El Talismán

Pues es verdad lo que han dicho en la otra web, yo no había caído, pero Julia nunca habla de sus Padres y ni siquiera creo que fueron a su boda. Es extraño.
 
EL TALISMÁN. SEGUNDA PARTE. BALADA TRISTE DE TROMPETA.



Capítulo 23: As bestas.

Long Island.

Abril 2011.

Julia.


Mientras disfrutamos de una cena ligera, conversamos acerca de algunos de los episodios que les había narrado anteriormente.

-Sin lugar a dudas, Julia, tu destreza en matemáticas ha sido fundamental para tu éxito en el mundo de los negocios.

-Reconozco que tengo una habilidad especial para adquirir conocimientos, no solo en matemáticas, aunque estas últimas me fascinan. Gracias a esta habilidad, he logrado crear y dirigir la multinacional en la que trabajo. Aunque mi empresa se enfoca principalmente en economía, reconozco la importancia de las matemáticas en su funcionamiento. Sin embargo, siempre he tenido un anhelo por dedicarme a las matemáticas puras. Aunque esta elección habría excluido la posibilidad de crear mi imperio empresarial rápidamente, la economía me brindó la oportunidad de crecer en el mundo de los negocios, y eso era lo que necesitaba casi con urgencia.

-Julia, el crecimiento de tu empresa ha sido impresionante, como un meteoro. Sin embargo, nos resulta difícil comprender esa urgencia que mencionas por crecer rápidamente.

-Todo lo que estoy compartiendo con vosotros está intrínsecamente relacionado. Mi vida entera ha girado en torno a los acontecimientos que tuvieron lugar el día de mi cumpleaños y en los días posteriores. Aquellos momentos no fueron meros sucesos aislados; fueron una serie de eventos que dejaron una herida profunda en mi alma, una herida que todavía siento como una cicatriz que no se ha cerrado. Todo lo que soy y todo lo que hago está inevitablemente entrelazado con esas experiencias que cambiaron el curso de mi vida. La intensidad de lo que viví entonces ha marcado un antes y un después en mi existencia, afectando cada aspecto de mi ser y cada decisión que tomo.

Terminamos la cena y regresamos al salón. En ningún momento Liam suelta mi mano, mostrándose expectante ante la posibilidad de que algo de lo que cuente pueda afectarme emocionalmente.

…………

Villalba del Conde.

Julio 1998


El momento se acercaba, y esperábamos ansiosamente la aparición de Loísa en cualquier instante, portando consigo la llave que nos permitiría dirigirnos a la Peña.

-Antes de partir, necesito ir al baño. Me siento mareada, probablemente debido al alcohol, ya que no estoy acostumbrada a beber.

-Puedes ir tranquila, esperaré por aquí a Loísa mientras.

Caminé hacia el baño sintiéndome un poco afectada. Me di cuenta de que quizás no debí haber pedido esa bebida sin conocer su contenido. Al llegar al baño, observé mi rostro en el espejo y noté que estaba algo enrojecido. Me di cuenta de que había bebido más de lo debido y me preocupó lo que Ángel pensaría al respecto. Traté de refrescarme lavándome la cara con agua fría, pero no fue suficiente. Al mirar mi reflejo en el espejo, me di cuenta de que no lucía tan bien como al principio de la noche. Me preocupaba que Ángel pensara que no podía controlarme y eso afectara nuestra relación. Preocupada por la situación, decidí volver a la mesa donde Ángel me esperaba. Traté de mantener la calma y disimular cualquier rastro de incomodidad. Salí del baño con la cabeza aun dando vueltas, pero lo suficientemente consciente como para continuar mi noche con Ángel.

Al llegar a la mesa, vi que él no estaba y que su copa estaba vacía. Aunque me preocupé un poco, traté de no pensar en lo peor y asumí que podría estar en el baño, posiblemente lidiando con los efectos del alcohol. Opté por sentarme y esperar pacientemente su regreso, dejando mi propia copa a medio terminar.

Mientras esperaba, observé a las personas que disfrutaban de la velada a mi alrededor. Traté de mantenerme tranquila, aunque una pequeña inquietud seguía rondando en mi mente.

El tiempo pasaba y Ángel aún no regresaba. Tampoco había rastro de Loísa, y el reloj marcaba más de las 10 de la noche. Mi mareo iba en aumento, y la preocupación empezaba a crecer en mi interior. Decidí buscarlo por toda la sala, aunque me costaba mantener el equilibrio.

Apoyándome en la pared, me dirigí hacia el baño con la esperanza de encontrar a Ángel allí. Mientras caminaba, traté de mantener la calma, pero el mareo dificultaba mi movimiento.

Al llegar al baño, vi a un chico saliendo y no dudé en preguntarle si había visto a Ángel en el interior. El chico me miró con desconcierto y me dijo que no lo había visto. Eso aumentó mi inquietud, pero me esforcé por no preocuparme más de lo necesario.

Decidí esperar un poco más en el baño, pensando que tal vez Ángel vendría en cualquier momento. La incertidumbre me abrumaba, y cada minuto que pasaba sin noticias de Ángel me hacía sentir más ansiosa. Intenté controlar mis pensamientos y mantener la esperanza de que todo estaría bien, pero la preocupación seguía latente.

Finalmente, decidí regresar a la mesa. Tal vez Ángel había regresado mientras yo estaba en el baño o podría estar esperándome en otro lugar.

Al llegar a la mesa no había señales de Ángel ni de Loísa. Comencé a considerar la idea de buscar ayuda para encontrarlos. Antes decidí llamarle al móvil, pero no daba señal, lo debía tener apagado.

Al ver que Ángel aún no regresaba y la preocupación crecía, decidí abordar al camarero que estaba recogiendo vasos de una mesa cercana. Me acerqué a él con la esperanza de obtener alguna información sobre la situación.

Amablemente, le pregunté si había visto a mi compañero, describiéndole cómo lucía y que se llamaba Ángel.

-Disculpa, tú eres Cerdita, ¿verdad? Sí, he visto a Ángel hace un momento. Lo vi entrar al almacén muy cariñoso abrazado a una chica, creo que era Loísa, la hermana de Sergio. Probablemente aún están allí.

Al escuchar al camarero, me sorprendí y una mezcla de emociones me invadió. Traté de mantener la calma y agradecí la información, aunque por dentro me sentía confundida y preocupada.

A pesar de sentirme mareada y con la visión borrosa, me esforcé por llegar al almacén, deseando aclarar lo que había sucedido. Mientras me acercaba, traté de mantener la mente abierta y evitar sacar conclusiones apresuradas.

Al abrir la puerta del almacén lentamente, me encontré con Ángel sentado entre unas cajas de bebidas. Sus ojos estaban cerrados, y en ese momento pensé que también estaba mareado y se había refugiado allí por vergüenza a que yo lo descubriera.

Mi corazón se llenó de preocupación al verlo en esa situación.

-¡Ángel! ¿Estás bien?

Cuando abrí la puerta del todo, pude ver la escena completa. Loísa estaba arrodillada delante de Ángel, chupándole el pene, y este tenía la mano en su cabeza, marcándole el ritmo.

Me quedé completamente inmóvil, incapaz de asimilar lo que mis ojos estaban presenciando. Una ola de incredulidad recorrió mi cuerpo, y un nudo de angustia se formó en mi estómago, mientras un abismo insondable parecía abrirse en mi pecho. ¿Cómo era posible que Ángel y Loísa, mi novio y mi única amiga, me estuvieran traicionando de esa manera? El dolor que sentía era abrumador, una mezcla insoportable de traición, desconcierto y una tristeza tan profunda que apenas podía respirar. Mi mente luchaba por encontrar una explicación, por entender cómo había podido ser tan ciega, tan ingenua, para no haber visto las señales. Cada segundo que pasaba intentaba racionalizar lo sucedido, pero el dolor era demasiado grande, el golpe demasiado feroz.

La devastación me invadía por completo, ahogando cualquier otra emoción. Las dos personas en quienes más confiaba, aquellos a quienes les había entregado mi corazón y mi lealtad, me habían dado la espalda de la forma más cruel imaginable. Sentí que el mundo se desmoronaba a mi alrededor. La traición era como un veneno que se extendía lentamente por mis venas, paralizándome. Mi cabeza comenzó a dar vueltas, mi visión se nubló, y antes de que pudiera articular algún pensamiento coherente, el peso de la realidad me venció. Todo se oscureció de golpe, y caí en el abismo del desmayo, incapaz de soportar el dolor un segundo más.

…………

Al recobrar la conciencia, me encontré en un sillón de cuero desgastado, todavía dentro del bar donde todo había sucedido. A mi alrededor, el murmullo de voces desconocidas llenaba el aire, junto con el eco de la música y el ruido de copas chocando a lo lejos. Sentía una leve brisa en el rostro, y al abrir los ojos con esfuerzo, noté que alguien me abanicaba torpemente con un trozo de cartón, intentando darme aire. A pesar de esto, el mareo persistía, y una sensación de debilidad extrema me envolvía, dejándome apenas capaz de mantenerme consciente.

La confusión me golpeó como una ola. Observé a las personas que me rodeaban, rostros que no reconocía, figuras borrosas que intercambiaban miradas de preocupación. Ninguno de ellos parecía familiar, lo que aumentaba mi desconcierto. Todo a mi alrededor era un caos desconocido, y en mi mente se arremolinaban imágenes confusas que no lograba ordenar.

Con gran esfuerzo, intenté juntar los fragmentos dispersos de mis pensamientos, pero mi cabeza latía de dolor, dificultando cualquier intento de claridad. El sonido de la música se sentía distante y confuso, como si llegara desde otro lugar, y la borrosidad de mi visión solo aumentaba mi desorientación. A pesar de la pesada niebla que cubría mis recuerdos, una pregunta se repetía incesantemente: ¿cómo había terminado en esa situación? Traté de recordar los eventos previos, pero cada vez que me acercaba a la respuesta, el dolor en mi cabeza me hacía retroceder. Sentía que algo importante se me escapaba, algo que necesitaba recordar para entender qué había sucedido, pero en ese momento, todo parecía demasiado difuso y lejano.

-¿Cerdita, estás bien?

-No, no me siento bien. Por favor, llévame a casa, no puedo ir sola.

-Claro, te acompaño. Sé dónde vives.

No sabía quién era, pero parecía conocerme. Con su ayuda, logré salir del bar, pero me costaba mantenerme en pie y abrir los ojos. A medida que avanzábamos, me di cuenta de que no íbamos en la dirección correcta. Traté de advertirle que nos estábamos equivocando, pero mis palabras salían entrecortadas y apenas podía hablar. Me aferré a su brazo, luchando por mantener el equilibrio, mientras él seguía avanzando en la dirección incorrecta. Un nudo en el estómago me invadió, y la sensación de que algo estaba mal creció en mi interior.

A pesar de mi debilidad y confusión, intenté reunir fuerzas para comunicar claramente que no íbamos por el camino correcto. Con un esfuerzo, logré articular palabras más claras y le pedí que me llevara a mi casa.

El desconocido pareció sorprenderse al escuchar mi solicitud. Intentó convencerme de que estaba en lo correcto, pero mi instinto me decía lo contrario. Mi inseguridad aumentaba, y la sensación de peligro se hacía cada vez más palpable.

-No puedes regresar a casa en este estado, tus padres se preocuparían mucho. Sería mejor que descanses un poco aquí para que puedas recuperarte.

Entendía que mi acompañante tenía razón respecto a la preocupación de mis padres, pero en ese momento, la posibilidad de una reprimenda no era mi mayor preocupación. Lo que me angustiaba profundamente era la traición de Ángel y Loísa. Sentía un nudo en el estómago al pensar en lo sucedido, y eso era lo que ocupaba mis pensamientos en ese instante.

…………

Long Island

Marzo 2012


No puedo seguir avanzando. Es como si algo invisible y pesado me retuviera, impidiéndome hablar y liberar lo que llevo dentro. Por más que lo intento, por más que busco las palabras adecuadas para explicar lo que siento, estas se quedan atrapadas en mi garganta, formando un nudo imposible de deshacer.

