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EL TALISMÁN. SEGUNDA PARTE. BALADA TRISTE DE TROMPETA.
Capítulo 27: El mago de Oz.
Long Island.
Abril 2011.
Julia.
Mientras aprovechamos la pausa para comer, tanto Liam como “las chicas” demuestran su preocupación por mi estado emocional. A pesar de que no les permití interrumpirme mientras narraba mi historia. Ahora parecen querer expresar la preocupación que tenían pero que callaron en ese momento. Me doy cuenta por sus gestos de cuanto se preocupan por mi y por cuanto he pasado. Sus acciones reflejan su empatía y deseo de brindarme apoyo. Aprecio profundamente su consideración y su voluntad de estar ahí para mí. Después de un momento de reflexión decido compartir mis sentimientos actuales con ellos.
-Resulta complicado para mi compartir todos estos detalles. El fallecimiento de mis padres representó el golpe más doloroso que recibí, y aún no he logrado superarlo por completo. Al traer esos recuerdos a la superficie, después de haberlos mantenido ocultos en lo más profundo de mi durante tantos años, he experimentado el mismo dolor que sentí aquellos días, lo cual me ha dejado paralizada emocionalmente. Sin embargo, ahora tengo la fortuna de teneros a vosotras a mi lado, así como a Liam. Ahora cuento con personas que me quieren, y me brindan consuelo y alivio. Algo que en aquel momento habría necesitado y que lamentablemente no tuve.
-Comprendo lo difícil que debe ser revivir esos recuerdos dolorosos y compartirlos con nosotras. Abrirte de esta manera es un acto valiente y demuestra cuanto confías en nosotras. Es completamente natural sentirte abrumada al hablar sobre experiencias tan dolorosas como la pérdida de tus padres. No hay un camino fácil para superar esas emociones y es normal sentirte bloqueada en este momento. Es importante recordar que el proceso de sanar y superar el dolor lleva tiempo. Al compartir tus sentimientos con nosotras, estás dando un paso importante hacia adelante. Tener a personas que te cuidan, te apoyan y te reconfortan, como Liam y nosotras, pueden marcar una gran diferencia en tu proceso de sanación. Aunque no podemos cambiar el pasado estamos aquí a tu lado en el presente, y ayudarte a enfrentar lo que sea necesario. Recuerda que es normal sentirte vulnerable al hablar de tus emociones y está bien pedir el apoyo que necesitas. Continuaremos aquí para escucharte y apoyarte.
Las palabras de Isabella me provocan que derrame algunas lágrimas, al mismo tiempo que Liam me rodea con un abrazo que brinda el consuelo y el apoyo que anhelo profundamente.
-Esta situación me recuerda lo afortunada que soy de teneros a mi lado en este momento. Vuestra presencia y apoyo significan mucho para mí, y me están ayudando a sobrellevar esta carga emocional que he llevado durante tanto tiempo. Saber que tengo a alguien como Liam, quien me acompaña de manera incondicional, así como a vosotras que, junto con Lola, me ofrecéis comprensión y consuelo, es un regalo que valoro profundamente. Es reconfortante saber que, a diferencia del pasado ahora tengo un círculo de personas que se preocupan por mi bienestar. Vuestra amistad y apoyo están ayudando a llenar un vacío que existía en mi pasado. Aunque no podemos cambiar el pasado, puedo encontrar consuelo en saber que estoy rodeada de amor y empatía en el presente.
-¿Deseas continuar Julia? o prefieres tomar un descanso y terminar de recuperarte.
-Sí, deseo continuar. En realidad, no falta mucho y el dolor ya no es tan agudo. Puedo continuar sin dificultades.
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Zaragoza
1998-2000.
Julia.
Unos días después, recibí una llamada de Isabel informándome de que oficialmente me había convertido en heredera de mis padres. Esto significaba que ahora tenían acceso a los fondos de la cuenta corriente y podían solicitar el cobro tanto de las pólizas como de la indemnización.
Mientras tanto, yo me había estado preparando. Cada mañana, después de desayunar, dedicaba una hora a hacer ejercicio por la urbanización. Tras todo lo que había ocurrido desde mi cumpleaños, casi no había comido y había perdido mucho peso. Sin embargo, siempre había tenido una predisposición a engordar por lo que decidí que de ahora en adelante estaría más pendiente de mi peso, ya que no deseaba volver a ser “la Cerdita”. Mi objetivo era evitar llamar la atención por ser gorda. Por lo que el ejercicio diario y una dieta equilibrada, se convirtieron en mis aliados, para conseguir mantenerme en el peso ideal.
Me compré un scooter y conseguí una plaza en un centro de Bachillerato de alto nivel. Al principio tuvieron ciertas reticencias debido a que el curso ya estaba avanzado. Sin embargo, superé las expectativas al realizar una prueba de nivel que demostró mi habilidad y compromiso para ponerme al día rápidamente si me esforzaba. Las clases en este centro eran pequeñas con un máximo de 15 alumnos, lo que permitía un mejor aprovechamiento del tiempo de estudio.
Después de mis rutinas de ejercicios matutinos, asistía a las clases, y por la tarde trabajaba en perfeccionar mi inglés con una profesora particular. Incluso después de la cena continuaba estudiando repasando lo aprendido durante el día hasta que el cansancio me vencía y me quedaba dormida. Logré aprobar todas las asignaturas de primer año con las notas más altas del centro, a pesar de haberme unido a mitad de curso.
