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Ha vuelto la dosis de La Salceda. AlegríaAna, Miguel y Pedro subieron en silencio. Estaban nerviosos, excitados ante la expectativa de dar rienda suelta a sus pasiones. Intercambiaban alguna mirada breve, con sonrisa nerviosa y seguían avanzando. Ana iba por delante y los chicos dos pasos por detrás de ella. Abrió la puerta de su habitación y entró la primera. Se acercó a la cama y se desnudó ella sola con decisión y sin mirarlos. Al verla ambos chicos empezaron a desvestirse quitándose la camiseta. Ana, ya completamente desnuda se arrodilló delante de pedro, le abrió el botón de los vaqueros, le bajó la cremallera y le bajó el pantalón y el boxer de un tirón. La polla de Pedro quedó bamboleándose morcillona delante de su cara. Ana la engulló sin tocarla con las manos y tras mantenerla casi entera dentro de su boca durante unos instantes la fue dejando salir, aún sin tocarla con las manos y mientras se iba poniendo dura a ojos vista. De repente la soltó y quedó mirándola ya dura y apuntando al techo en un ángulo de 45º. Entones empezó a darle lametones de abajo a arriba sin dejar de mirarla. A cada contacto con la lengua húmeda y cálida de Ana, la polla de Pedro daba un pequeño respingo, obligando a Ana a buscarla a un lado o al otro. Cansada de no poder mantener el contacto, la agarró con la mano y empezó a pajearle clavando su mirada en la de Pedro. Luego comenzó una mamada profunda y apasionada tratando de engullir toda la longitud de aquel miembro, visiblemente más grande que el de su novio.
Miguel, mientras tanto, terminó de desnudarse. Tenía la polla durísima y se puso de pie al lado de Pedro mirando a su novia mamársela. Ana le vió por el rabillo del ojo y se la agarró y empezó a masturbarlo con su mano sin dejar de chupar la polla de Pedro mientras la sujetaba por la base.
Al cabo de un minuto o dos, cambió de polla y empezó a masturbar a Pedro mientras se la chupaba a su novio. Miguel estaba excitadísimo viendo a su novia de rodillas entre ambas pollas y luego mamándosela mientras se la meneaba a su amigo. Ana iba alternando de una a otra polla mientras los chicos se acercaban entre si más para facilitarle la tarea.
Estaba cada vez más excitada, se notaba muy mojada, y estaba deseando que la penetrase uno de los dos. Soltó la polla que tenía en la boca y pajeando ambas a la vez le dijo a Miguel “trae un condón”.
Miguel obedeció y se fue hacia la mesilla de noche. Cuando se giró hace Ana Pedro tenía le agarrada la cabeza con ambas manos y le follaba literalmente la boca de forma rítmica moviendo sus caderas hacia delante y hacia atrás. Miguel se agachó y en cuclillas detrás de ella, empezó a acariciar sus pechos. Ana sintió un escalofrío en todo su cuerpo al sentir las manos en sus pechos. Estaban duras y con los pezones marcados y sobresaliendo como nunca. Estaba excitadísima. Dejó bajar su mano por el vientre de ella hasta alcanzar su vulva y se maravilló de lo empapada que estaba, ya que incluso goteaba. Cuando Miguel acarició su clítoris con un dedo con máxima suavidad, Ana empezó a gemir como una gata, agradeciendo la caricia de su novio. Pedro le recogió el pelo en una coleta improvisada, dejando descansar a Ana de la follada de boca, algo que ella agradeció para respirar sin dejar de lamer el glande durante unos instantes. Luego se incorporó y besó a Pedro poniéndose de puntillas. Entrecruzaban las leguas por fuera de sus labios con Ana agarrándose a su cuello y Pedro sujetándole fuerte contra su cuerpo con su manos en su culo. La viva imagen de la pasión.
Miguel los miraba, excitado. Tenía la polla durísima y se la acariciaba lentamente. Cuando terminó el beso, Ana le dijo a Miguel “¿y el condón?” Miguel se lo acercó y la respuesta de Ana le produjo una excitación tremenda “dáselo a Pedro el me va a follar primero”. Después Ana se separó de ambos y se puso en la cama a 4 patas mirando hacia el cabecero y ofreciendo su coño brillante y enrojecido hacia ellos. Pedro cogió el condón y se lo puso con cuidado y se colocó detrás de Ana con las piernas ligeramente separadas. La agarró con una mano y la embocó lentamente hacia su coño.