-Julia, ¿Qué te pasa? ¿Estás bien? ¿Necesitas descansar?

Me siento abrumada por una mezcla de emociones difíciles de poner en palabras. La tristeza, la confusión y la frustración se agolpan dentro de mí, y mi incapacidad para expresar lo que pasa solo aumenta mi angustia. Al final consigo recuperarme un poco. Veo a Liam angustiado.

-Estoy... estoy bien, Liam. Quiero seguir, necesito liberarme de esto que llevo dentro. Por favor, déjame seguir.

Liam me da un beso en señal de apoyo.

-Está bien, Julia, pero estaré vigilándote, y si noto que te encuentras mal, no te permitiré seguir adelante.

-Si me detengo ahora, no sé si volveré a encontrar el valor para contarlo. Necesito sacarlo todo ahora, Liam. Estaré bien, no te preocupes.

…………

Villalba del Conde.

Julio 1998.


Como decía, mi acompañante me llevó a un local que no conocía y me dejó tumbada en un sofá. (Más tarde descubrí que estaba en La Peña). Todo me daba vueltas y cerré los ojos con la intención de dormir, que era lo que más me apetecía en ese momento. Sin embargo, surgió una voz que, a pesar de mi seminconsciencia, reconocí al momento.

-¡Vaya, vaya, a quién tenemos aquí! Ni más ni menos que a la jodida Cerdita.

Sergio Villalba, el hermano de Loísa y sus esbirros, Paco y Miguel, aparecieron en escena, y en ese momento lo reconocí. Me di cuenta de que Miguel era el que me había acompañado hasta ese lugar desconocido. Un escalofrío de terror recorrió todo mi cuerpo. Sentía que algo malo estaba a punto de suceder.

Mi mente se llenó de preguntas y temores mientras trataba de entender por qué Sergio y sus esbirros estaban involucrados en esta situación. Recordé la traición de Ángel y Loísa, y una inquietante sensación de que todo estaba conectado comenzó a tomar forma.

Intenté levantarme del sofá, pero mi cuerpo aún estaba débil y desorientado por el efecto del alcohol. Sentía que mis fuerzas se desvanecían y que estaba a merced de lo que estos hombres pudieran hacer.

Sergio se acercó a mí con una sonrisa que, en lugar de transmitir calidez o amabilidad, parecía llevar consigo un matiz siniestro. Su expresión facial, lejos de ser amistosa, reflejaba una mezcla inquietante de malicia y diversión que me puso los pelos de punta. Era como si su sonrisa escondiera intenciones ocultas, una amenaza velada que me hacía sentir incómoda y vulnerable.

-Pensé que te habías dado cuenta de nuestras pequeñas travesuras, pero parece que todavía eres ingenua.

La voz de Sergio resonaba en mi cabeza, y me di cuenta de que él estaba detrás de todo esto. La traición de Ángel y Loísa no era una simple casualidad; había sido planeada y ejecutada por ellos bajo la influencia de Sergio.

Miguel se mantenía en silencio, sin atreverse a cruzar miradas conmigo. Paco, por otro lado, tenía una mirada despiadada que me llenaba de temor. Me di cuenta de que estaba en grave peligro y que necesitaba encontrar una manera de escapar de esa situación.

Me encontraba en una situación peligrosa, enfrentando a Sergio y sus amigos mientras era dolorosamente consciente de mi desventaja. El miedo comenzaba a apoderarse de mí, paralizando mis movimientos y confundiendo mis pensamientos. A medida que el pánico se intensificaba, repasaba los eventos que me llevaron hasta ahí, preguntándome una y otra vez cómo pude haber confiado en las personas equivocadas. La traición que sufrí pesaba tanto como la amenaza física que enfrentaba entonces. No solo luchaba por sobrevivir, sino también contra el devastador sentimiento de haber sido engañada por aquellos en quienes confié. A cada segundo, la incertidumbre crecía, y buscaba desesperadamente una salida, atrapada entre el miedo y la desesperación.

…………

Long Island.

Marzo 2012.


Observo a Isabella hacer un gesto sutil, casi imperceptible, que sugiere que está a punto de decirme algo o intervenir en la conversación. Su inquietud es evidente, sus ojos reflejan una preocupación que parece querer comunicarme algo importante. Sin embargo, antes de que pueda articular cualquier palabra, me adelanto con un tono cargado de urgencia.

-No, por favor, no me interrumpas, -digo rápidamente, sintiendo cómo mi voz tiembla ligeramente, traicionando la tensión interna que siento-. Necesito desahogarme de una vez por todas. Si me detengo ahora, temo que no podré continuar, y todo lo que llevo dentro se quedará atrapado, sin salida.

Cada palabra que pronuncio lleva consigo una sensación de desesperación, como si estuviera al borde de un precipicio emocional. La necesidad de expresarme es tan apremiante que siento que lo que estoy a punto de compartir es como una presa a punto de romperse. No puedo permitirme detenerme ni perder el impulso, porque sé que, si lo hago, el peso de todo lo que he estado guardando será tan abrumador que me resultará imposible seguir adelante.

…………

Villalba del Conde.

Julio 1998.


Sentía una certeza abrumadora de que algo horrible estaba a punto de suceder, y el pánico se apoderó de cada fibra de mi ser. Mi mente, nublada por el miedo y los efectos del alcohol, se esforzaba por entender la situación, pero la confusión y la desesperación me paralizaban. Intenté desesperadamente escapar, pero mis fuerzas me abandonaban, y me sentía completamente atrapada en el sofá, incapaz de moverme.

El sentimiento de impotencia era abrumador. Mi mente giraba en círculos, preguntándose qué podría pasar a continuación y cómo podría evitarlo. Lo único que podía hacer era intentar mantenerme despierta, con la esperanza de que, al estar consciente, pudiera evitar que se aprovecharan de mi vulnerabilidad.

Entonces, escuché la voz fría y amenazante de Sergio, llena de desprecio y crueldad.

-¡Ja! No tienes escapatoria, Cerdita. La puerta está bien cerrada, y aunque grites como una desesperada, nadie vendrá a salvarte. Pero no perdamos más tiempo con palabras vacías, es hora de hacer lo que realmente tenemos que hacer. Prepárate para el infierno, porque tu destino está sellado.

Mis ojos se abrieron con horror al ver cómo Sergio se desabrochaba el cinturón y se bajaba los pantalones, cada movimiento suyo era una amenaza palpable que intensificaba mi terror. El sentimiento de desesperanza se profundizaba mientras me daba cuenta de la gravedad de la situación, y el miedo se convertía en una ola implacable que me arrastraba, dejándome atrapada en un abismo de sufrimiento y angustia.

-¿Qué… qué vas a hacer?

Sergio se acercó a mí con una sonrisa maliciosa. Paco y Miguel se acercaron y me sujetaron los brazos. Cuando Sergio se quitó el pantalón y dejó su pene erecto a la vista, supe de sus verdaderas intenciones. Empecé a patalear intentando soltarme. Pero los esbirros de Sergio me tenían bien agarrada y no estaba en mi mejor estado físico para soltarme de ellos.

-¡Escucha bien! -gritó con voz amenazante, acercándose más de lo que yo podía soportar-. Si te resistes, vas a arrepentirte, y lo sabes. Lo mejor que puedes hacer es colaborar. Haz lo que te digo, y esto terminará rápido. Así podrás irte sin problemas, y quién sabe, hasta podrías llegar a disfrutarlo.

Su mirada era fría y calculadora, como si estuviera acostumbrado a este tipo de situaciones, como si hubiera pronunciado esas mismas palabras antes. El tono de su voz, seco y autoritario, me hizo estremecer, pero no terminé de procesarlo porque lo siguiente que dijo me heló la sangre.

-Y ni se te ocurra abrir la boca -continuó, apretando los dientes y lanzándome una mirada cargada de amenaza-. Esto es un puto secreto entre nosotros, ¿entendido? -Se inclinó hacia mí, sus palabras goteaban veneno-. Si te atreves a hablar... créeme, no vas a querer saber lo que pasa cuando alguien rompe el silencio. ¡Las consecuencias serán tu peor pesadilla, zorra!

Cada palabra caía como un puñal, su amenaza tan clara como el miedo que me envolvía. Sabía que no bromeaba, que estaba dispuesto a hacerme pagar si no seguía sus órdenes. El peligro que implicaba cualquier acto de resistencia se sentía tangible, como un muro opresivo que me dejaba sin aire.

Le escuchaba sin llegar a entender completamente lo que me decía, mientras seguía forcejeando, aunque cada vez con menos fuerza.

Me dio una bofetada y me puso una navaja en el cuello.

-¡Vamos, colabora o te arrepentirás! -me gritó Sergio con voz amenazante, mientras sus esbirros me apretaban con más fuerza. ¡Tú decides, zorra!

Me quedé paralizada. En ese momento, temí por mi vida. Sergio se acercó más y empezó a tocarme con fuerza. Me sentí atrapada y vulnerable. La sensación de asco y repulsión me invadió. Yo ya había dejado de luchar. Sentí como Sergio me levantaba el vestido y me quitaba la braguita, para a continuación, separar mis piernas y sentir como su pene rozaba ya mis labios vaginales.

-No… no lo hagas por… por favor, soy… virgen. Soltadme y no… no diré nada a nadie, os… lo prometo. Y tampoco me acercaré… más a tu hermana.

-¡Puta Cerdita! Mi hermana no quiere ni oír hablar de ti. ¿Sabes quién me chivó todos tus planes y me entregó la jodida llave? Ella misma. Y, en estos momentos, estoy seguro de que se está divirtiendo de lo lindo con Ángel. ¡Ja! Así que, ¿cómo te sientes ahora, perdiendo a tu amiga y a tu novio mientras ahora mismo, ellos están follando? ¡Espero que te ahogues en tu propia envidia, zorra!

-¿Q…qué?

-¿Lo escuchaste bien, Cerdita? -dijo él, con un tono cruel y despectivo que hacía que cada palabra sonara aún más hiriente-. Todo lo que has vivido ha sido una maldita artimaña, una trama elaborada por tu novio y mi hermana, con mi colaboración. ¿Te das cuenta de lo ingenua que has sido, cayendo tan fácilmente en su trampa? ¡Ja! Mientras ellos están juntos, disfrutando de su engaño y riéndose a tus espaldas, tú solo quedas como una estúpida que no supo ver la verdad a tiempo.

Sus palabras eran como cuchillas afiladas, cada una cuidadosamente diseñada para profundizar la herida. Cada sílaba parecía estar cargada con una intención de humillar, de exponer mis debilidades y desmoronar mi dignidad. Mi corazón se hundía cada vez más con cada frase que pronunciaba, y la risa despectiva que acompañaba sus palabras solo incrementaba mi dolor. Me sentía atrapada en un torbellino de humillación y desesperación, incapaz de creer la magnitud del engaño al que había sido sometida. El golpe a mi orgullo y a mi confianza era devastador, dejándome tambaleándome en un abismo emocional que me parecía imposible de superar.

-Disfruta de tu corazón roto, pobre ilusa -añadió con una sonrisa sardónica-. Parece que no solo has perdido a las personas en las que confiabas, sino que también te has convertido en el hazmerreír de toda esta situación.

Al escuchar lo que me decía Sergio, mis defensas se derrumbaron y dejé de luchar, sumergiéndome en la completa oscuridad.

…………

Al despertar, me sentía desorientada y todo mi cuerpo me dolía. Mi vestido estaba enrollado en la cintura, y me di cuenta con tristeza de que había sido agredida sexualmente, me habían violado, lo que me hizo derramar lágrimas. Con dificultad, me levanté del sofá y en el otro sofá vi a Ángel, casi desnudo y dormido. Me invadió la preocupación al preguntarme si él también había participado en esto. La ira me embargó, pero me sentía demasiado débil para enfrentarlo.

