El cornudo y su santa ya se han llevado su ración de caldo dominical, llegue antes de lo que le dije al cornudo y él había salido a dejar al peque en casa de los abuelos, cuando llegó a casa ya vio mi coche en la entrada, entro sin hacer ruido y su mujer ya estaba atendiendo mi rabo, le dije que se pusiese la jaula y a su sillón del salón. Vino rápidamente desnudo con su jaula puesta, se fue a su sillón mientras miraba como me comía los huevos su mujer, como le veía con ansias de ver bien la comida de huevos le dije que se acercara y ayudase a su mujer a prepararme para la monta, ahí estaban otro domingo más, comiendo lo que tanto les gusta, le mandé de nuevo al sillón y la santa y yo nos fuimos al dormitorio, no te muevas de ahí y atento por si te llamamos. Hoy lo llame cuando llene el coño de su mujer del veneno que el cornudo tanto desea, le dije a la Diosa: llamalo, tras un celestial, cornudo ven de ella, apareció el cornudo,saqué mi rabo de entre sus piernas y quedándonos los dos en la cama le dije al cornudo: limpianos, el, como bien sabe que debe hacer, me limpio con su boca de cornudo el rabo y seguidamente comenzó a lamer y succionar el coño de su mujer, me levanté y allí dejé a mi pareja, otra vez marcados los dos por mi caldo, su veneno, ya forma parte de su ADN