A punto de cumplir los 17 años, Pilar y Luis se ofrecieron a organizar una fiesta y hasta consideraron invitar a mis compañeras de clase. Sin embargo, yo no había establecido amistades cercanas. Desde el primer día dejé en claro que no tenía intenciones de formar lazos con nadie y prefería mantenerme solitaria. Fui lo suficientemente arisca y desagradable para que mi mensaje fuera comprendido y nunca más nadie intentó acercarse a mí. Agradecí a Pilar y a Luis por ese amable gesto, aunque en ese momento no me sentía animada para celebrar ninguna fiesta. Ya había decidido que nunca más iba a celebrar mi cumpleaños. Lo que hubiera podido ser una celebración familiar llena de alegría y sorpresas, para mí era volver a revivir todo lo que me pasó un año atrás. Nunca más celebraría mi cumpleaños.
A medida que se acercaba mi cumpleaños, mi estado emocional empeoraba, y una sensación de tristeza se apoderaba de mí, sin poder deshacerme de ella. El día de mi cumpleaños, le pedí a Pilar que preparara un bocadillo para mí, ya que no volvería hasta la cena. Tomé la moto y me dirigí hasta el cementerio donde planeaba pasar el día con mis padres. Aunque ya no estaban físicamente, los contaba todo lo que me sucedía como si estuvieran presentes. Les hablaba de Pilar y de Luis y de lo bien que me estaban cuidando, así como de mis aspiraciones de estudiar eh Harvard. Sentía que me escuchaban atentamente.
Mientras devoraba el bocadillo que Pilar había preparado mi mirada se posaba en un símbolo que los de la funeraria habían grabado en la lápida además de mi dedicatoria. No le había prestado atención hasta ese momento, pero enseguida interpreté su significado. Era una M y una J entrelazadas por el ampersand, que a su vez formaba parte tanto de la M como de la J. M&J. En ese instante una idea se forjó en mi mente. Sentada ahí, rodeada por el silencio del cementerio y el recuerdo de mis seres queridos, tome la decisión de fundir las alianzas que llevaba colgadas en una cadena de oro, y transformarlas en ese mismo símbolo. Sería una forma de tenerlos siempre cerca de mi corazón, como una especie de talismán que me recordara su presencia y su amor. La idea me pareció reconfortante, como si hubiera encontrado una manera de llevar su legado de una forma tangible y significativa. En ese momento, sentí una conexión más profunda con mis padres, como si estuvieran de acuerdo con mi elección desde algún lugar más allá del tiempo y el espacio.
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-Un momento Julia, ¿nos estás diciendo que el logotipo de tu empresa, el mismo que llevas siempre contigo, en realidad representa a tus padres?
-Claro Sophie, se trata de mis padres, Manuel y Julia. Antes de dejar España opté por fusionar sus alianzas y crear este colgante con el diseño original que se encuentra en su lápida. De esta manera siempre los tendría cerca de mi corazón. Cuando creé mi empresa decidí usarlo como logotipo para que me diera suerte. Antes de regresar a casa esa tarde, decidí pasar por una joyería para hacer mi encargo. Les mostré el símbolo utilizando una foto que había tomado de la lápida de mis padres. A los pocos días recibí la noticia que el trabajo estaba terminado y que podía ir y recogerlo. Desde entonces lo he llevado siempre conmigo, como un recordatorio tangible de su presencia y amor en mi vida.
Esta pequeña pieza de joyería se convirtió en un tesoro incalculable para mí. Cada vez que lo veo, lo toco por su superficie y siento su forma, me llena de una sensación reconfortante muy cercana a mis padres. Es como si llevara un pedacito de ellos conmigo a cada paso que doy. Desde aquel día en el cementerio y la decisión que tomé, el colgante se ha convertido en un faro de fuerza y consuelo en mi vida. No importa a lo que me enfrente, siempre sé que tengo su apoyo en espíritu a mi lado. Su memoria me impulsa a seguir adelante y a hacer frente a cada desafío con determinación y coraje. A medida que el tiempo avanza, el símbolo se ha convertido en parte de m identidad en un recordatorio constante de mi historia y lo que significan para mí. No solo es una pieza de joyería, si no un lazo que une mi pasado y mi presente y me recuerda que siempre llevo conmigo el amor de mis padres.
-Vaya Julia, esa es una historia muy emotiva y significativa. Fusionar las alianzas de tus padres y convertirlas en el logotipo de tu empresa es un hermoso tributo y una manera de mantenerlos cerca. Es un recordatorio constante, de su amor y tu compromiso hacia tus objetivos. Tu logo tiene una historia poderosa detrás y seguro que les habría llenado de orgullo a tus padres.
-Pero es más que un simple símbolo o un logotipo, es un auténtico talismán. Cuando lo sostengo en mi mano, siento la presencia de mis padres, como si su energía fluyera a través de mí. Ellos me aconsejan y guían en silencio. A lo largo de los años, cuando me enfrentaba a momentos difíciles o me faltaba la determinación para continuar, el colgante me brindaba la fuerza que necesitaba para seguir adelante. Mis padres eran quienes me impulsaban hacia mi objetivo. Este talismán ha sido mi fuente de energía y fortaleza. Y eso no es todo, en momentos de indecisión, simplemente con tocar el colgante, era como encender una luz en mi mente, y enseguida tenía claridad sobre que camino seguir. Cuando Lola me propuso trabajar fuera de mi despacho, valorando entre diversas opciones, fue el colgante quien dirigió mi elección hacia vuestra empresa, Sophie. Ahora entiendo por qué. Fue allí donde os conocí a ti, Sophie y a Liam. Mis padres me llevaron hacia ese camino. No fue casualidad, ellos os eligieron. Y sin duda no se equivocaron.