No sabía cuánto había pasado desde que me encontraba en esa situación. Busqué mi bolso y mi móvil. Al revisar mi teléfono, vi que eran las 2 de la mañana y tenía numerosas llamadas perdidas de mis padres. Estaban preocupados por mí.

Me sentía devastada y vulnerable, y en medio de la confusión, no encontré mi ropa interior. La sensación de vulnerabilidad y angustia se apoderó de mí mientras lidiaba con los horribles eventos que habían sucedido.

Con un respiro de esperanza, me apresuré hacia la puerta, la cual, por fortuna, estaba abierta. No perdí tiempo y salí a la calle sin mirar atrás, impulsada por una mezcla de furia y desesperación. Antes de irme por completo, sentí la necesidad de enfrentar a Ángel. Volví sobre mis pasos, y en un acto de pura rabia, tomé el anillo que me había regalado esa misma tarde, el símbolo de una traición que ahora pesaba como una losa sobre mi pecho.

Me dirigí hacia él, el anillo en la mano, mi corazón palpitando con una intensidad que casi me hacía temblar. Sin pensarlo, lancé el anillo con todas mis fuerzas, apuntando directamente a su rostro. Era mi forma de expresar el odio y la desilusión que me inundaban, un gesto cargado de emoción y desprecio. El anillo, símbolo de una confianza rota, chocó contra su piel con un sonido seco, el último eco de mi ira.

-Ojalá te mueras -grité, mi voz temblando con la fuerza de mis sentimientos-. Ojalá te mueras tú, Loísa y todos los malditos Villalba.

Mis palabras fueron un grito desgarrador, una maldición que resonaba con el peso abrumador de una traición que jamás podré olvidar. El anillo, símbolo de una confianza rota, se había convertido en el último acto de un doloroso enfrentamiento. Con el corazón encendido en rabia y tristeza, me di la vuelta y me alejé de la escena, sabiendo que lo que había perdido era mucho más que un simple objeto. Mi paz y mi confianza se habían desmoronado junto con la imagen que tenía de quienes una vez consideré cercanos.

Mientras caminaba por la calle, mis lágrimas comenzaron a caer sin control, cada gota un reflejo de la tormenta emocional que me abrumaba. El dolor era físico, casi como si cada paso que daba fuera una carga que me arrastraba hacia el suelo. La rabia, el sentimiento de traición y una tristeza profunda se entrelazaban en una maraña de emociones que me dejaba exhausta y desorientada. No podía creer la magnitud de lo que acababa de suceder; la incredulidad se mezclaba con una vulnerabilidad que me hacía sentir aún más perdida. Cada paso era un recordatorio de la herida abierta en mi corazón, y el peso de la traición hacía que el mundo a mi alrededor pareciera aún más sombrío y desolado.

Cuando llegué a mi casa, apenas podía caminar. Mi madre se percató de inmediato de que algo terrible había sucedido y trató de indagar qué había ocurrido. Mi padre no se encontraba en casa, ya que había salido a buscarme por las calles del pueblo. Mi madre lo llamó para que regresara de inmediato.

A pesar de que ella intentó consolarme y animarme a hablar, estaba tan traumatizada que apenas podía articular palabras y solo podía llorar, abrazándola con fuerza. Entre sollozos e hipos, logré explicarle, con palabras entrecortadas, lo que me había sucedido. Mi madre levantó mi vestido y pudo ver las manchas de sangre en mis muslos, lo que la llenó de angustia.

En ese momento, mi padre llegó a casa, visiblemente preocupado. Al ver mi estado, la tristeza se apoderó de su rostro. Sin decir nada, nos abrazamos los tres en un intento por encontrar consuelo y apoyo mutuo en medio de la confusión y el dolor.

Mi madre y mi padre tomaron la decisión de llevarme de inmediato al hospital para recibir atención médica y reportar lo sucedido a las autoridades.

-A nuestra hija la han violado, vamos a llevarla al hospital y luego a hacer la denuncia.

-Mamá, por favor, no hagas eso, empeorará las cosas.

-Sí cariño, esto no puede quedar sin castigo, el que haya sido lo pagará. ¿Quién ha sido hija?

-Ha sido… ha sido Sergio… Sergio Villalba y sus amigos, y también… también Ángel.

Cuando mis padres escucharon que había sido un Villalba, se miraron, conscientes de que enfrentarlos sería un desafío.

-¿Ángel también? ¿No era tu novio? -preguntó mi madre sorprendida.

-Me… me engañó, mamá. Él también estaba involucrado, y… y Loísa también... -respondí con dolor.

-¿Loísa también estaba? ¿Tu amiga? -mi madre parecía incrédula.

-No, Loísa no estaba, pero la encontré en el almacén del bar con Ángel haciendo… Todo este tiempo me ha estado mintiendo para robarme el novio. Me siento tan ingenua y engañada.

-Pues me da igual que haya Villalbas implicados. Ya es hora de que alguien les haga frente. Lo que te han hecho, lo tendrán que pagar. -dijo mi padre con determinación.

Como no había servicio nocturno de urgencias en el pueblo, nos dirigimos al hospital de Calatayud, que se encontraba a unos 40 kilómetros de distancia. Al llegar, fui sometida a un examen exhaustivo. Los médicos realizaron diversas pruebas, incluyendo la toma de muestras vaginales y extracción de sangre para análisis. También tomaron fotografías detalladas de las marcas en mis brazos y cuello, con el objetivo de documentar las evidencias visibles de la agresión.

El doctor que nos atendió en urgencias fue muy claro en su recomendación: debíamos presentar una denuncia lo antes posible. Explicó que era crucial que los agentes de policía pudieran recoger muestras y pruebas en el lugar de los hechos mientras aún estuvieran disponibles, antes de que pudieran desaparecer. Además, subrayó que, como parte de sus obligaciones, tenían que informar al juzgado de guardia sobre cualquier caso sospechoso de violencia que llegara a urgencias. Esta información era vital para asegurar que el caso recibiera la atención y el seguimiento adecuado desde el principio.

Después del hospital, nos dirigimos al cuartel de la Guardia Civil. Allí, me sometieron a muchas preguntas, pero debido a mi estado en ese momento, mi memoria era limitada. A pesar de ello, logré recordar los nombres de todos los involucrados, incluyendo el de Ángel. Cuando mencioné el nombre de Sergio Villalba, los agentes intercambiaron miradas significativas y no hicieron más preguntas. Nos enviaron a casa y nos pidieron que mantuviéramos silencio sobre el asunto. Nos aseguraron que nos informarían cuando tuvieran alguna novedad en la investigación.

Al llegar a casa, ya había amanecido. Me sentía completamente destrozada y agotada, así que fui directamente a mi habitación, me acosté en la cama pero a pesar del cansancio, no conseguía conciliar el sueño en profundidad, despertándome continuamente con imágenes de Sergio y sus amigos.

Al despertar, sentí un gran vacío en mi interior. Los recuerdos de la noche anterior se abrieron paso en mi mente y un nudo se formó en mi estómago. Traté de evitar pensar en ello, pero resultaba imposible. Sin duda, la violación había dejado un doloroso impacto, pero lo que más me lastimaba era la traición de Ángel y Loísa. Sentía que mi alma se quebraba por dentro al pensar en cómo había confiado ciegamente en ellos, sin sospechar lo que realmente eran. La traición de Loísa, en particular, me golpeaba profundamente, siendo aún peor que la de su hermano. El dolor que sentía era insoportable.

Mientras tanto, continuaba reflexionando sobre todo lo sucedido y la traición de Loísa y Ángel. Me sentía profundamente herida y dolida, pero también experimentaba una creciente rabia. No lograba comprender cómo alguien podía jugar con los sentimientos de otra persona de manera tan cruel.

Miré mi teléfono y vi un mensaje de Loísa que había llegado hace media hora.

“Sé perfectamente que me viste con Ángel en el almacén. Hubiéramos querido decírtelo antes, pero supongo que es mejor que lo hayas descubierto de una vez por todas. Sin embargo, eso no te da ningún derecho a hacer acusaciones tan graves y falsas contra mi hermano. ¿De verdad piensas que puedes difamarlo de esa manera, acusándolo de algo tan atroz como una violación? Eres una mentirosa vengativa, y has optado por la forma más baja y ruin para tratar de herirnos. ¿Acaso creías que no me enteraría de la verdad, de lo que realmente sucedió? Intentaste hacerte pasar por la inocente, pero no te engañes, todos en el bar vieron cómo te insinuabas de manera descarada.

¿Hasta dónde llega tu descaro? ¿Cómo puedes ser tan cínica y seguir adelante con esta mentira? No quiero volverte a ver, jamás. Nuestra amistad, si es que alguna vez la valoraste, está terminada. No puedes ir por la vida destruyendo a las personas con tus falsas acusaciones y esperar que no haya consecuencias. Mi hermano podrá ser muchas cosas, incluso un imbécil a veces, pero eso no lo convierte en un violador. Lo que has hecho es despreciable, y por tus mentiras y tu actitud, te mereces cada cosa que te está pasando. No busques piedad, porque no la encontrarás de mí.”.


Su desdén y acusaciones eran como cuchillos afilados, cada palabra diseñada para herirme aún más. El dolor y la incredulidad se mezclaban en mi mente mientras absorbía su rechazo y las acusaciones infundadas. La situación se había vuelto una pesadilla aún más amarga, con el peso del rechazo personal y la incredulidad sobre lo ocurrido intensificando mi sufrimiento.

Esas palabras me hirieron profundamente. ¿Qué estaba diciendo? ¿Acaso insinuaba que yo provoqué a Sergio? ¡No era cierto! Fue ella quien provocó a Ángel para quitármelo. Siempre le había gustado a ella.

Decidí que tenía que hablar con Loísa y enfrentarla directamente. Marqué su número de teléfono. Tenía ganas de decirle cuatro cosas. Debía tener el teléfono apagado, pero en su casa, además, tenían teléfono fijo. Así que le llamé a ese número.

-¿Sí, dígame?

-Quiero… quiero hablar con Loísa.

-Eres Julia, ¿verdad?

-Sí, ¿puede ponerse Loísa, por favor?

-Espera un momento.

Oí voces lejanas que no entendí. Al rato me contesta la misma persona, que debía ser su madre.

-Julia, eres increíblemente desagradecida -comenzó con un tono cargado de resentimiento-. Loísa está furiosa contigo y no quiere volver a hablarte después de que acusaste a mi hijo de violación. Sabes perfectamente que es una mentira, y no solo ella no te lo va a perdonar, sino que yo tampoco. La verdad saldrá a la luz, y tú quedarás como una puta mentirosa.

Sus palabras estaban impregnadas de un odio absoluto, y sentí el peso de su furia como una losa sobre mis hombros.

-No vuelvas a llamar, -dijo con firmeza, casi como una sentencia-. Olvídate de Loísa y de todo lo que pueda relacionarse con ella. No hay espacio para más discusiones o intentos de aclarar esta situación.

El rechazo era palpable y total, y cada palabra parecía sellar un capítulo doloroso de mi vida. La verdad y la justicia parecían distantes, y el camino a seguir se volvía cada vez más incierto y doloroso.

Y me colgó.

Me quedé en shock al escuchar esas palabras. No podía creer que su madre me estuviera hablando de esa manera. Sentí una gran impotencia y frustración al no poder hablar con Loísa. No entendía por qué me estaba tratando así, después de todo lo que habíamos pasado juntas.

En el WhatsApp de ángel vi la foto que nos habíamos tomado juntos en el bar, donde parecíamos tan felices. Pero la verdad es que solo yo lo era, él solo fingía. Me sentía tan dolida que borré la foto, no quería tener ningún recuerdo suyo en mi vida.

También llamé a Ángel, necesitaba que me diera una explicación, pero también tenía su teléfono apagado. Le mandé un mensaje, que nunca recibió. Seguro que me tenían bloqueada tanto él como Loísa, que tampoco recibía mis mensajes.

Mi madre entró en la habitación.

-Cariño, ¿ya estás despierta? ¿Quieres comer algo?

Yo simplemente negué con la cabeza, incapaz de encontrar las palabras. Ella me abrazó.