Miguel se quedó de tras de Pedro y se agachó para ver como iba a follar a su novia. Se masturbaba lentamente esperando y disfrutando de como la polla de Pedro empezó a enterrarse dentro de las entrañas de Ana.
Ana reaccionó con un leve gemido, sorprendida por la sensación totalmente diferente de la penetración de aquella polla hasta entonces desconocida. La notaba más grande que la de Miguel, más gruesa, más dura y más larga. Cuando Pedro dejó de empujar y notó sus testículos rozar su vulva, se sentía llena y más mujer que nunca, con su vagina llevada a un nuevo límite de elasticidad que disparaba todas sus sensaciones.
Miguel veía el escroto de Pedro pegado al coño de su chica y empezó a ver como empezaba a bombear follándola con bastante delicadeza.
Ana se sentía en la gloria. Con cada movimiento hacia afuera sentía que su vagina se negaba a abrazar aquel miembro y se iba detrás de él hacia fuera. Al volver a empujar hacia dentro, la sentía dilatada de nuevo y otra vez llena y cada vez más lubricada. La sensación era adictiva y el vaivén se le empezó a antojar lento así que empezó a moverse ella animando a un ritmo más vivo y más fuerte.
Pedro entendió el mensaje y la agarrró por las caderas y tras sacarla casi entera la empjó dentro de golpe. “plas” sonó. “Ah” dijo Ana. Repitió la embestida otra vez. “plas”. “Ah” Y cogió un ritmo constante.
Plas
Plas
Plas
Ana empezó a gemir regularmente. Con cada embestida notaba sus tetas propulsadas hacia su cara bamboleándose de vuelta hacia su pecho una y otra vez. Y sentía un placer enorme con cada una de ellas así que acabó pidiendo más en voz alta “siii, fóllame, siii, dame fuerte”
Pedro apretó más el ritmo y la intensidad de las embestidas
Plas. Plas. Plas. Plas. Plas. Plas.
“¿así?”
Ana empezó a jadear y a gemir más fuerte, “si, que rico, más más”
Pedro embistió más fuerte aún
Plas. Plas. Plas. Plas. Plas. Plas.
“¿Así?”
Ana estaba gozando como nunca, pero quería más. Era toda una nueva forma de follar que nunca había experimentado. Las embestidas de Pedro le sacudían todo el cuerpo y apenas podía mantenerse sobre los brazos mientras sus pechos se bamboleaban sin control.
Plas. Plas. Plas. Plas. Plas. Plas.
No habrían transcurrido ni 3 minutos desde que se la había metido Pedro cuando tuvo el primer orgasmo. Fue tan fuerte, que se derrumbó sobre la cama, incapaz de mantener su peso con sus brazos y acabó tumbada boca abajo emitiendo un gemido agudo y prolongado que Miguel no le había oído emitir nunca. Intentó recuperar el aliento mientras Pedro le daba un instante para recuperarse.
Y Ana enseguida volvió ponerse a 4, a apoyarse en las manos y dijo “sigue, no pares”
Miguel miraba tocándosela con cuidado. Estaba tan excitado que no se atrevía a masturbarse por si se corría.
Ana le buscó con la mirada “que haces ahí tu solo, anda tonto, ponte aquí delante de mi”
Miguel se puso de rodillas en la cama ante su novia y ella buscó su polla con la boca. Al mismo tiempo Pedro se colocó de nuevo detrás de su culo ofrecido. Esta vez la metió de una sola embestida que su vagina totalmente lubricada recibió sin problema. Del primer empujón, a Ana se le escapó la polla de Miguel que tenía en la boca y su novio se la tuvo que recolocar. Pedro empezó a embestir regularmente, con la misma intensidad y al mismo ritmo de antes, implacable. A Ana le faltaba el aíre para mantener una mamada en condiciones, pero se sentía más excitada que nunca follada por la boca y por su coño al mismo tiempo aunque le costaba mucho chupar y respirar a la vez.
Pedro agarró otra vez su pelo formando una coleta y con la mano que se la sujetaba empezó a marcarle el ritmo de la mamada mientras seguía follándola implacable. “Vamos chúpasela” le ordenó y le dio un cachete en el culo con la otra mano. Ana sintió el cachete y le excitó. Se sentía usada por aquel hombre y que él le marcase el ritmo para chupársela a Miguel le produjo una excitación aún mayor que la lanzó rápidamente hasta un nuevo orgasmo casi sin previo aviso. De nuevo emitiendo aquel gemido agudo que Miguel no había oído nunca antes esta vez no se derrumbó gracias a que Pedro le sujetaba la cabeza.