-Julia, me sorprende un poco ya que recuerdo que no dabas mucha importancia a las supersticiones.
-Mi compromiso con el colgante y lo que representa, se ha vuelto parte integral de mi vida. No importa si es considerado una superstición o no Liam, lo que cuenta es la fuerza y la conexión que siento cuando lo tengo cerca. Mis padres siempre fueron una guía para mi y a través de este colgante, de este talismán, siento que su influencia perdura y me impulsa a seguir adelante.
-Es curioso lo que mencionas, Julia. En mi experiencia, he escuchado a pacientes hablar sobre talismanes que le brindan suerte. Aunque soy escéptica en cuanto a esas creencias, no descarto la posibilidad, de que haya algo de verdad en esas historias.
-Entendido Julia. Ahora ya tenemos claro el significado de M&J. Algo que siempre ha sido un misterio para nosotros. Pero te hemos interrumpido. Si deseas continuar, por favor sigue adelante.
. . . . . . . . . . . .
En el siguiente curso, se me presentaba el reto de combinar el segundo año de bachillerato con la preparación para ingresar en Harvard. Obtener admisión en Harvard, no es sencillo ya que no solo depende de los resultados que obtengas en las pruebas. Afortunadamente todo el proceso se puede realizar a través de su sitio web. Una vez te has registrado como usuario, se debe completar la solicitud, que incluye una serie de preguntas relacionadas con tu historial académico, actividades extracurriculares, personalidad e intereses particulares. Una vez que el registro está confirmado se abre la oportunidad de presentar el expediente académico y las cartas de recomendación de profesores. Además, se debe abonar la tasa de inscripción correspondiente. Esta etapa de preparación, para entrar en Harvard era algo más que simplemente que rellenar un formulario. Cada pregunta y respuesta, era una oportunidad para mostrar quien era yo y a lo que aspiraba lograr. Cada detalle de mi trayectoria académica y cada experiencia extracurricular, que había elegido eran piezas importantes del rompecabezas que formaban mi perfil como solicitante.
A medida que completaba la solicitud, reflexionaba sobre mi recorrido hasta ese momento. Recordaba mis logros, mis desafíos ya superados y las pasiones que me había guiado. No solo estaba postulando para una universidad, estaba compartiendo mi historia y mis sueños con el comité de admisiones. Cada palabra y elección era una manera de presentarme ante ellos de la forma más autentica posible. A pesar de que el proceso era exigente y requería tiempo, cada minuto invertido se sentía como un paso hacia mi objetivo. Cada respuesta era cuidadosamente redactada, cada pequeño detalle que añadía a mi perfil, me acercaba un poco más a la posibilidad de estudiar en una institución tan prestigiosa como Harvard. Sabía que la competencia era feroz, pero estaba dispuesta a esforzarme al máximo para alcanzar mi meta.
Adicionalmente, se realizan entrevistas personales, las cuales también pueden llevarse a cabo en línea, y otras pruebas diseñadas para evaluar el nivel de inglés. Todos estos preparativos, ocupaban cada hora de mi día, pero mi motivación era tan grande, que no me importaba. A pesar de dormir poco, no sentía cansancio alguno. Mi determinación y entusiasmo, superaban cualquier obstáculo. Después de finalizar el bachillerato y haber cumplido con todos los requisitos, incluidas las pruebas de admisión para Harvard, solo quedaba esperar la respuesta. Y la respuesta llegó a través del correo electrónico, precisamente en el día de mi 18 cumpleaños, un regalo que superaba todas mis expectativas. Había sido admitida. Me acababa de convertir en una estudiante de Harvard.
Los días siguientes se convirtieron en un torbellino de actividades, mientras me organizaba pidiendo permisos, tramitando la visa estudiantil, el pasaporte y buscando alojamiento. Finalmente llegó el día que había estado esperando. La víspera de mi partida, visité el cementerio para despedirme de mis padres. En esta ocasión, Pilar me acompañó al cementerio y como la vez anterior esperó por mi en el aparcamiento. Sin embargo, esta vez no derramé lágrimas. La tristeza todavía estaba presente, un sentimiento que se había instalado en mí, de manera permanente, pero no lloré. Llevé conmigo un paño para limpiar la lápida y un ramo de flores. Algunos días antes, le había solicitado a los que montaron la lápida, que añadieran una nueva inscripción. Julia Gracia Moreno, con la fecha de mi partida, porque en ese día, dejaba de existir en España, para renacer en Estados Unidos. La Julia que alguna vez fui, no se asemejaría en nada a la que estaba por convertirme. Acompañando esta inscripción, había publicado una esquela mortuoria en la prensa local. En Villalba se daría por sentado que había fallecido, y ese era precisamente mi propósito. Quería estar muerta para todo el mundo.