-Hija, quiero que sepas cuánto te queremos y lo profundamente que te apreciamos. Lo que ha sucedido no es en absoluto tu culpa, y no hay razón para que te sientas responsable por lo que ha pasado. Aunque ahora pueda parecer oscuro y abrumador, confía en que todo saldrá bien con el tiempo. Los responsables de este dolor y de las injusticias que has sufrido tendrán que rendir cuentas por sus acciones. Mantén la esperanza y la fe, porque, aunque el camino pueda ser difícil, al final se sabrá la verdad, y tendrás la justicia que mereces.

Me sentí un poco reconfortada, pero, aun así, la sensación de vacío no se iba. Me pregunté qué pensarían mis padres de mí, si estarían decepcionados.

No sabía cómo iba a ser mi vida a partir de ahora. Sentía que todo lo que creía saber sobre las personas que me rodeaban se había desmoronado. Pero sabía que una cosa era segura: nunca más confiaría en las personas.

Ese mismo día, por la tarde vino a nuestra casa Don Alberto Villalba, el abuelo de Sergio y de Loísa. Puede decirse que Alberto Villalba era posiblemente el único Villalba admirado y querido por todo el pueblo sin excepción. Cuando dirigía la fábrica, hizo muchas mejoras que permitieron aumentar la capacidad de producción, pero manteniendo la calidad del producto. Eso permitió subir el sueldo a los trabajadores. También hizo donaciones al pueblo que sirvieron para mejorar algunos servicios.

Don Alberto, salía poco de casa, ya que sufría de insuficiencia respiratoria y dependía de una máquina que le suministraba oxígeno continuamente. Si salía a la calle, tenía que llevar un carrito con la bomba de oxígeno.

Cuando vivía mi abuelo, contaba que había hecho el servicio militar con Alberto Villalba, y que, en ese tiempo, habían forjado una gran amistad. Por eso mi abuelo siempre había trabajado en la fábrica en puestos de responsabilidad y de confianza. Alberto Villalba lo había considerado siempre como un hermano. Cuando mi abuelo murió, Alberto Villalba vino personalmente a darle el pésame a mi abuela y a mi padre, y les aseguró que siempre tendrían un trabajo en la fábrica. Por eso, cuando se presentó en nuestra casa, mi madre lo recibió con amabilidad y lo invitó a pasar.

Yo no estuve presente en la conversación, pero desde mi cuarto, con la puerta entreabierta, podía oírlo todo.

Él les preguntó por mi estado de salud y por lo sucedido la noche anterior. Mi madre le contó todo lo que sabía y él escuchó atentamente.

Después de un largo silencio, Alberto Villalba habló:

-Quiero que sepáis que lamento profundamente lo que ha sucedido. No puedo pedir perdón en nombre de mi familia, porque no tengo derecho a hablar en su nombre. Pero sí quiero que sepáis que yo, Alberto Villalba, estoy aquí para ayudaros en todo lo que necesitéis. Estoy dispuesto a hacer lo que esté en mi mano para que se haga justicia y para que vosotros podáis seguir adelante.

Y no voy a permitir que lo que le han hecho a la nieta de mi amigo se quede sin castigo. Aunque sea mi nieto, tendrá que pagar por lo que ha hecho. Además, le voy a desheredar, no quiero que ese malnacido dirija mi fábrica. Mañana mismo vendrá el notario, que ya he mandado llamar, para cambiar el testamento. Si Sergio se hace cargo de la fábrica, después de mi hijo Pedro, llevará la fábrica a la ruina. Así que he decidido de que ya es hora de adaptarnos a los tiempos y que, por primera vez, dirija la fábrica una mujer. Se la voy a dejar a mi nieta Loísa. Es una chica responsable y con una mentalidad más acorde a los tiempos que vivimos.

Mis padres escucharon las palabras de Don Alberto Villalba en silencio, sorprendidos por su decisión mientras asentían en señal de respeto y agradecimiento.

-…y además os buscaré un abogado de confianza, uno de los mejores. Sé que esto no puede borrar el dolor que ha causado Sergio, pero espero que al menos pueda traer un poco de justicia para Julia. Y si necesitáis algo más, cualquier cosa, no dudéis en decírmelo. Como amigo de tu padre, estoy aquí para ayudaros en lo que necesitéis.

-Don Alberto, realmente no es necesario. No quiero crear más problemas de los que ya hay.

-No te preocupes, esto es lo que un amigo debe hacer. Quiero ayudar a Julia en todo lo que pueda y, si eso implica buscarle un buen abogado, así lo haré. Tu hija no va a quedar desamparada, de eso me encargo yo.

Don Alberto Villalba se despidió de mis padres y se marchó, prometiendo que haría todo lo posible para que la justicia prevaleciera. Me quedé con un sentimiento agridulce, agradecida por su ayuda, pero al mismo tiempo desconfiada por ser un Villalba.

Durante esa noche, tampoco pude conciliar el sueño debido al tormento emocional que estaba sintiendo. El recuerdo de lo sucedido me perseguía constantemente y me llenaba de tristeza y rabia.

Al día siguiente, mi madre me contó todo lo que se hablaba en el pueblo. La Guardia Civil habían llevado a Sergio y sus amigos al cuartelillo, para tomarles declaración, pero los habían dejado libres. También habían inspeccionado La Peña, en busca de muestras o pruebas. Aunque nadie hablaba de violación, más bien hablaban, escandalizados, de relaciones sexuales en grupo, de orgías, de consumo de drogas, etc.

Pero la sorpresa del día fue el fallecimiento, durante la noche, de Don Alberto Villalba, debido a un fallo respiratorio. A nadie le extrañó, era algo que podía pasar un día u otro. Todo el pueblo fue al funeral de Don Alberto dos días más tarde, pero no por miedo a posibles represalias de los Villalba, era porque a Don Alberto Villalba se le quería y se le respetaba, algo que no ocurría con el resto de la familia.

La mañana siguiente al servicio fúnebre, dos agentes de la Guardia Civil llegaron a mi casa para interrogarme sobre el incidente, como lo llamaron ellos. Les dije a los agentes de la guardia civil todo lo que recordaba de esa noche, desde el momento en que salimos del bar hasta que me desperté en La Peña, encontrando a Ángel en el otro sofá, frente a mí.

-¿Por qué te fuiste del bar?

-Me sentía mal y por eso me fui. No recuerdo la hora exacta en que salí, pero Miguel se ofreció a llevarme a casa y terminamos en La Peña, aunque no estaba consciente de lo que estaba sucediendo.

-¿No fue ninguna persona más contigo?

-No, solamente Miguel.

-¿Consumiste bebidas alcohólicas?

-No, solo bebí una copa y no me la terminé porque dejé la mitad.

-¿Nada más?

-No, no nada más.

-Julia, los resultados del análisis muestran una presencia significativa de flunitrazepam, y otras sustancias similares en su sistema, además de restos de marihuana.

-No no, yo solo tomé media copa, y nos fumamos un porro entre Ángel y yo.

-¿Tienes alguna idea de cómo podrían haber llegado allí las otras sustancias? ¿Consumes drogas habitualmente, como porros, pastillas, cocaína u otras sustancias?

-No, no consumo drogas y ese día era la primera vez que fumaba. No tengo idea de cómo podrían haber llegado allí esas sustancias. Nunca las he tenido en mi casa y no conozco a nadie que las consuma.

-¿Es posible que alguien te haya dado alguna sustancia en el bar esa noche?

-No, ya le he dicho yo no consumo drogas.

-¿Recuerdas si tu novio Ángel consumió alguna droga esa noche?

-No, él tampoco consumió drogas, solo ese porro entre los dos.

-¿Es posible que él te haya dado alguna pastilla?

-No, ni Ángel ni nadie me ofreció ninguna sustancia.

-A tu novio, se le encontró suficientes bolsitas con droga, que nos hace pensar que vendía entre los jóvenes. Algunas de esas sustancias coinciden con las que te encontraron en los análisis. ¿Segura que no te ofreció nada?

-¿Qué? ¿Ángel? No, eso es imposible, yo nunca le he visto vender ni consumir.

-Bien, pasemos a otro asunto. ¿Recuerda haber salido de casa sin ropa interior?

-¿Como? ¿Pero que… que pregunta es esa?

-Perdón si la pregunta te resulta incómoda, pero necesitamos recabar toda la información posible para entender lo sucedido esa noche. ¿Podrías responderme por favor?

-Es que parece que no me creen, como si me lo estuviera inventando todo.

-Julia, escúchame, es nuestro trabajo.

Empecé a llorar de impotencia y de rabia.

-Déjenme sola por favor.

-¿Recuerda si fue sola hasta La Peña o la llevaron hasta allí?

-Ya se lo he dicho, me llevó Miguel. ¡Joder! ¿Pueden dejarme sola? Quiero quedarme sola por favor. Por favor.

Los agentes tomaron nota de todo lo que les conté y me dijeron que seguirían investigando. Me pidieron que, si recordaba algo más, que no dudara en llamarles. Me dejaron su tarjeta con el número de teléfono y se despidieron.

Después de que se fueron, me sentí más sola que nunca. Me preguntaba si alguien me creería alguna vez, o si siempre sería vista como una chica fácil, que me metí en problemas por mí culpa.

Pero no dejaba de pensar en lo que me acababan de descubrir los agentes. ¿Acaso era Ángel un camello? ¿Sería verdad que se encargaba de distribuir sustancias entre los jóvenes?

Yo nunca había visto nada raro, pero eso explicaría, porque llegó esa droga a mi organismo. Yo nunca noté nada extraño en mi bebida, pero todo tenía sentido ahora. Ángel, había sido quien me había echado la droga en la bebida. Recordaba que había ido a por la bebida mientras yo esperaba en la mesa, y ese era el momento perfecto para haberle echado algo. El plan les había salido redondo, mientras Loísa y Ángel se daban el lote en el almacén, Miguel se encargaría de llevarme a La Peña, porque yo ya estaría afectada por la droga y el alcohol. En la Peña, estarían esperando Sergio y Paco. Ángel se uniría después. Y se salieron con la suya.

Maldito seas Ángel, que bien me engañaste. Estaba cada vez más enfurecida al pensar en la posibilidad de que Ángel y Loísa hubieran planeado todo juntos. ¿Cómo podían haberme engañado así? ¿Cómo podían haberme utilizado de esa manera? Me sentía traicionada y engañada, y no sabía cómo podía confiar en alguien de nuevo después de esto.

Esa noche tampoco pude conciliar el sueño, y las pocas horas que dormí estuvieron plagadas de pesadillas en las que revivía todo lo que había sucedido. Además, apenas había comido, por lo que mi cuerpo y mi mente se sentían exhaustos. Me sentía atrapada en una pesadilla interminable y me resultaba difícil encontrar la forma de salir de ella. La idea de que Ángel pudiera haberme drogado y que me hubieran violado me producía un miedo y una rabia indescriptibles.

Al día siguiente, me levanté con hambre y después de dos días encerrada en mi cuarto, fui hasta la cocina a desayunar. Mi madre ya me estaba preparando el desayuno para llevármelo a mi cuarto. Mi padre se había ido a trabajar.

-Julia, mi vida, ¿estás mejor? ¿quieres desayunar?

-No, no estoy mejor mamá, pero tengo hambre.

-Cariño, sé que lo que estoy a punto de decirte probablemente no sea lo que esperabas escuchar, y entiendo que esto pueda causarte dolor. Sin embargo, tanto Loísa como Ángel siempre me han parecido personas dignas de confianza y de buen corazón. En todo momento, han demostrado ser amables y solidarios contigo, y siempre te han respetado. Por eso, me resulta difícil aceptar y creer todo lo que me has contado sobre ellos, especialmente en relación con las acusaciones de drogas y la traición.

-Es verdad mamá, yo los vi y la Guardia Civil, le encontró a Ángel sustancias idénticas a las que encontraron en mi sangre. Está claro que ellos son los culpables de lo que me pasó. Tienes que creerme mamá, pues parece que nadie me cree.