Cuando la vió temblando de pies a cabeza, Pedro la dejó descansar un instante, pero volvió a la carga poco después.
Nada más sentir en la boca de Ana nuevos gemidos y al redoblarse las embestidas de Pedro, Miguel no pudo evitar correrse. Echó la cabeza hacia atrás y gruñó mientras vacíaba sus huevos en la boca de Ana. Ella sintió el sabor del semen de Miguel de inmediato tuvo un nuevo orgasmo, gozando tanto como su novio mientras Pedro la embestía sin piedad. Saboreó todo lo que pudo, pero con el bamboleo de las embestidas de Pedro, mucho fue a parar a las sábanas. Continuó chupando la polla de su novio mientras Pedro seguía embistiendo implacable, y siguió incluso cuando la erección de Miguel desapareció poco a poco dando paso a un estado mucho más laxo y fofo de su miembro que ella seguía succionando incansable.
Un nuevo orgasmo le hizo necesitar todo el aire que su boca fuera capaz de conseguir y entonces soltó la polla de su novio definitivamente derrumbándose otra vez sobre la cama. Jadeaba como si hubiera disputado los 100 metros lisos.
Pedro se quedó de pie al borde de la cama, con su polla apuntando al techo en un ángulo de 45 grados. El preservativo estaba chorreando flujos blanquecinos de ella que le escurría por sus huevos. Parecía que se había corrido él.
Ana se giró y aún jadeando se puso boca arriba y abriendo las piernas le dijo “Follame así.”
Pedro se puso de rodillas en la cama entre sus piernas y con decisión volvió a metérsela hasta el fondo. Ana volvió a sentir su vagina llena y dilatada, y con una penetración aún más profunda que en la otra postura. Pedro empezó a moverse, esta vez de forma lenta y delicada. Sentía ese coño tan apretado y delicioso abrazando su polla aún con más fuerza. La sensación le resultó adictiva y decidió explorarla sin prisas. Sintió las manos de Ana agarrándole las nalgas, atrayéndole hacia ella para que la penetrase bien dentro. Empezó a moverse en círculos y movió sus caderas desde diferentes ángulos, disfrutando cada vez más de la estrechez de ese coño y de como se deslizaba dentro de él y eso le excitó aún más. Comenzó a lamer y a succionar los pezones de Ana y luego la besó. Sus lenguas jugaban dentro y fuera de su boca en un beso apasionado, de amantes. Luego apoyándose en los codos posó sus manos sobre sus tetas y las empezó a amasar durante un tiempo. Después se apoyó en las palmas de las manos, y empezó a follarla con fuerza. Durante varios minutos la embestía como un martillo pilón, provocando que los pechos de ella se movieran como flanes, hasta que empezó gruñir rítmicamente. Ana notó aquella polla palpitar en su interior y supo que se estaba corriendo. Extendió las manos, le agarró la cara con sus dedos y le animó “vamos, vamos, dámelo todo, vamos”. Pedro empezó a moverse más rápido pero con una penetración más profunda y finalmente resopló como un toro mientras Ana notaba las contracciones de su polla inyectándole su semen dentro de la vagina. Siguió moviéndose unos momentos hasta que finalmente se retiró sacando su miembro de Ana se quedó de rodillas. Seguía con la misma erección que cuando empezaron, pero el ángulo era ahora más bajo, ya que en la punta del condón había una bola blanca de semen enorme, como un huevo de gallina de grande. Miguel lo miraba sin dar crédito a lo que estaba viendo… que cantidad de semen… era como lo que él eyaculaba de muchas veces. Ana lo vio y levantó las cejas, incrédula. Se sentó y agarró la polla de Pedro y la movió con una mano mientras con la otra pellizcaba con el pulgar y el índice la punta del preservativo, comprobando si todo eso era semen. Luego empezó a retirárselo con cuidado y cuando se lo quitó del todo se quedó mirando al trasluz el condón y la bolsa de líquido blanco en su extremo mientras se reía. Luego hizo un nudo en el condón, se dio la vuelta y reptó hasta el cabecero de la cama, donde lo colocó colgando de la barra de arriba.
Después puso a 4 patas otra vez y se acercó poco a poco a Pedro, que seguía de rodillas en el otro extremo de la cama y con la misma erección que al principio.
“¿qué podemos hacer para que se te baje esto?”
Dijo mientras se la agarraba con una mano.
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