Dado que desde Zaragoza no hay vuelos a Estados Unidos, tuve que viajar a Madrid para partir. Desde el incidente en el autobús, no me sentía cómoda viajando en transporte público, y Luis amablemente se ofreció a llevarme hasta el aeropuerto de Madrid. Pilar también nos acompañó. Nos despedimos antes de pasar el control. Cuando nos abrazamos no pude evitar emocionarme y derramar algunas lágrimas. Aunque nuestra convivencia había sido breve, ya que me dediqué principalmente a estudiar, había llegado a apreciarlos mucho y sentía que me habían brindado un hogar. Me preguntaba cuántos jóvenes en circunstancias similares a las mías habrían sido acogidos por ellos. Al no tener hijos propios, habían decidido ayudar a aquellos menores huérfanos. Conmigo habían hecho un trabajo excepcional. Siempre los llevaré en mi corazón. Sin embargo, esos abrazos y esas muestras de cariño, serían los últimos que experimentaría durante muchos años.
Viajé en vip, porque me hubiera sido imposible compartir asiento con otras personas en clase turista, y aun así me tomé un tranquilizante, que me hizo hacer el viaje semidormida. La Universidad de Harvard, ofrece apartamentos para compartir con estudiantes originarios de otros países y otras etnias. Pero yo no estaba interesada en compartir mi vida con nadie y conseguí un apartamento para mi sola, y como podía pagármelo, decidí contratar una asistenta para que me hiciera la limpieza y la comida. Tenía que dedicar todo mi tiempo a estudiar y no podía perderlo con esas nimiedades. Después de algunas entrevistas, contraté a Gabriela, quien con el tiempo se convirtió en alguien de confianza, que me cuida y atiende mis necesidades de forma muy eficaz.
A pesar de tener claros mis objetivos, y como alcanzarlos, era crucial pasar desapercibida por los demás. No podía permitirme ser el centro de atención no deseada en la universidad, por lo que debía evitar ganar ni un gramo de peso adicional. Tampoco quería destacar como una chica atractiva. Sabía que mi cuerpo había cambiado y necesitaba evitar mostrar cualquier rasgo que pudiera atraer la mirada de los demás, especialmente de los hombres. Tenía que volverme invisible. Elegí usar ropa que ocultara cualquier característica que pudiera resultar llamativa o sugerente. Renuncié a usar vestidos, faldas, maquillaje, peinados elaborados, tacones, joyas. A pesar de haberme sometido a una cirugía ocular, seguía usando gafas sin graduar, las menos favorecedoras que pude encontrar. Con todas estas precauciones, logré envolverme en una capa de invisibilidad. Estaba segura que los chicos dirigirían sus miradas hacia otras chicas más atractivas y seductoras. Tampoco me uní a ninguna hermandad o fraternidad, a pesar de los intentos iniciales para atraerme. Después de varias negativas, dejaron de insistir y pude centrarme en lo que realmente me importaba. De esta manera empezó mi vida universitaria en Harvard. El resto de la historia, más o menos, ya la conocéis.
Durante mi tiempo en Harvard, vivía enfocada en mis estudios y metas académicas. Mi capa de invisibilidad me permitió pasar desapercibida entre la multitud y evitar cualquier atención no deseada. Evitaba las actividades sociales y me concentraba en mis clases y proyectos. A pesar de la exigencia académica, sentía que estaba en mi elemento, rodeada de conocimiento y oportunidades. Con el tiempo, logré cumplir mi sueño y graduarme con honores eh Harvard y obtener mi título. Fue un logro que me llenó de orgullo y satisfacción.
. . . . . . . . . . . . .
-Uf, cariño, entiendo que tu historia es realmente dura, y lamento mucho todo lo que has pasado. Reconozco que incluso yo me siento afectado. Comparto tu sufrimiento tanto como si fuera propio. Sin embargo, quiero que sepas que ahora estás rodeada de personas que te aman, me tienes a mí, a Sophie y a Isabella, y siempre estaremos contigo. Los días de sufrimiento han llegado a su fin. Mi propósito es asegurarme que encuentres felicidad en cada uno de tus días y que puedas dejar atrás ese doloroso pasado. Este es el compromiso que hago contigo en este mismo momento. Te amo profundamente y no permitiré que vuelvas a ser lastimada.
-Aprecio profundamente tus palabras y el amor que compartes. Es reconfortante sentir tu empatía y comprensión. Tu disposición para compartir mi sufrimiento y estar a mi lado, significan mucho para mí. Sé que tengo a personas increíbles, como tú, Sophie e Isabella en mi vida y eso me brinda una fortaleza muy valiosa. Tu compromiso de cuidarme y hacerme feliz es un regalo precioso que no puedo expresar con palabras. Es un consuelo saber que tengo a alguien tan amoroso y dedicado a mi lado. Tu amor es un faro de esperanza y estoy agradecida por tenerte a mi lado. Te amo profundamente y valoro cada día que compartimos juntos.
-Julia, ahora que conocemos tu historia, ¿Qué planeas hacer a partir de aquí? Antes mencionaste la idea de buscar venganza. ¿Podrías explicarnos en qué consiste ese plan?
-A lo largo de estos años, mi único propósito ha sido vengarme de aquellos que nos causaron daño. No obstante, estas personas tienen una gran influencia y llegando incluso a tener controlados jueces, médicos, la policía y hasta en el mismo clero. Comprendí que, para enfrentarme a individuos tan poderosos, necesitaba igualar o superar su poder y eso implicaba tener más dinero que ellos. Fue cuando aparecí en la lista Forbes, como una de las 10 mujeres más ricas de EE.UU., cuando sentí que había alcanzado el nivel de poder necesario para llevar a cabo la venganza que había esperado durante tantos años. Así que regresé a España con una determinación renovada. Curiosamente, mi plan me lo había inspirado mosén Senante, y consistía en adquirir la empresa de calzado y posteriormente cerrarla. En un lapso de tiempo sobre cuatro o cinco años, al no tener trabajo habría una emigración masiva hacia otros lugares con más posibilidades. Con el tiempo, el pueblo quedaría habitado mayormente por personas mayores. A medida que la gente abandonara el pueblo o falleciera, tenía en mente comprar las casas desocupadas y demolerlas.