-Yo te creo, cariño, pero soy mayor y por experiencia sé que las cosas no siempre son lo que parecen. Solo te pido que les des el beneficio de la duda y trates de hablar con ellos cuando puedas. Dales la oportunidad de explicarse.

-Loísa no quiere saber nada de mí. -mientras le mostraba a mi madre el mensaje de Loísa en mi teléfono. - Y Ángel no contesta mis llamadas. Tampoco quiere saber de mí. No, mamá, no solo parecen culpables, son culpables. Aquí, lo que parece, es exactamente lo que es.

………..

Long Island.

Marzo 2012.


-Ya basta, Julia -dijo Liam con un tono de preocupación-. No quiero que sigas hablando por ahora.

-Sí, Liam, sí, quiero seguir -respondo, mi voz temblando con la desesperación que sentía.

-No, Julia, no puedes seguir así -insiste Liam, acercándose a mí con una expresión de profunda preocupación-. Te está afectando demasiado, y esto solo va a empeorar. Lo que te ha pasado también nos está impactando a nosotros. Estamos empezando a entender mejor por lo que estás pasando, pero ahora mismo lo mejor es descansar. Mañana será un mejor momento para continuar. Todos necesitamos un respiro.

En este instante, me doy cuenta de que tiene razón. Me cuesta articular las palabras y mis lágrimas no dejan de fluir mientras comparto mis experiencias traumáticas. Al mirar a Liam y a las chicas, veo que también tienen los ojos llorosos, claramente afectados por mi dolor. Siento el peso de la tristeza compartida y, en medio de mi sufrimiento, me dejo abrazar por Liam.

-Lo que te hicieron no tiene nombre, Julia -dijo Liam con una ternura dolorosa en su voz.

-Sí, sí tiene nombre -respondo entre sollozos-. Se llama violación... me violaron, Liam... esas bestias me violaron... me violaron...

-Déjala que llore, Liam-. Dice Isabella con firmeza- Que llore y que se desahogue. ¡Deja que toda esa angustia que lleva dentro salga!

-Estoy aquí contigo, Julia, y nadie volverá a lastimarte. ¡Vamos, Julia, suelta toda esa rabia y ese dolor!

Con cada palabra de Isabella y Liam, siento un pequeño alivio. Su abrazo me rodea como un refugio, y sus palabras son un bálsamo para mi alma herida. Me dejo llevar por el llanto, permitiéndome sentir y liberar la tristeza que me oprime. En este momento, el apoyo de Liam y el amor incondicional que me ofrece se convierten en una fuente de fortaleza en medio de la tormenta emocional.



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La historia de Julia continua en el:

Capítulo 24: Inocencia interrumpida.

Julia intenta superar el trauma de una violación sufrida en su adolescencia, en una historia que alterna entre el presente y el pasado. Julia lucha con pesadillas y desconfianza mientras busca apoyo en sus seres queridos.


Cena ligera.jpegJulia mareada.jpegJulia sorprendida.jpegJulia aturdida.jpegSergio, Paco y Miguel en La Peña.jpegJulia recordando.jpegJulia y Liam.jpegEl violador eres tú.jpeg
 
Última edición:
Valiente basura de niñata asquerosa, falsa, hipócrita y que se merece lo peor como es Loisa.
Después está el hijo de la gran puta de Sergio, que espero que le vaya muy mal en la vida porque es lo que se merece y de Ángel digo lo mismo.
Ahora mí opinión cambia por completo, que vaya a destrozar a la empresa de esa basura miserable de familia.
Y espero que Liam se cruce con Sergio y le reviente la cara, yo le ayudo si hace falta.
Y encima yo pensaba que tenía que reanudar la amistad con esa mala amiga y miserable. Anda y que le den a esa zorra.
 
Es patético, vergonzoso y despreciable que encima que la violan, encima la tratan como si fuera culpa de ella.vaya mierda de Policía.
 
Tengo un cabreo impresionante. Siento rabia e impotencia que esa gentuza haya salido impune de este acto despreciable y vomitivo.
Sólo espero que ese hijo de la gran puta se cruce con Liam en ese viaje y le revienten la cabeza. Me ofrezco voluntario a impactarlo contra la pared.
 
Es patético, vergonzoso y despreciable que encima que la violan, encima la tratan como si fuera culpa de ella.vaya mierda de Policía.

Es comprensible tu frustración y enfado. Es uno de los capítulos que más me costó escribir, ya que tenía que ponerme en el lugar de Julia, para poder poner por escrito lo que yo mismo estaba sintiendo.
 
Lo que nas me duele es que pensaba que Loisa era incapaz de traicionarla y ya veo que me equivoque.
Valiente basura de persona
Ahora sí tengo muy claro que debe vengarse y quitarle la empresa. Llegó el momento de la venganza de Julia. Y se lo merecen.
 
En el momento que el camarero le llamó cerdita era evidente que algo no andaba bien y se veía venir que todo era un plan de todos, incluida la despreciable, ruin y miserable de Loisa.
Espero que haya sangre, concretamente la sangre de Sergio, Miguel y todos los miserables que le ayudaron.Liam, cuenta conmigo en la venganza!!!
 
Ahora es muy importante el apoyo de Liam, Sophie e Isabella para levantarle el ánimo y no dejarla en ningún momento sola.
Yo soy muy explosivo y por eso lo que me pide el cuerpo es que Liam.les reviente la cabeza.
Pero es mejor vengarse de otra forma y esa es quitándole la empresa y dejándolos en la ruina.
 
Angel también ha sido drogado al igual que Julia.
A quien vio Julia con Angel no era Loisa, sino otra mujer que se parecía y estaba disfrazada de Loisa, y como Julia estaba drogada a pensado que era ella.
Todo a sido preparado por Sergio para vengarse de Julia y Ángel.
A Loisa la tienen incomunicada en su casa y han usado su celular para enviarle ese mensaje nefasto a Julia.
A Angel lo tienen detenido por posesión de droga y también incomunicado sin celular.
Todo bien preparado por Sergio para vengarse por lo que le hizo Ángel.
Al abuelo de Loisa lo mataron para que no desherede a Sergio y no ayude a Julia poniéndole un excelente abogado.
Hasta de seguro los padres de Sergio y Loisa están involucrados en todo esto.
Julia con toda la baja autoestima que tiene y con las pruebas que le han hecho creer se ha creído al 100% que Angel y Loisa la traisonaron, su mamá es la única que le dice que no todo lo que parece es cierto por más que todo indique eso.
Cuando Julia llegue a vengarse de ellos adquiriendo la fabrica se va a dar cuenta de como Sergio la engaño y la hizo alejarse de Angel y Loisa con mentiras.
Ahora a esperar el siguiente capitulo para ver como sigue la historia de Julia
 
Última edición:
Aún tengo esperanzas de que lo de Loisa y Angel sea cierto, y que el odio de Julia sea justificado.

Julia es inteligente. Sé que la violación le generó un trauma grande, pero no puede ser tan cortita como para concluir cosas sin confrontar antes, sobre todo cuando estaba totalmente drogada. Vamos que, la cara de Angel con los ojos cerrados puede asegurarse de que es él, pero de la que está mamándosela no es tan fácil ni estando totalmente sobria.

Además de eso, ella tendría que relacionar el estar drogada con que lo mismo podría pasarle a Angel, sobre todo cuando lo ve tirado después sin reacción.

Vamos que hasta su madre la trata de hacer entrar en razón.

Se va a largar sin nunca hablar con ellos?, y encima está convencida hasta el día de hoy?, no pues, si ella dirige exitosamente una transnacional, no puede ser tan bruta por favor. La traición tiene que ser cierta y su odio justificado, vamos! tú puedes Julia! 💪
 
Angel también ha sido drogado al igual que Julia.
A quien vio Julia con Angel no era Loisa, sino otra mujer que se parecía y estaba disfrazada de Loisa, y como Julia estaba drogada a pensado que era ella.
Todo a sido preparado por Sergio para vengarse de Julia y Ángel.
A Loisa la tienen incomunicada en su casa y han usado su celular para enviarle ese mensaje nefasto a Julia.
A Angel lo tienen detenido por posesión de droga y también incomunicado sin celular.
Todo bien preparado por Sergio para vengarse por lo que le hizo Ángel.
Al abuelo de Loisa lo mataron para que no desherede a Sergio y no ayude a Julia poniéndole un excelente abogado.
Hasta de seguro los padres de Sergio y Loisa están involucrados en todo esto.
Julia con toda la baja autoestima que tiene y con las pruebas que le han hecho creer se ha creído al 100% que Angel y Loisa la traisonaron, su mamá es la única que le dice que no todo lo que parece es cierto por más que todo indique eso.
Cuando Julia llegue a vengarse de ellos adquiriendo la fabrica se va a dar cuenta de como Sergio la engaño y la hizo alejarse de Angel y Loisa con mentiras.
Ahora a esperar el siguiente capitulo para ver como sigue la historia de Julia
Bien tirado!
 
La teoría de salocb es demasiado inquietante, pero podría ser. Tampoco se puede descartar nada.
Quizás ahora que parece que los va a ver por la empresa, debe hablar con ella, a ver qué paso realmente.
En cualquier caso, fuera bajo amenazas o no, estuvo muy mal lo de Loisa, porque dejó a su amiga sola y es muy culpable de lo que le pasó.
 
La teoría de salocb es demasiado inquietante, pero podría ser. Tampoco se puede descartar nada.
Quizás ahora que parece que los va a ver por la empresa, debe hablar con ella, a ver qué paso realmente.
En cualquier caso, fuera bajo amenazas o no, estuvo muy mal lo de Loisa, porque dejó a su amiga sola y es muy culpable de lo que le pasó.
Ese punto tampoco lo entiendo.

Porque tanto alboroto por una nn como Julia?, en que puede afectar tanto que tenga amistad con una Villalba?, tienen 15 años, no llama la atención de nadie.

Porque tanto odio de Elena?, es muy desproporcionado, habrá algo que no sabemos?, recordemos que Loisa insistía en averiguarlo.

Porque El hermano se arriesga a un escándalo, a su futuro y a su libertad por una nn?, incluso su abuelo estuvo a punto de destruirlo, qué es lo que esconde Julia?, porque genera tanto odio?

Cómo la tienen a Loisa?, amarrada?, encerrada en una jaula? drogada y desmayada?, sólo así se me ocurre como no podría comunicarse con Julia en caso sea una trampa. Y de nuevo, tanto odio genera Julia como para que la familia secuestre a su hija de esa forma?
 
EL TALISMÁN. SEGUNDA PARTE: BALADA TRISTE DE TROMPETA.


Capítulo 24: inocencia interrumpida
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Long Island.

Abril 2011.

Julia.


Cuando despierto al día siguiente, envuelta en los cálidos abrazos de Liam, me encuentro con su rostro sereno mirándome fijamente. Su expresión es una mezcla de ternura y tranquilidad, como si el simple hecho de estar a mi lado le llene de felicidad. La luz suave de la mañana se filtra a través de las cortinas, realzando la suavidad de sus rasgos y creando un ambiente de paz que parece reflejar la conexión profunda que compartimos.

-Buenos días, cariño. ¿Has podido dormir bien? -pregunta Liam, con una voz suave llena de preocupación.

-Sí, muy bien, amor. Realmente necesitaba este descanso; ayer fue un día bastante agotador. ¿Y tú? ¿Cómo estás, Liam? -respondo, mirándolo a los ojos con ternura.

-Te prometí que estaría aquí para ti y eso es exactamente lo que he hecho. He velado tu descanso durante toda la noche -dice Liam con una sonrisa tranquilizadora.

-¿En serio? ¿No has dormido nada? -le pregunto, sorprendida y preocupada.

-Bueno, un poco, pero me he pasado la noche vigilando tu sueño para asegurarme de que no tuvieras pesadillas -admite, su mirada reflejando la dedicación y el amor que siente por mí.

-Liam, aunque te esfuerces por ser fuerte, sé que todo esto también te está afectando. También necesitas descansar. -le recuerdo con una mezcla de cariño y preocupación.

