue dolorosa y devastadora para mí. Necesito que seas honesta y que reconozcas lo que realmente ocurrió entre ustedes. Esto no es solo sobre tu versión de los hechos; se trata de mi dolor y de cómo me afectó esa situación.

-No fue producto de tu imaginación, sé perfectamente lo que viste. Pero lo que presenciaste fue lo que ellos querían que vieras, una versión distorsionada de la realidad que ocultaba sus verdaderas intenciones. Hay mucho más en esta historia de lo que parece a simple vista. Te pido que consideres que puede haber circunstancias detrás de lo que presenciaste que no conoces por completo. Es fundamental que hablemos de esto con honestidad, porque lo que realmente sucedió podría ser muy diferente de lo que crees.

-¿Qué es exactamente lo que intentas decirme? Cuando mencionas "ellos", ¿a quiénes te refieres? ¿Estás insinuando que había un plan o una intención detrás de lo que vi? Me gustaría que me aclararas quiénes son esas personas.

-Ellos son Sergio y sus amigos. Por favor, Julia, necesito que me des la oportunidad de explicarte lo que realmente sucedió. Lo que viste en ese momento fue solo una parte de una situación mucho más compleja. Te prometo que lo que tengo que decirte puede cambiar tu perspectiva sobre lo ocurrido.

-Sé muy bien lo que sucedió, porque lo viví en carne propia y cada detalle quedó grabado en mi memoria. No importa cuántas explicaciones intentes ofrecerme; eso no cambiará la realidad de lo que experimenté.

-Hubo muchas más cosas que sucedieron y que tú no conoces, Julia. Me gustaría que me dieras la oportunidad de compartirlas contigo.

Loísa me hace dudar. Por un instante, como en un flash, recuerdo aquel día en que me suplicaba ayuda con las matemáticas. Aquella ocasión me conmovió y ahora vuelve a hacerlo. ¿Tendrá información que no tengo?

-Me comprometí con “las chicas” a escucharte antes de tomar una decisión acerca de ti. Pero no estaba planeado que fuera en este momento. No hay problema, ajustaré mis planes. Adelante, cuéntame lo que necesitas decirme.

-Claro, pero no aquí. Vamos al ayuntamiento. Podemos hablar más tranquilas en mi despacho, donde nadie nos molestará. Sígueme.

Alcanzamos la Plaza Mayor, donde se encuentra el ayuntamiento. En la plaza, varios bares exhiben sus mesas en el exterior, donde la gente disfruta del café de media mañana. El Audi, con matrícula de Nueva York y personalizado con mi nombre, JULIA, atrae la atención de todos. Cuando bajo del coche, todas las miradas se posan en mí, con la gente tratando de descifrar quién soy y a qué estrato social pertenezco para permitirme tales lujos. Al descender del Audi, ya están en condiciones de observarme de pies a cabeza. Quizás los haya decepcionado un poco, ya que mi apariencia es bastante sencilla y parecían esperar a alguien con más glamour.

Dirijo mi mirada hacia las mesas cercanas y los observo mientras me quito las gafas de sol. Mi expresión seria captura la atención de la mayoría, haciendo que desvíen la mirada. Identifico a algunas personas como cómplices y participantes en el acoso que sufrí. Las ignoro y me enfoco en Loísa, quien me invita a entrar al ayuntamiento. Nos dirigimos a la primera planta, donde se encuentra su despacho. Antes de entrar se asoma a un cubículo donde un secretario está archivando algunos documentos.

Loísa le habla al secretario.

-Hola Juan, voy a estar ocupada, así que asegúrate de que nadie nos moleste ni me pases llamadas, el resto de la mañana.

-Por supuesto, jefa. No hay problema, nadie la molestará.

-Sabes que no me gusta que me llames “jefa”, me llamo Loísa.

-Ya sabe que me gusta sacarle de quicio, jefa Loísa.

-Pues ahora como castigo, nos vas a preparar dos cafés, “secretario”.

-Claro jefa. Enseguida se los llevo.

-Eres imposible.

Ingresamos a su despacho, elegantemente amueblado con maderas nobles. Una mesa de trabajo con un portátil, dos sillones y un sofá junto a una mesita de centro. En la pared, un mural con una imagen del castillo se sitúa justo detrás de su escritorio. Un amplio ventanal a su derecha brinda vistas a la plaza y cuenta con un balcón, donde están colocadas las banderas.