En tan solo unos pocos años, Villalba del Conde no sería más que un conjunto de ruinas, reducido a escombros que el viento arrastraría con indiferencia. Para entonces, cuando el nombre del pueblo hubiera sido borrado de todos los mapas y su memoria se desvaneciera como el eco de una historia olvidada, sabría que mi venganza se habría consumado por completo. Sería en ese preciso instante, cuando no quedara nada de lo que una vez fue, que sentiría la satisfacción de haber cumplido mi propósito. Solo entonces, al haber destruido todo lo que simbolizaba el dolor y la injusticia que me arrebató a mis padres, me sentiría finalmente en paz, lista para reunirme con ellos en el lugar donde el sufrimiento ya no existe, y donde los ecos de la destrucción no podrían alcanzarnos jamás.
-Sin embargo, no seguiste adelante con ese plan. ¿Qué te llevó a tomar esa decisión?
-A pesar de tener todos los recursos a mi disposición, me di cuenta de que había algo esencial que me faltaba: valor.
-¿Valor? -repite, intrigado Liam, esperando una explicación más profunda.
- Durante años, viví en un aislamiento social que yo misma había creado. Me encerré en una burbuja de soledad que me protegía del mundo exterior, pero que al mismo tiempo me despojaba lentamente de habilidades esenciales que se consideran parte natural de la vida, como el simple acto de relacionarme con los demás sin sentir un nudo de terror en el estómago. Llegó un punto en el que el solo hecho de enfrentarme a otras personas me paralizaba de miedo, convirtiéndome en una prisionera de mi propio pánico. Esa incapacidad de conectar me limitaba en todos los aspectos, especialmente en uno que se volvió crucial: la fábrica.
Sabía que, para poder quitarles la fábrica, tendría que enfrentarme a algo que me asustaba tanto como el rechazo: Los Villalba. No podía estar segura de que aceptarían venderme la fábrica, y la posibilidad de tener que hacer una oferta irrefutable me llenaba de angustia. No solo temía que me rechazaran, sino que también me aterraba la idea de que, incluso si aceptaban, tal vez no estaría preparada para lo que venía después.
Sin embargo, no llegué a ese punto crítico. Antes de enfrentarme al desafío de hacer una oferta o de ponerme cara a cara con mis enemigos, algo cambió. A veces, no es la batalla externa la que marca el fin de una etapa, sino la interna. Enfrenté mi miedo de manera silenciosa y solitaria, y aunque no tuve que hacer esa oferta temida, el camino hacia la confrontación me reveló algo más profundo: mi propio proceso de recuperación y lucha no estaba en la fábrica, sino en mí misma.
-¿Qué ocurrió entonces? -pregunta con el rostro entre líneas de curiosidad.
-Cuando por fin sentí que había llegado el momento adecuado, decidí tomar un jet privado rumbo a Madrid. La simple idea de viajar en un vuelo comercial, rodeada de extraños, era impensable debido a mi ansiedad. Necesitaba control total sobre mi entorno, al menos en ese aspecto. Al aterrizar en la capital, alquilé un coche y me dirigí a un hotel cercano al aeropuerto. Sabía que necesitaba tiempo para descansar, para adaptarme al desfase horario, y, sobre todo, para ordenar mis pensamientos. Todo parecía bajo control. Cada paso estaba planeado minuciosamente, como si con eso pudiera acallar el torbellino emocional que llevaba dentro.
A la mañana siguiente, me levanté temprano. La determinación que había cultivado durante años me impulsaba hacia adelante. Mi plan era claro: ir a Villalba del Conde y llevar a cabo la venganza que tanto tiempo había anhelado. Esa pequeña localidad, testigo de tantos capítulos oscuros en mi vida, sería el escenario final donde todo llegaría a su desenlace.
Con el coche listo, emprendí el viaje. El paisaje pasaba ante mí en una sucesión de imágenes borrosas, pero yo apenas lo notaba. Estaba concentrada en mi misión, en el objetivo que me había marcado como una obsesión implacable. Sin embargo, a medida que los kilómetros se deslizaban bajo las ruedas del coche, algo en mi interior comenzó a tambalearse. Las dudas, que había logrado mantener a raya durante tanto tiempo, empezaron a surgir, como una marea silenciosa que poco a poco me cubría.
-¿Dudas? -interrumpe Liam, aún más intrigado.
- Comencé a imaginar cómo reaccionarían Sergio, Elena, Miguel, Paco y Loísa al verme aparecer después de tantos años de ausencia. ¿Qué expresiones tendrían en sus rostros? ¿Sorpresa, miedo, desprecio? A medida que esos pensamientos se agolpaban en mi mente, mi ansiedad, siempre al acecho, comenzó a golpearme con una intensidad que me tomó por sorpresa. Cada escenario que mi imaginación construía hacía que mi respiración se volviera más rápida y superficial. Pensé en mis limitadas habilidades sociales, en cómo el aislamiento que había cultivado durante tanto tiempo me había dejado incapacitada para enfrentarme a los demás de manera normal. La sola idea de estar frente a ellos, de ver sus ojos clavados en mí, me aterraba de tal forma que sentí como si el mundo se encogiera a mi alrededor.