-Lo sé, Julia, pero para mí, tú eres mi mayor tesoro. Si tengo que sacrificar mi propio descanso para asegurarme de que estés bien, lo haré sin pensarlo dos veces -dice, envolviéndome en sus brazos con un gesto de profunda devoción.

En ese momento, siento una ola de gratitud y amor aún más profunda por él, comprendiendo cuán afortunada soy de tener a alguien que se preocupaba por mí de esa manera.

-Eres un cielo Liam, no sabes cuanto te amo. Pero tú también debes cuidarte, porque si no, no me podrás cuidar a mí.
…………
Nos juntamos los cuatro en el desayuno, y tanto Sophie como Isabella se interesan por mi estado anímico, y si me veo fuerte para seguir.

-Durante mucho tiempo, el miedo se apoderó de mí, dejándome sentir como si estuviera atrapada en una pesadilla interminable. Desde aquella noche, dejé que ese miedo me invadiera por completo, me dominara y transformara en alguien que no reconocía. Sin embargo, el simple hecho de estar hoy aquí, compartiendo mi experiencia con las personas que amo y en las que confío, me está proporcionando un alivio inesperado.

Hablar sobre lo que me sucedió es un paso fundamental para mi sanación. Necesito seguir adelante, completar la narración de mi historia, aunque cada palabra me cause dolor. Encontrar consuelo en ser escuchada y comprendida es un proceso profundamente reconfortante, y a medida que comparto mi verdad, siento que el peso de esa experiencia se aligera.

-Sabes Julia, anoche recordando, me acordé de cuando nos conocimos en la empresa de mi padre. Tanto a Liam como a mí, nos llamó mucho la atención que te trajeras el café de casa o que cuando bebías agua o refrescos, insistías en que te lo trajeran sin abrir. Ahora entiendo por qué. Aun temías que alguien te echara droga en la bebida. ¿Es eso, Julia?

-Así es, Sophie. Durante mucho tiempo, no confiaba en nadie. Me distancié de los hombres en mi vida, temerosa de que pudieran aprovecharse de mí de alguna manera. Además, me volví extremadamente cautelosa con cualquier botella de agua que llegara a mis manos, revisando meticulosamente que el precinto estuviera intacto. No podía permitirme bajar la guardia ni un solo momento.

Para asegurarme de mantenerme completamente alerta y consciente, decidí evitar cualquier bebida o sustancia que pudiera alterar mi percepción. Esto significaba que no bebía alcohol ni consumía ninguna droga alucinógena o cualquier otra sustancia que pudiera afectar mi estado mental. Mi única forma de sentirme segura era mantenerme despierta y plenamente consciente, siempre en guardia para protegerme de cualquier amenaza potencial. Este enfoque tan riguroso, aunque agotador, era la única manera en que podía encontrar algo de control en una situación que me había dejado sin fuerzas.

…………

Villalba del Conde.

Julio 1998.


Esa misma tarde, vino a visitarnos mosén Senante. No era nada raro, muchas veces venía a charlar con mis padres y de paso se quedaba a cenar. Mosén Senante era casi de la familia, ya que mis padres eran muy creyentes y disfrutaban mucho de sus charlas.

Yo no salí a saludarle, como tampoco salí cuando vino Don Alberto Villalba. La verdad es que no quería ver ni hablar con nadie. Me sentía avergonzada de lo que me había pasado y no quería que me preguntaran. Pero sí que, desde mi habitación, entreabriendo un poco la puerta, me puse a escuchar.

-…como te decía, mi buen amigo, hay una gran crisis moral entre los jóvenes de hoy en día, ya casi no vienen a la iglesia y están por ahí, como ovejas descarriadas. En esta situación, los medios, la publicidad o los amigos les hacen creer en una sociedad que no existe. Buscan el premio rápido, el placer al instante, beben desde muy temprana edad, consumen drogas y sobre todo sexo, mucho sexo gratis y accesible desde los móviles.

Por eso no me extraña lo que le pasó a la pobre Julia, de veras que lo lamento mucho. A veces es difícil resistirse a la tentación de la carne. Tal como van vestidas hoy en día las chicas jóvenes es casi natural que a veces pasen estas cosas. Los hombres somos muy débiles para resistir a este tipo de tentaciones y ellas no hacen más que pasearse con esas minifaldas, y esos tops ajustados, pues es casi inevitable que pasen estas cosas.

-¿Qué intenta decirme, mosén? ¿Qué es verdad que Julia los provocó como van diciendo por ahí?

-Dios me perdone, por supuesto que no quiero decir eso. Yo entiendo que las chicas, desde niñas, quieran sentirse guapas y atractivas, para que los chicos se fijen en ellas. Pero a veces las jóvenes no son conscientes de sus actitudes provocativas y los chicos interpretan mal esas señales. Y no estoy justificando lo que hicieron, es un acto aborrecible, pero ya sabes lo que se dice por el pueblo.

-Eso son habladurías sin fundamento, Julia jamás ha sido así. Es todo mentira para calumniar a mi hija.

.

“¿Qué se decía en el pueblo de mí y porque mis padres no me habían dicho nada?”


.

-Sí, pero circula un video donde se ve a tu hija haciéndole una ma… una fe… Ya sabes, que le estaba chupando el pene a Ángel, por el río.

“¿Como? ¿Alguien nos había descubierto y nos había grabado?”

-¿Lo ha visto usted, mosén? ¿Ha visto ese video?

-Dios me libre, por supuesto que no. Pero hay muchos vecinos que aseguran haberlo visto y dicen que se reconoce perfectamente a tu hija Julia y a Ángel.

-Ángel era su novio. Aunque no lo aprobemos, es bastante normal entre novios hacer cosas de esas, mosén.

-Pero si era su novio, ¿porque también le acusa de violación? Mira, vamos a dejar el tema, yo lo siento por tu hija y supongo que lo estaréis pasándolo mal. Luego, me gustaría hablar con Julia, para reconfortarla. Pero los Villalba también lo están pasando mal.

-Si lo están pasando mal, es por su culpa. Violaron a nuestra hija y pagarán por ello.

-De eso os quería hablar. Los Villalba son una familia respetada social y profesionalmente, conocida por su compromiso y generosidad con toda la comarca, y eso no es algo que surja por arte de magia, sino que se cimenta día a día. Todos sabemos lo que ha significado y significan los Villalba para el pueblo. Con sus donaciones desinteresadas, se han hecho muchas mejoras en el pueblo, que todos disfrutamos. Pero, además, gracias a la fábrica de calzado, Villalba es un motor económico para la comarca. Dan trabajo al pueblo y a los pueblos de alrededor. Para ellos es una situación muy delicada. Algún día, Sergio Villalba heredará la fábrica, pero un juicio por violación, aunque los declaren inocentes, sería mala publicidad para la marca. El negocio se puede resentir y bajarían las ventas y el trabajo, habría despidos, se producirían conflictos, huelgas y hasta es posible que la fábrica tuviera que cerrar, lo que supondría, en unos pocos años, la desaparición del pueblo, como lo conocemos ahora.

-¿Y qué tiene que ver mi hija con eso? A Julia, la han violado y los culpables tienen que ir a la cárcel, sean Villalba o no. Eso es justicia, y yo creo en la justicia tanto como en Dios. No sé dónde quiere llegar, mosén.

-Me han pedido que medie entre vosotros porque quieren llegar a un acuerdo, para no tener que ir a juicio.

-¿Acuerdo? ¿Qué tipo de acuerdo?

-Saben que Julia es buena estudiante y que es la que mejores notas saca siempre. Además, también saben que, gracias a ella, Luisa ha podido aprobar este último curso, y por eso quieren ser agradecidos. Los Villalba ofrecen a Julia la “Beca Villalba”, con la posibilidad de estudiar la carrera que quiera en la Universidad de su elección. Ellos correrían con todos los gastos hasta acabar la etapa universitaria. Además, también me han asegurado que a vosotros nunca os faltará trabajo hasta el día en que os jubiléis. Un buen trabajo.

-Que generosos. ¿Qué quieren a cambio?

-Sólo quieren que Julia retire la denuncia y que exculpe a los chicos acusados de violación. Que diga que no la violaron, que mintió por miedo a reprimendas, pero que fueron relaciones consentidas. Que fue ella la que los buscó y les provocó. Ellos se comprometen a daros lo que os he dicho.


.
“¿Qué?, ¿Pero que dice este hombre? Quieren que reconozca que soy una puta mentirosa ante todo el pueblo. Nunca aceptaré eso, y mis padres tampoco aceptarán.
.


-Váyase de mi casa, mosén.

Mi padre se había levantado de la silla con rabia contenida. Admiraba mucho a mosén Senante y sabía lo que estaría pasando por dentro el tener que echarlo de casa.

-No te enfades, es una oferta generosa para vosotros y para vuestra hija. Piénsalo.

-He dicho que salga de mi casa, o le tendré que sacar yo, aunque sea a patadas.

-Si hay juicio va ser peor. Contratarán a los mejores abogados. No va a tener opción. No seas cabezón y acepta la oferta, es lo mejor para todos.

Mi padre no aguantó más y empujó a mosén Senante hasta la salida, cerrando la puerta de un portazo tras él. Mi madre estaba llorando en el sillón y mi padre fue junto a ella. Yo también me tumbé en la cama, llorando y maldiciendo a los Villalba.

No podía creer lo que había oído. Querían comprarme, a mí y a mis padres. Creen que todo lo pueden arreglar con dinero. Pues el dinero no lo es todo, también está la dignidad y el honor. Sabía que mis padres nunca aceptarían ese tipo de trato, nunca aceptarían ese deshonor para su hija. Y no estarán tan seguros de que los declaren inocentes, cuando intentan comprarnos.

¿Y ahora? ¿Qué va a pasar ahora? Salgo de mi habitación en busca de mis padres. Están en el salón, todavía afectados por la oferta de los Villalba.

-Papá, mamá.

-Hija, ven cielo. ¿Qué tal te encuentras?

-Lo he oído todo mamá, a mosén Senante, he oído todo lo que habéis hablado.

-No hay que hacerle mucho caso, está presionado por los Villalba.

-¿Qué es lo que se dice por el pueblo de mí?

-Habladurías, cielo. Ya sabes cómo chismorrea la gente, solo son eso, chismes sin fundamento.

-Quiero saberlo, quiero saber lo que se dice de mí, no me ocultéis nada.

-Mira hija, -habló mi padre- Se dicen muchas cosas, todas ellas inventadas. Pero parece que además están difundiendo un video donde se os ve a ti y a Ángel. Parece que tú le estás practicando una…

-Es cierto papá, Ángel era mi novio, y algunas tardes, nos hemos ido con las bicis hasta el río, para tener un poco de intimidad. Pero no sabía que nos habían descubierto. Tampoco hemos hecho nada malo, y eso solo lo hicimos una vez.

-No te lo estoy reprochando Julia. Pero tampoco veo bien que hagáis esas cosas siendo tan jóvenes. Pero os entiendo porque todos hemos hecho cosas parecidas siendo novios. -Al decir esta última frase, mis padres se miraron, con media sonrisa-. Pero ese video, que no se sabe quién os grabó, ha dado pie para exagerar y por lo visto resulta que, según van diciendo, lo que se ve en el video, ya se lo has hecho a casi todos los chicos del pueblo.

-¿Qué? ¿Pero cómo pueden ir diciendo eso de mí? Es mentira papá, mamá, tenéis que creerme, solo lo hice una vez con Ángel y con nadie más, lo juro.

-Te creemos hija, no hace falta que lo jures, pero ya sabes cómo son en este pueblo, que les gusta mucho hablar de los demás, aunque sean mentiras.

-Esto ha sido cosa de los Villalba, seguro que han sido ellos. Con la excusa del video han propagado el bulo para desprestigiarte cuando haya juicio, así serás menos creíble. Están menoscabando tu credibilidad.