-Juan es el secretario municipal desde antes que yo fuera alcaldesa. Al acceder a la alcaldía, andaba un poco perdida y fue Juan el que me ayudó a hacerme cargo de mis responsabilidades. La verdad es que con la oposición que tuve en ese momento, Juan fue un gran apoyo. Ahora es más un amigo que mi secretario. Siéntate Julia, ahora nos traerá Juan los cafés. Perdona no te he preguntado si te apetecía.

-Sí, sí, no te preocupes.

Loísa y yo nos sentamos en el sofá mientras esperamos a Juan con los cafés.

-Julia, ¿Por qué no me cuentas exactamente qué es lo que viste aquella noche?

-Claro, me retiré al baño debido a que me sentía algo mareada por el alcohol. Pero por lo visto no solo era el alcohol, ya que habían puesto algo en mi bebida, pero de eso me enteré algunos días más tarde. Al salir del baño, Ángel ya no estaba donde lo había dejado. Esperé un poco, pero al no encontrarlo, busqué por el bar y alguien me indicó que estaba en el almacén contigo.

Veo la reacción de Loísa, pero ella permanece concentrada en lo que le estoy relatando, sin revelar ninguna emoción.

-Casi a trompicones, llegué hasta al almacén y cuando abrí la puerta, estabas tú de rodillas, entre sus piernas… y… le estabas haciendo una… ya sabes, se la estabas mamando a Ángel… y… No… no recuerdo más porque en ese momento perdí el conocimiento.

-Julia, no era yo la que estaba ahí con Ángel.

-¿Cómo puedes afirmar eso? Eras tú junto a Ángel, los vi. Aunque estuviera bajo los efectos del alcohol y las drogas, esa imagen la recuerdo de manera muy clara.

-¿Qué fue exactamente lo que viste? ¿Pudiste ver mi rostro? ¿Notaste el miembro de Ángel fuera de su pantalón?

-¿Tu cara?... No… no la ví, estabas de espaldas, pero reconocí tu cabello, y reconocí tu ropa. Aunque estabas de espaldas, eras tú, Loísa.

-¿Y también observaste cómo lo hacía?, si no viste mi rostro, ¿cómo sabes que estaba realizándole sexo oral, si ni siquiera viste el pene de Ángel?

-Tampoco era necesario. Movías la cabeza al ritmo que él te indicaba, eso sí lo observé. Porque, si no eras tú, ¿quién era?

-Era Elena, llevaba puesta mi ropa y una peluca para imitar mi cabello.

-¿Elena? Eso es imposible. ¿Cómo iba a estar Ángel con Elena? Eso no me lo creo.

-Escúchame Julia, Ángel estaba inconsciente, ni se enteró de ese momento. Nunca hubo una felación. Fue toda una puesta en escena, una farsa, para engañarte. Querían separarte de Ángel, y separarte de mí, que me odiaras. Querían destruir nuestra relación. Y lo consiguieron Julia. Ángel no participó en nada de lo que pasó esa noche. Fue una manipulación para hacerte creer lo peor de mí y de Ángel. Tienes que creerme, Julia, porque si no me crees, entonces habrán ganado ellos.

-No es cierto, me estás engañando, Loísa. Desde un principio, tenía la sospecha de que intentar hablar contigo no sería productivo. Me siento frustrada y decepcionada, porque esperaba que pudiéramos tener una conversación sincera. Creo que lo mejor para ambas es que me marche. No quiero seguir escuchando más mentiras ni defensas que no me convencen. Necesito un tiempo para procesar todo esto y reflexionar sobre lo que realmente ha sucedido. No puedo quedarme aquí y seguir enredándome en esta situación que me duele tanto.

Me levanto del sofá y me voy hacia la puerta. Loísa me alcanza y me coge la muñeca, como había hecho su hermano anteriormente.

-Julia, por favor, no te vayas. Necesitamos seguir hablando; hay muchas cosas que aún no sabes y que son cruciales para entender la situación. Quiero que sepas que no fuiste la única víctima en esto.

-Mira, Loísa, realmente esperaba que tuvieras la valentía de reconocer tu traición. Estaba dispuesta a perdonarte, a dejar atrás el pasado, pero intentar culpar a otra persona por tus acciones es algo que no puedo aceptar. Eso es, simplemente, despreciable. Pensaba que tú eras diferente, que te distanciarías de las actitudes de tu familia, pero me doy cuenta de que solo eres una Villalba más, atrapada en las mismas dinámicas y mentiras.