El coche, que hasta ese momento se había desplazado de forma casi automática, obediente a mis manos en el volante, comenzó a sentirse como una jaula. El pánico me golpeó con tanta fuerza que me vi obligada a detenerme en el arcén, incapaz de seguir adelante. Todo en mi cuerpo se rebelaba, exigiéndome huir. Me faltaba el aire. Era como si el oxígeno a mi alrededor hubiera desaparecido de repente, y mi pecho, apretado por una garra invisible, no pudiera expandirse para respirar. Los latidos de mi corazón se volvieron ensordecedores, el único sonido que podía percibir en medio de ese caos interno.
Mi mente giraba en un torbellino de pensamientos. ¿Cómo podría enfrentarme a Sergio, con su mirada fría y calculadora? ¿Y a Elena, quien siempre había disfrutado del sufrimiento ajeno? Miguel y Paco, cómplices en tantas cosas, y Loísa... Loísa, con la traición aún viva en mi memoria, esa mezcla de amor y odio que jamás había podido resolver. El solo hecho de pensar en estar frente a ellos me paralizaba. ¿Qué les diría? ¿Cómo actuaría? No tenía respuestas, solo miedo.
El volante se sentía resbaladizo bajo mis manos sudorosas. Sentía el impulso de volver atrás, de regresar al hotel, de esconderme de nuevo en la seguridad del anonimato, pero sabía que no podía. Tenía que seguir adelante, aunque cada fibra de mi ser me gritara que huyera.
-¿Y qué hiciste?
- Después de varios minutos en los que el mundo pareció detenerse a mi alrededor, logré, poco a poco, calmarme. Cerré los ojos y me obligué a respirar profundamente, inhalando y exhalando con lentitud, como si cada bocanada de aire fuera un ancla que me ayudara a volver a la realidad. Poco a poco, el caos en mi mente comenzó a disiparse, y los latidos de mi corazón, que hasta hacía unos momentos habían retumbado en mis oídos, fueron reduciendo su intensidad. Sin embargo, aunque mi respiración había vuelto a un ritmo más regular, el miedo seguía allí, latente, como una sombra oscura que se resistía a marcharse.
Ese momento de calma me permitió pensar con más claridad, y fue entonces cuando lo entendí con una certeza demoledora: no estaba lista para enfrentarme a todos ellos. El mero hecho de imaginar sus rostros, las miradas cargadas de historia y resentimiento, había sido suficiente para desmoronar mi confianza. ¿Cómo podría entonces soportar estar frente a ellos en carne y hueso? Me sentía frágil, vulnerable, como si el peso de los años y las cicatrices emocionales aún fuera demasiado para cargar.
El tiempo que había pasado apartada del mundo no me había fortalecido como creía; más bien, me había debilitado de una manera que no había anticipado. Pensaba que el silencio, el aislamiento, la distancia, me habían dado el control y la fuerza necesarios para regresar y reclamar justicia. Pero ahora, con el coche detenido en medio de la nada y la carretera extendiéndose interminable frente a mí, la verdad se me revelaba con una brutalidad desgarradora. Todo el coraje que había acumulado a lo largo de los años parecía desvanecerse ante la realidad de enfrentarme a mis fantasmas del pasado.
El miedo había dejado una huella profunda, una marca que no podía ignorar. Mis manos aún temblaban ligeramente sobre el volante, y aunque mi cuerpo ya no estaba en estado de pánico, sentía que algo se había roto dentro de mí. Había subestimado el impacto emocional de regresar a Villalba del Conde, y ahora me daba cuenta de que, por mucho que deseara completar mi venganza, aún no estaba preparada para enfrentar lo que venía con ella.
Derrotada antes de comenzar, cambié de sentido consciente de que mi planteamiento había sido erróneo. No estaba dispuesta a rendirme, no en ese momento. Mientras respirara, estaría dispuesta a continuar luchando hasta lograr lo que buscaba, mi ansiada venganza. Sin embarga sabía que necesitaba replantearme el enfoque. Era hora de elaborar una nueva estrategia, una que me permitiera avanzar con determinación hacia mi objetivo sin ceder ante la derrota.
Decidí tomar un tiempo para reflexionar. Regresé a Madrid y me hospedé en el hotel Ritz. Cerré le puerta de mi suite y me sumí en una profunda introspección. Era evidente que la estrategia inicial no me conduciría hacia la victoria que buscaba. Recordé como mis padres solían brindarme buenos consejos cuando me enfrentaba a decisiones difíciles en el pasado, y a menudo resultaban efectivos. Siguiendo mi instinto, tomé el colgante que llevaba y que me conectaba con ellos, como solía hacer en momentos de reflexión. En ese instante parecía que la solución se presentaba ante mí, como si mis padres me estuvieran aconsejando una vez más.
El consejo era muy simple, si carecía de habilidades sociales, debía adquirirlas. Debía superar mi temor a interactuar con los demás y aprender a relacionarme. Debía perderles el miedo a los Villalba. Me di cuenta de que, para lograr un cambio real y positivo, tenía que dejar atrás mis miedos y trabajar en mi misma. Con este nuevo enfoque en mi mente, me dispuse a embarcarme en un camino de autodescubrimiento personal sabiendo que al hacerlo, honraría a mis padres. Decidí que había llegado la hora de enfrentar mis miedos a relacionarme con los demás y adquirir las habilidades sociales que tanto me faltaban. Reconocí que mi aislamiento social había sido una defensa, pero también me había limitado de muchas formas.