Me quedé pensando en lo que me acababa de decir mi padre. Tenía sentido lo que decía. Si al juez le llegaban estos rumores, y ya se encargaría la familia Villalba de que llegaran a su conocimiento, eso influiría a la hora de dictar sentencia. Los Villalba ya estaban preparando su estrategia. Esa noche, tampoco dormí bien. Llegué a la conclusión que ese video, había sido obra de Loísa, era la única que sabía de nuestras escapadas a ese rincón del río. Y habrá estado vigilándonos, hasta que consiguió lo que quería. Ahora empezaba a pensar que en el juicio cabía la posibilidad de que los declararan inocentes, y me estremecí al pensarlo.

Al día siguiente, me llamó la Guardia Civil para decirme que habían acabado la investigación y que ahora estaba en manos del juez instructor, que me llamarían para declarar ante él en el juzgado antes del juicio.

Sabiendo lo lenta que es la justicia en mi país, esperaba que pasarían al menos 2 o 3 meses. Pero a la semana, me llegó la citación para acudir dos días después. A mis padres les extrañó tanta rapidez. Ahí estaba la mano de los Villalba, seguro. Pero en el fondo nos alegramos porque pensamos que cuando antes acabáramos con esto mejor. Acudimos al juzgado, en Calatayud, para responder a las preguntas que me haría el juez instructor.

Al llegar a los juzgados, estaba mi abogado de oficio, esperándome, lo conocí en ese momento, ni siquiera se había puesto en contacto conmigo para conocer mi versión y preparar mi defensa.

-Julia, esto es muy sencillo, es solo una vista preliminar para que el juez instructor, una vez analizados los hechos y las pruebas, decida si hay juicio o no.

-Pero entonces ¿es que tiene alguna duda de lo que pasó?

-No es cuestión de dudas, sino de hechos probados. Ayer declararon los acusados y hoy lo harás tú. Os han citado en días diferentes para que no te los encuentres con ellos. Será a puerta cerrada con el abogado de los acusados y yo, pero solo el juez te hará las preguntas. Como eres menor de edad, también tienen que estar tus padres. No estás obligada a responder a las preguntas que te hagan, pero te aconsejo que respondas con claridad y con la verdad.

A la hora citada, un funcionario gritó mi nombre.

Entramos al despacho los abogados y mis padres, junto conmigo.

-Tomen asiento. Quiero aclarar a los presentes que esto no es un juicio, sino una vista previa para analizar los hechos y las pruebas, si las hubiera, para considerar si hay suficientes indicios para seguir adelante con el procedimiento. Por favor Julia, di tu nombre completo.

-Julia Gracia Moreno.

-Julia, sé que ya se lo contaste a la Guardia Civil y tengo aquí tu declaración, pero por favor, ¿podrías contar de nuevo todo lo que recuerdes de ese día?

-Ese día cumplía los 16 años y había quedado con mi novio para celebrarlos, y…

-¿Cómo se llama tu novio?

-Ángel González.

-¿Y el segundo apellido?

-Hernández.

-¿No es uno de los acusados?

-Sí señor.

-Es, sí señoría.

-Sí…sí señoría.

-¿Y dices que Ángel, tu novio, también le violó?

-Sí señoría.

-Tenías una relación con Ángel, lo cual pone en duda la voluntad de este para perpetrar una violación contra ti, que eras su novia. ¿Qué sentido tendría? ¿Julia, estás diciendo la verdad?

-Sí… sí señoría, le estoy diciendo la verdad.

-Tengo aquí el informe médico que te hicieron el día de los hechos. Según pruebas de ADN, solo encontraron restos de semen de tres personas diferentes. ¿Aún sigues afirmando que te violaron los cuatro?

-¿Qué? ¿tres? Yo… yo no…

-Según dices, Julia, estabas inconsciente cuando eso ocurrió. ¿Como puedes saber si te violaron y quienes fueron?

-El médico que me examinó, confirmó que había sido violada. Fueron ellos, los cuatro.

-Presuntamente.

-¿Qué?

-Un médico no puede confirmar que alguien ha sido violado, porque no estuvo allí, pero sí puede encontrar vestigios de violencia compatibles con una relación sexual forzada. Y como ya dejó patente en su informe el médico que le atendió, no pudo afirmar que las marcas que presentabas no fuera el resultado de una relación sexual consentida. Parece que hubo colaboración por tu parte. No hay pruebas de agresión psicológica ni física.

-¿Colaboración? ¿yo? Eso no es posible, me hicieron fotos en el hospital, tenía marcas en los brazos, piernas y en los pechos.

-No, no constan.

-No puede ser. Tengo una copia del informe donde sí están esas fotos.

-No insista sobre eso o te acusaré de falsificación de documentos oficiales.

-¿Cómo…? Yo… no he fal…

-Normalmente cuando sales a divertirte, ¿no sueles llevar ropa interior?

-¿Qué? Claro que llevo ropa interior.

-Te lo preguntaré de otra manera. En el informe médico dice que usted no llevaba ningún tipo de ropa interior. ¿Tienes alguna explicación de que, en el lugar de los hechos, tampoco se encontrase ninguna prenda de ropa interior?

-No.

-También hay testigos que dicen que ibas con actitud provocativa, no solo esa noche, también otras. Que fuiste tú la que ibas tras ellos, hasta que conseguiste excitarlos lo suficiente para que te llevaran a La Peña, donde según los acusados, mantuvisteis relaciones sexuales consentidas.

-Están mintiendo, eso no es verdad, ellos me violaron a la fuerza.

-Creo que te aprovechaste de la situación para de paso, beneficiarte de una sustanciosa indemnización.

-Si quisiera una indemnización, habríamos llegado a un acuerdo y no estaría aquí. Yo no quiero dinero, quiero que se haga justicia.

-¿Y también es mentira este video, Julia?

Y en una pantalla que había en la sala, se empezó a reproducir el mismo supuesto video que circulaba por el pueblo, haciéndole una mamada a Ángel.

-Dime Julia, ¿Es mentira este video? Ese es tu novio, el que dices que te violó.

Me avergonzaba a mi misma de ver esa escena en la pantalla de tv, delante de mis padres, que giraban la cabeza para no verla.

-Quítela por favor, quítela.

Se me saltaban las lágrimas de rabia y de impotencia.

-A la vista de los hechos, considero que no hay pruebas suficientes para seguir con el procedimiento. Mi recomendación es que retires la denuncia.

Miré a mi abogado, con los ojos empañados en lágrimas, para saber que opinaba él.

-Lo siento Julia, pero creo que es lo mejor, no tienes ninguna posibilidad de ganar y no te mereces pasar por ese calvario. Contratarán a los mejores abogados y sería una carnicería.

Lo que más me cabreaba era que tenía razón. Miré a mis padres que asintieron con la cabeza.
style='font-size:12.0pt;font-family:"Calibri",sans-serif;mso-ascii-theme-font:
minor-latin;mso-hansi-theme-font:minor-latin;mso-bidi-theme-font:minor-latin'>-Vale, retiro… retiro la denuncia, señoría.


-Entonces este caso queda archivado, y no habrá juicio. Este juzgado tomara las medidas legales oportunas para solicitar una sanción a Julia Gracia, por mentiras y agravios hacia los acusados y por posible delito de falsificación de documento oficial.

¿Encima me iban a multar? ¿Qué clase de justicia es esta? No podía creer lo que estaba escuchando. Todo en mí gritaba indignación, pero por fuera solo quedaba un silencio amargo. Cabizbaja y con el peso de la derrota sobre mis hombros, salimos de los juzgados con una sensación de impotencia que me ahogaba. Cada paso que daba se sentía pesado, como si la injusticia no solo me hubiese vencido, sino que me estuviera aplastando lentamente.

Nos alejamos en silencio, sin encontrar palabras para expresar la frustración y la rabia que nos consumía. La idea de que, después de todo lo que había sufrido, encima me impusieran una multa, me parecía una cruel ironía.

Desde el juzgado, nos fuimos directamente al pueblo. Íbamos los tres muy serios. Yo pensaba en la actitud del Juez, que en ningún momento quiso escuchar mi testimonio. Creo que ya iba con la decisión tomada y me fue llevando a su terreno hasta tenerme acorralada y sin saber reaccionar. Tampoco el abogado de oficio estuvo a la altura. Empezaba a sospechar quien estaba moviendo los hilos en ese juzgado. Teníamos que haber contratado un abogado nosotros. Creo que habíamos confiado demasiado en la justicia y ahora estábamos pagando nuestra ingenuidad.

¿Cómo iba ahora a hacer una vida normal en el pueblo? ¿Cómo iba a convivir con los que me habían traicionado y con los que me habían violado? Tenía que salir de ese lugar cuanto antes.

Iba rumiando esas ideas en mi cabeza, en silencio sin saber, que aún quedaban más sorpresas desagradables. Cuando llegamos, las paredes de nuestra casa, estaba llena de pintadas:

“Eres una puta, Cerdita”.

“No sé cómo te atreves a mentir así”.

“La próxima vez cierra las piernas, zorra”.

“Puta, tú eres la única culpable”.

“Fuera putas del pueblo”.

Y otras mas muy similares.

-Ahora mismo las borro hija, no tienen derecho a llamarte eso.

-Es igual papá, mañana habrá otras parecidas, no te molestes.

-Pero hija, no nos tenemos que rendir, tarde o temprano tendrán que saber la verdad.

-La verdad ya la saben, papá. Pero nadie se va enfrentar a los Villalba.

Después de lo que había sucedido, me retiré a mi habitación y me dejé caer sobre la cama, llorando, sintiendo una gran tristeza y desesperanza. Me sentía derrotada, vencida y hundida, y parecía que todo estaba en mi contra.

Ese día tampoco salí a comer. Cuando llevaba un rato en mi cama, llorando, recibí el primero de muchos mensajes de números desconocidos:

“Asquerosa calientapollas de los huevos, te comes cuatro rabos y luego los denuncias, eres una lesbiana de mierda. Voy a potar en tu sucio coño asquerosa de mierda. ¡Hostia¡”

Bloqueé el número, pero no tardó mucho en llegar el siguiente:

“Eres lo peor”.

Y llegaron más en cascada. Tantos que no me daba tiempo a bloquear los números:

“Te lo mereces por guarra”.

“Mentirosa”.

“Ja ja ja, bien que te gustó”.

“Loca de mierda, bien que se la chupaste”.

“Vete del pueblo, cerdita”.

“Muérete”.

“Cómeme el nabo”.

“Yo sí que te voy a follar, ********”.

“Puta”.

“Menuda zorra”.

“Mujeres como tú, nos dan mal nombre”.

Harta de recibir tantos insultos, fui directa al cajón donde mi padre guardaba las herramientas y cogí un martillo. Ahí mismo delante de mis padres, hice añicos el teléfono. Pero no fue suficiente, porque mis padres también estaban recibiendo mensajes invitándonos a dejar el pueblo. Y por si los mensajes no fueran suficientemente claros, una piedra entró por la ventana de la cocina solo con dos palabras escritas: “Putas Fuera”.

Eso terminó por doblegarnos y mi padre decidió que nos íbamos a Zaragoza, en cuanto encontrara un piso. Estuvo llamando por teléfono a varias inmobiliarias, hasta que encontró uno disponible para ya mismo. Sin mucho pensarlo, en ese mismo momento fue hasta Zaragoza a firmar el contrato y reservarlo, mientras nosotras nos quedamos recogiendo lo que nos íbamos a llevar. Prácticamente recogimos nuestros objetos personales porque mis padres pensaban que en cuanto todo se calmara, volveríamos a nuestra casa. A última hora de la tarde volvió mi padre, con las llaves de nuestra nueva vivienda y de madrugada, sin hacer ruido, abandonamos el pueblo. Nos habían echado del pueblo, y entonces aún no sabíamos que iba a ser para siempre.

…………

Long Island.

Abril 2011.


-Julia, lo que te hicieron fue una verdadera injusticia. ¿No había alguna forma de apelar la decisión o de contratar a otro abogado que pudiera ayudarte?