Me duele tener que decir esto, pero creo que es lo mejor. Adiós, Loísa. No quiero saber nada más de ti. Necesito seguir adelante y centrarme en mi propia paz mental, lejos de las traiciones y desilusiones que has traído a mi vida.

-Julia, por favor, no me dejes otra vez. Te lo pido de corazón, quédate un momento más. Te necesito aquí, para poder aclarar las cosas y encontrar una manera de seguir adelante.

Me suelto de su mano y me voy hacia la puerta del despacho. Al abrirla, tropiezo con Juan, que entraba con los cafés. No podemos evitar el encontronazo y los cafés terminan en el suelo, salpicándonos y manchando nuestras ropas.

-Mierda.

Juan se apresura a disculparse y a intentar limpiar el desastre del café en el suelo. Mientras tanto, Loísa permanece en el despacho, visiblemente afectada por la situación. Parece querer decir algo, pero no encuentra las palabras.

-Discúlpeme, señora. Ha sido mi culpa.

-Nada de disculpas, Juan. Fue un accidente. En realidad, ha sido culpa mía, he abierto la puerta con mucho ímpetu. Soy yo la que tiene que disculparse.

Giro en dirección a las escaleras, pero antes de descender el primer peldaño, retorno la mirada hacia el despacho de Loísa. Se encuentra en la puerta, mientras Juan intenta arreglar el estropicio. Aunque apenas logro escucharla, puedo distinguir el movimiento de sus labios pronunciando mi nombre.

-Julia.

Ignoro sus palabras y desciendo rápidamente las escaleras. Al salir, la Plaza Mayor me recibe con un aire completamente diferente. La gente se sumerge en sus conversaciones, disfrutando de un café, ajena a la tormenta emocional que acaba de desatarse en mi vida. Mientras me acomodo en el Audi, una oleada de confusión y emociones contradictorias inunda mi mente. ¿Cuál es la verdad detrás de todo esto?

Arranco el coche y me alejo de la plaza, sintiendo cómo el peso de la situación se hace más evidente con cada metro que me alejo. Mi destino es la hospedería, donde espero encontrar un poco de tranquilidad para ordenar mis pensamientos y decidir mis próximos pasos. La verdad parece evasiva, como si se escondiera entre las sombras de mis dudas, y la confianza que una vez tuve se ha fracturado, complicando aún más las cosas. Cada vez es más difícil discernir qué es real y qué es solo una ilusión.


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Sigue la historia de Julia:

Capítulo 34. Perdida.


Loísa, llena de culpa, se abre a Julia, revelando cómo fue utilizada por Sergio para ejecutar su venganza.
 
Bueno, creo que terminará perdonando a Loisa y también a Ángel, eso lo acepto.
Pero eso no debe cambiar absolutamente nada en cuanto a su vida con Liam, nada de jueguecitos de infidelidades con Ángel, el pasado, pasado está.
Luego está, que creo que esto no debe quedar así y los 2 miserables deben pagar las consecuencias con la cárcel.
 
Me molestaría muchísimo que si ve a Ángel pase algo entre los dos, que realmente creo que no va a pasar y además está por ver si lo llegará a ver.
En cuanto a Loisa, está claro que todo fue manipulado por la basura que es el hermano y luego de hablar y aclarar las cosas, volverán a ser amigas y seguramente le presentará en un futuro a su marido Liam y a sus amigas.
 
Yo creo que luego de hablar y aclarar las cosas con Loisa y volver a ser amigas, esta claro que va a volver a ver a los 2 impresentables y le soltara la bomba y con estos 2 no será tan comprensiva como con los otros, creo que estos 2 si van derechitos a la cárcel, por mucho que a 2 personas de la oTRa les moleste.
 
"¿Elena? Eso es imposible. ¿Cómo iba a estar Ángel con Elena? Eso no me lo creo."

Cómo Julia puede ser una genia en su profesión, pero por otro lado ser tan estúpida?, osea, nos enteramos ahora que ni siquiera le había visto el rostro a Loisa y decidió convencerse sin ningún fundamento, que la que estaba ahí era su ex amiga. Sin ningún tipo de duda. Que decepción Julia.

