La esencia de una mirada.
Es un portal que reposa,
no de sueño,
sino de saberse ya cumplido.
En ese fulgor terrenal no existe prisa,
sólo la calma
de la carne recién bendecida.
Es un pozo donde naufragan los ruidos,
que guarda la huella
de un temblor recién amado.
Es la paz que la circunda,
es el eco sereno de un fuego
que ha pasado.
Y de tus labios brota
una cicatriz de brasas prohibidas,
trazando en el aire
una curva de enigma.
Tu boca es un jardín florecido,
y la otra mitad,
la sombra que guarda el estigma.
Ese rictus no es risa,
es orgasmo de silencio,
un néctar destilado que sólo
tú has bebido.
Sabe a un gozo
que es un secreto
y una sentencia,
en tu piel tensa y luminosa
donde el universo ha coincidido.
Es el lugar donde todo se inicia,
donde el deseo se detiene.
Es la fuente y la sed,
la perfecta alquimista,
que del éter extrajo la miel
de la que se mantiene.
J. Entrando en tu reino.

