El verano con mi tía

Ha sido un placer leerte, imagino que el mismo que para ti escribirlo, espero que este no sea el último relato que te lea…

Enhorabuena te felicito por tu forma de escribir, y por el tema elegido tan deseado como silenciado
Muchas gracias amigo, no será el último, en un futuro haré más. Gracias por todo el apoyo.
 
Capítulo 6: El filo de la noche



El golpe en la puerta aún resonaba en mi cabeza, un eco del torbellino que mi tía y yo habíamos desatado en esta villa. Mi madre estaba al otro lado, su voz firme pero cargada de algo que me ponía los nervios en punta. “Tenemos que hablar de anoche”, había dicho, y esas palabras cortaban el aire denso de la habitación como un cuchillo. Mi tía, con la camiseta a medio poner y la sábana cayendo al suelo, me miró con los ojos abiertos, una mezcla de pánico y esa chispa de desafío que no la abandonaba. Yo, con los pantalones cortos puestos a medias, sentía el corazón en la garganta, pero también ese maldito calor que no me dejaba en paz. El morbo de lo que habíamos hecho, de lo que habíamos visto, de la puerta entreabierta… y ahora, la posibilidad de que mi madre supiera algo, solo lo hacía más intenso.



—Abre —susurró mi tía, su voz temblando pero con un matiz que me decía que ella también estaba atrapada en este juego. Me acerqué a la puerta, mi mano dudando en el pestillo, pero antes de que pudiera girarlo, la puerta se abrió de golpe.



Mi madre estaba allí, en camisón, su cabello suelto cayendo sobre los hombros, sus ojos brillando bajo la luz ámbar que se filtraba desde el pasillo. No dijo nada al principio, solo nos miró, primero a mí, luego a mi tía, y el silencio era tan pesado que podía sentirlo en la piel. La habitación olía a sudor, a deseo, y las sábanas deshechas eran una prueba que no podíamos ocultar.



—Os vi —dijo finalmente, su voz baja, casi un murmullo, pero cargada de una intensidad que me hizo tragar saliva—. Anoche. La puerta no estaba cerrada. Y… no debería decir esto, pero no pude apartar la mirada.



Mi tía soltó un jadeo, sus manos apretando la camiseta contra su pecho, pero no se movió. Yo estaba congelado, mi mente dando vueltas. La imagen de mi madre espiándonos, sus ojos en nosotros mientras nos perdíamos en el calor del momento, me golpeó con una fuerza que no esperaba. Y, maldita sea, no era solo miedo. Era ese morbo retorcido que seguía creciendo, alimentado por la idea de que ella no solo nos había visto, sino que había sentido algo.



—Hermana… —empezó mi tía, su voz temblorosa, pero mi madre levantó una mano para callarla.



—No. No digas nada —dijo, entrando en la habitación y cerrando la puerta detrás de ella. El clic del pestillo resonó como un disparo. Se acercó, sus ojos clavados en mí, y por un instante, vi algo en ellos, no enfado, sino una curiosidad cruda, casi animal. Su mano se movió, rozando mi pecho, bajando lentamente hasta el borde de mis pantalones cortos. Sus dedos, fríos contra mi piel caliente, me tocaron brevemente, un roce fugaz pero firme sobre mi entrepierna que me hizo jadear. Fue rápido, casi imperceptible, pero suficiente para que mi cuerpo reaccionara, el morbo explotando en mi pecho como una bomba.



—Me encantaría tenerte dentro de mi hijo, al igual que haces con mi hermana —susurró mi madre, retrocediendo un paso, sus mejillas enrojecidas, sus ojos brillando con algo que no era solo culpa—. Pero… veros así, tan… desatados, me hizo algo.



Mi tía se levantó, dejando caer la camiseta al suelo, su cuerpo desnudo expuesto sin un ápice de vergüenza. —Si nos viste, entonces sabes lo que sentimos —dijo, su voz firme ahora, desafiante—. Y si te quedaste mirando, es porque tú también lo sentiste.



Mi madre no respondió. Sus ojos pasaron de mi tía a mí, y luego, con un movimiento brusco, se giró hacia la puerta. —No puedo quedarme —dijo, su voz quebrándose—. Tu padre está dormido, pero… no sé cuánto tiempo podemos seguir con esto sin que todo se rompa. Solo… sed discretos.



Y con eso, salió, dejando la puerta entreabierta, como un eco cruel de la noche anterior. Mi tía y yo nos quedamos en silencio, nuestros cuerpos aún vibrando, el aire cargado de lo que acababa de pasar. La habitación parecía más pequeña, las paredes más cercanas, como si la villa misma estuviera conspirando para mantenernos atrapados en este juego.