Y por si fuera poco, descarta y califica de imposible, que una chica que la estuvo acosando y humillando a más no poder todo ese tiempo, pueda haber participado en esa trampa. Wtf?

Intuyo que nunca dejó su complejo de inferioridad, o que por lo que le hicieron, le nació un odio visceral al apellido Villalba, que incluso Loisa le causa aversión.

Por otro lado, no puedo evitar encontrar muchas similitudes con la historia de "Betty la fea" 😁
 
"¿Elena? Eso es imposible. ¿Cómo iba a estar Ángel con Elena? Eso no me lo creo."

Cómo Julia puede ser una genia en su profesión, pero por otro lado ser tan estúpida?, osea, nos enteramos ahora que ni siquiera le había visto el rostro a Loisa y decidió convencerse sin ningún fundamento, que la que estaba ahí era su ex amiga. Sin ningún tipo de duda. Que decepción Julia.

Y por si fuera poco, descarta y califica de imposible, que una chica que la estuvo acosando y humillando a más no poder todo ese tiempo, pueda haber participado en esa trampa. Wtf?

Intuyo que nunca dejó su complejo de inferioridad, o que por lo que le hicieron, le nació un odio visceral al apellido Villalba, que incluso Loisa le causa aversión.

Por otro lado, no puedo evitar encontrar muchas similitudes con la historia de "Betty la fea" 😁
Aquí la están echando en nova esa telenovela precisamente.
 
Como dije en su momento todo fue montado por Sergio, Ángel drogado y Loisa no era Loisa, ahora sabemos que era Elena.
Julia será convencida por Liam y sus amigas a terminar de escuchar la historia de Loisa, después que les cuente lo que le contó en su despacho.
Julia perdona a Loisa y vuelven a ser amigas como en su juventud.
Sergio y Elena recibirán toda la justicia, Sergio terminará en la cárcel y Elena ya veremos como termina.
Pedro y Sergio terminan arruinados y sin dinero.
 
Última edición:
Me molestaría muchísimo que si ve a Ángel pase algo entre los dos, que realmente creo que no va a pasar y además está por ver si lo llegará a ver.
En cuanto a Loisa, está claro que todo fue manipulado por la basura que es el hermano y luego de hablar y aclarar las cosas, volverán a ser amigas y seguramente le presentará en un futuro a su marido Liam y a sus amigas.
Angel ya debe estar casado después de todo este tiempo
 
"¿Elena? Eso es imposible. ¿Cómo iba a estar Ángel con Elena? Eso no me lo creo."

Cómo Julia puede ser una genia en su profesión, pero por otro lado ser tan estúpida?, osea, nos enteramos ahora que ni siquiera le había visto el rostro a Loisa y decidió convencerse sin ningún fundamento, que la que estaba ahí era su ex amiga. Sin ningún tipo de duda. Que decepción Julia.

Y por si fuera poco, descarta y califica de imposible, que una chica que la estuvo acosando y humillando a más no poder todo ese tiempo, pueda haber participado en esa trampa. Wtf?

Intuyo que nunca dejó su complejo de inferioridad, o que por lo que le hicieron, le nació un odio visceral al apellido Villalba, que incluso Loisa le causa aversión.

Por otro lado, no puedo evitar encontrar muchas similitudes con la historia de "Betty la fea" 😁

Julia es brillante en el mundo de los negocios; su mente analítica y estratégica le permite desenvolverse con gran éxito en este ámbito, donde cada decisión se toma con precisión y enfoque. Sin embargo, en el ámbito social, su destreza es mucho menor. Le cuesta interpretar las sutilezas emocionales y las dinámicas personales que se requieren para forjar relaciones sólidas y, en ocasiones, esto le genera conflictos internos y externos.

Una de las barreras más difíciles para Julia es aceptar que su percepción de ciertos eventos podría haber sido distorsionada por el alcohol y las drogas. Su mente sigue aferrada a lo que "vio" en esos momentos, convencida de la veracidad de sus recuerdos, aunque sabe que su juicio estaba afectado. Reconocer que pudo haberse equivocado significaría asumir una parte de la culpa por el distanciamiento que experimentó con Loisa
. Para ella, aceptar la posibilidad de error es doloroso, ya que significaría admitir que, de alguna manera, contribuyó al tiempo que permanecieron separadas.

Betty la fea, ha sido una de mis fuentes de inspiración, pero no la única.
 
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