Estaba lista para romper esas barreras y comenzar un proceso de transformación. Después de investigar por internet y hacer muchas llamadas, encontré a Lola, una especialista en mi problema. Y aquí tengo que decir que también el colgante ejerció su magia. Fueron mis padres, a través del colgante, los que eligieron a Lola por mí. Concerté una cita con ella para el día siguiente. Durante esa primera consulta, le expliqué mi situación y lo que necesitaba. Aunque no compartí nada sobre mi pasado o mis planes de venganza, Lola pudo diagnosticar mi fobia rápidamente y me hizo saber que era más común de lo que pensaba. Lola era una experta en tratar este tipo de trastornos, así que confié en ella desde el principio.
Durante la siguiente semana, tuve sesiones diarias con Lola. Al principio utilizó esas sesiones para recopilar información y entender mejor mi situación. Acordamos que cuando regresara a Estados Unidos, las sesiones continuarían en línea, pero me comprometí a seguir sus recomendaciones con disciplina. Gracias a Lola mi vida dio un giro inesperado. Ella me ayudó a superar mis miedos y fobias, lo que me permitió conectarme con personas como vosotras, que han tenido un impacto significativo en mi vida.
Lola me enseñó a no huir de mis problemas, sino a enfrentarlos con valentía. Me mostró que no hay vergüenza en admitir cuando algo me supera y que, en esos momentos, lo más importante es pedir ayuda. A través de su apoyo, comprendí que no todo se puede resolver en soledad, y que buscar el consejo o el respaldo de alguien no es un signo de debilidad, sino de fortaleza. Me ayudó a entender que enfrentar las dificultades con la cabeza en alto, y rodearse de quienes te pueden guiar, es parte del crecimiento personal.
-Entonces, te sientes ahora lista para regresar. ¿Sigues considerando la opción de causar la destrucción del pueblo? Julia, en una ocasión me compartiste la idea de que un gran poder, conlleva una gran responsabilidad. Comprendo tus motivaciones y no te estoy juzgando, pero ¿no consideras que privar a tantas personas de sus medios de subsistencia, sería injusto?
-Tus observaciones son muy acertadas, Sophie. Lola no solo me brindó herramientas para socializar, si no también infundió en mi el valor necesario para enfrentarme a cualquier situación que surja. Además, me guió en el camino de la inteligencia emocional, el cual ha sido fundamental para reconocer mis propios sentimientos e identificar el de los demás. Pero quizá lo más significativo es que Lola me enseñó a creer en el poder del amor. En mi vida, Lola ha sido mara mí, como El Mago de Oz, transformando mi camino de manera sorprendente.
Todas estas enseñanzas, sumadas a haberos conocido, han desencadenado una reformulación profunda de mis perspectivas. Me di cuenta que el deseo de venganza estaba dominado por el odio que sentía hacia todo el pueblo. Yo no quería ser así. Nunca he odiado y gracias a Lola y a su terapia, la idea de venganza ya no es central en mi pensamiento, pero sí lo es la búsqueda de justicia. Lola desempeñó un papel fundamental al mostrarme el camino hacia la autenticidad y la aceptación al igual que El Mago de Oz, guió a Dorothy hacia la realización de sus deseos.
Reconozco que no es equitativo que todo un pueblo pague por los actos de unos pocos. Sin embargo, es esencial que se haga justicia por lo que mis padres y yo hemos vivido. Cada encuentro y experiencia me ha llevado a reconsiderar mis objetivos y valores. Entiendo que la justicias es más que una simple retribución, es un equilibrio que honra la verdad y el respeto por la debilidad humana. Mi enfoque se centra en lograr esa justicia de manera constructiva sin afectar a personas inocentes en el proceso. Mi determinación sigue firme en esta dirección y estoy segura que lograré obtener esa justicia que busco para mí y para mis padres. Aunque el camino puede ser desafiante, mi resolución es sólida y guiada por la convicción de que todos merecemos un trato justo y una oportunidad de sanación.
En Madrid, mi búsqueda de justicia no se limitó solo a las sesiones con Lola. También tomé medidas adicionales para asegurarme de que los responsables se enfrentaran a las consecuencias de sus acciones. Contraté los servicios de una abogada con amplia experiencia, una detective especializada en el seguimiento y buscar información sobre personas. Nos reunimos las tres en mi hotel, junto con la delegada de M&J international en España, para planificar nuestra estrategia. A la detective le di una lista de personas a las que debería investigar a fondo, lo quería saber todo de esas personas. Mi objetivo era obtener información exhaustiva sobre sus acciones y antecedentes pasados y presentes. Por otro lado, ordené a la abogada que rastreara por los juzgados para que intentara averiguar casos de agresión sexual archivados en la comarca. Estaba segura de que no había sido la única víctima y que otros casos podían haber sido archivados. Además mi abogada también debería investigar al tribunal que llevó mi caso de violación. Quería asegurarme de que no hubiera influencias indebidas o irregularidades que afectaran el proceso legal.