Mi tía se giró hacia mí, sus ojos brillando con una mezcla de desafío y deseo. —Tu madre… —empezó, su voz baja, casi un gruñido—. Ella también lo siente. Esto no va a parar.



No respondí. Mi mente estaba enredada en el toque de mi madre, en la forma en que sus ojos habían brillado, en el morbo que nos unía a todos. Pero antes de que pudiéramos decir más, mi tía se levantó, recogiendo un vestido ligero del suelo. —Vamos a cenar fuera —dijo, su tono decidido, como si necesitara salir de esta habitación, de esta villa, para respirar—. Necesitamos despejarnos.



Asentí, aunque el calor en mi cuerpo no se apagaba. Nos vestimos en silencio, pero cuando mi tía se puso el vestido, noté algo: no se puso bragas. La tela ligera se ajustaba a sus caderas, y la idea de que iba así, expuesta bajo esa fina capa de ropa, me encendió de nuevo. Ella me miró, una sonrisa torcida en los labios, como si supiera exactamente lo que estaba pensando.



—No digas nada —dijo, guiñándome un ojo—. Vamos.



Salimos de la villa, dejando atrás la puerta entreabierta y el peso de lo que mi madre había dicho. Caminamos por las calles empedradas de Crema hasta un pequeño restaurante al aire libre, con mesas iluminadas por velas y el aroma de albahaca y vino flotando en el aire. Nos sentamos en una mesa apartada, el bullicio de los comensales amortiguando la tensión que aún llevábamos encima.



El camarero, un tipo joven con ojos oscuros y una sonrisa demasiado confiada, no tardó en fijarse en mi tía. Su vestido, ajustado y ligeramente transparente bajo la luz de las velas, dejaba poco a la imaginación, y él no disimulaba sus miradas. Cuando vino a tomar nuestro pedido, se inclinó más de lo necesario, su voz melosa mientras hablaba con ella.



—Signorina, el vino tinto de la casa es perfecto para una noche como esta —dijo, sus ojos recorriéndola sin pudor—. ¿O prefieres algo más… atrevido?



Mi tía sonrió, inclinándose hacia él, su mano rozando la copa de agua en un gesto que parecía casual pero no lo era. —Atrevido suena bien —dijo, su voz baja, casi un ronroneo—. Sorpréndeme.



El camarero se rió, claramente encantado, y cuando se alejó, mi tía me miró, sus ojos brillando con picardía. —Le gusta el juego —susurró, cruzando las piernas bajo la mesa, el movimiento haciendo que el vestido subiera un poco, recordándome que no llevaba nada debajo—. Y tú… ¿estás celoso?



No respondí, pero el calor en mi pecho era innegable. La idea de que ella, sin bragas, estuviera coqueteando con ese tipo justo después de lo que había pasado con mi madre, era como echar gasolina al fuego. Cada vez que el camarero volvía, con una botella de vino o un plato de pasta, sus ojos se detenían en mi tía, y ella respondía con una sonrisa, un roce de dedos al pasarle la copa, un juego que me ponía al borde.



—¿No te da miedo? —pregunté finalmente, mi voz baja, mientras el camarero se alejaba de nuevo—. Después de lo de mi madre, seguir así… aquí, en público.



Ella se inclinó sobre la mesa, sus labios a centímetros de los míos, el vestido deslizándose ligeramente para revelar más de lo que debería. —Miedo no —dijo, su voz cargada de desafío—. Me pone. Y a ti también, no lo niegues.



No lo negué. El resto de la cena fue un torbellino de miradas, roces y ese morbo que no nos dejaba en paz. Cuando volvimos a la villa, la puerta de la habitación de mis padres estaba cerrada, pero la nuestra… la dejamos entreabierta, como una invitación, un desafío. Y mientras mi tía me empujaba hacia la cama, el recuerdo del camarero, de mi madre, de todo lo que esta villa había desatado, me consumía.



Esto no iba a parar. Y, joder, no quería que parara.

Continuará.

Para este final de capítulo, he decidido dejar una foto de mi tia real, sino gusta puedo dejar de hacerlo, pero me encantaría empezar a dejar fotos como dinámica al final de algunos capítulos.

En este caso dejo una fotito del traje que se ha puesto en la historia, y dejo como salió para esa cena solos.
Joder cómo está tu tía !!!!😍😍😍
 

📢 Webcam con más espectadores ahora 🔥

Atrás
Top Abajo