-No, Sophie, luchar contra los Villalba de manera honesta y legal era prácticamente imposible, especialmente si no cuentas con los recursos económicos necesarios para contratar abogados competentes. Nos derrotaron aprovechándose de nuestra creencia en que la justicia es ciega e igual para todos, como siempre nos han dicho. Confiamos en ese principio y, lamentablemente, pagamos el precio de nuestra ingenuidad. Fue entonces cuando me di cuenta de que esa idea de justicia es una ilusión. La justicia no es tan ciega como nos han hecho creer, ni es realmente justa para todos.

…………

Zaragoza.

Agosto 1998.


Ya instalados en nuestra nueva casa en Zaragoza, me sentía cada vez más abatida y desanimada. Apenas comía, y mis noches estaban plagadas de pesadillas que no me permitían descansar. La falta de apetito empezó a pasar factura: comencé a perder peso de manera alarmante, lo cual preocupaba enormemente a mis padres. Para empeorar las cosas, hacía dos días que me despertaba con unas náuseas insoportables, que me llevaban corriendo al baño a vomitar una o dos veces al día. El deterioro físico era evidente, y mis padres, desesperados por mi estado, prácticamente me arrastraron al consultorio médico.

Tras realizarme un examen médico completo, los doctores buscaban el origen de mi falta de apetito y las constantes náuseas. Cuando finalmente llegaron los resultados, lo que me dijeron fue mucho peor de lo que jamás podría haber imaginado.

-Bueno, Julia, ya tenemos los resultados de las pruebas -dijo el médico, con una sonrisa que pretendía ser tranquilizadora-. Y quiero ser el primero en darte la enhorabuena. ¡Estás embarazada!

Al ver mi reacción, su expresión cambió por completo. Mi corazón se detuvo por un instante, y luego, el pánico me invadió de golpe.

-¿Qué? No... no puede ser. ¡No lo quiero! ¡Eso no es mío! ¡Quiero que me lo saquen, no lo quiero, no lo quiero! -grité con desesperación, el aire se volvía cada vez más pesado a mi alrededor.

El pánico se apoderó de mí y comencé a gritar sin control. Mis padres, asustados por mi ataque de rabia, trataron de calmarme, pero fue imposible. El médico, viendo la situación desbordarse, tuvo que inyectarme un tranquilizante para apaciguar mi crisis.

-Vaya, lo siento... es la primera vez que veo una reacción así ante una noticia de embarazo -comentó el médico, visiblemente impactado-. Normalmente es un motivo de alegría.

-Bueno, para nosotros sí lo es, doctor -respondió mi padre, intentando mantener la calma-. Ella lo aceptará… con el tiempo... solo está en shock, no se lo esperaba.

Mientras las palabras de mis padres flotaban en el aire, yo me hundía en un mar de confusión y desesperación. Nada de lo que decían podía aliviar el horror que sentía en ese momento. Lo que debía haber sido una noticia de esperanza se había convertido en una pesadilla imposible de soportar.

Embarazada, esos hijos de puta me habían violado sin protección, y ahora estaba embarazada. Sin embargo, según el examen médico, solo encontraron muestras de semen de 3 personas. Al menos uno de ellos sí usó preservativo. ¿Sería Ángel? Pero ya me daba igual. Llevaba un hijo dentro y tenía muy claro que no lo iba a tener. Siempre me había hecho ilusión ser madre, pero no así. Sería madre cuando yo lo decidiera y con alguien que ame y me corresponda. Este hijo no me iba a hacer feliz, y tampoco lo sería él, siempre me recordaría a mis violadores. Tendría que abortar, y así se lo dije a mis padres, antes de entrar al coche.

-Papá, mamá, no voy a tener a este niño, quiero abortar.

-Tranquila hija, ya lo hablamos en casa.

-No mamá, no hay nada que hablar, quiero abortar y cuanto antes mejor.

Sabía que mis padres, por sus convenciones católicas, no admitían el aborto. Mis padres me insistían en que debería pedir ayuda profesional, un psicólogo, pero yo no hacía más que pensar en el feto que se estaba desarrollando dentro de mí y como deshacerme de él. Pero es muy difícil abortar en un hospital público, porque muchos médicos se declaran objetores.

-Hija, perdona que seamos tan pesados, pero tanto tu padre como yo pensamos que deberías recibir terapia, que te ayudaría a superar todo lo que te ha pasado.

-Lo sé mamá, pero no puedo dejar de pensar en el feto que llevo dentro. Antes que nada tengo que solucionar eso.

-Ya sabes lo que pensamos del aborto. Somos una familia católica y estamos en contra de cortar una vida que aún no ha nacido, es como un asesinato.

-Pero yo no quiero criar al hijo de un violador. No mamá, ese niño no lo voy a querer, nunca va a tener una madre. Quiero abortar antes de que sea demasiado tarde.

-Pero ese bebé no tiene culpa. Nosotros lo cuidaremos por ti. Al final acabarás queriéndolo, y haremos que sea un niño feliz y querido.

-Mira mamá, voy a abortar con o sin vuestra ayuda, pero preferiría que fuera con vuestra ayuda. Si me ayudáis, os prometo que iré a terapia, retomaré mis estudios, y me esforzaré para llegar a la universidad. Pero antes tengo que deshacerme del feto, para dejar atrás todo lo que ha pasado.

Después de varias conversaciones similares, al final accedieron y el último viernes de agosto, teníamos cita en la clínica, para abortar. Mientras nos dirigíamos a la clínica, iba reflexionando sobre mi futuro. Tenía que dejar atrás el pasado y olvidarlo, por mucho que me doliera la injusticia que se había cometido conmigo, pero ya nada se podía hacer. En este país, si tienes dinero y un apellido, la justicia siempre te será favorable. Después del aborto me pondría en tratamiento con un profesional, que me ayudara a superarlo y volvería a mis estudios, para poder entrar a la universidad con buena nota y conseguir beca. De momento no tenía intención de hacer nuevos amigos y mucho menos de enamorarme. Me había vuelto muy desconfiada.

Cuando llegamos a la clínica, me dieron otra bofetada de realidad. En la puerta, un piquete de antiabortistas y que se hacían llamar provida, se manifestaban con pancartas y frases como “el aborto mata”, “aborto=asesinato”, y otras frases similares, además de imágenes de vírgenes y cruces.

Mi padre paró el coche, pero no me atrevía a salir, ya que eso implicaba tener que atravesar ese piquete y tener que oír insultos.

-Hija, ¿Qué hacemos? ¿salimos?

En ese momento, algunas personas se percataron de nuestra presencia y dedujeron a lo que iba. Se iban acercando poco a poco a nuestro coche, con aspecto intimidante. No estaba dispuesta a pasar por otra humillación.

-Vámonos papá, arranca y vámonos de aquí, por favor.

Después de que mi padre arrancara el motor del coche, nos alejamos rápidamente de aquel lugar. Mientras nos distanciábamos de la clínica, los miembros del piquete aplaudieron, conscientes de que habían salvado otra vida. Sin embargo, en lugar de sentir alivio, su aplauso solo sirvió para hundirme aún más en mi tristeza.

Regresábamos a casa, con una nueva decepción, pero tenía claro que tarde o temprano tendríamos que intentarlo nuevamente. Estaba decidida a llevar a cabo el aborto, y ningún piquete me lo impediría, pero antes necesitaba recuperar fuerzas.

…………

Long Island.

Abril 2011

Domingo.


Me cuesta mucho seguir contando mi historia, porque una sensación de agitación y tensión crece dentro de mí con cada palabra que pronuncio. Mi corazón late descontroladamente, como si quisiera salir de mi pecho, y noto cómo mi respiración se vuelve cada vez más rápida y superficial. Un sudor frío empieza a recorrer mi piel, mientras mis manos comienzan a temblar, incontrolables. Siento que el ambiente a mi alrededor se vuelve más denso, como si el aire fuera insuficiente para calmar la ansiedad que me invade. Es como si mi cuerpo estuviera reaccionando antes que mi mente, anticipando el dolor y el miedo que estas memorias arrastran consigo.

-¿Cariño, ¿qué te sucede? ¿Qué te pasa?

-Espera, Liam, está experimentando un episodio de ansiedad.

Me siento muy débil y cansada. Mis lágrimas fluyen sin control, y no puedo pronunciar una sola palabra, como si de repente hubiera perdido mi voz.

-No hables, Julia, intenta tranquilizarte. Liam, ¿sabes si hay algún ansiolítico en el botiquín?

-Sí, sí, lo traigo enseguida, Isabella.

-Date prisa.

Isabella y Sophie hacen lo posible por calmarme, pero sigo aferrándome con fuerza a mi colgante, con los ojos llenos de lágrimas.

Liam regresa apresuradamente con la caja de pastillas, acompañado de Gabriela, que también se le ve preocupada. Isabella me coloca una pastilla debajo de la lengua.

-No la mastiques, Julia. Deja que se disuelva con la saliva. Te ayudará a relajarte.

La pastilla comienza a hacer efecto. Mi corazón y respiración vuelven a su ritmo normal. Me acurruco entre los brazos de Liam, sintiendo cierta somnolencia, pero aún consciente y sin poder contener las lágrimas. En este momento, no tengo deseos de hablar.

-Debemos dejarla descansar. Está recordando episodios muy dolorosos, y es como si los viviera nuevamente. No la agobiemos, permitamos que se recupere a su propio ritmo.

…………

(aparte)

-Isabella, ¿te diste cuenta de cómo Julia ha estado sosteniendo con fuerza el colgante con el logo de su empresa? -pregunta Sophie en un susurro, mientras observaba a su amiga.

-Sí, ya me he percatado -responde Isabella, con un tono más serio del habitual.

-Una vez se lo mencioné, y me dijo que ese colgante era su talismán, que le traía suerte y que nunca se lo quitaba. Pero ahora que lo pienso... ¿tú crees que ese colgante realmente representa el logo de su empresa? -Sophie mira el colgante con una creciente inquietud, como si intuyera que había más detrás de ese simple accesorio.

-No lo sé, Sophie -responde Isabella, reflexionando mientras sus ojos se posan en el colgante que Julia aprieta aún más fuerte-. Pero si le tiene tanta fe, tal vez tenga una conexión más profunda, algo relacionado con su pasado. Fíjate en cómo lo toma con más fuerza justo en este momento, cuando está a punto de contarnos algo importante. ¿Y si ese colgante está vinculado a lo que nos quiere revelar? Debe ser algo muy grave, algo que la ha marcado profundamente, porque es evidente que al intentar revivirlo, se ha quedado bloqueada.

Las dos intercambian miradas preocupadas, conscientes de que lo que está por venir podría ser mucho más doloroso de lo que imaginaban.

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La historia de Julia continúa en:

Capítulo 25. Crash.


Julia recibe el apoyo de Liam, Sophie e Isabella, quienes la ayudan a lidiar con sus emociones, aunque Julia siente la necesidad de liberar el dolor acumulado por años.


Julia y Liam.jpegJulia.jpegMosén Senante.jpegJulia ante el juez.jpegLa vida es bella.jpeg
 
El juez del caso es un ser despreciable,ruin y miserable que si hubiera justicia no debería ejercer nunca más en su asquerosa vida.
Que yo sepa un juez está para hacer justicia no para dejarse comprar por una familia asquerosa como los Villalba.
Que mal rollo me ha dado la conversación entre Sophie e Isabella sobre que todavía queda por saber cosas malas del pasado de Julia relacionadas con el Talismán.
Y por otra parte me quedo intrigado con si aborto o no, que parece que si.
Sigo deseando y no veo la hora de que hunda la empresa de esa asquerosa familia.
 
En esta vida la verdad siempre sale a la luz, más pronto o más tarde.
Y aunque haya pasado mucho tiempo, deben sacar a la luz para que se le caiga la cara de vergüenza a todos esos imbéciles y malas personas del pueblo. Quiero que corra la sangre, en sentido metafórico.
 
Estoy deseando que llegue el momento actual en el que Julia tiene que volver al pueblo con la idea de quitarles la empresa a esos miserables. Lo primero que debe hacer es dejarlos en la calle.
 
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