Paralelamente, la delegada de M&J en España, se encargaría de ofrecer nuestros servicios a Calzados Villalba. Sabía que tarde o temprano, solicitarían nuestra ayuda, brindándonos accesos a sus cuentas y exponiendo sus vulnerabilidades. Deberían dedicarse por completo a esta misión que yo coordinaría desde mi despacho en M&J Tower.
Durante el último año he recibido informes regulares de los avances de estas investigaciones. Ahora tengo un conocimiento completo sobre ellos y sus acciones. Estos esfuerzos no solo representan mi búsqueda de justicia personal, sino también un intento de prevenir futuras injusticias y abusos por parte de estos individuos.
Ahora me encuentro completamente preparada para llevar a cabo el propósito para el cual me he estado preparando durante todos estos años. Mi determinación es más fuerte que nunca, respaldado por el conocimiento, las habilidades y el apoyo que he adquirido en este camino. Estoy lista para enfrentar las verdades ocultas, desafiar la corrupción y luchar por la justicia. No solo por mí, sino por todas las víctimas que han sufrido en silencio y merecen que se escuche su voz.
-Julia, cariño, entiendo tus razones y reconozco que enfrentarte a tu pasado es esencial para que puedas ser la persona que estás destinada a ser. Siempre he notado que una sombra de tu pasado, te ha impedido alcanzar la plenitud de la felicidad, y quiero que sepas que estaré a tu lado en cada elección que hagas. Sin embargo, me gustaría ir contigo en este viaje ya que también siento un poco de temor.
-De que tienes miedo, cielo.
-Tengo miedo, Julia. Miedo de que vuelvan a hacerte daño, de que te hundas otra vez en esa tristeza profunda. Me aterra la idea de perderte y no ser capaz de ayudarte a salir de ese abismo otra vez. No quiero quedarme de brazos cruzados mientras te enfrentas sola a todo esto -me dice con la voz cargada de emoción, sus ojos fijos en los míos, buscando transmitir la sinceridad de sus palabras-. Por favor, déjame acompañarte en este viaje, no solo físicamente, sino emocionalmente también. Estaré esperándote en el hotel cuando regreses, listo para apoyarte en lo que necesites, para sostenerte si sientes que te estás derrumbando. No quiero que te enfrentes a esto sola, y necesito asegurarme de que, pase lo que pase, estés bien.
Expreso mi gratitud abrazando y besando a Liam por el apoyo incondicional que me está brindando. Sus brazos cálidos me envuelven mientras siento su amor y apoyo sincero. En ese abrazo encuentro consuelo y fortaleza para seguir adelante en este camino. Le doy un suave beso agradeciéndole con gestos lo que sus palabras significan para mi en ese momento.
-Lo que me has dicho significa mucho para mi también. Gracias mi amor. Entiendo que estás conmigo y valoro profundamente tu apoyo. No obstante, no tienes por qué sentir miedo. Esta es una tarea que debo enfrentar sola. He trabajado duro para fortalecerme y enfrentarme a mis miedos. Ahora sé como lidiar con ellos y estoy decidida a hacerlo. Ya no soy la misma Julia que ellos conocieron. Gracias a ti, a Lola y a vosotras, “chicas”, soy más fuerte que nunca. Además, no estaré verdaderamente sola. Siento a mis padres junto a mi y su presencia me dará la fuerza que necesito.
Le digo, mientras beso el colgante en señal de conexión con mis padres.
-Sin embargo, Liam tiene razón, Julia. No es prudente que intentes enfrentarte a esta situación por tu cuenta -dice Isabella con un tono serio, buscando captar toda su atención-. Este no es el tipo de desafío que puedes resolver en solitario, por muy fuerte o decidida que seas. A veces, contar con el apoyo adecuado es lo que marca la diferencia entre el éxito y el fracaso. Rodearte de personas que te entiendan y te respalden no solo te hará sentir más segura, sino que también te dará una perspectiva más clara para tomar las decisiones correctas.
-Tampoco estaré completamente sola, Isabella. Tengo un equipo en Madrid, que ha crecido con más profesionales para apoyarme las 24 horas del día. Llevan más de un año trabajando en mi caso, y casi todo está perfectamente planificado. Además, Sophie podría acompañarme al menos hasta Madrid -digo con calma, mostrando una seguridad calculada.
-¿Acompañarte yo? -pregunta Sophie, levantando una ceja-. ¿Y por qué solo hasta Madrid?
-Porque Lola está interesada en conocerte -respondo con una leve sonrisa-, y creo que tu también podrías estarlo.
-Oh, ¿y cómo sabes eso? ¿Te lo ha dicho? -Sophie intenta disimular su curiosidad.
-No, pero me pregunta mucho por ti, y le he prometido que vendrías conmigo.
Liam, observando la conversación, frunce el ceño, claramente confundido por el giro que había tomado la charla.
-Perdonad, chicas, pero me siento un poco perdido en toda esta conversación -interrumpe Liam, esperando una explicación.
Un estallido de risas responde a su comentario, llenando la sala con un ambiente ligero y relajado.
-Son asuntos de mujeres, cariño. Los hombres no siempre entendéis estas cosas -respondo, dándole una suave palmada en el hombro.
-Ah, claro -dice Liam, asintiendo con una sonrisa, aunque todavía un poco desconcertado, lo que provoca otra ronda de risas.
FIN DE LA SEGUNDA PARTE.
La historia de Julia continúa en:
EL TALISMÁN. TERCERA PARTE. ¡QUIERO VIVIR!
Julia viaja a España dispuesta a reclamar la justicia que se merece.